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créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Improbable.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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Improbable.
―Título: Improbable.
―Autor: Katherine (lennon).
―Adaptación: No.
―Género: Drama romance.
―Contenido: Romántico.
―Advertencias: Él código es mío, por eso no incluye crédito.
―Otras páginas: Tal vez sea subido a Wattpad.
―Autor: Katherine (lennon).
―Adaptación: No.
―Género: Drama romance.
―Contenido: Romántico.
―Advertencias: Él código es mío, por eso no incluye crédito.
―Otras páginas: Tal vez sea subido a Wattpad.
Despertó acompañada por el rojo rubí del atardecer. Los latidos de su corazón, que no encontraron su ceso embravecido ni siquiera cuando se hallaba en la agradable inconsciencia de los sueños, la apremiaban para que se incorporase. Recordándole a cada patada invisible que propinaban a su pecho que había algo importante que debía llevar a cabo.
Trató de no sucumbir a la vorágine de sentimientos que danzaban en su interior. Pues ya se había encontrado en una situación como aquella en incontables ocasiones. Tras las cuales, la decepción se agrandaba como un agujero negro.
Para entender la historia de Georgia Gale debemos remontarnos un par de años en el tiempo. A una apacible mañana situada entre el invierno y la primavera, que tenía reservados para Georgia unos hechos para nada apacibles. Aquel día, sin preludio de algo así pudiera suceder: su novio, Issac Coleman, estudiante de Criminología en la universidad, desapareció sin dejar muestras de su existencia. Su coche, o más bien, los restos carbonizados que quedaron de él, fueron hallados en el fondo de una cuneta en una de las ciudades vecinas, a una distancia considerable de donde vivían. No se encontraron restos de su cuerpo, pero la policía no dudó un segundo en dar a Isaac por muerto. No siempre se hallaban restos en una explosión de tal magnitud. Esa fue la única explicación que obtuvieron y el fatídico destino de un joven con toda la vida por delante, fue titular en el periódico local al día siguiente.
Mientras los meses transcurrían, la resignación se hacía un hueco en los corazones agujereados de las personas que le quisieron. Salvo en el de Georgia, puesto que su corazón, incapaz de resignarse a convertirse en un órgano de ánimo pusilánime. Latía con la fuerza de una estampida de caballos, impaciente.
Desde ese día de estación climatológica indefinida, Georgia había pasado sus días buscando a Isaac. Haciendo acopio de su espíritu inconformista, para no darse por vencida. Eran muchas las teorías que hacían fila en las inmediaciones de su mente noche tras noche. La menos descabellada de todas era la siguiente: Isaac sobrevivió a la caída, fue rescatado por alguien y perdió la memoria. Era una teoría improbable. Sin embargo, el mundo tiene abundancia de hechos improbables.
Luego estaba lo otro… la certeza lícita que vivía en su interior de que Isaac continuaba siendo un ser humano de carne y hueso.
Georgia creía en el amor verdadero, en ese sentimiento profundo capaz de ahondar en los recovecos más internos de ti y alojarse en ellos. Tan profundo y poderoso que mantenía la firme creencia de que algo se resquebrajaría para siempre en ella cuando la persona que suscitaba dicha plenitud muriera. Y por el momento, a pesar de los hechos, seguía sintiendo la «vida» del amor dentro de ella. Por ello, sin tener en cuenta las insistencias de las personas de su alrededor, ni los vilipendios de los vecinos que la tachaban de loca, Georgia seguía buscando.
Necesitaríamos dos años para nombrar todas las ideas, planes y viajes precipitados de búsqueda que la muchacha llevó a cabo. Así que, hablaremos de la última y más ingeniosa de todas. En una de sus muchas noches de insomnio, mientras navegaba por sus recuerdos. Recordó la pequeña cicatriz que adornaba el cuerpo de Isaac, situada exactamente en la cadera izquierda. Él mismo le contó una vez que aquella cicatriz le acompañaba desde pequeño. En el día de su nacimiento, tuvieron que practicarle a su madre una cesárea de urgencia. Tan urgente fue, que el médico que hizo la hendidura en el vientre, calculó mal la profundidad y le hizo aquélla herida a Isaac.
Georgia supuso que muy pocas personas contaban con una cicatriz allí, pues afortunadamente, no se encontraba en el apéndice. Por lo que, alentada por aquél nuevo dato. Gastó la mayoría de su sueldo en publicar un anuncio en el periódico nacional, que decía lo siguiente: «Si no sabes quién eres y tienes una cicatriz en el inferior izquierdo de tu abdomen, yo puedo darte respuestas. Los interesados, ponerse en contacto conmigo a través del correo electrónico facilitado a continuación».
Su anuncio era de la clase que uno espera encontrar dentro de una película romántica. Sus posibilidades de dar con él eran una vez más reducidas e improbables. Pero de nuevo, rompiendo con las estadísticas de lo improbable, un mes más tarde, alguien se puso en contacto con Georgia.
Se trataba de un muchacho que despertó en un hospital hacía cosa de unos cuatros meses tras un coma y que tras los meses de recuperación; había pasado cada día tratando de encontrar a alguien que le revelara su identidad. Nadie conocía su procedencia y él no recordaba nada de su vida. Y que, además, poseía una extraña cicatriz en su abdomen izquierdo.
Georgia sabía todo aquello por los correos que habían intercambiado una semana atrás, en los que se citaban para esa misma noche. Georgia no cabía en ella misma de la alegría; el coma explicaba todo. En el caso, claro, de que ese fuera Isaac.
Se levantó de la cama decidida a terminar con aquella incertidumbre lacerante. Caminó al armario y de él sacó su vestido azul, que siempre fue el preferido de Isaac y el que se ponía cada vez que aparecía una persona nueva que decía ser quien ella buscaba. Agarró su pelo negro en un alto y terso moño. Sin más dilación, incapaz de contener los nervios, abandonó la casa. Deseando regresar aquélla noche con Isaac.
Llegó al lugar de encuentro pocos minutos antes de la hora acordada. Quedaron en una modesta cafetería, ubicada en una de las calles más bohemias de la ciudad. Frecuentada en su totalidad por artistas callejeros, hippies, escritores… Y además, el lugar preferido de la pareja. Donde se conocieron, se enamoraron y se besaron por primera vez.
Una presencia irrisoria en su pecho trataba de convencerla de que esa sería la última búsqueda y decepción. Que lo encontraría, porque la tortura ya había alcanzado sus límites. Alentada por una esperanza que emanaba de ella, se apeó del pequeño Escarabajo color rojo y cruzó la calle en dirección al local.
La puerta se abrió trayendo de su interior el olor de una película vieja de Hollywood; tan intenso y reconfortante como un abrazo sincero. Miró en torno, buscando esa cara conocida que llevaba tiempo sin ver. Y la encontró… entre los vapores de humo provenientes de las tazas de café, entre el barbullo de los clientes que mantenían charlas apacibles. Sentado en la mesa que tantas veces habían compartido.
Isaac Coleman, impertérrito a los dos años de separación en los que todo el mundo creyó que había muerto, se encontraba a pocos metros de ella. Con una torva e involuntaria sonrisa impregnada en sus pálidos y suaves labios. Con su mirada insondable del color de un campo de olivos clavada en el exterior, observando a los caminantes de la tarde.
Ahí fue cuando lo notó, después de tanto tiempo sin sentirlo; su amor latiendo con un corazón propio. Feliz desde lo que parecía un siglo ante la vista de su enamorado.
Había valido la pena tanto sufrimiento, todas las veces que se preguntó si estaba trastornada y pasaría la vida buscando a un fantasma. Después de todo, no volvería a casa sola esa noche… Porque una vez más, la vida alardeaba de su capacidad para sorprender al ser humano y hacer de los hechos imposibles algo improbable y de lo improbable; una realidad.
Trató de no sucumbir a la vorágine de sentimientos que danzaban en su interior. Pues ya se había encontrado en una situación como aquella en incontables ocasiones. Tras las cuales, la decepción se agrandaba como un agujero negro.
Para entender la historia de Georgia Gale debemos remontarnos un par de años en el tiempo. A una apacible mañana situada entre el invierno y la primavera, que tenía reservados para Georgia unos hechos para nada apacibles. Aquel día, sin preludio de algo así pudiera suceder: su novio, Issac Coleman, estudiante de Criminología en la universidad, desapareció sin dejar muestras de su existencia. Su coche, o más bien, los restos carbonizados que quedaron de él, fueron hallados en el fondo de una cuneta en una de las ciudades vecinas, a una distancia considerable de donde vivían. No se encontraron restos de su cuerpo, pero la policía no dudó un segundo en dar a Isaac por muerto. No siempre se hallaban restos en una explosión de tal magnitud. Esa fue la única explicación que obtuvieron y el fatídico destino de un joven con toda la vida por delante, fue titular en el periódico local al día siguiente.
Mientras los meses transcurrían, la resignación se hacía un hueco en los corazones agujereados de las personas que le quisieron. Salvo en el de Georgia, puesto que su corazón, incapaz de resignarse a convertirse en un órgano de ánimo pusilánime. Latía con la fuerza de una estampida de caballos, impaciente.
Desde ese día de estación climatológica indefinida, Georgia había pasado sus días buscando a Isaac. Haciendo acopio de su espíritu inconformista, para no darse por vencida. Eran muchas las teorías que hacían fila en las inmediaciones de su mente noche tras noche. La menos descabellada de todas era la siguiente: Isaac sobrevivió a la caída, fue rescatado por alguien y perdió la memoria. Era una teoría improbable. Sin embargo, el mundo tiene abundancia de hechos improbables.
Luego estaba lo otro… la certeza lícita que vivía en su interior de que Isaac continuaba siendo un ser humano de carne y hueso.
Georgia creía en el amor verdadero, en ese sentimiento profundo capaz de ahondar en los recovecos más internos de ti y alojarse en ellos. Tan profundo y poderoso que mantenía la firme creencia de que algo se resquebrajaría para siempre en ella cuando la persona que suscitaba dicha plenitud muriera. Y por el momento, a pesar de los hechos, seguía sintiendo la «vida» del amor dentro de ella. Por ello, sin tener en cuenta las insistencias de las personas de su alrededor, ni los vilipendios de los vecinos que la tachaban de loca, Georgia seguía buscando.
Necesitaríamos dos años para nombrar todas las ideas, planes y viajes precipitados de búsqueda que la muchacha llevó a cabo. Así que, hablaremos de la última y más ingeniosa de todas. En una de sus muchas noches de insomnio, mientras navegaba por sus recuerdos. Recordó la pequeña cicatriz que adornaba el cuerpo de Isaac, situada exactamente en la cadera izquierda. Él mismo le contó una vez que aquella cicatriz le acompañaba desde pequeño. En el día de su nacimiento, tuvieron que practicarle a su madre una cesárea de urgencia. Tan urgente fue, que el médico que hizo la hendidura en el vientre, calculó mal la profundidad y le hizo aquélla herida a Isaac.
Georgia supuso que muy pocas personas contaban con una cicatriz allí, pues afortunadamente, no se encontraba en el apéndice. Por lo que, alentada por aquél nuevo dato. Gastó la mayoría de su sueldo en publicar un anuncio en el periódico nacional, que decía lo siguiente: «Si no sabes quién eres y tienes una cicatriz en el inferior izquierdo de tu abdomen, yo puedo darte respuestas. Los interesados, ponerse en contacto conmigo a través del correo electrónico facilitado a continuación».
Su anuncio era de la clase que uno espera encontrar dentro de una película romántica. Sus posibilidades de dar con él eran una vez más reducidas e improbables. Pero de nuevo, rompiendo con las estadísticas de lo improbable, un mes más tarde, alguien se puso en contacto con Georgia.
Se trataba de un muchacho que despertó en un hospital hacía cosa de unos cuatros meses tras un coma y que tras los meses de recuperación; había pasado cada día tratando de encontrar a alguien que le revelara su identidad. Nadie conocía su procedencia y él no recordaba nada de su vida. Y que, además, poseía una extraña cicatriz en su abdomen izquierdo.
Georgia sabía todo aquello por los correos que habían intercambiado una semana atrás, en los que se citaban para esa misma noche. Georgia no cabía en ella misma de la alegría; el coma explicaba todo. En el caso, claro, de que ese fuera Isaac.
Se levantó de la cama decidida a terminar con aquella incertidumbre lacerante. Caminó al armario y de él sacó su vestido azul, que siempre fue el preferido de Isaac y el que se ponía cada vez que aparecía una persona nueva que decía ser quien ella buscaba. Agarró su pelo negro en un alto y terso moño. Sin más dilación, incapaz de contener los nervios, abandonó la casa. Deseando regresar aquélla noche con Isaac.
Llegó al lugar de encuentro pocos minutos antes de la hora acordada. Quedaron en una modesta cafetería, ubicada en una de las calles más bohemias de la ciudad. Frecuentada en su totalidad por artistas callejeros, hippies, escritores… Y además, el lugar preferido de la pareja. Donde se conocieron, se enamoraron y se besaron por primera vez.
Una presencia irrisoria en su pecho trataba de convencerla de que esa sería la última búsqueda y decepción. Que lo encontraría, porque la tortura ya había alcanzado sus límites. Alentada por una esperanza que emanaba de ella, se apeó del pequeño Escarabajo color rojo y cruzó la calle en dirección al local.
La puerta se abrió trayendo de su interior el olor de una película vieja de Hollywood; tan intenso y reconfortante como un abrazo sincero. Miró en torno, buscando esa cara conocida que llevaba tiempo sin ver. Y la encontró… entre los vapores de humo provenientes de las tazas de café, entre el barbullo de los clientes que mantenían charlas apacibles. Sentado en la mesa que tantas veces habían compartido.
Isaac Coleman, impertérrito a los dos años de separación en los que todo el mundo creyó que había muerto, se encontraba a pocos metros de ella. Con una torva e involuntaria sonrisa impregnada en sus pálidos y suaves labios. Con su mirada insondable del color de un campo de olivos clavada en el exterior, observando a los caminantes de la tarde.
Ahí fue cuando lo notó, después de tanto tiempo sin sentirlo; su amor latiendo con un corazón propio. Feliz desde lo que parecía un siglo ante la vista de su enamorado.
Había valido la pena tanto sufrimiento, todas las veces que se preguntó si estaba trastornada y pasaría la vida buscando a un fantasma. Después de todo, no volvería a casa sola esa noche… Porque una vez más, la vida alardeaba de su capacidad para sorprender al ser humano y hacer de los hechos imposibles algo improbable y de lo improbable; una realidad.
- Hola:
- Si has llegado hasta aquí, gracias por leer. Si has llegado hasta aquí y te he hecho perder el tiempo, lo siento. Soy Kate, dando por saco de nuevo con uno de mis cortos escritos. Este nació hace unos días y es un trabajo que me mandó mi profesor de escritura creativa. No estoy descontenta con el resultado, así que he decidido compartirlo. Un beso.
indigo.
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Re: Improbable.
omg, fue un escrito perfecto<3. Amé tu manera de redactar y sdasd simplemente todo. Realmente lo adoré<33
Vans.
Re: Improbable.
Vans. escribió:omg, fue un escrito perfecto<3. Amé tu manera de redactar y sdasd simplemente todo. Realmente lo adoré<33
muchas gracias, me alegra mucho que hayas disfrutado leyendo un beso fuerte, y por supuesto, gracias por comentar.
indigo.
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Re: Improbable.
Aquí me ves otra vez.... Yo estalqueandote.... ME ENCANTO LA NOVELA... dios mío... Escribes tan jodidamente bien que debería de ser ilegal... Chica.. DONDE CARAJOS APRENDISTES A ESCRIBIR TAAN BIEN?!.. Dime, por que yo quiero saberlo!... sigue tus noves pronto plis..
Rejectsinthesociety
Re: Improbable.
Rejectsinthesociety escribió:Aquí me ves otra vez.... Yo estalqueandote.... ME ENCANTO LA NOVELA... dios mío... Escribes tan jodidamente bien que debería de ser ilegal... Chica.. DONDE CARAJOS APRENDISTES A ESCRIBIR TAAN BIEN?!.. Dime, por que yo quiero saberlo!... sigue tus noves pronto plis..
Isa, tú sí que sabes sacarme los colores. Me alegra que te haya gustado, aunque no es una nove, solo es un pequeño escrito xd. Práctica, muchos años escribiendo desastres y desde luego no es perfecto. En cuanto pueda las sigo. Muchas gracias por comentar
indigo.
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
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Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
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Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
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» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.