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Addicts | N.C
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Re: Addicts | N.C
Capitulo 005
Una nueva adición.
Alice
JustMyself▲
Alice
JustMyself▲
Y ahí estaba, sentada de nuevo en su lugar preferido, en la mesa de Poker, esperando con la adrenalina al máximo que su contrincante mostrara su jugada final. “Mierda” era lo único que Anne podía pensar, solo tenía un maldito Full y no creía ganar con eso –no era suficiente, no para esa noche-. Miro las libras sobre la mesa y se despidió de ellas sin esperanza alguna. (-¿Alguien puede poner música de fondo a esta escena? – pregunto el estúpido narrador mientras alguien encendía el estéreo con disco inferno de The Trammps -¡Que alguien suba el volumen!-). Hope disimulaba a la perfección su nerviosismo, en la mesa solo habían dos contrincantes más que ella; una rubia que apenas se percataba que la estaban dejando limpia y un hombre con experiencia notoria que disfrutaba de un buen puro, cabe decir que la forma en que la miraba la hacía sudar y dejar de respirar por un par de segundos. ¡Maldición! ¿Pero en qué momento decidió apostarlo todo? De seguro en sus momentos de debilidad (que era más frecuente de lo que creen). Anne Hope McFarland era víctima del egoísmo, del inconformo mismo y del materialismo, siempre queriendo más sin importarle el riesgo, dispuesta a todo para ganar, simplemente era una joven impulsiva y que carecía de visión.
– Full- mostro sus cartas y dejo a la vista de los demás un cuatro de corazón, un cuatro de tréboles, un cuatro de diamantes, un dos de picas y un dos de diamante, a pesar de que la baraja española era mejor para Anne no había conseguido gran cosa esta noche. La rubia no formo nada pero aun así no parecía molesta ni decepcionada, ya que para esa mujer esto solo era un juego >>Y es que solo era eso, aunque algunos se lo tomaban más a pecho, pero la pasión debía tener un límite o se podía trastornar en una terrible adición<<.
El hombre de la mesa le dedico una mirada burlona a Anne para luego presumir su flor imperial y en el instante quedo tan sorprendida que se le fue inevitable hacer una exclamación -¿Cómo dia…?- pregunto Anne y en segundos se arrepintió de haber soltado la pregunta; ya que no le gustaba que la gente se diera cuenta de sus dificultades económicas o de que era mal perdedora. McFarland llevaba más de dos años en esto de los casinos, apostando más que libras, inclusive llegando a extremos como poner sobre la mesa su virginidad, lo cual había perdido hace ya un tiempo y tristemente por una apuesta, una mala jugada de la vida. La mujer no era para nada una santa, es más, parecía que estaba empeñada en tomar siempre malas decisiones o en comportarse como una zorra que no tenía remedio. –Esta no ha sido tu noche- le hablo el hombre que se había llevado todo, con un tono divertido, ya que no podía aguantar la felicidad de haber ganado, luego se levantó de la mesa e hizo una pequeña reverencia mientras se disponía a cambiar todas sus fichas obtenidas. Hope se enterró los dedos en su cabello oscuro, mientras agachaba la mirada avergonzada de su derrota, preguntándose ¿Qué error había cometido hoy? Y la respuesta nunca la encontraba, aunque estaba más que clara; le era imposible suponer que si perdía era por cosas del destino.
McFarland no siempre fue así, hubo una época en la que su sonrisa era inocente, en que no usaba ropa tan extravagante y en la que no le importaba mucho el dinero. No puedo decir muy bien que fue lo que la transformo o lo que la convirtió en esto, sin embargo sé que sucedió después de la muerte de sus padres, no estoy seguro si ese fue el detonante que la hizo explotar, sea lo que haya sido acabo con la buena vida de Anne, convirtiéndole en una sombra, arriesgándola en las manos de los estafadores, sumergiéndola en los casinos y a la deriva de las mesas de póker. ¡Libertad! Era lo que le hacía falta a McFarland, necesitaba salir de esa trampa, de esa red de adición que poco a poco terminaría de consumirla por completo. Las lentejuelas de su traje caminaron con un decepcionado paso hacia la salida. Su auto estaba en el taller mecánico y había quedado tan pobre que no tenía ni un solo euro para un taxi. Se maldijo a sí misma por ser tan cabrona.
Por las calles de Londres se movía una figura femenina, presumiendo sus lindas caderas y tentado con su escote. La inocencia se había olvidado de Anne, la decencia la había perdido y la moral estaba escondida en algún lugar por ahí (quizás en una cueva o en alguna parte de la muralla china).
-How can you see into my eyes like open doors..-
Empezó a musitar, para intentar superar la tragedia de hoy. Llevaba una cara larga pero intentaba subirse el ánimo, diciéndose que a la próxima le iría mejor.
-leading you down into my co... ¡re!-
Su voz se ahogó mientras doblaba en una esquina que poco a poco se perdió. Alguien que llevaba una capucha negra le había sujetado por dé tras, sorprendiéndole de tal manera que se congelo y no pudo reaccionar bien. Sintió como este sujeto buscaba la forma de arrebatarle la bolsa, de hurtarla. Jaloneo y desgarrando su garganta por completo grito pidiendo auxilio, algo que sería difícil de conseguir siendo las dos de la mañana y en un barrio tan peligroso de Londres ¿Qué idiota se metería ahí? Aparte de Anne, nadie en su sano juicio… ¿Qué es eso? Antes de que alguien pudiera respirar o parpadear algo inesperable paso.
-¡Soltarla inmediatamente!- exclamo un hombre con atractivo, que sujeto al malhechor por el hombro fuertemente y sin decir más le tiro un puñetazo a la cara. Anne exclamó asustada cuando vio como el ladrón perdía el equilibrio por la fuerza del golpe, titubeaba en soltarla. -¡Eh dicho que la sueltes!- grito el héroe con más fuerza, furioso porque el sujeto no obedeciera su orden. El ladrón gruño, Anne sollozo asustada y dejando a la vista su verdadera fragilidad, pero su salvador permaneció como una piedra, de frente y con la mirada en el asaltante, no podía verse miedo en los ojos del protector. Viendo que los segundos pasaban intento una vez más -¡Aléjate de ella!- y le clavo una patada en las bolas (golpe bajo señores). El ratero se tiro al suelo agarrándose sus partes nobles, se retorcía de dolor y maldecía entre dientes. Anne miro con asombro a su salvador. Todo había sucedido tan rápido que aún no podía asimilar nada. –Te recomiendo que corras- comento el super hombre mientras tomaba la mano de Anne y sin dejar rastro alguno, se alejaban tan pronto del lugar, ya que no querían que el tipo se levantara y se abalanzara contra ellos. –Por cierto- volvió a hablar el varón –Soy Franck- hizo una sonrisa algo forzada, ya que la situación no lo ameritaba, no era tiempo de presentaciones. “Franck” Hope se comió su nombre letra por letra, degustándolo y saboreándolo de tal manera morbosa que resulta algo desagradable hasta para narrar. Y mientras posiciones y fantasías pasaban por su cabeza no se dio cuenta de que el sujeto, que había intentado robarle, se había puesto de pie y venía a unos metros de ellos. Franck lo vio venir e hizo que la mujer se colocara detrás de él, y de manera protectora, mientras cubría con su cuerpo a la dulce Hope lanzo unas palabras llenas de coraje al aire –Si no quieres que llame a la policía vete de aquí- le amenazo, haciendo que el ladrón se detuviera en seco, a tres metros, solo para pensarlo. Franck giro un poco la cabeza, de tal manera que quedara de perfil para no descuidar al mal viviente. -¿Puedes correr más rápido?- le pregunto a su acompañante femenina. Hope corría en realidad muy rápido, pero con ese vestido y sus zapatos de aguja la cosa se volvía complicada. –Si me quito los tacones- respondió algo sonrojada por la cercanía que en ese momento compartían. Que la noche fuera testigo de esto, de este encuentro tan poco común y sin embargo tan seductor, algo sexual, algo profundo y algo… oculto entre las pasiones carnales, ese algo iba naciendo desde entonces. Fue así como Anne conoció a su nueva adición, una adición que más adelante se le saldría de control.
– Full- mostro sus cartas y dejo a la vista de los demás un cuatro de corazón, un cuatro de tréboles, un cuatro de diamantes, un dos de picas y un dos de diamante, a pesar de que la baraja española era mejor para Anne no había conseguido gran cosa esta noche. La rubia no formo nada pero aun así no parecía molesta ni decepcionada, ya que para esa mujer esto solo era un juego >>Y es que solo era eso, aunque algunos se lo tomaban más a pecho, pero la pasión debía tener un límite o se podía trastornar en una terrible adición<<.
El hombre de la mesa le dedico una mirada burlona a Anne para luego presumir su flor imperial y en el instante quedo tan sorprendida que se le fue inevitable hacer una exclamación -¿Cómo dia…?- pregunto Anne y en segundos se arrepintió de haber soltado la pregunta; ya que no le gustaba que la gente se diera cuenta de sus dificultades económicas o de que era mal perdedora. McFarland llevaba más de dos años en esto de los casinos, apostando más que libras, inclusive llegando a extremos como poner sobre la mesa su virginidad, lo cual había perdido hace ya un tiempo y tristemente por una apuesta, una mala jugada de la vida. La mujer no era para nada una santa, es más, parecía que estaba empeñada en tomar siempre malas decisiones o en comportarse como una zorra que no tenía remedio. –Esta no ha sido tu noche- le hablo el hombre que se había llevado todo, con un tono divertido, ya que no podía aguantar la felicidad de haber ganado, luego se levantó de la mesa e hizo una pequeña reverencia mientras se disponía a cambiar todas sus fichas obtenidas. Hope se enterró los dedos en su cabello oscuro, mientras agachaba la mirada avergonzada de su derrota, preguntándose ¿Qué error había cometido hoy? Y la respuesta nunca la encontraba, aunque estaba más que clara; le era imposible suponer que si perdía era por cosas del destino.
McFarland no siempre fue así, hubo una época en la que su sonrisa era inocente, en que no usaba ropa tan extravagante y en la que no le importaba mucho el dinero. No puedo decir muy bien que fue lo que la transformo o lo que la convirtió en esto, sin embargo sé que sucedió después de la muerte de sus padres, no estoy seguro si ese fue el detonante que la hizo explotar, sea lo que haya sido acabo con la buena vida de Anne, convirtiéndole en una sombra, arriesgándola en las manos de los estafadores, sumergiéndola en los casinos y a la deriva de las mesas de póker. ¡Libertad! Era lo que le hacía falta a McFarland, necesitaba salir de esa trampa, de esa red de adición que poco a poco terminaría de consumirla por completo. Las lentejuelas de su traje caminaron con un decepcionado paso hacia la salida. Su auto estaba en el taller mecánico y había quedado tan pobre que no tenía ni un solo euro para un taxi. Se maldijo a sí misma por ser tan cabrona.
Por las calles de Londres se movía una figura femenina, presumiendo sus lindas caderas y tentado con su escote. La inocencia se había olvidado de Anne, la decencia la había perdido y la moral estaba escondida en algún lugar por ahí (quizás en una cueva o en alguna parte de la muralla china).
-How can you see into my eyes like open doors..-
Empezó a musitar, para intentar superar la tragedia de hoy. Llevaba una cara larga pero intentaba subirse el ánimo, diciéndose que a la próxima le iría mejor.
-leading you down into my co... ¡re!-
Su voz se ahogó mientras doblaba en una esquina que poco a poco se perdió. Alguien que llevaba una capucha negra le había sujetado por dé tras, sorprendiéndole de tal manera que se congelo y no pudo reaccionar bien. Sintió como este sujeto buscaba la forma de arrebatarle la bolsa, de hurtarla. Jaloneo y desgarrando su garganta por completo grito pidiendo auxilio, algo que sería difícil de conseguir siendo las dos de la mañana y en un barrio tan peligroso de Londres ¿Qué idiota se metería ahí? Aparte de Anne, nadie en su sano juicio… ¿Qué es eso? Antes de que alguien pudiera respirar o parpadear algo inesperable paso.
-¡Soltarla inmediatamente!- exclamo un hombre con atractivo, que sujeto al malhechor por el hombro fuertemente y sin decir más le tiro un puñetazo a la cara. Anne exclamó asustada cuando vio como el ladrón perdía el equilibrio por la fuerza del golpe, titubeaba en soltarla. -¡Eh dicho que la sueltes!- grito el héroe con más fuerza, furioso porque el sujeto no obedeciera su orden. El ladrón gruño, Anne sollozo asustada y dejando a la vista su verdadera fragilidad, pero su salvador permaneció como una piedra, de frente y con la mirada en el asaltante, no podía verse miedo en los ojos del protector. Viendo que los segundos pasaban intento una vez más -¡Aléjate de ella!- y le clavo una patada en las bolas (golpe bajo señores). El ratero se tiro al suelo agarrándose sus partes nobles, se retorcía de dolor y maldecía entre dientes. Anne miro con asombro a su salvador. Todo había sucedido tan rápido que aún no podía asimilar nada. –Te recomiendo que corras- comento el super hombre mientras tomaba la mano de Anne y sin dejar rastro alguno, se alejaban tan pronto del lugar, ya que no querían que el tipo se levantara y se abalanzara contra ellos. –Por cierto- volvió a hablar el varón –Soy Franck- hizo una sonrisa algo forzada, ya que la situación no lo ameritaba, no era tiempo de presentaciones. “Franck” Hope se comió su nombre letra por letra, degustándolo y saboreándolo de tal manera morbosa que resulta algo desagradable hasta para narrar. Y mientras posiciones y fantasías pasaban por su cabeza no se dio cuenta de que el sujeto, que había intentado robarle, se había puesto de pie y venía a unos metros de ellos. Franck lo vio venir e hizo que la mujer se colocara detrás de él, y de manera protectora, mientras cubría con su cuerpo a la dulce Hope lanzo unas palabras llenas de coraje al aire –Si no quieres que llame a la policía vete de aquí- le amenazo, haciendo que el ladrón se detuviera en seco, a tres metros, solo para pensarlo. Franck giro un poco la cabeza, de tal manera que quedara de perfil para no descuidar al mal viviente. -¿Puedes correr más rápido?- le pregunto a su acompañante femenina. Hope corría en realidad muy rápido, pero con ese vestido y sus zapatos de aguja la cosa se volvía complicada. –Si me quito los tacones- respondió algo sonrojada por la cercanía que en ese momento compartían. Que la noche fuera testigo de esto, de este encuentro tan poco común y sin embargo tan seductor, algo sexual, algo profundo y algo… oculto entre las pasiones carnales, ese algo iba naciendo desde entonces. Fue así como Anne conoció a su nueva adición, una adición que más adelante se le saldría de control.
- Autora...:
- Lo subo desde hoy porque la próxima semana entro a exámenes. No me gusto mucho al final pero pz la paja de no querer modificar lo XD saludos a todas.
Última edición por Alice el Dom 28 Sep 2014, 12:30 pm, editado 2 veces
Tattoo
Re: Addicts | N.C
Girls, antes que nada mil disculpas por desaparecer... pero ya me puse al día y comentaré sus caps:
Bri (puedo llamarte así?) me encantó tu cap, me resultó una historia un tanto traji-cómica, tiene drama y sarcasmo, eso es perfecto para mi, se me hizo muy interesante y entretenida, además tu rol me encanta. Me da pena que tenga una madre tan insensible y una amiga tan... ¿mala amiga? en fin, me gustó mucho, me da mucha intriga saber como continuará tu historia...
Angie amé tu cap de principio a fin... a ti no te gustó pero enserio que a mi me fascino! enserio me encanta como escribes! quedé encantada!
Bri (puedo llamarte así?) me encantó tu cap, me resultó una historia un tanto traji-cómica, tiene drama y sarcasmo, eso es perfecto para mi, se me hizo muy interesante y entretenida, además tu rol me encanta. Me da pena que tenga una madre tan insensible y una amiga tan... ¿mala amiga? en fin, me gustó mucho, me da mucha intriga saber como continuará tu historia...
Angie amé tu cap de principio a fin... a ti no te gustó pero enserio que a mi me fascino! enserio me encanta como escribes! quedé encantada!
Invitado
Invitado
Re: Addicts | N.C
¿Es joda? ESTA MAS QUE GENIAL, FASCINANTE!!
Amo demasiado tu forma de escribir Angie <3 en serio es muy afsdsdgsgsfg
Amo demasiado tu forma de escribir Angie <3 en serio es muy afsdsdgsgsfg
GoodbyeSanity
Re: Addicts | N.C
HEMOSOS! SIMPLEMENTE HERMOSOS LOS CAPITULOS!
Amo la manera en que adaptaron los roles y les dieron vidda como solo yo se que solo ustedes pueden hacerlo.
En vedad no pude escoger mejores escritoras
JustMyself! Se acaba tu plazo hermosa! Sube pronto porque no quio ponerte una falta pliz!
Besos
-Vane
Amo la manera en que adaptaron los roles y les dieron vidda como solo yo se que solo ustedes pueden hacerlo.
En vedad no pude escoger mejores escritoras
JustMyself! Se acaba tu plazo hermosa! Sube pronto porque no quio ponerte una falta pliz!
Besos
-Vane
zayngirl.
Re: Addicts | N.C
Capítulo 006
I am tired, I'm growing older, i'm getting weaker everyday…
Vic Stylinson.
ZaynGirl.
Vic Stylinson.
ZaynGirl.
Sábado a la noche, como de costumbre, mamá estaría de guardia en el hospital y a papá le importo tan poco que seguro no notaría mi ausencia. Era cuestión de tiempo para que él quedara dormido sobre el sillón a causa de la ebriedad abrazado a su botella. Cuando eso sucedió, decidí que era hora de aprontarme para salir.
Jamás fui de producirme demasiado, perder el tiempo en mi imagen no es algo que me importe, a decir verdad, muy pocas cosas me importan de verdad, tan pocas que en ese momento no pude pensar en ninguna.
Abrí el armario, el cual era un completo desastre, tiré de la pierna de un jean color gris para sacarlo de entre otro montón de ropa, cuando lo hice, también cayó una camisa cuadrillé rojo y negro la cual me pareció perfecta, ya que unas de mis botas favoritas con el mismo diseño irían perfectas. Delineado negro, sombra plateada y brillo labial, solo para que no se notara tanto mi horrible cara de cansancio, que aunque no lo estaba, sentía que cada día me veía un poco peor. Mi cabello lo dejé con mis ondas naturales, no tenía ganas de pasarme plancha o arreglarlo demasiado, después de todo no se veía tan mal.
Tomé mi teléfono celular que yacía sobre mi escritorio y vi los libros y cuadernos, lo cual me recordó que el lunes comenzaban las clases y que si no me graduaba este año papá me echaría de la casa. En otro caso hasta sonaría gracioso, pero él no bromeaba, nunca lo hacía. Lo cierto era que no había nada que yo quisiera más que irme de ese infierno llamado hogar, pero no tenía a donde ni tampoco recursos para hacerlo. Soy una maldita dependiente de mis padres y me odio por eso.
Luego de pasar por la sala y volver a ver la lamentable imagen de mi padre durmiendo totalmente ebrio, salí de la casa, encendí un cigarrillo y empecé a caminar.
+++
La música sonaba fuerte y las luces de psicodélicas ya me estaban empezando a molestar después de algunos tragos y unas líneas, perdí la noción del tiempo luego de la medianoche, lo único que sabía era que si seguía bebiendo no llegaría a casa y definitivamente esa no era una opción por lo cual me despedí de algunos “amigos” que aun no perdían el conocimiento y decidí que lo mejor sería irme antes de perder por completo la cordura.
— ¿Ya te vas? —Preguntó Amy cuando me acerqué a saludarla.
—Sí, no quiero que pase lo de la otra vez, tú sabes…
— ¡Vamos! No seas aguafiestas, unas líneas y te vas —sonrió divertida, apenas eran las tres, pero unas líneas más implicarían no volver a casa, eso sería igual a una inevitable discusión con mis padres… Sonreí luego de mi gran cálculo matemático. Mis padres siempre me han visto como la oveja negra de la familia, y pues lo soy, pero ellos creían que además de tabaco, fumaba marihuana y sabían de mis estúpidas salidas nocturnas, no imaginaban claro que estaba metida en algo aun más peligroso, pues eso era lo divertido, el peligro, sin contar que elevar mis pies de la tierra era algo bueno, por más que luego se sintieran las consecuencias. Además las chismosas del barrio comentaban haberme visto con tipos mayores de mala apariencia, mala apariencia significa tatuados, cualquier ser humano que tenga su brazo tatuado es una mala influencia según mis padres.
Luego de unas líneas y tragos que llegaban a mis manos los cuales no tenía idea que contenían pero igual aceptaba, sentía que mis piernas se aflojaban y de un momento a otro, perdí el conocimiento.
+++
Abrí mis ojos sintiendo un enorme dolor de cabeza y unas terribles ganas de vomitar. Me incorporé sobre la cama y ¡mierda! Todo daba vueltas. El baño estaba a tan solo pasos de mi habitación, pero en el estado que me encontraba tardé demasiado en llegar, ya que debía aferrarme a las paredes porque el piso parecía no quedarse quieto.
Entré al baño y abrí las canillas para que la bañera comenzara a llenarse.
Antes de meterme al agua me quité la ropa y observé detenidamente mi cuerpo desnudo frente al espejo… No tenía una figura de modelo, tal vez, tampoco me importaba, igualmente lo que llamó mi atención fueron unas marcas en mi cuello y otra llegando al pecho. Eso no estaba ayer antes de la jodida fiesta, eso lo puedo asegurar… ¿Cuándo demonios había sucedido? No tenía idea, como tampoco recordaba la manera en la cual llegué a casa, y aun menos a la hora que lo hice.
El agua tibia me ayudó a relajar mis músculos por lo cual me relajé dentro de la bañera.
Recordé que solo faltaba un día para comenzar otro tortuoso año escolar, el último… Había pensado en dejar la secundaria ¿Para qué ir? No tenía futuro, al menos no podía verlo, cuando me imaginaba en un futuro simplemente no veía nada, y eso era triste, aunque sería demasiado para mi madre, por más que no sea la mejor lo intenta, trabaja duro para que en casa no falte nada, aunque a veces falta, ya que a papá le gusta mal gastar dinero en el casino, el cual pierde el 99,9% de las veces, por no decir siempre… Pero ¿para qué le amargaría más la vida a mi madre? Ya me había planteado la idea de buscar algún empleo cuando la secundaria comience, y eso deberé hacer, solo me aseguraré de que mi dinero no sea tocado por las manos de mi padre.
Cuando me di cuenta, me encontraba llorando patéticamente abrazada a mis rodillas. Tenía motivos para hacerlo, y la verdad no tenía ninguno para dejar de hacerlo… Minutos después, me encontraba sentada sobre la alfombra del baño, en ropa interior, inhalando aquel polvillo que había depositado en el hueco entre mis dedos índice y pulgar.
+++
Caminaba como una chica fuerte, como si me llevase el mundo por delante, cuando lo cierto era que mi corazón estaba cada vez más frío y duro. Entré a aquel café donde había leído en el periódico que buscaban mesera, no estaba totalmente segura de esto pero ¿Qué podría perder? Nada, estaría más tiempo fuera de casa, lejos de mi padre, eso era algo a favor, además necesitaba mi propio dinero, y no tenía la suerte de haber nacido en cuna de oro para que este me lloviera del cielo, por lo cual trabajar era mi única opción.
— ¿Podría hablar con el jefe? Vengo por el empleo de mesera —me anuncié ante una señora de muy mala cara, la cual solo me hizo un gesto y un sonido similar a un gruñido antes de irse, supuse que a llamar al jefe.
Minutos después apareció un señor alto, de traje, superaba los cuarenta, pero se mantenía bien.
— ¿Tu vienes por el empleo? —su aspecto era bueno, pero su manera de hablar era grosera, quise mandarlo al demonio, ya bastante mal me trataba mi padre como para que este maldito también lo hiciera, pero recordé el dinero…
—Sí, soy yo —dije con mi mejor sonrisa fingida.
—Ok, sígueme —Eso hice, lo seguí hasta una pequeña oficina. El lugar era agradable, no era un lugar de lujo, pero tampoco era una café de mala muerte, podría decirse que estaba bien. — ¿Cómo es tu nombre?
—Natasha, Natasha Wayne.
— ¿Edad? —preguntaba mientras iba anotando en una agenda.
—Diecisiete —apenas respondí me miró inspeccionándome.
—Creí que eras mayor —hizo una mueca extraña la cual n comprendí aunque creo que fue de resignación –domicilio…
Le di mi dirección y algunos otros datos que me pidió.
—Bueno Natasha, te llamaré ¿Está bien? —asentí y me levanté de la silla al igual que él.
Salí de la oficina, era obvio que no me llamaría ¿Acaso era posible que algo saliera bien en mi vida? ¿Algún día Dios se acordaría de mí y me enviaría algo bueno al fin? Mientras mantenía mis patéticos pensamientos me distraje y choqué con alguien por lo cual casi caigo al piso pero unas manos tomaron mis brazos para que eso no ocurriera.
—Oh, lo siento mucho —una voz masculina algo aguda se hizo presente con un notable tono de arrepentimiento.
—Descuida, soy torpe —levanté mi mirada para chocar con la suya, un chico de unos hermosos ojos azules que me dedicó una hermosa sonrisa brillante.
—No lo eres, estaba distraído.
—Olvídalo —me encogí de hombros e iba a irme pero su voz me detuvo.
—Oye ¿Puedo invitarte algo para remediarlo? —voltee a verlo, debía ser una estúpida broma y definitivamente no estaba para bromas.
—Lo siento, tengo cosas que hacer, otra vez será —me retiré rápidamente. “tengo cosas que hacer” ¿Acaso había frase más estúpida que esa? ¿Qué tenía yo que hacer? Me odié por ello, pero no podía volver atrás ahora, debía ir a mi casa y afrontar mi realidad.
Jamás fui de producirme demasiado, perder el tiempo en mi imagen no es algo que me importe, a decir verdad, muy pocas cosas me importan de verdad, tan pocas que en ese momento no pude pensar en ninguna.
Abrí el armario, el cual era un completo desastre, tiré de la pierna de un jean color gris para sacarlo de entre otro montón de ropa, cuando lo hice, también cayó una camisa cuadrillé rojo y negro la cual me pareció perfecta, ya que unas de mis botas favoritas con el mismo diseño irían perfectas. Delineado negro, sombra plateada y brillo labial, solo para que no se notara tanto mi horrible cara de cansancio, que aunque no lo estaba, sentía que cada día me veía un poco peor. Mi cabello lo dejé con mis ondas naturales, no tenía ganas de pasarme plancha o arreglarlo demasiado, después de todo no se veía tan mal.
Tomé mi teléfono celular que yacía sobre mi escritorio y vi los libros y cuadernos, lo cual me recordó que el lunes comenzaban las clases y que si no me graduaba este año papá me echaría de la casa. En otro caso hasta sonaría gracioso, pero él no bromeaba, nunca lo hacía. Lo cierto era que no había nada que yo quisiera más que irme de ese infierno llamado hogar, pero no tenía a donde ni tampoco recursos para hacerlo. Soy una maldita dependiente de mis padres y me odio por eso.
Luego de pasar por la sala y volver a ver la lamentable imagen de mi padre durmiendo totalmente ebrio, salí de la casa, encendí un cigarrillo y empecé a caminar.
+++
La música sonaba fuerte y las luces de psicodélicas ya me estaban empezando a molestar después de algunos tragos y unas líneas, perdí la noción del tiempo luego de la medianoche, lo único que sabía era que si seguía bebiendo no llegaría a casa y definitivamente esa no era una opción por lo cual me despedí de algunos “amigos” que aun no perdían el conocimiento y decidí que lo mejor sería irme antes de perder por completo la cordura.
— ¿Ya te vas? —Preguntó Amy cuando me acerqué a saludarla.
—Sí, no quiero que pase lo de la otra vez, tú sabes…
— ¡Vamos! No seas aguafiestas, unas líneas y te vas —sonrió divertida, apenas eran las tres, pero unas líneas más implicarían no volver a casa, eso sería igual a una inevitable discusión con mis padres… Sonreí luego de mi gran cálculo matemático. Mis padres siempre me han visto como la oveja negra de la familia, y pues lo soy, pero ellos creían que además de tabaco, fumaba marihuana y sabían de mis estúpidas salidas nocturnas, no imaginaban claro que estaba metida en algo aun más peligroso, pues eso era lo divertido, el peligro, sin contar que elevar mis pies de la tierra era algo bueno, por más que luego se sintieran las consecuencias. Además las chismosas del barrio comentaban haberme visto con tipos mayores de mala apariencia, mala apariencia significa tatuados, cualquier ser humano que tenga su brazo tatuado es una mala influencia según mis padres.
Luego de unas líneas y tragos que llegaban a mis manos los cuales no tenía idea que contenían pero igual aceptaba, sentía que mis piernas se aflojaban y de un momento a otro, perdí el conocimiento.
+++
Abrí mis ojos sintiendo un enorme dolor de cabeza y unas terribles ganas de vomitar. Me incorporé sobre la cama y ¡mierda! Todo daba vueltas. El baño estaba a tan solo pasos de mi habitación, pero en el estado que me encontraba tardé demasiado en llegar, ya que debía aferrarme a las paredes porque el piso parecía no quedarse quieto.
Entré al baño y abrí las canillas para que la bañera comenzara a llenarse.
Antes de meterme al agua me quité la ropa y observé detenidamente mi cuerpo desnudo frente al espejo… No tenía una figura de modelo, tal vez, tampoco me importaba, igualmente lo que llamó mi atención fueron unas marcas en mi cuello y otra llegando al pecho. Eso no estaba ayer antes de la jodida fiesta, eso lo puedo asegurar… ¿Cuándo demonios había sucedido? No tenía idea, como tampoco recordaba la manera en la cual llegué a casa, y aun menos a la hora que lo hice.
El agua tibia me ayudó a relajar mis músculos por lo cual me relajé dentro de la bañera.
Recordé que solo faltaba un día para comenzar otro tortuoso año escolar, el último… Había pensado en dejar la secundaria ¿Para qué ir? No tenía futuro, al menos no podía verlo, cuando me imaginaba en un futuro simplemente no veía nada, y eso era triste, aunque sería demasiado para mi madre, por más que no sea la mejor lo intenta, trabaja duro para que en casa no falte nada, aunque a veces falta, ya que a papá le gusta mal gastar dinero en el casino, el cual pierde el 99,9% de las veces, por no decir siempre… Pero ¿para qué le amargaría más la vida a mi madre? Ya me había planteado la idea de buscar algún empleo cuando la secundaria comience, y eso deberé hacer, solo me aseguraré de que mi dinero no sea tocado por las manos de mi padre.
Cuando me di cuenta, me encontraba llorando patéticamente abrazada a mis rodillas. Tenía motivos para hacerlo, y la verdad no tenía ninguno para dejar de hacerlo… Minutos después, me encontraba sentada sobre la alfombra del baño, en ropa interior, inhalando aquel polvillo que había depositado en el hueco entre mis dedos índice y pulgar.
+++
Caminaba como una chica fuerte, como si me llevase el mundo por delante, cuando lo cierto era que mi corazón estaba cada vez más frío y duro. Entré a aquel café donde había leído en el periódico que buscaban mesera, no estaba totalmente segura de esto pero ¿Qué podría perder? Nada, estaría más tiempo fuera de casa, lejos de mi padre, eso era algo a favor, además necesitaba mi propio dinero, y no tenía la suerte de haber nacido en cuna de oro para que este me lloviera del cielo, por lo cual trabajar era mi única opción.
— ¿Podría hablar con el jefe? Vengo por el empleo de mesera —me anuncié ante una señora de muy mala cara, la cual solo me hizo un gesto y un sonido similar a un gruñido antes de irse, supuse que a llamar al jefe.
Minutos después apareció un señor alto, de traje, superaba los cuarenta, pero se mantenía bien.
— ¿Tu vienes por el empleo? —su aspecto era bueno, pero su manera de hablar era grosera, quise mandarlo al demonio, ya bastante mal me trataba mi padre como para que este maldito también lo hiciera, pero recordé el dinero…
—Sí, soy yo —dije con mi mejor sonrisa fingida.
—Ok, sígueme —Eso hice, lo seguí hasta una pequeña oficina. El lugar era agradable, no era un lugar de lujo, pero tampoco era una café de mala muerte, podría decirse que estaba bien. — ¿Cómo es tu nombre?
—Natasha, Natasha Wayne.
— ¿Edad? —preguntaba mientras iba anotando en una agenda.
—Diecisiete —apenas respondí me miró inspeccionándome.
—Creí que eras mayor —hizo una mueca extraña la cual n comprendí aunque creo que fue de resignación –domicilio…
Le di mi dirección y algunos otros datos que me pidió.
—Bueno Natasha, te llamaré ¿Está bien? —asentí y me levanté de la silla al igual que él.
Salí de la oficina, era obvio que no me llamaría ¿Acaso era posible que algo saliera bien en mi vida? ¿Algún día Dios se acordaría de mí y me enviaría algo bueno al fin? Mientras mantenía mis patéticos pensamientos me distraje y choqué con alguien por lo cual casi caigo al piso pero unas manos tomaron mis brazos para que eso no ocurriera.
—Oh, lo siento mucho —una voz masculina algo aguda se hizo presente con un notable tono de arrepentimiento.
—Descuida, soy torpe —levanté mi mirada para chocar con la suya, un chico de unos hermosos ojos azules que me dedicó una hermosa sonrisa brillante.
—No lo eres, estaba distraído.
—Olvídalo —me encogí de hombros e iba a irme pero su voz me detuvo.
—Oye ¿Puedo invitarte algo para remediarlo? —voltee a verlo, debía ser una estúpida broma y definitivamente no estaba para bromas.
—Lo siento, tengo cosas que hacer, otra vez será —me retiré rápidamente. “tengo cosas que hacer” ¿Acaso había frase más estúpida que esa? ¿Qué tenía yo que hacer? Me odié por ello, pero no podía volver atrás ahora, debía ir a mi casa y afrontar mi realidad.
- Spoiler:
- nada bueno, i know, pero quería subir. pido disculpas a todas, principalmente a ti bony. y ya, nada más, enjoy(?
Última edición por Vic Stylinson. el Dom 14 Dic 2014, 2:46 pm, editado 1 vez
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Re: Addicts | N.C
vfnvggncxl,cmvncrl.,ñx
mega perdones por no comentar pero rompi mi laptop, y me regañaron el celular
Bueno los ame y ya quiero que sigan ñgiesbngoivtrndjen´t{bgd
ya tengo ganas de subir, estoy escribiendo digo por si tenian el pendiente cxx
Besitos
Zuu:)
Escritora Suicida
Re: Addicts | N.C
OH SHIT! Me muero con tu capitulo Vic. Amo como creas a tus personajes no se si ya te lo había dicho, pero en fin. LO AME! Agarraste tan bien en la idea que tengo ganas de llorar.
OMG! Me toca que emocion estuve esperando mucho tiempo este momento. Me ire a escribir. Besos.
OMG! Me toca que emocion estuve esperando mucho tiempo este momento. Me ire a escribir. Besos.
zayngirl.
Re: Addicts | N.C
Me encanta como escribes Vic. Que sentimental fue "Caminaba como una chica fuerte, como si me llevase el mundo por delante, cuando lo cierto era que mi corazón estaba cada vez más frío y duro." te juro que esa fue mi parte favorita y casi me haces llorar. Espero el próximo cap y lamento no haber comentado hasta ahora.
Tattoo
Re: Addicts | N.C
Wow gracias, tu casi me haces llorar por tu coment, pero de emoción claro jaja, es muy grato saber que alguien le gusta como escribo, se siente bien :) besotes!Alice escribió:Me encanta como escribes Vic. Que sentimental fue "Caminaba como una chica fuerte, como si me llevase el mundo por delante, cuando lo cierto era que mi corazón estaba cada vez más frío y duro." te juro que esa fue mi parte favorita y casi me haces llorar. Espero el próximo cap y lamento no haber comentado hasta ahora.
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Re: Addicts | N.C
Capitulo 005
Cobarde.
ZaynGirl
Cobain
ZaynGirl
Cobain
Sentía su mano subir por mis piernas, creando el camino a mi perdición, su aliento en mi vientre hizo aún más intensa la idea de huir, pero aún así permanecí quieta con mi mirada en la ventana de marco blanco, pensando y añorando toda aquella libertad que se mantenía tras aquel cristal. Las lágrimas eran silenciosas cascadas que mojaban a la almohada de encaje turquesa, caían con la intensidad de la lluvia de afuera, no me importaría estar mojadome allí afuera, eso siempre sería mucho mejor que estar en esta desagradable posición.
Sus manos tocaban y apretaban indiscriminadamente recordándome que no podía ser libre ni siquiera en mi propio mundo. No me movía, ya era caso perdido luchar, a la séptima vez te rindes, te rindes al darte cuenta que aunque grites y patalees no hay un final diferente. Pero una pequeña pizca de esperanza me hizo abrir la boca.
—No por favor— susurre en el frío aire de la habitación el cual fue mi única respuesta y consuelo. Él se río de mi con descaro– detente por favor— esta vez pareció gruñir entre los besos que repartía.
Ya no había escapatoria, sólo quedaba rezar porque el tormento durara poco, que se saciara rápido y luego se fuera, dejándome en paz. Me rendía, como la cobarde chica que era y que siempre seré...
Abrí mis ojos con fuerza, la respiración descontrolada de mis pulmones hacia que mi pecho subieran y bajarán rápido, el sudor en mi frente estaba frío como el hielo. Otro desagradable sueño, sólo que deseaba que sólo fuera eso, un sueño, un producción de mi fantasía nocturna, pero no, eran esos horribles recuerdos que incluso en mis horas de sueño le atormentaban, recordar dolía tanto como estar en ese momento y es que era cruel tener que recordar de manera tan vivida como lo era un sueño, con las sensaciones de sus manos y de la humillación y el dolor.
Observe la ventana de mi habitación, empezaba a iluminarse un poco el día, ya no había ganas de dormir así que salí de mi cama y fui directo a la cocina, un poco de cereal y leche y todo sería de nuevo un poco mejor.
Lleve mi plato hasta mi habitación y volví a entrar en las cobijas. Mientras llevaba el primer cucharazo a mi boca mis ojos se toparon con las líneas en mis muñecas, unas viejas otra un poco más recientes, 7 para ser exacta en la mano derecha; desvié la mirada, avergonzandome conmigo misma por ser débil y tonta, pero es que nada podía compararse a esa sensación que te brindaba una leve cortada cuando todo parece irse al carajo, sólo ella entiende tu dolor, sólo esa navaja te acompaña en el dolor; es la sensación de dolor y satisfacción mezcladas en la sangre y lágrimas que bajan en tu brazo y rostro.
Cuando encontré terminado mi improvisado desayuno arregle mi habitación y fui a el baño, no sin antes pasar por la habitación de mi madre, la puerta estaba medio abierta y desde donde yo estaba podía ver perfectamente las prendas de ropa en el suelo y los dos pares de piernas desnudas al borde de la cama. Rodee lo ojos, aburrida y un poco triste; ya no sabía como detener este tipo de ¿cómo decirlo? Amores, aunque allí no había ni un poco de amor, sólo hombre desagradables que le prometían a una mujer sola y desesperada por compañía un poco de amor, cuando sólo lo que hacían era sexo aprovechándose de la mujer dulce e ingenua que era mi madre, con un trabajo que no era de mucha ayuda.
Mi baño no duro mucho, fue una rápida ducha de 10 minutos, me coloque la bata de baño y salí por la puerta, justo al mismo tiempo en que el hombre de cabello castaño salía de la habitación de mi madre, se abotonaba la camisa con prisa. Le mira con la misma expresión que había mirado a todos los otros hombres que había visto salir de esta casa en las mismas condiciones, enojo y desdén.
Su mirada de sorpresa hacia mi tampoco fue algo nuevo para mi.
—¿Qué le dirás esta vez?—pregunte —¿Fingirás que te fuiste de la ciudad? —me miro con confusión —O ¿le ignorarás hasta que se canse de insistirte?—su rostro me afirmo que esa era su idea —Te recomendaría que mejor...—me interrumpió
—¿Quien eres?—susurro conmocionado
—La que tendrá que curar el corazón roto que dejas hoy—afirme con tristeza. Odiaba casa vez que esto pasaba. El hombre quedo pasmado, sin nada bueno que decir, siempre pasaba lo mismo —Ya veté!— el hombre abrocho su pantalón y salió casi como un rayo de allí.
Camine en mi cuarto rogando porque mi madre no quedara muy mal de esta vez. Esos hombre solían llenarla de ilusiones falsas y castillos en el aire que tras la primera noche se esfumaban como el humo que sale de tu boca en las noches de invierno.
Me vestí lo más sensilla posible agarre un libro, mi cuadernillo y un lápiz, con la goma y el sacapuntas, lo metí en mi vieja mochila un poco destartalada y la monte a mi hombro. Pase por la habitación de mi madre y deposite un beso en su mejilla, sabía que no despertaría mínimo en 2 horas.
Salí de la casa y observe el cielo, el invierno estaba por acabar pues ya estábamos por iniciar marzo, eso significaba que iniciaba el instituto. Cuanto no daría por no tener que volver, por evitar asistir a ese horroroso lugar y es que este era mi último día de paz y tranquilidad fuera de los insultos y la invisibilidad.
Camine hasta el parque más cercano y me senté en un banca, pase no más de 10 minutos leyendo cuando una voces, bastante escandalosas, se hicieron presentes en el lugar, levanté mi vista lo más disimuladamente posible, pero lo que encontré no me agrado para nada, era el equipo de fútbol, en su conocida reunión de iniciación para los nuevos un día antes de entrar a clases.
Demonios! ¿Comó no lo recordé?
Cerré mi libro con tanta rapidez que nisiquiera lo metí a la mochila, la coloque en mis hombros y me levanté dispuesta a salir disparada de allí.
Tarde. Fue lo único que pensé cuando la mirada del capitán se cruzó con la mía y la sonrisa se extendió en sus finos labios.
—Mi querida Vanessa! ¿Cuanto tiempo?— velo acercarse a mi provoco una oleada de miedo desde mi cabeza a mis pies. Sin pensarlo me gire y corrí, corrí por mi vida, por mi salud mental y espiritual, corrí por mi dignidad y por al menos tener un último día antes de reiniciar el camino de cicatrices en mi muñeca. Apretaba a mi pecho mi libro mientras corría a toda marcha por la acera, las lágrimas se acumulaban en mis ojos pero hacia lo que podía por no dejar que cayeran, no hoy, un día más de paz, era lo que pedía, solo 24 horas más de paz.
Los oía correr tras de mi, me aterraba pensar que ellos eran jugadores de fútbol, obviamente corrían más que yo, sabía que en menos de dos calles ya me habrían alcanzado. Pero no, pase la tercera calle y deje de oír sus fuertes pisadas a mis espaldas; lentamente baje mi velocidad hasta quedar totalmente quieta, mira para atrás y sus pequeñas sombras se retorcían entre risas y carcajadas.
Se habían satisfecho con mi miedo, sólo querían verme huir como la cobarde que era. Baje la cabeza, dando paso a un suspiro desolador, gire sombre mi misma y me dispuse a caminar, sintiéndome humillada. ¿Cómo alguien podía disfrutar tanto el verte asustada y aterrorizada?.
Camine con la cabeza gacha por más de media hora, cuando me dispuse a levantar la cabeza me si cuenta que estaba en el parque central. Suspire y entré por las rejas de metal fundido que pretendían pareces enredaderas. Me gustaba este parque ya que mi madre me traía cada día libre que tenía, sus calle empedradas y sus árboles altos me hacían sentir en un cuento de hadas, uno del que nadie podía sacarme. Unos chicos trotando pasaron por mi lado y una chica en bicicleta igual. Opte por salir del camino antes de que alguien me pasara por encima. Entré a la zona de pastas donde varias familias o parejas celebraban de un almuerzo o un picnic de campo.
Camine hasta un árbol lejano y me apoye en su tallo, iba a abrir mi libro de nuevo hasta que algo llamo mi atención en especial, era una niña, pequeña, tenía no más de 11 años, se le veía feliz jugando con un gran golden retriver; a mi mente quiso venir cuando yo tenía aquella edad, definitivamente no tenía la misma suerte que aquella pequeña niña de cabellos negros. A su edad yo ya había hecho el primer corte, inconscientemente baje la mirada a mi muñeca y subí con disimulo la manga para poder ver ese inconfundible primer corte, ese que con el que empezó toda la cadena viciosa que me llenaba todo el antebrazo y parte las piernas, una cadena de dolor, sangre y sufrimiento. A esa edad ya ni siquiera era virgen, dos años después, cuando tuviera 14 o 15 ya estaría siendo juzgada por que mi padre estuviese en la cárcel, pero aunque me doliera eso me llenaba de más satisfacción que vergüenza, pues no sabía que hubiera sido de mi si no hubiese llegado mi madre esa tarde temprano del trabajo.
Baje la mirada y cerré los ojos con fuerza, negándome a llorar hoy, hoy no quería, hoy deseaba ser libre del dolor.
—Safaa!— alguien llamo a la niña, la voz venida de atrás de un enorme árbol. La niña volteó a verle con esos enormes ojos.
—Zayn!— la niña corrió a la voz detrás del árbol y salto, supuse que en los brazos del muchacho detrás del árbol. Me pareció tierno aquel acto. Me pregunte si las cosas hubiesen sido diferentes si hubiera tenido un hermano mayor.
Lentamente las voces detrás de los arbustos fueron saliendo de allí, la niña en lo brazos del joven me impedían verle el rostro. Con cautela el muchacho se agachó y dejo a la niña en el suelo, cuando se incorporó vi su rostro y quede pasmada, era, era, hermoso. Bah! Eso sonaba estúpido, "hermoso" como si esto fuera un idílico libro romántico. Pero bueno, no engañaría a nadie diciendo lo contrario, ese chico era guapo, sonreía con la dulzura de un niño, aunque su rostro fuera el de todo un hombre.
Junto a la niña, que supuse sería su hermana o sobrina, empezaron a jugar con el gran perro que no paraba de correr de aquí allá con la energía de un cohete.
Intente apartar la mirada, pero era como estar pegada a cada movimiento del moreno de nombre Zayn, corría detrás del perro y detrás de su hermana, del perro cuando agarraba la pelota y de su hermana cuando ella lo empujaba para que dejara el perro en paz.
Rápidamente saque mi cuaderno y mi lápiz, con inconsciencia en mis manos inicia a garabatear sus ojos, su sonrisa, su nariz e incluso su cabello, no podía hacer un dibujo completo ya que se movía demasiado pero intentaba hacer pequeñas capturas mentales y planificarlas en mi libreta en desorden.
No había contado el tiempo, ni yo ni tampoco ellos, pues habían pasado horas y ellos seguían jugando con el animal y yo seguía aquí sentada dibujando a el tal Zayn como toda una acosadora, al igual también dibujaba al perro y a la niña, pero aceptaba que no tanto como al muchacho, no eran obras de arte en si, la verdad sólo quería capturar su esencia, era por eso que ya había dibujado varias veces su mirada, no sabía porque, pero aquella mirada era inexplicablemente hipnotizante.
De repente el perro paso corriendo por detrás de Zayn, haciéndolo caer, haciéndome hacer algo de lo que me arrepentía completamente, reírme, obviamente él se dio cuenta y aún en el suelo giró su mirada hacia mi dándome una mirada inexpresiva, pero definitivamente no amigable, conocía lo que significaba cuando alguien te miraba así: "¿Quien rayos eres bicho raro?"; solía recibirla a diario. Puf! La magia del momento se desvanecía, el idilio del chico perfecto frente a mis ojos se iba conforme me dedicaba esa mirada. Baje la mirada, tan apenada por la carcajada como por el rosado color de mis mejillas. Guarde todo a la velocidad de la luz en mi mochila y me levanté, camine fuera de allí no sin antes dar una última mirada al chico perfecto, ya no me miraba mal, de hecho me miraba algo así como compasivo, media sonrisa se estiraba en sus labios y su cabeza se inclinaba no más de 30 grados a la derecha. Sus ojos decían confusión pero al mismo tiempo diversión y compasión, de nuevo el color en mis mejillas floreció haciéndome girar y salir de allí.
Eso no era compasión, era lástima.
Sus manos tocaban y apretaban indiscriminadamente recordándome que no podía ser libre ni siquiera en mi propio mundo. No me movía, ya era caso perdido luchar, a la séptima vez te rindes, te rindes al darte cuenta que aunque grites y patalees no hay un final diferente. Pero una pequeña pizca de esperanza me hizo abrir la boca.
—No por favor— susurre en el frío aire de la habitación el cual fue mi única respuesta y consuelo. Él se río de mi con descaro– detente por favor— esta vez pareció gruñir entre los besos que repartía.
Ya no había escapatoria, sólo quedaba rezar porque el tormento durara poco, que se saciara rápido y luego se fuera, dejándome en paz. Me rendía, como la cobarde chica que era y que siempre seré...
Abrí mis ojos con fuerza, la respiración descontrolada de mis pulmones hacia que mi pecho subieran y bajarán rápido, el sudor en mi frente estaba frío como el hielo. Otro desagradable sueño, sólo que deseaba que sólo fuera eso, un sueño, un producción de mi fantasía nocturna, pero no, eran esos horribles recuerdos que incluso en mis horas de sueño le atormentaban, recordar dolía tanto como estar en ese momento y es que era cruel tener que recordar de manera tan vivida como lo era un sueño, con las sensaciones de sus manos y de la humillación y el dolor.
Observe la ventana de mi habitación, empezaba a iluminarse un poco el día, ya no había ganas de dormir así que salí de mi cama y fui directo a la cocina, un poco de cereal y leche y todo sería de nuevo un poco mejor.
Lleve mi plato hasta mi habitación y volví a entrar en las cobijas. Mientras llevaba el primer cucharazo a mi boca mis ojos se toparon con las líneas en mis muñecas, unas viejas otra un poco más recientes, 7 para ser exacta en la mano derecha; desvié la mirada, avergonzandome conmigo misma por ser débil y tonta, pero es que nada podía compararse a esa sensación que te brindaba una leve cortada cuando todo parece irse al carajo, sólo ella entiende tu dolor, sólo esa navaja te acompaña en el dolor; es la sensación de dolor y satisfacción mezcladas en la sangre y lágrimas que bajan en tu brazo y rostro.
Cuando encontré terminado mi improvisado desayuno arregle mi habitación y fui a el baño, no sin antes pasar por la habitación de mi madre, la puerta estaba medio abierta y desde donde yo estaba podía ver perfectamente las prendas de ropa en el suelo y los dos pares de piernas desnudas al borde de la cama. Rodee lo ojos, aburrida y un poco triste; ya no sabía como detener este tipo de ¿cómo decirlo? Amores, aunque allí no había ni un poco de amor, sólo hombre desagradables que le prometían a una mujer sola y desesperada por compañía un poco de amor, cuando sólo lo que hacían era sexo aprovechándose de la mujer dulce e ingenua que era mi madre, con un trabajo que no era de mucha ayuda.
Mi baño no duro mucho, fue una rápida ducha de 10 minutos, me coloque la bata de baño y salí por la puerta, justo al mismo tiempo en que el hombre de cabello castaño salía de la habitación de mi madre, se abotonaba la camisa con prisa. Le mira con la misma expresión que había mirado a todos los otros hombres que había visto salir de esta casa en las mismas condiciones, enojo y desdén.
Su mirada de sorpresa hacia mi tampoco fue algo nuevo para mi.
—¿Qué le dirás esta vez?—pregunte —¿Fingirás que te fuiste de la ciudad? —me miro con confusión —O ¿le ignorarás hasta que se canse de insistirte?—su rostro me afirmo que esa era su idea —Te recomendaría que mejor...—me interrumpió
—¿Quien eres?—susurro conmocionado
—La que tendrá que curar el corazón roto que dejas hoy—afirme con tristeza. Odiaba casa vez que esto pasaba. El hombre quedo pasmado, sin nada bueno que decir, siempre pasaba lo mismo —Ya veté!— el hombre abrocho su pantalón y salió casi como un rayo de allí.
Camine en mi cuarto rogando porque mi madre no quedara muy mal de esta vez. Esos hombre solían llenarla de ilusiones falsas y castillos en el aire que tras la primera noche se esfumaban como el humo que sale de tu boca en las noches de invierno.
Me vestí lo más sensilla posible agarre un libro, mi cuadernillo y un lápiz, con la goma y el sacapuntas, lo metí en mi vieja mochila un poco destartalada y la monte a mi hombro. Pase por la habitación de mi madre y deposite un beso en su mejilla, sabía que no despertaría mínimo en 2 horas.
Salí de la casa y observe el cielo, el invierno estaba por acabar pues ya estábamos por iniciar marzo, eso significaba que iniciaba el instituto. Cuanto no daría por no tener que volver, por evitar asistir a ese horroroso lugar y es que este era mi último día de paz y tranquilidad fuera de los insultos y la invisibilidad.
Camine hasta el parque más cercano y me senté en un banca, pase no más de 10 minutos leyendo cuando una voces, bastante escandalosas, se hicieron presentes en el lugar, levanté mi vista lo más disimuladamente posible, pero lo que encontré no me agrado para nada, era el equipo de fútbol, en su conocida reunión de iniciación para los nuevos un día antes de entrar a clases.
Demonios! ¿Comó no lo recordé?
Cerré mi libro con tanta rapidez que nisiquiera lo metí a la mochila, la coloque en mis hombros y me levanté dispuesta a salir disparada de allí.
Tarde. Fue lo único que pensé cuando la mirada del capitán se cruzó con la mía y la sonrisa se extendió en sus finos labios.
—Mi querida Vanessa! ¿Cuanto tiempo?— velo acercarse a mi provoco una oleada de miedo desde mi cabeza a mis pies. Sin pensarlo me gire y corrí, corrí por mi vida, por mi salud mental y espiritual, corrí por mi dignidad y por al menos tener un último día antes de reiniciar el camino de cicatrices en mi muñeca. Apretaba a mi pecho mi libro mientras corría a toda marcha por la acera, las lágrimas se acumulaban en mis ojos pero hacia lo que podía por no dejar que cayeran, no hoy, un día más de paz, era lo que pedía, solo 24 horas más de paz.
Los oía correr tras de mi, me aterraba pensar que ellos eran jugadores de fútbol, obviamente corrían más que yo, sabía que en menos de dos calles ya me habrían alcanzado. Pero no, pase la tercera calle y deje de oír sus fuertes pisadas a mis espaldas; lentamente baje mi velocidad hasta quedar totalmente quieta, mira para atrás y sus pequeñas sombras se retorcían entre risas y carcajadas.
Se habían satisfecho con mi miedo, sólo querían verme huir como la cobarde que era. Baje la cabeza, dando paso a un suspiro desolador, gire sombre mi misma y me dispuse a caminar, sintiéndome humillada. ¿Cómo alguien podía disfrutar tanto el verte asustada y aterrorizada?.
Camine con la cabeza gacha por más de media hora, cuando me dispuse a levantar la cabeza me si cuenta que estaba en el parque central. Suspire y entré por las rejas de metal fundido que pretendían pareces enredaderas. Me gustaba este parque ya que mi madre me traía cada día libre que tenía, sus calle empedradas y sus árboles altos me hacían sentir en un cuento de hadas, uno del que nadie podía sacarme. Unos chicos trotando pasaron por mi lado y una chica en bicicleta igual. Opte por salir del camino antes de que alguien me pasara por encima. Entré a la zona de pastas donde varias familias o parejas celebraban de un almuerzo o un picnic de campo.
Camine hasta un árbol lejano y me apoye en su tallo, iba a abrir mi libro de nuevo hasta que algo llamo mi atención en especial, era una niña, pequeña, tenía no más de 11 años, se le veía feliz jugando con un gran golden retriver; a mi mente quiso venir cuando yo tenía aquella edad, definitivamente no tenía la misma suerte que aquella pequeña niña de cabellos negros. A su edad yo ya había hecho el primer corte, inconscientemente baje la mirada a mi muñeca y subí con disimulo la manga para poder ver ese inconfundible primer corte, ese que con el que empezó toda la cadena viciosa que me llenaba todo el antebrazo y parte las piernas, una cadena de dolor, sangre y sufrimiento. A esa edad ya ni siquiera era virgen, dos años después, cuando tuviera 14 o 15 ya estaría siendo juzgada por que mi padre estuviese en la cárcel, pero aunque me doliera eso me llenaba de más satisfacción que vergüenza, pues no sabía que hubiera sido de mi si no hubiese llegado mi madre esa tarde temprano del trabajo.
Baje la mirada y cerré los ojos con fuerza, negándome a llorar hoy, hoy no quería, hoy deseaba ser libre del dolor.
—Safaa!— alguien llamo a la niña, la voz venida de atrás de un enorme árbol. La niña volteó a verle con esos enormes ojos.
—Zayn!— la niña corrió a la voz detrás del árbol y salto, supuse que en los brazos del muchacho detrás del árbol. Me pareció tierno aquel acto. Me pregunte si las cosas hubiesen sido diferentes si hubiera tenido un hermano mayor.
Lentamente las voces detrás de los arbustos fueron saliendo de allí, la niña en lo brazos del joven me impedían verle el rostro. Con cautela el muchacho se agachó y dejo a la niña en el suelo, cuando se incorporó vi su rostro y quede pasmada, era, era, hermoso. Bah! Eso sonaba estúpido, "hermoso" como si esto fuera un idílico libro romántico. Pero bueno, no engañaría a nadie diciendo lo contrario, ese chico era guapo, sonreía con la dulzura de un niño, aunque su rostro fuera el de todo un hombre.
Junto a la niña, que supuse sería su hermana o sobrina, empezaron a jugar con el gran perro que no paraba de correr de aquí allá con la energía de un cohete.
Intente apartar la mirada, pero era como estar pegada a cada movimiento del moreno de nombre Zayn, corría detrás del perro y detrás de su hermana, del perro cuando agarraba la pelota y de su hermana cuando ella lo empujaba para que dejara el perro en paz.
Rápidamente saque mi cuaderno y mi lápiz, con inconsciencia en mis manos inicia a garabatear sus ojos, su sonrisa, su nariz e incluso su cabello, no podía hacer un dibujo completo ya que se movía demasiado pero intentaba hacer pequeñas capturas mentales y planificarlas en mi libreta en desorden.
No había contado el tiempo, ni yo ni tampoco ellos, pues habían pasado horas y ellos seguían jugando con el animal y yo seguía aquí sentada dibujando a el tal Zayn como toda una acosadora, al igual también dibujaba al perro y a la niña, pero aceptaba que no tanto como al muchacho, no eran obras de arte en si, la verdad sólo quería capturar su esencia, era por eso que ya había dibujado varias veces su mirada, no sabía porque, pero aquella mirada era inexplicablemente hipnotizante.
De repente el perro paso corriendo por detrás de Zayn, haciéndolo caer, haciéndome hacer algo de lo que me arrepentía completamente, reírme, obviamente él se dio cuenta y aún en el suelo giró su mirada hacia mi dándome una mirada inexpresiva, pero definitivamente no amigable, conocía lo que significaba cuando alguien te miraba así: "¿Quien rayos eres bicho raro?"; solía recibirla a diario. Puf! La magia del momento se desvanecía, el idilio del chico perfecto frente a mis ojos se iba conforme me dedicaba esa mirada. Baje la mirada, tan apenada por la carcajada como por el rosado color de mis mejillas. Guarde todo a la velocidad de la luz en mi mochila y me levanté, camine fuera de allí no sin antes dar una última mirada al chico perfecto, ya no me miraba mal, de hecho me miraba algo así como compasivo, media sonrisa se estiraba en sus labios y su cabeza se inclinaba no más de 30 grados a la derecha. Sus ojos decían confusión pero al mismo tiempo diversión y compasión, de nuevo el color en mis mejillas floreció haciéndome girar y salir de allí.
Eso no era compasión, era lástima.
Última edición por ZaynGirl. el Sáb 06 Dic 2014, 9:24 pm, editado 5 veces
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