save me from this city's soul decay | one shot.

               

ficha:

La pelirroja fuego espera apacigüe en la camilla, mientras que aseguran las correas en sus manos, piernas y cintura para que no escape, la multitud de personas que la quieren ver muerta, enterrada en las llamas del infierno, le observan con una mirada que podría matar. No luce atemorizada. No luce nerviosa. No, Kathia realmente sonríe, porqué, de una vez por todas, volverá a verle. En el cielo u en el infierno, lo volverá a ver. No hay manera, qué incluso muerta, le separen de él, de sus caricias ni de sus labios una vez más. Los llantos de su madre se escuchan al fondo de la sala, y su corazón se rompe un poco. Su padre observa intensamente, y lo sabe aunque sus ojos no estén sobre él. Puede sentir su penetrante mirada; la mirada que conoce desde pequeña.
Sin embargo, sus ojos se nublan un poco. Y, cuando los cierra, una lágrima escapa de su ojo, lo que hace que los llantos de su madre empeoren (Cierra los ojos, pequeña Kathia, y recuerda la noche que todo cayó a pedazos). Pasos se acercan a ella, y el pánico la ataca por un momento, pero al recordar la sonrisa de Beau, sus sentidos se calman. Sus músculos se relajan.
No es hasta que un pinchazo le atraviesa la carne del brazo derecho.
Duele; duele por un momento fugaz que hace que toda su inocencia se pudra, el momento fugaz que hace que se olvide de su sonrisa, de la felicidad, de quién es, de porqué (¿Por qué, Kathia? ¿Por qué?), de su vida, de su familia, de los sollozos desesperados de su madre (¡¿Por qué, Kathia?!).  El momento fugaz necesario que hace que, de un momento a otro, su respiración se vuelva más lenta y que su pecho se vuelva demasiado pesado para su ya débil corazón.
Y, de un momento a otro, todo vuelve a ella como un remolino de imágenes, bañándola de emociones (Mami, no quiero morir, sálvame). Y, cuando el último aliento escapa de sus labios, la mirada de su padre desaparece y los sollozos de su madre se hacen distantes, y casi no se oyen en sus oídos. Lo único que ve, es su sonrisa.
(¡¿Por qué?!)
Kathia nunca fue buena con las matemáticas, pero estaba bastante segura de qué ese tipo se estaba flipando con sus dos mejores amigas al mismo tiempo. Lo malo es qué Julie y Cassie eran lo bastante putas para acceder a un trío con él idiota, sin embargo, Kathia jamás había sido como sus amigas y tenía un respeto inmenso a su femineidad, así que siempre arrastraba a las muchachas fuera de situaciones como estas. Pero, hoy realmente no se sentía con el humor suficiente para separarlas. Además, tenía sus problemas internos que resolver.
(¿por qué te has puesto esta falda? Cuando abrazas a Julie o a Cassie sientes sus huesos, ¿por qué estas tan gogogogorda? Deberías dejar de comer unos días, Kathia, así tendras los abdominales de Julie o el estomago plano de Ca…)
-Hola, preciosa.
Rueda los ojos al oír la vos masculina que proviene de su derecha. Ni siquiera voltea a verle.
-Hola.
-¿Por qué tan sola? –le dice el hombre, sentándose a su lado. Kathia finalmente decide mirarle, y queda atónita al solo mirar sus ojos color avellana; su perfecto rasgo y cabello rubio, y Kathia, en un momento de fugaz debilidad ante el muchacho, cree tener al hombre más guapo que ha visto a su lado. Rápidamente, recuerda qué un hombre así no se fijaría realmente en ella, y que seguramente le hablaba para poder llevarla a su cama, y, honestamente, no estaba de humor para eso.
-No lo sé –responde indiferente, y, antes de que él hombre pueda volver a hablarle, escapa –Adiós.
Y sale del lugar con sus demonios susurrándole a los oídos.
(Gogogogogogogorda).
-Eres hermosa.
La luna llena refleja su rostro, sonriente como nunca. Sus rasgos atractivos y los rayos de luz que emite la luna lo hace una de las personas más hermosas que ha visto jamás. Y, aun que Kathia amé su sonrisa o todo su rostro en general, le responde, con un tono muerto e indiferente:
-No lo soy.
Y la respuesta flota en el aire, asfixiándola.
-Tengo hambre.
(Deja de quejarte, al fin serás hermosa).
(Kathia es fuego; fuego que come. Arde. Kathia es libre, por fin, Kathia es libre de sus demonios. Kathia es perfecta por fin. Pero, el fuego quema, el fuego desintegra y hace añicos. El fuego no debe ser tomado a la ligera. El fuego, como Kathia, es indomable.
No hay lugar en el cielo para el fuego. No hay lugar en ninguna parte para este fuego. Ni siquiera en el mismísimo infierno.
Así qué Kathia existe. No en el cielo, ni siquiera en el infierno. Kathia solo… existe.
Y sus demonios existen con ella, como han prometido al principio de los tiempos).
-¿Dónde estás, Beau? –la pausa entre sus palabras hace que se ahogue, que deseé nunca haber nacido, qué sus lágrimas se derramen, qué deseé a ver muerto con él, qué su odio hacía el mundo arda en su pecho como fuego viviente  –Te extraño.
(Pero las palabras nunca llegan a ser suficientes).
-¿Por qué tan sonriente, Kat? –le pregunta Cassie a su amiga, qué últimamente estaba en su propio mundo.
-Creo… creo que conocí al indicado.
Dedos. Vomita. Espejo. Sonríe.
(Ahora si serás hermosa, Kathia).
Nadie sabe lo que es estar perdido, lo qué es estar muerto por dentro. Lo qué es sentirte muerta, nadie nunca llegará a saber lo que verdaderamente se siente. Kathia lo sabe. Kathia está muerta por dentro, no importa cuántas veces intente demostrar lo contrario.
(Oh, bonita, bonita, Kathia, ¿realmente crees qué eres feliz?)
Dedos. Vomita. Espejo. Sonríe.
-Te arreglamos una cita –proclama Julie a Kathia, quién la mira y rueda los ojos.
-No tengo tiempo para citas.
-Tienes razón –le dice Cassie, asintiendo mientras la mira intensamente –¡Pero seguramente tendrás tiempo para esta! Es médico, castaño, y, lo más importante, ¡guapo!
-Pero…
-¡Nada de peros, Kat! –le reclama Julie interrumpiéndola –Nos preocupas, Kat. Has estado sola demasiado tiempo después de romper con Robbie. Es tiempo de qué vuelvas al juego, ¡y Ryan es el mejor comienzo!
Kathia sonríe por primera vez, porque alguien se preocupa, alguien realmente se preocupa por ella y su bien estar, y, de un momento a otro, las abraza con todas sus fuerzas.
-Gracias.
(Oh, Kathia, yo me preocupo por ti, seremos mejores amigas por siempre, ¿no es encantador? Solo debes hacerlo. Vamos, Kathia, vomita por mí).
Beau le besa como si las estrellas ardieran a su alrededor, tragándose sus inseguridades, haciéndola beberse sus palabras, que su inocencia reviva, qué las fantasías más locas dentro de su mente, se hagan realidad. Kathia vive. Kathia ya no es indomable. Con Beau, Kathia es fuego de amor, y, por fin, está viva.
(Lastima qué siempre te apegas demasiado a las cosas).
Ryan nunca llega a la cita. Por más que Kathia espere, jamás lo hace. Finalmente, se rinde y pide una botella entera de champagne y ahoga sus penas en tan lujosa bebida. Cuando es momento de pedir la cuenta, un muchacho más joven que el anterior se acerca a ella.
-Ma’am son… -cuando levanta la cabeza para mirarle, abre los ojos como platos –hola…
Kathia solo frunce el seño.
-¿eh?
(Deja de beber, el alcohol engorda).
-Soy el chico del bar…
Al fin su mente hace un click, y recuerda al hermoso chico de cabellos rubios y sonrisa perfecta que dejó ir aquella noche anterior. Sin embargo, está noche no le importaría si la metiera en su cama. En lo absoluto.
-¡Oh! –dice, y se queda sin palabras.
-Me llamo Beau –aclara, luego de unos minutos de incomodo silencio.
-Kathia.
Y el resto de la noche, no pueden dejar de pensar el uno del otro.
-¿Beau?
-¿Sí?
-¿En serio crees que soy hermosa?
-Eres la mujer más hermosa que he visto, definitivamente.
(No le creas, Kathia. Me necesitas, todavía no eres hermosa).
-Tengo miedo, Beau. Me estoy volviendo loca. No… no pertenezco aquí. N-no debería existir.
-No lo tengas, no dejaré que nada te suceda. Eres mi vida, Kathia. Jamás digas eso. Perteneces conmigo. Eres demasiado importante para que te deje ir.
-¿Me estás siguiendo o algo así? –le pregunta con una risotada.
-Tal vez –y es la primera vez que sus sonrisa se mezcla con la suya.
(Y tal vez le guste demasiado para ser bueno).
-Te amo, Kat.
Y las palabras vuelan en el aire por unos minutos.
(¿Le amas, Kathia? ¿Realmente le amas?)
-También te amo, Beau.
(¿Por qué le extrañas tanto, Kathia? Aquí estoy yo, ¿por qué necesitas verle tan desesperadamente? ¿Por qué te arde tanto el pecho cuando escuchas su nombre? ¿Por qué le amas tanto? Me tienes a mí, no necesitas a nadie más).
Kathia vomita por primera vez ese día, y cuando tira de la cadena para que el vomito se vaya, llevándose con él las memorias de una infancia rota y sonrisas falsas, solloza por la vida que entierra y la que perderá.
(Serás hermosa).
-Pues… ¿quieres salir conmigo?
Sonríe. Beau puede ser muy tierno a veces.
-¿Realmente? –dice con un tono asqueado, lo que hace que la sonrisa de Beau se le borre del rostro –Me encantaría.
(Eres destrucción, Kathia. Eres muerte. No perteneces aquí).
-¿P-por qué?
(Eres fuego de aniquilación).
Pero antes de que pueda oponerse, la voz vuelve a ser remplazada con la de Mia.
Kathia sueña con destrucción. Fuego, muerte, y todo provocado por sus propias manos. Casas quemándose, haciéndose añicos, cayendo en muerte y desolación. Gente muerta, vidas perdidas, suicidios. El cuerpo de Beau, atravesado por un hacha de hierro, bañado en sangre color carmesí que hacen que su corazón se rompa en mil pedazos (No llores, Kathia, deja de llorar). La muerte misma sonriéndole, mostrándose ante ella, incitándola a acompañarlo, a besarle la mano, a ser parte de ella.
Y Kathia tiene miedo.
El fuego no debe tener miedo.
(Tu puedes, Kathia. Mátalos a todos, venga tu vida. Venga los sueños perdidos, tu infancia y tus fantasías rotas. Vuelve a sonreírle a la muerte, Kathia. Eres nuestra a ahora. Eres nuestra posesión).
-¡No!
(Pero es demasiado real para ser un sueño).
(Sé que quieres verle).
-Deja mi mente en paz. No sé quién eres.
(Soy Mía, Kathia. Seremos mejores amigas).
-No quiero ser tu amiga, ¡vete!
(No puedo, Kathia. No hasta que vomites).
-Y-yo…
(Hazlo, Kathia, hazlo).
Pero el fuego no es controlado tan fácil. Requiere tiempo, delicadeza, amor, confianza. Especialmente, suavidad. Kathia representa el fuego. Kathia es el fuego mismo. Un fuego salvaje incapaz de sucumbir al agua y a su orgullo. Kathia siempre ha sido fuego ardiente de pasión, de libertad, y de orgullo. La llama de Kathia vivirá a través de los tiempos. Fuego qué, cuanto más intentes de apagarle, más se intensifica. Pero no es un fuego inquebrantable.
(Gorda).
Y, el fuego, ya débil y agotado, sucumbe por fin.
-¿Todavía no soy hermosa, Mía?
(Todavía no, Kathia, todavía no. Debes vomitar más, sino, jamás llegaras a ser bella, como Julie o Cassie).
-Mi garganta arde. Me duele, Mia.
(¿Quién dijo que la belleza era fácil e indolora?)
-Por favor…
(Vamos, Kathia. Comportate. No seas cobarde).
(El orgullo del fuego es mucho más grande que él mismísimo dolor de mil espadas atravesándote el corazón. Kathia no quedará como cobarde. La garganta de Kathia se siente como si tuviera milles de agujas, pero aún así lo hace. El fuego es hermoso, después de todo).
-¿Moriré, Mia?
(No lo sé, Kathia. Probablemente, de una manera u otra, las garras de la muerte te llevarán al infierno cuando menos lo esperes. Ahora, hazlo otra vez).
Dedos. Vomita. Espejo. Sonríe.
-Beau.
-¿Hum?
-Y-yo…
-¿Qué sucede, Kathia?
-Hay… hay una voz… en mi cabeza. Me dice que debo hacer cosas, cosas que no quiero.
-¿A qué te refieres?
-Déjalo. Disfrutemos de la cena.
(Kathia, no debes contar nuestro secreto. Soy tu secretito, Kathia).
Vivimos en un mundo donde el matarse lentamente a uno mismo ya es considerado normal. En un mundo, donde la demencia y la muerte van juntas de la mano, donde la justicia es ciega, un mundo donde matar a otro ser humano es cosa de todos los días. En un mundo donde nos vemos cara a cara con la muerte cada día. Donde el dolor es natural.
El fuego es una de las bases para mantenernos. Sin el fuego, no somos nada.
-Tengo miedo, Mía.
(Deberías, pequeña llamita).
Beau le ama. Beau le ama tanto que su corazón le duele cada vez que la ve. Su pecho arde, su corazón late tan fuerte cada vez que la ve que Beau realmente siente que se le va a salir del pecho. Beau le ama tanto que daría su vida por verla sonreír. Beau le ama demasiado para su propio bien. Pero Kathia es fuego, y Beau es simplemente un humano ordinario. Kathia es destrucción para todo lo que le rodea.
Pero Beau le ama demasiado para admitirlo y dejarlo pasar.
Kathia le ama mucho. Y eso es un problema.
No se supone que esto debía pasar, no. ¡No! ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Fue solo una noche, una estúpida noche, y ella, ahora está…
(Cállate, Kathia, y vomita. Vomita por mí, por favor, te necesito, Kathia).
(Pero esta vez, no vomita por Mía).
(En el principio de los tiempos, Dios creó los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego, y los convirtió a formas humanas inmortales. Los elementos vivían en armonía, hasta qué, por una gran disputa entre quién podría ser el elemento más fuerte, agua y fuego, comenzaron una batalla, en la cual la armonía fue destruida para siempre entre estos dos elementos. Y, para que no haya más disputas y la armonía volviera a la Tierra, Dios elimino a las formas humanas que contenían a los elementos, y deposito sus fuerzas en humanos ya existentes, humildes y con las características dignas de cada elemento.
Kathia, tu eres la elegida de fuego.
Tú eres fuego de vida.
Pero, Kathia, escúchame bien. La muerte te seducirá un día y te usará para él mal. Ten cuidado, Kathia).
-¿Tú eres la muerte, verdad, Mía? ¿Viniste a usarme en contra de la humanidad?
(Oh, querida Kathia, haré mucho más que solo usarte en contra de la humanidad).
El alma de Kathia, gracias a la ausencia de la esencia de su amado, lentamente muere, dejando atrás la llama del fuego, dejando atrás una ciudad de pecado, muerte y furia roja. Kathia respira una ultima vez, y, como la llama de una vela se apaga, el mundo muere y el fuego no permanece esta vez.

hola<33: