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the dry cereal.
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
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the dry cereal.
- ficha:
- Nombre: The dry cereal.
Autor: Yo, Alice.
Género: Generales.
Adaptación: No.
Advertencias: Es absurdo.
Otras páginas: Ninguna.
the dry cereal
Tenía una caja de cereal individual en las manos, su hermano le gritaba grosería y media a su padre, su padrastro aprovechaba el momento para follar con su madre, mientras que su hermana se tapaba los oídos para no oír los gemidos de placer de la mujer que le dio la vida. Su hermana estaba encorvada, queriendo desaparecer, como si su lloriqueo estúpido la fuera a salvar del infierno al que a muchos les gustaba llamar hogar. Al mismo tiempo que los gemidos de su madre se intensificaban considerablemente, los cuadros de la pared amarillenta y podrida se sacudían por los golpes de la cama al otro lado. Él solía pensar cada vez que tenían relaciones, los cuadros familiares se caerían junto con los clavos, y quizá un pedazo de pared si lo hacían aún más duro, pero nunca, nunca pasaba. Se oyeron un par de disparos, seguramente su padre amenazando su hijo con la escopeta de caza. Sin embargo, en esa ocasión se logró escuchar el grito ahogado
Todo pasaba el mismo tiempo, y, por suerte, demasiado rápido para siquiera prestar atención. Aunque prestar atención se convertía en algo innecesario cuando esa era tu rutina semanal.
Ignoró el sonido del sexo, los gritos de su hermano, los disparos de su padre, la tristeza de su hermana. Se concentró en su gran y pequeño paraíso. El dulce cereal amarillo pronto se acabaría, lo que significaba que pronto tendría que estar vivo de nuevo, o más bien muerto. A aquello no se le podía llamar vida, no de verdad.
Examinó con detenimiento la caja de Corn Pops que cogía como si la vida le fuera en ello. No parecía especial, era solo una caja y nada más, una envoltura y nada más, pero no era un cereal y nada más. ¿Quien diría que los Corn Pops tenían tanto poder?
La estudió un poco más, queriendo saber el secreto detrás de toda esa magia. Pero, y si lo descubría, ¿no se perdería la magia, como decían en todos lados? Supuso que la magia estaba en el secreto, el misterio, lo desconocido. Lo maravilloso.
Dejó de estudiar la caja.
En cuanto cayó en cuenta del poder de la magia, la soltó como si el toque fuera una sartén caliente.
Su hermana levantó lentamente la cabeza hacia él, el tiempo suficiente para que apreciara sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Él apartó la mirada de ella antes de que la escena pudiera conmoverlo lo suficiente. El chico era duro.
Una vez que tuvo el cereal en sus codiciosas manos de nuevo, no perdió más tiempo; con una mano inclinó el empaque sincronizado con su cabeza redonda engulló todo el contenido sin inmutarse. Y otra vez no tenía que fingir que estaba todo bien.
Primero, las luces lo cegaron. Luces de todos colores, en todos lados, literalmente, en todos lados. Las luces incluso estaban dentro de él, y no entendía como eso era posible. Su cuerpo era luz, se sentía tan ligero como si en verdad fuera luz, aunque tampoco estaba seguro de cómo era la luz.
No duró demasiado, cuando volvió en sí. Aún no podía ver nada, todo el cuerpo le hormigueaba. Ni si quiera sabía que tenía esas terminaciones nerviosas. Supuso que así se sentía la gente cuando estaba drogada, solo que esto era muy mejor.
De pronto paró.
El chico, temeroso, abrió un solo ojo, preguntándose que era lo que pasaba, aunque no pudo ver mucho. No sentía el cuerpo.
Quizás aún estaba en el paraíso.
Pero el paraíso nunca se sentía así, porque el paraíso se sentía, como, todo.
Una presión se instaló un su pecho, luego supo que era un hueco.
Esa última vez terminó tan rápido como cuando comenzó. El resto fue un borrón.
Y luego, nada.
Todo pasaba el mismo tiempo, y, por suerte, demasiado rápido para siquiera prestar atención. Aunque prestar atención se convertía en algo innecesario cuando esa era tu rutina semanal.
Ignoró el sonido del sexo, los gritos de su hermano, los disparos de su padre, la tristeza de su hermana. Se concentró en su gran y pequeño paraíso. El dulce cereal amarillo pronto se acabaría, lo que significaba que pronto tendría que estar vivo de nuevo, o más bien muerto. A aquello no se le podía llamar vida, no de verdad.
Examinó con detenimiento la caja de Corn Pops que cogía como si la vida le fuera en ello. No parecía especial, era solo una caja y nada más, una envoltura y nada más, pero no era un cereal y nada más. ¿Quien diría que los Corn Pops tenían tanto poder?
La estudió un poco más, queriendo saber el secreto detrás de toda esa magia. Pero, y si lo descubría, ¿no se perdería la magia, como decían en todos lados? Supuso que la magia estaba en el secreto, el misterio, lo desconocido. Lo maravilloso.
Dejó de estudiar la caja.
En cuanto cayó en cuenta del poder de la magia, la soltó como si el toque fuera una sartén caliente.
Su hermana levantó lentamente la cabeza hacia él, el tiempo suficiente para que apreciara sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Él apartó la mirada de ella antes de que la escena pudiera conmoverlo lo suficiente. El chico era duro.
Una vez que tuvo el cereal en sus codiciosas manos de nuevo, no perdió más tiempo; con una mano inclinó el empaque sincronizado con su cabeza redonda engulló todo el contenido sin inmutarse. Y otra vez no tenía que fingir que estaba todo bien.
Primero, las luces lo cegaron. Luces de todos colores, en todos lados, literalmente, en todos lados. Las luces incluso estaban dentro de él, y no entendía como eso era posible. Su cuerpo era luz, se sentía tan ligero como si en verdad fuera luz, aunque tampoco estaba seguro de cómo era la luz.
No duró demasiado, cuando volvió en sí. Aún no podía ver nada, todo el cuerpo le hormigueaba. Ni si quiera sabía que tenía esas terminaciones nerviosas. Supuso que así se sentía la gente cuando estaba drogada, solo que esto era muy mejor.
De pronto paró.
El chico, temeroso, abrió un solo ojo, preguntándose que era lo que pasaba, aunque no pudo ver mucho. No sentía el cuerpo.
Quizás aún estaba en el paraíso.
Pero el paraíso nunca se sentía así, porque el paraíso se sentía, como, todo.
Una presión se instaló un su pecho, luego supo que era un hueco.
Esa última vez terminó tan rápido como cuando comenzó. El resto fue un borrón.
Y luego, nada.
- hell-o!:
hola, soy alice;-;
y lamento que esto sea tan estúpido. salió rápido que solo lo leí una vez que concluí . no creo que sea tan malo, quiero decir, he hecho cosas peores no me arrepiento de haberlo escrito.
hice esto porque mi maestro me pidió que escribiésemos sobre algo cotidiano, o no tan cotidiano, convirtiéndolo en algo distinto. tuve una nota aceptable con esto, por eso lo subo y no espero que alguien lo lea. me tengo que ir, ya es tarde y mañana hay escuela. puedo decir lo que sea. oh sí, te amo alice<33.
glacier.
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