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"Un Lugar Para Joe"
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Un Lugar Para Joe"
Ya es media noche...pero soportare jejejjeje
Solo por q tu nove lo merece :D
Solo por q tu nove lo merece :D
Julieta♥
Re: "Un Lugar Para Joe"
Capítulo 27
El sábado al atardecer se iba a celebrar el baile de la cosecha y aquella mañana Becky se probó su vestido de seda azul por lo menos cinco veces, le preguntó a ______ al menos doce veces si le quedaba bien y estaba tan nerviosa que al final su madre perdió la paciencia con ella.
—Por el amor de Dios, Rebecca Ann, encuentra algo con lo que entretenerte —exclamó agotada cuando Becky empezó a preguntarle de nuevo—. Me estás volviendo loca.
—Pero, mamá, me acabo de dar cuenta de algo.
______ suspiró exasperada y levantó la vista del pote donde estaba haciendo la mantequilla.
—Joe se ha llevado a tus hermanas a pescar al arroyo, ¿por qué no vas con ellos?
—Pero, mamá…
—Fuera —dijo ______ señalando la puerta.
Becky se dio la vuelta y salió de la cocina dando un portazo, dejando claro que pensaba que su madre era la mujer menos sensible y menos atenta del mundo. A _____ no le importó. Se sintió aliviada.
Pero una hora más tarde, cuando se dirigió al establo, descubrió que Joe y las niñas no estaban pescando. Oyó sus voces dentro del establo.
—Un, dos, tres… Un, dos tres…
¿Qué estaba…? Entró en el establo y se detuvo de golpe, sorprendida ante la escena que tenía ante sus ojos. Joe estaba enseñando a Becky a bailar un vals, mientras Miranda y Carrie, sentadas en dos sacos llenos de polvo en un rincón, los observaban.
El baile. Estupefacta, _____ se dio cuenta de que Becky nunca había aprendido a bailar el vals porque ella nunca le había enseñado. Se preguntó cómo había podido olvidarse de algo tan obvio. Estaba claro que su hija tampoco se había dado cuenta hasta esa misma mañana.
Joe acompañó a la niña en una vuelta y la hizo parar.
—Perfecto —dijo—. Limítate a contar con la cabeza, pequeña, y al cabo de un rato, te saldrá con naturalidad. Y recuerda que tu chico probablemente estará también contando.
—Gracias, papá —susurró y le rodeó el cuello con los brazos tiernamente—. Gracias.
Joe se dio cuenta de que ______ estaba de pie en la puerta.
—La chica lo hará bien, ¿no crees? —le dijo de lo más complacido.
—Sí, ya lo creo —contestó ______ sonriéndole a su hija.
Aquella noche, en el salón del ayuntamiento de Callersville y de pie junto a la mesa de refrescos, vieron que Jeremiah llevaba del brazo a Becky hacia la pista para bailar otro vals más y _____ se dio cuenta de que Joe no estaba tan complacido.
—Lleva ya cuatro valses —comentó frunciendo el ceño.
_______ no se había dado cuenta de que los estaba contando.
—Bueno, Becky ha puesto el nombre de Jeremiah en todos los valses de su cartilla de baile.
Joe frunció aún más el ceño.
—Están bailando muy agarrados, ¿no crees?
______ se dio cuenta del tono desaprobatorio y miró a Becky y a Jeremiah, que estaban bailando a una distancia de lo más respetable. Le lanzó una mirada interrogativa a su marido con el rabillo del ojo. Él estaba mirando a los dos chicos con el ceño cada vez más fruncido.
______ se hizo a un lado conteniendo la risa y cogió unos vasos de limonada para Miranda y Carrie, que estaban junto a ellos. Realmente era un hombre de lo más imprevisible.
—Oh, la verdad es que no creo que debamos preocuparnos —murmuró, aunque secretamente estaba encantada con la desaprobación de Joe, que era claramente paternal.
—¿Cómo puedes decir eso? —le preguntó él sin dejar de mirar a la pareja de baile—. Sólo tiene catorce años. Quizás debería tener una charla con el chaval.
Con un enorme esfuerzo, ______ disimuló la risa y le tendió un vaso de limonada. Pero él estaba demasiado ocupado mirando ceñudamente a Becky y a Jeremiah como para darse cuenta de la sonrisa disimulada de su esposa.
Miranda y Carrie estaban totalmente dormidas cuando llegaron a casa. Becky, todavía tarareando la melodía del vals con aire soñador, subió la primera las escaleras con el candil. ______ la seguía con Miranda en brazos y Joe iba detrás con Carrie.
En el pasillo, ______ tomó el candil de manos de Becky.
—Vete a la cama, cariño.
Becky obedeció caminando hacia su habitación como si flotase entre nubes. Joe se giró hacia ______, que la miraba con una sonrisa. Ella le devolvió la mirada y le susurró:
—Creo que se lo ha pasado bien.
Él pensó que se lo había pasado demasiado bien para su tranquilidad de espíritu. Sería mejor que mantuviese vigilado a ese Jeremiah Miller.
—¿Llevas tú a Carrie a la cama? —le preguntó ______ sacándolo de sus pensamientos.
Asintió y llevó a la niña a su habitación. Guiado por la luz de la luna que entraba por la ventana, la dejó en la cama. La apoyó sobre uno de sus brazos y con el otro apartó las sábanas y la dejó con cuidado en el lecho. Luego la tapó y se dirigió hacia la puerta, pero la voz de Carrie lo detuvo.
—¿Papá?
Joe se sentó en el borde de la cama.
—¿Sí?
Abrió los ojos y parpadeó medio dormida.
—Cuando tenga edad para tener una cartilla de baile, tú serás el primero de la lista.
Él sintió una opresión punzante en el pecho, una opresión que le encogió el corazón y lo dejó sin habla. Vio cómo los ojos de Carrie se cerraban. En unos segundos, su pausada respiración le indicó que estaba dormida.
Se inclinó y la besó en la frente.
—Buenas noches, mó cailín —susurró, pero no se levantó. Se quedó sentado un rato mirándola mientras dormía.
Le construiría una casita en el inmenso roble que había junto al huerto, y cuando tuviese una cartilla de baile, se encargaría de comprobar todos los nombres de los chicos que se apuntasen en ella. En cuanto a Becky y Jeremiah, Joe decidió que no iba a permitir que se casase con aquel chico hasta que tuviese por lo menos dieciocho años. Miranda querría seguramente una muñeca nueva para Navidad y un pastel para su próximo cumpleaños. Se imaginó viéndolas crecer y pensó que tendría que tener mano firme, especialmente con Carrie. Pero podía hacerlo. Pensó en los campos de algodón de la finca y se preguntó cuánto costaría la semilla de algodón.
Empezó a visualizarse en el futuro, se podía ver a sí mismo tumbado junto a ______, durmiéndose entre sus brazos. Se podía ver bailando el vals en todos los futuros bailes de la cosecha. Se podía imaginar a sí mismo jugando en el jardín los días de los cumpleaños de las niñas, con ellas y con los otros niños que tendrían ______ y él. Se podía imaginar a ______ riendo con ellos y cantando El patio de mi casa. Era una visión con promesas de cosas que poco tiempo atrás no se habría atrevido a desear.
En el momento en que se dio cuenta de eso, empezó a rechazar todas esas imágenes. De pronto, la imposibilidad de todo ello le golpeó el rostro y eliminó la bruma de lo que sabía que sólo era una fantasía.
Se recordó a sí mismo siendo niño, de pie a las puertas de una panadería de Derry, rodeado de nieve, mirando anhelante el escaparate donde había pasteles y pastas preparados para la Navidad de los ricos. Cómo había apretado la nariz contra el cristal y sentido el hambre revolverle el estómago.
Apartó los recuerdos de aquel niño hambriento y solitario, pero no podía apartar la idea de que, veinte años más tarde, todavía era el mismo niño hambriento, solitario y necesitado de entonces.
Joe se puso en pie y salió de la habitación de Carrie. Pasó por encima de Chester que había ocupado su puesto de centinela en medio del pasillo, y se dirigió a las escaleras. Miró hacia la habitación de ______ y vio la luz que se colaba por debajo de la puerta cerrada. Todavía estaba despierta.
¿Qué estaría haciendo en ese momento? Estaría sentada en el tocador cepillándose el pelo. O tumbada en la cama leyendo un libro. Quizás lo estaba esperando. Alargó la mano hacia el pomo de la puerta, pero se detuvo, dejándola suspendida en el aire. Era sólo una fantasía.
Dejó caer la mano y se alejó, cerrándose a lo que deseaba porque no se creía merecedor de ello.
A la mañana siguiente, después de misa, ______ se fue a casa de los Johnson de visita con las niñas. Joe, que quería acabar el proyecto en el que estaba trabajando, no las acompañó.
Estaba en la caseta cuando oyó ruido de ruedas. Salió y vio un carruaje negro y lustroso tirado por un par idéntico de caballos Morgan que entraba en el patio seguido por Chester, que ladraba furiosamente. El conductor detuvo el carruaje y un hombre al que Joe no había visto nunca, vestido elegantemente y sin duda con recursos, bajó de él. El hombre se dirigió hacia la casa, pero Chester le bloqueó el paso ladrando y el desconocido se detuvo.
Joe se sacudió el polvo de la ropa y cruzó el patio.
—Chester, calla —le ordenó.
El perro obedeció, pero lanzó un largo gruñido antes de sentarse sobre sus patas traseras.
El hombre se echó para atrás el sombrero con la punta de un bastón de ébano y se quedó mirando a Joe fijamente, como si lo estuviera estudiando. Él, que no era de los que se sentían intimidados por una mirada, le estudió con la misma minuciosidad.
—¿Joe Branigan?
—Sí, ¿quién es usted?
—Mi nombre es Hiram Johnson —no le tendió la mano para saludarle, pero siguió mirándolo con una cierta expresión arrogante.
Joe arqueó las cejas.
—¿Tengo que conocer su nombre?
El hombre se puso tenso.
—Soy el suegro de Nick Tyler.
Joe se dio cuenta de quién era y se preguntó cuánto le iban a ofrecer por la tierra en aquella ocasión.
—Cuánto lo siento. Mis condolencias.
Para su sorpresa, el hombre sonrió, pero la suya fue una sonrisa que no le iluminó los ojos.
—Nick tenía razón con respecto a usted. Es un bastardo arrogante.
—Mira qué bien. Yo estaba pensando lo mismo de usted.
Hiram Johnson echó un vistazo a su alrededor.
—Me gustaría charlar con usted, si no le importa. ¿Hay algún sitio donde podamos sentarnos y hablar?
Joe señaló la casa, pero no le invitó al hombre a entrar. Eso hubiera sido una cortesía por su parte y no se sentía dispuesto a ser cortés. Metió a Chester dentro y sacó dos de las incómodas sillas de la cocina de _____ al porche de atrás. Los dos hombres se sentaron.
—Señor Branigan, no soy un hombre al que le guste perder el tiempo y ya se ha perdido demasiado. Iré directo al grano. Nick ya le ofreció tres dólares por acre. Yo doblo esa cantidad.
Sólo por diversión, Joe hizo ver que consideraba la oferta. Después sacudió la cabeza.
—No.
Hiram se quedó sorprendido.
—¿No? —se inclinó hacia adelante—. Son tres mil dólares.
—Gracias, señor Jamison —dijo secamente—. Pero sé sumar.
El hombre enrojeció y Joe supo que era de ira y no de embarazo.
—Es la mejor oferta que vas a obtener —le dijo—. Acéptala, chaval.
«Acéptala, chaval.» Joe se acordó de las palabras de Eversleight de hacía ya tanto tiempo y de la moneda de seis peniques a la que le habría gustado escupir. Se acordó de todos los hombres que había conocido a lo largo de su vida que creían que podían comprar todo lo que querían. Sacudió la cabeza.
—No.
Hiram lanzó un suspiro de impaciencia.
—Está bien, ¿cuánto quieres?
Joe sonrió sabiendo que llevaba las de ganar y disfrutándolo al máximo.
—No tiene tanto dinero.
—Te aseguro que sí lo tengo, dime un precio.
—No tengo precio —dijo Joe poniéndose en pie—. Señor Jamison, esta tierra no está en venta. A ningún precio. Tendrá que construir su ferrocarril en otro sitio.
Hiram se puso en pie, pero no se marchó.
—Está claro que no sabes quién soy. Poseo tres líneas de ferrocarril, una compañía de barcos de vapor, cuatro minas de carbón en Pennsylvania, dos fábricas textiles y media docena de negocios más. Tengo una mansión en Nueva York, otra en Newport y un yate en Cape Cod.
Le lanzó una mirada despectiva a Joe y elevó el tono más nervioso:
—¿Y tú qué eres, chaval? Nada más que otro ignorante irlandés de mierda muerto de hambre, como todos los ignorantes irlandeses de mierda que trabajan para mí, que cargan mis barcos y sacan mi carbón, que sacan brillo a mis botas y me traen el café por la mañana.
Joe había estado esperando pacientemente a que acabase su retahíla, y cuando lo hizo, se cruzó de brazos, le miró a los ojos y dijo:
—Le doy exactamente diez segundos para que se meta en ese elegante carruaje suyo y se marche. Estoy empezando a perder los nervios y, como ya sabe, los ignorantes irlandeses de mierda tenemos mal carácter.
Hiram se dio la vuelta y se alejó, pero se detuvo junto al carruaje y girando la cabeza, dijo:
—Te arrepentirás de esto.
—De eso no me cabe ninguna duda —contestó Joe mientras Hiram Jamison se subía a su carruaje. Una vez más, había desafiado a los poderosos. Estaba claro que nunca aprendería.
Kate le preparó a ______ una taza de té.
—Bueno, ¿y cómo va la vida de casada? —le preguntó sentándose frente a ella en la mesa de la cocina.
_____ miró fijamente la taza observando su reflejo ondulante en la bebida y no contestó.
—¿Tan bien?
La joven se mordió el labio y negó con la cabeza.
—No va mal, de verdad. Es tan bueno con las niñas y ellas lo adoran. Sólo desearía…
—¿Qué?
—Desearía que se pudiera abrir un poco —explicó ______, y acabó contándole toda la historia, cómo le había encontrado, lo que sabía de él, lo que había pasado en Monroe. Todo—. Ahora está tan encerrado en sí mismo —acabó mirando el té fijamente—. No duerme conmigo, Kate. Ni siquiera se acerca a mí.
Su amiga empezó a reírse y ella levantó la cabeza.
—¿De qué te ríes?
—La mayoría de mujeres casadas se quejan justo de lo contrario.
Kate suspiró al ver la cara de desolación de ______.
—Querida, la vida de casada nunca es fácil. Para nadie. Todas las parejas tienen problemas y lleva su tiempo solucionarlos. Nosotros nos peleábamos como el perro y el gato cuando nos casamos. Todavía lo hacemos a veces.
—Me gustaría que Joe y yo nos peleásemos —dijo _____- apoyando la barbilla en la mano—. Pero no hablamos lo suficiente como para pelearnos. No quiere estar casado. Nunca lo ha disimulado.
—Bueno, le guste o no, ahora está casado.
—Sólo porque no tenía elección.
—______ —Kate dejó su taza de té a un lado y la miró con severidad—, si no puedes asumir las consecuencias, no debes actuar como si pudieses. Por supuesto que tenía elección. Nadie le obligó a acostarse contigo.
_______ se puso como la grana y no se atrevió a levantar la vista.
—Es un hombre maduro, ______, y sabía lo que estaba haciendo. Lo peor que puedes hacer es culparte a ti misma.
—¿Y qué hago?
—Dale tiempo, creo que acabará por acercarse a ti.
_______ levantó la vista.
—No me quiere.
—¿Te lo ha dicho?
—No con estas palabras, pero…
—Y tú, por supuesto, le dices cada mañana lo mucho que le quieres.
Sorprendida, ______ se irguió en la silla.
—Bueno, no; de hecho, no se lo he dicho.
—¿Por qué no?
—Porque me da miedo que si se lo digo salga corriendo —confesó con la boca pequeña.
—Cuando me casé, mi madre me dio un consejo que nunca olvidaré. Ya que tu madre no tuvo esa oportunidad, te diré lo que me dijo la mía. Me dijo que lo más importante de un matrimonio no es el amor, aunque también es importante. No es el dinero, aunque es de agradecer. Ni tampoco los niños, aunque normalmente van en el mismo paquete. Lo más importante es la confianza.
Alargó la mano por encima de la mesa y le apretó a ______ la suya animosamente.
—Creo que has escogido a un buen hombre. Ahora sólo tienes que tener fe en él. Por lo que me has contado, ha tenido una vida dura. Un hombre así no puede ir con el corazón en la mano, pero eso no significa que no tenga corazón.
—Gracias, Kate.
Ésta hizo un gesto de indiferencia con la mano.
—No hay de qué. Además, la próxima vez que Oren y yo nos peleemos, iré a llorar sobre tu hombro.
En medio de la noche, Carrie tuvo una pesadilla. Joe le oyó gritar «¡Papá! ¡Papá!» y subió las escaleras de dos en dos hasta su habitación. Cuando llegó, sus hermanas y ______ ya estaban allí. Ésta estaba sentada junto a la niña en la cama, acunándola. Carrie levantó la vista cuando él entró en la habitación, ignorando a Becky, a Miranda y al siempre fiel Chester.
Joe fue hasta la cama y se sentó. ______ la dejó ir suavemente y él tomó en sus brazos a una Carrie sollozante. Sus gemidos de miedo le llegaron al corazón. La pequeña Carrie que nunca tenía miedo de nada.
______ miró a sus otras dos hijas.
—Todo va bien —dijo suavemente—. Volved a la cama.
Las niñas se fueron llevándose a Chester con ellas, y ______ volvió a centrar su atención en Carrie, mientras Joe la sujetaba entre sus brazos y le musitaba palabras suavemente.
—Sha, sha (ala, ala; expresión tranquilizadora )—murmuró acariciándole el pelo—. Sha sha. Bermíd go Maite(todo va bien.
). Tá mé anseo (estoy aquí.
)—repitió en su dulce gaélico una y otra vez hasta que los sollozos de Carrie se transformaron en hipidos.
La apartó y le secó las lágrimas de las mejillas.
—¿Mejor?
Ella asintió, pero cuando él se movió para irse, le agarró: —No te vayas, papá.
—No me iré a ningún sitio, pequeña —se cambió de postura para poder apoyarse en el cabezal y aguantar a la niña en su regazo. Ella apoyó la cabeza en el pecho de Joe y cerró los ojos. Este miró a _____, que estaba sentada a su lado en la cama de Carrie, pero no dijeron nada. Al cabo de unos minutos, bajó la vista para mirar a la niña.
—¿Está dormida? —preguntó.
Joe asintió. Moviéndose con cuidado, se incorporó y la dejó sobre la cama, subiéndole las sábanas hasta la barbilla. Se inclinó y le plantó un beso en la mejilla.
—Buenas noches, mó paisté.
_____ también le dio un beso a Carrie y después los dos salieron de la habitación, cerrando la puerta y deteniéndose en el pasillo.
—Tendrás que enseñarme algo de irlandés —le dijo ______—. Parece que funciona.
—Tengo todavía algo de whisky, pero pensé que no me dejarías dárselo.
Ella le lanzó una mirada remilgada.
—Has pensado bien. En esta casa no habrá whisky. —De pronto le sonrió—. Oh, por Dios, me dije a mí misma que no diría estas cosas. Señor Branigan, me temo que tu mujer es una quejica.
«Mi mujer —pensó él—, mi mujer.»
Le acarició la cara, le rozó la mejilla y le pasó el pulgar por las pestañas. Pasó los dedos por el cabello de ________ y deslizó su otra mano a la altura de su cadera para acercarla hacia él.
No podía luchar, no quería luchar. Lo único que quería era besarla y acariciarla y tomarla. Quería complacerla, protegerla y hacer que se sintiese feliz por haberse casado con él. «Su mujer.»
—______… —querría haber dicho algo más que sólo su nombre, pero no pudo. No podía pronunciar las palabras que expresasen lo que quería. Lo único que podía hacer era tomarlo.
Le soltó el cabello y, por detrás de su espalda, alcanzó el pomo de la puerta. La abrió y empujó a _____ dentro del dormitorio que deberían haber estado compartiendo desde el principio. Ella entró sin resistirse, y una vez estuvieron dentro, Joe cerró la puerta e incluso se acordó de echar el cerrojo.
En la oscuridad, buscó sus labios y le dio un beso largo y profundo. La tomó por la cintura y extendió sus dedos en su espalda para atraerla hacia él. Le besó la barbilla, la delicada curva de su cuello, y buscó hasta encontrar el botón superior de su camisón.
______ le rodeó el cuello con los brazos.
—Oh, Joe —le susurró al oído—. Sí, sí.
Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no arrancarle a tiras el camisón. Le temblaban las manos mientras procuraba contener su deseo un poco más. Deslizó las manos hacia abajo y empezó a desabrochar los botones perlados, uno a uno, hasta que los veintiséis estuvieron sueltos. Tomó las solapas de la prenda y la deslizó por sus hombros, cayó por sus brazos y se quedó suspendida a la altura de sus caderas.
Joe la dejó allí y subió las manos por sus costillas hasta tomar su larga coleta. Le quitó el lazo que la sujetaba y el cabello de ______ cubrió sus manos. Acarició su sedoso cabello, grueso y pesado mientras saboreaba la piel caliente de su cuello y sentía el ritmo frenético del pulso de _______ contra su lengua bajo la curva de su mandíbula.
Amaba su pelo, su piel, sus pechos, su aroma, su corazón; toda su dulzura le arrastraba poderosamente sin que su voluntad pudiera resistirse. Le alarmaba y le embelesaba.
Le habría gustado que hubiera luz para poder verla, pero con las manos pudo seguir sus formas, su pecho, su cintura, sus caderas.
Dio un empujón al camisón y éste se deslizó por las caderas hasta el suelo. La acarició entre sus muslos y la sedosa calidez que halló le indicó la excitación de ______. Notó satisfecho los escalofríos que recorrían el cuerpo de ______ mientras él movía adelante y atrás las yemas de sus dedos.
Los brazos de ______ se tensaron alrededor de su cuello y Joe oyó cómo su respiración se hacía más rápida y se transformaba en pequeños jadeos cuando encontró el lugar que más le complacía. De pronto, el cuerpo de ______ se arqueó y ella lanzó un grito, un gemido penetrante que ahogó contra su hombro.
No podía aguantar un instante más. Apartó su mano y la levantó con los brazos para llevarla hacia el contorno en penumbra de la cama con dosel. La colocó sobre el alto colchón y empezó a tirar de los cordones de su camisa y sus pantalones con movimientos impacientes, lanzando una maldición cuando tuvo que detenerse para quitarse las botas. Cuando por fin estuvo desnudo, se acostó junto a ella, sin molestarse en buscar el taburete ya que sólo le habría servido para perder tiempo.
—Dios —murmuró—, para ser una mujer que tiene miedo a las alturas, tienes una cama endiabladamente alta, señora Branigan. —La besó antes de que ella pudiera siquiera pensar en amonestarle por haber lanzado un juramento.
La cubrió con su cuerpo y ella le recibió con un abrazo. Separó sus piernas, invitándole a entrar. Él deslizó sus manos bajo sus hombros, apoyando el peso en sus antebrazos, y la penetró despacio. Le había hecho daño la noche de Monroe, y aunque notaba que ella estaba lista y abierta para él, luchó para contener la fuerza imperiosa que latía en su interior. Pero cuando _______ pronunció su nombre arrastrando las letras, de aquel modo tan suyo, tímido e increíblemente erótico, perdió el control y se olvidó de su intención de actuar con ternura.
Quería poseerla por completo. Sus movimientos cada vez eran más imperiosos. Sintió crecer la tensión dentro de él conforme seguía moviéndose rítmicamente, hasta que _______ se estremeció debajo de él y oyó los sofocados gemidos sorprendidos del éxtasis femenino. Después Joe sintió el ardiente, vibrante y explosivo clímax como un estallido de pólvora.
Se dejó caer sobre ella y hundió el rostro en la curva de su cuello, abrazándola con fuerza. No se movió durante mucho rato, pues estuvo deleitándose con el tacto de las yemas de los dedos de ______ acariciándole la espalda en hipnóticos círculos, hasta que sintió que estaba cayendo en un maravilloso letargo.
Al darse cuenta, se puso tenso:
—Debo estar chafándote —murmuró. Se movió un poco y se separó de ella incorporándose sobre sus manos para marcharse. Pero los brazos de ______ le agarraron casi con furia, y él supo que había adivinado sus intenciones. Ella levantó la cabeza y le besó.
—No te vayas —le susurró con la boca pegada a la suya—. Quédate conmigo.
Podría haberse desprendido de su abrazo sin esfuerzo, pero su voz y su beso le conquistaron. Se dejó caer despacio apoyándose sobre la espalda y tendiéndose junto a ella. Pasó una mano por debajo del cuerpo de _______ y la atrajo hacia él. Ella se acomodó entre sus brazos apoyando la mejilla en su hombro con un suspiro de satisfacción.
—Duerme, _____ —le dijo—. No te dejaré, á mhúirmín(mi amor).Duérmete.
Joe supo al momento que lo estaban atando con correas. Sintió las tiras de piel sobre su cuerpo y luchó hasta liberarse. Ya libre, se movió hacia los lados con una fuerza salvaje y lanzó una maldición al tiempo que rodaba hacia el borde de la mesa, con la única idea de huir, de escapar. Pero de pronto todo dio vueltas y cambió y estaba en una habitación a oscuras. No había carceleros, y lo que había pensado que era una mesa era un suave desnivel en el colchón de algodón. Desorientado, se sentó y parpadeó. La suave luz de la luna entraba por la ventana. El único sonido que había era su propia respiración agitada.
Se dio la vuelta y vio a ______. Entonces recordó dónde estaba.
Ella estaba sentada en un rincón del colchón, con las rodillas apretadas contra el pecho. Tenía el cabello suelto enredado y con la sábana agarrada con los puños se tapaba el cuerpo. Estaba totalmente inmóvil y lo observaba con una expresión de consternación y de miedo.
«Oh, Dios.»
Se echó hacia adelante con un gruñido y hundió la cara en las manos.
—Creía que me estaban atando de nuevo, pensé… —se calló de repente.
—Era yo —susurró—. Te estaba abrazando.
Joe sacudió la cabeza.
—No quería que me vieses así —murmuró sin mirarla—. No quería que lo vieras.
El colchón se hundió cuando ____ se acercó a él para tocarle el hombro.
—Joe, ya lo había visto. Te cuidé durante cuatro noches, ¿te acuerdas?
—Pero entonces no te conocía —gimió angustiado, apartándose de su caricia—. Ni siquiera sabía que estabas aquí.
Sintió que todo se desmoronaba, todas sus ilusiones, sus deseos, su nuevo futuro con ella, un futuro pacífico y seguro. No había nada seguro. Nada.
—¿Te he…? —lanzó un profundo suspiro y levantó la cabeza clavando la mirada en la puerta cerrada—. ¿Te he hecho daño?
—Claro que no.
—No está tan claro, pequeña —dijo despreciándose a sí mismo—. Podría haberte hecho daño.
—Pero no lo has hecho —ella le puso las manos en los hombros y apretó los labios contra su espalda—. Te amo —le dijo contra su piel.
Joe sintió que empezaba a temblar por dentro. Apartó las sábanas, salió de la cama y cogió su ropa.
—No me amas.
—Sí, te amo.
Él empezó a vestirse. Se puso los calcetines y los calzoncillos y alargó la mano para coger los pantalones. Se los puso sin poder evitar su gran agitación.
—No, no me amas. No puedes amarme.
—Joe, no puedes decirme lo que siento. Te amo. No puedo hacer nada si no me crees.
Él le dio la espalda y se abrochó los pantalones.
—No me amas —insistió, y atravesó la habitación manteniéndose de espaldas a ella—. Es imposible. Ni siquiera me conoces.
—Te conozco mejor de lo que crees.
El temblor que había empezado en su interior se hizo más agudo y Joe trató de disimularlo.
—¿De verdad? —se giró hacia ella con una furia salvaje. Quería impresionarla, conseguir apartarla de él—. ¿Qué es lo que sabes? ¿Sabes que he robado, que he hecho trampas, que he mentido? Incluso que he matado. Y me amas, ¿verdad?
_______ no parecía ni sorprendida ni espantada. Ni siquiera se la veía horrorizada. Sólo lo miró con gesto paciente y con infinita ternura.
No podía soportarlo. Cerró los ojos para no verlo. No podía saberlo, no podía comprenderlo y seguir mirándolo así, como si le quisiera. Era imposible.
Vergüenza. No importaba dónde fuese ni lo que hiciese, siempre le acompañaba. Era una mancha que le contaminaba y que no podía borrar. Se dio la vuelta y miró la ventana iluminada por la Luna.
—______, no tienes ni idea de lo que soy, de lo que he hecho.
—¿Y por qué no me lo cuentas?
Tomó aire con fuerza y se enfrentó a ella, se enfrentó al momento de la verdad.
—Está bien —dijo con rotundidad—. Haré mi admhaím.
—Admhaím —pronunció ella con cuidado—. ¿Qué quiere decir?
—Confesión. Supongo que es bueno para el alma, ¿no?
El sábado al atardecer se iba a celebrar el baile de la cosecha y aquella mañana Becky se probó su vestido de seda azul por lo menos cinco veces, le preguntó a ______ al menos doce veces si le quedaba bien y estaba tan nerviosa que al final su madre perdió la paciencia con ella.
—Por el amor de Dios, Rebecca Ann, encuentra algo con lo que entretenerte —exclamó agotada cuando Becky empezó a preguntarle de nuevo—. Me estás volviendo loca.
—Pero, mamá, me acabo de dar cuenta de algo.
______ suspiró exasperada y levantó la vista del pote donde estaba haciendo la mantequilla.
—Joe se ha llevado a tus hermanas a pescar al arroyo, ¿por qué no vas con ellos?
—Pero, mamá…
—Fuera —dijo ______ señalando la puerta.
Becky se dio la vuelta y salió de la cocina dando un portazo, dejando claro que pensaba que su madre era la mujer menos sensible y menos atenta del mundo. A _____ no le importó. Se sintió aliviada.
Pero una hora más tarde, cuando se dirigió al establo, descubrió que Joe y las niñas no estaban pescando. Oyó sus voces dentro del establo.
—Un, dos, tres… Un, dos tres…
¿Qué estaba…? Entró en el establo y se detuvo de golpe, sorprendida ante la escena que tenía ante sus ojos. Joe estaba enseñando a Becky a bailar un vals, mientras Miranda y Carrie, sentadas en dos sacos llenos de polvo en un rincón, los observaban.
El baile. Estupefacta, _____ se dio cuenta de que Becky nunca había aprendido a bailar el vals porque ella nunca le había enseñado. Se preguntó cómo había podido olvidarse de algo tan obvio. Estaba claro que su hija tampoco se había dado cuenta hasta esa misma mañana.
Joe acompañó a la niña en una vuelta y la hizo parar.
—Perfecto —dijo—. Limítate a contar con la cabeza, pequeña, y al cabo de un rato, te saldrá con naturalidad. Y recuerda que tu chico probablemente estará también contando.
—Gracias, papá —susurró y le rodeó el cuello con los brazos tiernamente—. Gracias.
Joe se dio cuenta de que ______ estaba de pie en la puerta.
—La chica lo hará bien, ¿no crees? —le dijo de lo más complacido.
—Sí, ya lo creo —contestó ______ sonriéndole a su hija.
Aquella noche, en el salón del ayuntamiento de Callersville y de pie junto a la mesa de refrescos, vieron que Jeremiah llevaba del brazo a Becky hacia la pista para bailar otro vals más y _____ se dio cuenta de que Joe no estaba tan complacido.
—Lleva ya cuatro valses —comentó frunciendo el ceño.
_______ no se había dado cuenta de que los estaba contando.
—Bueno, Becky ha puesto el nombre de Jeremiah en todos los valses de su cartilla de baile.
Joe frunció aún más el ceño.
—Están bailando muy agarrados, ¿no crees?
______ se dio cuenta del tono desaprobatorio y miró a Becky y a Jeremiah, que estaban bailando a una distancia de lo más respetable. Le lanzó una mirada interrogativa a su marido con el rabillo del ojo. Él estaba mirando a los dos chicos con el ceño cada vez más fruncido.
______ se hizo a un lado conteniendo la risa y cogió unos vasos de limonada para Miranda y Carrie, que estaban junto a ellos. Realmente era un hombre de lo más imprevisible.
—Oh, la verdad es que no creo que debamos preocuparnos —murmuró, aunque secretamente estaba encantada con la desaprobación de Joe, que era claramente paternal.
—¿Cómo puedes decir eso? —le preguntó él sin dejar de mirar a la pareja de baile—. Sólo tiene catorce años. Quizás debería tener una charla con el chaval.
Con un enorme esfuerzo, ______ disimuló la risa y le tendió un vaso de limonada. Pero él estaba demasiado ocupado mirando ceñudamente a Becky y a Jeremiah como para darse cuenta de la sonrisa disimulada de su esposa.
Miranda y Carrie estaban totalmente dormidas cuando llegaron a casa. Becky, todavía tarareando la melodía del vals con aire soñador, subió la primera las escaleras con el candil. ______ la seguía con Miranda en brazos y Joe iba detrás con Carrie.
En el pasillo, ______ tomó el candil de manos de Becky.
—Vete a la cama, cariño.
Becky obedeció caminando hacia su habitación como si flotase entre nubes. Joe se giró hacia ______, que la miraba con una sonrisa. Ella le devolvió la mirada y le susurró:
—Creo que se lo ha pasado bien.
Él pensó que se lo había pasado demasiado bien para su tranquilidad de espíritu. Sería mejor que mantuviese vigilado a ese Jeremiah Miller.
—¿Llevas tú a Carrie a la cama? —le preguntó ______ sacándolo de sus pensamientos.
Asintió y llevó a la niña a su habitación. Guiado por la luz de la luna que entraba por la ventana, la dejó en la cama. La apoyó sobre uno de sus brazos y con el otro apartó las sábanas y la dejó con cuidado en el lecho. Luego la tapó y se dirigió hacia la puerta, pero la voz de Carrie lo detuvo.
—¿Papá?
Joe se sentó en el borde de la cama.
—¿Sí?
Abrió los ojos y parpadeó medio dormida.
—Cuando tenga edad para tener una cartilla de baile, tú serás el primero de la lista.
Él sintió una opresión punzante en el pecho, una opresión que le encogió el corazón y lo dejó sin habla. Vio cómo los ojos de Carrie se cerraban. En unos segundos, su pausada respiración le indicó que estaba dormida.
Se inclinó y la besó en la frente.
—Buenas noches, mó cailín —susurró, pero no se levantó. Se quedó sentado un rato mirándola mientras dormía.
Le construiría una casita en el inmenso roble que había junto al huerto, y cuando tuviese una cartilla de baile, se encargaría de comprobar todos los nombres de los chicos que se apuntasen en ella. En cuanto a Becky y Jeremiah, Joe decidió que no iba a permitir que se casase con aquel chico hasta que tuviese por lo menos dieciocho años. Miranda querría seguramente una muñeca nueva para Navidad y un pastel para su próximo cumpleaños. Se imaginó viéndolas crecer y pensó que tendría que tener mano firme, especialmente con Carrie. Pero podía hacerlo. Pensó en los campos de algodón de la finca y se preguntó cuánto costaría la semilla de algodón.
Empezó a visualizarse en el futuro, se podía ver a sí mismo tumbado junto a ______, durmiéndose entre sus brazos. Se podía ver bailando el vals en todos los futuros bailes de la cosecha. Se podía imaginar a sí mismo jugando en el jardín los días de los cumpleaños de las niñas, con ellas y con los otros niños que tendrían ______ y él. Se podía imaginar a ______ riendo con ellos y cantando El patio de mi casa. Era una visión con promesas de cosas que poco tiempo atrás no se habría atrevido a desear.
En el momento en que se dio cuenta de eso, empezó a rechazar todas esas imágenes. De pronto, la imposibilidad de todo ello le golpeó el rostro y eliminó la bruma de lo que sabía que sólo era una fantasía.
Se recordó a sí mismo siendo niño, de pie a las puertas de una panadería de Derry, rodeado de nieve, mirando anhelante el escaparate donde había pasteles y pastas preparados para la Navidad de los ricos. Cómo había apretado la nariz contra el cristal y sentido el hambre revolverle el estómago.
Apartó los recuerdos de aquel niño hambriento y solitario, pero no podía apartar la idea de que, veinte años más tarde, todavía era el mismo niño hambriento, solitario y necesitado de entonces.
Joe se puso en pie y salió de la habitación de Carrie. Pasó por encima de Chester que había ocupado su puesto de centinela en medio del pasillo, y se dirigió a las escaleras. Miró hacia la habitación de ______ y vio la luz que se colaba por debajo de la puerta cerrada. Todavía estaba despierta.
¿Qué estaría haciendo en ese momento? Estaría sentada en el tocador cepillándose el pelo. O tumbada en la cama leyendo un libro. Quizás lo estaba esperando. Alargó la mano hacia el pomo de la puerta, pero se detuvo, dejándola suspendida en el aire. Era sólo una fantasía.
Dejó caer la mano y se alejó, cerrándose a lo que deseaba porque no se creía merecedor de ello.
A la mañana siguiente, después de misa, ______ se fue a casa de los Johnson de visita con las niñas. Joe, que quería acabar el proyecto en el que estaba trabajando, no las acompañó.
Estaba en la caseta cuando oyó ruido de ruedas. Salió y vio un carruaje negro y lustroso tirado por un par idéntico de caballos Morgan que entraba en el patio seguido por Chester, que ladraba furiosamente. El conductor detuvo el carruaje y un hombre al que Joe no había visto nunca, vestido elegantemente y sin duda con recursos, bajó de él. El hombre se dirigió hacia la casa, pero Chester le bloqueó el paso ladrando y el desconocido se detuvo.
Joe se sacudió el polvo de la ropa y cruzó el patio.
—Chester, calla —le ordenó.
El perro obedeció, pero lanzó un largo gruñido antes de sentarse sobre sus patas traseras.
El hombre se echó para atrás el sombrero con la punta de un bastón de ébano y se quedó mirando a Joe fijamente, como si lo estuviera estudiando. Él, que no era de los que se sentían intimidados por una mirada, le estudió con la misma minuciosidad.
—¿Joe Branigan?
—Sí, ¿quién es usted?
—Mi nombre es Hiram Johnson —no le tendió la mano para saludarle, pero siguió mirándolo con una cierta expresión arrogante.
Joe arqueó las cejas.
—¿Tengo que conocer su nombre?
El hombre se puso tenso.
—Soy el suegro de Nick Tyler.
Joe se dio cuenta de quién era y se preguntó cuánto le iban a ofrecer por la tierra en aquella ocasión.
—Cuánto lo siento. Mis condolencias.
Para su sorpresa, el hombre sonrió, pero la suya fue una sonrisa que no le iluminó los ojos.
—Nick tenía razón con respecto a usted. Es un bastardo arrogante.
—Mira qué bien. Yo estaba pensando lo mismo de usted.
Hiram Johnson echó un vistazo a su alrededor.
—Me gustaría charlar con usted, si no le importa. ¿Hay algún sitio donde podamos sentarnos y hablar?
Joe señaló la casa, pero no le invitó al hombre a entrar. Eso hubiera sido una cortesía por su parte y no se sentía dispuesto a ser cortés. Metió a Chester dentro y sacó dos de las incómodas sillas de la cocina de _____ al porche de atrás. Los dos hombres se sentaron.
—Señor Branigan, no soy un hombre al que le guste perder el tiempo y ya se ha perdido demasiado. Iré directo al grano. Nick ya le ofreció tres dólares por acre. Yo doblo esa cantidad.
Sólo por diversión, Joe hizo ver que consideraba la oferta. Después sacudió la cabeza.
—No.
Hiram se quedó sorprendido.
—¿No? —se inclinó hacia adelante—. Son tres mil dólares.
—Gracias, señor Jamison —dijo secamente—. Pero sé sumar.
El hombre enrojeció y Joe supo que era de ira y no de embarazo.
—Es la mejor oferta que vas a obtener —le dijo—. Acéptala, chaval.
«Acéptala, chaval.» Joe se acordó de las palabras de Eversleight de hacía ya tanto tiempo y de la moneda de seis peniques a la que le habría gustado escupir. Se acordó de todos los hombres que había conocido a lo largo de su vida que creían que podían comprar todo lo que querían. Sacudió la cabeza.
—No.
Hiram lanzó un suspiro de impaciencia.
—Está bien, ¿cuánto quieres?
Joe sonrió sabiendo que llevaba las de ganar y disfrutándolo al máximo.
—No tiene tanto dinero.
—Te aseguro que sí lo tengo, dime un precio.
—No tengo precio —dijo Joe poniéndose en pie—. Señor Jamison, esta tierra no está en venta. A ningún precio. Tendrá que construir su ferrocarril en otro sitio.
Hiram se puso en pie, pero no se marchó.
—Está claro que no sabes quién soy. Poseo tres líneas de ferrocarril, una compañía de barcos de vapor, cuatro minas de carbón en Pennsylvania, dos fábricas textiles y media docena de negocios más. Tengo una mansión en Nueva York, otra en Newport y un yate en Cape Cod.
Le lanzó una mirada despectiva a Joe y elevó el tono más nervioso:
—¿Y tú qué eres, chaval? Nada más que otro ignorante irlandés de mierda muerto de hambre, como todos los ignorantes irlandeses de mierda que trabajan para mí, que cargan mis barcos y sacan mi carbón, que sacan brillo a mis botas y me traen el café por la mañana.
Joe había estado esperando pacientemente a que acabase su retahíla, y cuando lo hizo, se cruzó de brazos, le miró a los ojos y dijo:
—Le doy exactamente diez segundos para que se meta en ese elegante carruaje suyo y se marche. Estoy empezando a perder los nervios y, como ya sabe, los ignorantes irlandeses de mierda tenemos mal carácter.
Hiram se dio la vuelta y se alejó, pero se detuvo junto al carruaje y girando la cabeza, dijo:
—Te arrepentirás de esto.
—De eso no me cabe ninguna duda —contestó Joe mientras Hiram Jamison se subía a su carruaje. Una vez más, había desafiado a los poderosos. Estaba claro que nunca aprendería.
Kate le preparó a ______ una taza de té.
—Bueno, ¿y cómo va la vida de casada? —le preguntó sentándose frente a ella en la mesa de la cocina.
_____ miró fijamente la taza observando su reflejo ondulante en la bebida y no contestó.
—¿Tan bien?
La joven se mordió el labio y negó con la cabeza.
—No va mal, de verdad. Es tan bueno con las niñas y ellas lo adoran. Sólo desearía…
—¿Qué?
—Desearía que se pudiera abrir un poco —explicó ______, y acabó contándole toda la historia, cómo le había encontrado, lo que sabía de él, lo que había pasado en Monroe. Todo—. Ahora está tan encerrado en sí mismo —acabó mirando el té fijamente—. No duerme conmigo, Kate. Ni siquiera se acerca a mí.
Su amiga empezó a reírse y ella levantó la cabeza.
—¿De qué te ríes?
—La mayoría de mujeres casadas se quejan justo de lo contrario.
Kate suspiró al ver la cara de desolación de ______.
—Querida, la vida de casada nunca es fácil. Para nadie. Todas las parejas tienen problemas y lleva su tiempo solucionarlos. Nosotros nos peleábamos como el perro y el gato cuando nos casamos. Todavía lo hacemos a veces.
—Me gustaría que Joe y yo nos peleásemos —dijo _____- apoyando la barbilla en la mano—. Pero no hablamos lo suficiente como para pelearnos. No quiere estar casado. Nunca lo ha disimulado.
—Bueno, le guste o no, ahora está casado.
—Sólo porque no tenía elección.
—______ —Kate dejó su taza de té a un lado y la miró con severidad—, si no puedes asumir las consecuencias, no debes actuar como si pudieses. Por supuesto que tenía elección. Nadie le obligó a acostarse contigo.
_______ se puso como la grana y no se atrevió a levantar la vista.
—Es un hombre maduro, ______, y sabía lo que estaba haciendo. Lo peor que puedes hacer es culparte a ti misma.
—¿Y qué hago?
—Dale tiempo, creo que acabará por acercarse a ti.
_______ levantó la vista.
—No me quiere.
—¿Te lo ha dicho?
—No con estas palabras, pero…
—Y tú, por supuesto, le dices cada mañana lo mucho que le quieres.
Sorprendida, ______ se irguió en la silla.
—Bueno, no; de hecho, no se lo he dicho.
—¿Por qué no?
—Porque me da miedo que si se lo digo salga corriendo —confesó con la boca pequeña.
—Cuando me casé, mi madre me dio un consejo que nunca olvidaré. Ya que tu madre no tuvo esa oportunidad, te diré lo que me dijo la mía. Me dijo que lo más importante de un matrimonio no es el amor, aunque también es importante. No es el dinero, aunque es de agradecer. Ni tampoco los niños, aunque normalmente van en el mismo paquete. Lo más importante es la confianza.
Alargó la mano por encima de la mesa y le apretó a ______ la suya animosamente.
—Creo que has escogido a un buen hombre. Ahora sólo tienes que tener fe en él. Por lo que me has contado, ha tenido una vida dura. Un hombre así no puede ir con el corazón en la mano, pero eso no significa que no tenga corazón.
—Gracias, Kate.
Ésta hizo un gesto de indiferencia con la mano.
—No hay de qué. Además, la próxima vez que Oren y yo nos peleemos, iré a llorar sobre tu hombro.
En medio de la noche, Carrie tuvo una pesadilla. Joe le oyó gritar «¡Papá! ¡Papá!» y subió las escaleras de dos en dos hasta su habitación. Cuando llegó, sus hermanas y ______ ya estaban allí. Ésta estaba sentada junto a la niña en la cama, acunándola. Carrie levantó la vista cuando él entró en la habitación, ignorando a Becky, a Miranda y al siempre fiel Chester.
Joe fue hasta la cama y se sentó. ______ la dejó ir suavemente y él tomó en sus brazos a una Carrie sollozante. Sus gemidos de miedo le llegaron al corazón. La pequeña Carrie que nunca tenía miedo de nada.
______ miró a sus otras dos hijas.
—Todo va bien —dijo suavemente—. Volved a la cama.
Las niñas se fueron llevándose a Chester con ellas, y ______ volvió a centrar su atención en Carrie, mientras Joe la sujetaba entre sus brazos y le musitaba palabras suavemente.
—Sha, sha (ala, ala; expresión tranquilizadora )—murmuró acariciándole el pelo—. Sha sha. Bermíd go Maite(todo va bien.
). Tá mé anseo (estoy aquí.
)—repitió en su dulce gaélico una y otra vez hasta que los sollozos de Carrie se transformaron en hipidos.
La apartó y le secó las lágrimas de las mejillas.
—¿Mejor?
Ella asintió, pero cuando él se movió para irse, le agarró: —No te vayas, papá.
—No me iré a ningún sitio, pequeña —se cambió de postura para poder apoyarse en el cabezal y aguantar a la niña en su regazo. Ella apoyó la cabeza en el pecho de Joe y cerró los ojos. Este miró a _____, que estaba sentada a su lado en la cama de Carrie, pero no dijeron nada. Al cabo de unos minutos, bajó la vista para mirar a la niña.
—¿Está dormida? —preguntó.
Joe asintió. Moviéndose con cuidado, se incorporó y la dejó sobre la cama, subiéndole las sábanas hasta la barbilla. Se inclinó y le plantó un beso en la mejilla.
—Buenas noches, mó paisté.
_____ también le dio un beso a Carrie y después los dos salieron de la habitación, cerrando la puerta y deteniéndose en el pasillo.
—Tendrás que enseñarme algo de irlandés —le dijo ______—. Parece que funciona.
—Tengo todavía algo de whisky, pero pensé que no me dejarías dárselo.
Ella le lanzó una mirada remilgada.
—Has pensado bien. En esta casa no habrá whisky. —De pronto le sonrió—. Oh, por Dios, me dije a mí misma que no diría estas cosas. Señor Branigan, me temo que tu mujer es una quejica.
«Mi mujer —pensó él—, mi mujer.»
Le acarició la cara, le rozó la mejilla y le pasó el pulgar por las pestañas. Pasó los dedos por el cabello de ________ y deslizó su otra mano a la altura de su cadera para acercarla hacia él.
No podía luchar, no quería luchar. Lo único que quería era besarla y acariciarla y tomarla. Quería complacerla, protegerla y hacer que se sintiese feliz por haberse casado con él. «Su mujer.»
—______… —querría haber dicho algo más que sólo su nombre, pero no pudo. No podía pronunciar las palabras que expresasen lo que quería. Lo único que podía hacer era tomarlo.
Le soltó el cabello y, por detrás de su espalda, alcanzó el pomo de la puerta. La abrió y empujó a _____ dentro del dormitorio que deberían haber estado compartiendo desde el principio. Ella entró sin resistirse, y una vez estuvieron dentro, Joe cerró la puerta e incluso se acordó de echar el cerrojo.
En la oscuridad, buscó sus labios y le dio un beso largo y profundo. La tomó por la cintura y extendió sus dedos en su espalda para atraerla hacia él. Le besó la barbilla, la delicada curva de su cuello, y buscó hasta encontrar el botón superior de su camisón.
______ le rodeó el cuello con los brazos.
—Oh, Joe —le susurró al oído—. Sí, sí.
Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no arrancarle a tiras el camisón. Le temblaban las manos mientras procuraba contener su deseo un poco más. Deslizó las manos hacia abajo y empezó a desabrochar los botones perlados, uno a uno, hasta que los veintiséis estuvieron sueltos. Tomó las solapas de la prenda y la deslizó por sus hombros, cayó por sus brazos y se quedó suspendida a la altura de sus caderas.
Joe la dejó allí y subió las manos por sus costillas hasta tomar su larga coleta. Le quitó el lazo que la sujetaba y el cabello de ______ cubrió sus manos. Acarició su sedoso cabello, grueso y pesado mientras saboreaba la piel caliente de su cuello y sentía el ritmo frenético del pulso de _______ contra su lengua bajo la curva de su mandíbula.
Amaba su pelo, su piel, sus pechos, su aroma, su corazón; toda su dulzura le arrastraba poderosamente sin que su voluntad pudiera resistirse. Le alarmaba y le embelesaba.
Le habría gustado que hubiera luz para poder verla, pero con las manos pudo seguir sus formas, su pecho, su cintura, sus caderas.
Dio un empujón al camisón y éste se deslizó por las caderas hasta el suelo. La acarició entre sus muslos y la sedosa calidez que halló le indicó la excitación de ______. Notó satisfecho los escalofríos que recorrían el cuerpo de ______ mientras él movía adelante y atrás las yemas de sus dedos.
Los brazos de ______ se tensaron alrededor de su cuello y Joe oyó cómo su respiración se hacía más rápida y se transformaba en pequeños jadeos cuando encontró el lugar que más le complacía. De pronto, el cuerpo de ______ se arqueó y ella lanzó un grito, un gemido penetrante que ahogó contra su hombro.
No podía aguantar un instante más. Apartó su mano y la levantó con los brazos para llevarla hacia el contorno en penumbra de la cama con dosel. La colocó sobre el alto colchón y empezó a tirar de los cordones de su camisa y sus pantalones con movimientos impacientes, lanzando una maldición cuando tuvo que detenerse para quitarse las botas. Cuando por fin estuvo desnudo, se acostó junto a ella, sin molestarse en buscar el taburete ya que sólo le habría servido para perder tiempo.
—Dios —murmuró—, para ser una mujer que tiene miedo a las alturas, tienes una cama endiabladamente alta, señora Branigan. —La besó antes de que ella pudiera siquiera pensar en amonestarle por haber lanzado un juramento.
La cubrió con su cuerpo y ella le recibió con un abrazo. Separó sus piernas, invitándole a entrar. Él deslizó sus manos bajo sus hombros, apoyando el peso en sus antebrazos, y la penetró despacio. Le había hecho daño la noche de Monroe, y aunque notaba que ella estaba lista y abierta para él, luchó para contener la fuerza imperiosa que latía en su interior. Pero cuando _______ pronunció su nombre arrastrando las letras, de aquel modo tan suyo, tímido e increíblemente erótico, perdió el control y se olvidó de su intención de actuar con ternura.
Quería poseerla por completo. Sus movimientos cada vez eran más imperiosos. Sintió crecer la tensión dentro de él conforme seguía moviéndose rítmicamente, hasta que _______ se estremeció debajo de él y oyó los sofocados gemidos sorprendidos del éxtasis femenino. Después Joe sintió el ardiente, vibrante y explosivo clímax como un estallido de pólvora.
Se dejó caer sobre ella y hundió el rostro en la curva de su cuello, abrazándola con fuerza. No se movió durante mucho rato, pues estuvo deleitándose con el tacto de las yemas de los dedos de ______ acariciándole la espalda en hipnóticos círculos, hasta que sintió que estaba cayendo en un maravilloso letargo.
Al darse cuenta, se puso tenso:
—Debo estar chafándote —murmuró. Se movió un poco y se separó de ella incorporándose sobre sus manos para marcharse. Pero los brazos de ______ le agarraron casi con furia, y él supo que había adivinado sus intenciones. Ella levantó la cabeza y le besó.
—No te vayas —le susurró con la boca pegada a la suya—. Quédate conmigo.
Podría haberse desprendido de su abrazo sin esfuerzo, pero su voz y su beso le conquistaron. Se dejó caer despacio apoyándose sobre la espalda y tendiéndose junto a ella. Pasó una mano por debajo del cuerpo de _______ y la atrajo hacia él. Ella se acomodó entre sus brazos apoyando la mejilla en su hombro con un suspiro de satisfacción.
—Duerme, _____ —le dijo—. No te dejaré, á mhúirmín(mi amor).Duérmete.
Joe supo al momento que lo estaban atando con correas. Sintió las tiras de piel sobre su cuerpo y luchó hasta liberarse. Ya libre, se movió hacia los lados con una fuerza salvaje y lanzó una maldición al tiempo que rodaba hacia el borde de la mesa, con la única idea de huir, de escapar. Pero de pronto todo dio vueltas y cambió y estaba en una habitación a oscuras. No había carceleros, y lo que había pensado que era una mesa era un suave desnivel en el colchón de algodón. Desorientado, se sentó y parpadeó. La suave luz de la luna entraba por la ventana. El único sonido que había era su propia respiración agitada.
Se dio la vuelta y vio a ______. Entonces recordó dónde estaba.
Ella estaba sentada en un rincón del colchón, con las rodillas apretadas contra el pecho. Tenía el cabello suelto enredado y con la sábana agarrada con los puños se tapaba el cuerpo. Estaba totalmente inmóvil y lo observaba con una expresión de consternación y de miedo.
«Oh, Dios.»
Se echó hacia adelante con un gruñido y hundió la cara en las manos.
—Creía que me estaban atando de nuevo, pensé… —se calló de repente.
—Era yo —susurró—. Te estaba abrazando.
Joe sacudió la cabeza.
—No quería que me vieses así —murmuró sin mirarla—. No quería que lo vieras.
El colchón se hundió cuando ____ se acercó a él para tocarle el hombro.
—Joe, ya lo había visto. Te cuidé durante cuatro noches, ¿te acuerdas?
—Pero entonces no te conocía —gimió angustiado, apartándose de su caricia—. Ni siquiera sabía que estabas aquí.
Sintió que todo se desmoronaba, todas sus ilusiones, sus deseos, su nuevo futuro con ella, un futuro pacífico y seguro. No había nada seguro. Nada.
—¿Te he…? —lanzó un profundo suspiro y levantó la cabeza clavando la mirada en la puerta cerrada—. ¿Te he hecho daño?
—Claro que no.
—No está tan claro, pequeña —dijo despreciándose a sí mismo—. Podría haberte hecho daño.
—Pero no lo has hecho —ella le puso las manos en los hombros y apretó los labios contra su espalda—. Te amo —le dijo contra su piel.
Joe sintió que empezaba a temblar por dentro. Apartó las sábanas, salió de la cama y cogió su ropa.
—No me amas.
—Sí, te amo.
Él empezó a vestirse. Se puso los calcetines y los calzoncillos y alargó la mano para coger los pantalones. Se los puso sin poder evitar su gran agitación.
—No, no me amas. No puedes amarme.
—Joe, no puedes decirme lo que siento. Te amo. No puedo hacer nada si no me crees.
Él le dio la espalda y se abrochó los pantalones.
—No me amas —insistió, y atravesó la habitación manteniéndose de espaldas a ella—. Es imposible. Ni siquiera me conoces.
—Te conozco mejor de lo que crees.
El temblor que había empezado en su interior se hizo más agudo y Joe trató de disimularlo.
—¿De verdad? —se giró hacia ella con una furia salvaje. Quería impresionarla, conseguir apartarla de él—. ¿Qué es lo que sabes? ¿Sabes que he robado, que he hecho trampas, que he mentido? Incluso que he matado. Y me amas, ¿verdad?
_______ no parecía ni sorprendida ni espantada. Ni siquiera se la veía horrorizada. Sólo lo miró con gesto paciente y con infinita ternura.
No podía soportarlo. Cerró los ojos para no verlo. No podía saberlo, no podía comprenderlo y seguir mirándolo así, como si le quisiera. Era imposible.
Vergüenza. No importaba dónde fuese ni lo que hiciese, siempre le acompañaba. Era una mancha que le contaminaba y que no podía borrar. Se dio la vuelta y miró la ventana iluminada por la Luna.
—______, no tienes ni idea de lo que soy, de lo que he hecho.
—¿Y por qué no me lo cuentas?
Tomó aire con fuerza y se enfrentó a ella, se enfrentó al momento de la verdad.
—Está bien —dijo con rotundidad—. Haré mi admhaím.
—Admhaím —pronunció ella con cuidado—. ¿Qué quiere decir?
—Confesión. Supongo que es bueno para el alma, ¿no?
Suzzey
Re: "Un Lugar Para Joe"
Joe Jonas regreso Aspen Grove y decubrio q la vida de aquella ciudad aletargada del oeste no habia cambiado mucho.
sus habitantes se negaban obstinadamente a ver en el hombre q se habia convertido todos menos ________ telfor. _______ si q se fijo en el reservado ranchero y le dio la oportunidad cuando los demas rehuian, aun asi ______ se aferraba a los recuerdos de su difunto marido (Kevin Les parece bien o quieren a nick o a quien opinen) por miedo a los sentimientos que Joe hacia surguir en su corazón. y aunq joe se habia prometido demostrar su valia a la ciudad.
¿podra demostrarle a _________ que era merecedor de su amor?
espero q les guste la sipnosis de la siguiente adaptacion, tal vez siempre suba historia parecidas me me encantan donde el hombre no es perfeto, auq opinen q tipo de novela les gustaria leer para ver si encuentro una o bien se me ocurra una
PD: mañana cap de mi otra novela
sus habitantes se negaban obstinadamente a ver en el hombre q se habia convertido todos menos ________ telfor. _______ si q se fijo en el reservado ranchero y le dio la oportunidad cuando los demas rehuian, aun asi ______ se aferraba a los recuerdos de su difunto marido (Kevin Les parece bien o quieren a nick o a quien opinen) por miedo a los sentimientos que Joe hacia surguir en su corazón. y aunq joe se habia prometido demostrar su valia a la ciudad.
¿podra demostrarle a _________ que era merecedor de su amor?
espero q les guste la sipnosis de la siguiente adaptacion, tal vez siempre suba historia parecidas me me encantan donde el hombre no es perfeto, auq opinen q tipo de novela les gustaria leer para ver si encuentro una o bien se me ocurra una
PD: mañana cap de mi otra novela
Suzzey
Re: "Un Lugar Para Joe"
Aaaaaaa!!!!!
Joe no se pudo resistir a estar con la rayis!!!
Ashhh pero si es terco..la rayis lo ama y punto..no hay vuelta de hoja con eso, ademas de que el mismo ya esta haciendo planes para un futuro jejejeje
Y bueno ya es hora de q le cuente todo a la rauis
Y claaaaro que me gusto la sinopsis de la nueva nove!!!!
Como siempre me encanta lo que subes :)
Y con respecto a una nove q quiera, no se tal ves una en donde sea el quien enamore y busque a la mujer, es que siempre son ellas las que dan el primer paso y tiene paciencia, ya es hora de que ellos busquen y se esfuercen jejejeje
Beshitossss
Joe no se pudo resistir a estar con la rayis!!!
Ashhh pero si es terco..la rayis lo ama y punto..no hay vuelta de hoja con eso, ademas de que el mismo ya esta haciendo planes para un futuro jejejeje
Y bueno ya es hora de q le cuente todo a la rauis
Y claaaaro que me gusto la sinopsis de la nueva nove!!!!
Como siempre me encanta lo que subes :)
Y con respecto a una nove q quiera, no se tal ves una en donde sea el quien enamore y busque a la mujer, es que siempre son ellas las que dan el primer paso y tiene paciencia, ya es hora de que ellos busquen y se esfuercen jejejeje
Beshitossss
Julieta♥
Re: "Un Lugar Para Joe"
Siguelaaa
Ashh es que Joe no entiende que la rayis lo ama ...
Y me encanto la sinopsis de la otra nove la leeré cuando la subas....& ya quiero cap! ;)
Ashh es que Joe no entiende que la rayis lo ama ...
Y me encanto la sinopsis de la otra nove la leeré cuando la subas....& ya quiero cap! ;)
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Un Lugar Para Joe"
porfavro joe
no ve que ella lo ama
no sea tonto!!
porfavor mas cap mas ap!!!
la nueva nove se ve super
no ve que ella lo ama
no sea tonto!!
porfavor mas cap mas ap!!!
la nueva nove se ve super
andreita
Re: "Un Lugar Para Joe"
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHH
POR FIN JOE NOS ABRIRAAAAA SU CORAZOOONNN
JEJEJE SIGUELA PORFAAAA Y SIII AMI ME GUSTAAANNN ESE TIPO DE NOVES ASI QUE SUBE PRONTO LA NUEVAAAA
POR FIN JOE NOS ABRIRAAAAA SU CORAZOOONNN
JEJEJE SIGUELA PORFAAAA Y SIII AMI ME GUSTAAANNN ESE TIPO DE NOVES ASI QUE SUBE PRONTO LA NUEVAAAA
chelis
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