falling for you.

Ahí está él, hermoso y deslumbrante como siempre. Con su espléndida mirada verde esmeralda fijamente puesta en la pantalla de su Iphone, y una tímida sonrisa dibujada en sus labios, mientras lee con total atención las recientes menciones que recibió en Twitter por parte de su infinito centenar de fanáticas. Aquellas chicas verdaderamente están enamoradas de él, tal vez tanto como yo lo estoy. Y es totalmente entendible sentirse de esa forma, ya que es alguien extremadamente dulce y atento, carismático, educado, elegante, pero sobre todas las cosas, agradecido. Realmente está agradecido por todo lo que aquellas chicas hacen por él. Verdaderamente las ama.
 
— ¿Está todo bien, cariño? —pregunta, desviando la vista del aparato, para luego fijarla en mí, que me encuentro tontamente observándolo recostada a su lado.
 
Su voz, ronca, dulce, lenta y profunda, logra traerme una vez más a la realidad, a esa realidad que tanto me gusta desde que lo conozco, una maravillosa y a su vez casi surrealista rutina junto a él.
 
— Si, todo bien.
 
Sonríe, con cariño, logrando provocar que un imprudente estremecimiento cruce por mi espalda ante su sincero gesto de afecto. Lo amo, demasiado, y eso me asusta. Me asusta sentir tanto con alguien. Alguien a quien no creo merecer en lo absoluto, simplemente por ser de mundos totalmente distintos. Él, un cantante mundialmente conocido como Harry Styles, mientras que yo, una simple estudiante universitaria.
Noto como me observa de reojo, y solo con un veloz movimiento de su parte, segundos después, me encuentro acostada sobre su desnudo pecho. Suspiro, llenando mis pulmones de su magnífico aroma. Menta. Huele malditamente bien, y tengo ganas de golpearlo por eso. Me frustra que sea tan perfecto, tan él.
 
— Dime que te preocupa —pide en un susurro, y deposita un cálido beso en mi coronilla.
 
Sus largos dedos se escabullen por debajo de mi camiseta, y se encargan de trazar figuras totalmente abstractas en la cálida piel de mi espalda baja. Mis ojos se cierran inconscientemente ante las reconfortantes sensaciones que un toque tan simple como este pueden transmitirme. Porque la verdad es que siempre fui débil ante él, siempre permití que sus caricias, sus besos y sus palabras me arrastren lejos de este mundo, siempre me entregue a él como nunca lo he hecho con nadie más. De repente, abro los ojos nuevamente, y siento como todo mi cuerpo se estremece una vez que sus grandes manos despojan de mi torso aquella delgada prenda, dejándome solo en ropa interior bajo el escrutinio de su profunda mirada.
Aún me avergüenza que me vea en ese estado. Es completamente tonto, lo sé, pero la timidez aún no logra esfumarse enteramente de mí organismo.
Sin embargo, en ese instante aquello no me importa demasiado, no cuando oigo las palabras que salen de sus labios, y me percato de que me arrebata la oportunidad de confesarle mi jodida inseguridad en cuanto a nuestra relación.
 
— Te amo.
 
Inevitablemente, mi vista se nublo al oír su confesión, y un gran nudo se hizo lugar en mi garganta, impidiéndome hablar. Esto, es totalmente nuevo para mí, para él.
En todo el tiempo que hemos estado juntos, nunca fuimos capaces de pronunciar esas dos palabras tan significativas, tan profundas. Tan cargadas de promesas por cumplir, amor, futuro.
La realidad, era que solo pocas personas confiaban realmente en lo que nos pasaba. Simplemente porque Harry era alguien no digno de confiar en cuanto al amor. Enamorarse no era su fuerte. Y tarde o temprano, jamás lograba comprometerse por completo con una relación. Y en cuanto a mí, era lo suficientemente complicada como para no tener el atrevimiento necesario de comenzar una relación estable y duradera. Lo nuestro, tan solo había comenzado como algo de una sola noche, pero el destino se había encargado de hacernos una sorpresiva jugada, provocando así que nuestra relación creciera día a día, beso a beso, caricia a caricia.
 
— Te amo.
 
Repite, y une sus labios a los míos. Son tan suaves, tan dulces, completamente adictivos. Podría pasar horas enteras explorando cada rincón de su boca. Sus manos se aferran con firmeza a mis caderas, y en cuestión de segundos, gira y me encuentro debajo de su cuerpo, acorralada entre el esponjoso colchón y su musculosa anatomía, con su boca aún recorriendo la mía, con lentitud, con amor. Sus besos me enloquecen. Me hacen sentir dueña del mundo por ese pequeño transcurso de tiempo. Soy totalmente afortunada de tenerlo a mí lado.
Cuidadosamente se separa, con su respiración jadeante al igual que la mía. Abro los ojos, y me encuentro con los de él, fijos en los míos. Nuestros colores se mezclan, y me pierdo por incontable vez en el día, en su magnífico color verde. Son cálidos, profundos, y tienen el talento de expresar cada uno de sus pensamientos, sin necesidad de decir palabra alguna.
Mis manos, que se encuentran plácidamente descansando sobre sus hombros, ahora se desplazan hacía su ancha espalda. Acaricio lentamente con la yema de mis dedos su piel desnuda. Arrebatándole infinitos estremecimientos, que provocan una juguetona sonrisa en mis labios. Me observa detenidamente con sus cejas en alto, y emoción recorre mi organismo cuando noto el conocido brillo que cruza su mirada. Me recuerda a nuestra primera noche juntos. Cierro los ojos ante el imponente recuerdo, y acerco instintivamente su rostro más a mí. No quiero estar lejos de él, jamás. Sonríe sobre la sensible piel de mi cuello, y deja un camino de húmedos besos sobre ella, hasta detenerse en mi mentón y morderlo con suavidad. Me estremezco de placer, y suspiro.
 
— Harry —susurro, e inesperadamente un temblor sacude mi cuerpo cuando  sus grandes manos toman mi rostro, y sus pulgares comienzan a masajear con cuidado mis pómulos, mientras sus labios rozan tortuosamente los míos—. Tengo miedo, Harry.
— ¿Por qué? —pregunta con tranquilidad.
— Porque vivimos en realidades muy distintas —giro mi cabeza hacia un costado, y contengo múltiples sollozos en mi garganta—. Te cansaras de mí, Harry. Esta relación tal vez…
— No.
 
Interrumpe mis palabras, y sin demasiados preámbulos vuelve a besarme. Gimo al momento en que sus expertas manos recorren mi vientre, y luego uno de sus dedos se detiene en mi ombligo, y lo acaricia con extrema lentitud. Torturándome cruelmente.
Me aterra pensar que algún día podría perderlo. No quiero. Estar con él, es casi vital para mí. Lo amo demasiado.
 
— Me atrapaste, cariño. Y ya no hay vuelta atrás —muerde mi labio inferior, e impulsivamente mis piernas rodean su cintura, manteniéndolo desesperadamente cerca mío—. Quiero que me acompañes en cada nueva experiencia que tenga que vivir. No quiero perderte, jamás.
 
Tan solo necesitaba escuchar eso, para saber que jamás lo perderé. Él, es mí oxigeno, y ya no hay vuelta atrás. Caí por él, enamorándome completa e irremediablemente.
 
— Te amo, Harry.