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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Drugs ― Novela Colectiva
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Re: Drugs ― Novela Colectiva
wow soph, capitulaso(? que asco da jennifer, y joshua, pobre :c me ha encantado el cap really, espero el siguiente, aunque creo que me toca a mi._.
vendetta.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
Te informo que tu novela carece de la ficha reglamentaria. Pasa por las reglas y edita el primer mensaje o correrás el riesgo de que borremos tu historia sin aviso previo. Posees un plazo de 48 horas para cambiar lo requerido.
holiscrayolis
Re: Drugs ― Novela Colectiva
listo, y perdón debí olvidarlo.
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
my love estoy mega super ausente lamento no haberme conectado ni nada me puedes pasar al final de la ronda o subo a la siguiente son una estúpida lo siento pero la escuela me tiene hasta el tope y sigo in tener lap. luego cometo. y de verdad espero que me perdones es mi culpa que se allá estancado los siento tanto
Karou.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
;-; seguía vendetta
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
Seguia yo? Gad dammit lo pregunte porque ponia que seguia karou y como nadie me respondio pense que no seguia yo. Shit, lo siento, yo tambien quiero seguir con esta colectiva, so cuantos dias me quedan?
vendetta.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
escribelo cuanto antes plz, es lo único que pido ;-;
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
Okay zoe, me pondre cuanto antes y supongo que el lunes o el martes va a estar listo. Perdoname pls.
vendetta.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
Capítulo 04
by bowie
La una de la madrugada estaba por llegar, y el local se vaciaba lentamente. Mi última tarea como camarera era atender a un par de hombres que se sentaban en una mesa en el medio del local, pero mi mente no podía pensar en otra cosa que en Scott. Todas las noches a la misma hora desde que yo trabajaba aquí, se sentaba apartado de todos, en una esquina la cual siempre tenía cuidado con que nadie se sentara a parte de él, y pedía un café y un muffin relleno de chocolate negro con pepitas de chocolate aún más negro. Pero últimamente no aparecía por la cafetería Mercurex, y aquella larga tarde, a raíz de que llevaba un día pésimo y solo quería ver, ni que fuera por tres segundos, al chico de mis sueños, el cuál para variar, no apareció, perdí los estribos. ¿Dónde se habría metido? Mis ojos se centraban en la puerta de entrada, con las mínimas esperanzas puestas en que aparecería dando alguna excusa de por qué llegaba a esas altas horas, pero los minutos pasaron y llegó el final de mi turno.
—¿Te vienes Mel? Puedes pasarte por mi casa y te preparo una infusión o algo. —me preguntó mi compañera de turno, Kat.
—No, tranquila, ya cerraré yo. —respondí.
—¿Estás segura? —asentí como respuesta— Lo he intentado, hasta mañana entonces. —se despidió con una sonrisa enorme en su cara y desapareció por la puerta.
Seguí esperando, apoyada en el mostrador, hasta, probablemente las dos de la madrugada, pero Scott seguía sin aparecer. Sabía que no lo haría, era tardísimo y se suponía que el local ya había cerrado, pero aquél día deseaba verlo con todas mis fuerzas.
Finalmente, después de cuatro tazas de café solo y doble de azúcar, me rendí. Cogí mi bolsa y mi chaqueta y cerré Mercurex con llave, hasta el día siguiente. Anduve lentamente por las calles porque no llevaba dinero ni tarjeta para el bus nocturno, así que no podía permitirme el transporte público.
La noche no era especialmente fría, así que no llevaba puesta mi chaqueta, lo cual hacía que mi blanquísimo uniforme con la placa “Mi nombre es: Melanie” de la cafetería, deslumbrara más de lo que debía. Caminé hasta un parque, en dónde, para llegar a mi apartamento, tenía que girar a la izquierda, luego a la derecha y luego a la izquierda de nuevo, pero me senté en un banco a esperar, de nuevo. No sabía a quién ni por qué esperaba, pero lo hacía. Bueno, esperaba a Scott, pero había un 0'01% de probabilidades de que decidiera pasarse por allí una noche como a aquella a las dos de la madrugada.
Aquél estúpido chico al que conocí en primero por una jugada del destino, había conseguido cambiar totalmente el rumbo de mi vida. En vez de ser una joven en el último curso del instituto, soltera y sin compromiso alguno a parte de estudiar un poco y divertirse al máximo, era una chica atada a un chico que, probablemente ni sabía que existía, pero que para ella era el mundo entero, o mejor dicho, Melanie Highsmith.
Quienquiera que estuviera allí arriba controlándolo todo debió escuchar mis lamentos, porque minutos más tarde vi —a unos 15 metros de dónde estaba sentada— a Jack Mirlow, un chico alto, rubio y bastante guapo que, casualmente, tocaba en el mismo grupo que Scott. No debió verme, ya que pasó sin mirarme, —porque si a las dos de la madrugada ves a una chica sentada en un banco con un uniforme un poco destapado, lo mínimo que haces es mirarla— y tras pensármelo durante quince milésimas de segundo, decidí levantarme y seguirle.
El chico caminó por avenidas, calles y callejones, y yo lo seguía lo suficientemente cerca como para no perderlo de vista, pero no tanto como para que me oyera. A medida que íbamos avanzando, reconocía menos aquellos andares de la ciudad que no había visto nunca.
“¿Por qué se me habría ocurrido seguirlo?” o “¿Cómo volveré a casa?” eran algunos de los pensamientos que se me ocurrían a medida que los minutos pasaban y Jack no paraba, pero al cabo de unos quince minutos de estrés completo, paró. Estábamos en un callejón sin salida, con tan solo una puerta metálica y gris en la pared izquierda, que no estaba muy a la vista de los paseantes que andaban normalmente por aquella zona.
Jack se acercó lentamente a la puerta mirando a los lados, pero yo ya me había escabullido detrás de un contenedor de basura. Llamó cinco veces al ritmo de una melodía lo suficientemente lento y claro como para que lo memorizara y desapareció cuando la puerta se abrió tan solo para que una persona pasara.
Me quedé en blanco. Aquello era rarísimo. ¿Entraba? ¿Me iba a casa? ¿Cómo? No sabía ni dónde estaba. Lo único que podía hacer era entrar en aquel lugar desconocido para mí, y descubrir al menos, preguntando a Jack, cómo se volvía al centro de la ciudad.
Me acerqué aún más lentamente de lo que lo había hecho Jack segundos antes y llamé exactamente igual que él a la puerta. Cinco veces. La puerta se abrió lentamente, a la vez que mis piernas temblaban de miedo, porque a decir verdad, temía a lo que podía encontrarme allí.
—Pasa. —susurró un hombre con una voz grave y clara, aunque en un tono casi imperceptible.
Conseguí entrar por aquella ranura que el hombre había dejado para que pasara y me encontré en una habitación a oscuras, casi completamente. El hombre me cogió por los hombros y por un momento pensé que iba a morir allí mismo, pero me guió hacia otra sala, y hasta que mis ojos no se acostumbraron a la luz, no pude ver dónde estaba.
Era una sala bastante grande; en el medio, la gente bailaba al ritmo de música del siglo veintiuno, la cual un DJ mezclaba y una y otra vez usando unos grandes discos. Era claramente una fiesta. ¿Por qué tanta seguridad para una simple fiesta? Busqué por todos los rincones a Jack, no tenía que ser tan difícil, y entonces lo vi, estaba con Scott, y comprendí en seguida el por qué del gorila en la puerta, y los cinco golpes en la puerta. Una palabra, DROGAS.
Aquella fiesta estaba repleta de drogas a más no poder: Tabaco, Alcohol, Marihuana, Cocaína, Heroína, Anfetaminas, Ecstasy, Crack… Era como un supermercado de drogas. Cada asistente sostenía, al menos, una botella de alcohol o un cigarrillo.
Scott. Estaba sosteniendo una botella de licor a la vez que hacia una carrera para ver quien aspiraba más cocaína. ¿Qué pintaba él allí? Nunca lo había visto ni bebiendo alcohol, ni fumando. Empezaba a notar que me faltaba aire. No podría seguir allí mucho tiempo más, aquél oxigeno estaba repleto de humo.
Me disponía a salir, cuando de repente una chica—drogada y sin tener consciencia de sus acciones— me cogió y me tiró del brazo. Me empujaba hacia el lugar en dónde estaban Jack y Scott, y a pesar de mi contrafuerza, consiguió llevarme hasta allí. Estaban con un grupo de gente, consumiendo todo tipo de drogas, y cuando llegué allí, todos los componentes me miraron de arriba abajo. A parte de Scott y Jack, reconocí a dos personas más, las cuales también formaban parte de la banda de Scott.
—Madison, ¿verdad? —soltó Scott de repente con una sonrisa en la cara y la botella aún en la mano.
Se notaba de lejos que iba borracho, colocado y de todo, pero que hubiera casi encertado mi nombre, hizo que mi barriga diera una vuelta de ciento-ochenta grados.
—Más o menos. Es Melanie. —contesté llevandome un dedo al pequeño letrero doraro de mi uniforme.
—Lo que sea. —dijo con una risita estúpida al final— Dime Madison, ¿has probado esta delicia? —enseñó su mano, que sujetaba un porro de marihuana casi por estrenar.
—Claro que no, ni estoy dispuesta a ello.
Scott hizo una mueca de burla mirando a los otros, los cuales se reían, de mí. ¿Yo, probar la droga? Ni siquiera era aficionada al alcohol ni al tabaco.
—Pensé que tú… no sé… podrías probarlo… al menos.
Seguía con la misma sonrisa estúpida. Sabía que no era consciente de nada, y que a la mañana siguiente no se acordaría ni de mi cara, pero tenía la oportunidad de entrar, de una vez por todas, en su vida, y no iba a desaprovecharla, para nada.
—Dame ese puto porro.
—¿Te vienes Mel? Puedes pasarte por mi casa y te preparo una infusión o algo. —me preguntó mi compañera de turno, Kat.
—No, tranquila, ya cerraré yo. —respondí.
—¿Estás segura? —asentí como respuesta— Lo he intentado, hasta mañana entonces. —se despidió con una sonrisa enorme en su cara y desapareció por la puerta.
Seguí esperando, apoyada en el mostrador, hasta, probablemente las dos de la madrugada, pero Scott seguía sin aparecer. Sabía que no lo haría, era tardísimo y se suponía que el local ya había cerrado, pero aquél día deseaba verlo con todas mis fuerzas.
Finalmente, después de cuatro tazas de café solo y doble de azúcar, me rendí. Cogí mi bolsa y mi chaqueta y cerré Mercurex con llave, hasta el día siguiente. Anduve lentamente por las calles porque no llevaba dinero ni tarjeta para el bus nocturno, así que no podía permitirme el transporte público.
La noche no era especialmente fría, así que no llevaba puesta mi chaqueta, lo cual hacía que mi blanquísimo uniforme con la placa “Mi nombre es: Melanie” de la cafetería, deslumbrara más de lo que debía. Caminé hasta un parque, en dónde, para llegar a mi apartamento, tenía que girar a la izquierda, luego a la derecha y luego a la izquierda de nuevo, pero me senté en un banco a esperar, de nuevo. No sabía a quién ni por qué esperaba, pero lo hacía. Bueno, esperaba a Scott, pero había un 0'01% de probabilidades de que decidiera pasarse por allí una noche como a aquella a las dos de la madrugada.
Aquél estúpido chico al que conocí en primero por una jugada del destino, había conseguido cambiar totalmente el rumbo de mi vida. En vez de ser una joven en el último curso del instituto, soltera y sin compromiso alguno a parte de estudiar un poco y divertirse al máximo, era una chica atada a un chico que, probablemente ni sabía que existía, pero que para ella era el mundo entero, o mejor dicho, Melanie Highsmith.
Quienquiera que estuviera allí arriba controlándolo todo debió escuchar mis lamentos, porque minutos más tarde vi —a unos 15 metros de dónde estaba sentada— a Jack Mirlow, un chico alto, rubio y bastante guapo que, casualmente, tocaba en el mismo grupo que Scott. No debió verme, ya que pasó sin mirarme, —porque si a las dos de la madrugada ves a una chica sentada en un banco con un uniforme un poco destapado, lo mínimo que haces es mirarla— y tras pensármelo durante quince milésimas de segundo, decidí levantarme y seguirle.
El chico caminó por avenidas, calles y callejones, y yo lo seguía lo suficientemente cerca como para no perderlo de vista, pero no tanto como para que me oyera. A medida que íbamos avanzando, reconocía menos aquellos andares de la ciudad que no había visto nunca.
“¿Por qué se me habría ocurrido seguirlo?” o “¿Cómo volveré a casa?” eran algunos de los pensamientos que se me ocurrían a medida que los minutos pasaban y Jack no paraba, pero al cabo de unos quince minutos de estrés completo, paró. Estábamos en un callejón sin salida, con tan solo una puerta metálica y gris en la pared izquierda, que no estaba muy a la vista de los paseantes que andaban normalmente por aquella zona.
Jack se acercó lentamente a la puerta mirando a los lados, pero yo ya me había escabullido detrás de un contenedor de basura. Llamó cinco veces al ritmo de una melodía lo suficientemente lento y claro como para que lo memorizara y desapareció cuando la puerta se abrió tan solo para que una persona pasara.
Me quedé en blanco. Aquello era rarísimo. ¿Entraba? ¿Me iba a casa? ¿Cómo? No sabía ni dónde estaba. Lo único que podía hacer era entrar en aquel lugar desconocido para mí, y descubrir al menos, preguntando a Jack, cómo se volvía al centro de la ciudad.
Me acerqué aún más lentamente de lo que lo había hecho Jack segundos antes y llamé exactamente igual que él a la puerta. Cinco veces. La puerta se abrió lentamente, a la vez que mis piernas temblaban de miedo, porque a decir verdad, temía a lo que podía encontrarme allí.
—Pasa. —susurró un hombre con una voz grave y clara, aunque en un tono casi imperceptible.
Conseguí entrar por aquella ranura que el hombre había dejado para que pasara y me encontré en una habitación a oscuras, casi completamente. El hombre me cogió por los hombros y por un momento pensé que iba a morir allí mismo, pero me guió hacia otra sala, y hasta que mis ojos no se acostumbraron a la luz, no pude ver dónde estaba.
Era una sala bastante grande; en el medio, la gente bailaba al ritmo de música del siglo veintiuno, la cual un DJ mezclaba y una y otra vez usando unos grandes discos. Era claramente una fiesta. ¿Por qué tanta seguridad para una simple fiesta? Busqué por todos los rincones a Jack, no tenía que ser tan difícil, y entonces lo vi, estaba con Scott, y comprendí en seguida el por qué del gorila en la puerta, y los cinco golpes en la puerta. Una palabra, DROGAS.
Aquella fiesta estaba repleta de drogas a más no poder: Tabaco, Alcohol, Marihuana, Cocaína, Heroína, Anfetaminas, Ecstasy, Crack… Era como un supermercado de drogas. Cada asistente sostenía, al menos, una botella de alcohol o un cigarrillo.
Scott. Estaba sosteniendo una botella de licor a la vez que hacia una carrera para ver quien aspiraba más cocaína. ¿Qué pintaba él allí? Nunca lo había visto ni bebiendo alcohol, ni fumando. Empezaba a notar que me faltaba aire. No podría seguir allí mucho tiempo más, aquél oxigeno estaba repleto de humo.
Me disponía a salir, cuando de repente una chica—drogada y sin tener consciencia de sus acciones— me cogió y me tiró del brazo. Me empujaba hacia el lugar en dónde estaban Jack y Scott, y a pesar de mi contrafuerza, consiguió llevarme hasta allí. Estaban con un grupo de gente, consumiendo todo tipo de drogas, y cuando llegué allí, todos los componentes me miraron de arriba abajo. A parte de Scott y Jack, reconocí a dos personas más, las cuales también formaban parte de la banda de Scott.
—Madison, ¿verdad? —soltó Scott de repente con una sonrisa en la cara y la botella aún en la mano.
Se notaba de lejos que iba borracho, colocado y de todo, pero que hubiera casi encertado mi nombre, hizo que mi barriga diera una vuelta de ciento-ochenta grados.
—Más o menos. Es Melanie. —contesté llevandome un dedo al pequeño letrero doraro de mi uniforme.
—Lo que sea. —dijo con una risita estúpida al final— Dime Madison, ¿has probado esta delicia? —enseñó su mano, que sujetaba un porro de marihuana casi por estrenar.
—Claro que no, ni estoy dispuesta a ello.
Scott hizo una mueca de burla mirando a los otros, los cuales se reían, de mí. ¿Yo, probar la droga? Ni siquiera era aficionada al alcohol ni al tabaco.
—Pensé que tú… no sé… podrías probarlo… al menos.
Seguía con la misma sonrisa estúpida. Sabía que no era consciente de nada, y que a la mañana siguiente no se acordaría ni de mi cara, pero tenía la oportunidad de entrar, de una vez por todas, en su vida, y no iba a desaprovecharla, para nada.
—Dame ese puto porro.
sigue: karou.
vendetta.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
ruuuuuuuuuuuuuuuuuuuu! he de decirte que ha en verdad me da verdadera pena como espera la pobre a que su querido principe vaya y omgg me ha encantado mucho mucho, so la espera valió la pena.
pd.siento comentar tan tarde ;-;
sigueMileyakaroberto.
Última edición por hathaway el Dom 28 Sep 2014, 6:28 am, editado 1 vez
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
beibi, first ¡HAPPY BIRTHDAY TO YOU, MY DEAR ZOWI! espero que la estés pasando de maravilla.
segundo, subí en la página anterior, o sea el capítulo anterior al de vendetta es el mío ¿me toca de vuelta? solo pregunto :):)
y tercero, me encantó tu capi, vendetta -nosétunombre- escribís muy bonito ♥
segundo, subí en la página anterior, o sea el capítulo anterior al de vendetta es el mío ¿me toca de vuelta? solo pregunto :):)
y tercero, me encantó tu capi, vendetta -nosétunombre- escribís muy bonito ♥
azura.
Re: Drugs ― Novela Colectiva
miley perdón, es cierto tu cap bonito. odio las discusiones de los padres, más que nada por que por mi casa suelen ser habituales pero no tan tremendamente fuertes, y aws que dulce es con el johs <3
siguepetersakawallflower
✦ ausente.✦
pixie.
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