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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:¡Sí! ¡Es su hojita!
Louis es un amor, es increíble cómo ha cambiado por Julianne y gracias a Julianne, incluso fantasea con tener una familia con ella, esto es simplemente increíble, todo está marchando perfectamente y por supuesto, como todo está yendo muy bien, dentro de poco ¡se acabará toda la alegría! Lo sé, sé que pronto acabará la alegría porque Christa y Paulina se conocerán e idearán un plan para hundir a Julianne, la pregunta es ¿a qué tipo de acuerdo llegarán? Ya que sé que Paulina quiere volver con Louis y Christa quiere hundir a Julianne pero también quiere quedarse con Louis por lo que entre esas dos puede haber un gran enfrentamiento... ¿qué pasará? ¡Dime lo que ocurrirá!
Sigue cuanto antes la novela por favor, ¡por favor!
Besos xxx
Bye!!!
El amor lo ha hecho cambiar...
No te diré nadaaaaa porque tu no me quieres decir a quien matarás!!
Ya la sigoooooooo
Besos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:Me ha encantado el capítulo, y me da mucha pena Louis, ahora que quiere tener hijos no puede...
Julianne le ha devuelto la fe, la capacidad de amar y el querer formar una familia.
Me encantó el capítulo, fue perfecto!
Siguela pronto porfaaa
Me alegra saber q te ha encantado
Gracias por todo Julia
Ya la sifoooo
Besoooss
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
.
¿Qué tal les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustadoooo
Comente mucho
BESOSS, las adoroooo
bye!
Capítulo Once
Después de comer, Rachel tomó el mando y organizó a todo el mundo para que ayudaran a preparar el gran pavo de la cena. Julia habló con Tom por teléfono y éste le prometió que llegaría hacia las tres para el intercambio de regalos. Luego, Rachel y ella se metieron en la cocina para pelar manzanas y hacer un par de tartas.
Rachel había hecho trampas comprando la masa preparada, pero la había sacado de su envoltorio y la había guardado envuelta en papel transparente en la nevera para que nadie se diera cuenta.
—Hola, guapas —las saludó Scott con una enorme sonrisa, mientras buscaba algo en la nevera.
—¿Qué te tiene tan contento? —le preguntó su hermana, sin dejar de pelar manzanas.
—La Navidad —respondió Scott y se echó a reír cuando Rachel le sacó la lengua
—He oído que has conocido a alguien —intervino Julia. Él se sirvió un plato de sobras, sin molestarse en responder.
Rachel estaba a punto de reprenderlo por sus malos modales, cuando sonó el teléfono. Al responder y ver que se trataba de su futura suegra, la joven desapareció en el comedor con el teléfono. Scott se volvió entonces hacia Julia, disculpándose con la mirada.
—Se llama Tammy. Pero es demasiado pronto para traerla y someterla al tercer grado de mi familia.
—Te entiendo. —Devolviéndole la sonrisa, Julia volvió a centrarse en las manzanas.
—Tiene un niño —añadió Scott bruscamente y, apoyándose en la encimera, se cruzó de brazos.
—Oh —exclamó ella, bajando el cuchillo.
—Tiene tres meses. Viven en casa de los padres de Tammy y no ha podido venir porque le da el pecho —le contó él en una voz tan baja que le costaba oírlo, sin apartar los ojos de la puerta por si entraba alguien.
—Cuando la traigas a casa, que traiga al niño también. Tu familia los recibirá con los brazos abiertos, ya lo verás.
—No estoy tan seguro. —Scott parecía muy incómodo.
—Estarán encantados de tener un bebé en casa. Rachel y yo nos pelearemos por cuidar de él.
—¿Qué pensarías si tu hijo viniera a casa con una mujer que es madre soltera? ¿Y si el niño fuera de otro hombre?
—Tus padres adoptaron a Louis. No creo que Richard tenga nada que objetar. —Julia ladeó la cabeza—. A no ser que tu novia esté casada.
—¿Qué? ¡No! Su ex novio la abandonó cuando se quedó embarazada. Somos amigos desde hace unos meses. —Se pasó los dedos por el pelo hasta que casi se le quedó de punta—. Me preocupa que mi padre no lo apruebe. -Ella señaló hacia el pesebre que habían colocado bajo el árbol de Navidad, en la habitación de al lado.
—A José y María les pasó algo parecido. -Scott la miró como si se hubiera vuelto loca. Luego, echándose a reír, acabó de prepararse un bocadillo relleno de las sobras de la comida.
—Bien visto, Jules. Lo tendré en cuenta.
Esa misma tarde, la familia se reunió alrededor del árbol para intercambiar regalos. Los Clark eran una familia generosa y había montones de obsequios, algunos serios, otros de broma. Julia y su padre recibieron también su ración.
Cuando todo el mundo estaba mirando sus cosas y bebiendo ponche de huevo, Rachel lanzó un último regalo al regazo de Louis.
—Éste ha llegado para ti esta mañana.
—¿Quién lo envía? —preguntó él, sorprendido.
—No lo sé.
Entonces miró a Julia ilusionado, pero ésta negó con la cabeza. Ansioso por resolver el misterio, empezó a romper el envoltorio. Abrió la caja blanca que había debajo y apartó varias capas de papel de seda. Antes de que nadie pudiera ver qué había dentro, lanzó la caja a un lado y se levantó de un salto. Sin decir nada, salió por la puerta trasera y cerró de un portazo.
—¿Qué ha pasado? —la voz de Scott rompió el silencio. Aaron, que había presenciado lo sucedido desde el pasillo, entró en el salón.
—Apuesto a que lo ha enviado su ex. Me juego lo que sea.
Julia se dirigió dando traspiés hasta la cocina y siguió a Louis fuera.
—¿Louis? ¡Louis! Espera.
Estaba nevando. Los copos de nieve, grandes y pesados, empezaban a cubrir la hierba y los árboles con un manto blanco y helado. Julia se estremeció.
—¡Louis!
Pero él desapareció en el bosque sin mirar atrás. Ella aceleró el paso. Si lo perdía de vista tendría que regresar a la casa. No podía arriesgarse a perderse en el bosque sin abrigo. Ni sin mapa. Empezó a sentir pánico al recordar su pesadilla recurrente en la que se perdía en el bosque, sola.
—¡Louis! ¡Espérame!
Adentrándose entre los árboles, lo vio. Se había detenido junto a un pino, pero le daba la espalda.
—Vuelve a casa —le ordenó él, con la voz tan fría como los copos de nieve.
—No pienso dejarte solo.
Dio varios pasos acercándose. Al oírla, Louis se volvió. Iba vestido con traje y corbata y llevaba unos zapatos italianos que no sobrevivirían a la experiencia. Julia tropezó cuando uno de sus tacones se enganchó en una raíz, pero evitó la caída agarrándose al tronco de un árbol. En un instante, él estaba a su lado.
—Vuelve a casa antes de que te hagas daño.
—No.
Con el pelo largo rizándosele sobre los hombros, los brazos cruzados sobre el pecho a causa del frío y la nieve empezando a cubrirle la cabeza y el vestido color ciruela, Julia parecía un ángel. Un ángel como los que uno ve en los cuentos de hadas o en las bolas de nieve de decoración. Los copos la rodeaban, saludándola como si fueran sus amigos.
Louis recordó cuando la había sorprendido en su despacho privado de la biblioteca y un montón de papeles habían volado por los aires a su alrededor.
—Preciosa. -La visión de su belleza lo distrajo momentáneamente y una nube de vapor salió de su boca al hablar. Julia le ofreció la mano.
—Vuelve conmigo.
—Ella nunca va a dejarme en paz.
—¿Quién?
—Paulina.
—Tiene que empezar una nueva vida, pero necesita ayuda.
—¿Ayuda? ¿Quieres que la ayude después de que se arrodillara en el suelo y tratara de bajarme los pantalones?
—¿Qué has dicho? -Louis apretó los dientes y se maldijo en silencio.
—Nada.
—¡No me mientas!
—Fue el último intento de una mujer desesperada.
—¿Te negaste?
—¡Por supuesto! ¿Por quién me tomas? —Sus ojos azules brillaban como hielo azulado.
—¿Te sorprendió?
—No —admitió él, tenso. Julia apretó los puños con tanta fuerza que se clavó las uñas en las palmas.
—¿Por qué? -Louis, que no tenía ningunas ganas de responder a esa pregunta, miró a su alrededor como buscando una vía de escape. —¿Por qué no te sorprendió? —quiso saber ella, subiendo el tono de voz.
—Porque eso es lo que hace habitualmente.
—¿Lo que hace o lo que hacía?
—¿Qué diferencia hay?
—Si tengo que explicártela es que la cosa está peor de lo que pensaba — respondió Julia, entornando los ojos.
Él no quería responder. Su reticencia estaba escrita en sus ojos, en su cara, en su postura... Sin amilanarse, ella le sostuvo la mirada. Los ojos de Louis se clavaron en un punto lejano por encima del hombro de Julia antes de volver a mirarla.
—A veces se presentaba en casa y... -Ella sintió que se le revolvía el estómago y cerró los ojos con fuerza.
—Cuando te pregunté si Paulina era tu amante, me contestaste que no.
—Nunca fue mi amante. -Julia abrió los ojos bruscamente.
—¡No me vengas con jueguecitos de palabras! Sobre todo con tus amiguitas. -Él apretó los dientes.
—No te rebajes, Julia. -Ella se echó a reír sin ganas.
—Claro, si te digo la verdad me estoy rebajando. Pero tú puedes mentir tranquilamente sin que pase nada.
—Nunca te he mentido sobre Paulina.
—Oh, sí, lo hiciste. No me extraña que te enfadaras tanto cuando la llamé tu amiguita durante el seminario sobre Dante. Tenía razón. —Lo miró dolida—. ¿Estuviste con ella en tu cama? ¿En la cama que compartimos? -Louis bajó la vista. Julia empezó a retroceder.—Estoy tan furiosa contigo que no sé qué decir.
—Lo siento.
—No es suficiente. —Siguió alejándose—. ¿Cuándo fue la última vez que te acostaste con ella? -Él la siguió, alargando la mano para sujetarla, por miedo a que se cayera de
espaldas. —¡No me toques! —exclamó Julia, mientras tropezaba. Louis la agarró antes de que se cayera.
—Espera un momento, por favor. Dame al menos la oportunidad de explicarme. -Cuando vio que había recuperado el equilibrio, la soltó. —Cuando te conocí, en setiembre, entre Paulina y yo todo había terminado. No la había visto desde el mes de diciembre anterior, cuando fui a visitarla para decirle que teníamos que dejar de vernos definitivamente.
—Me hiciste creer que su historia había acabado en Harvard. ¿Tienes idea del daño que me estás haciendo? ¿Tienes idea de lo idiota que me siento? Se planta en el salón de tus padres como si tuviera todo el derecho del mundo a estar allí, como si yo no fuese nadie. ¡No me extraña! Lleva años acostándose contigo. -Él movió los pies, incómodo.
—Sólo trataba de protegerte.
—Ve con cuidado, Louis. Ten mucho cuidado con lo que dices.
Él se quedó de piedra. Nunca la había oído usar ese tono de voz. De repente, la
posibilidad de perderla le pareció muy real. Era una idea aterradora y empezó a hablar a toda velocidad:
—Sólo nos veíamos una o dos veces al año. Como te he dicho, cuando tú y yo nos conocimos no la veía desde el diciembre anterior. —Se pasó las manos por el pelo—. ¿Esperabas que te hiciera un inventario de cada encuentro sexual que había tenido? Ya te dije que tenía un pasado. —Sosteniéndole la mirada, le tendió la mano con cautela—. ¿Recuerdas la noche en que te hablé de Maia?
—Sí.
—Me dijiste que merecía ser perdonado. Quería creerte, pero pensé que si te decía que de vez en cuando aún me veía con Paulina, te perdería. —Se aclaró la garganta—: No quería hacerte daño.
—¿Me estás mintiendo ahora?
—No. -Ella lo miró, escéptica.
—¿La amas?
—Por supuesto que no. -Louis dio un paso hacia ella, pero Julia levantó una mano.
—¿Me estás diciendo que después de concebir una hija juntos y de acostarte con ella durante años no la quieres?
—No —respondió él, apretando los labios.
Vio que los ojos de Julia se llenaban de lágrimas y que ella se esforzaba por contenerlas. Su precioso rostro se contrajo de dolor y tristeza. Se le acercó un poco más y le puso su chaqueta sobre los hombros.
—Pillarás una pulmonía. Tienes que volver a la casa. -Agarrando la chaqueta por las solapas, Julia se la subió hasta la barbilla.
—Ella era la madre de Maia —susurró— y mira cómo la has tratado. -Louis se puso tenso.
«La madre de Maia.»
Los dos permanecieron quietos, en silencio. La nieve había dejado de caer.
—¿Cuándo pensabas contármelo? -Él dudó. El corazón le latía desbocado. No sabía lo que iba a responder hasta que hubo pronunciado las palabras.
—No pensaba hacerlo. -Ella se volvió y echó a andar en la dirección donde le parecía que estaba la casa. —¡Julia, espera! —Louis la siguió y la agarró del brazo.
—¡Te he dicho que no me toques! —Retiró el brazo, furiosa.
—Me dijiste que no querías que te contara los detalles de cómo era antes de que nos conociéramos. Dijiste que me perdonabas.
—Y lo hice.
—Sabías que me dejaba llevar por la lujuria.
—No pensaba que hasta ese punto. -Él dio un paso atrás, herido.
—Supongo que me merezco tu desprecio —dijo, con un tono de voz tan frío como la temperatura—. Debí haber sido más claro.
—¿El regalo era de Paulina?
—Sí.
—¿Qué era?
—Una ecografía —respondió Louis, abatido.Julia inspiró hondo y el gélido aire invernal silbó al llenarle los pulmones.
—¿Por qué habrá hecho algo así?
—Ella da por hecho que nadie conoce la historia. Cree que la he mantenido en secreto tanto ante mi familia como ante ti. Ha sido su manera de vengarse.
—La utilizaste —dijo Julia, cuyos dientes habían empezado a castañetear—. No me extraña que no pueda pasar página. Le has dado migajas de afecto, como si fuera un
perro. ¿Y a mí también me tratarás así?
—No. Nunca. Soy consciente de que la he tratado muy mal, pero eso no le da derecho a atacarte. Tú no tienes ninguna culpa.
—Me ocultaste información.
—Es cierto. ¿Podrás perdonarme? -Julia se frotó las manos en silencio.
—¿Alguna vez le has pedido a Paulina que te perdone? -Él negó con la cabeza.
—Jugaste con sus sentimientos. Sé lo que se siente. Y eso me hace sentir compasión por ella.
—Te conocí a ti primero —susurró Louis.
—Eso no es excusa para tratarla con crueldad. —Julia tosió un poco. El aire helado le quemaba la garganta. Él le apoyó una mano en el hombro.
—Por favor. Regresa a casa. Te estás enfriando. -Cuando se volvió para irse, él la detuvo, agarrándola de la mano. —Sentí algo por ella, pero no era amor. Culpabilidad, lujuria, afecto, pero nunca fue amor.
—¿Qué vas a hacer ahora? -Louis le rodeó la cintura con un brazo y la acercó a él.
—Resistiré el impulso de reaccionar inmediatamente a su provocación y me esforzaré al máximo para compensártelo. Tú eres la única persona que me importa. Siento mucho haberte hecho daño.
—Tal vez cambies de opinión. -Louis la abrazó con más fuerza y la miró con firmeza.
—Tú eres la única persona a la que he amado. -Al ver que Julia no respondía, echó a andar con ella de regreso a casa. —Nunca te seré infiel, te lo juro. Y respecto a lo que Paulina trató de hacer ayer... —Le apretó la cintura—. En otro tiempo tal vez me habría sentido tentado, pero eso fue antes de conocerte. Prefiero pasar el resto de mi vida bebiendo de tu amor que vaciando todos los océanos del mundo.
—Tus promesas pierden valor cuando no van acompañadas de honestidad. Te pregunté si era tu amante y te fuiste por las ramas. -Él hizo una mueca.
—Tienes razón, pero no volverá a pasar.
—Algún día te cansarás de mí. Y, cuando lo hagas, volverás a tus viejas costumbres. -Louis se detuvo y la miró de frente.
—Paulina y yo tenemos una historia en común, pero nunca hemos sido compatibles. No nos convenimos el uno al otro. -Ella le devolvió la mirada, sin creer en sus palabras. —Eché a andar en la oscuridad buscando algo mejor, algo real. Y te encontré a ti. No pienso perderte por nada del mundo. -Julia apartó la vista, mirando hacia donde creía que estaba el huerto de manzanos.
—Los hombres se cansan de todo en seguida.
—Sólo si son idiotas. -Louis la estaba mirando con el cejo fruncido y los ojos entornados de preocupación. —¿Crees que Richard engañó a Grace alguna vez? —preguntó él.
—Por supuesto que no.
—¿Por qué no?
—Porque es un buen hombre. Y porque la amaba.
—Yo no pretendo que creas que soy un buen hombre, pero te amo, Julia, y nunca te seré infiel. -Ella guardó silencio unos momentos.
—No creas que estoy tan herida por la vida que sería incapaz de negarte nada.
—Nunca lo he creído —replicó él, muy serio.
—Te lo advierto. Si vuelves a mentirme, será la última vez.
—No te mentiré. Te lo prometo. -Julia abrió los puños y respiró hondo.
—No volveré a dormir contigo en la cama que compartiste con ella.
—Cambiaré toda la habitación antes de que volvamos a Toronto. Venderé el jodido apartamento si eso es lo que quieres. -Julia hizo una mueca.
—No te he pedido que vendas el apartamento.
—Perdóname —susurró Louis—. Dame una oportunidad de demostrarte que puedes confiar en mí. -Ella titubeó. Él aprovechó su indecisión para abrazarla y Julia aceptó su abrazo a regañadientes. Permanecieron inmóviles bajo el cielo invernal, mientras oscurecía rápidamente.
Holaaaa!!Rachel había hecho trampas comprando la masa preparada, pero la había sacado de su envoltorio y la había guardado envuelta en papel transparente en la nevera para que nadie se diera cuenta.
—Hola, guapas —las saludó Scott con una enorme sonrisa, mientras buscaba algo en la nevera.
—¿Qué te tiene tan contento? —le preguntó su hermana, sin dejar de pelar manzanas.
—La Navidad —respondió Scott y se echó a reír cuando Rachel le sacó la lengua
—He oído que has conocido a alguien —intervino Julia. Él se sirvió un plato de sobras, sin molestarse en responder.
Rachel estaba a punto de reprenderlo por sus malos modales, cuando sonó el teléfono. Al responder y ver que se trataba de su futura suegra, la joven desapareció en el comedor con el teléfono. Scott se volvió entonces hacia Julia, disculpándose con la mirada.
—Se llama Tammy. Pero es demasiado pronto para traerla y someterla al tercer grado de mi familia.
—Te entiendo. —Devolviéndole la sonrisa, Julia volvió a centrarse en las manzanas.
—Tiene un niño —añadió Scott bruscamente y, apoyándose en la encimera, se cruzó de brazos.
—Oh —exclamó ella, bajando el cuchillo.
—Tiene tres meses. Viven en casa de los padres de Tammy y no ha podido venir porque le da el pecho —le contó él en una voz tan baja que le costaba oírlo, sin apartar los ojos de la puerta por si entraba alguien.
—Cuando la traigas a casa, que traiga al niño también. Tu familia los recibirá con los brazos abiertos, ya lo verás.
—No estoy tan seguro. —Scott parecía muy incómodo.
—Estarán encantados de tener un bebé en casa. Rachel y yo nos pelearemos por cuidar de él.
—¿Qué pensarías si tu hijo viniera a casa con una mujer que es madre soltera? ¿Y si el niño fuera de otro hombre?
—Tus padres adoptaron a Louis. No creo que Richard tenga nada que objetar. —Julia ladeó la cabeza—. A no ser que tu novia esté casada.
—¿Qué? ¡No! Su ex novio la abandonó cuando se quedó embarazada. Somos amigos desde hace unos meses. —Se pasó los dedos por el pelo hasta que casi se le quedó de punta—. Me preocupa que mi padre no lo apruebe. -Ella señaló hacia el pesebre que habían colocado bajo el árbol de Navidad, en la habitación de al lado.
—A José y María les pasó algo parecido. -Scott la miró como si se hubiera vuelto loca. Luego, echándose a reír, acabó de prepararse un bocadillo relleno de las sobras de la comida.
—Bien visto, Jules. Lo tendré en cuenta.
Esa misma tarde, la familia se reunió alrededor del árbol para intercambiar regalos. Los Clark eran una familia generosa y había montones de obsequios, algunos serios, otros de broma. Julia y su padre recibieron también su ración.
Cuando todo el mundo estaba mirando sus cosas y bebiendo ponche de huevo, Rachel lanzó un último regalo al regazo de Louis.
—Éste ha llegado para ti esta mañana.
—¿Quién lo envía? —preguntó él, sorprendido.
—No lo sé.
Entonces miró a Julia ilusionado, pero ésta negó con la cabeza. Ansioso por resolver el misterio, empezó a romper el envoltorio. Abrió la caja blanca que había debajo y apartó varias capas de papel de seda. Antes de que nadie pudiera ver qué había dentro, lanzó la caja a un lado y se levantó de un salto. Sin decir nada, salió por la puerta trasera y cerró de un portazo.
—¿Qué ha pasado? —la voz de Scott rompió el silencio. Aaron, que había presenciado lo sucedido desde el pasillo, entró en el salón.
—Apuesto a que lo ha enviado su ex. Me juego lo que sea.
Julia se dirigió dando traspiés hasta la cocina y siguió a Louis fuera.
—¿Louis? ¡Louis! Espera.
Estaba nevando. Los copos de nieve, grandes y pesados, empezaban a cubrir la hierba y los árboles con un manto blanco y helado. Julia se estremeció.
—¡Louis!
Pero él desapareció en el bosque sin mirar atrás. Ella aceleró el paso. Si lo perdía de vista tendría que regresar a la casa. No podía arriesgarse a perderse en el bosque sin abrigo. Ni sin mapa. Empezó a sentir pánico al recordar su pesadilla recurrente en la que se perdía en el bosque, sola.
—¡Louis! ¡Espérame!
Adentrándose entre los árboles, lo vio. Se había detenido junto a un pino, pero le daba la espalda.
—Vuelve a casa —le ordenó él, con la voz tan fría como los copos de nieve.
—No pienso dejarte solo.
Dio varios pasos acercándose. Al oírla, Louis se volvió. Iba vestido con traje y corbata y llevaba unos zapatos italianos que no sobrevivirían a la experiencia. Julia tropezó cuando uno de sus tacones se enganchó en una raíz, pero evitó la caída agarrándose al tronco de un árbol. En un instante, él estaba a su lado.
—Vuelve a casa antes de que te hagas daño.
—No.
Con el pelo largo rizándosele sobre los hombros, los brazos cruzados sobre el pecho a causa del frío y la nieve empezando a cubrirle la cabeza y el vestido color ciruela, Julia parecía un ángel. Un ángel como los que uno ve en los cuentos de hadas o en las bolas de nieve de decoración. Los copos la rodeaban, saludándola como si fueran sus amigos.
Louis recordó cuando la había sorprendido en su despacho privado de la biblioteca y un montón de papeles habían volado por los aires a su alrededor.
—Preciosa. -La visión de su belleza lo distrajo momentáneamente y una nube de vapor salió de su boca al hablar. Julia le ofreció la mano.
—Vuelve conmigo.
—Ella nunca va a dejarme en paz.
—¿Quién?
—Paulina.
—Tiene que empezar una nueva vida, pero necesita ayuda.
—¿Ayuda? ¿Quieres que la ayude después de que se arrodillara en el suelo y tratara de bajarme los pantalones?
—¿Qué has dicho? -Louis apretó los dientes y se maldijo en silencio.
—Nada.
—¡No me mientas!
—Fue el último intento de una mujer desesperada.
—¿Te negaste?
—¡Por supuesto! ¿Por quién me tomas? —Sus ojos azules brillaban como hielo azulado.
—¿Te sorprendió?
—No —admitió él, tenso. Julia apretó los puños con tanta fuerza que se clavó las uñas en las palmas.
—¿Por qué? -Louis, que no tenía ningunas ganas de responder a esa pregunta, miró a su alrededor como buscando una vía de escape. —¿Por qué no te sorprendió? —quiso saber ella, subiendo el tono de voz.
—Porque eso es lo que hace habitualmente.
—¿Lo que hace o lo que hacía?
—¿Qué diferencia hay?
—Si tengo que explicártela es que la cosa está peor de lo que pensaba — respondió Julia, entornando los ojos.
Él no quería responder. Su reticencia estaba escrita en sus ojos, en su cara, en su postura... Sin amilanarse, ella le sostuvo la mirada. Los ojos de Louis se clavaron en un punto lejano por encima del hombro de Julia antes de volver a mirarla.
—A veces se presentaba en casa y... -Ella sintió que se le revolvía el estómago y cerró los ojos con fuerza.
—Cuando te pregunté si Paulina era tu amante, me contestaste que no.
—Nunca fue mi amante. -Julia abrió los ojos bruscamente.
—¡No me vengas con jueguecitos de palabras! Sobre todo con tus amiguitas. -Él apretó los dientes.
—No te rebajes, Julia. -Ella se echó a reír sin ganas.
—Claro, si te digo la verdad me estoy rebajando. Pero tú puedes mentir tranquilamente sin que pase nada.
—Nunca te he mentido sobre Paulina.
—Oh, sí, lo hiciste. No me extraña que te enfadaras tanto cuando la llamé tu amiguita durante el seminario sobre Dante. Tenía razón. —Lo miró dolida—. ¿Estuviste con ella en tu cama? ¿En la cama que compartimos? -Louis bajó la vista. Julia empezó a retroceder.—Estoy tan furiosa contigo que no sé qué decir.
—Lo siento.
—No es suficiente. —Siguió alejándose—. ¿Cuándo fue la última vez que te acostaste con ella? -Él la siguió, alargando la mano para sujetarla, por miedo a que se cayera de
espaldas. —¡No me toques! —exclamó Julia, mientras tropezaba. Louis la agarró antes de que se cayera.
—Espera un momento, por favor. Dame al menos la oportunidad de explicarme. -Cuando vio que había recuperado el equilibrio, la soltó. —Cuando te conocí, en setiembre, entre Paulina y yo todo había terminado. No la había visto desde el mes de diciembre anterior, cuando fui a visitarla para decirle que teníamos que dejar de vernos definitivamente.
—Me hiciste creer que su historia había acabado en Harvard. ¿Tienes idea del daño que me estás haciendo? ¿Tienes idea de lo idiota que me siento? Se planta en el salón de tus padres como si tuviera todo el derecho del mundo a estar allí, como si yo no fuese nadie. ¡No me extraña! Lleva años acostándose contigo. -Él movió los pies, incómodo.
—Sólo trataba de protegerte.
—Ve con cuidado, Louis. Ten mucho cuidado con lo que dices.
Él se quedó de piedra. Nunca la había oído usar ese tono de voz. De repente, la
posibilidad de perderla le pareció muy real. Era una idea aterradora y empezó a hablar a toda velocidad:
—Sólo nos veíamos una o dos veces al año. Como te he dicho, cuando tú y yo nos conocimos no la veía desde el diciembre anterior. —Se pasó las manos por el pelo—. ¿Esperabas que te hiciera un inventario de cada encuentro sexual que había tenido? Ya te dije que tenía un pasado. —Sosteniéndole la mirada, le tendió la mano con cautela—. ¿Recuerdas la noche en que te hablé de Maia?
—Sí.
—Me dijiste que merecía ser perdonado. Quería creerte, pero pensé que si te decía que de vez en cuando aún me veía con Paulina, te perdería. —Se aclaró la garganta—: No quería hacerte daño.
—¿Me estás mintiendo ahora?
—No. -Ella lo miró, escéptica.
—¿La amas?
—Por supuesto que no. -Louis dio un paso hacia ella, pero Julia levantó una mano.
—¿Me estás diciendo que después de concebir una hija juntos y de acostarte con ella durante años no la quieres?
—No —respondió él, apretando los labios.
Vio que los ojos de Julia se llenaban de lágrimas y que ella se esforzaba por contenerlas. Su precioso rostro se contrajo de dolor y tristeza. Se le acercó un poco más y le puso su chaqueta sobre los hombros.
—Pillarás una pulmonía. Tienes que volver a la casa. -Agarrando la chaqueta por las solapas, Julia se la subió hasta la barbilla.
—Ella era la madre de Maia —susurró— y mira cómo la has tratado. -Louis se puso tenso.
«La madre de Maia.»
Los dos permanecieron quietos, en silencio. La nieve había dejado de caer.
—¿Cuándo pensabas contármelo? -Él dudó. El corazón le latía desbocado. No sabía lo que iba a responder hasta que hubo pronunciado las palabras.
—No pensaba hacerlo. -Ella se volvió y echó a andar en la dirección donde le parecía que estaba la casa. —¡Julia, espera! —Louis la siguió y la agarró del brazo.
—¡Te he dicho que no me toques! —Retiró el brazo, furiosa.
—Me dijiste que no querías que te contara los detalles de cómo era antes de que nos conociéramos. Dijiste que me perdonabas.
—Y lo hice.
—Sabías que me dejaba llevar por la lujuria.
—No pensaba que hasta ese punto. -Él dio un paso atrás, herido.
—Supongo que me merezco tu desprecio —dijo, con un tono de voz tan frío como la temperatura—. Debí haber sido más claro.
—¿El regalo era de Paulina?
—Sí.
—¿Qué era?
—Una ecografía —respondió Louis, abatido.Julia inspiró hondo y el gélido aire invernal silbó al llenarle los pulmones.
—¿Por qué habrá hecho algo así?
—Ella da por hecho que nadie conoce la historia. Cree que la he mantenido en secreto tanto ante mi familia como ante ti. Ha sido su manera de vengarse.
—La utilizaste —dijo Julia, cuyos dientes habían empezado a castañetear—. No me extraña que no pueda pasar página. Le has dado migajas de afecto, como si fuera un
perro. ¿Y a mí también me tratarás así?
—No. Nunca. Soy consciente de que la he tratado muy mal, pero eso no le da derecho a atacarte. Tú no tienes ninguna culpa.
—Me ocultaste información.
—Es cierto. ¿Podrás perdonarme? -Julia se frotó las manos en silencio.
—¿Alguna vez le has pedido a Paulina que te perdone? -Él negó con la cabeza.
—Jugaste con sus sentimientos. Sé lo que se siente. Y eso me hace sentir compasión por ella.
—Te conocí a ti primero —susurró Louis.
—Eso no es excusa para tratarla con crueldad. —Julia tosió un poco. El aire helado le quemaba la garganta. Él le apoyó una mano en el hombro.
—Por favor. Regresa a casa. Te estás enfriando. -Cuando se volvió para irse, él la detuvo, agarrándola de la mano. —Sentí algo por ella, pero no era amor. Culpabilidad, lujuria, afecto, pero nunca fue amor.
—¿Qué vas a hacer ahora? -Louis le rodeó la cintura con un brazo y la acercó a él.
—Resistiré el impulso de reaccionar inmediatamente a su provocación y me esforzaré al máximo para compensártelo. Tú eres la única persona que me importa. Siento mucho haberte hecho daño.
—Tal vez cambies de opinión. -Louis la abrazó con más fuerza y la miró con firmeza.
—Tú eres la única persona a la que he amado. -Al ver que Julia no respondía, echó a andar con ella de regreso a casa. —Nunca te seré infiel, te lo juro. Y respecto a lo que Paulina trató de hacer ayer... —Le apretó la cintura—. En otro tiempo tal vez me habría sentido tentado, pero eso fue antes de conocerte. Prefiero pasar el resto de mi vida bebiendo de tu amor que vaciando todos los océanos del mundo.
—Tus promesas pierden valor cuando no van acompañadas de honestidad. Te pregunté si era tu amante y te fuiste por las ramas. -Él hizo una mueca.
—Tienes razón, pero no volverá a pasar.
—Algún día te cansarás de mí. Y, cuando lo hagas, volverás a tus viejas costumbres. -Louis se detuvo y la miró de frente.
—Paulina y yo tenemos una historia en común, pero nunca hemos sido compatibles. No nos convenimos el uno al otro. -Ella le devolvió la mirada, sin creer en sus palabras. —Eché a andar en la oscuridad buscando algo mejor, algo real. Y te encontré a ti. No pienso perderte por nada del mundo. -Julia apartó la vista, mirando hacia donde creía que estaba el huerto de manzanos.
—Los hombres se cansan de todo en seguida.
—Sólo si son idiotas. -Louis la estaba mirando con el cejo fruncido y los ojos entornados de preocupación. —¿Crees que Richard engañó a Grace alguna vez? —preguntó él.
—Por supuesto que no.
—¿Por qué no?
—Porque es un buen hombre. Y porque la amaba.
—Yo no pretendo que creas que soy un buen hombre, pero te amo, Julia, y nunca te seré infiel. -Ella guardó silencio unos momentos.
—No creas que estoy tan herida por la vida que sería incapaz de negarte nada.
—Nunca lo he creído —replicó él, muy serio.
—Te lo advierto. Si vuelves a mentirme, será la última vez.
—No te mentiré. Te lo prometo. -Julia abrió los puños y respiró hondo.
—No volveré a dormir contigo en la cama que compartiste con ella.
—Cambiaré toda la habitación antes de que volvamos a Toronto. Venderé el jodido apartamento si eso es lo que quieres. -Julia hizo una mueca.
—No te he pedido que vendas el apartamento.
—Perdóname —susurró Louis—. Dame una oportunidad de demostrarte que puedes confiar en mí. -Ella titubeó. Él aprovechó su indecisión para abrazarla y Julia aceptó su abrazo a regañadientes. Permanecieron inmóviles bajo el cielo invernal, mientras oscurecía rápidamente.
¿Qué tal les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustadoooo
Comente mucho
BESOSS, las adoroooo
bye!
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
:deos: no me lo puedo creer. Louis le has mentido a Julianne que patada en el culo te merecía oye. Pero bueno, se te perdona porque cuando quieres sabes ser adorable. Eso, eso, tu vende el piso que yo no quiero nada que tocase la... señorita esa antes.
Me encantó el capítulo, espero que puedas seguirla pronto!!
Besos :)
Me encantó el capítulo, espero que puedas seguirla pronto!!
Besos :)
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
¡Me la voy a cargar! Voy a agarrarla de los pelos y voy a arrastrarla hasta el maldito puente de San Francisco y la tiraré al agua con una roca atada en la pierna para que no pueda librarse de una muerte segura! ¡Te mataré Paulina! ¡Eres cruel y no te mereces vivir!
Vale, y ahora que me he calmado un poco, hablemos de Louis y Julianne. Realmente me ha parecido preciosa la imagen de ellos dos en el bosque con los copos de nieve cayendo sobre ellos, la imagen que he creado en mi cabeza era preciosa. Yo vivo en un pueblo costero y como el mar está justo al lado aquí nunca nieva... nunca he visto la nieve en persona... ¡Nunca he tenido unas navidades con nieve! :(
¡Préndele fuego a la cama Louis! jajajaj Sería cómico.... Y ya de paso luego sin querer prendería fuego al resto de la casa y al final compraría un nuevo apartamento donde viviría con Julianne.
A pesar de las crueldades de Paulina el capítulo me ha gustado muchísimo y espero que sigas cuanto antes la novela.
Besos xxx
Bye!!!
Vale, y ahora que me he calmado un poco, hablemos de Louis y Julianne. Realmente me ha parecido preciosa la imagen de ellos dos en el bosque con los copos de nieve cayendo sobre ellos, la imagen que he creado en mi cabeza era preciosa. Yo vivo en un pueblo costero y como el mar está justo al lado aquí nunca nieva... nunca he visto la nieve en persona... ¡Nunca he tenido unas navidades con nieve! :(
¡Préndele fuego a la cama Louis! jajajaj Sería cómico.... Y ya de paso luego sin querer prendería fuego al resto de la casa y al final compraría un nuevo apartamento donde viviría con Julianne.
A pesar de las crueldades de Paulina el capítulo me ha gustado muchísimo y espero que sigas cuanto antes la novela.
Besos xxx
Bye!!!
Rachel116
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió::deos: no me lo puedo creer. Louis le has mentido a Julianne que patada en el culo te merecía oye. Pero bueno, se te perdona porque cuando quieres sabes ser adorable. Eso, eso, tu vende el piso que yo no quiero nada que tocase la... señorita esa antes.
Me encantó el capítulo, espero que puedas seguirla pronto!!
Besos :)
Créelo...
Me alegra saber q te encanto el cap
Ahorita la sigoooo
Besos
pd: sigueee obsession por favoooooor
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:¡Me la voy a cargar! Voy a agarrarla de los pelos y voy a arrastrarla hasta el maldito puente de San Francisco y la tiraré al agua con una roca atada en la pierna para que no pueda librarse de una muerte segura! ¡Te mataré Paulina! ¡Eres cruel y no te mereces vivir!
Vale, y ahora que me he calmado un poco, hablemos de Louis y Julianne. Realmente me ha parecido preciosa la imagen de ellos dos en el bosque con los copos de nieve cayendo sobre ellos, la imagen que he creado en mi cabeza era preciosa. Yo vivo en un pueblo costero y como el mar está justo al lado aquí nunca nieva... nunca he visto la nieve en persona... ¡Nunca he tenido unas navidades con nieve! :(
¡Préndele fuego a la cama Louis! jajajaj Sería cómico.... Y ya de paso luego sin querer prendería fuego al resto de la casa y al final compraría un nuevo apartamento donde viviría con Julianne.
A pesar de las crueldades de Paulina el capítulo me ha gustado muchísimo y espero que sigas cuanto antes la novela.
Besos xxx
Bye!!!
Woooowwwwwww
Sentí un poso, solo un poco, de pena por Paulina
Yo tampoco he visto nevar
Ahorita la sigooo
Cuídate bye
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
.
Holaaaa!!
¿Qué tal les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustadoooo
Comente mucho
BESOSS, las adoroooo
bye!
Capítulo Doce
Esa noche, Louis y Julia estaban sentados en el suelo de su habitación, junto al arbolito de Navidad del hotel. Se habían puesto el pijama y ella lo había animado a mostrarle lo que le había mandado Paulina, para que no hubiera secretos entre los dos. Aunque Louis prefería no hacerlo, lo hizo por ella. Con una mueca, sacó la ecografía de la caja y la sostuvo en la mano. Cuando Julia quiso verla, se la dio, suspirando.
—Esta imagen no puede hacerte daño. Si Rachel y Scott se enteraran, se pondrían de tu lado —dijo ella, trazando el contorno de la cabecita con un dedo—. Puedes guardarla en algún sitio privado si lo prefieres, pero no creo que deba estar escondida en una caja. Tenía nombre. Se merece ser recordada. -Louis dejó caer la cabeza entre las manos.
—¿No crees que sería morboso?
—No creo que haya nada morboso en un bebé. Maia era tu hija. Paulina te ha enviado esta imagen para castigarte, pero a mí me parece que deberías considerarla un regalo. Deberías conservarla en un lugar de honor. Eres su padre.
Él estaba demasiado emocionado para decir nada. Se levantó y recorrió la habitación, pensativo. Se apoyó en la puerta con la mirada perdida. Julia lo siguió.
—Ya tengo ganas de estrenar eso —dijo, señalando el corsé negro y los zapatos a juego, que habían dejado dentro de la caja abierta, debajo del arbolito.
—¿De verdad?
—Tendré que soltarme un discurso mientras me lo pongo para darme ánimos, pero me parece muy bonito y femenino. Y los zapatos me encantan. Gracias.
Louis se relajó un poco. Quería pedirle que se lo probara ya. Quería verla con los zapatos puestos —tal vez sentada en la encimera del lavabo, con él entre sus piernas—, pero se guardó sus deseos por el momento.
—Tengo que decirte algo. —Julia le cogió la mano y entrelazó sus dedos con los suyos—. No voy a poder ponérmelo esta noche.
—Con todo lo que ha pasado, entiendo que no te apetezca. -Louis le acarició el dorso de la mano con el pulgar.
—Pasarán unos días antes de que pueda ponérmelo.
—No te preocupes, lo entiendo. —Trató de soltarle la mano.
—Intenté explicártelo anoche, pero no me dejaste acabar. -Él aguardó en tensión. —Es que... tengo la regla. -Louis se quedó con la boca abierta, aunque en seguida la cerró y le dio un sentido abrazo. —No era ésta la reacción que esperaba. —La voz de Julia llegaba apagada por el abrazo—. ¿Me has oído bien?
—Entonces, anoche... ¿no era que no me desearas? -Ella se separó y lo miró sorprendida.
—Aún estoy disgustada por lo que ha pasado, pero por supuesto que te deseo. Siempre que hacemos el amor me haces sentir especial. Pero ahora no quiero entrar en... quiero decir, no quiero que tú entres... Bueno, ya sabes lo que quiero decir —se interrumpió, ruborizándose. Con un suspiro de alivio, Louis la besó en la frente.
—Tengo otros planes para ti.
La llevó de la mano hasta el espacioso cuarto de baño, deteniéndose un instante para encender el equipo de música. Las notas del tema de Sting Until llenaron la habitación.
Paulina estaba sentada en una cama desconocida, en Toronto, cubierta de sudor frío. No importaba cuántas veces la tuviera, la pesadilla no variaba nunca. Ni el vodka ni las pastillas servían para eliminar el dolor del corazón ni las lágrimas de los ojos.
Al alargar la mano hacia la botella que tenía en la mesilla de noche, tiró el reloj al suelo. Tras varios tragos y varias pastillas, la oscuridad se la llevaría a su reino y podría por fin dormir.
No encontraba consuelo. Otras mujeres podían tener otro hijo que las ayudara a superar el dolor de la pérdida del primero. Pero ella nunca volvería a tener hijos. Y el padre de su bebé perdido no la quería.
Él era el único hombre al que había amado de verdad. Lo había amado de cerca y en la distancia, pero Louis nunca había correspondido a sus sentimientos. Siempre se lo había dejado claro. Pero era demasiado noble para echarla de su vida de una patada. La cabeza le daba vueltas mientras lloraba con la cara enterrada en la almohada, lamentando su doble pérdida.
La de Maia.
Y la de Louis.
—Esta imagen no puede hacerte daño. Si Rachel y Scott se enteraran, se pondrían de tu lado —dijo ella, trazando el contorno de la cabecita con un dedo—. Puedes guardarla en algún sitio privado si lo prefieres, pero no creo que deba estar escondida en una caja. Tenía nombre. Se merece ser recordada. -Louis dejó caer la cabeza entre las manos.
—¿No crees que sería morboso?
—No creo que haya nada morboso en un bebé. Maia era tu hija. Paulina te ha enviado esta imagen para castigarte, pero a mí me parece que deberías considerarla un regalo. Deberías conservarla en un lugar de honor. Eres su padre.
Él estaba demasiado emocionado para decir nada. Se levantó y recorrió la habitación, pensativo. Se apoyó en la puerta con la mirada perdida. Julia lo siguió.
—Ya tengo ganas de estrenar eso —dijo, señalando el corsé negro y los zapatos a juego, que habían dejado dentro de la caja abierta, debajo del arbolito.
—¿De verdad?
—Tendré que soltarme un discurso mientras me lo pongo para darme ánimos, pero me parece muy bonito y femenino. Y los zapatos me encantan. Gracias.
Louis se relajó un poco. Quería pedirle que se lo probara ya. Quería verla con los zapatos puestos —tal vez sentada en la encimera del lavabo, con él entre sus piernas—, pero se guardó sus deseos por el momento.
—Tengo que decirte algo. —Julia le cogió la mano y entrelazó sus dedos con los suyos—. No voy a poder ponérmelo esta noche.
—Con todo lo que ha pasado, entiendo que no te apetezca. -Louis le acarició el dorso de la mano con el pulgar.
—Pasarán unos días antes de que pueda ponérmelo.
—No te preocupes, lo entiendo. —Trató de soltarle la mano.
—Intenté explicártelo anoche, pero no me dejaste acabar. -Él aguardó en tensión. —Es que... tengo la regla. -Louis se quedó con la boca abierta, aunque en seguida la cerró y le dio un sentido abrazo. —No era ésta la reacción que esperaba. —La voz de Julia llegaba apagada por el abrazo—. ¿Me has oído bien?
—Entonces, anoche... ¿no era que no me desearas? -Ella se separó y lo miró sorprendida.
—Aún estoy disgustada por lo que ha pasado, pero por supuesto que te deseo. Siempre que hacemos el amor me haces sentir especial. Pero ahora no quiero entrar en... quiero decir, no quiero que tú entres... Bueno, ya sabes lo que quiero decir —se interrumpió, ruborizándose. Con un suspiro de alivio, Louis la besó en la frente.
—Tengo otros planes para ti.
La llevó de la mano hasta el espacioso cuarto de baño, deteniéndose un instante para encender el equipo de música. Las notas del tema de Sting Until llenaron la habitación.
* * * *
Paulina estaba sentada en una cama desconocida, en Toronto, cubierta de sudor frío. No importaba cuántas veces la tuviera, la pesadilla no variaba nunca. Ni el vodka ni las pastillas servían para eliminar el dolor del corazón ni las lágrimas de los ojos.
Al alargar la mano hacia la botella que tenía en la mesilla de noche, tiró el reloj al suelo. Tras varios tragos y varias pastillas, la oscuridad se la llevaría a su reino y podría por fin dormir.
No encontraba consuelo. Otras mujeres podían tener otro hijo que las ayudara a superar el dolor de la pérdida del primero. Pero ella nunca volvería a tener hijos. Y el padre de su bebé perdido no la quería.
Él era el único hombre al que había amado de verdad. Lo había amado de cerca y en la distancia, pero Louis nunca había correspondido a sus sentimientos. Siempre se lo había dejado claro. Pero era demasiado noble para echarla de su vida de una patada. La cabeza le daba vueltas mientras lloraba con la cara enterrada en la almohada, lamentando su doble pérdida.
La de Maia.
Y la de Louis.
Holaaaa!!
¿Qué tal les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustadoooo
Comente mucho
BESOSS, las adoroooo
bye!
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Me ha encantado el capítulo, lo de Julia tenía explicacion ya me parecía demasiado raro que no quisiese estar con él.
No me gustaía estar en el lugar de Paulina...
siguela pronto!!
PD: seguramente siga mañana Obsession
No me gustaía estar en el lugar de Paulina...
siguela pronto!!
PD: seguramente siga mañana Obsession
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Vale, vale, vale.... lo sabía, sabía que tenía que haber una explicación porque es imposible que una mujer no quiera meterse entre las sabanas de el señor Tomlinson.... es simplemente imposible de evitar la tentación.
Paulina, cada vez me das más pena y no pena de "oh, pobrecita", no, pena de "chica haz algo con tu penosa vida, ¿quieres?. Es que es increíble está jodida, pero bien jodida y no se plantea ni por un momento que puede hacer algo para cambiar su vida, en lugar de eso decide eber, tomar pastillas para dormir y hundirse la moral... ¿Sabes que las pastillas para dormir incrementan las probabilidades de tener alceimer? Solo aviso... estás destrozando tu vida....
En cualquier caso el capítulo me ha gustado mucho y espero que subas prontito el siguiente capítulo.
Besos xxx
Bye!!!
Paulina, cada vez me das más pena y no pena de "oh, pobrecita", no, pena de "chica haz algo con tu penosa vida, ¿quieres?. Es que es increíble está jodida, pero bien jodida y no se plantea ni por un momento que puede hacer algo para cambiar su vida, en lugar de eso decide eber, tomar pastillas para dormir y hundirse la moral... ¿Sabes que las pastillas para dormir incrementan las probabilidades de tener alceimer? Solo aviso... estás destrozando tu vida....
En cualquier caso el capítulo me ha gustado mucho y espero que subas prontito el siguiente capítulo.
Besos xxx
Bye!!!
Rachel116
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Anna. escribió:Me ha encantado el capítulo, lo de Julia tenía explicacion ya me parecía demasiado raro que no quisiese estar con él.
No me gustaía estar en el lugar de Paulina...
siguela pronto!!
PD: seguramente siga mañana Obsession
Me alegra que te haya encantado
Para todo hay una explicación :)
Sii pobre Paulina
Ahorita la sigoo
Besos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Rachel116 escribió:Vale, vale, vale.... lo sabía, sabía que tenía que haber una explicación porque es imposible que una mujer no quiera meterse entre las sabanas de el señor Tomlinson.... es simplemente imposible de evitar la tentación.
Paulina, cada vez me das más pena y no pena de "oh, pobrecita", no, pena de "chica haz algo con tu penosa vida, ¿quieres?. Es que es increíble está jodida, pero bien jodida y no se plantea ni por un momento que puede hacer algo para cambiar su vida, en lugar de eso decide eber, tomar pastillas para dormir y hundirse la moral... ¿Sabes que las pastillas para dormir incrementan las probabilidades de tener alceimer? Solo aviso... estás destrozando tu vida....
En cualquier caso el capítulo me ha gustado mucho y espero que subas prontito el siguiente capítulo.
Besos xxx
Bye!!!
Nadie se puede resistir a ese hombre
Me alegra que te haya gustado el capítulo
Ahorita la sigo
Besos
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
.
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Capítulo Trece
El profesor Giuseppe Pacciani no era un hombre virtuoso, pero era listo. No creyó a Christa Peterson cuando ésta le dijo que estaría encantada de verse con él para algo más que palabras. Y para asegurarse de que el encuentro acababa produciéndose de manera satisfactoria, se guardó el nombre de la fidanzata canadiense del profesor Tomlinson, prometiendo revelárselo cuando se vieran en Madrid, en febrero.
Christa, que no quería acostarse con él ni tener que esperar tanto para obtener la información, no le respondió. Cambiando de táctica, buscó otra manera de lograr su objetivo.
Era evidente que estaba celosa y que los celos eran la razón que la impulsaba a buscar el nombre de la mujer que había triunfado donde ella había fracasado (inexplicablemente), logrando el interés del profesor. Hacía tiempo que sospechaba de una morena de ojos grandes y mirada inocente, concretamente desde que el profesor Tomlinson había discutido a gritos con ella en mitad de un seminario, por culpa de una amante llamada Paulina.
Aunque también sentía una gran curiosidad por saber si los rumores que lo vinculaban con la profesora Singer y sus secretos no tan secretos eran ciertos. Cuando él le había dado dos besos a la profesora al acabar la conferencia, muchas lenguas se habían puesto en movimiento, la de Christa entre ellas.
Tal vez Giuseppe se equivocaba. Tal vez lo que Louis Tomlinson tenía no era una fidanzata, sino una amante.
Tratando de resolver ese misterio tan jugoso, Christa se puso en contacto con un antiguo amor de Florencia que escribía en el periódico La Nazione, pidiéndole cualquier tipo de información sobre la vida personal del profesor. Mientras esperaba la respuesta, se centraría en una fuente de información más cercana. En Lobby todos los secretos dejaban de serlo tarde o temprano.
La prolongada ausencia del profesor Tomlinson se remontaba a la noche en que ella había tratado de seducirlo. Por tanto, razonó, la relación con su prometida debió de empezar en esa época. Antes de entonces, él no había tenido tantos miramientos sobre con quién se enrollaba.
Tal vez ya había tenido encuentros esporádicos con su novia antes de esa fatídica noche. Era muy posible que la relación no fuera tan monógama como Christa creía y que el profesor la alternara con otras relaciones. Aunque suponía que si una de éstas fuera oficial, le habrían llegado más rumores. (Al fin y al cabo, Toronto no dejaba de ser una ciudad pequeña en muchos aspectos.)
El camino que seguir estaba claro. Era muy probable que el profesor Tomlinson y su novia hubieran ido alguna noche a Lobby durante el semestre anterior, ya que el local era el lugar favorito de él. Sólo tenía que encontrar a alguien que trabajara allí e interrogarlo hasta obtener la información que necesitaba.
Un sábado por la noche, a última hora, Christa se dedicó a acosar al personal de Lobby, en busca del eslabón más débil. Sentada en el bar, ignoró por completo a la alta y rubia americana que tenía al lado, sin saber que ésta acababa de llegar de Harrisburg con el mismo objetivo que ella.
Christa hizo una mueca de disgusto cuando la mujer sacó su iPhone del bolso y empezó a hablar a gritos con un maître llamado Antonio. A medida que avanzaba la noche, fue descartando candidatos. Ethan tenía novia formal, más de un barman era gay y casi todas las camareras eran mujeres. Sólo le quedaba Lucas.
Éste era un informático un poco friki (dicho sin ánimo de ofender) que ayudaba a Ethan con la seguridad del club. Tenía acceso a las grabaciones de las cámaras de seguridad y estuvo encantado de quedar con ella a una hora en que el club estaba cerrado para revisar los CD desde setiembre de 2009.
Ésa fue la razón de que Christa se encontrara un domingo por la mañana en el servicio de mujeres, con Lucas embistiendo entre sus piernas, en vez de estar en la iglesia.
Louis y Julia regresaron a Toronto el 1 de enero, bastante más tarde de lo planeado. Pasaron por el apartamento de Julia para dejar algunas cosas y coger algo de ropa. O eso al menos era lo que pensaba Louis mientras el taxi los esperaba a la puerta del edificio y él aguardaba en el frío y poco acogedor apartamento a que ella preparara su bolsa.
Pero no lo hizo.
—Ésta es mi casa, Louis. Llevo tres semanas fuera. Tengo que poner lavadoras y empezar a trabajar en la tesis. Las clases empiezan el lunes. -La expresión de él se ensombreció rápidamente.
—Sí, soy muy consciente de cuándo empiezan las clases —replicó secamente—, pero este apartamento está helado. No tienes nada de comer y no quiero dormir sin ti. Ven a casa conmigo y vuelve mañana por la mañana.
—No quiero ir a casa contigo.
—Te dije que haría cambiar los muebles del dormitorio y lo he hecho. No sólo la cama, todos los muebles son nuevos. —Haciendo una mueca, añadió—: Incluso he hecho pintar las paredes.
—No estoy preparada. —Y dándole la espalda, empezó a deshacer la maleta.
Al ver que no pensaba cambiar de opinión, él se marchó del apartamento dando un portazo.
Julia suspiró.
Sabía que Louis lo intentaba, pero los secretos que había descubierto recientemente habían erosionado mucho su autoestima. Una autoestima que había empezado a recuperar en Italia.
Julia era consciente de que la culpa de que tuviera tanto miedo a perderlo era del divorcio de sus padres y de la traición de Simon. Pero una cosa era saberlo y otra que dejara de afectarla. Por mucho que lo intentara, era incapaz de creer que Louis no se cansaría de ella con el tiempo.
Estaba a punto de cerrar la puerta con llave, cuando él regresó, maleta en mano.
—¿Qué quieres? —preguntó ella.
—Darte calor.
Y dejando la maleta en el suelo, se encerró en el baño. Minutos más tarde, volvió a salir, con la camisa desabrochada y fuera de los pantalones, refunfuñando algo sobre que había arreglado el jodido calefactor.
—¿Por qué has vuelto?
—Ya sabes que me cuesta dormir sin ti. De hecho, estoy tentado de vender el maldito piso y todos los muebles y comprar uno nuevo. -Negando con la cabeza, se quitó la ropa sin ceremonias.
Mientras Julia usaba el baño, él se entretuvo mirando algunas de las cosas que ella había dejado en la mesita auxiliar: el álbum con las reproducciones de Botticelli que le había regalado por su cumpleaños, una vela grande, una caja de cerillas y las fotos que él le había hecho.
Mientras las miraba, se excitó. Ella le había dicho que quería posar para él. Deseaba que la fotografiara. Un mes atrás, eso le habría parecido imposible. Se había mostrado tan tímida, tan nerviosa...
Recordó su expresión cuando la había llevado a su casa después de aquella horrible discusión en la universidad. Pensar en sus ojos, grandes y aterrorizados, y en cómo había temblado bajo sus manos, hizo disminuir su erección. No se la merecía. Y lo sabía. Era sólo la baja autoestima de Julia la que le impedía darse a ella cuenta de la verdad.Siguió mirando las fotos hasta llegar a una de Julianne de perfil. Louis le apoyaba una mano en el hombro, mientras le retiraba el pelo del cuello con la otra para darle un suave beso. Ella no sabía que él tenía una copia ampliada de esa foto guardada en el armario del dormitorio. No se había atrevido a colgarla antes por miedo a su reacción. Cuando volviera a casa, sería lo primero que haría.
Esa idea alimentó de nuevo su deseo. Encendió la vela y apagó la luz. Un resplandor romántico se extendió por la habitación justo cuando Julia salía del baño. Louis se sentó en la cama, completamente desnudo. Ella, en cambio, llevaba en la mano un pijama de franela con patitos de goma estampados.
—¿Qué haces? —le preguntó él, sin disimular su disgusto.
—Me preparo para dormir.
—Ven aquí. —La atrapó con la mirada. Julia se acercó a él lentamente. Arrebatándole el pijama de las manos, lo lanzó a la otra punta de la habitación. —No necesitas pijama. No necesitas ponerte nada.
Ella se desnudó lentamente, dejando la ropa sobre una silla plegable. Cuando se acercó a la cama, Louis la detuvo poniéndole una mano sobre la cabeza, casi como si la estuviera bendiciendo. Entonces empezó a acariciarla desde el pelo, pasando por las cejas y los pómulos, encendiendo su deseo con la intensidad de su mirada. Había algo del antiguo profesor Tomlinson tras aquellos ojos, algo primario y sexual. Cuando Julia cerró los suyos un instante, las manos de Louis, que ya le habían bajado hasta el cuello, le sujetaron la cara.
—Abre los ojos.
Al obedecer, se asustó un poco al ver el hambre en su mirada. Era un león acosando a su presa, ansioso por alimentarse. Sabía que no quería asustarla, pero se sintió indefensa ante su propio deseo de él.
—¿Has echado de menos tocarme así? —le preguntó Louis, con un ardiente susurro.Julia respondió que sí con la voz ronca de excitación. El pecho de él se hinchó de orgullo.
Recorrió el camino desde su cara hasta sus rodillas lentamente, pero Louis parecía disfrutar de cada centímetro, deteniéndose en varios puntos. Su tacto era ligero, pero lleno de ardor. A pesar del frío de la habitación, Julia sentía calor por donde pasaban sus manos. Pero en cuanto se acordó de lo fría que estaba la habitación, se estremeció.
Louis se interrumpió inmediatamente y se echó a un lado para que se metiera en la cama, del lado de la pared. Presionó su pecho contra la espalda de ella y los cubrió a los dos con el edredón lila.
—He echado mucho de menos hacerte el amor. Era como si me faltara algo esencial.
—Yo también te he echado de menos. -Louis sonrió aliviado.
—Me alegro mucho de oírte decir eso. Ha sido una tortura pasar una semana sin
poderte tocar así.
—Ha sido una tortura pasar una semana sin que me tocaras así. -El deseo que oyó en su voz le encendió la sangre, y la abrazó con más fuerza.
—Los abrazos y los mimos también forman parte de hacer el amor.
—Nunca me habría imaginado que fuera usted un mimoso, profesor Tomlinson. -Él le mordisqueó el cuello, succionándolo muy ligeramente.
—Me he convertido en un montón de cosas desde que me aceptaste como tu amante. —Acercando la cara a su pelo, aspiró su aroma a vainilla—. A veces me pregunto si te das cuenta de lo mucho que me has hecho cambiar. Es casi milagroso.
—Yo no hago milagros. Pero te amo.
—Y yo te amo a ti. -Entonces, Louis permaneció inmóvil unos instantes, lo que sorprendió a Julia, que había esperado que empezara a hacerle el amor inmediatamente.
—Al final no me contaste lo que pasó en el restaurante Kinfolks la víspera de Navidad —dijo él, tratando de sonar despreocupado. No quería que pensara que se lo estaba reprochando.
Con la esperanza de acabar pronto la conversación y poder pasar a otras actividades más placenteras, Julia le contó el altercado con Natalie, obviando la parte en que ésta se había burlado de sus habilidades sexuales delante de todo el mundo. Louis la tumbó de espaldas para verle la cara.
—¿Por qué no me lo contaste?
—Ya no podías hacer nada.
—Te amo, ¡maldita sea! ¿Por qué no me lo contaste?
—Cuando entramos en casa, Paulina te estaba esperando. -Él frunció el cejo, pero se calmó.
—De acuerdo. Así que amenazaste a tu antigua compañera de habitación con llevar el tema a la prensa.
—Sí.
—¿Crees que te tomó en serio?
—Quiere salir de Selinsgrove más que nada en el mundo. Quiere ser la novia oficial de Simon y acudir a actos políticos cogida de su brazo. No hará nada que ponga en peligro sus posibilidades de conseguirlo.
—¿No ha logrado todo eso todavía?
—No. Llevan su relación en secreto por deseo de Simon. Por eso tardé tanto en darme cuenta de que se la estaba tirando. -Louis se estremeció. Julia no solía hablar así. Cuando lo hacía, era que estaba más disgustada de lo que parecía.
—Mírame —le dijo él, apoyando los brazos a cada lado de sus hombros. Ella lo miró a los ojos y Louis le devolvió una mirada preocupada. —Siento que Simon te hiciera daño. Y siento no haberle pegado más fuerte cuando tuve la ocasión. Pero no puedo decir que sienta que se liara con tu compañera. De no haberlo hecho, ahora no estarías conmigo. -La besó, acariciándole el cuello hasta que ella suspiró, satisfecha, en su boca. —Eres mi hojita. Mi preciosa y triste hojita y yo quiero verte fuerte y feliz. Siento mucho las lágrimas que has derramado por mi culpa. Espero que algún día puedas perdonarme.
Julia lo abrazó con fuerza y ocultó la cara en su hombro. Luego lo exploró con sus manos hasta que sus cuerpos se fundieron en uno solo. El silencio del diminuto estudio se llenó con el sonido de los apagados jadeos de ambos y con los gemidos de Julia, que iban aumentando de intensidad.
Era un lenguaje sutil, el lenguaje de los amantes. Los suspiros se respondían con más suspiros o con gruñidos. La excitación de uno crecía y se alimentaba de la excitación del otro hasta que los gruñidos se convertían en gritos y, más adelante, otra vez en suspiros. El cuerpo de Louis la cubría por completo, llenándola de las sensaciones de su peso, su sudor y su piel desnuda.
Ése era el gozo que todo el mundo perseguía: sagrado y pagano a la vez. La unión de dos seres en un solo ser: una unión perfecta, sin costuras. Un retrato de amor y satisfacción profunda. Un breve vistazo de la visión beatífica.
Antes de salir de su interior, Louis le dio un último beso en la mejilla.
—¿Lo harás?
—¿El qué?
—Perdonarme por lo de Paulina. Por no habértelo contado todo y por tratarla tan mal.
—No puedo perdonarte en su nombre. Eso sólo puede hacerlo ella. —Julia se mordió el labio inferior—. Ahora más que nunca tienes que asegurarte de que reciba ayuda para que pueda seguir adelante con su vida. Se lo debes.
Él quería decir algo, pero la fuerza de su bondad se lo impidió.
Holaaaa!!Christa, que no quería acostarse con él ni tener que esperar tanto para obtener la información, no le respondió. Cambiando de táctica, buscó otra manera de lograr su objetivo.
Era evidente que estaba celosa y que los celos eran la razón que la impulsaba a buscar el nombre de la mujer que había triunfado donde ella había fracasado (inexplicablemente), logrando el interés del profesor. Hacía tiempo que sospechaba de una morena de ojos grandes y mirada inocente, concretamente desde que el profesor Tomlinson había discutido a gritos con ella en mitad de un seminario, por culpa de una amante llamada Paulina.
Aunque también sentía una gran curiosidad por saber si los rumores que lo vinculaban con la profesora Singer y sus secretos no tan secretos eran ciertos. Cuando él le había dado dos besos a la profesora al acabar la conferencia, muchas lenguas se habían puesto en movimiento, la de Christa entre ellas.
Tal vez Giuseppe se equivocaba. Tal vez lo que Louis Tomlinson tenía no era una fidanzata, sino una amante.
Tratando de resolver ese misterio tan jugoso, Christa se puso en contacto con un antiguo amor de Florencia que escribía en el periódico La Nazione, pidiéndole cualquier tipo de información sobre la vida personal del profesor. Mientras esperaba la respuesta, se centraría en una fuente de información más cercana. En Lobby todos los secretos dejaban de serlo tarde o temprano.
La prolongada ausencia del profesor Tomlinson se remontaba a la noche en que ella había tratado de seducirlo. Por tanto, razonó, la relación con su prometida debió de empezar en esa época. Antes de entonces, él no había tenido tantos miramientos sobre con quién se enrollaba.
Tal vez ya había tenido encuentros esporádicos con su novia antes de esa fatídica noche. Era muy posible que la relación no fuera tan monógama como Christa creía y que el profesor la alternara con otras relaciones. Aunque suponía que si una de éstas fuera oficial, le habrían llegado más rumores. (Al fin y al cabo, Toronto no dejaba de ser una ciudad pequeña en muchos aspectos.)
El camino que seguir estaba claro. Era muy probable que el profesor Tomlinson y su novia hubieran ido alguna noche a Lobby durante el semestre anterior, ya que el local era el lugar favorito de él. Sólo tenía que encontrar a alguien que trabajara allí e interrogarlo hasta obtener la información que necesitaba.
Un sábado por la noche, a última hora, Christa se dedicó a acosar al personal de Lobby, en busca del eslabón más débil. Sentada en el bar, ignoró por completo a la alta y rubia americana que tenía al lado, sin saber que ésta acababa de llegar de Harrisburg con el mismo objetivo que ella.
Christa hizo una mueca de disgusto cuando la mujer sacó su iPhone del bolso y empezó a hablar a gritos con un maître llamado Antonio. A medida que avanzaba la noche, fue descartando candidatos. Ethan tenía novia formal, más de un barman era gay y casi todas las camareras eran mujeres. Sólo le quedaba Lucas.
Éste era un informático un poco friki (dicho sin ánimo de ofender) que ayudaba a Ethan con la seguridad del club. Tenía acceso a las grabaciones de las cámaras de seguridad y estuvo encantado de quedar con ella a una hora en que el club estaba cerrado para revisar los CD desde setiembre de 2009.
Ésa fue la razón de que Christa se encontrara un domingo por la mañana en el servicio de mujeres, con Lucas embistiendo entre sus piernas, en vez de estar en la iglesia.
Louis y Julia regresaron a Toronto el 1 de enero, bastante más tarde de lo planeado. Pasaron por el apartamento de Julia para dejar algunas cosas y coger algo de ropa. O eso al menos era lo que pensaba Louis mientras el taxi los esperaba a la puerta del edificio y él aguardaba en el frío y poco acogedor apartamento a que ella preparara su bolsa.
Pero no lo hizo.
—Ésta es mi casa, Louis. Llevo tres semanas fuera. Tengo que poner lavadoras y empezar a trabajar en la tesis. Las clases empiezan el lunes. -La expresión de él se ensombreció rápidamente.
—Sí, soy muy consciente de cuándo empiezan las clases —replicó secamente—, pero este apartamento está helado. No tienes nada de comer y no quiero dormir sin ti. Ven a casa conmigo y vuelve mañana por la mañana.
—No quiero ir a casa contigo.
—Te dije que haría cambiar los muebles del dormitorio y lo he hecho. No sólo la cama, todos los muebles son nuevos. —Haciendo una mueca, añadió—: Incluso he hecho pintar las paredes.
—No estoy preparada. —Y dándole la espalda, empezó a deshacer la maleta.
Al ver que no pensaba cambiar de opinión, él se marchó del apartamento dando un portazo.
Julia suspiró.
Sabía que Louis lo intentaba, pero los secretos que había descubierto recientemente habían erosionado mucho su autoestima. Una autoestima que había empezado a recuperar en Italia.
Julia era consciente de que la culpa de que tuviera tanto miedo a perderlo era del divorcio de sus padres y de la traición de Simon. Pero una cosa era saberlo y otra que dejara de afectarla. Por mucho que lo intentara, era incapaz de creer que Louis no se cansaría de ella con el tiempo.
Estaba a punto de cerrar la puerta con llave, cuando él regresó, maleta en mano.
—¿Qué quieres? —preguntó ella.
—Darte calor.
Y dejando la maleta en el suelo, se encerró en el baño. Minutos más tarde, volvió a salir, con la camisa desabrochada y fuera de los pantalones, refunfuñando algo sobre que había arreglado el jodido calefactor.
—¿Por qué has vuelto?
—Ya sabes que me cuesta dormir sin ti. De hecho, estoy tentado de vender el maldito piso y todos los muebles y comprar uno nuevo. -Negando con la cabeza, se quitó la ropa sin ceremonias.
Mientras Julia usaba el baño, él se entretuvo mirando algunas de las cosas que ella había dejado en la mesita auxiliar: el álbum con las reproducciones de Botticelli que le había regalado por su cumpleaños, una vela grande, una caja de cerillas y las fotos que él le había hecho.
Mientras las miraba, se excitó. Ella le había dicho que quería posar para él. Deseaba que la fotografiara. Un mes atrás, eso le habría parecido imposible. Se había mostrado tan tímida, tan nerviosa...
Recordó su expresión cuando la había llevado a su casa después de aquella horrible discusión en la universidad. Pensar en sus ojos, grandes y aterrorizados, y en cómo había temblado bajo sus manos, hizo disminuir su erección. No se la merecía. Y lo sabía. Era sólo la baja autoestima de Julia la que le impedía darse a ella cuenta de la verdad.Siguió mirando las fotos hasta llegar a una de Julianne de perfil. Louis le apoyaba una mano en el hombro, mientras le retiraba el pelo del cuello con la otra para darle un suave beso. Ella no sabía que él tenía una copia ampliada de esa foto guardada en el armario del dormitorio. No se había atrevido a colgarla antes por miedo a su reacción. Cuando volviera a casa, sería lo primero que haría.
Esa idea alimentó de nuevo su deseo. Encendió la vela y apagó la luz. Un resplandor romántico se extendió por la habitación justo cuando Julia salía del baño. Louis se sentó en la cama, completamente desnudo. Ella, en cambio, llevaba en la mano un pijama de franela con patitos de goma estampados.
—¿Qué haces? —le preguntó él, sin disimular su disgusto.
—Me preparo para dormir.
—Ven aquí. —La atrapó con la mirada. Julia se acercó a él lentamente. Arrebatándole el pijama de las manos, lo lanzó a la otra punta de la habitación. —No necesitas pijama. No necesitas ponerte nada.
Ella se desnudó lentamente, dejando la ropa sobre una silla plegable. Cuando se acercó a la cama, Louis la detuvo poniéndole una mano sobre la cabeza, casi como si la estuviera bendiciendo. Entonces empezó a acariciarla desde el pelo, pasando por las cejas y los pómulos, encendiendo su deseo con la intensidad de su mirada. Había algo del antiguo profesor Tomlinson tras aquellos ojos, algo primario y sexual. Cuando Julia cerró los suyos un instante, las manos de Louis, que ya le habían bajado hasta el cuello, le sujetaron la cara.
—Abre los ojos.
Al obedecer, se asustó un poco al ver el hambre en su mirada. Era un león acosando a su presa, ansioso por alimentarse. Sabía que no quería asustarla, pero se sintió indefensa ante su propio deseo de él.
—¿Has echado de menos tocarme así? —le preguntó Louis, con un ardiente susurro.Julia respondió que sí con la voz ronca de excitación. El pecho de él se hinchó de orgullo.
Recorrió el camino desde su cara hasta sus rodillas lentamente, pero Louis parecía disfrutar de cada centímetro, deteniéndose en varios puntos. Su tacto era ligero, pero lleno de ardor. A pesar del frío de la habitación, Julia sentía calor por donde pasaban sus manos. Pero en cuanto se acordó de lo fría que estaba la habitación, se estremeció.
Louis se interrumpió inmediatamente y se echó a un lado para que se metiera en la cama, del lado de la pared. Presionó su pecho contra la espalda de ella y los cubrió a los dos con el edredón lila.
—He echado mucho de menos hacerte el amor. Era como si me faltara algo esencial.
—Yo también te he echado de menos. -Louis sonrió aliviado.
—Me alegro mucho de oírte decir eso. Ha sido una tortura pasar una semana sin
poderte tocar así.
—Ha sido una tortura pasar una semana sin que me tocaras así. -El deseo que oyó en su voz le encendió la sangre, y la abrazó con más fuerza.
—Los abrazos y los mimos también forman parte de hacer el amor.
—Nunca me habría imaginado que fuera usted un mimoso, profesor Tomlinson. -Él le mordisqueó el cuello, succionándolo muy ligeramente.
—Me he convertido en un montón de cosas desde que me aceptaste como tu amante. —Acercando la cara a su pelo, aspiró su aroma a vainilla—. A veces me pregunto si te das cuenta de lo mucho que me has hecho cambiar. Es casi milagroso.
—Yo no hago milagros. Pero te amo.
—Y yo te amo a ti. -Entonces, Louis permaneció inmóvil unos instantes, lo que sorprendió a Julia, que había esperado que empezara a hacerle el amor inmediatamente.
—Al final no me contaste lo que pasó en el restaurante Kinfolks la víspera de Navidad —dijo él, tratando de sonar despreocupado. No quería que pensara que se lo estaba reprochando.
Con la esperanza de acabar pronto la conversación y poder pasar a otras actividades más placenteras, Julia le contó el altercado con Natalie, obviando la parte en que ésta se había burlado de sus habilidades sexuales delante de todo el mundo. Louis la tumbó de espaldas para verle la cara.
—¿Por qué no me lo contaste?
—Ya no podías hacer nada.
—Te amo, ¡maldita sea! ¿Por qué no me lo contaste?
—Cuando entramos en casa, Paulina te estaba esperando. -Él frunció el cejo, pero se calmó.
—De acuerdo. Así que amenazaste a tu antigua compañera de habitación con llevar el tema a la prensa.
—Sí.
—¿Crees que te tomó en serio?
—Quiere salir de Selinsgrove más que nada en el mundo. Quiere ser la novia oficial de Simon y acudir a actos políticos cogida de su brazo. No hará nada que ponga en peligro sus posibilidades de conseguirlo.
—¿No ha logrado todo eso todavía?
—No. Llevan su relación en secreto por deseo de Simon. Por eso tardé tanto en darme cuenta de que se la estaba tirando. -Louis se estremeció. Julia no solía hablar así. Cuando lo hacía, era que estaba más disgustada de lo que parecía.
—Mírame —le dijo él, apoyando los brazos a cada lado de sus hombros. Ella lo miró a los ojos y Louis le devolvió una mirada preocupada. —Siento que Simon te hiciera daño. Y siento no haberle pegado más fuerte cuando tuve la ocasión. Pero no puedo decir que sienta que se liara con tu compañera. De no haberlo hecho, ahora no estarías conmigo. -La besó, acariciándole el cuello hasta que ella suspiró, satisfecha, en su boca. —Eres mi hojita. Mi preciosa y triste hojita y yo quiero verte fuerte y feliz. Siento mucho las lágrimas que has derramado por mi culpa. Espero que algún día puedas perdonarme.
Julia lo abrazó con fuerza y ocultó la cara en su hombro. Luego lo exploró con sus manos hasta que sus cuerpos se fundieron en uno solo. El silencio del diminuto estudio se llenó con el sonido de los apagados jadeos de ambos y con los gemidos de Julia, que iban aumentando de intensidad.
Era un lenguaje sutil, el lenguaje de los amantes. Los suspiros se respondían con más suspiros o con gruñidos. La excitación de uno crecía y se alimentaba de la excitación del otro hasta que los gruñidos se convertían en gritos y, más adelante, otra vez en suspiros. El cuerpo de Louis la cubría por completo, llenándola de las sensaciones de su peso, su sudor y su piel desnuda.
Ése era el gozo que todo el mundo perseguía: sagrado y pagano a la vez. La unión de dos seres en un solo ser: una unión perfecta, sin costuras. Un retrato de amor y satisfacción profunda. Un breve vistazo de la visión beatífica.
Antes de salir de su interior, Louis le dio un último beso en la mejilla.
—¿Lo harás?
—¿El qué?
—Perdonarme por lo de Paulina. Por no habértelo contado todo y por tratarla tan mal.
—No puedo perdonarte en su nombre. Eso sólo puede hacerlo ella. —Julia se mordió el labio inferior—. Ahora más que nunca tienes que asegurarte de que reciba ayuda para que pueda seguir adelante con su vida. Se lo debes.
Él quería decir algo, pero la fuerza de su bondad se lo impidió.
¿Qué tal les pareció el capítulo?
Espero que les haya gustadoooo
Comente mucho
BESOSS, las adoroooo
bye!
karencita__mb
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Christa más zorra no puede ser ¿eh? las cosas que hace por culpa de su obsesión con Louis...
Julia y Louis son la pareja perfecta, me encantan. Louis es un cielo cuando quiere, y me alegro mucho de que se haya deshecho de esa cama. Una pena que no haya quemado el apartamento directamente, pero bueno.
Me encantó el capítulo.
Espero que puedas seguirla pronto!!
Besos :)
Julia y Louis son la pareja perfecta, me encantan. Louis es un cielo cuando quiere, y me alegro mucho de que se haya deshecho de esa cama. Una pena que no haya quemado el apartamento directamente, pero bueno.
Me encantó el capítulo.
Espero que puedas seguirla pronto!!
Besos :)
Anna.
Re: El ÉXTASIS de Louis [Hot-Erotica] 2da Temporada [TERMINADA]
Cada vez alucino más con Christa... ¿se ha acostado con ese chico con el único fin de conseguir información sobre Louis?
Jajajajaj ¡lo sabía! Sabía que acabaría deshaciéndose de todo y que seguiría con la intención de comprar un nuevo apartamento.
Me ha gustado muchísimo el capítulo. Espero que la sigas prontito.
¡Un beso!
Jajajajaj ¡lo sabía! Sabía que acabaría deshaciéndose de todo y que seguiría con la intención de comprar un nuevo apartamento.
Me ha gustado muchísimo el capítulo. Espero que la sigas prontito.
¡Un beso!
Rachel116
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