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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Oblivion.
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Re: Oblivion.
Without You - Capitulo uno.
Bradford, Reino Unido, 2008.
La residencia Knowles lucia como aquellas casas embrujadas de las leyendas urbanas que solían contar aquellos encantadores ancianos de los asilos. Grande, rustica y con un agradable jardín, que lamentablemente, su estado era descuidado junto con maleza por cualquier parte en la que pudieran pisar las suelas de los zapatos de los curiosos.
Aquel joven mantenía sus pasos lentos y sobre todo cautelosos, sus manos transpiraban ante la ansiedad que recorría por cada extremidad de su cuerpo y justamente al estar enfrente de la enorme casa dudo si en tocar o no, después de unos cuantos segundos en pensar detenidamente cuál sería la mejor opción, opto por la segunda. No.
Zayn leía repetidas veces aquel mensaje que había llegado a su celular hace diez minutos atrás en el cual se lograba ver aquellas letras a través de la pantalla, pocas palabras para poner sus nervios de punta, es decir, siempre odio la idea de tener que ir a la residencia de aquella joven en la que suele vivir su novia, Arabella. El chico sentía un muy mal presentimiento, hasta podía sentirlo en el ambiente en el que se encontraba en esos precisos momentos.
Al adentrarse completamente por toda la casa lo primero que noto fue la escasa luz en ella, como siempre. Lucia igual como la última vez que estuvo en ese lugar, lleno de suciedad junto con un plástico en cada uno de los muebles. Sin embargo, eso no fue lo que inquieto al moreno, un olor a putrefacción comenzó a invadir sus fosas nasales provocando unas terribles nauseas en el, sin pensarlo dos veces, cubrió con su brazo su nariz para así evitar aquel asqueroso olor y al mismo tiempo ponerse en estado de alerta a cualquier acontecimiento que pudiera suceder.
Su instinto lo dirigió hacia las escaleras que llevan hacia el segundo piso revisando cada una de las habitaciones sin excepción alguna en señales de Arabella. Su confusión aumento al no encontrarla y la única solución que paso por su mente fue gritar su nombre con la esperanza de escuchar alguna contestación de la chica.
— ¡Arabella! —exclamó mirando a su alrededor.
Como supuso, no obtuvo respuesta alguna. Zayn comenzó a pensar muy seriamente de que Arabella solo lo llamo por el simple hecho de querer molestarlo y que mejor forma que decirle que valla a su residencia que claramente el odia. El moreno aun así sigue extrañado por el horrible olor a putrefacción y decidió proponerse no irse de aquella residencia hasta saber el porqué del origen de aquello.
Por azares del destino un llanto comenzó incrementarse que provenía exactamente del primer piso y Zayn sin dudarlo dos veces troto escaleras abajo siguiendo el sonido de aquel desgarrador llanto que provenía justamente de la cocina. Su mente comenzó a prepararse para mirar con sus ojos color almendrados lo peor que se le pudiera ocurrir, solo unos pasos más y sabría a lo que se enfrentaría y sobre todo quizás de algo de lo que se arrepentiría de por vida.
El llanto volvió a introducirse por sus oídos y el miedo comenzó a aferrarse de él como antes jamás lo había experimentado en su corta vida. Una voz dentro de él gritaba con gran desesperación, exigiéndole que saliera corriendo lo más rápido que sus piernas le permitiesen de aquella residencia hasta la tranquilidad de su hogar, pero por más que quisiera hacerle caso, simplemente no podía, ya que después de todo, Arabella es su novia y necesitaba de su ayuda.
— ¿Arabella? —cuestiono con un ligero pero notable temblor en su voz.
Estiro con nerviosismo y rapidez su mano derecha para así poder proporcionar un ligero empujón a aquella puerta que yacía enfrente de él obstruyendo su vista, al hacerlo, el olor lo golpeo tan fuerte en contra de su rostro que le fue inevitable toser ante ello. Su vista recorrió cada tramo que se le era posible, lo único que logro visualizar en el suelo era simplemente el gastado azulejo que había en el, hasta que en una de las esquinas su vista se detuvo ante la inmensa mancha color escarlata... sangre.
Su pulso se detuvo al igual como su respiración y a una corta distancia encontró un cuerpo recostado cubierto de sangre de pies a cabeza y sobre su abdomen se podía ver claramente como sus órganos sobresalían. La reacción de su rostro era simplemente inexplicable, era una clara combinación con el horror, sorpresa y por supuesto, por la confusión. Con ambas manos colocadas sobre su cabeza despeino su cabello una y otra vez, con la pequeña esperanza de que aquella joven de ojos color azul no fuera responsable de tal crimen.
— Yo... no quería... no se... solo... no era yo... —escucho aquella voz dolida y espantada a sus espaldas.
El chico cerro fuertemente sus ojos reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir para recorrer cada extremo de ambas mejillas, trato de respirar profundamente a la vez que daba la media vuelta para encontrarse una escena que jamás creyó ver alguna vez enfrente de él. El bello e inigualable rostro de la joven estaba con manchas de sangre alrededor de sus labios, parte de su mejilla derecha y ambas manos.
— Joder —susurro.
— Ayúdame... —contesto. — La soledad me está consumiendo —continuo.
Arabella trato de acercarse hacia Zayn en busca de apoyo, pero este último instantáneamente retrocedió varios pasos aturdido, perdido ante la confusión y el miedo. La chica inclino su cabeza a la vez que fruncía su entrecejo y automáticamente las lágrimas que antes bajaban como cascadas por debajo de sus ojos, se detuvieron.
— ¡Crees que estoy loca! —exclamo confirmándolo en vez de cuestionarlo.
Aun así, el chico se mantuvo callado, observando, analizando cada movimiento o facción que hiciera, sentía que todo a su alrededor iba derrumbándose poco a poco y sobre todo se le era irreconocible aquella damisela, sabía que ella no era Arabella, su Bella. Cuando menos lo pensó las sirenas comenzaron a hacer eco por toda la residencia, dándoles a entender que los oficiales habían llegado a su destino. Las luces rojas y azules se adentraban por las ventanas dándoles un poco mas de luminosidad entre ellos dando un aspecto más aterrador al rostro de la chica.
— Esta es tu oportunidad para demostrarme cuanto me amas —dijo con autoridad.
— Nunca te ame... —desvió la mirada hacia donde provenían los golpes contra la puerta principal. — Y lo sabes —regreso su mirada hacia ella.
Arabella al escuchar aquellas palabras su mandíbula se tenso y sus manos se convirtieron en puños, sin embargo, se suavizo al instante y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas con rapidez. Su cuerpo comenzó a moverse hacia el de él con lentitud pero a la vez con desesperación, al estar a escasos centímetros de sus rostros sus ojos se conectaron en una batalla en la que no sabían si ganarían o perderían, coloco su mano izquierda en la mejilla del moreno acariciándolo ágilmente, que por ende, termino manchándolo con la sangre aun fresca que tenia.
— Solo... ayúdame... por favor —insistió.
— ¡Policía de Bradford! ¡Salga con las manos en alto de la residencia! —exclamo un oficial por el megáfono.
Por último, sus labios se unieron en un beso bastante repugnante cabía de decir, ya que, el sabor a sangre comenzó a inundarse dentro de su boca y en el momento que quiso detenerla sintió como la chica mordía su labio inferior con ferocidad y no tuvo más remedio que ahogar un gemido.
— Te lo agradeceré eternamente, Zayn.
Siendo aquellas las últimas palabras que escucho por parte de ella y lo último que sintió fueron unas esposas en sus muñecas causando estremecerlo por completo. Su cuerpo y mente no reaccionaban, no sabía en el gran problema en el que lo había metido y sobre todo será algo de lo que no terminara de arrepentirse en toda su vida.
El oficial al meterlo en la parte trasera del auto, el chico no evito mirar una vez más hacia la residencia y entre los arbustos pudo visualizar el rostro de Arabella entre las sombras con una gran sonrisa plasmada en ella, y al ponerse en marcha el auto, se despidió de el agitando su mano de un lado a otro.
La residencia Knowles lucia como aquellas casas embrujadas de las leyendas urbanas que solían contar aquellos encantadores ancianos de los asilos. Grande, rustica y con un agradable jardín, que lamentablemente, su estado era descuidado junto con maleza por cualquier parte en la que pudieran pisar las suelas de los zapatos de los curiosos.
Aquel joven mantenía sus pasos lentos y sobre todo cautelosos, sus manos transpiraban ante la ansiedad que recorría por cada extremidad de su cuerpo y justamente al estar enfrente de la enorme casa dudo si en tocar o no, después de unos cuantos segundos en pensar detenidamente cuál sería la mejor opción, opto por la segunda. No.
Zayn leía repetidas veces aquel mensaje que había llegado a su celular hace diez minutos atrás en el cual se lograba ver aquellas letras a través de la pantalla, pocas palabras para poner sus nervios de punta, es decir, siempre odio la idea de tener que ir a la residencia de aquella joven en la que suele vivir su novia, Arabella. El chico sentía un muy mal presentimiento, hasta podía sentirlo en el ambiente en el que se encontraba en esos precisos momentos.
Al adentrarse completamente por toda la casa lo primero que noto fue la escasa luz en ella, como siempre. Lucia igual como la última vez que estuvo en ese lugar, lleno de suciedad junto con un plástico en cada uno de los muebles. Sin embargo, eso no fue lo que inquieto al moreno, un olor a putrefacción comenzó a invadir sus fosas nasales provocando unas terribles nauseas en el, sin pensarlo dos veces, cubrió con su brazo su nariz para así evitar aquel asqueroso olor y al mismo tiempo ponerse en estado de alerta a cualquier acontecimiento que pudiera suceder.
Su instinto lo dirigió hacia las escaleras que llevan hacia el segundo piso revisando cada una de las habitaciones sin excepción alguna en señales de Arabella. Su confusión aumento al no encontrarla y la única solución que paso por su mente fue gritar su nombre con la esperanza de escuchar alguna contestación de la chica.
— ¡Arabella! —exclamó mirando a su alrededor.
Como supuso, no obtuvo respuesta alguna. Zayn comenzó a pensar muy seriamente de que Arabella solo lo llamo por el simple hecho de querer molestarlo y que mejor forma que decirle que valla a su residencia que claramente el odia. El moreno aun así sigue extrañado por el horrible olor a putrefacción y decidió proponerse no irse de aquella residencia hasta saber el porqué del origen de aquello.
Por azares del destino un llanto comenzó incrementarse que provenía exactamente del primer piso y Zayn sin dudarlo dos veces troto escaleras abajo siguiendo el sonido de aquel desgarrador llanto que provenía justamente de la cocina. Su mente comenzó a prepararse para mirar con sus ojos color almendrados lo peor que se le pudiera ocurrir, solo unos pasos más y sabría a lo que se enfrentaría y sobre todo quizás de algo de lo que se arrepentiría de por vida.
El llanto volvió a introducirse por sus oídos y el miedo comenzó a aferrarse de él como antes jamás lo había experimentado en su corta vida. Una voz dentro de él gritaba con gran desesperación, exigiéndole que saliera corriendo lo más rápido que sus piernas le permitiesen de aquella residencia hasta la tranquilidad de su hogar, pero por más que quisiera hacerle caso, simplemente no podía, ya que después de todo, Arabella es su novia y necesitaba de su ayuda.
— ¿Arabella? —cuestiono con un ligero pero notable temblor en su voz.
Estiro con nerviosismo y rapidez su mano derecha para así poder proporcionar un ligero empujón a aquella puerta que yacía enfrente de él obstruyendo su vista, al hacerlo, el olor lo golpeo tan fuerte en contra de su rostro que le fue inevitable toser ante ello. Su vista recorrió cada tramo que se le era posible, lo único que logro visualizar en el suelo era simplemente el gastado azulejo que había en el, hasta que en una de las esquinas su vista se detuvo ante la inmensa mancha color escarlata... sangre.
Su pulso se detuvo al igual como su respiración y a una corta distancia encontró un cuerpo recostado cubierto de sangre de pies a cabeza y sobre su abdomen se podía ver claramente como sus órganos sobresalían. La reacción de su rostro era simplemente inexplicable, era una clara combinación con el horror, sorpresa y por supuesto, por la confusión. Con ambas manos colocadas sobre su cabeza despeino su cabello una y otra vez, con la pequeña esperanza de que aquella joven de ojos color azul no fuera responsable de tal crimen.
— Yo... no quería... no se... solo... no era yo... —escucho aquella voz dolida y espantada a sus espaldas.
El chico cerro fuertemente sus ojos reteniendo las lágrimas que amenazaban con salir para recorrer cada extremo de ambas mejillas, trato de respirar profundamente a la vez que daba la media vuelta para encontrarse una escena que jamás creyó ver alguna vez enfrente de él. El bello e inigualable rostro de la joven estaba con manchas de sangre alrededor de sus labios, parte de su mejilla derecha y ambas manos.
— Joder —susurro.
— Ayúdame... —contesto. — La soledad me está consumiendo —continuo.
Arabella trato de acercarse hacia Zayn en busca de apoyo, pero este último instantáneamente retrocedió varios pasos aturdido, perdido ante la confusión y el miedo. La chica inclino su cabeza a la vez que fruncía su entrecejo y automáticamente las lágrimas que antes bajaban como cascadas por debajo de sus ojos, se detuvieron.
— ¡Crees que estoy loca! —exclamo confirmándolo en vez de cuestionarlo.
Aun así, el chico se mantuvo callado, observando, analizando cada movimiento o facción que hiciera, sentía que todo a su alrededor iba derrumbándose poco a poco y sobre todo se le era irreconocible aquella damisela, sabía que ella no era Arabella, su Bella. Cuando menos lo pensó las sirenas comenzaron a hacer eco por toda la residencia, dándoles a entender que los oficiales habían llegado a su destino. Las luces rojas y azules se adentraban por las ventanas dándoles un poco mas de luminosidad entre ellos dando un aspecto más aterrador al rostro de la chica.
— Esta es tu oportunidad para demostrarme cuanto me amas —dijo con autoridad.
— Nunca te ame... —desvió la mirada hacia donde provenían los golpes contra la puerta principal. — Y lo sabes —regreso su mirada hacia ella.
Arabella al escuchar aquellas palabras su mandíbula se tenso y sus manos se convirtieron en puños, sin embargo, se suavizo al instante y las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas con rapidez. Su cuerpo comenzó a moverse hacia el de él con lentitud pero a la vez con desesperación, al estar a escasos centímetros de sus rostros sus ojos se conectaron en una batalla en la que no sabían si ganarían o perderían, coloco su mano izquierda en la mejilla del moreno acariciándolo ágilmente, que por ende, termino manchándolo con la sangre aun fresca que tenia.
— Solo... ayúdame... por favor —insistió.
— ¡Policía de Bradford! ¡Salga con las manos en alto de la residencia! —exclamo un oficial por el megáfono.
Por último, sus labios se unieron en un beso bastante repugnante cabía de decir, ya que, el sabor a sangre comenzó a inundarse dentro de su boca y en el momento que quiso detenerla sintió como la chica mordía su labio inferior con ferocidad y no tuvo más remedio que ahogar un gemido.
— Te lo agradeceré eternamente, Zayn.
Siendo aquellas las últimas palabras que escucho por parte de ella y lo último que sintió fueron unas esposas en sus muñecas causando estremecerlo por completo. Su cuerpo y mente no reaccionaban, no sabía en el gran problema en el que lo había metido y sobre todo será algo de lo que no terminara de arrepentirse en toda su vida.
El oficial al meterlo en la parte trasera del auto, el chico no evito mirar una vez más hacia la residencia y entre los arbustos pudo visualizar el rostro de Arabella entre las sombras con una gran sonrisa plasmada en ella, y al ponerse en marcha el auto, se despidió de el agitando su mano de un lado a otro.
Oblivion.
Re: Oblivion.
Elite - Capitulo siete.
Tarde. Algo que detestaba en su corta vida, era nada más ni nada menos que la tan llamada impuntualidad. Winter, caminaba de un extremo a otro en su tal adorada habitación y claramente se podía notar en cada uno de sus movimientos lo desesperada y presionada que se sentía en esos momentos. No podía permitirse llegar tarde a Constance Billard y mucho menos siendo el primer día de clases, por supuesto que no.
Tomo su chaqueta tan rápido como pudo y en el trayecto a la puerta, se detuvo unos segundos enfrente de aquel espejo que tantas veces –la mayoría- la atormentaba. Suspiro y miro detalladamente su aspecto y con una sonrisa satisfecha salió de ella con paso apresurado. Trotando bajo las inmensas escaleras de su hogar, no pasando desapercibido cada una de las maldiciones que mencionaba en murmureos por el tener tantos escalones innecesarios.
Su mal humor comenzaba a ser notorio ya que no pudo satisfacer su paladar con su jugo de naranja recién hecho por las mañanas, y al ser la única en casa que lo toma prácticamente se ha desperdiciado. Al subirse a la camioneta apresuro a Tomas -su chofer- ya que la rubia sentía que se movía cada vez más lento, y no lo culpaba, al ser un hombre ya mayor de edad no se esperaba más de él.
Al tener su cabeza recostada ligeramente contra el frio vidrio, observo el cielo completamente grisáceo y logro deducir que tarde o temprano llovería. Puso los ojos en blanco al escuchar como el locutor de la radio se lo confirmaba, tomo su celular que descansa en su regazo y solo faltaban cinco minutos para que las clases comenzaran. Cuando menos lo pensó, la camioneta se detuvo repentinamente.
Desconcertada, miro hacia ambos lados y después hacia el retrovisor, que ya yacían los ojos de Tomas en el, asustado claramente.
— ¿Se puede saber el por qué te detienes, Tomas? —tenso su mandíbula y hablo entre dientes para evitar gritarle al pobre anciano.
— Al parecer el motor está fallando, Srita. Eastwood —podía notarse el pequeño temblor en su voz, sabía lo que se avecinaba.
— ¡¿Qué?! Estas bromeando cierto... ¡cierto! —exploto de furia al escucharlo, cerro fuertemente sus ojos y comenzó a contar hasta cinco, pero ni eso pudo calmarla.
Resignada, abrió con fuerza la puerta a la vez que tomaba cada una de sus pertenencias, al salir de ella sintió la fría brisa en su poca piel expuesta haciéndola resoplar sonorosamente. Comenzó a caminar a paso decidido y con frente en alto hacia la institución, ignorando completamente los llamados ásperos de Tomas.
Al sentir que algún carro se avecinaba miraba con esperanzas de que fuera alguna de sus amigas para que pudiera darle un aventón ya que la lluvia en pocos minutos, si es que no en segundos, desataría en nueva york. Aceleraba su paso al fijarse nuevamente en su celular que solo tenía tres minutos, tres minutos para llegar, y correr no era una de sus opciones.
Miro sobre el rabillo del ojo como una motocicleta descendía su velocidad, en ningún momento dejo de caminar y al aspirar profundamente, sus fosas nasales se inundaron de aquel aroma tan peculiar que le pertenecía a ese chico de ojos azules, se maldijo unos segundos por lo que estaba a punto de hacer.
— ¿Acaso es cierto lo que mis ojos ven? —cuestiono Spike con un tono divertido en su voz. — ¿Winter Eastwood, caminando hacia el instituto?... ¡No me la creo! —termino riendo suavemente.
Winter rodo sus ojos y lo miro de frente, su día no podía empeorar aun más de lo que ya estaba. — ¿Terminaste? —dijo sin una pisca de simpatía en su rostro, el chico rio una vez más provocándola. — Se algo útil una vez en tu vida y llévame al instituto, no quiero un retardo —menciono sin rodeos.
— ¿Estas pidiéndome... ayuda? —sonrió con suficiencia mostrando su dentadura. — Esto lo tengo que grabar, pero ahora linda, díselo a la cámara —extendió su celular enfrente del rostro de Winter, la rubia frunció sus labios y con un ligero movimiento bajo su brazo.
— Tómalo como gustes, solo necesito que me lleves —ordeno prácticamente a Spike, el chico rio y se acomodo en su asiento negando ligeramente la cabeza.
— ¿Sabes? Ahora en estos momentos recuerdo que una chica, muy parecida a ti por cierto, dijo: Winter Eastwood jamás necesita ayuda y mucho menos caridad de los demás —finalizo recobrando la compostura, hizo sonar tres veces la motocicleta y por ultimo le guiño su ojo derecho marchándose del lugar, sin ella.
La rubia quedo prácticamente con la boca abierta ante las palabras de su hermano –en realidad hermanastro- pero era más que claro que esta humillación no se la dejaría pasar, podía sentir sus mejillas calientes ante la furia que invadía su anatomía y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Miro una vez más su celular y en un minuto comenzarían las clases.
— Inhala, exhala. Inhala, exhala... —murmuro para ella misma iniciando su camino, haciéndose la idea de que llegaría tarde, demasiado tarde.
El sonido de un claxon hizo que todos sus pensamientos de cómo asesinar a Cedric fueran interrumpidos. Miro con desgana de donde provenía y una inmensa sonrisa se formo en sus labios dejando escapar todo el aire que al parecer estaba reteniendo dentro de ella.
— ¿Te llevo? —dijo su amiga J.J con una gran sonrisa en su rostro y sin titubear Winter subió sintiéndose inmensamente aliviada.
— ¿Me contaras que fue lo que sucedió? —cuestiono J.J sin siquiera mirarle, a veces le asustaba que supiera todo con una mirada. Pero al recordar todo lo sucedido anteriormente, su furia volvió y termino contándole sin mucho rodeo los hechos.
— Sera un imbécil y todo lo que quieras, pero no le quita lo bueno que esta —dijo la morena riendo provocando que Winter rodara sus ojos.
Al comienzo de las clases no presto ni un poco de atención en ellas ya que una chica de su clase –bastante cotilla- le platicaba cada una de las cosas que sucedieron en los pasillos o lo que su rumoraba en ellos, Winter se mantenía al margen con su rostro sin interés pero muy en el fondo, le interesaba.
— Y bueno eso es todo lo que se... Por cierto, ayer mire un vestido ¡hermoso! Me lo probé pero no fue mucho de mi agrado...
— Me interesa poco, en realidad —interrumpió a la chica sin remordimiento, recibió una mirada fulminante y sin decir más comenzó a leer el libro que le recomendó J.J, no tenía nada mejor que hacer.
Cuando menos lo pensó la rubia sentía una pesada mirada almendrada en ella desde el inicio de la clase, cada vez que miraba en su dirección la chica la desviaba y así sucesivamente terminándola de cansar. Sus nervios aumentaban al igual como la incomodidad y eso le termino por enfadar.
Sin importar que estuviera a mitad de clase, coloco con fuerza el libro en el escritorio provocando un sonido hueco, miro en dirección hacia ella notando como se puso nerviosa y no se salvo de una mirada fulminante por parte de Winter.
— ¡Deja de mirarme! ¡¿Quieres?! —dijo con un sofocado y elevado tono de voz.
Automáticamente el profesor se detuvo de escribir en la pizarra y todas las vistas se colocaron en ellas dos. Toda la atención en ambas, en nadie más. La chica se torno de un color rojizo que todo mundo pudo darse cuenta de ello, se incorporo de su asiento torpemente huyendo del lugar casi tropezando con un asiento.
— ¿Cuándo dejaras de ser tan perra, Winter? —contesto la misma chica cotilla de unos momentos atrás. — Entiende que no todo rodea en tu entorno...
— Y tu ¿Cuándo dejaras de ser tan patética y conseguirte una vida propia, gata? —respondió con una sonrisa irónica, llena de veneno que solo ella puede dar.
Un incomodo silencio se inundo en el salón de clase, la rubia aun mas furiosa tomo sus pertenencias saliendo del aula, escuchaba como sus tacones resonaban contra el suelo de los pasillos haciendo eco en ellos. Comenzó a escuchar Dare de Gorillaz avisándole de un nuevo mensaje, al abrirlo pudo ver que era de Gossip Girl.
“Y al parecer W no tardo en sacar sus garras contra la prole, si que has empezado con buen pie el año escolar, querida." Y al terminar el mensaje estaba adjuntado un vídeo sobre lo sucedido.
Tomo su chaqueta tan rápido como pudo y en el trayecto a la puerta, se detuvo unos segundos enfrente de aquel espejo que tantas veces –la mayoría- la atormentaba. Suspiro y miro detalladamente su aspecto y con una sonrisa satisfecha salió de ella con paso apresurado. Trotando bajo las inmensas escaleras de su hogar, no pasando desapercibido cada una de las maldiciones que mencionaba en murmureos por el tener tantos escalones innecesarios.
Su mal humor comenzaba a ser notorio ya que no pudo satisfacer su paladar con su jugo de naranja recién hecho por las mañanas, y al ser la única en casa que lo toma prácticamente se ha desperdiciado. Al subirse a la camioneta apresuro a Tomas -su chofer- ya que la rubia sentía que se movía cada vez más lento, y no lo culpaba, al ser un hombre ya mayor de edad no se esperaba más de él.
Al tener su cabeza recostada ligeramente contra el frio vidrio, observo el cielo completamente grisáceo y logro deducir que tarde o temprano llovería. Puso los ojos en blanco al escuchar como el locutor de la radio se lo confirmaba, tomo su celular que descansa en su regazo y solo faltaban cinco minutos para que las clases comenzaran. Cuando menos lo pensó, la camioneta se detuvo repentinamente.
Desconcertada, miro hacia ambos lados y después hacia el retrovisor, que ya yacían los ojos de Tomas en el, asustado claramente.
— ¿Se puede saber el por qué te detienes, Tomas? —tenso su mandíbula y hablo entre dientes para evitar gritarle al pobre anciano.
— Al parecer el motor está fallando, Srita. Eastwood —podía notarse el pequeño temblor en su voz, sabía lo que se avecinaba.
— ¡¿Qué?! Estas bromeando cierto... ¡cierto! —exploto de furia al escucharlo, cerro fuertemente sus ojos y comenzó a contar hasta cinco, pero ni eso pudo calmarla.
Resignada, abrió con fuerza la puerta a la vez que tomaba cada una de sus pertenencias, al salir de ella sintió la fría brisa en su poca piel expuesta haciéndola resoplar sonorosamente. Comenzó a caminar a paso decidido y con frente en alto hacia la institución, ignorando completamente los llamados ásperos de Tomas.
Al sentir que algún carro se avecinaba miraba con esperanzas de que fuera alguna de sus amigas para que pudiera darle un aventón ya que la lluvia en pocos minutos, si es que no en segundos, desataría en nueva york. Aceleraba su paso al fijarse nuevamente en su celular que solo tenía tres minutos, tres minutos para llegar, y correr no era una de sus opciones.
Miro sobre el rabillo del ojo como una motocicleta descendía su velocidad, en ningún momento dejo de caminar y al aspirar profundamente, sus fosas nasales se inundaron de aquel aroma tan peculiar que le pertenecía a ese chico de ojos azules, se maldijo unos segundos por lo que estaba a punto de hacer.
— ¿Acaso es cierto lo que mis ojos ven? —cuestiono Spike con un tono divertido en su voz. — ¿Winter Eastwood, caminando hacia el instituto?... ¡No me la creo! —termino riendo suavemente.
Winter rodo sus ojos y lo miro de frente, su día no podía empeorar aun más de lo que ya estaba. — ¿Terminaste? —dijo sin una pisca de simpatía en su rostro, el chico rio una vez más provocándola. — Se algo útil una vez en tu vida y llévame al instituto, no quiero un retardo —menciono sin rodeos.
— ¿Estas pidiéndome... ayuda? —sonrió con suficiencia mostrando su dentadura. — Esto lo tengo que grabar, pero ahora linda, díselo a la cámara —extendió su celular enfrente del rostro de Winter, la rubia frunció sus labios y con un ligero movimiento bajo su brazo.
— Tómalo como gustes, solo necesito que me lleves —ordeno prácticamente a Spike, el chico rio y se acomodo en su asiento negando ligeramente la cabeza.
— ¿Sabes? Ahora en estos momentos recuerdo que una chica, muy parecida a ti por cierto, dijo: Winter Eastwood jamás necesita ayuda y mucho menos caridad de los demás —finalizo recobrando la compostura, hizo sonar tres veces la motocicleta y por ultimo le guiño su ojo derecho marchándose del lugar, sin ella.
La rubia quedo prácticamente con la boca abierta ante las palabras de su hermano –en realidad hermanastro- pero era más que claro que esta humillación no se la dejaría pasar, podía sentir sus mejillas calientes ante la furia que invadía su anatomía y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Miro una vez más su celular y en un minuto comenzarían las clases.
— Inhala, exhala. Inhala, exhala... —murmuro para ella misma iniciando su camino, haciéndose la idea de que llegaría tarde, demasiado tarde.
El sonido de un claxon hizo que todos sus pensamientos de cómo asesinar a Cedric fueran interrumpidos. Miro con desgana de donde provenía y una inmensa sonrisa se formo en sus labios dejando escapar todo el aire que al parecer estaba reteniendo dentro de ella.
— ¿Te llevo? —dijo su amiga J.J con una gran sonrisa en su rostro y sin titubear Winter subió sintiéndose inmensamente aliviada.
— ¿Me contaras que fue lo que sucedió? —cuestiono J.J sin siquiera mirarle, a veces le asustaba que supiera todo con una mirada. Pero al recordar todo lo sucedido anteriormente, su furia volvió y termino contándole sin mucho rodeo los hechos.
— Sera un imbécil y todo lo que quieras, pero no le quita lo bueno que esta —dijo la morena riendo provocando que Winter rodara sus ojos.
Al comienzo de las clases no presto ni un poco de atención en ellas ya que una chica de su clase –bastante cotilla- le platicaba cada una de las cosas que sucedieron en los pasillos o lo que su rumoraba en ellos, Winter se mantenía al margen con su rostro sin interés pero muy en el fondo, le interesaba.
— Y bueno eso es todo lo que se... Por cierto, ayer mire un vestido ¡hermoso! Me lo probé pero no fue mucho de mi agrado...
— Me interesa poco, en realidad —interrumpió a la chica sin remordimiento, recibió una mirada fulminante y sin decir más comenzó a leer el libro que le recomendó J.J, no tenía nada mejor que hacer.
Cuando menos lo pensó la rubia sentía una pesada mirada almendrada en ella desde el inicio de la clase, cada vez que miraba en su dirección la chica la desviaba y así sucesivamente terminándola de cansar. Sus nervios aumentaban al igual como la incomodidad y eso le termino por enfadar.
Sin importar que estuviera a mitad de clase, coloco con fuerza el libro en el escritorio provocando un sonido hueco, miro en dirección hacia ella notando como se puso nerviosa y no se salvo de una mirada fulminante por parte de Winter.
— ¡Deja de mirarme! ¡¿Quieres?! —dijo con un sofocado y elevado tono de voz.
Automáticamente el profesor se detuvo de escribir en la pizarra y todas las vistas se colocaron en ellas dos. Toda la atención en ambas, en nadie más. La chica se torno de un color rojizo que todo mundo pudo darse cuenta de ello, se incorporo de su asiento torpemente huyendo del lugar casi tropezando con un asiento.
— ¿Cuándo dejaras de ser tan perra, Winter? —contesto la misma chica cotilla de unos momentos atrás. — Entiende que no todo rodea en tu entorno...
— Y tu ¿Cuándo dejaras de ser tan patética y conseguirte una vida propia, gata? —respondió con una sonrisa irónica, llena de veneno que solo ella puede dar.
Un incomodo silencio se inundo en el salón de clase, la rubia aun mas furiosa tomo sus pertenencias saliendo del aula, escuchaba como sus tacones resonaban contra el suelo de los pasillos haciendo eco en ellos. Comenzó a escuchar Dare de Gorillaz avisándole de un nuevo mensaje, al abrirlo pudo ver que era de Gossip Girl.
“Y al parecer W no tardo en sacar sus garras contra la prole, si que has empezado con buen pie el año escolar, querida." Y al terminar el mensaje estaba adjuntado un vídeo sobre lo sucedido.
Última edición por Oblivion. el Dom 13 Jul 2014, 2:45 am, editado 1 vez
Oblivion.
Re: Oblivion.
Sexto sentido - Capitulo nueve.
Uno... dos... tres...
Un hueso roto, después dos y finalmente tres fueron los que retumbaban en mis oídos con letal brusquedad. Gritos desgarradores y completamente llenos de dolor al igual como desesperación se escuchaban sin piedad alguna retumbando por cada una de las paredes de la casa.
Cuatro... cinco... y seis...
Movía mis piernas con rapidez y desesperación sintiendo arder mis ojos como si de fuego se tratase, huyendo de aquellos horribles sonidos y gritos manteniéndolos lo mas lejos de mi alcance. Las peores imágenes pasaron frente mis ojos. Impotencia, dolor y humillación invadían mi cuerpo con lentitud.
— ¡DETENTE! —grite con euforia y con una fuerza impresionante a la vez que golpeaba en mis sienes con mis manos.
Tanto fueron mis esfuerzos que caí de rodillas en el frio asfalto, todo mi cuerpo transpiraba, lucia devastado y vulnerable. No entendía la razón de los hechos que había presenciado, y sobre todo, no entendía del porque a él. Siendo el hombre mas gentil y humilde que pudiera haber existido en este mundo de porquería.
Sentí como el césped recién cortado se aplastaba debajo de mi cuerpo. Después, observe como las flamas ascendían inundando aquella que fue una vez mi hogar, en llamas. Y por último, los gritos de aquel hombre que alguna vez fue mi padre, cesaban. Mis ojos comenzaron a nublarse segándome una oscuridad, no sin antes, a ver presenciado un cuerpo en cuclillas a escasos centímetros de mí.
Recuerdo sus palabras como si se hubiera aferrado en que quedaran plasmadas en mi mente para toda la vida...
—Cuando menos lo pensaste, el miedo te carcomió por dentro, Jared...
[...]
Despeine con nerviosismo mis cabellos rebeldes a la vez que tomaba un sorbo de aquel café amargo que descansaba en mi mano derecha. Suelo tomar un vaso diario a cualquier hora del día, y por ello, podía sentir el temblor en cada uno de mis músculos y entrañas.
El camino al instituto era largo y tedioso, el autobús iba repleto de personas provocando que mi respiración comenzara a entre cortarse y mi humor fuese peor del que ya era. Cerré mis ojos a la vez que contaba mentalmente hasta diez tratando de ignorar a cada ser que se encontraba a mi alrededor.
Mi cuerpo no tenía ni una sola gota de energía, he ahí la explicación de aquel sueño que tuve anoche. Una horrible pesadilla. Mi cuerpo pedía a gritos ser alimentado, y por ende, comencé a pasar mis uñas por mis piernas con fuerza, observando con lentitud a alguien que me fuese de utilidad.
Al bajar del autobús me percate que delante mío caminaba un chico suicida, estoy seguro que en enfermería un largo historial era guardado en los expedientes, además del hecho que sus muñecas eran envueltas con gruesos vendajes. El chico perfecto. Nuevamente pase mis uñas por los costados de mis piernas y con un movimiento rápido tome de la muñeca del chico ejerciendo mas fuerza de la debida, satisfaciéndome sentir su dolor.
Confuso, sus ojos se dirigieron hacia a mí y en cuanto me observo con claridad sus ojos se abrieron completamente con sorpresa, sus ojos y los míos se conectaron justamente en el momento perfecto. Mi agarre comenzó aumentar y mis ojos iniciaron a perder el color azul siendo remplazado por un color negro llenos de oscuridad.
Su mirada quedo en transe y esboce una sonrisa de lado soltando su muñeca con lentitud. Atento, moví ligeramente mi cabeza hacia la derecha y el instantáneamente imito mi acto, inicie mi caminata hacia los baños del instituto junto con el chico detrás de mí y al verificar que estaba completamente solo lo tome con brusquedad de su brazo empujándolo al interior del último cubículo.
Mantenía mis manos aferradas dentro de los bolsillos de mi chaqueta de cuero, escabulléndome entre tanta hormona alborotada que tenia de “compañeros” de instituto de una manera rápida y ágil. A mis espaldas logre escuchar un grito de completa preocupación junto con una respiración agitada, estaba completamente seguro de que provenía de las afueras de los baños de hombres.
— ¡Una enfermera! ¡Llamen a la enfermera!
Todos comenzaron a entrar en pánico y a correr en su dirección. Con mis ojos llenos de vida y mi cuerpo con la energía que tanto me hacía falta, sin pensarlo dos veces, prendí un cigarrillo importándome poco aquel que pudiese verme. Una calada y después dos fueron más que suficientes para que mi cuerpo se relajara y que mis músculos se destensaran expulsando el humo con lentitud.
[...]
— Disculpe las molestias profesor Rudd, pero necesito al joven... —tomo el pequeño papel blanco leyendo en voz alta y dudosa. — Jared Kensington, lo necesitan con urgencia.
Al escuchar mi nombre fruncí completamente el ceño ya que en todos mis años en el instituto era la primera vez que me mandaban hablar o algo similar. El aula quedo en silencio mientras que todos aquellos presentes compartían miradas confusas y llenas de curiosidad, incluyendo al profesor Rudd. Sin prisas comencé a guardar mi cuaderno de notas y bolígrafo. Solo faltaban cinco minutos para que las clases finalizaran.
— Lo lamento, pero no tengo ningún alumno que le permanezca dicho nombre. ¿Está usted seguro que esta en este curso? —cuestiono el profesor completamente seguro de sus palabras.
Típico. No me sorprendía que ni siquiera los profesores supieran de mi existencia en aquel instituto. Sin preámbulos, me incorpore de la silla y con frente en alto y sin mirar a nadie, salí del aula en grandes zancadas agradeciendo eternamente tener piernas largas. El sujeto ni siquiera volteo en mi dirección y por inercia camine detrás de él, alerta a cualquier de sus movimientos, analizándolo. No me inspiraba confianza.
Al entrar a aquella sala pare en seco aun mas confundido que antes. Señores y señoras que por lo que deduje: padres de familia, se encontraban en el lado derecho y en el lado izquierdo adolescentes como yo, todos luciendo como yo en estos precisos momentos. Busque con la mirada a mi madre encontrándola con éxito, sus brazos estaban cruzados con un destello de preocupación en su mirada.
Pero lo que más llamo mi atención fueron aquellos hombres que vestían batas blancas y a su lado sujetos vestidos de negro con el doble de altura sin expresión alguno en sus rostros. Camine dudoso hacia mi madre y al estar a su lado coloque mi brazo sobre sus hombros atrayéndola más hacia mi anatomía. El director lucia nervioso y con su frente brillosa, sudor.
Al acabar de presentarse entre todos la “charla” se dio por comenzada.
— Bueno, antes de comenzar quiero agradecer que hayan venido —sonrió hacia los señores de batas blancas. —Estos señores que ven aquí son científicos —su semblante de golpe cambio a ser serio—, sus hijos durante ya vario tiempo han estado muy raros, y también han asustado a varios de mis alumnos con sus actitudes y cosas que hacían —dio un largo suspiro y prosiguió—, por ello he decidido traerlos a ellos —pronuncio ladeando su cabeza hacia los científicos —, quiero hacerles unos estudios, no tardaran más de un mes, lo único que necesito son sus firmas.
Al escuchar sus palabras podría jurar que mi quijada estaba a punto de caer al suelo y mis ojos abrirse lo más grande que podía invadiéndome de ansiedad, mi madre, se alejo lentamente de mi haciendo que mi brazo cayera a un costado cubriendo su boca con ambas manos realmente sorprendida y sin saber si el director estaba en lo correcto o no. No podía creer lo que había dicho, mi madre no podía aceptar aquello, no ella.
Murmullos por parte de los padres comenzaron, y sus hijos incómodos ante la mirada de aquellos señores. Y quien no lo estaría si nos iban aprisionar como ratas de laboratorio que éramos o nos querían hacer creer...
— Uhm, nosotros aceptamos —espetó de pronto una madre haciendo que todos calláramos y centráramos nuestras miradas en ella. —Hace tiempo vienen comportándose extraños y nos gustaría saber que está pasando —hablo muy calmada aquella señora, ganándose por mi parte una mirada intimidante que al percatarse de ello fijo su vista al suelo.
El director y los científicos asintieron y sonrieron complacidos al escuchar la aceptación. Pero claro estaba que no pensaba quedarme con los brazos cruzados. Disimuladamente comencé a escabullirme a un punto en el que no fuera visto a simple vista, fije mi vista en la anatomía de mi madre sintiendo el control en todo mi cuerpo.
— Hable por usted, yo no estoy de acuerdo con todo esto. Se a la perfección que mi hijo no tiene esas extrañas conductas que dice tener. —espetó la mujer que me dio la vida.
Un científico que a mi parecer no era nada agradable, tomo de su portafolio un expediente adjunto con una fotografía de mi rostro. Leyó por unos segundos cerrándolo y dirigiendo su vista hacia ella. Acomodo sus gafas tomando la palabra en la sala.
— Si lo que dice es verdad, no creo que le moleste que nos llevemos a su hijo. El que nada debe, nada teme. ¿No es así?
Perdí total concentración en mi madre ocasionado gracias a que uno de los gorilas me tomo de mis brazos arrastrándome hasta la salida al igual como a los demás. Comencé a forcejear su agarre y con éxito logre zafarme de un solo brazo y sin dudarlo lo golpee con mi puño en su mandíbula, sin percatarme que otros de ellos con una jeringa inyectaron mi cuello adormeciéndome a la vez que caía inconsciente al suelo.
[...]
Abrí mis ojos con pereza sintiendo un terrible dolor de cabeza, por inercia, toque mi cuello adolorido y recordé lo que sucedió momentos atrás percatándome de que me encontraba recostado en una cama que no era la mía y en una habitación que claramente era desconocida ante mis ojos. Gruñí con enfado al saber que me trajeron en contra de mi voluntad a este lugar, incorporándome rápidamente salí de dicha habitación.
La estructura del edificio era deprimente y con muchas puertas a mí alrededor suponiendo que eran las demás habitaciones, conseguí salir victorioso de aquel laberinto llegando a una sala de estar en el que había vídeo juegos y todo ese tipo de cosas que te succionaba el cerebro y terminabas por perder la cabeza.
Visualice que todos estaban en circulo hablando entre si y por lo que alcance a escuchar era sobre que cada uno decía su nombre y poder que poseían, unos verdaderamente sorprendentes a mi parecer, pero que por supuesto, jamás aceptaría en voz alta. Quede estático en mi lugar sin emitir sonido alguno tratando de pasar por desapercibido.
Lo que menos debía de hacer era bajar la guardia, no podía darme el lujo de confiar en alguno de ellos, ya que, hoy en adelante serian un enemigo mas para mí. Las traiciones venían a cada dos por tres y estoy seguro que ellos no serán la excepción. Tendría que mantenerme lejos pero a la vez cerca, estudiarlos y sobre todo, poder salir de este lugar lo antes posible.
Un hueso roto, después dos y finalmente tres fueron los que retumbaban en mis oídos con letal brusquedad. Gritos desgarradores y completamente llenos de dolor al igual como desesperación se escuchaban sin piedad alguna retumbando por cada una de las paredes de la casa.
Cuatro... cinco... y seis...
Movía mis piernas con rapidez y desesperación sintiendo arder mis ojos como si de fuego se tratase, huyendo de aquellos horribles sonidos y gritos manteniéndolos lo mas lejos de mi alcance. Las peores imágenes pasaron frente mis ojos. Impotencia, dolor y humillación invadían mi cuerpo con lentitud.
— ¡DETENTE! —grite con euforia y con una fuerza impresionante a la vez que golpeaba en mis sienes con mis manos.
Tanto fueron mis esfuerzos que caí de rodillas en el frio asfalto, todo mi cuerpo transpiraba, lucia devastado y vulnerable. No entendía la razón de los hechos que había presenciado, y sobre todo, no entendía del porque a él. Siendo el hombre mas gentil y humilde que pudiera haber existido en este mundo de porquería.
Sentí como el césped recién cortado se aplastaba debajo de mi cuerpo. Después, observe como las flamas ascendían inundando aquella que fue una vez mi hogar, en llamas. Y por último, los gritos de aquel hombre que alguna vez fue mi padre, cesaban. Mis ojos comenzaron a nublarse segándome una oscuridad, no sin antes, a ver presenciado un cuerpo en cuclillas a escasos centímetros de mí.
Recuerdo sus palabras como si se hubiera aferrado en que quedaran plasmadas en mi mente para toda la vida...
—Cuando menos lo pensaste, el miedo te carcomió por dentro, Jared...
[...]
Despeine con nerviosismo mis cabellos rebeldes a la vez que tomaba un sorbo de aquel café amargo que descansaba en mi mano derecha. Suelo tomar un vaso diario a cualquier hora del día, y por ello, podía sentir el temblor en cada uno de mis músculos y entrañas.
El camino al instituto era largo y tedioso, el autobús iba repleto de personas provocando que mi respiración comenzara a entre cortarse y mi humor fuese peor del que ya era. Cerré mis ojos a la vez que contaba mentalmente hasta diez tratando de ignorar a cada ser que se encontraba a mi alrededor.
Mi cuerpo no tenía ni una sola gota de energía, he ahí la explicación de aquel sueño que tuve anoche. Una horrible pesadilla. Mi cuerpo pedía a gritos ser alimentado, y por ende, comencé a pasar mis uñas por mis piernas con fuerza, observando con lentitud a alguien que me fuese de utilidad.
Al bajar del autobús me percate que delante mío caminaba un chico suicida, estoy seguro que en enfermería un largo historial era guardado en los expedientes, además del hecho que sus muñecas eran envueltas con gruesos vendajes. El chico perfecto. Nuevamente pase mis uñas por los costados de mis piernas y con un movimiento rápido tome de la muñeca del chico ejerciendo mas fuerza de la debida, satisfaciéndome sentir su dolor.
Confuso, sus ojos se dirigieron hacia a mí y en cuanto me observo con claridad sus ojos se abrieron completamente con sorpresa, sus ojos y los míos se conectaron justamente en el momento perfecto. Mi agarre comenzó aumentar y mis ojos iniciaron a perder el color azul siendo remplazado por un color negro llenos de oscuridad.
Su mirada quedo en transe y esboce una sonrisa de lado soltando su muñeca con lentitud. Atento, moví ligeramente mi cabeza hacia la derecha y el instantáneamente imito mi acto, inicie mi caminata hacia los baños del instituto junto con el chico detrás de mí y al verificar que estaba completamente solo lo tome con brusquedad de su brazo empujándolo al interior del último cubículo.
Mantenía mis manos aferradas dentro de los bolsillos de mi chaqueta de cuero, escabulléndome entre tanta hormona alborotada que tenia de “compañeros” de instituto de una manera rápida y ágil. A mis espaldas logre escuchar un grito de completa preocupación junto con una respiración agitada, estaba completamente seguro de que provenía de las afueras de los baños de hombres.
— ¡Una enfermera! ¡Llamen a la enfermera!
Todos comenzaron a entrar en pánico y a correr en su dirección. Con mis ojos llenos de vida y mi cuerpo con la energía que tanto me hacía falta, sin pensarlo dos veces, prendí un cigarrillo importándome poco aquel que pudiese verme. Una calada y después dos fueron más que suficientes para que mi cuerpo se relajara y que mis músculos se destensaran expulsando el humo con lentitud.
[...]
— Disculpe las molestias profesor Rudd, pero necesito al joven... —tomo el pequeño papel blanco leyendo en voz alta y dudosa. — Jared Kensington, lo necesitan con urgencia.
Al escuchar mi nombre fruncí completamente el ceño ya que en todos mis años en el instituto era la primera vez que me mandaban hablar o algo similar. El aula quedo en silencio mientras que todos aquellos presentes compartían miradas confusas y llenas de curiosidad, incluyendo al profesor Rudd. Sin prisas comencé a guardar mi cuaderno de notas y bolígrafo. Solo faltaban cinco minutos para que las clases finalizaran.
— Lo lamento, pero no tengo ningún alumno que le permanezca dicho nombre. ¿Está usted seguro que esta en este curso? —cuestiono el profesor completamente seguro de sus palabras.
Típico. No me sorprendía que ni siquiera los profesores supieran de mi existencia en aquel instituto. Sin preámbulos, me incorpore de la silla y con frente en alto y sin mirar a nadie, salí del aula en grandes zancadas agradeciendo eternamente tener piernas largas. El sujeto ni siquiera volteo en mi dirección y por inercia camine detrás de él, alerta a cualquier de sus movimientos, analizándolo. No me inspiraba confianza.
Al entrar a aquella sala pare en seco aun mas confundido que antes. Señores y señoras que por lo que deduje: padres de familia, se encontraban en el lado derecho y en el lado izquierdo adolescentes como yo, todos luciendo como yo en estos precisos momentos. Busque con la mirada a mi madre encontrándola con éxito, sus brazos estaban cruzados con un destello de preocupación en su mirada.
Pero lo que más llamo mi atención fueron aquellos hombres que vestían batas blancas y a su lado sujetos vestidos de negro con el doble de altura sin expresión alguno en sus rostros. Camine dudoso hacia mi madre y al estar a su lado coloque mi brazo sobre sus hombros atrayéndola más hacia mi anatomía. El director lucia nervioso y con su frente brillosa, sudor.
Al acabar de presentarse entre todos la “charla” se dio por comenzada.
— Bueno, antes de comenzar quiero agradecer que hayan venido —sonrió hacia los señores de batas blancas. —Estos señores que ven aquí son científicos —su semblante de golpe cambio a ser serio—, sus hijos durante ya vario tiempo han estado muy raros, y también han asustado a varios de mis alumnos con sus actitudes y cosas que hacían —dio un largo suspiro y prosiguió—, por ello he decidido traerlos a ellos —pronuncio ladeando su cabeza hacia los científicos —, quiero hacerles unos estudios, no tardaran más de un mes, lo único que necesito son sus firmas.
Al escuchar sus palabras podría jurar que mi quijada estaba a punto de caer al suelo y mis ojos abrirse lo más grande que podía invadiéndome de ansiedad, mi madre, se alejo lentamente de mi haciendo que mi brazo cayera a un costado cubriendo su boca con ambas manos realmente sorprendida y sin saber si el director estaba en lo correcto o no. No podía creer lo que había dicho, mi madre no podía aceptar aquello, no ella.
Murmullos por parte de los padres comenzaron, y sus hijos incómodos ante la mirada de aquellos señores. Y quien no lo estaría si nos iban aprisionar como ratas de laboratorio que éramos o nos querían hacer creer...
— Uhm, nosotros aceptamos —espetó de pronto una madre haciendo que todos calláramos y centráramos nuestras miradas en ella. —Hace tiempo vienen comportándose extraños y nos gustaría saber que está pasando —hablo muy calmada aquella señora, ganándose por mi parte una mirada intimidante que al percatarse de ello fijo su vista al suelo.
El director y los científicos asintieron y sonrieron complacidos al escuchar la aceptación. Pero claro estaba que no pensaba quedarme con los brazos cruzados. Disimuladamente comencé a escabullirme a un punto en el que no fuera visto a simple vista, fije mi vista en la anatomía de mi madre sintiendo el control en todo mi cuerpo.
— Hable por usted, yo no estoy de acuerdo con todo esto. Se a la perfección que mi hijo no tiene esas extrañas conductas que dice tener. —espetó la mujer que me dio la vida.
Un científico que a mi parecer no era nada agradable, tomo de su portafolio un expediente adjunto con una fotografía de mi rostro. Leyó por unos segundos cerrándolo y dirigiendo su vista hacia ella. Acomodo sus gafas tomando la palabra en la sala.
— Si lo que dice es verdad, no creo que le moleste que nos llevemos a su hijo. El que nada debe, nada teme. ¿No es así?
Perdí total concentración en mi madre ocasionado gracias a que uno de los gorilas me tomo de mis brazos arrastrándome hasta la salida al igual como a los demás. Comencé a forcejear su agarre y con éxito logre zafarme de un solo brazo y sin dudarlo lo golpee con mi puño en su mandíbula, sin percatarme que otros de ellos con una jeringa inyectaron mi cuello adormeciéndome a la vez que caía inconsciente al suelo.
[...]
Abrí mis ojos con pereza sintiendo un terrible dolor de cabeza, por inercia, toque mi cuello adolorido y recordé lo que sucedió momentos atrás percatándome de que me encontraba recostado en una cama que no era la mía y en una habitación que claramente era desconocida ante mis ojos. Gruñí con enfado al saber que me trajeron en contra de mi voluntad a este lugar, incorporándome rápidamente salí de dicha habitación.
La estructura del edificio era deprimente y con muchas puertas a mí alrededor suponiendo que eran las demás habitaciones, conseguí salir victorioso de aquel laberinto llegando a una sala de estar en el que había vídeo juegos y todo ese tipo de cosas que te succionaba el cerebro y terminabas por perder la cabeza.
Visualice que todos estaban en circulo hablando entre si y por lo que alcance a escuchar era sobre que cada uno decía su nombre y poder que poseían, unos verdaderamente sorprendentes a mi parecer, pero que por supuesto, jamás aceptaría en voz alta. Quede estático en mi lugar sin emitir sonido alguno tratando de pasar por desapercibido.
Lo que menos debía de hacer era bajar la guardia, no podía darme el lujo de confiar en alguno de ellos, ya que, hoy en adelante serian un enemigo mas para mí. Las traiciones venían a cada dos por tres y estoy seguro que ellos no serán la excepción. Tendría que mantenerme lejos pero a la vez cerca, estudiarlos y sobre todo, poder salir de este lugar lo antes posible.
Oblivion.
Re: Oblivion.
Elite - Capitulo trece.
— Sabes que prefiero pasar por ti, ¿cierto? —dijo Charlotte mirando mi amado auto con una cara poco convincente.
— ¿Serias capaz de rechazar a la hermosa de Bety? —cuestione con gracia refiriéndome a “Bety” como mi auto.
— Por supuesto que sí. Pero por ser tú haré una excepción.
— Lo sabia —dije satisfecho al escuchar su respuesta.
— Solo ábreme la puerta, ¿quieres?
— Como guste la princesa —conteste con una enorme sonrisa en mi rostro.
Al emprender camino al instituto los nervios me invadieron de pies a cabeza, golpeaba con mis dedos el volante al ritmo de una canción que sonaba desde la radio. Tenía una guerra en mi mente sobre si decirle o no y también sobre cuán patético me escuchare al pedirle semejante favor.
— Suéltalo, Tomlinson. ¿Qué necesitas? —cuestiono con obviedad y cansancio.
— Sabes que no te pediría nada si no fuera realmente necesario... —respondí con cautela y pensando bien en las palabras adecuadas.
— Solo... dilo ¿quieres? Sabes que odio los rodeos.
— Olvídalo es algo completamente estúpido... —dije mirándola por un momento.
— ¿Quién es la chica? —cuestiono con obviedad y como si hubiera adivinado mis pensamientos.
— Nunca dije que se tratara de alguna chica —mencione con nerviosismo en el momento que llegamos al aparcamiento del instituto.
— Estas sudando como un desquiciado y no puedes decir una oración coherente. Así que deduzco que es una chica. Nombre –exigió saber la rubia.
— Cabe la posibilidad que sea amiga tuya... —sentí como mis mejillas ardían un poco y no era necesario mirarme en el retrovisor para saber que en estos precisos momentos estoy sonrojado.
— ¡Ni en tus más remotos sueños, William!
[***]
Frustrado, despeino un poco mi cabello, necesitaba un café con urgencia. Charlie casi me golpea al decirle de quien se trataba y por supuesto que bajo mis pocas esperanzas. Al pasar por el pasillo de del instituto uno que otro me miraba con una sonrisa burlesca, susurros, murmullos, risas. Confundido camine con paso apresurado hacia los baños de hombres, al entrar, vi mi reflejo en el espejo y todo estaba en completo orden.
— Idiotas Elites —murmure con cansancio.
Las clases habían finalizado y no fue uno de los mejores, ya que hubo acontecimientos bastantes extraños en el día de hoy. Ninguno de mis compañeros de equipo de laboratorio quiso tomar asiento conmigo y los "insoportables" me hacían burlas que claramente no pude entender o descifrar. Al salir del instituto camine directamente hacia la cafetería por mi café que tanto anhelaba desde en la mañana.
— ¡Hey! ¡Tomlinson! —maldije en todos los idiomas que pudiese al individuo que interrumpió mi cita con mi amado café humeante.
Al voltear vi claramente de quien se trataba: Harry Styles.
— ¿Que quieres, Styles? —cuestione con paciencia.
— ¿Cual color crees que convine mejor con mis ojos? ¿Azul o gris?
Fruncí el entre cejo sin entender a su pregunta, Harry, al ver mi clara confusión comenzó a reír hasta el punto de que sus ojos comenzaron a llenarse de agua, claramente por el esfuerzo que hacia. Al ver a mi alrededor me percate de que la mayoría de los presentes reían al igual como el rizado, rendido, di media vuelta y proseguí con mi camino a la cafetería.
Dentro de mi boca había una gran fiesta, ya que por fin, obtuve mi tan café anhelado. Mi paladar saboreaba aquel exitoso liquido satisfaciéndose completamente y mis frustraciones al igual como mis confusiones, desaparecieron completamente. Emprendí camino hacia una de las mesas para perder un poco de tiempo ya que mis ganas de ir a casa eran escasas.
Escuche como jalaban una de las sillas a la vez que alguien tomaba asiento justo enfrente de mi. Un chico escuálido y bastante pálido sus mejillas se tornaron rojizas en el momento que nuestras miradas se cruzaron. Acomodo con agilidad sus gafas y me extendió con mano nerviosa un volante, inseguro, lo tome y el se retiro.
El volante era muy llamativo, pero para mi sorpresa, su contenido me dejo sin palabras: "Convocatoria homosexual"
— ¿Que demonios? —susurre incrédulo a la vez que arrugaba con enfado aquel papel.
Ahora todo cobraba sentido...
"Al parecer L decidió salir del armario de una vez por todas. Es una lastima que los mas guapos terminen siendo del otro bando, ¿no creen? xoxo Gossip girl."
— ¿Serias capaz de rechazar a la hermosa de Bety? —cuestione con gracia refiriéndome a “Bety” como mi auto.
— Por supuesto que sí. Pero por ser tú haré una excepción.
— Lo sabia —dije satisfecho al escuchar su respuesta.
— Solo ábreme la puerta, ¿quieres?
— Como guste la princesa —conteste con una enorme sonrisa en mi rostro.
Al emprender camino al instituto los nervios me invadieron de pies a cabeza, golpeaba con mis dedos el volante al ritmo de una canción que sonaba desde la radio. Tenía una guerra en mi mente sobre si decirle o no y también sobre cuán patético me escuchare al pedirle semejante favor.
— Suéltalo, Tomlinson. ¿Qué necesitas? —cuestiono con obviedad y cansancio.
— Sabes que no te pediría nada si no fuera realmente necesario... —respondí con cautela y pensando bien en las palabras adecuadas.
— Solo... dilo ¿quieres? Sabes que odio los rodeos.
— Olvídalo es algo completamente estúpido... —dije mirándola por un momento.
— ¿Quién es la chica? —cuestiono con obviedad y como si hubiera adivinado mis pensamientos.
— Nunca dije que se tratara de alguna chica —mencione con nerviosismo en el momento que llegamos al aparcamiento del instituto.
— Estas sudando como un desquiciado y no puedes decir una oración coherente. Así que deduzco que es una chica. Nombre –exigió saber la rubia.
— Cabe la posibilidad que sea amiga tuya... —sentí como mis mejillas ardían un poco y no era necesario mirarme en el retrovisor para saber que en estos precisos momentos estoy sonrojado.
— ¡Ni en tus más remotos sueños, William!
[***]
Frustrado, despeino un poco mi cabello, necesitaba un café con urgencia. Charlie casi me golpea al decirle de quien se trataba y por supuesto que bajo mis pocas esperanzas. Al pasar por el pasillo de del instituto uno que otro me miraba con una sonrisa burlesca, susurros, murmullos, risas. Confundido camine con paso apresurado hacia los baños de hombres, al entrar, vi mi reflejo en el espejo y todo estaba en completo orden.
— Idiotas Elites —murmure con cansancio.
Las clases habían finalizado y no fue uno de los mejores, ya que hubo acontecimientos bastantes extraños en el día de hoy. Ninguno de mis compañeros de equipo de laboratorio quiso tomar asiento conmigo y los "insoportables" me hacían burlas que claramente no pude entender o descifrar. Al salir del instituto camine directamente hacia la cafetería por mi café que tanto anhelaba desde en la mañana.
— ¡Hey! ¡Tomlinson! —maldije en todos los idiomas que pudiese al individuo que interrumpió mi cita con mi amado café humeante.
Al voltear vi claramente de quien se trataba: Harry Styles.
— ¿Que quieres, Styles? —cuestione con paciencia.
— ¿Cual color crees que convine mejor con mis ojos? ¿Azul o gris?
Fruncí el entre cejo sin entender a su pregunta, Harry, al ver mi clara confusión comenzó a reír hasta el punto de que sus ojos comenzaron a llenarse de agua, claramente por el esfuerzo que hacia. Al ver a mi alrededor me percate de que la mayoría de los presentes reían al igual como el rizado, rendido, di media vuelta y proseguí con mi camino a la cafetería.
Dentro de mi boca había una gran fiesta, ya que por fin, obtuve mi tan café anhelado. Mi paladar saboreaba aquel exitoso liquido satisfaciéndose completamente y mis frustraciones al igual como mis confusiones, desaparecieron completamente. Emprendí camino hacia una de las mesas para perder un poco de tiempo ya que mis ganas de ir a casa eran escasas.
Escuche como jalaban una de las sillas a la vez que alguien tomaba asiento justo enfrente de mi. Un chico escuálido y bastante pálido sus mejillas se tornaron rojizas en el momento que nuestras miradas se cruzaron. Acomodo con agilidad sus gafas y me extendió con mano nerviosa un volante, inseguro, lo tome y el se retiro.
El volante era muy llamativo, pero para mi sorpresa, su contenido me dejo sin palabras: "Convocatoria homosexual"
— ¿Que demonios? —susurre incrédulo a la vez que arrugaba con enfado aquel papel.
Ahora todo cobraba sentido...
"Al parecer L decidió salir del armario de una vez por todas. Es una lastima que los mas guapos terminen siendo del otro bando, ¿no creen? xoxo Gossip girl."
Oblivion.
Re: Oblivion.
The funeral.
El día era soleado, los pájaros volaban y tarareaban una alegría melodía. Pero en cambio, ese día fue perfecto para su entierro, era el día de su cumpleaños número diecinueve al igual como su aniversario de tres gloriosos años junto aquel chico de cabello castaño, rizado y de ojos verdosos. ¿Coincidencia? Tal vez, nadie lo sabe.
Muchos sentimientos encontrados, los rostros que se podían visualizar expresaban una pequeña sonrisa en sus rostros, lágrimas o seriedad absoluta. En especial había un rostro que combinaba todos aquellas características a la perfección, no se sabía si estaba feliz o decaído, era una confusión total hacia los demás.
Su porte expresaba elegancia y sutileza ya que sus brazos hacían colocados detrás de el, en su espalda con sus manos entrelazadas, vestía completamente de pies a cabeza de un color gris, era el único de ese color. Su vista estaba fija en aquel sarcófago color rojo chillante que se encontraba aún lado del taburete con un marco tamaño grande que contenía la última foto que le fue tomada a Molly Devonne Payne Smith.
Observaba todo sigilosamente, excluido de todos. Desde qué puso pie en aquel salón silencioso, no se ha atrevido ver la imagen de su hermana recostada en aquella caja en el cual permanecerá hasta la eternidad. Sufre en silencio, su compañera de toda la vida le había sido arrebatada de sus abrazos -literalmente- cuando el más necesitaba de ella.
Su mente procesaba cada una de las cosas ocurridas en los últimos dos meses, todo parecía irreal e ilógico, nada coincidía. Su vista fue vagando en cada uno de los rincones de aquel frío lugar, sin embargo, todos estaban presentes, familiares y amigos cercanos, todos, excepto el. Harold Edward Styles Cox.
Sus ojos estaban cerrados momentáneamente respirando una, dos y tres veces profundamente. La brisa del aire acondicionado caía directamente en su rostro, tomo el pedestal del micrófono entre sus manos colocándolas a su gusto o como mejor cómodo se sintiera.
Las luces se apagaron y el reflector sólo lo iluminaba a el, a nadie más. El compás de la música comenzó a invadir en sus oídos a la vez que abría sus ojos lentamente, sus pupilas estaban vacías, sin ese brillo que tanto le caracterizaba, dilatadas y rojizos. Una imagen bastante desaliñada por su parte, pero nada de eso le importaba, lo único que anhelaba era sacar a flote todos sus sentimientos, por el, por ella...
En su mente automáticamente todos los espectadores desaparecieron dejándolo solo junto con su dolor, a como avanzaba la canción su voz era más brusca y sentimental, lo necesitaba, la necesitaba, al finalizar las últimas vocales de la canción miro una vez más hacia el frente y sus ojos completamente confundidos... la miraron. Lucía neutral, en paz, y completamente hermosa. Como la recordaba.
Una sonrisa muy poco visible se reflejó en un su áspero rostro pero que al instante fue borrada al encender por completo todas las luces del recinto, dando a ver y a pensar que su mente le jugo un mal sabor de boca. Sin decir más bajo por las escaleras y por último a la salida.
Todos se preguntarán ¿porqué el castaño no está en el funeral de la chica?
Su respectiva era que el no necesitaba estar en aquel lugar para despedirla, ya que el aún se negaba rotundamente su pérdida. Primer paso: la negación. Su corazón más que nada le gritaba con todas sus fuerzas que ella aún seguía con vida, con el. Pero su cerebro y su mente le decían lo contrario... era tanta su frustración que su única salida fue ir a cantar especialmente para ella, para sacar a flote sus sentimientos, desahogarse por completo.
No podría presentarse en aquel lugar, claro que no podría; en cuanto entrara se derrumbaría por completo y una de sus debilidades era el ser tan sensible, algo que ama y odia a la vez. Pero que clase de novio, amigo e incluso hermano sería si no se presentase... no era sencillo, aún no estaba listo para esta clase de situaciones o dichas escenas.
Nadie le enseño como enfrentarse a tales situaciones, nadie le advirtió que esta sería una de sus consecuencias, nadie, absolutamente nadie le previno lo que vendría en un futuro. Le temía a lo que podría convertirse sin aquel apoyo incondicional que le brindaba, el sabe que nadie es indispensable en esta vida pero todos necesitan de esa persona, de ese propósito por el ser mejor persona o querer levantarse por las mañanas solo para verla una vez más.
Harry no lo sabía. Sus ojos comenzaron a causar un ardor bastante molesto y se sentía demasiado cansado. Se acercó con cautela a una cafetería y sin más ni menos se acomodó en una de las mesas exteriores del lugar, al hacer espera de un mesero tomo su celular y pudo notar como en las redes sociales navegaba su recién acto en el recinto anterior.
La noticia de la inesperada pero ya previsto fallecimiento de Molly se esparció tan rápido como el viento y su celular se llenaba cada vez más de notificaciones de pésames o preguntas incoherentes que no tenía el mínimo interés en leer o contestar. El último mensaje que recibió fue por Liam, preguntándole en donde se encontraba y si estaba con bien. El castaño suspiro y apunto de contestarle, sin previo aviso o permiso tomaron asiento enfrente de el en su mesa.
— Harry Styles, así que los chismes son ciertos ah- expreso sin conciencia alguna aquel chico.
El, incómodo se acomodó mejor en su asiento y contesto — ¿Disculpa, te conozco?-
— No, pero yo a ti si- sonrió – lo bastante- finalizo con un levantamiento de hombros restando le importancia.
Muchos sentimientos encontrados, los rostros que se podían visualizar expresaban una pequeña sonrisa en sus rostros, lágrimas o seriedad absoluta. En especial había un rostro que combinaba todos aquellas características a la perfección, no se sabía si estaba feliz o decaído, era una confusión total hacia los demás.
Su porte expresaba elegancia y sutileza ya que sus brazos hacían colocados detrás de el, en su espalda con sus manos entrelazadas, vestía completamente de pies a cabeza de un color gris, era el único de ese color. Su vista estaba fija en aquel sarcófago color rojo chillante que se encontraba aún lado del taburete con un marco tamaño grande que contenía la última foto que le fue tomada a Molly Devonne Payne Smith.
Observaba todo sigilosamente, excluido de todos. Desde qué puso pie en aquel salón silencioso, no se ha atrevido ver la imagen de su hermana recostada en aquella caja en el cual permanecerá hasta la eternidad. Sufre en silencio, su compañera de toda la vida le había sido arrebatada de sus abrazos -literalmente- cuando el más necesitaba de ella.
Su mente procesaba cada una de las cosas ocurridas en los últimos dos meses, todo parecía irreal e ilógico, nada coincidía. Su vista fue vagando en cada uno de los rincones de aquel frío lugar, sin embargo, todos estaban presentes, familiares y amigos cercanos, todos, excepto el. Harold Edward Styles Cox.
Sus ojos estaban cerrados momentáneamente respirando una, dos y tres veces profundamente. La brisa del aire acondicionado caía directamente en su rostro, tomo el pedestal del micrófono entre sus manos colocándolas a su gusto o como mejor cómodo se sintiera.
Las luces se apagaron y el reflector sólo lo iluminaba a el, a nadie más. El compás de la música comenzó a invadir en sus oídos a la vez que abría sus ojos lentamente, sus pupilas estaban vacías, sin ese brillo que tanto le caracterizaba, dilatadas y rojizos. Una imagen bastante desaliñada por su parte, pero nada de eso le importaba, lo único que anhelaba era sacar a flote todos sus sentimientos, por el, por ella...
En su mente automáticamente todos los espectadores desaparecieron dejándolo solo junto con su dolor, a como avanzaba la canción su voz era más brusca y sentimental, lo necesitaba, la necesitaba, al finalizar las últimas vocales de la canción miro una vez más hacia el frente y sus ojos completamente confundidos... la miraron. Lucía neutral, en paz, y completamente hermosa. Como la recordaba.
Una sonrisa muy poco visible se reflejó en un su áspero rostro pero que al instante fue borrada al encender por completo todas las luces del recinto, dando a ver y a pensar que su mente le jugo un mal sabor de boca. Sin decir más bajo por las escaleras y por último a la salida.
Todos se preguntarán ¿porqué el castaño no está en el funeral de la chica?
Su respectiva era que el no necesitaba estar en aquel lugar para despedirla, ya que el aún se negaba rotundamente su pérdida. Primer paso: la negación. Su corazón más que nada le gritaba con todas sus fuerzas que ella aún seguía con vida, con el. Pero su cerebro y su mente le decían lo contrario... era tanta su frustración que su única salida fue ir a cantar especialmente para ella, para sacar a flote sus sentimientos, desahogarse por completo.
No podría presentarse en aquel lugar, claro que no podría; en cuanto entrara se derrumbaría por completo y una de sus debilidades era el ser tan sensible, algo que ama y odia a la vez. Pero que clase de novio, amigo e incluso hermano sería si no se presentase... no era sencillo, aún no estaba listo para esta clase de situaciones o dichas escenas.
Nadie le enseño como enfrentarse a tales situaciones, nadie le advirtió que esta sería una de sus consecuencias, nadie, absolutamente nadie le previno lo que vendría en un futuro. Le temía a lo que podría convertirse sin aquel apoyo incondicional que le brindaba, el sabe que nadie es indispensable en esta vida pero todos necesitan de esa persona, de ese propósito por el ser mejor persona o querer levantarse por las mañanas solo para verla una vez más.
Harry no lo sabía. Sus ojos comenzaron a causar un ardor bastante molesto y se sentía demasiado cansado. Se acercó con cautela a una cafetería y sin más ni menos se acomodó en una de las mesas exteriores del lugar, al hacer espera de un mesero tomo su celular y pudo notar como en las redes sociales navegaba su recién acto en el recinto anterior.
La noticia de la inesperada pero ya previsto fallecimiento de Molly se esparció tan rápido como el viento y su celular se llenaba cada vez más de notificaciones de pésames o preguntas incoherentes que no tenía el mínimo interés en leer o contestar. El último mensaje que recibió fue por Liam, preguntándole en donde se encontraba y si estaba con bien. El castaño suspiro y apunto de contestarle, sin previo aviso o permiso tomaron asiento enfrente de el en su mesa.
— Harry Styles, así que los chismes son ciertos ah- expreso sin conciencia alguna aquel chico.
El, incómodo se acomodó mejor en su asiento y contesto — ¿Disculpa, te conozco?-
— No, pero yo a ti si- sonrió – lo bastante- finalizo con un levantamiento de hombros restando le importancia.
Oblivion.
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