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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Capitulo 6 Segunda Parte
― Joe ― susurró ―, ¿te sientes bien?
― No ― admitió. No se volvió para mirarla. Por suerte. ― Nunca más volveré a sentirme bien.
― Sería mejor que te acostaras y descansaras. ― Parpadeó muy rápido para contener las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos.
― Todavía no ― afirmó con vehemencia, aunque no levantó el tono de voz ―. Esta puede ser la última vez. Quiero verlo todo, grabármelo en la mente para no olvidarlo jamás.
_____ sabía a que se refería. Se mordió el labio, se volvió y siguió mirando por la ventana. Una lágrima rodó por su mejilla. La dejó caer. Demonios. Joe pensaba que seria la última vez que vería llover. Trató de olvidarse de eso y tragó saliva. No permitiría que fuera testigo de su llanto, de lo mal que se sentía por él. No le gustaría su compasión.
― Oye, Princesa ― murmuró a su oído ―, no dejes que todo esto te afecte. No te traje aquí arriba para hacerte llorar. Solo necesitaba a alguien para compartir esta belleza. Nada más.
Con un ademán rápido, se secó otra lágrima.
― ¿Aunque ese alguien fuera yo? ― Trató de provocarlo para que le contestara algo grosero o gracioso, que la hiciera enojar o reír.
Pero Joe lo echó todo a perder.
Le rodeó los hombros con el brazo y la atrajo hacia si. _____ rompió en un llanto desconsolado y no habría podido detenerse aunque la hubieran amenazado de muerte con un revolver en la cabeza. Los sollozos que nacían en lo más profundo de su alma estallaban en el silencio de la sala. Joe la hizo dar vuelta y la cobijó en su pecho. No trató de serenarla, ni tampoco murmuró trivialidades sin sentido sobre que todo saldría bien y esas cosas. Simplemente, la dejó llorar.
Por fin, la tormenta pasó. Muy avergonzada, _____ se apartó de él y se miró los zapatos.
― Lo siento ― masculló ―. No sé que me pasó.
Joe le tomó la mano.
― Bajemos a mi cuarto ― dijo ―. Creo que tenemos que hablar.
No agregó una sola palabra más hasta que no estuvieron en el santuario de su habitación, a puertas cerradas.
― Toma asiento, Princesa.
― Joe ― empezó ella ―, mira, no fue mi intención actuar como una tonta allí arriba, pero… pero…
― Solo ahora lo asumes, ¿no?
Muda, asintió. Por fin lo asumía: Joe iba a morir. Ya no estaría allí para agraviarla, molestarla o debatir con ella, ni mostrarle cosas maravillosas en las que nunca había reparado. Y maldita sea, ¡cuánto lo echaría de menos!
― Si, supongo que si.
Le sonrió.
― Antes a mi me afectaba del mismo modo.
― ¿Antes?
― Claro. La primera vez que me dieron el diagnostico, no hacia mas que pensar que se trataba de una pesadilla, que un día despertaría y descubriría que todo estaba bien. ― Se acerco a ella y se sentó a su lado, en la cama. ― Pero las cosas no son así, Princesa. Y aunque no lo creas, una vez que lo aceptas te resulta una situación mucho más fácil de manejar.
― ¿Pero como puedes aceptarlo? ― De pronto se sintió presa de ira. Contra él, contra el universo, contra la vida, contra todo. ― Eres tan talentoso. Tienes tanto para dar. ¡Un artista brillante! Con tu inteligencia podrías contribuir mucho en este mundo.
― ¿Quieres decir por qué me tocó a mi y no a un cabeza hueca que no tiene nada para ofrecer? ― Parecía divertido.
― A eso mismo me refiero ― gruño _____ ―. Me parece que hay mucha gente despreciable, egoísta hasta decir basta, que no hace otra cosa en este mundo más que ocupar espacio. Algunos viven hasta los cien años y su único aporte es el dolor y la miseria…
Joe detuvo el torbellino de palabras colocándole un dedo sobre los labios.
― Basta, Princesa. Una de las cosas que he aprendido es que ninguno de nosotros tiene derecho a juzgar al otro por lo que aporta al mundo. ― Sacó el dedo, se acercó a ella y la besó.
_____ se quedó perpleja. Correspondió el beso.
Se separaron y permanecieron mirándose uno al otro. Fue el quien rompió primero el silencio.
― No debí hacer eso ― dijo el ―. Pero hacia mucho que quería besarte. Desde la primera vez que te vi.
― Yo estoy saliendo con alguien, por decirlo de algún modo ― admitió _____ de mala gana ― y no debí corresponderte el beso.
― No te asustes, Princesa. Sólo fue un beso de amigos.
― ¿Todavía piensas en tu novia? ― No término de hacer la pregunta, que ya se había arrepentido.
Pero, al parecer, a Joe no le importó la pregunta.
― ¿En Connie? Claro que si. Estaba loco por ella.
― ¿Cómo pudo hacerte esto, Joe? ― Cerró los puños con fuerza. ― ¿Cómo pudo volver la espalda a un chico que está…?
― ¿Muriéndose? ― concluyó por ella
_____ clavó la vista en el piso, avergonzada por su estallido. No era un asunto de ella. No tenía derecho a hurgar en su pasado, que, por cierto, habría sido una experiencia dolorosa, amarga. Un plantón es desagradable de por si cuando estamos sanos; ¡ni que hablar cuando la muerte está llamándonos a la puerta!
― Disculpa
― No tienes por qué disculparte. Me gustaría hablarte de ella. Cuando dejó de venir a visitarme, ya nadie se atrevió a mencionármela. ― Suspiró. ― Supongo que fue para no quedar como unos groseros frente a mí. Pero la verdad es que, al no poder hablar más de ella, me sentía un desgraciado. Fue como si jamás hubiéramos existido como pareja. Yo quiero hablar de Connie. Entiendo por qué dejó de venir. No pudo soportarlo.
― ¿Qué ella no pudo soportarlo? ― repitió _____, incrédula ―. ¿Y tu, entonces? Tú la necesitabas.
― Cuando la necesité, estuvo. ― La defendió con ternura
_____ sintió una extraña emoción que le desgarraba las entrañas. Pero ni ella pudo comprender por completo la sensación.
― Connie no es una mala persona ― continuó el ―, me quería de verdad. Cuando mi madre murió, ella estuvo a mi lado. Tampoco me abandonó cuando me dieron el diagnostico y tuve que pasar por esos horrendos tratamientos, que no sirvieron para otra cosa que para enfermarme más, y también estuvo a mi lado cuando supe que tenia que internarme aquí.
― Pero ahora no está ― murmuró _____.
― No pudo aguantar más ― dijo. No había amargura ni ira en su voz. Solo resignación. ― La última vez que la vi me confesó que no podía soportar verme morir. Y yo acepté lo que pasaría. No pudo. Pobre Connie. Ya había soportado demasiado, por eso le dije que no era necesario que siguiera adelante.
_____ no lo entendía.
Joe sonrió, estiró las piernas sobre la cama y apoyó la cabeza contra el respaldo.
― Tu turno. Háblame de tu novio.
― Podrás conocerlo mañana por la noche. Trabaja en el bar de la esquina y vendrá a la exhibición.
― ¿Te refieres a Nathan?
― ¿Lo conoces?
― Claro. A veces trae pasteles o tartas del restaurante. Es muy agradable. Y un excelente jugador de póquer. ― Meneó la cabeza. ― Vaya, cuesta creerlo. Tu y un tipo como Nathan…
― ¿Qué quieres decir con eso?
― Que pertenecen a mundos distintos, nada más.
_____ revoleó los ojos.
― Muchas parejas pertenecen a mundos diferentes. Eso no implica que no puedan tener una relación.
― Oye, no hace falta que estés a la defensiva. No quise decir que dabas romper con él ni nada por el estilo. No empezarás a lagrimear otra vez, ¿no?
― No ― refunfuñó ella ―. No voy a empezar a lagrimear otra vez, como dices tú con tanta delicadeza.
― Bien. Cuéntame, entonces. ¿Cuánto hace que salen?
― Nos conocimos cuando yo empecé a trabajar aquí.
― ¿Se lo presentaste a tus padres?
― Bueno, no… ― Se interrumpió al ver la mirada compasiva de Joe. ― Pero tampoco es por lo que estás pensando.
― ¿Cómo sabes en qué estoy pensando? ― preguntó solapadamente ―. Dudo que seas adivina.
― No hace falta ser adivina para entender ese tipo de miradas socarronas ― espetó _____, aunque en realidad no sabía lo que el había querido decirle ―. La única razón por la que no se los presenté es que no quiero que se entere que fui arrestada. Mis padres se lo dirían, sin duda.
Joe se sorprendió.
― Es una broma, ¿verdad?
Ella negó con la cabeza.
― Ojalá. La verdad es que, con este asunto estoy con el agua hasta el cuello y no sé cómo salir. ― Necesitaba su consejo. Se dio cuenta de que confiaba más en él que en cualquier otro amigo que hubiera tenido. Ignoraba cómo sabía que podía confiar en él, no era algo sencillo de determinar, pero estaba absolutamente convencida de que Joe era un amigo con todas las de la ley y que jamás traicionaría su confianza.
Entonces, le contó todo.
Joe escuchó con atención, su rostro impasivo mientras ella se confesaba. Nunca se le cruzó por la mente que él tenia problemas mucho más graves que los de ella. Tenía la sensación de que la habría matado si se callaba ahora. El escuchar sus problemas los ponía a ambos a la misma altura. Eran amigos y los amigos comparten tanto las buenas como las malas.
― Déjame ver si entendí bien ― dijo el cuando _____ terminó ―. Nathan cree que estás trabajando aquí por generosidad. ¿Verdad?
― Verdad.
― Y mañana a la noche conocerá a tus padres.
― Correcto. Y me aterra la idea de que destapen la olla sin querer.
― ¿Qué ellos la destapen? ― señaló Joe, incrédulo ―. ¿Estás loca? Tendrías demasiada suerte si alguien de Lavender House no descubre todo. Ya sabes que no nos sobran las voluntarias. Es muy factible que Polly o la señora Thomas digan que esperan que el Departamento de Libertad Condicional mande a un ejército más como tú.
_____ gimió.
― No había pensado en eso. ¡Oh, Dos! ¿Qué voy a hacer?
― Bueno, yo no soy muy buen consejero.
La chica resopló.
― Pero ― continuó él ―, por tratarse de ti haré una excepción.
― Oh, qué deferencia de su parte. Oh, señor, Genio de todos los Genios, le ruego que me diga qué debe hacer esta humilde mortal para salvar su pellejo en esta situación.
Joe sonrió mostrando todos sus dientes.
― Nathan debe enterarse de la verdad por ti.
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Espero les gusten los capis chicas
Saludos
Gracias por comentar
Saludos
Gracias por comentar
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
aaaaaaaaaaaaaahhh!!... llloreee!!.. y estoy llorandooo
chelis
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Continuaaaaa....
Es tan triste la noveeeee... lloreee pobre de joe...
Es tan triste la noveeeee... lloreee pobre de joe...
@ntonella
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Cap Cap Cap Cap
Cap Cap Cap Cap
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@ntonella
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Capitulo 7
14 de octubre
Querido Diario:
Estoy excitada como una alumna de primer año en su primer día de clase. Esta noche tendrá lugar la exhibición del hogar, y si a mis padres no les gusta lo que ven, me sacarán de allí más rápido de lo que canta un gallo. No dejo de cruzar los dedos y de rogar para que todo salga bien. No sé que hacer con Nathan. Joe me dio un sermón sobre eso de que la honestidad es la mejor política, pero tampoco es él quien tendrá que pagar los platos rotos si algo sale mal. Nathan ya ha sufrido bastante la falta de honestidad y por el hecho de que lo hayan usado. De acuerdo, lo admito. Tal vez yo soy un poco superficial. Pero sólo un poco. Quiero decir que me gusta en serio esto de los servicios comunitarios, que estoy loca por Nathan, y que no soy una benefactora con el corazón destrozado, temerosa de ensuciarse las manos.
De todos modos me sentí bastante mal anoche, cuando llegué a casa. Primero, me puse a llorar sin consuelo por su enfermedad, y apenas un segundo después, lo usé de paño de lágrimas contándole todos mis problemas ¿En qué posición me ha dejado esa actitud?
_____ suspiró cuando releyó lo que había escrito esa mañana en su diario. Tal vez si no hacía nada, si se quedaba callada, todo saliera bien. Guardó el diario y, mientras tanto, pensó que tenía muy buenas probabilidades de que nadie abriera la boca frente a Nathan en cuanto a los verdaderos motivos por los que ella estaba trabajando en el hogar.
― ¿Han entendido, todas? ― preguntó la señora Drake al grupo de voluntarias ― Si notan que alguno de los pacientes se pone nervioso o se cansa, avisen a la señora Meeker o ayúdenlos ustedes mismas a subir a sus respectivos cuartos. Tanto Jamie como el señor Slocum se sienten muy mal. Nunca bajan.
― ¿Está bien que la gente suba? ― preguntó Polly.
― Pueden subir y visitar las salas comunes, pero las habitaciones privadas de cada paciente quedan excluidas, salvo que algunos de ellos haya invitado a alguien a entrar. No violaremos la privacidad de nadie sólo porque hayamos organizado esta exhibición.
― ¿Qué hacemos si alguien quiere hacer una donación? ― preguntó _____. Tenía la esperanza de que sus padres sacaran su chequera aunque lo consideraba una utopía.
La señora Drake sonrió.
― Les ofrecen un bolígrafo y les comentan que el cheque podrá deducirse de sus impuestos. Vamos, no estén tan tristes. Se supone que esto será divertido.
Pero ya había transcurrido una hora y la diversión no llegaba para _____. El hogar se estaba colmando de gente. Dejo una bandeja con queso y galletas de agua, miró a su alrededor para ver si sus padres o Nathan habían llegado, y luego volvió a entrar en la cocina. La pobre señora Thomas estaba enloquecida. La comida se consumía mucho más rápido de lo que tarde el agua en escurrirse por una rejilla.
― ¿Cree que alcanzará? ― preguntó _____ con ansiedad, mirando las bandejas listas para llevar al comedor.
― Tendría que alcanzar ― respondió la señora Thomas, aunque se la veía dubitativa. Alzó la vista al ver a Joe que se asomaba.
Buscaba a _____.
― Vamos, Princesa, mueve tu trasero. Tenemos el salón lleno de gente hambrienta allí afuera.
― Me muevo lo más rápido posible ― se defendió _____ y recogió una bandeja con troncos de apio rellenos. Se acercó a toda prisa a él ― ¿Cuántos más han aparecido?
― Bueno, están todas las voluntarias y la mayoría de sus amigos y parientes. También acaba de llegar un grupo de gente de la municipalidad, no olvides que este año habrá elecciones. Y también la mitad de los colados que suelen parar frente a la licorería.
Sonrió al ver la cara de espanto de _____. No te asustes nena. Son buena gente.
― Nos quedaremos cortos con la comida ― se quejó _____.
― Claro que no ― se opuso Joe ― Simplemente diles a los del coro de la Iglesia Bautista que les queda terminantemente prohibido comer hasta que no hayan terminado de cantar la última estrofa de Amazing Grace.
― No me resulta gracioso, Joe ― rezongó la señora Thomas desde la otra punta de la cocina ― Si no alcanza la comida, la gente se pondrá fastidiosa y cuando uno está nervioso, no tiene ganas de firmar cheques.
― Será mejor que salga a la arena ― dijo _____
Tragó saliva e inspiró hondo. Sus padres estaban por llegar de un momento a otro. También Nathan y su madre, ella aún no había decidido que hacer.
― ¿Vas a decirle la verdad? ― preguntó Joe con toda tranquilidad.
Ella meneó la cabeza y le dio un empujón para pasar.
― No lo sé.
Joe no le perdía pisada mientras ella esquivaba pequeños grupos de personas que le obstaculizaban el camino a la mesa del comedor.
― La honestidad es la mejor política ― insistió.
― Déjame en paz ― gruñó la chica entre dientes.
Luego disimuló una sonrisa al ver a Polly. Su amiga no había mezquinado vestuario para esa noche. Llevaba un ajustado vestido de satén azul con cuello volcado y mangas largas, acompañado de zapatos de satén al tono con tacones de diez centímetros, una colosal masa de rizos y el par de pendientes de fantasía mas largos que _____ hubiera visto en su vida completaban el atuendo . En comparación, el vestido de satén rojo que ella había elegido para la velada parecía insulso.
― Oigan, ustedes dos, ¿se divierten? Polly tomó el brazo de Joe lo atrajo hacia si y le plantó un sonoro beso en la mejilla.
_____ los observó. Joe tenía un buen aspecto esa noche. Llevaba una chaqueta de cordero y negro con pantalones de la misma tela y una camisa de vestir de mangas largas blanca, sin corbata. Si no se lo observaba en detalle, la ropa disimulaba con éxito la delgadez de su cuerpo. Tenía un buen color y una mirada pura y brillante. Sin embargo, _____ se propuso vigilarlo de cerca. No quería que se fatigara.
― No puedo creer que haya venido tanta gente.
Polly se rió.
― este año hemos tenido mucha suerte. Ojalá toda esta multitud sea generosa y no haya venido aquí solo para comer.
― Hablando de Roma ― intervino _____ ― será mejor que circule. ― Recogió una bandeja con comida plasmó sobre su rostro la mejor sonrisa que fue capaz, y se dirigió hacia los invitados.
Mientras atendía a unos y a otros, no dejaba de mirar la puerta de entrada. La señora Thomas, Polly y la señora Drake se deshacían en atenciones con todo el mundo, todos tenían que pasarla muy bien. Las puertas ventana que daban al patio estaban abiertas, para evitar que el ambiente se pusiera pesado con tanta gente. Una música suave acompañaba los murmullos de las voces y las risas.
― Oye, Princesa ― Joe apareció a su lado, como surgido de la nada ― Tu novio acaba de entrar.
― Oh, no ― _____ se volvió de inmediato y vio a Nathan con una mujer de mediana edad y cabellos oscuros, parados en la recepción, conversando con la señora Drake. Nathan la buscó con la mirada hasta encontrarla. Le sonrió y la saludó con la mano.
Después, tomó el brazo de su madre y la condujo al otro lado de la sala.
― Hola, _____. Te presento a mi madre, Susan Lourie.
― Me alegro de conocerte, querida ― dijo la señora Lourie con una tierna sonrisa ― Nathan me habló mucho de ti. Me parece maravilloso que dediques tantas horas de tu tiempo libre trabajando en este lugar como voluntaria.
― Es un placer conocerla ― respondió _____. Tenía el estómago hecho un nodo. ¡Lo único que le faltaba! Ahora la madre de Nathan también la creía una santa.
― Y…bueno, la verdad es que me gusta mucho trabajar aquí.
― Vaya, me alegro mucho de escuchar eso ― comentó una voz familiar a sus espaldas.
_____ se volvió de inmediato.
― Papá, mamá ¡Vinieron!
― Por supuesto que vendríamos ― dijo su madre.
Sonrió a la señora Lourie y a Nathan. _____ los presentó.
― Te necesita la señora Thomas ― dijo Polly.
También apareció con la misma espontaneidad que Joe. La expresión del rostro de Eileen al ver el conjunto de Polly fue impagable. _____ tuvo que morderse el labio para no soltar una carcajada. Luego de presentar a Polly, se dirigió a la cocina.
Cuando salió de allí diez minutos después, con otro recipiente de ponche, se alegró de ver a Polly y su madre como si hubieran sido viejas amigas.
Nathan y su madre estaban hablando con Gerald.
Ninguno parecía dispuesto a irse todavía.
Con mucho cuidado depositó el recipiente de ponche sobre la mesa. Joe estaba allí embuchando verduras como si hubiera sido su última cena.
― ¿Como va todo? ― preguntó ella.
Él estaba masticando un bastón de zanahoria.
― Yo me estoy divirtiendo. ― Miró a Nathan por encima del hombro ― Es un buen tipo. Se nota por el modo en que trata a su madre. Qué lástima que está de novio con una chica un poco afecta a mentir.
Fue como echar sal sobre una herida abierta.
― Basta de meter el dedo en la llaga. ¿Quieres? Me siento ya bastante culpable.
― Entonces dile la verdad.
― No puedo. ― ¡Como la presionaba con ese tema! ¿Por qué?
Lo miró furiosa, pero él ni parpadeó. Demonios ¿Por qué no le decía toda la verdad? ¿Por cobardía? ¿Por qué no tenía miedo de que él no quisiera volver a salir con ella? Los pensamientos que se le cruzaron por la mente fueron uno más nefasto que el otro.
― Maldición ― protestó. ¿Estaba hablando con una persona que había tenido la valentía de enfrentar la muerte y ella no era capaz de confesar a su novio la verdad? ― Está bien ― dijo pesarosa ― Se lo diré.
Joe sólo se limitó a contemplarla con ojos misteriosos.
― Y bien ― lo urgió. Buscaba un poco de crédito por lo que estaba por hacer. ― Di algo.
Entonces le sonrió.
― La verdad te hará libre.
― Si, es cierto ― masculló, un poco decepcionada porque al parecer Joe no entendía hasta que punto se estaba arriesgando ― ¡Que generoso eres!
― ¿Y que pretendes? ¿Una medalla, un premio? Lo único que vas a hacer es decir la verdad a un hombre.
― Para ti es fácil decirlo.
― No seas tan negativa ― Joe se rió ― ¿Qué es lo peor que podría pasar?
― No entiendes. Es probable que deje de gustarle, después de que se entere de todo.
― Si no te quiere por lo que eres ― razonó con seriedad ―. ¿vale la pena tenerlo a tu lado?
― Me gusta ― rezongó entre dientes, fuera de sí ― No quiero perderlo.
― Repito ¿Qué es lo peor que podría pasar? ― Tomó otro bastón de zanahoria ― Si te quiere de verdad, lo tomará bien. Si no te quiere, es mejor terminar ahora.
― Podría abandonarme ― dijo ella ― Eso es lo que podría pasar, ¿Entonces, que haría yo?
― Lo que has hecho siempre ― respondió enigmático ― Vivir y ser capaz de decidir por ti misma ― Con esa frase, dio media vuelta y se fue.
_____ tuvo ganas de seguirlo, pero se contuvo. ¿Para que? ¿Qué esperaba Joe de ella? No era su gran amor el que podría escurrirse por la alcantarilla. Tampoco su vida la que estaba en juego. ¿Y porque estaba enojado? Después de todo, ella haría lo correcto confesar la verdad a Nathan.
― Necesitamos más servilletas ― le indicó la señora Drake desde el otro lado de la mesa del buffet. _____ asintió y fue a buscarlas a toda prisa a la cocina. Entre llevar y traer las bandejas con comida, circular en torno a los invitados y vigilar a los pacientes, estaba demasiado ocupada como para preocuparse por el extraño humor de Joe.
Cuando terminó de poner en la mesa toda la comida que quedaba, fue corriendo hacia las puertas a tomar un poco de aire. Aspiró profundo, y el aire dulce de la noche llenó sus pulmones. Oyó un ruido, como pisadas sobre el pavimento, y miró hacia afuera. Joe estaba parado, donde empezaba la terraza, con los ojos fijos en el cielo. _____ echó un vistazo hacia atrás, por encima de su hombro. Nathan y Susan conversaban con su padre. Polly y la señora Thomas se habían instalado a sus anchas en el sillón y parecían compartir una entretenida charla con su madre. Era el momento justo para escaparse sin que nadie la viera. Salió.
Joe la oyó acercarse
― Lo lamento, Princesa ― se disculpó ― No fue mi intención ser grosero contigo.
― ¿Entonces por qué me trataste de ese modo? ― le preguntó, por curiosidad más que por enfado.
Él se encogió de hombros.
-¿Quién sabe? Es que a veces estoy de un humor muy particular. ― Se volvió y la miró, con una expresión ilegible bajo la luz de la luna. Tal vez ni yo mismo lo sepa.
_____ pensó en formularle unas diez preguntas distintas a la vez, pero antes de que pudiera hacerlo se oyeron las notas musicales de un ave nocturna.
― Joe
― Shh…― Le tapó los labios con un dedo. ― Escucha-murmuró ― Empezaron a cantar las aves ― Tenía los dedos flacos y la piel fría, pero _____ no articuló palabra. No quería preguntarle cómo se sentía, ni por qué tenía las manos tan heladas. Sólo se quedó parada con él allí, bajo la luz de la luna. Él la atrajo hacia sí y le rodeó los hombros con el brazo. Ella le apoyó la cabeza y cerro los ojos. Permanecieron así, juntos, durante un rato, escuchando el trino de los pájaros. _____ trató de deglutir el nudo que de repente se formó en su garganta.
El canto se hizo más potente, pues varias aves más se habían unido al coro. Joe le apretó el hombro y _____ sintió que las lágrimas acudían a sus ojos. Parpadeó con desesperación, no deseaba arruinar la magia con un llanto de tristeza o compasión. La luna cubría el patio con pálidos haces de luz y sombras. El aroma de los jazmines inundaba el aire. Los pájaros cantaban.
Joe se moría.
_____ temblaba, devastada de pronto por la extraña belleza de ese instante imposible. Un instante que, al desaparecer, ya nunca más podría recuperarse. Un instante robado al tiempo. _____ supo que jamás lo olvidaría.
Permanecieron allí durante lo que a ella le pareció una eternidad, aunque en realidad fueron pocos minutos, Joe se apartó, la tomó por los hombros y la colocó frente a él.
― Me alegro de que hayas sido tú ― fue todo lo que dijo.
_____ asintió, muda. Sabía a qué se refería. Tampoco ella habría querido compartir eso con otra persona. Luego, entraron.
La exhibición estaba por terminar El matrimonio McNab, con la señora Lourie detrás, se reunió con _____ en el vestíbulo.
― Llevaremos a Susan a su casa ― dijo su madre orgullosa ―. Nathan quiere llevarte a algún lado a comer.
― Oh, mamá, gracias ― espetó _____, sorprendida.
Su estado de shock fue mayor aún cuando vio a su padre sacar la chequera e ir tras la señora Drake hasta alcanzarla en el escritorio de la recepción.
Lo observó totalmente azorada mientras completaba el cheque.
― El trabajo que hacen aquí es maravilloso ― encomió Gerald a la directora ― me alegro mucho de que mi hija tenga esta oportunidad de hacer algo que valga la pena. Esto a dado a su vida una nueva perspectiva.
Nathan estaba de pie junto a ella y despidieron a sus padres.
― ¿Lista? ― le preguntó con una sonrisa que le llegó al alma.
― Iré por mis cosas ― murmuró. De pronto se asustó ante lo que tendría que hacer.
― Estas demasiado callada esta noche ― dijo Nathan ― No te oí más de diez palabras en total durante toda la noche.
― Supongo que solo estoy cansada ― Sonrió Nathan abrió el auto, subió y extendió el brazo para destrabar la puerta de ella.
― Si ― acepto, mientras colocaba la llave en el encendido ― Has trabajado mucho esta noche, a mamá le caíste muy bien, también tus padres.
― A mi me resultó muy agradable ― sabía que no podía posponerlo por mucho tiempo más. Tenía que decirle la verdad. Si bien durante la velada, la suerte la había acompañado y nadie del hogar la había delatado, Joe estaba en lo cierto: había caído en su propia trampa y no sería libre hasta que no hablara. Joe. El solo pensar en él le dio coraje ― ¿Estás apurado?
Nathan la miró sorprendido.
― No ― Le sonrió ― Mañana entro a trabajar a las diez, de modo que puedo dormir un rato más. ¿Por qué? ¿Qué tienes en mente?
― Tengo que hablar contigo ― le informó.
― Hablar ― la bromeó ― ¿Eso es todo? ― Su expresión se desvaneció ante la solemne expresión del rostro de su novia.
― Nathan se trata de algo importante.
Él asintió. Salió del estacionamiento del bar.
― ¿A dónde quiero ir?
― Hay un estacionamiento vacío en la calle de mi casa ― Respondió ― Podemos hablar allí.
Durante el trayecto al barrio de _____, charlaron de cosas sin importancia, y a medida que iba pasando el tiempo, ella se daba cuenta de que perdía el coraje.
― Allí ― señaló cuando Nathan tomó por la calle de su casa.
Se detuvo junto a la acera y apagó el motor. Luego se volvió para mirarla.
― ¿Se trata de alguno de esos sermones en los que uno dice: ―Lo lamento, no quiero volver a verte pero podemos seguir siendo amigos‖ y esas tonterías? ― Si bien quiso mantener un tono de voz indiferente, _____ se dio cuenta de que estaba asustado.
Meneó la cabeza. Tenía las palmas de las manos mojadas y su corazón latía a tanta velocidad que ella creía estar haciendo vibrar el auto.
― No, pero después de que escuches lo que tengo que decir, tal vez seas tú el que no quiera volverme a ver nunca más. ― En realidad, no pensaba que ese sería el final, pero debía estar preparada para lo peor.
― De ninguna manera ― se acercó y la besó en la boca. Fue un beso dulce y tierno. Ojalá no hubiera terminado nunca. Pero, por supuesto, terminó y Nathan se apartó. ― Está bien, pasemos por esto de una vez por todas, así podremos dedicarnos a besarnos como Dios manda antes de llevarte a tú casa ― echó un rápido vistazo a su reloj luminoso. ― Prometía tu padre que llegarías antes de medianoche, son doce menos cuarto, así que apúrate.
_____ carraspeó.
― Bueno, se que crees conocerme, pero…
― ¿Qué creo conocerte? ― La interrumpió ― Por supuesto que te conozco, y lo que conozco de ti, me gusta. Hemos pasado bastante tiempo juntos las últimas semanas.
― Sí ― comentó ella ― pero siempre hay cosas que alguien como tú ignora.
― Sé todo lo que es importante. Eres honesta, amable y… ¡oh, _____! Reúnes todas las condiciones que yo busco en una chica.
―Por favor Dios ― imploró ella para sus adentros ― que siga pensando lo mismo después de mi confesión.
― Me alegro de que pienses esto. ¿Pero qué pasaría si te enterases de que no soy tan perfecta, ni tan buena, ni tan santa? ¿Te seguiría gustando? ¿Desearías que siguiera siendo tu novia?
― ¿_____ de qué estás hablando? ― Preguntó obviamente confundido ― No pretendo que seas perfecta. Y debes asumir tu altruismo. Te privas de casi todo tu tiempo libre para trabajar como voluntaria en un hogar para enfermos terminales. Por el amor de Dios, no seas tan exigente contigo misma.
_____ tenía ganas de llorar.
― Es ese el punto, justamente. No lo hago por voluntad.
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Capitulo 7 Segunda Parte
― ¿Eh?
― Nathan, escúchame. Y trata de no abrir juicios hasta que termine ¿De acuerdo?
― De acuerdo ― aceptó de mala gana.
Estaba muy acobardada por el tono suspicaz de Nathan.
― Antes de que empezaran las clases yo… yo… ― titubeó, había perdido toda la valentía.
― ¿Tú qué?
― Hice una rotunda estupidez. Algo de lo que no me siento orgullosa. Me arrestaron por mechera. ― Oyó el siseo del aliento contenido. Volvió el rostro y clavó la vista al frente. Ya había sufrido bastante al confesarse; no habría podido mirarlo a los ojos. ― Fui una tonta, una estúpida y lo hice para impresionar a mis amigas. El arresto fue lo peor que me pasó en la vida. Pero la cuestión de todo esto es que me condenaron a cumplir trescientas horas de servicios comunitarios. Por esa razón estoy en Lavender House.
Nathan cerró los ojos pero no dijo nada. El silencio se prolongó. _____ sentía que un hierro caliente le envolvía el corazón y lo oprimía sin piedad. Por fin, ya no pudo tolerarlo más.
― Pero me alegro de que me hallan mandado allí. De esa manera pude conocerte y hacer algo que valga la pena…
― Olvida el melodrama, ¿quieres? ― Sus palabras cortaron el aire como una fría navaja de acero ― si he oído bien, has estado mintiéndome durante semanas, ¿cierto?
― No te mentí ― protestó ― simplemente, no quería arriesgarme a contarte la verdad. Al menos hasta que nos conociéramos mejor, hasta que pudieras conocerme de verdad.
Él bufó con desdén.
― Oh, ahora si empiezo a conocerte. No eres más que otra de esas niñitas ricas divirtiéndose en los barrios bajos de la cuidad. La única diferencia es que no fuiste ti quien tomó la decisión de venir a visitarnos todos los días sino que te obligaron a hacerlo.
Lo miró con el corazón destrozado. El rostro de Nathan revelaba una ira incontenible. Sus ojos lanzaban llamas, la boca era una línea dura y chata. Estaba apoyado contra la puerta del auto, como si acercarse a ella lo hubiera contaminado.
― ¿cómo puedes decir eso? ¿En qué me equivoqué tanto? Cometí un error. Me arrestaron por mechera. Por eso no soy una persona despreciable. Y tampoco fui a divertirme allí. Me alegro de que me hayan destinado a Lavender House.
― No es porque hayas robado en una tienda ― refunfuñó ― ¡Lo que me molesta es que te hayas esperado casi un mes para contarme la verdad! Me imagino que te habrás divertido a costa mía. Cada vez que habría la boca, debes de haberte reído como loca. ¿Por qué no me paraste? Me has hecho quedar como un tonto. Dejaste que me llenara la boca hablando de tu nobleza y dedicación.
― Pero...
― Y sólo ibas al hogar a cumplir tu condena ― meneó la cabeza ― No puedo creer que me hayan engañado otra vez. La historia de Gina se repite. Claro que en el caso de ella yo sólo fui una herramienta para enfrentar a sus padres. En tu caso ¿qué soy?
― Alguien por quien he perdido la razón ― gritó ― eso es lo que eres.
― Sí, claro ― se mofó. El sarcasmo brotaba de voz como un veneno. ― ¿Qué represento yo para ti _____? ¿Una penitencia? ¿El chico pobre de los barrios humildes de la ciudad con el cual salías a modo de castigo por haber sido descubierta, o un poco de diversión para aliviar la carga de tener que cumplir una pena?
Entonces fue ella quien se enfureció. Se había equivocado al no contarle la verdad desde un principio, pero ahora estaba enmendándolo. Nathan exageraba más de lo razonable.
― Salí contigo porque me gustas. Lo único que eres para mi es una persona. Alguien que me interesa de verdad, pero que está demostrando, y con creces, que todavía sangra por la herida que le dejó su antigua novia.
Desabrochó su cinturón de seguridad y abrió la puerta. Se bajó del auto de inmediato y se volvió para mirarlo. Nathan tenía la vista fija al frente.
― Me gustas Nathan, y te pido disculpas por no haberte dicho la verdad desde un principio. Pero en ningún momento te usé ni me reí de ti y, mucho menos, salí contigo a modo de penitencia.
El no abrió la boca.
Con el corazón hecho añicos, cerró de un portazo y salió corriendo. No oyó el ruido del motor sino hasta que estuvo dentro de su casa.
Durmió poco y nada. Por momentos lloraba e insultaba y no dejó de dar vueltas casi hasta el amanecer, cuando por fin calló en un sueño inquieto. Por suerte no tuvo que enfrentar a sus padres. Habían ido a un club a jugar un torneo de bridge que duraría toda la jornada. Por lo tanto, pasó todo el día lloriqueando en su cama y esperando una llamada. Pero el teléfono permaneció mudo.
El lunes por la mañana le costó mucho fingir alegría frente a sus padres, pero, a pesar de la ruptura con Nathan ― hecho que ya daba por sentado como irreparable ―, no podía arriesgarse a que sus padres la notaran deprimida. Todavía existía el peligro de que quisieran sacarla del hogar. Se esforzó por tragarse el desayuno y hablar con entusiasmo de la exhibición.
― ¿Sabes? ― reflexionó su madre mientras se servía otra taz de café ― estoy pensando que tengo que trabajar menos horas.
― Buena idea ― coincidió su esposo ― Sería muy positivo para nosotros que pasaras más tiempo en casa.
― En realidad ― sonrió con picardía ― tengo la esperanza de que tú hagas lo mismo. De ese modo podríamos trabajar como voluntarios.
― ¿Juntos? ― Si bien la sugerencia lo sorprendió no pareció en absoluto molesto. ― Es una posibilidad. De un tiempo a esta parte yo también quería reducir mis horarios. El trabajo no me ha dado tantas satisfacciones como esperaba. Quizás debamos tenerlo en cuenta.
― Bien ― Eileen sonrió con calidez a su hija, obligándola a corresponderle el gesto, aunque en realidad, ella tenía el corazón destrozado ― _____ parece haber madurado después de esta experiencia, y cuando oí a Polly hablando de lo feliz que era por dedicar su tiempo a... ― se interrumpió avergonzada.
A pesar de su angustia, _____ se sintió emocionada.
― Sé a que te refieres mamá ― dijo. Extendió la mano y palmeó la de su madre con afecto.
― Sé que esto puede parecer cursi ― agregó Eileen, encogiéndose de hombros ― pero anoche me di cuenta de las necesidades que hay en el mundo y de lo poco que hacemos nosotros para ayudar.
― Colaboramos con la caridad ― señaló Gerald.
― Es cierto, pero yo creo que dar parte de ti mismo es algo diferente. Te cambia.
Que suerte, pensó _____. Terminó su desayuno, despidió a su padre con un beso y salió corriendo detrás de su madre para que la llevara al colegio.
Esa tarde, cuando llegó al hogar, los cálidos mimos que había recibido de sus padres se habían evaporado por completo. Otra vez se había hundido en la fosa de la depresión, de la que no se creía capaz de salir.
Entró en el edificio, Joe la estaba esperando.
― ¿Cómo te fue?
― De lo peor ― dejó caer su mochila con rabia detrás del escenario y marchó por el corredor hacia el armario de las escobas. Tiró del carro y comenzó a cargarlo con artículos de limpieza.
― ¿Tan mal? ― Joe estaba inquieto, incómodo ― Bueno, por lo menos ahora no eres presa de una mentira. Me refiero a que no tienes que preocuparte de que Nathan vaya a enterarse por terceros.
― Oh, claro que no. Yo en persona le conté toda la verdad, tal como tú me indicaste. ― Apoyó con violencia la botella del limpiavidrios en el estante de arriba ― sí, tu consejo no pudo haber sido mejor, Joe. ¿Sabes cual es el único problema? Que ya no tengo novio.
Él hizo una mueca.
― Oye, lo lamento. Pero siempre es mejor hablar con honestidad.
― Honestidad ― gritó ― ¿Y de que me sirve ser honesta? Había una posibilidad de que él nunca se enterase.
― Ni lo sueñes, nena ― se opuso ― De una manera u otra se iba a enterar. La mentira tiene patas cortas. Además, si le gustas de verdad, si te quiere. Volverá.
― No volverá ― aseguró _____. Recordó la expresión de su rostro, el disgusto que le había impedido mirarla a los ojos ― Lo se. Lo he perdido y estoy muy dolorida.
― _____ ― comenzó Joe ― la moraleja en todo esto es que, si no pudo aceptar toda la historia, la verdad sobre ti, lo de ustedes no habría resultado de todos modos. Una pareja que se quiere de verdad no puede construirse sobre secretos y mentiras.
_____ estaba que se la llevaban los demonios. Su vida era una complicación. El único chico que le había interesado en toda su existencia la creía una bruja mentirosa, conspiradora y despiadada, y Joe todavía tenía el coraje de sermonearla sobre el valor de la verdad.
― Eres un fanático de la verdad, ¿no Joe? En especial cuando no tienes nada que perder. Bien, déjame que te aclare algo: no eres tú el que debe pagar los platos rotos.
― Yo he enfrentado verdades muy duras ― le recordó ― y lo sabes.
Esa frase fue como una bofetada. Cerró los ojos y apoyó todo el peso de su cuerpo contra el marco de la puerta.
― Lo lamento. No debo descargarme contigo. No es tu culpa.
Joe se echó a reír a carcajadas.
― Deja de ser compasiva, ¿quieres? ― Extendió el brazo y la obligó a volverse para que lo mirase a los ojos. ― Claro que es mi culpa. No le habrías dicho ni media palabra si yo no hubiera insistido tanto. Así que deja de ser amable conmigo sólo porque estoy al borde la de muerte.
― Muy bien ― gruñó ― Todo esto es culpa tuya, si no estuvieras tan enfermo, ya te habría retorcido el cuello.
Joe la contempló durante un largo rato y luego volvió a reír.
― Esto no me causa ninguna gracias Joe ― le advirtió ella.
― Lo sé ― Dejó de reírse y la atrajo hacia sí. La abrazó y la apretó con fuerza ― Ya lo sé, Princesa. No tiene ninguna gracia. Ese chico te gustaba mucho y yo te arruiné la relación. Pero no te preocupes, las cosas a la larga se solucionan.
― No ― contravino ella, con un tono de voz casi inaudible contra el pecho de Joe. No sólo había perdido a Nathan sino que también tendría que soportar la ausencia de Joe dentro de poco. Las lágrimas acudieron a sus ojos; esta vez no hizo nada para contenerlas.
― Nunca salen las cosas como uno quiere ― sollozó ― Y yo ya perdí la fe en los milagros.
― En eso te equivocas, Princesa ― murmuró, con los labios rozándole la oreja ― Ocurren milagros a diario. Sólo que a veces no los ves.
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Aquí sus capis chicas.
Sorry por la tardanza
Espero les gusten
Ya sólo faltan tres capis para el fin ñ_ñ
Saludos
Sorry por la tardanza
Espero les gusten
Ya sólo faltan tres capis para el fin ñ_ñ
Saludos
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
pobre de joe....
menos mal la rayis ya le a dicho la verdad a Nathan..
siguelaaaaaaaaa
menos mal la rayis ya le a dicho la verdad a Nathan..
siguelaaaaaaaaa
@ntonella
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Capitulo 8
27 de Octubre
Querido Diario:
La vida es trágica. Nathan no llamó. Creo que me odia. Tal vez Joe tenía razón: si me hubiera querido de verdad, me habría dado una oportunidad. Una parte de mí quiere llamarlo, pero tengo miedo. Me colgaría el teléfono. Supongo que me asusta enfrentarlo. Ya sé, ya sé. Estoy actuando como una idiota. Después de todo, sólo hemos salido unas pocas veces. Pero eso no importa. Todavía tengo la sensación de que hay un inmenso vacío en mi ser. Lo veía todos los días y hablaba por teléfono casi todas las noches. Lo echo mucho de menos. Y todavía sigo furiosa con Joe. Ojalá yo fuera una persona mejor, pero no lo soy. Aunque, si Joe no me hubiera convencido de que le confesara toda la verdad, Nathan todavía seria mi novio. Lo curioso es que mis padres quedaron tan asombrados por las maravillas que todos hablaron de mí en la exhibición, que me han levantado la pena. Hasta me permiten usar el auto los fines de semana. Lástima que ya no tengo a dónde ir.
_____ cerró el diario y miró el teléfono silencioso. Por milésima vez tomó el auricular, dudó, y lo volvió a su sitio. ¿Qué sentido tenía? Nathan no quería hablar con ella. Habían pasado dos semanas desde la ruptura. Las semanas más eternas y desgraciadas de toda su vida. No podía comer, no podía dormir, no lograba concentrarse en su tarea. En resumen, no podía hacer otra cosa que no fuera deprimirse y rogar para que sonara el maldito teléfono.
De pronto, sonó. Se quedó mirándolo como una estúpida durante un momento y luego se abalanzó hacia el aparato, con la esperanza de que fuera Nathan.
— Hola. — Se oyó el ―clic característico de cuando cortan la comunicación a propósito. — ¡Caramba! — protestó —. Seguro que era número equivocado.
Se levantó de la cama, se puso los zapatos y tomó su mochila. Tenía un examen de francés; de todas maneras, le importaba un rábano si lo aprobaba o no.
La escuela fue un plomo total. Las horas no pasaban nunca. Gracias a sus excelentes hábitos de estudio, con dar una simple lectura a las cosas logró que sus calificaciones no bajaran demasiado. Cuando sonó el timbre de salida, _____ entregó su hoja de examen y Salió del aula sin perder tiempo. Jennifer se encontró con ella en el pasillo.
— Hola — la saludó con una amplia sonrisa — ¿Dónde has estado últimamente?
— Donde siempre — respondió _____ —. Trabajando en el hogar y estudiando. ¿Y tú? — Lo último que le faltaba era un interrogatorio de Jennifer. Otra curiosidad: pensar que un par de meses atrás habría hecho arder las líneas telefónicas contándole todos sus problemas a su amiga. Pero, por alguna razón, no lograba confiar en nadie lo sucedido con Nathan. Excepto a Joe, claro. Pero sólo porque él era el responsable de todo y bien se merecía aguantarla llorando y protestando.
Jennifer el acompañó por el pasillo, rumbo a los armarios.
— Oh, lo de siempre. Las prácticas en el campo de deportes y el colegio, Ah, también he estado saliendo con Todd, por supuesto.
— Qué bien. — Para ser honesta, le habría dado lo mismo que Jennifer saliera con Todd o con Freddy Krueger. Sonrió de mala gana al imaginar el cuadro. Pensándolo bien, habrían hecho buena pareja. Todd es un chico maravilloso.
— ¿Todavía sales con Nathan Lourie? — preguntó Jennifer, tratando de aparentar indiferencia.
Pero a _____ no la engañó ni un segundo. Sabía qué significaba ese tono.
— ¿Por qué lo preguntas?
Jennifer se encogió de hombros.
— Por saber, nada más. ¿Sabes qué casualidad? Estaba hablando con Ruby y al pasar le mencioné a Nathan. Resulta que le conoce. Comparten algunas clases en Landsdale JC.
Ruby era la hermana mayor de Jennifer. Sabía que lo próximo que dijera le caería de lo peor. Su ―amiga parecía salirse de la vaina por darle la mala noticia de una vez.
— Y Ruby dijo que vio a Nathan el sábado por la noche en el cine, con una rubia despampanante. Yo me quedé helada. Quiero decir que, como sabía que entre tú y él…
Fue como un puñetazo en la boca del estómago para _____, pero ni loca lo habría demostrado. Sin embargo, nunca más iba a mentir. Las mentiras duelen. Por mucho que la hiriera en su orgullo, ya no volvería a fingir.
— Entre Nathan y yo ya no hay nada — admitió —. Es libre para salir con quien le guste. No nos vemos más.
— Oh. — Jennifer simuló una expresión de asombro. — Entiendo.
— Sí. — _____ sonrió. — Seguro.
El trayecto en autobús a Lavender House fue una agonía. _____ se quedó sentada en su lugar como una estatua, sin parpadear ni una sola vez por temor a romper en llanto. Se bajó cuando llegó a la parada y ni siquiera miró en dirección al bar. ¿De qué le habría servido? Nathan ya tenía otra novia. Idiota.
Miró al cielo y frunció el entrecejo. Unos negros nubarrones provenían del oeste y su ominoso aspecto amenazaba con lluvia antes que ella terminara su turno.
_____ enjuagó hasta la última gota del producto de limpieza que quedaba en el lavado y retorció el lienzo.
— ¿Por qué demonios te demoras tanto? — preguntó Joe. Estaba recostado en la cama, observándola, pues había dejado la puerta del baño abierta. — ¿Un año para limpiar el lavado?
— Deja ya de quejarte — rezongó _____, de tan mal humor como él —. ¿Quieres que te mate los gérmenes o no?
— No te lo pedí. — Tosió. — Los gérmenes también tienen derecho a vivir.
— Muy bien— estalló _____ y arrojó su lienzo para la limpieza sobre el carro —. ¿Qué pasa? Desde que entré no has hecho otra cosa que fastidiarme. ¿Cuál es el problema?
Joe se recostó contra las almohadas.
— Ninguno. Sólo quería hablar.
— ¿Sobre? — Se quitó los guantes de goma.
— Sobre la razón por la cual estás tan furiosa conmigo.
— No estoy enojada contigo — le aclaró. Mentira. Sabía que estaba disgustada con él. Estuvo furiosa durante las dos últimas semanas. Desde aquella noche en la que, siguiendo su ―sabio consejo, había confesado a Nathan toda la verdad.
— Deja de fingir. — Se rió. — Estás enojada. Tratas de tragarte la rabia sólo porque no quieres pelear con un moribundo.
_____ alzó el mentón y lo miró a los ojos.
— Está bien, estoy un poco molesta contigo. Ya está. ¿Te sientes mejor ahora que te lo he dicho con todas las letras?
— Lo que me haría sentir mejor es recuperar a la vieja _____ — refunfuñó —. En los últimos quince días has estado moqueando por los rincones y dando rienda suelta a tus caprichos. Y ya estoy harto de todo ese teatro.
— Oh, te pido mil disculpas por tener sentimientos — bramó ella. Tomó el carro y lo empujó hacia la puerta. — Me iré con mi cara larga a otra parte para no ofender a Su Alteza.
Qué ganas habría tenido de culminar su salida con un buen portazo, pero no quiso despertar a Jamie; sabía que estaba durmiendo. La ira la condujo por el corredor y hasta la planta alta, donde se encontraba el armario de la limpieza. Guardó todos los artículos en su interior y cerró la puerta. Pero cuando estaba llegando a las escaleras no pudo soportarlo más. El sentimiento de culpa, horrendo como una serpiente venenosa, se había enroscado en su estómago y le provocaba náuseas. Joe significaba demasiado para ella. No podía dejar así las cosas. Dio media vuelta y marchó nuevamente hacia su cuarto.
— De acuerdo — capituló, ignorando la sonrisa satisfecha de su amigo —, hablemos.
— No pudiste aguantar, ¿verdad? — Palmeó la cama y ella se sentó.
— Oh, borra esa risita estúpida de tu cara, ¿quieres? Ya estoy aquí. No quise irme sabiendo que estábamos disgustados. — Notó la mueca de dolor de su amigo cuando el colchón cedió por el peso de su cuerpo.
Superando el momento de sufrimientos, extendió la mano y tomó la de ella.
— No estoy sonriendo, _____ — susurró —. Tengo miedo. No quiero perderte. No ahora.
La muchacha sintió un nudo en la garganta, pero se lo tragó. Se sentía como un gusano.
— No vas a perderme — le aseguró, aún con tono gruñón —. Simple y sencillamente, seguirás haciendo lo que has hecho toda la vida: sacarme de las casillas.
— Dime por qué estabas tan enojada. — Le acarició la mano.
Ella se encogió de hombros.
— No lo sé. Supongo que necesitaba a alguien para echarle la culpa.
— Y yo era un blanco perfecto, ¿no?
— Sí.
— Pero ahí no termina todo — aventuró —. Hay algo que te perturba y quiero saber qué es.
— No seas tonto. — Ni loca habría reconocido ante él qué era lo que más le molestaba de todo ese episodio. — Por mucho que deteste reconocerlo, tú me diste un buen consejo. Tenías razón. Una relación que se basa en una mentira no puede durar. Supongo que te culpé a ti cuando lo descubrí. Nathan no lo tomó para nada bien. Estaba tan… tan…
— ¿Herido?
— Irracional — lo corrigió _____. Bajó la vista y la fijó en el acolchado. Pero está bien. Si me hubiera querido de verdad, por lo menos habría intentado comprender. Te pido disculpas por haberme descargado contigo. Pero, tal como tú mismo lo has dicho, necesitaba alguien a quien culpar y tú fuiste el blanco perfecto.
Joe extendió la mano y le levantó el mentón, obligándola a mirarlo. La miró con resolución, sus ojos parecían llamas en aquel rostro delgado.
— Pero empezaste a dudar, ¿verdad? A dudar de mis verdaderas razones para convencerte de que hablaras con él. ¿Pensaste en una segunda intención de mi parte, quizás?
— No seas tonto. — Trató de desviar la mirada, pero él no le soltaba el mentón. — ¿Qué otra razón pudiste haber tenido?
Joe sonrió con tristeza y _____ sintió una repentina desesperación por que él se callara la boca, por no escuchar esas palabras de sus labios.
— Por favor — suplicó y echó la cabeza hacia atrás. Volvió a moverse en la cama. — Olvidemos esta conversación. Ahora las cosas se han encarrilado…
— Mentira — se opuso él —. No eres estúpida y supongo que sabes qué es lo que siento por ti.
Se quedó helada.
— Somos amigos.
— ¿Amigos? — Joe rió sin ganas. — Claro que somos amigos, pero cualquiera que tenga dos dedos de frente se daría cuenta de que me he enamorado de ti.
Y finalmente se oyeron las palabras. Las mismas que ella sospechaba que le partirían el corazón en mil pedazos.
— Pero te juro, _____— continuó en un murmullo, mirando ahora hacia la ventana y la oscuridad —, que no te convencía de que hablaras con Nathan porque tuve ilusiones de que alguna vez pudiera existir algo entre nosotros. Es demasiado tarde para eso. No soy tonto. Me queda muy poco tiempo.
— ¡Ni lo menciones!
— ¿Por qué no? Es la verdad. Créeme, por mucho que me doliera saber que querías de verdad a ese tipo, jamás habría sido tan tonto como para creer que, si él te daba la espalda, vendrías corriendo a mi lado. Mis sentimientos por ti son demasiado profundos para caer en semejante bajeza. Además, Nathan es un chico decente. Prefiero que estés con él y no con uno de esos snobs arrogantes que viven en la parte de la ciudad de la que provienes.
_____ no sabía que decir. En el inesperado silencio, oyó los ruidos del tráfico que se confundían con el canto de los pájaros que se filtraba por la ventana entornada.
— Di algo — susurró Joe por fin —. Dime que me crees. Dime que no me consideras un cretino egoísta que arruinó tu vida amorosa porque te quería toda para mí.
— No eres un cretino egoísta, Joe — confirmó.
— Te lo agradezco mucho. — Suspiró. — Pero no debí confesarte mis sentimientos. No querías oírlos.
— No sé qué decir — murmuró, pero de pronto lo supo. Con gran asombro de su parte, descubrió en un segundo por qué Joe siempre había tenido sobre ella mucha más influencia que cualquier otra persona.
— No digas nada — concedió él —. No tiene sentido.
Claro que lo tenía, pensó _____. Joe merecía saber la verdad. Ella se lo debía.
— Claro que lo tiene — se opuso. Inspiró profundamente. — Estás en lo cierto. Sospeché que tuvieras segundas intenciones. Me preguntaba si no te habías enamorado de mí, porque la verdad es que me parece que yo también estoy un poco enamorada de ti.
Joe se quedó petrificado.
Si el tema en cuestión no hubiera sido los sentimientos del uno por el otro, _____ habría soltado una carcajada al verlo con la boca abierta. Aquellos sentimientos que la confundían, que la torturaban, que la mantenían despierta toda la noche tratando de determinar qué clase de persona era en realidad.
— Pero eso es imposible… — continuó, vacilante. No estaba segura de lo que quería decir exactamente y de cuál era el mejor modo de expresarlo. — Porque, si Nathan me gusta de verdad, ¿cómo puedo tener estos sentimientos hacia ti? — Estaba tan confundida que se interrumpió.
Joe inspiró hondo.
— ¿Y quién demonios podría darte una respuesta? Nuestra situación es muy atípica. De hecho, jamás debimos habernos conocido.
— Ni lo menciones — vociferó ella —. Nunca más repitas eso. No entiendo mis sentimientos hacia ti. Tienes la virtud de fastidiarme, entristecerme, alegrarme, hacerme sentir culpable; me manejas como quieres. No me importa. Vas a morir. Y sé que una parte de ti cree que no soy más que una niña rica que juega a ser una santa, pero por favor, nunca jamás digas que te arrepientes de haberme conocido.
— No me arrepiento — dijo Joe con suavidad —. Lo único que lamento es que no haya sido en otro momento, en otro lugar. Sólo lamento estar atrapado en un cuerpo que se está gastando mucho antes de lo debido.
— Nunca se sabe — afirmó ella con pasión —. Todos los días ocurren milagros. Tú mismo lo has dicho.
Joe le sonrió con tristeza.
— Bueno, uno ha ocurrido: te conocí.
— ¿Pero en qué nos ha beneficiado? — Razonó ella con amargura —. No sé qué es lo que siento por ti. No sé qué es lo que siento por Nathan. Santo Dios, soy una ignorante. Sólo estoy segura de que estoy partida en dos.
Joe extendió la mano y le tocó el hombro.
— Nunca sabrás lo bien que me ha hecho conocerte — dijo —. Jamás tendré oportunidad de llevarte al cine, ni de invitarte a caminar por la playa, ni de hacerte el amor, pero todos los días agradezco a Dios haberte tenido en mi vida por un tiempo. Eso es un milagro, _____.
_____ se puso a llorar.
— Oh, Dios — se lamentó —. ¿Cómo pudo suceder esto? ¿Cómo puedo sentir esto por ti si todavía siento algo por Nathan? No lo entiendo.
— Oye — le dijo él y la abrazó —, no dejes que esto te afecte. Yo tampoco lo entiendo. ¿Pero cuál es la novedad? Además, ¿hay alguna ley que prohíba que una persona quiera a dos? ¿Quién ha decretado que las emociones vienen en lindos paquetitos envueltos para regalo que uno abre cuando se le antoja?
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
Esta parte me hace llorar mucho.
Bueno chias les dejo su capi.
Saludos. :timon:
Gracias por comentar.
Beshotes :toosexy:
Bueno chias les dejo su capi.
Saludos. :timon:
Gracias por comentar.
Beshotes :toosexy:
Monse_Jonas
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
en serio esta nove hace que recuerde muchas cosas que convivi con mi mami!!!!....
chelis
Re: NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
OMG..!! me perdí de tanto... lo siento e estado tan ocupada que ni tiempo tenia para meterme en Internet...
e estado en mar de lagrimas con el CAP pobre de Joe y la Rayis porfin se han rebelado los sentimientos es una lastima que la enfermedad los separa, pero los corazones no conocen esa distancia...
S.I.G.U.E.L.A..
Pleaseeeeee..
S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A
S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A
S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A
e estado en mar de lagrimas con el CAP pobre de Joe y la Rayis porfin se han rebelado los sentimientos es una lastima que la enfermedad los separa, pero los corazones no conocen esa distancia...
S.I.G.U.E.L.A..
Pleaseeeeee..
S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A S.I.G.U.E.L.A
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