Do you want me (dead) {Jalex}

Las voces femeninas vitoreaban mi nombre, creaban una extraña oleada de rubores en mi rostro que eran bloqueados por el nerviosismo, la diversión y los deseos de más. Volví la cabeza hacia Jack, quién movía sus dedos sobre las cuerdas de la guitarra negra recién comprada —de un precio muy elevado—.
Agitó su cabello una vez, y me sonrío con ternura. Mi corazón palpitó con rapidez cuando se acercó a mí. Pasó uno de sus brazos por mis hombros y cantó a gritos la canción. No pude evitar soltar carcajadas animadas, porque el simple hecho de que Jack rodara sus dedos contra mi piel provocaba unas curiosas cosquillas.
Los últimos acordes de la canción sonaron en el escenario. La masa fanática pronunció "All Time Low" variadas veces, hasta que volví a colocar mis labios cercanos al micrófono para hablar por última vez antes de irnos.
Sentía mis piernas cansadas, al igual que mis dedos entumecidos.
—Muchas gracias por haber venido a vernos —escuché algunos gritos con insinuaciones personales; sonreí algo nervioso—. ¡Somos All Time Low! Sacaremos nuestro nuevo disco a finales de este verano, ¡espero que lo hayan disfrutado!
Giré sobre mis talones. Jack saltó a mí, y enrolló sus piernas al rededor de mis caderas. Dudé unos instantes sobre el punto sujección, pero coloqué ambas manos en sus nalgas para mantenerle fácilmente.
Le dimos a Rian nuestras guitarras, y salí del escenario con Jack en mi cadera. Notaba como su cabello acariciaba levemente zonas de mis hombros, porque su cabeza descansaba en la curva de mi cuello.
Era muy común aquel comportamiento en el moreno. Últimamente, siempre nos reuníamos en privado después de los conciertos para mantener conversaciones...pero las anteriores noches, Jack me había incitado a mantener relaciones sexuales mientras Zack y Rian se encontraban tomando unas cervezas. O simplemente, tomaban una ducha para quitarse el sudor.
¿Cómo responder de forma aducuada a Jack? Por un lado, deseaba tener sexo desesperadamente con él, pero por otro, me negaba de todas las maneras posibles. No conseguía acumulas las razones suficientes para convencerle.
Todo comenzaba con húmedos besos, que descendían por mi cuello y finalizaban en mi hombría. Era inadecuado, pero caliente y atractivo. Jack tenía una personalidad pícara, envidiable. A pesar de haber sido el tímido marginado social, junto a mí —su mejor amigo durante muchos años—, después de internar en el mundo musical junto a la fama internacional, el alcohol, las fiestas y el dinero le cambió a una persona diferente. Una persona rebelde, madura y adicta a la diversión nocturna.
Entré al autobús.
El ambiente silencioso produció una fuerte respuesta en mis pensamientos: estábamos solos. Logré diferenciar entre todas las cosas negativas en mi cuerpo los labios de Jack moviéndose sobre mi piel. Noté levemente como se estiraban hacia los lados, formando una sonrisa que solo podía sentir pero que mi mente imaginaba descaradamente.
—Jack —le nombré, andando hacia su litera y dejándole sobre ella; nuestros ojos contactaron—. Debes descansar. Mejor dicho, debemos descansar.
Me volví hacia mi cama, a la derecha de la suya, pero un agarre repentino en mi muñeca, acompañado de un impulso para que girara nuevamente, hizo que mis labios contactaran con los suyos.
Comenzó como un roce, pero se transformo en una competición de sentimientos mutuos. Deseo, pasión, ira, agresividad, odio y, el más importante, amor.
Enrrollé mis brazos al rededor de su cuello, sus manos sobre mi cintura me atrajeron hacia él. Tiré ligeramente de su cabello, y me separé de él finalmente. Una pequeña mordedura en mi labio inferior, acompañada de su sonrisa pícara, logró que mi calor corporal se concentrara en un punto que caracterizaba al sexo masculino.
—Tus labios no dicen que quieren descanso —soltó repentinamente, con un tono calmado pero con explosiones de sensualidad. Porque Jack era sexy, todo en el tenía una distribución de sensualidad impecable.
—Tú eres el que no les dejas tener un descanso —no sabía muy bien que decir, quería estar con él, pero no las noches que él quisiese, cuando le apeteciese o se sintiese encendido.
—La mejor manera de tranquilizarse es tomar una ducha —sonrío, temía sus intenciones—. ¿Quieres que tomemos una?
Bufé con pesadez. Conocía sus ideales para que me calentara de una forma sexual. Acarició mi pómulo derecho delicadamente, logrando que el contacto fuese mínimo e imperceptible a penas.
—De acuerdo —era culpable de mis delitos de amor por Jack, aceptaría una condena si hace falta—. ¿Cuánto crees que tardaran Rian y Zack en volver?
—Media hora —se acercó a mi oído; un escalofrío recorrió mis vértebras por individual, y finalizó cuando sus labios se posaron sobre mi piel—. Te prometo que te lo pasarás bien.
—No lo dudo.
Jack tomó mi mano, y me condujo por el pasillo hacia el aparente armario a la derecha, pero que en realidad era una ducha. Me pegué a su cuerpo mientras él abría la puerta y ambos lográbamos entrar en el espacio que aportaba el estrecho lugar.
Apartó mi camiseta cuidadosamente, y posó varios besos sobre mi pecho. Recé en silencio que cuando ascendiese hasta mi cuello, su boca no finalizase en producir chupetones; la prensa fotografía todo lo posible de nuestras vida, y las cuestiones sobre aquello me incomodaban.
Imitamos la primera acción con las prendas que sobraban. Solo quedaba apartar mi ropa interior y estaríamos preparados para comenzar. Jack se tomó unos momentos para admirar mi torso desnudo, o la delgadez de mis estremidades. Suspiré cansado de la espera y tomé mi ropa interior, la lancé donde las demás había acabado: en medio del pasillo, alejados de nosotros.
Admiré como su lengua humedecía sus labios.
—¿No crees que hace calor aquí? —dijo con picarez; no pude evitar soltar unas carcajadas difíciles de escuchar.
Estiré la mano, logrando que un chorro chocara contra la cabeza de Jack. Su cabello mojado era mucho más atractivo de lo que imaginaba, y su sonrisa, que tapaba emociones de sorpresa sobre mis actos anteriores, volvía todo más animado.
Me acerqué a él. Volvimos a besarnos, una y otra vez, hasta que me decidí a descender por su cuerpo. Posé mis labios en diferentes lugares, hasta contactar finalmente con sus genitales. Masturbe unos momentos a Jack, logrando que algunos suspiros y gemidos con mi nombre entre líneas se escapasen de la comisura de sus labios.
Lamí la punta de su hombría; su mano se colocó en mi cabello, y presionó ligeramente para que comenzase a poner todo más divertido. Sonreí, antes de subir y bajar por su erección.
—¿Eres profesional o qué cojones pasa? Ah, por dios, Alex.
Reí unos instantes antes de percatarme de que se estaba mordiendo los labios, evitaba los gemidos para disfrutar del placer que conducía la calidez de mi boca sobre él. Era increíble que, con unos simples movimientos, podías volver sumiso a un hombre.
Quizás eso de que pensamos con la polla es verdad, después de todo.




Lunes por la mañana. Nuevamente, Jack se a compotado como un auténtico idiota y se había ausentado en el desayuno para evitar verme hasta la actuación. Aquello era un tema personal que ambos preferíamos no conversar, pero que por alguna razón, mi cuerpo deseaba aclarar.
¿Por qué solo era sexo? ¿Por qué las noches se basaban en la diversión de su rebeldía? ¿Por qué no podía pensar en qué los demás tenemos sentimientos, y podemos enamorarnos de la persona con la que mantenemos relaciones sexuales muchos días después de los conciertos?
Anduve hacia la cafetería donde Jordan y yo habíamos quedado. Él había producido reacciones aceptables en mi autoestima, era un muchacho agradable. Le agradecía sus intentos por ayudar en todos los problemas en torno a Jack, porque él sufría de algo que se alejaba a mi caso. Quería que la cantante de su grupo, Tay Jardine, le quisiera como él la quería.
Sin dudarlo, Jordan era de esos chicos escasos en el planeta Tierra actualmente. Un caballero, un romántico, un escritor de canciones enamoradas y un artista incomprendido, además de un músico increíble.
Empujé la puerta del local, divisé a Jordan sentado en una de las mesas del fondo, leyendo los mensajes de su teléfono móvil. Me acerqué a él con pasos sonoros que él advirtió después de unos instantes. Posó una sonrisa hermosa en su rostro, acompañado de un gesto de saludo con su mano.
—Buenas mañanas —dijo finalmente, solté unas carcajadas.
—Que empresiones más bonitas —bromee, él aumentó la curva ascendente de sus labios—. ¿Con quién hablas?
—Con Tay —un sentimiento dentro de mí rujió ternura; le observé con una expresión llena de felicidad, que él me había contagiado.
—¿Y de qué hablabais?
Un ligero rubor apareció sobre sus mejillas; seguramente, su temperatura corporal se hubiese centrado en su rostro.
—Hemos quedado luego —alcé una ceja, algo confuso pero esperando que sus intenciones fuesen buenas—. Le voy a pedir una cita.
—¡Eso es fantástico, Jordan!
—Sí, pero estoy muy nervioso. Llevo todo el día con el corazón en la boca, y las mariposas no han parado cuando ella se acercaba. ¡Estoy alterado, más que nervioso!
Reí levemente. Su actitud infantil era enternecedora. Él era tierno.
—Va a salir todo bien, ya verás —sonreí.
—¿Y tú qué tal? He leído por los twitters de las fans que el concierto de ayer fue espectacular. Y además, hubo "Jalex" al final.
—Sí —rodé los ojos, cansado de mantener el tema en el ambiente la mayor parte del tiempo—. Otra vez.
—¿Otra vez? ¿Te refieres a...?
—A eso mismo.
—Tengo una idea —sus palabras me atrajeron salvajemente, Jordan era un genio para las planificaciones, siempre salía bien, y si no era así, era porque tú habías actuado de forma errónea—. Vas a ir, y a soltarle todo lo que piensas antes de que empiece el concierto de esta noche.
—Voy a llorar —me froté la frente—. Soy débil para esas cosas.
—Jack tiene que dejar de jugar contigo, amigo, y solo será si lo haces de esa forma.




Se aproximaban las nueve de la noche, las fans habían comenzado a aparecer cercanas al escenario. Cuando Zack apareció para dejar alguna botella de agua para mi voz, las muchachas adolescentes —o algo más mayores— explotaron en gritos de entonación femenina, muy aguda e irritable.
Él solo río, y entró a carcajadas.
Mis dedos jugueteaban entre ellos intentando calmar mis nervios. Desconocía la posición de Jack, no le había visto en todo el día y deseaba poder saber de él.
Repentinamente, encontré otros dedos infiltrados entre los míos. Ascendí la vista, y me encontré con él, con su mirada caramelo y su cabello desordenado —media cabeza rubia y la otra media morena—.
Sonrío nuevamente.
—Tenemos que hablar, Jack —solté.
La curva ascendente de su rostro se apagó, solo dejó la ausencia notoria de una actitud animada antes del concierto.
—¿Cómo expresarme...?
—Solo dilo —pronunció lleno de seriedad, tragué saliva nervioso.
Respiré profundamente unos momentos, con los ojos cerrados en la espera de una tranquilidad, para que las palabras emanasen con naturalidad, que no llegaba. Finalmente, subí mis párpados y le miré fijamente, sin apartarlos, sin miedo.
—Estoy harto de tu jodida actitud. Parece que desprendes una luz, como si fueras el único a tu al rededor, ¡y no, no es así, Jack! ¡Los demás también existimos! ¿Crees que porque tu no sientas nada por mí no significa que, después de varias noches de sexo, yo no me haya enamorado de tí, de tu jodida personalidad soberbia, de tu sonrisa sin razones o de tus cojones para plantarme cara y decirme que quieres que te coma la polla? Parece que tramas mi asesinato, el asesinato perfecto para enamorarme y clavarme el cuchillo por la espalda. Porque yo te quiero, ¿vale? Quiero algo más, me merezco algo más que una polla por mi culo. Tú no mereces ni estas palab...
Sus labios se posaron contra los míos con dulzura, y toda aquella rabia que salía de mi cuerpo se calmó. Le aparté con brusquedad cuando la pregunta perfecta salió de mis labios.
—Es que me estás matando...¿me quieres? ¿O solo me quieres muerto?

¡los spoilers son importantes, no les hagan bullying!: