US ☯|| Louis Tomlinson.

Ella tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Las horas que había durado el vuelo se las había pasado en Louis. Por mucho que no quisiera recordarlo, pensar en sus ojos azules profundos, su pelo alborotado con el viento y su gorro de vaquero.

Eso la había hecho sonreír.

Había llegado a Nueva York. Todo era tan diferente, innovador y glamuroso. Los edificios llegaban al cielo o eso le parecía a Iris. Se sentía tan pequeña comparados con ellos. Eso la hacía pensar de donde venía, un pequeño pueblo. Pero eso ya no le importaba, iba a empezar una nueva vida y la iba a empezar ya.

Llamó a un taxi alzando su mano cómo en las películas. Se sentía una chica nueva.

Ella le dio la dirección del apartamento que sus padres habían alquilado. Este era parte de la cadena de moda donde iba a estudiar. Se compartían los apartamentos entre dos estudiantes.

Iris no sabía quién sería su acompañante de piso, pero le importaba muy poco. Nadie le iba a destrozar su sueño de triunfar e iba a ir a por todas.

Cuando el taxista paró, ella supo que habían llegado al destino. Le pagó lo debido por el viaje y salió del taxi mientras el hombre le sacaba las maletas.

Eran apartamentos en fila, de color blanco e impecable. Eran algo pequeños pero suficiente para dos personas. El semblante de la casa hizo sonreír a Iris. Era una casa perfecta para ella. Tenía un porche con dos sillas y una pequeña mesa. La puerta era de color cielo, que combinaba perfectamente con el blanco.

Ella sacó la llave de su bolso y abrió la puerta.

—¿Hola? —preguntó ella por si había alguien.

Entonces dejó las llaves en el mueble de la entrada. Las paredes también eran de color blanco y había algunos cuadros muy pintorescos colgados en ellas. Iris caminaba mientras tocaba los cuadros. Se veían realmente perfecto.

—No te recomendaría que los tocarás—alguien habló, era un chico—vale un ojo de la cara, o eso me dijeron los caseros.

Ella se puso roja al verlo. Era un chico muy apuesto con la primera impresión. Sus rizos caían por su cara, haciéndole una cara muy graciosa. Sus labios bonitos y en lo único que podía fijarse. Cuando vio sus ojos se sorprendió mucho más, eran ¿verdes?. No, eran un verde raro, mezclado con algún otro calor.

—Soy Harry, encantado—dijo él, alzando su mano.

Ella la tomó encantada mientras se quitaba las gafas de Sol de sus ojos y se las colocaba en su cabeza.

—Iris Randazzo—dijo entonces ella sonriendo— igualmente.
—Ven, te mostraré tu habitación—dijo él mientras ella arrastraba sus maletas.

La habitación era muy espaciosa, mucho más de la que ella había tenido anteriormente. Hasta tenía un baño. ¡El paraíso!

Las paredes seguían siendo blancas pero no había cuadros. La cama era grande, ahí podrían caber dos personas.

—Me encanta—dijo Iris mientras pasaba la mano por el mueble de caoba.
—Ponte cómoda. Luego iremos a la academia para que sepan que ya has llegado.

Ella sonrió en aprobación.

—Eso estaría genial. Gracias.
—No la des—dijo mientras salía de la habitación y cerraba la puerta con su salida.

Entonces Iris colocó sus cosas y organizó un poco la habitación. Luego se dio un baño de agua templada para relajar sus músculos, contraídos por el viaje y los estúpidos sentimientos.

{…}

La academia era muy grande, demasiado. El edificio se veía muy moderno, como si el creador hubiera pensado en que era del futuro. Era un poco loco, pero con solo verlo sabías que esa academia era muy valorada. Simplemente fabulosa.

Iris había elegido un conjunto chic pero también formal, creado por ella misma. Cuando llegó a la recepción con Harry entregó los papeles que la secretaria le había pedido.

Después Harry la guio por el edificio, diciéndole donde estaba cada taller y que se hacía en cada uno de ellos. También le habló de los compañeros y los profesores que impartían las clases y prácticas. A Iris le dio buenas vibraciones, y no se equivocó.

{…}

Pasados unos días.

—¡Tus diseños son fabulosos! —dijo la señorita Duff. Ella era una de las ‘profesoras’ que daban las prácticas de costura y diseño. Era una mujer de mediana edad, voluminosa y con el pelo castaño y una mirada muy profunda—realmente me pondría esto—dijo mientras señalaba la falda de tubo diseñada por Iris.
—Muchas gracias señorita Duff—dijo Iris.
—Llámame Alice, hija—respondió ella sonriéndole mientras ponía su mano en el hombro—tienes mucho futuro en esto.
—Eso espero.

Iris suspiró para luego sonreír como nunca lo había hecho.

{…}

—Puedes decirme que te preocupa—le dijo entonces Harry.

Ella estaba a punto de darle un bocado a su bocadillo pero él la interrumpió.

—No me pasa nada—dijo y luego le dio el bocado.
—¡Vamos! —exasperó—te conozco de una semana pero se que te pasa algo.

Ella se rio entre dientes. Tenía razón, se había creado una confianza entre nosotros en muy poco tiempo.

—Bueno…—empezó ella—he recordado a alguien.
—¿A tu familia? —preguntó él curioso—a mi también me pasa. Los extraño.
—No, no es eso… ellos me llaman todos los días—ella le dio otro bocado—solo me acordé de una persona que fue importante para mí.
—Uh… en pasado. Eso quiere decir, ¿un chico?
—Bingo—murmuró ella.
—No creo que nadie merezca que estés mal—él puso su mano sobre la suya—me tienes aquí para lo que quieras.

Ella rechazó su contacto pero le sonrió.

—Gracias Harry, digo lo mismo.

{…}

Los días pasaban y Iris avanzaba mucho en la academia. Sus diseños cada vez eran mejores gracias a sus nuevos conocimientos. Estaba conociendo a gente muy importante en el mundillo de la moda. Se estaba empezando a sentir importante, sentirse que vale para algo, que valió la pena dejar a Louis, dejar a sus amigos, dejar un pueblo. Pero no puede negar que también le gustaría estar con él ahora, cabalgando y viendo la puesta de Sol como habitualmente hacían.

Pero eso solo quedó en el pasado. Un pasado que tenía que pisar… algún día.

hekate