The Punk Muffins Tour.

A decir verdad, Blake no era tan malhumorado como demostraba ser. O tan callado. No siempre. El ojiazul cargaba con un gran pasado, del cual no estaba orgulloso y no le gustaba- para nada- hablar de él. Gracias a Dios, nadie había preguntado por ello (o si lo hacían, entendían el hecho de que Blake odiase hablar de tal cosa, así que ni siquiera se molestaban en insistir). No era un chico que se sentara en el suelo con los auriculares puestos y escuchará música romántica (porque en realidad no lo hacia), mas Impossible de James Arthur se reproducía en su IPhone una y otra vez. Y eso era justamente lo que estaba haciendo en este mismo momento. En un rápido movimiento, sacó la caja de cigarrillos del bolsillo delantero de su jean y con habilidad se lo llevó uno a la boca para luego, prenderlo. Aspiró y luego exhaló.
— Tell them I was happy and my heart is broken, all my scars are open. Tell them what I hoped would be impossible, impossible. — canturreó al compás de la música que sonaba a través de sus auriculares.
— Déjame decirte que nunca hubiese imaginado a Blake Underwood escuchando y cantando una canción de James Arthur—bromeó Ed sentándose a un lado del ojiazul.
— Cierra la boca, Robenson— contraatacó quitándose los auriculares y volviendo a llevarse el cigarro a la boca. Ninguno de los dos hablo, por lo menos por cinco minutos, hasta que Blake decidió cortarlo— Ya nos vamos o qué.
— O qué— respondió con una sonrisa burlona en su rostro.
— Oh, por favor, no trates de parecer gracioso. Prefiero al Edmond mandón, lo juro. Levanta tu trasero de ahí y vámonos.
— Claro, y yo era el mandón— se quejó el asistente de Carlson.

El castaño disfruta ver los constantes cambios de Tristan, refiriéndose a su cabello, claramente. Se encontraban sentados en los sillones de la habitación de Carl. Hablaban de temas triviales, hasta que Kenzo mencionó el casi beso de Underwood y Morrison.

— ¡Debería haber grabado ese maldito momento!— exclamó el único rubio de la banda.
— Oh Dios, rubio tienes que ser— respondió Blake, enseñándole su dedo medio.
— ¿Qué hay de Blistan?— el líder de la banda entró en la conversación, fingiendo dolor.
— ¿Blistan? ¿Qué mierdas?— preguntó el ojiazul confundido y, notoriamente, disgustado con el tema de conversación. ¿Quién estaría feliz de que hablen de uno de los momentos mas incómodos de su vida?
— Blake y Tristan...— contestó Adam, obvio.
Cuando el malhumorado iba a replicar, la voz de Ed lo interrumpió— Debemos partir ya, chicos.

Una vez en la camioneta que los llevaría al aeropuerto, Blac aprovechó para entrar a su cuenta de Twitter, y acto seguido twitteó: "Chicago you've been amazing!!! I hope to return soon:) thanks for love xx."

Y en serio esperaba volver pronto.
Brazil no podía dejar de tocarse su ojo izquierdo, si seguía así iba a dejarlo rojo- mas de lo que ya estaba-, suspiró frustrada y volvió a concentrarse en los papeles que debía llevarle a Kelsie y Kean. Luego de eso, debía ir a buscar a los cuatro integrantes de The Punk Muffins, despertarlos (oh, por Dios, como odiaba esa parte) y llevarlos con sus managers. No podía decir que odiaba su trabajo, ya que no lo hacía. Pero odiaba despertar a Rainbow, Marc, Dexter y Jason, eso si que era un calvario. La castaña era como la segunda madre de todos ellos, con veinte años había aprendido bastante y se desempeñaba muy bien en lo que al trabajo concierna. Mas tiene veinte años, y veinte alarmas activadas en su celular, y café por de más. Y muchas otras cosas.

A pesar de casi no tener tiempo para ella misma, se mantenía arreglada y femenina, era algo que Mccardi nunca iba a perder. Se lo debía a su madre, aquella mujer era peor que convivir con TPM, era difícil ser peor que algo así. No hablaba con ella desde hace unos, ¿diez días? Quizá más, el hecho de tener que organizar junto a Kelsie y Kean (y muchas otras personas) la gira la había distanciado bastante de sus seres queridos. Consiguió adaptarse bien a aquellos días en los que casi no dormía y pasaba horas frente a la computadora.

Siete de la mañana, ellos la iban a odiar. Sonrió al imaginarse el malhumor de los chicos, sobretodo el de la dulce y amorosa Rainbow. Terminó de arreglarse y salió de su habitación para tocar la primera puerta, Dexter y Jason. Iba a ser interesante, como siempre. Tomó la tarjeta que Kelsie le había entregado para poder pasar a las habitaciones sin tener que llamar, y claro esperar que alguno se dignara a abrirle, porque eso sucedería… uhm, nunca. Rogaba no encontrarse con nada raro, como alguno de los dos desnudos, o ambos. Esperaba que fuera ninguno. Se metió a la habitación y se encaminó a la cama de Jason, era el más fácil de despertar.

— Hey, Jason, arriba— susurró moviéndolo levemente, Jase gruño, pero no parecía dar señales de despertarse. Brazil rodeó los ojos y comenzó a moverlo— ¡JASON! Vamos, idiota, despierta.
— ¿Brazil? — abrió un ojo para mirar a la chica a su costado— Deja de joder.
— Escucha idiota, si no te despiertas en ese mismo instante iré a buscar una maldita jarra de agua y ahora, no tendré piedad.

Y Jason Finnigan despertó mágicamente. Sonrió al ver a Jase dirigiéndose al baño, maldiciendo y corrió a la habitación de Dexter.

— ¡Dex! — gritó en el oído del chico.
— ¿Estoy en el cielo? ¿Los ángeles existen?
— ¿Estas drogado?
— Cinco minutos mas— rezongó el pelinegro.
— Levanta tu culo de la cama en cinco, cuatro...
— ¡Ya! ¿Feliz?— preguntó saltando de la cama.
— Ugh, Dexter, ve a vestirte.

Dex rió y se dirigió al baño. La castaña sonrió victoriosa.

— ¿Marc?— preguntó la castaña, bastante sorprendida, Marc no es una persona que madrugada. Es casi el peor, pero claro, está Rainbow.
— Brazil, quita esa cara. ¿Tan guapo estoy?
— Es que... tú— dijo señalándolo — estas despierto a las siete y cuarto de la mañana.
— Marc Allman siempre puede sorprender a las personas un poco más— sonrió arrogante consiguiendo que Zily rodeara los ojos.
— Como sea, ve a buscar a tu hermana, o no sé. Pero no te duermas. Siete menos cuarto quiero tu trasero aquí— ordeno la chica, Marc contestó la consigna con una mueca.

Tenía tres de cuatro, eso iba bastante bien, tenía unos veinte minutos para despertar a la "amorosa" Rainbow, notese el sarcasmo. Todavía debía llevarle los papeles a Kelsie y Kean para que los revisaran. Corrió, prácticamente, hasta la habitación de una de sus pocas, o única mejor dicho, amiga. Y sin mas, se abalanzó sobre ésta.

— Ferrell, siento mucho interrumpir tu fabuloso sueño, pero Nashville está esperándote— habló en su oído.
— Te odio— dijo con la voz enronquecida.
— Tengo suficiente amor para ambas.
— Vete a la mierda.
— Mueve tu culo.
— Molesta.
— Preferiría el término responsable.
— Me irritas, Brazil.
— Es bueno saberlo.

Y luego de cinco minutos, Mccardi tenía cuatro de cuatro.
Aquella rubia realmente estaba viviendo su sueño. Era una de las sonidistas en una gran gira, conociendo el lugar de donde era proveniente.   Debía ser envidiable sentirse como Beatrice se siente día a día; libre. Va por la vida mostrándose como realmente es y no tiene, ni le interesa lo que los demas puedan pensar de ella.  Muller viene de una familia, bastante... hippie, por así decirlo. Una familia de dos integrantes. Ella y su amada madre. Vaya a saber dónde estará su padre en este momento. Aquel hombre simplemente dejo a las personas que juraba amar, con la escusa de que se había cansado de vivir esa vida (de mierda, había agregado en su discurso). La chica suspiró, uno, dos, cinco años han pasado desde entonces. En unos meses cumplirá dieciocho años, y él no estará allí. Como hace cinco cumpleaños. El primer años tras la separación, vaya a saber Dios cómo, logró localizar a su hija —ella no pudo negarse a verlo, después de todo, lo extrañaba horrores—, el segundo año una llamada de, con suerte, seis minutos. El tercero un seco y frío ''feliz cumpleaños, hija.'' a través de mensaje de texto. El cuarto nada, ¿qué podía esperar del quinto? Sonrió irónica, NADA. Ya no esperaba nada. Ahora ella tenía todo lo que quería.

Era (una) sonidista de la gira de The Punk Muffins, y no había algo que pudiese opacar ese momento.

— Lo siento— susurró al chocar contra otro cuerpo.
— No hay por qué— el chico sonrió, mirando a la rubia de pies a cabeza, como que le molestó— Soy Lucas.
— Uhm— dudó un momento el hecho de decirle o no su nombre, pero finalmente lo hizo—, Beatrice.
— Beatrice— dijo en un suspiro, consiguiendo que Muller levanté su ceja, mirándolo con diversión.
— Deja eso, Lucas. Te ves patético— rió, tocando el hombro del chico.
— ¿Dejar qué?
— De tratar de coquetear conmigo— comentó seria, aunque las ganas de reírse le jugaban en contra.
— Eres una antipática, Bee— murmuró Lucas, molesto.
— Suelen decírmelo seguido, Lu— ambos quedaron en silencio, sin saber muy bien qué decir—. ¿Cuántos años tienes?
— Dieciséis, ¿tu?
— ¿Dieciséis?— él no parecía de dieciséis— Diecinueve, Lucas. Y fuera de tu alcance.
— ¡Bea! — Alfie, uno de sus compañeros, se acercó a ellos corriendo, Beatrice lo miró interrogante—, debemos ir al soundcheck.
— Mierda, lo había olvidado. ¡Nos vemos luego, Lucas!

Ambos corrieron a la camioneta que los llevaría a el LP Field. Alfie la miraba fijamente.

— ¿Tengo algo?— pregunto a la defensiva.
— N-no.
Una vez que llegaron se encontraron con muchas personas corriendo de un lado para otro, agitadas. Caminaron detrás de Ed y Carl hacía el escenario.

— Suban, chicos— ordenó el manager. Una rubia se acercó a los cuarto chicos con los micrófonos que le corresponderían este ensayo.
— Buenas— saludó, aun sin mirarlos— ¿Quién es Tristan?— el nombrado levantó la mano y sonrió en dirección a Beatrice, esta le pasó el micrófono— ¿Adam?— siguió el mismo procedimiento anterior— ¿Kenzo?— el rubio susurró un ''gracias'' al cual Bee respondió con una sonrisa— Y por último, Blake, ese debes ser tu.
— Gran descubrimiento— contestó el castaño con ironía. Beatrice se limitó a apretar los dientes.
— Disculpa a Blake, no suele ser tan idiota, no todo el tiempo— habló Adam, la chica asintió con una mueca, se despidió de los tres chicos y miró al ojiazul con odio, para volver a su lugar.
— Comenzamos con sugar, we're goin down— anunció en un grito.
— Luego hablaremos tu y yo— comentó Kenzo antes de que Blake se dirija a su amada batería.

No había cosa que Blake amara mas que tocar la batería. Y lo reflejaba en cada una de las interpretaciones.

— ¡Perfecto, chicos!— felicitó Carlson, entusiasmado.
La asistente de TPM caminaba, literalmente, llena de papeles. Estaba concentrada en poder contactarse con aquel hombre que Kean le había pedido. Y el maldito no había respondido ninguna de sus llamadas.

— Se te ha caigo esto, eh...— una voz detuvo su paso, y se giro para encontrarse con un hermoso, según los pensamientos de Zily, chico.
— Brazil— se presentó con una gran sonrisa—. Y gracias.
— Edmond, y de nada— sonrió y se llevó las manos a los bolsillos—. ¿Necesitas ayuda?
— De hecho, sí— dijo apenada, le entregó unos papeles a Ed y se encaminaron juntos hacia donde sea que se encontrara Kean y Kelsie.

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