The Punk Muffins Tour.

Kenzo odiaba los chequeos de sonido. Más que odiarlos, no le gustaban porque siempre se ponía nervioso y terminaba fallando en algo. Además, esta era la primera vez que le tocaba tocar en un lugar con espacio para casi veinte mil personas, antes solía hacerlo en pequeños bares y nada con más de cien personas. Algo en su estómago se removió.

— ¿Estás bien? –Dustin, su mejor amigo y quien lo acompañaba, le preguntó. Él quiso afirmar con la cabeza pero, a fin de cuentas, no podía decirle que lo estaba cuando no era así. Ambos estaban sentados en el asiento trasero del auto de Mad Sounds, o al menos, donde viajaba una parte de ellos. Circe, Tristan y Adam iban en otro auto, justo detrás de ellos, con Carlson y Ed. –Oye, es sólo un soundcheck, nada saldrá mal.

Quería confiar, pero no estaba seguro de ello.

Desde siempre había tenido esa pequeña cosa con sus nervios, no sabía cómo llamarla. Cuando era niño hasta había llegado a desmayarse antes de una feria de Ciencias en la escuela, y aunque casi lo había superado –no del todo–, esperaba que no le ocurriese algo como eso justo ahora, o mañana, cuando sería su presentación frente a miles de jóvenes amantes de la música, como él.

Suspiró. Estaba a punto de cumplir su sueño y el de sus compañeros de banda. Si un año atrás le hubiesen dicho que sería telonero de The Punk Muffins alguna vez, él sólo se reiría pero ahora eso estaba tan próximo a ser real que incluso parecía increíble. Todos habían trabajado muy duro para llegar a donde estaban y querían demostrarlo.

— Oh, mierda… -oyó a su hermana menor, Zohara, exclamar. –Miren por la ventana.

Entonces se movió un poco para ver por la ventanilla y vislumbró un enjambre de caras. La mayoría de las personas que estaban allí eran chicas y tenían carteles, algunos le hicieron reír por lo que decían, pero la gran parte le pareció tierna y se sintió muy agradecido de las fans que les había tocado. Los nervios se calmaron un poco.

Sacó su celular y esperó al momento justo para tomar una fotografía de la multitud; aunque no se veía muy bien por el vidrio, no le importó y la publicó en Twitter diciendo que no podía estar más feliz del recibimiento. Miles de notificaciones le llegaron después.

Blake, su compañero que había estado dormido hasta hacía un rato, le pegó un codazo para llamarle la atención.

— Hay que bajar. –le dijo, ya que estaban en la entrada del Kemper Arena.


El Soundcheck había estado de lo mejor, no solamente para Mad Sounds, si no para todos. Kenzo no sabía si era la tranquilidad que le influía saber que no había nadie viéndolos, o que antes había tenido una seria conversación con su mánager, pero se sentía bien de haber podido tocar sin ningún error, y además, divertirse.

—Así es como deben hacerlo, chicos. –Carlson agregó en cuanto bajaron del escenario y les palmeó la espalda a todos. –Divirtiéndose. Recuerden que esto no es un trabajo, sino es la oportunidad de su vida y tienen que disfrutarla a cada momento. Es un gran logro estar aquí y no deben arruinarlo por nada del mundo.

Claro que él no lo arruinaría. Haría su mayor esfuerzo para demostrar que Mad Sounds era una verdadera banda punk rock y ser conocidos mundialmente como lo que eran, sin importar que tan difícil fuese. Estar allí, en The Punk Muffins Tours, significaba solo el comienzo de algo nuevo, de algo que los llevaría más lejos de lo esperado.

Su hermana se acercó a él, tenía su filmadora Samsung en la mano y lo primero que le dijo fue que saludase a la cámara, así que lo hizo con una sonrisa. Seguramente, el contenido iría a parar a un nuevo video de Youtube. Sus fans amaban a Zo, especialmente porque ella les daba la posibilidad de conocer a Mad Sounds como personas reales, y no como estrellas de la música.

—Vamos, chicos. –les indicó Carlson. –Seguro deben estar esperándolos.

Era hora del Meet & Greet, quizás la parte más emocionante –y esperada– del día, o al menos para Kenzo. Él simplemente amaba conocer a sus fans, hablar con ellas y agradecerles por ayudarlos a llegar a donde estaban.

Había un grupo de chicas del otro lado de la Arena, todas ellas muy emocionadas. La idea era sólo hablar con ellas y tomarse un par de fotos, pero en cuanto una de ellas se lanzó emocionadamente sobre Tristan, no supo como seguiría.

— Oh por favor. –una rubia le chilló a Blake. –Eres real.

— No, de mentira –contestó irónicamente, pero con una sonrisa. –Hola, ¿cómo te llamas?

La interacción entre las fans era fácil. La mayoría de ellas sabían todo de ellos, así que no había de qué preocuparse. Miró a Adam, porque él también estaba parado allí sin acercarse a ninguna chica, hasta que las miradas de los dos se posaron en una fan que estaba sola.

— Hey. –Adam le sonrió. -¿Cómo estás?

La chica los miró.

— Mal.

Honestamente, ninguno de los dos se esperaba esa respuesta.

— ¿Por qué? –quiso saber Kenzo.

— Porque ustedes no me recordarán.

Entonces los dos la abrazaron al mismo tiempo. Kenzo no sabía cómo sentirse, por una parte, quería decirle que se acordaría de ella para siempre pero eso no sería del todo sincero, así que decidió no explicar nada y al parecer, Adam tampoco sabía que hacer por lo que se mantuvo callado y le preguntó si quería un autógrafo y una foto.
— Oh, dios, yo los shippeo. –alguien exclamó del otro lado, Adam y Kenzo voltearon al mismo tiempo para encontrarse con una chica de cabello castaño y ojos verdes. –Yo escribí todas las fanfics Kadam que hay en Wattpad.

Kenzo se aguantó las ganas de inquirir qué era cada cosa, pero lo averiguaría más tarde.

8 de agosto de 2014
Primer concierto - Kemper Arena.

Solo faltaba Tristan. Sin Tristan, no podían salir a escena. Y sin Tristan tampoco podían arreglarse, así que los tres integrantes restantes de Mad Sounds iniciaron la búsqueda de su amigo entre toda la Arena. Quedaban dos horas para el show pero no podían permitirse salir un poco más tarde sólo porque a Tristan se le había dado por jugar a la escondida, ni siquiera Circe lo encontraba y eso que ella era su mejor amiga.

Kenzo bufó de frustración mientras él y Dustin se dirigían a donde se suponía que estaban los sonidistas, para preguntar si no habían visto a Tristan. Pero entonces Kenzo lo encontró, o creyó encontrarlo cuando vio a un chico similar, sólo que con el cabello turquesa y un piercing en la ceja.

— ¡Tristan! –prorrumpió alterado, prácticamente corrió hasta él. –Tristan, ¿qué haces jugando con cables? Vamos, tenemos que prepararnos.

— Eh… yo no… -el chico intentó decir.

— No, ahora vamos. ¿Qué le hiciste a tu cabello? ¿Y ese piercing? –lo interrumpió. Bueno, no importa. Vamos a estar en los camerinos, así que por favor apúrate. –terminó por decir, y se fue. Pasar mucho tiempo con Blake tenía sus consecuencias, maldita sassy queen.

Dustin se fue de su lado antes que llegase al tocador y lo primero con lo que se topó fue con Tristan, o al menos, el verdadero Tristan. Se dio vuelta para ver si el otro chico lo seguía pero no era así.

— ¿Qué sucedió? –preguntó a nadie en específico. –O son los nervios, o me estoy volviendo loco.




A Lily simplemente le incomodaba no conocer a estas personas y sentirse tan presionada por ellas. Sólo ubicaba a Carlson que era el mánager de estos chicos –cuyo nombre no recordaba– y le había pedido que por favor hiciese su mejor esfuerzo en hacerlos lucir punk rock y no como estrellitas comerciales pop de los ’90. Decir que se había sentido ofendida era mentir, aún así la castaña no había mostrado su enfado y sólo asintió con la cabeza, indiferente ante las palabras de Carlson. Ser estilista no era, precisamente, el trabajo que más le gustaba, pero era lo que estaba a su alcance y lo hacía medianamente bien como para ser contratada en un Tour de una banda famosa.

Resopló y le echó un vistazo al reloj de su muñeca, se suponía que los chicos de Mad Sounds deberían estar allí. O al menos, deberían haberlo estado nueve minutos atrás. Miró a Rebekah que estaba sentada mientras limaba sus uñas, y a Cat, que mandaba mensajes de texto.

— Chicas. –les llamó la atención, pero ninguna contestó y ella bufó en respuesta.

Entonces cuatro jóvenes, cada uno muy diferente al otro, entraron al camerino y Rebekah se levantó de la silla rápidamente.

— Lo siento por la demora. –se excusó uno de ellos, con cabello y ojos marrones. –Extraviamos a uno. –el único rubio de allí soltó una pequeña risa.

— Cierra la boca, Cat. –Lily se acercó hasta su amiga y le susurró eso.

— ¿Me lo dices a mí? Deja de mirarlo.

Lilian sólo la ignoró.


Cuando 4/4 de Mad Sounds estuvieron listos, lo único que Lily pudo hacer fue suspirar de satisfacción al ver su trabajo, y chocó los cinco con sus compañeras. Sonrió un poco antes de mirar detenidamente a cada uno de ellos. Entonces notó que el rubio llamado Kenzo tenía desacomodado el cabello, en el sentido que su copete –o lo que fuese que Cat le hubiese hecho en la cabeza–, estaba a punto de desarmarse. Se acercó a él sosteniendo un spray en la mano.

— Quédate quieto. –aclaró, mientras se ponía de puntillas hasta llegar a la cabeza del chico.

— Oh dios, que buena vista. –él murmuró, creyendo que Lily no lo escucharía.

— ¿Disculpa? –preguntó con las cejas levantadas una vez que hubo terminado de acomodarle el cabello. -¿Dijiste algo?

— ¿Qué? No, nada.

— Mmm, eso espero. –masculló, y se alejó.


Faltaban tres minutos para salir al escenario.

Kenzo estaba, literalmente, hecho una bola de nervios y apenas podía respirar. Estaba demasiado inquieto como para quedarse parado, así que movía la pierna –o mejor dicho, le temblaba– y las palabras no salían de su boca. Trató de calmarse recordando que había ensayado lo suficiente y diciéndose a sí mismo que lo haría bien, pero aquello no funcionaba.

Era increíble estar frente a las puertas que le abrirían un nuevo mundo.

— Vamos, Blakey, sácate una selfie conmigo antes de pasar. –escuchó a su hermana decir, que estaba detrás de él. Se contuvo las ganas de reír, incluso si eso no daba nada de gracia. Zohara tenía su celular en la mano y la cámara encendida.

— Te dije que no antes, niña molesta. Ya casi vamos. –contestó Blake secamente.

Cerró los párpados fuertemente, buscando por algo de relajación. Song 2 de Blurr sonó en su mente y sólo quiso volver a esos tiempos donde Zohara y él veían Daria por muchas horas seguidas en el sofá de su casa comiendo palomitas de maíz y sin ninguna preocupación.

— Kenzo, es nuestro turno. –Tristan susurró. Kenzo se estremeció porque cuando abrió los ojos él estaba a milímetros suyo. -¿Estás bien? Te noto algo pálido.

«Mira quién habla» quiso decir, como un chiste, pero nada salió de su boca y solo afirmó.

— Vamos, chicos. Lo harán bien. –su hermana le animó y él sonrió por un segundo. –A menos que suceda lo de esa vez en el centro comercial, ¿se acuerdan cuando Adam quiso saltar y se estampó contra Kenzo? Fue tan divertido.

El único que rió fue Blake, pero era obvio viniendo de él. Tristan la miró enarcando una ceja pero la ignoró, Kenzo se mantuvo callado y Adam sólo se encogió de hombros.

— ¿Están listos? –un sonidista les preguntó y todos asintieron. Se dieron un abrazo grupal en el que intervinieron Carlson, Ed, Circe, Zohara, y algunas otras personas que sólo querían ser parte del momento. –Quedan treinta.

Un zumbido de excitación se filtró en el cuerpo de cada uno de ellos mientras se acercaban al escenario. Podían escucharse gritos y exclamaciones afuera. La música empezó a sonar y las luces los cegaron por un instante.



The Punk Muffins Tour había comenzado al fin.