Sally McKean no cambiará más.

Había cosas con las que Sally no se identificaba, una lista bastante breve. No había algo que a Sally no le gustase si no ¡que las detestaba! Eran pocas, eran tonterías para la mayoría de los humanos pero a ella… a ella le desquiciaban.

•Sally detestaba las canciones de amor.

•Sally detestaba los perros.

•Sally detestaba a su abuela Helen.

•Sally detestaba los discursos inspiradores.

A menudo, Sally solía pensar que nada ni nadie le harían cambiar aquello ¡Ya estaba cambiando demasiado con el paso del tiempo! Y, a pesar de las situaciones más cotidianas y algunas más extrañas, luchará por mantenerlas en su lista. Por que Sally McKean No cambiará más.

Ya viene la iluminada de la joker a petarlo todo. Gracias, geme...¡guapa!
 

Si había algo que Sally había aprendido con el paso de los años era que las esperanzas no te llevaban a ningún lado –siempre y cuando fuesen sólo esperanzas–. Y por ello detestaba las canciones de amor y todos los mensajes que estas pretenden mandar. Por ejemplo, analicemos la mítica " have nothing" de Whitney Houston desde el punto de vista de Sally:
Primero: No tengo nada si no te tengo a ti–El mismo cliché de todas las canciones de amor.
Segundo: No me hagas mirar muy lejos pues no quiero ir a donde tu no llegarás– Seamos honestos, eso es obsesivo.
Tercero: Tu puedes verme a través de mi corazón–Lo que faltaba, más tópicos.

–¡Para!–Dijo Edward sin parar de reír mientras mordía una de sus patatas fritas.–No puede ser que le encuentres pegas hasta a esa canción ¡es un himno!
–¿Para quién, los consumidores de la música comercial sin sentido?–Preguntó Sally mientras alzaba una ceja y se ganaba un golpe en su mano derecha por intentar coger una de las patatas de su compañero.–¡Auch!
–Primero, ni lo intentes–Dijo mientras la señalaba con el dedo, intentando añadir más dramatismo.–Y segundo, La música pop no está tan mal. Es divertida y eso, amiga mía, te vendría bien.
–¿Escuchar música pop? Paso.
–¡No! La diversión. No estaría mal que sonrieses en algún momento¿Sabes?–Edward la codeó.
–¡Hey! Yo sonrío.–Sally hizo una mueca, una de esas que pones cuando algo te da tanto asco que lo único que puedes hacer es sonreír con miedo.–¿Ves?
–¿enserio? ¿De verdad, Sallyllu? ¡Estás consiguiendo asustarme!

Sally no contestó más, simplemente por el hecho de que no le gustaba que Edward le llamase Sallyllu y la insistencia por parte de su amigo con ese apodo le hacia enfadar(aunque a ese enfado también se le podría llamar rabieta de niño pequeño que se pasa en cinco segundos). Aunque al final debía aceptar que le gustaba tener un amigo con el cual tener suficiente confianza como para apodarlo como se le antojase. Sally no iba a mentir, se había acostumbrado a esas dos semanas de pura pesadez y afectismo con Edward.

–Lo que digas, Eddie.–Se rindió mientras ponía los brazos en alto.
–¿De verdad harás lo que yo diga?
–¿Tienes dieciséis años y no entiendes el concepto de pregunta retórica?
–Escucha Skyscraper de Demi Lovato.
–No pienso hacer...
–Da igual, te obligo.–Eddie sonrió ampliamente.–Y te espero aquí, en esta mesa de comedor demacrada listo para oirte decir como te encanta esa canción.
–Te veo con cuarenta años y esperando...
–Pues con cuarenta años y esperando estaré.

Si había algo que Sally había aprendido con el paso de los años era que las esperanzas no te llevaban a ningún lado –siempre y cuando fuesen sólo esperanzas–. Y por ello detestaba las canciones de amor y todos los mensajes que estas pretenden mandar. Por ejemplo, analicemos la mítica " have nothing" de Whitney Houston desde el punto de vista de Sally:
Primero: No tengo nada si no te tengo a ti–El mismo cliché de todas las canciones de amor.
Segundo: No me hagas mirar muy lejos pues no quiero ir a donde tu no llegarás– Seamos honestos, eso es obsesivo.
Tercero: Tu puedes verme a través de mi corazón–Lo que faltaba, más tópicos.

–¡Para!–Dijo Edward sin parar de reír mientras mordía una de sus patatas fritas.–No puede ser que le encuentres pegas hasta a esa canción ¡es un himno!
–¿Para quién, los consumidores de la música comercial sin sentido?–Preguntó Sally mientras alzaba una ceja y se ganaba un golpe en su mano derecha por intentar coger una de las patatas de su compañero.–¡Auch!
–Primero, ni lo intentes–Dijo mientras la señalaba con el dedo, intentando añadir más dramatismo.–Y segundo, La música pop no está tan mal. Es divertida y eso, amiga mía, te vendría bien.
–¿Escuchar música pop? Paso.
–¡No! La diversión. No estaría mal que sonrieses en algún momento¿Sabes?–Edward la codeó.
–¡Hey! Yo sonrío.–Sally hizo una mueca, una de esas que pones cuando algo te da tanto asco que lo único que puedes hacer es sonreír con miedo.–¿Ves?
–¿enserio? ¿De verdad, Sallyllu? ¡Estás consiguiendo asustarme!

Sally no contestó más, simplemente por el hecho de que no le gustaba que Edward le llamase Sallyllu y la insistencia por parte de su amigo con ese apodo le hacia enfadar(aunque a ese enfado también se le podría llamar rabieta de niño pequeño que se pasa en cinco segundos). Aunque al final debía aceptar que le gustaba tener un amigo con el cual tener suficiente confianza como para apodarlo como se le antojase. Sally no iba a mentir, se había acostumbrado a esas dos semanas de pura pesadez y afectismo con Edward.

–Lo que digas, Eddie.–Se rindió mientras ponía los brazos en alto.
–¿De verdad harás lo que yo diga?
–¿Tienes dieciséis años y no entiendes el concepto de pregunta retórica?
–Escucha Skyscraper de Demi Lovato.
–No pienso hacer...
–Da igual, te obligo.–Eddie sonrió ampliamente.–Y te espero aquí, en esta mesa de comedor demacrada listo para oirte decir como te encanta esa canción.
–Te veo con cuarenta años y esperando...
–Pues con cuarenta años y esperando estaré.