Dime... ¿Qué Harías?

por Invitado Dom 06 Jul 2014, 2:00 pm

Ficha

• Nombre: Dime... ¿Qué Harías?
• Autor: Yo -Day-
• Adaptación: No.
• Género: Drama.
• Advertencias: Ninguna en particular.
• Otras páginas: No.

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Dime ¿Qué harías si todo el mundo está contra ti? ¿Si mires donde mires no hay luz? ¿Si la esperanza te abandona y nunca regresa? ¿Si la fe y el amor huyen de tu interior? ¿Qué harías si todas las puertas que se abren se cierran en tus narices? ¿Qué harías si tuvieras mi vida?
Abro mis ojos y dejo mis pensamientos de lado, lo que yo haría está más que claro, dejaría esta vida y dejaría todo lo malo y poco buena atrás, me iría a otro mundo, o a quién sabe dónde. Está claro que eso es lo que yo haría y es lo que pienso hacer.
Miro al vacío y respiro hondo, no importa todo lo que halla hecho, no importa cuantas veces halla ignorado la posibilidad del suicidio, ya no importa nada, ni las pocas cosas buenas que tuve en mi vida, ni las muchas malas por las que pase, ya nada importa.
Miro mis pies, están descalzos, sin zapatos ni medias, desnudos, sienten lo frío que se encuentra el suelo y las afiladas piedrecillas que hay debajo de ellos. Miro mi cuerpo, envuelto por un suave vestido blanco de seda suiza, la favorita de mi madre, es un vestido escote en v, corto hasta mis rodillas y sin mangas, recuerdo que era mi favorito, debido a su sencillez.
Respiro hondo nuevamente, y siento como una lágrima recorre mi mejilla, la limpio con delicadeza y vuelvo a mirar al oscuro vacío del acantilado. Es una noche de verano estrellada y no muy calurosa, hay luna llena y parece que pronto podría llover, una noche perfecta, perfecta para morir.
Ya no lo aguanto más y salto. Salto sin pensarlo dos veces, salto sin ni siquiera pensar que alguien podría preocuparse por mi, sin pensar si quiera que alguien podría amarme, sin pensar en mis padres o amigos, porque los perdía hace tiempo, hace tiempo que nadie se preocupa por mi, que nadie me ama, o siquiera que mis padres estén cuando los necesite, ya casi ni los veía era como si no existieran, mis amigos, dejaron de serlo hace años, solo eran unas pobres personas que se aprovechaban de alguien débil e ingenua como yo.
Sin pensar termino con mi vida, siento como mi cuerpo se cae lentamente al vacío y se que a nadie le importará, cierro mis ojos fuertemente y dejo que mis recuerdos inunden mi mente.
Tenía tan solo 10 años cuando me di cuenta de que mi vida era una mierda, cuando abrí los ojos y caí en la cruel realidad que todos llamamos vida. Mi madre, una famosa diseñadora de modas, estaba obsesionada con que yo fuese perfecta. Mi padre un exitoso productor de cine, tenía la loca idea con que yo participe en sus filmaciones, con que sea la protagonista y entre en el mundo del espectáculo. Hija única rodeada de padres poco comprensivos.
Como ya era costumbre, bajé a la cocina y no había nadie, eran las 10pm y tenía hambre. Mi casa era demasiado grande para mi gusto, tres pisos, habitaciones de gran tamaño, muebles caros y lujosos, vivía en una mansión, pero una fría y solitaria. Abrí la heladera y me serví un vaso de jugo frío, tomé una manzana y subí nuevamente a mi cuarto. Era rosa y estaba lleno de juguetes y otras cosas, tenía todo y era muy cómodo, pero estaba vacío y eso me provocaba angustia. Llovía y tronaba, yo simplemente estaba recostada en el sillón de mi cuarto, comiendo mi manzana y tomando mi jugo. Un fuerte trueno resplandeció por todo el cielo y de un instante para el otro la luz se fue, mi jugo se derramó en el suelo y mi manzana rodó hasta mi cama. Estaba temblando del miedo, las lágrimas corrían libres por mi cara y yo solo me abrazaba a mis piernas. Mis padres no estaban.
A mis 12 años creí que la relación con mis padres mejoraba. Un día mi madre me preguntó si quería jugar a ser una princesita, a lo que no me pude negar, me hizo probar centenares de sus modelos de ropa, extravagante y lujosa. Entre fotos y fotos, pasarelas y músicas, risas y carcajadas me di cuenta de algo, pero quise ignorarlo. Al otro día mis fotos estaban por doquier, revistas, diarios, televisión, internet. Mis sospechas, esas que tanto quise que fuesen mentira, eran ciertas. Mi madre me había persuadido y utilizado solo para que fuese su modelo, ya que si me lo hubiese preguntado directamente, yo me hubiese negado. Me la pasé todo el día encerrada llorando en mi cuarto, como era de esperarse a mis padres no les importó. Al día siguiente mi padre llegó preocupado por mi, y como una ingenua creí que era verdad. Me ofreció de ir a un día de campo padre e hija, y como una tonta acepté con una gran sonrisa. Pasamos todo el día jugando, comiendo y gritando. Por primera vez en mucho, demasiado tiempo creí verdaderamente que mi padre era sincero. Pero mis ilusiones fueron destruidas al descubrir que solo era una farsa, y que el día de campo padre-hija había sido grabado y puesto en una escena de una película.
Mis ilusiones infantiles terminaron de ser destruidas a mis 13 años. Cuando descubrí que era adoptada, que mi padre no había estado de acuerdo, que para mi madre solo era un objeto y que ambos tenían varios amantes. Que yo solo era un estorbo y que no los obedecía, que solo había sido adoptada con un fin, sus necesidades, sus beneficios, solo era un objeto de sus pertenencias, que solo me adoptaron para explotarme.
Mi vida se arruinó a mis 14 años, al caer en el alcoholismo, debido a que mi mejor y única amiga me traicionó, se burló de mi y comenzó a maltratarme, solo por una mísera porción de popularidad, solo por interés, tiró casi 10 años de amistad a la basura, solo porque ella era una basura. Desde ese día comencé a ser una marginada social, solitaria, sin amigos, sin amores, sin nada, sola, maltratada, humillada, arruinada.
Creí que al cumplir 15 años mi vida podría salir del pozo en el que estaba, que podría mejorar, pero me confundí. Logré salir del alcoholismo, para volver a caer en el y sumarle la drogadicción. Esta vez mi vida se terminó de destruir, conocí accidentalmente a lo que creí que sería mi primer amor, era un chico amable, sencillo, respetuoso, cariñoso. Era de estatura media, pero aún así me pasaba por media cabeza, su cabello resplandecía con un hermoso dorado al sol, sus ojos eran verdes esmeralda, llenos de esperanza para el que los viera, parecía que iba seguido al gimnasio debido a su torneado físico. Pero como suelen decir, no todo es lo que parece y tenían razón, mi primer amor se llamó Thómas. Destruyó la poca luz que quedaba en mi interior, y me empujó al abismo y la eterna oscuridad. Mi primer beso, mi primera vez, mi primer amor, todo se lo entregué a él, tan solo para que lo tomase todo sin piedad y lo hiciese un espectáculo público. Una apuesta, tan solo una simple y estúpida apuesta, eso era lo que yo había sido para él.
A mis 16 años, tomé mi decisión final, el suicidio. Mis padres se fueron, me abandonaron, me enteré al llegar a casa luego del colegio. Todos me odiaban, me usaban y hacían de mi un espectáculo para su diversión. Mis padres, mi mejor amiga y mi primer amor, para ellos, yo era un ente para sus beneficios y diversión.
Una noche estrellada y ventosa de verano, en el acantilado que se encuentra a las afueras de la ciudad. Mi auto rosa, aparcado en la entrada del alambrado que tiene un enorme cartel con letras en rojo, que dice ¡PROHIBIDO EL PASO!. Mis zapatos del otro lado del alambre. Mi abrigo a medio camino. Y mi cuerpo tirado, destrozado y desangrado, en el fondo y oscuro abismo del vacío profundo del acantilado. Mis lágrimas llenan el hueco que mi corazón ha dejado.

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