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Un hombre para mi (Nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 47
Esa noche, durante la cena, todo el mundo hizo muchas sugerencias; todo el mundo que no estaba directamente afectado. Incluso Stuart participó en la discusión y se le oyó comentar en un aparte a su hijo que no se había divertido tanto desde hacia años.
El magnate del ganado era partidario de reunir una partida y linchar al sinvergüenza del picapleitos, como llamaba ya a Albert Bridges. Por supuesto, como Albert vivía en la costa Este, estaba un poco lejos para una partida. Y, además, aunque ya no tenían ninguna duda de que Albert había robado la herencia a las chicas, había que demostrarlo ante las autoridades antes de poder hacer algo al respecto.
La contabilidad falsificada no bastaría. Albert podría alegar que no la había enviado él, ni tampoco la carta. Y las propiedades podrían no haberse vendido siquiera. Podría estar aguardando hasta recibir un buen precio por ellas.
Era evidente que esperaba que la carta zanjara el asunto. Antes, se había asegurado de que las chicas estuviesen lejos de casa, con la excusa de que no había tenido valor para decírselo en persona. E imaginaria que si ambas pensaban que carecían de recursos, no regresarían a Haverhill a descubrir lo que había hecho.
O podría haberlo vendido todo y huido con el dinero. Tal vez estuviera ya fuera del país.
Y eso era lo esencial: no lo sabrían si no contrataban detectives o investigaban por su cuenta. Amanda, claro, no iba a dejar su herencia en manos de detectives.
—¿Cuándo podemos salir? —preguntó a su tía.
—¿Cómo? —dijo Kathleen—. ¿No deberías preguntarle eso a tu esposo?
—Él no ira. —Amanda hizo un ademán de desdén—. No le interesa lo más mínimo ayudarme.
Varios pares de ojos se dirigieron hacia Spencer, pero él se limitó a encogerse de hombros con indiferencia y a decir:
—No dejó de indicarle que ya no necesita ese dinero. Pero cree que le dará los medios para librarse de mí.
Amanda se puso colorada. A ______ eso le pareció más interesante que la falta de ganas de Spencer de viajar al Este. ¿No quería Amanda que todos supieran que seguía deseando acabar con su matrimonio? No parecía algo que fuera a provocar que Amanda se sonrojara, a no ser que no fuera realmente cierto. Si lo fuera, no le importaría quién lo supiera. Pero si era algo que sólo había dicho a Spencer sin hablar en serio, no habría querido que lo sacara a la luz.
Amanda decía muchas cosas sin hablar en serio. Era una de sus formas de manipular a la gente.
Podía haber varias razones por las que quisiera que Spencer creyera que no estaba contenta con su matrimonio. La evidente era que no lo estuviera. La menos evidente podría ser que él no daba señales de que le gustara. También podría estar tratando de obligarle a hacer una firme declaración de sus sentimientos. Su aparente indiferencia hacia ella debía de molestar muchísimo a Amanda.
Sorprendentemente fue Stuart quién habló.
—Tanto si necesita la herencia como si no, no se debería permitir que ese picapleitos salga indemne del robo —les recordó—. Es lo mismo que entregar las riendas a un ladrón de caballos diciéndole: «No me gustaba ese caballo, así que te lo puedes quedar».
—Estoy de acuerdo con eso —intervino Kathleen a continuación—. No es tanto el dinero implicado como la audacia de este abogaducho. Me quiso engañar y tengo que admitir que lo logró. Puede que pensara que las chicas no entenderían la contabilidad que mandó porque son jóvenes. Lo preparó todo para mí, para que me lo tragara. Y me enfurece pensar que le salió tan bien. No dudé en absoluto.
—No es culpa tuya, Red —masculló Stuart—. Todo parecía legal, y no habías visto a tu hermano en años, de modo que no podías darte cuenta de nada.
—¿Vendrás con nosotras, tía Kathleen? —volvió a preguntar Amanda.
—Oh, sí, no me lo perdería.
—Pero ¿y tus responsabilidades aquí? —preguntó ______, que no quería que su tía sufriera otro contratiempo por su culpa.
—Lonny puede llevar el rancho por mi unos meses, gracias a NIck —respondió Kathleen y, después se dirigió a él con una sonrisa—. No, no te iba a pedir que volvieras a asumir la dirección del rancho hasta mi regreso.
—Hasta puedo pagar el viaje —añadió Amanda, de modo que todos los ojos se volvieron hacia ella—. Bueno, no me miréis así. Recuperé mi herencia.
—Creía que había perdido todo el dinero para el viaje en el atraco al tren cuando veníais —comentó Stuart, que añadió riendo—: Las líneas de diligencias no venden billetes a cambio de promesas, quieren efectivo y por adelantado.
—Ya lo sé —replicó Amanda—. Me devolvieron todo el dinero cuando ese tal Leroy entrego a los atracadores. Todavía no se habían gastado nada del botín. Se habían estado escondiendo, según dijo el sheriff, y Leroy llevó el dinero con los ladrones en lugar de quedárselo.
—Puede que Leroy sea un viejo miserable, pero es honrado —intervino Stuart.
—Le dieron una buena recompensa por sus esfuerzos, y a mí me devolvieron el dinero —prosiguió Amanda—. Todo gracias a uno de los ridículos cuadros de mi hermana. Bueno, éste no era tan ridículo, de hecho.
Todos se volvieron para mirar a ______, lo que provocó que se ruborizara.
—Fue idea de tía Kathleen —explicó.
—Y muy buena —asintió ésta con una sonrisa—. Pero es que ______ tiene un talento asombroso para la pintura, y lo hace de memoria. Es extraordinario.
El rubor de ______ se intensifico, en especial cuando Nick tomó la palabra.
—¿Tienes algo a mano que podamos ver? —le preguntó.
—No —farfulló, lo que provocó que Nick frunciera el ceño.
Pero Amanda había perdido a su público y lo quería recuperar.
—¿Quedamos así, entonces? —dijo a Kathleen—. ¿Nos acompañaras para que no necesite que venga mi marido?
—Sí —asintió Kathleen, que había tosido al oír el comentario destinado a Spencer—. Haré las maletas esta noche. Podemos volver al pueblo con vosotros mañana por la mañana.
Al parecer, Spencer no iba a pasar por alto el comentario, y decidió mostrar su mal genio.
—Creo que necesitas mi permiso para ir a alguna parte, esposa mía —indicó.
—¡Y una... ! —empezó a gruñir Amanda.
—Vamos, vamos —intervino Stuart para impedir la diatriba—. En todo este lío siguen habiendo cosas que no me gustan después de todo lo que se ha dicho.
—¿Como qué? —quiso saber Kathleen.
—Este plan es muy atrevido para que lo lleve a cabo un abogado.
—O desesperado —sugirió Nick.
—Eso es lo que estaba pensando —coincidió Stuart—. Me preguntó si no sería Bridges el comprador anónimo que su padre no dejaba de encontrarse. Si era él, y tendría información de primera mano sobre las propiedades que interesaban a su padre, podría haber acabado arruinado debido a su plan para enriquecerse deprisa. Eso me lleva a preguntaros una cosa: ¿Fue oportuna la muerte de vuestro padre para él? ¿Cómo murió?
Estaba mirando a ______, de quien esperaba una respuesta. La muchacha se temió que sabía dónde quería llegar.
—Se cayó de un tren de vuelta a casa —explicó.
—¿Se cayó? O acaso lo empujaron...
Spencer perdió su indiferencia cuando Amanda palideció al oír esa especulación.
—Muy bien, Mandy —dijo enseguida—. Salimos mañana.
—Esperad un momento —intervino Stuart tras haber obtenido la reacción que había buscado—. La diligencia no sale hasta dentro de un par de días, a no ser que decidáis ir en carruaje, así que podríais viajar todos conmigo. Tengo un vagón de tren particular en Kansas para mis viajes al norte. A no ser que penséis que ir en barco sería más rápido.
—Los viajes en barco me sientan mal —contestó Spencer—. Como descubrí con amargura cuando mi padre me envió al Este. Así que aceptamos encantados tu oferta.
Se decidió así de rápido que viajarían todos juntos a Haverhill. Bueno, seguramente Stuart sólo llegaría hasta Chicago. Y NIck no iba a ir. No tenía ningún motivo, ninguno en absoluto.
____- ya notaba su ausencia.
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 48
Apenas había amanecido cuando partieron a la mañana siguiente. El equipaje les seguiría en la carretera. Las dos hermanas y su doncella viajaban con Spencer en su carruaje. Kathleen prefirió cabalgar a su lado, a pesar de que había sitio para ella en el vehículo.
______ se sentía algo triste por abandonar Twisting Barb. No estaba segura de volver a ver el rancho. Su tía seguía siendo su tutora. Esperaba regresar con ella después de haber recuperado su herencia, si conseguían recuperarla. Pero ahora volvía al Este, a Haverhill para ser exactos, y quién sabía qué podía pasar, cuando ya no se escondía tras unas gafas innecesarias ni intentaba alejar a los hombres con insultos inventados.
Stuart les ofreció su casa en el pueblo mientras esperaban la diligencia, aunque él no se reunió por allí con ellos. Esa mañana cabalgo de vuelta a su rancho para hacer las maletas, y Nick se fue con él. Pasarían meses antes de que _____ volviera a ver a Nick, si lo volvía a ver. Y ni siquiera se había despedido de ella.
Nick habló con Kathleen. Incluso habló con Spencer, que le caía mal. Pero, aunque ______ estaba en la cuadra observando cómo cargaban el equipaje en la carreta mientras él ensillaba el caballo, a ella no le dijo ni una palabra, ni siquiera la miró.
Eso la enfureció. Era como si no soportara mirarla ahora que era idéntica a Amanda. Sin duda, le recordaba demasiado lo que había perdido. Y no podía negar que había esperado que mostrara por lo menos algo de interés por ella, aunque sólo fuera para tantear el terreno, por así decirlo. Había estado esperando una oportunidad para quitárselo de encima con un «no, gracias, tuviste tu oportunidad y elegiste a la hermana equivocada».
Era injusto. En el fondo, lo sabía. Después de todo, había procurado parecer lo más fea posible, de modo que era natural que hubiera preferido a Amanda. Ése había sido el motivo de su disfraz. Pero había elegido a Amanda a pesar de que ésta le había mostrado su peor cara. Eso era lo que _____ no conseguía olvidar ni perdonar, que los hombres, incluido nick, no vieran nada más al tener delante una cara bonita.
Sin embargo, Nick no iba a darle la ocasión de recriminarle todo eso para librarse del dolor, de modo que quizá, sólo quizá, pudiera dejar de sentir tanto pesar. Y ese pesar era otra cosa que la enfurecía. No debería sentir ninguno si ya no lo quería, debería sentirse aliviada de haber salido indemne de su roce con la tentación.
La costurera de Trenton trabajó día y noche a fin de terminar los dos vestidos que _____ le había encargado para antes de irse del pueblo. Aunque no pensaba que le sirvieran de mucho durante el viaje, cuando había que llevar ropa más resistente, por el sudor y el polvo que comportaba cruzar el país. No le hacia gracia ir de nuevo en coche por caminos llenos de baches, pero su único viaje en tren le había resultado emocionante y brindado vistas interesantes, así que le hacia ilusión repetir esa experiencia.
La mañana en que iban a partir, Nick apareció con Stuart, probablemente para despedirse de él. Pero su presencia, cuando había creído que no lo volvería a ver, la aturdió tanto que se movía con la misma torpeza que antes aparentaba tener. Se le cayó la pequeña bolsa que contenía sus mudas para el viaje y, a continuación, tropezó con ella. Cuando se recuperó de eso, se volvió y chocó con el hombre que cargaba los baúles más grandes en lo alto de la diligencia, lo que provocó que se le resbalara unos de las manos. Cayó al suelo se abrió y la mitad de su contenido se desparramó.
Resultó que el baúl era unos de los suyos, y soltó un grito ahogado al ver cómo sus lienzos enrollados rodaban hacia el centro de la calle. Salió corriendo tras ellos, y casi la atropelló un vaquero que pasaba a galope.
—Quizá no deberías haberte desprendido de las gafas —gruñó Nick, que la había sujetado para evitar el accidente.
Se habría puesto colorada si no hubiera tenido que ver cómo él recogía los lienzos. Contuvo el aliento y rezó para que las cintas que sujetaban las pinturas enrolladas no se rompieran. Y Dios quisiera que no le pregunta qué eran...
—¿Qué son? —le preguntó.
Los agarró sin contestar y volvió a meterlos en el baúl. El hombre al que se la había caído se estaba disculpando, así que dedicó un instante a asegurarle que no había pasado nada, y reunió después el resto de las cosas esparcidas por el suelo. nick intentó ayudarla. Le dio palmadas en las manos para impedirlo y lo fulminó con la mirada cuando insistió. Finalmente, Nick soltó una carcajada y volvió hacia su caballo.
_____ empezó a respirar tranquila de nuevo, hasta que Nick volvió con una bolsa suya y la lanzó al hombre que disponía el equipaje en lo alto del coche. Se lo quedó mirando, boquiabierta por la conclusión que se veía obligada a sacar.
—¿Dónde crees que vas? —le preguntó.
—Ahora que Red ya no me necesita en el rancho, me dedico a mis cosas como antes —le explicó Nick.
—¿Me estás diciendo que ir a Chicago con tu padre es normal para ti?
—Ya lo creo.
—Oh —exclamó _____.
Intentó que su tono no reflejara su decepción, pero pudo oírla de todos modos. Él no. Se volvió a marchar para ayudar a descargar el resto de su equipaje de la carretera y llevarlo al coche. Y _____ se censuró a sí misma por haber pensado, ni siquiera un momento, que quería acompañarlos para ayudarles o, lo que era aún menos probable, que no soportaba estar lejos de ella.
¿Cómo podía ser tan vanidosa? Si no soportaba estar lejos de alguien, era de Amanda.
Suponía que esperaba que Amanda obtuviera el divorcio en cuanto recuperara su herencia. Después de todo, Amanda no daba muestras de ser feliz con Spencer, y viceversa en realidad. Nick podía pensar que todavía tenía una posibilidad con ella y, en ese caso, no querría dejar que se alejara demasiado de él. Razones excelentes, todas ellas, para enterrar la decepción que pudiera haber sentido.
La pequeña diligencia que pasaba con regularidad por el pueblo no habría podido contener todo su equipaje, y habría supuesto, para siete personas, viajar muy apretujadas. Pero, al parecer, Stuart sólo viajaba con comodidad, de modo que una vez al año, una diligencia Concord con su propio conductor llegaba a la ciudad con motivo de su viaje anual a Chicago para transportarlo hasta las líneas de ferrocarril del norte. Era un acuerdo fijo que tenía con esa compañía. Y, por supuesto, en una Concord cabían sin estrecheces ocho personas.
Stuart viajaba, asimismo, con su séquito de pistoleros a sueldo, y esta vez no era la excepción, aunque no ocupaban ninguno de los asientos del coche. Dos viajaban como guardianes armados con el conductor, y los otros cuatro flanqueaban el coche a cada lado mientras salían del pueblo a primera hora de la mañana.
_____ pensó con tristeza, sentada frente a Nick en el coche, que iba a ser un viaje largo. Estaba segura de que le iba a dar tortícolis de intentar evitar mirarlo, si no se pasaba la mayoría del día con los ojos cerrados. Suponía que podía decir que estaba cansada, y la próxima vez que subieran al coche, asegurarse de estar sentada en el mismo lado que él. Pero no junto a él. Eso tampoco sería bueno. De hecho, sería peor.
Desde luego, iba a ser un viaje espantosamente largo.
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 49
Por extraño que pudiera parecer, en esa ocasión Amanda no se quejó sobre ningún aspecto del viaje. Por supuesto, ese viaje era por su bien, y eso cambiaba las cosas. Además todos los que iban estaban allí para ayudarla. Por lo menos, ella lo vería así. En cualquier caso la falta de quejas hizo el viaje bastante soportable, incluso agradable, para todos los demás.
Excepto para _____. Tener que compartir un espacio tan reducido con Nick no le resultaba nada agradable. En realidad, se pasó la mayor parte del viaje bastante abatida, descontenta, y con muchas otras emociones desagradables que la fastidiaban. Cada vez que lo miraba, él estaba mirando a Amanda. Cada conversación que Amanda empezaba, él la seguía.
Todos los demás se lo pasaban bien con su nueva aventura. _____, no. Si se pareciera algo a su hermana, habría tenido muchas cosas de las que quejarse. Pero era muy distinta, así que no dijo nada sobre su infelicidad. En realidad, guardaba silencio durante casi todo el tiempo, a tal punto que Nick se lo comentó cuando se encontraron un momento a solas en el pasillo de uno de los hoteles donde se hospedaron.
—¿Te preocupa no llegar a tiempo de recuperar nada de tu herencia?
—¿Por qué iba a estar más preocupada que Amanda? —replicó _____.
—Lo pareces —contestó Nick encogiéndose de hombros—. No te había visto nunca tan callada durante tanto rato. Hoy apenas has dicho una palabra.
¿Le extrañaba su silencio? ¿Cuándo él se había reído la vez que Amanda había intentado ser graciosa esa mañana? ¿Cuándo no había sido nada graciosa? ¿Cuándo los únicos que habrían creído que lo había sido eran los hombres que la adoraban?
Había sufrido todo el día por la reacción de Nick para con Amanda, más convencida que nunca de que seguía esperando salir vencedor al final en lo que a Amanda se refería. Spencer tampoco había creído que su esposa hubiese sido graciosa. Claro que su comentario malicioso había sido a costa suya, de modo que era normal que no lo creyera.
Esos dos no se llevaban bien. Estaba muy claro para cualquiera que prestara atención, y Chad la estaría prestando. Pero lo más curioso era que Amanda se mostraba increíblemente comedida con alguien por quien sentía antipatía.
Las pullas que lanzaba a su marido eran bastante suaves para ella, destinadas a captar la atención de él más que a herirlo. Era casi como si en realidad no le tuviera aversión, o como si él la tuviera dominada con algo para impedir que se mostrase demasiado agresiva.
En cuanto al comentario de Nick, y dado que éste le obstaculizaba el paso mientras esperaba una respuesta, marina se vio obligada a decir algo.
—Tengo muchas cosas en la cabeza aparte de que alguien me robara mi herencia —afirmó con bastante rigidez—. Cuatro proposiciones de matrimonio exigen mucha reflexión.
—¿Qué? —exclamó Nick.
—Ya me has oído. Y les dije a todos que me lo pensaría, y eso es lo que estoy haciendo, pensándomelo.
—¿Quién te ha importunado en este viaje? —preguntó él.
—Nadie —contestó _____.
—¿Quién te ha pedido entonces que te cases con él?
—Oh, no son proposiciones recientes, sino anteriores a nuestra marcha de Trenton.
—¿De quién? —insistió Nick.
—Lo cierto es que no recuerdo la mayoría de los nombres — se vio obligada a admitir con el ceño fruncido—. Bueno, aparte del doctor Willaby.
—Podría ser tu padre —dijo Nick con un bufido.
—Pero es muy agradable —aseguró _____, al tiempo que se encogía de hombros.
—¿Me estás tomando el pelo, ___*? —quiso saber Nick, que la miraba con los ojos entornados.
—No, jamás se me ocurriría —replicó ______—. Y, además, como nada de esto es asunto tuyo, no deberías preguntarme. Y si las respuestas te molestan, puede que sea mejor que la próxima vez no me preguntes nada.
—No me molestan —exclamó con brusquedad.
—Tienes razón, perdona. No me pareces nada molesto —soltó _____ con idéntica brusquedad, y lo empujó para pasar.
No volvió a dirigirle la palabra ese día, ni el siguiente. De hecho, si no podía decirle nada sin ser brusca —y se había censurado mucho por ello—, lo mejor era que tuviera la boca cerrada. Él debía de pensar lo mismo porque se dedicó a ignorarla de nuevo.
La parte más larga y tediosa del viaje terminó cuando llegaron al ferrocarril que conectaba con la mitad oriental del país. El trayecto había transcurrido sin incidentes destacables, sin ningún intento de robo con una escolta tan bien armad, ni tiroteos o peleas que presenciar en los pueblos por los que habían pasado.
Una mañana que ______ se había levantado antes de lo normal, había pillado a su tía saliendo de la habitación de Stuart. Suponía que eso podría considerarse un incidente bastante interesante, aunque sólo ella lo supiera. Y es había sentido mucho más violenta que Kathleen.
Su tía se había limitado a sonreírle mientras le decía:
—Me ha pedido que me case con él.
—¿No es bastante repentino? —preguntó _____.
—En realidad, no. Nosotros... podría decirse que compartimos la cama desde la noche de la barbacoa. Yo estaba muy preocupada por ti, a pesar de que Nick había salida a buscarte. Y Stuart estaba decidido a distraerme. Ésa fue la razón de que viniera el otro día a cenar, no sólo para decirme que se iba un tiempo a Chicago, sino también para indicarme que cuando volviera me cortejaría como es debido.
—¿Te casarás con él?
—Oh, sí. He estado enamorada de ese hombre desde el día que lo conocí, sólo que nunca se me ocurrió hacer otra cosa que callármelo. Incluso después de que Frank muriera, jamás se me pasó por la cabeza que llegaría el día en que mostraría algo de interés por mí.
—¿Por qué no? —preguntó _______ en defensa de su tía—. Eres una mujer atractiva.
—Pero con una finca pequeña, mientras que él aspira a ser el rey del ganado de Tejas. Además, con su riqueza, podría tener la mujer que quisiera. ¿Por qué iba a querer, entonces, a una que sólo pudiera aportar unas cuantas cabezas de ganado al matrimonio?
______ puso los ojos en blanco. Sólo un par de rancheros podrían pensar en ganado en lugar de en el amor.
—Pues te equivocaste.
—En realidad —contestó Kathleen riendo—, Stuart dice que es el único modo que se le ocurrió para que mi cocinera trabajara en su casa.
______ pestañeó, y notó que se indignaba. Kathleen soltó una carcajada y se tapó la boca para reprimirla. Como era tan temprano, no quería despertar a nadie de las habitaciones cercanas.
Con otra sonrisa, tomó a _______ del brazo para acompañarla de vuelta a su habitación.
—Lo dijo en broma —aclaró en voz baja.
—¿Estás segura?
—Por completo. Y no se lo cuentes a nadie de momento, por favor. Stuart quiere casarse a lo grande cuando volvamos a casa. Invitará a todo el condado. Dice que va a dar la mejor fiesta que se haya celebrado nunca. Pero, mientras tanto, nos gustaría mantener nuestra felicidad en secreto. No sería apropiado, con todo lo demás aún por resolver.
Y Amanda se encargaría de aguarles la fiesta, ya que la felicidad no era suya. Pero eso no era necesario decirlo, las dos lo sabían.
_______ todavía estaba asombrada. No la había visto venir. Pero es que había estado tan absorta en su tristeza que no se había percatado de las miradas íntimas que se dedicaba la pareja mayor, no se había percatado de nada en absoluto que indicara que tenían citas secretas. Aunque no podían quedar muy a menudo, cuando la mitad de hoteles donde se alojaban no tenía habitaciones suficientes para todos, así que rara vez uno de los dos conseguía una habitación para él solo.
Estaba muy contenta por Kathleen, aunque eso contribuía a su propio dilema. Significaba que tendría que vivir en el rancho de Stuart con su tía cuando regresaran a Tejas, por lo menos hasta que ella se casara a su vez. Pero eso significaría volver a estar bajo el mismo techo que Nick, y le resultaba tan inaceptable que ni siquiera quería pensar en ello.
Aquello la incentivaba más para encontrar marido antes de volver a Tejas, lo que no era imposible. Después de todo, regresaba a su ciudad natal, donde ya conocía a casi todo el mundo de su círculo social. Y, aunque había dejado a la mayoría de buenos partidos, regresaba como una mujer nueva. Bueno, por lo menos, en cuanto a su aspecto, así que podría empezar desde cero.
Había el problema de la limitación de tiempo. Quizá no estuviesen en Haverhill muchos días, y sin duda no iban con la intención de recibir visitas. Pero podría superar esos inconvenientes si estaba lo bastante decidida, y lo estaba. Cualquier cosa sería preferible a tener que soportar la presencia de Nick.
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 50
El vagón de tren privado de Stuart era de una elegancia exquisita incluso para él. Había sido el primero en afirmar que era exagerado. Pero no lo usaba lo bastante a menudo para molestarse en redecorarlo. Si bien no había camas en él para todo el grupo, la zona del salón estaba bien provista con butacas muy mullidas y tapizadas de terciopelo, de modo que a quienes terminaron durmiendo en ellas no les importó. Y sólo habían tenido que hacerlo una noche, cuando el tren se detuvo en una estación el tiempo justo para que los viajeros cenaran y siguió después toda la noche.
Había un bar bien surtido, incluso un piano.
—Estaba incluido en el vagón —explicó Stuart, y se encogió ligeramente de hombros—. No me he decidido a librarme de él.
Red sabía tocarlo, y les entretuvo unas cuantas veces. A Nick le gustaba mucho más eso que jugar al póquer con su padre y sus hombres, porque no conseguía concentrarse el tiempo suficiente para que no le desplumaran. Y no tenía ninguna excusa para estar tan preocupado, por lo menos ninguna que estuviera dispuesto a comentar.
De hecho, su padre parecía estar en la misma situación, la de no poder concentrarse durante mucho rato. Nick había sospechado por qué. Era bastante evidente. Pero esperaría a que Stuart anunciara que Red y él iban a casarse antes de decir: «Ya era hora».
Hacían una pareja perfecta. Nick lo pensaba desde mucho antes que el mismo Stuart se diera cuenta. Y le habría encantado ver a su padre «enamorado» otra vez después de todos esos años desde la muerte de su madre si no estuviese tan exasperado por sus lamentables circunstancias.
No debería haber hecho ese viaje. No había ido nunca a Chicago con su padre hasta entonces. Sólo había un motivo para su presencia. No soportaba ver cómo la mujer a la que quería se marchaba sin él. Era una estupidez, porque ella no sabía que él la quería, y estaba clarísimo que ella no lo quería a él. De modo que ir no tenía ningún sentido, aparte de pasarlo mal. Y lo estaba consiguiendo.
Al principio no había sido tan terrible. Spencer y Amanda le habían distraído con esa relación tan extraña que tenían. Hasta había encontrado divertidas muchas de sus discusiones, teniendo en cuenta cómo le caía Spencer. Pero cada vez le resultaba más difícil ver a ______- todos los días y sentirse ignorado por completo.
Su comportamiento decía mucho de lo que sentía por él: nada, aunque hubiera podido sentirlo antes. Había tenido bastantes posibilidades con ella antes de que Amanda le hubiera engañado. Pero ahora se sentiría insultada si mostraba interés por ella. Aquella noche, bajo las estrellas, estaba asustada, y aunque él no había intentado aprovecharse de la situación, se había dejado llevar por lo mucho que la deseaba. Debería haberle dicho eso; pero la había visto tan avergonzada después que no había querido empeorar la situación. E incluso aunque, por alguna razón, aceptara que la cortejara, el incidente con su hermana en la cuadra siempre estaría entre ellos. Lo mejor sería que la olvidara por completo.
Estaban en su última parada nocturna antes de llegar a Chicago cuando Nick se encontró a Spencer, que cenaba solo en el comedor del hotel. Había bajado tarde con la esperanza de que todos los demás hubieran terminado y estuvieran ya en sus habitaciones. Stuart ya había avisado que acompañaría a las mujeres hasta Haverhill. No fue ninguna sorpresa para Nick. Todavía tenía que decidir si él haría lo mismo.
Prolongar la agonía sería una forma de verlo, salvo que ______ volvería a Tejas, puede que hasta se trasladara al rancho de los Kinkaid si no se casaba antes que Red. Tal vez él debería quedarse en Chicago, por lo menos hasta que ______ hubiera salido de su vida.
Se sentó a la mesa de Spencer sin pedirle permiso. Spencer y él se estaban «llevando bien», si podía llamarse así a no pelearse. Y desde el inicio del viaje, Nick había sentido curiosidad por la extraña actitud de Spencer. La mitad del tiempo parecía enojado, y la otra mitad, contener la risa.
Spencer apenas alzó los ojos cuando Nick se sentó, y después siguió cortando la carne que tenía en el plato. Nick decidió no ser ignorado. Ya estaba bastante harto de que eso le pasara últimamente.
—¿Dónde está tu mujer? —preguntó.
—Se acostó temprano porque tenía dolor de cabeza. Parece tener muchos —contestó Spencer.
—Ya —comentó Nick con sequedad—. Una razón tan buena como cualquier otra para que te entretengas aquí abajo.
Spencer esbozó una sonrisa enigmática que irritó muchísimo a Nick. Sin embargo Spencer no le dio ninguna explicación.
—La comida es espléndida. Me apeteció tomar una segunda ración, nada más.
—Me alegra oírlo porque me muero de hambre. —Nick llamó a la camarera y le pidió que le sirviera lo mismo que a Spencer. Luego, como si ya lo hubiesen estado comentando, añadió—: ¿Vais a divorciaros cuando se haya solucionado lo del abogado?
Spencer casi se atragantó al oír la inesperada pregunta, pero se recuperó con una respuesta evasiva.
—Está empezando a gustarme la vida conyugal —aseguró.
—Ninguno de nosotros lo diría.
—Las apariencias engañan. —Spencer rió—. Es algo que ambos descubrimos.
—¿Te gustaría haber sabido antes que eran gemelas?
—Ni hablar. ______ es demasiado... ¿Cómo te lo diría?, demasiado buena para mi gusto.
—Demasiado buena para ti, y punto —masculló Nick.
—Intuyo que todavía no se lo has pedido —soltó Spencer, despreocupado, tras recostarse y tomar un tragó de vino—. Siempre supe que eras idiota.
—Hice el amor con su hermana —le recordó Nick, tenso—. No es algo que una mujer pase por alto.
—¿Desde cuándo eres una autoridad en mujeres? —Spencer sonrió—. Hagas lo que hagas, no conseguirás nada con ella si no lo intentas.
—Mira quién fue a hablar. Tienes una esposa que afirma tener dolor de cabeza con sólo mirarte.
Spencer se echó a reír. Nick apretó los dientes. Justo entonces llegó su comida, lo que impidió que lanzara a Spencer un puñetazo por encima de la mesa.
Nick no lo había visto nunca tan enigmático, o escondiendo lo que le resultara divertido. Y era evidente que algo le divertía, auque, por una vez, no parecía ser cosa de Nick. Era muy molesto que no le dijera qué era.
Pero entonces Spencer acabó de reír y le sorprendió.
—Me sabe mal decepcionarte —le confesó, aún sonriente—, pero la excusa del «dolor de cabeza» de Amanda no es para mí. Bueno, sí lo es, pero es porque espera que la siga enseguida a la cama. Su excusa es, en esencia, para que nadie más se dé cuenta de que ahora prefiere acostarse temprano, o se pregunte por qué.
—Lo que estás insinuando no tiene sentido. —Nick había fruncido el ceño, pensativo.
—Eso es porque no sabes lo principal. ¿Cómo podría decirlo? Le encanta hacer el amor.
—Pero ¿por lo demás te odia a muerte? —gruñó Nick.
—No me odia a muerte. —La sonrisa de Spencer se intensificó—. Ni mucho menos.
—¿Eres, entonces, su saco de arena verbal favorito?
—¿Te refieres a sus aspavientos? A eso se reduce su rencor porque yo no la mimo o le doy todo lo que quiere. Que Dios la bendiga, no sería ella sin hacer aspavientos. Después de todo, es una niña mimada.
—¿Y no te molesta? No digas nada. Lo divertido que estás lo dice todo.
—También hace aspavientos por eso. —Spencer rió—. Pero no puedo evitarlo. No había conocido nunca a una mujer tan malcriada. Sus estratagemas y sus manipulaciones me parecen divertidísimas.
—A mí me sacarían de quicio.
—Bueno, a ti, sí. Y, gracias a Dios, tú y yo no nos parecemos en nada.
—Cabronazo —soltó Nick al comprenderlo—. Querías casarte con ella todo el tiempo, ¿verdad? Sólo protestaste para que lo viera ella.
—Por supuesto.
—¿No vas a decírselo nunca? —quiso saber Nick.
—Seguramente no —contestó Spencer, mientras se encogía de hombros—. Eso la malcriaría, y no soy idiota.
—Ésa es tu opinión —dijo Nick, pero insultaba a Spencer por pura costumbre. Y Spencer hizo caso omiso.
—No voy a cometer ese error —prosiguió—. Además, no la haría feliz. Jamás lo hizo. Malcriarla la convirtió en una bruja. Pero está aprendiendo, bastante tarde, aunque vale más tarde que nunca, que es mejor que se gane lo que quiere a esperar a que se lo den. Y estoy disfrutando cada minuto de mis enseñanzas.
—Me asombras, Spencer —aseguró Nick a la vez que sacudía la cabeza—. Jamás imagine que tuvieras tanta paciencia.
—No se necesita paciencia. Mi esposa es demasiado previsible. Se ha pasado la vida manipulando a los demás y nunca se percató de lo fácil que es manipularla a ella.
—Casi me da lástima —apuntó Nick.
—¿Por qué? —Spencer se echó a reír de nuevo—. ¿Por darle lo que se merece?
—Algo así.
—No te engañes. No se había divertido tanto en su vida como desde que me conoció.
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Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 51
En el largo viaje hasta Haverhill, hubo mucho tiempo para elaborar un plan para enfrentarse a Albert Bridges. Depuse de valorar toda clase de posibilidades, decidieron que las dos hermanas se mantendrían ocultas hasta que localizaran a Albert, suponiendo que no se hubiera ido a otra parte del país con su dinero ilícito. Pero si todavía estaba en Haverhill, no querían alertarlo con su presencia antes de que pudiera tener lugar un enfrentamiento. No querían darle la oportunidad de huir antes de que pudieran encontrarlo.
_______ no quería tener que disfrazarse otra vez y estar encerrada en su habitación del hotel. Así no iba a casarse. Para tener esperanzas de recibir alguna proposición antes de verse obligada a volver a Tejas necesitaba que la vieran viejos conocidos.
A Amanda no le importaba. Sólo quería que le devolvieran su herencia, si quedaba algo. Y si los hombres creían que tendría más posibilidades de lograrlo escondiéndose, lo haría.
Lo llevaron a cabo quedándose ambas en el vagón privado hasta después de medianoche y yendo después a hurtadillas al hotel en el que Kathleen las había registrado ese mismo día. Por lo menos ______ tenía una habitación para ella sola para variar, y podría estar deprimida en paz.
Nick también seguía con ellos. Marina no preguntó por qué había decidido seguir hasta el final, no porque no quisiera saberlo, sino porque se negaba a dirigirle la palabra. Lamentaba demasiado no podes descansar ni siquiera un poco de su frustrante presencia.
A mitad del día siguiente, hubo buenas y malas noticias. Se habían reunido todos en la habitación de Kathleen para almorzar y para informar de sus conclusiones a las chicas. Spencer y Amanda habían dormido hasta tarde, de modo que éste no había averiguado nada, pero Nick y su padre habían salido temprano para localizar a Albert.
Fueron los últimos en llegar y Nick lo soltó de inmediato:
—Todavía vive en la ciudad.
—Bueno, ya hemos eliminado el mayor obstáculo —contestó Kathleen.
—Una estupidez por su parte —añadió Stuart—. Pero es evidente que confía en que las chicas no aparecerán nunca para acusarlo de nada.
—No parecía prometedor al principio —continuó Nick—. Un contable se había quedado sus antiguas oficinas, de modo que creímos que Albert de había ido hacia mucho.
—¿Y no fue así? —quiso saber Spencer.
—No —contestó Stuart—. La mayoría de los empleados no sabía dónde estaba Albert, pero llegó otro antes de que abandonáramos el edificio y, cuando supo lo que estábamos buscando, nos indicó otra dirección de la zona residencial. Había trabajado para Albert. Se quejó mucho de que Albert no se lo llevara a sus nuevas oficinas. Debido a eso, sólo nos dijo cosas malas de su antiguo jefe. Era un joven muy resentido.
Habían planeado llevar a Albert directamente a las autoridades si daban con él.
—Supongo que tampoco estaba en sus oficinas —comentó Kathleen.
—No, aunque son mucho mejores —confirmó Stuart sacudiendo la cabeza—. Las antiguas oficinas estaban en un local de mala muerte, las nuevas son lujosas y elegantes, con un aspecto opulento.
—Decoradas con mi dinero, sin duda —gruñó Amanda en un aparte a su marido.
—Es probable. —Spencer le dio palmaditas en el brazo para calmarla.
—¿Dónde están? —preguntó ______.
—En un edificio grande de dos plantas, al lado de un banco y...
—¡Conozco ese edificio! —exclamó Amanda—. Era una de las propiedades de papá.
—No hace falta que te indignes tanto, Mandy —dijo Spencer a su mujer—. Ésa es la clase de pruebas que necesitamos para colgar a ese hombre, que está en posesión de un edificio que tendrías que haber heredado. Parece que podremos dar fin al asunto y volver a casa antes de lo esperado.
Amada no la emprendió con él por haberla regañado, sino que, en realidad, le dirigió una sonrisa. _____ seguía maravillada por ese gesto cuando Nick prosiguió:
—Habrá una breve demora. Parece que está muy ocupado. Se ha ido al norte a ultimar una operación inmobiliaria para uno de sus clientes. Según su secretario, no está previsto que regrese hasta el viernes.
—¡Tres días más! —gimió Amanda.
______ estaba totalmente de acuerdo con su hermana por una vez, aunque era probable que por un motivo distinto.
—Entonces, si Albert no está en la ciudad, no me parece que sea necesario que permanezcamos ocultas. Hay algunas personas a las que me gustaría visitar...
—No — la interrumpió Nick con rotundidad.
—¿Desde cuándo estás al mando? —preguntó irritada _____, con una ceja arqueada.
Nick frunció el ceño al oír su tono, e iba a responderle, pero su padre se le adelantó.
—Tiene razón. Podría haber otras personas que sepan qué hizo el abogado —objetó Stuart.
—¿Quién?
—Un socio, un cómplice, un funcionario sobornado —contestó Stuart, al tiempo que se encogía de hombros—. Puede que incluso un familiar.
—No es nada probable —protestó ______.
—¿Por qué? —dijo Nick—. Tuvo que sobornar a alguien para lograr transferirlo todo a su nombre sin problemas. ¿Y estás segura de que no tenía familia aquí? ¿Mujer? ¿Parientes?
—No tengo ni idea —masculló ______.
—Una vez mencionó una hermana, pero vivía en Haverhill —intervino Amanda.
—Muy bien, volveré a esconderme en mi habitación —resopló _____—. Pero dudo que nuestra presencia aquí vaya a seguir siendo un secreto mucho tiempo más. Ya me he encontrado con una empleada del hotel que iba a preguntarme: «¿No es usted... ?», antes de que la interrumpiera con un «No». Como si fuera a creerme. La cara de Mandy es muy conocida en esta ciudad.
________ se marchó enojada, sin dar un portazo de milagro. Se puso colorada antes de llegar a su habitación, al otro extremo del pasillo. Había sido demasiado grosera.
Empezaba a portarse como Amanda, y ya no parecía poder evitarlo. Estaba cansada de fingir que todo iba bien y era normal, cuando sentía tanta agitación en su interior. Se le había acabado la paciencia. Se la había acabado la tolerancia. Había podido contener sus emociones cuando pensaba que iba a tener un descanso pronto, pero no iba a tenerlo.
Nick seguía ahí, lo seguía viendo cada día y ya no podía negar que seguía sintiendo rabia por lo que había pasado entre él y Amanda, sin que hubiera disminuido en absoluto.
La había engañado por completo. La noche antes del incidente la había besado, lo que la había llevado a pensar que tenía alguna posibilidad con él. Después, le había hecho el amor, lo que la había llevado a pensar que la quería, cuando todo el tiempo había estado seguro de que era Amanda. Entonces se había sentido dolida, pero lo único que le quedaba ahora era amargura. Y mucho resentimiento, además de celos. Tampoco podía seguir negándolo. Amanda siempre ganaba. Aun sin intentarlo, ganaba.
Apenas cerró la puerta de su habitación, le saltaron las lágrimas. No fue ninguna sorpresa. En la actualidad, la soledad era su enemiga. Cuanto más tiempo pasaba sola, peor se comportaba en compañía de otras personas, con una actitud brusca, irascible. Ahora, apenas se reconocía.
Podría haberle ido bien comentar sus sentimientos con alguien, pero no tenía con quién hablar. No quería que Kathleen supiera que era ella, y no Amanda la virgen que Nick había desflorado. Y, además, su tía estaba demasiado feliz con su nuevo amor. _____ no iba a aguarle la fiesta.
Podría haber llorado en el hombro de Ella Mae. Debería haberlo hecho. La doncella sabía consolar muy bien a la gente. Pero ______ no quería que la consolaran. A Ella Mae también se le daba muy bien hacer sugerencias descabelladas que siempre eran demasiado audaces para su gusto. Y, por una vez, ______ estaba lo bastante alterada para seguirlas, fuesen audaces o no, así que prefería evitar tentaciones y no contar a nadie lo que la inquietaba.
Un error. Se había contenido demasiado tiempo y eso la estaba convirtiendo en alguien que no le gustaba. Y la soledad no facilitaba las cosas. Siempre podía volver a la habitación de Kathleen, en el otro extremo del pasillo, y hacer otra vez el ridículo.
Se estremeció al pensarlo y, en lugar de eso, sacó un viejo sombrero de uno de sus baúles y le añadió un velo. Nadie la reconocería con él. Y no se acercaría a nadie que conociera. Pero no se iba a quedar más tiempo encerrada.
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Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 52
—¿No podrías hablar con ella? —sugirió Stuart.
Stuart y Kathleen eran los únicos que quedaban en la habitación. Spencer y Amanda habían vuelto a la suya, y Nick se había ido poco después. Sin haberlo planeado, se encontraron solos de repente. Como aún no había pasado demasiado rato desde la marcha de _____, Kathleen no necesito preguntar a Stuart de quién hablaba.
—Tal vez debería hacerlo. Es evidente que le pasa algo.
—No me refiero a eso, me refiero a lo de mi hijo. Siente algo muy fuerte por tu sobrina, pero ella lo está volviendo loco. Lo trata como si fuera invisible.
—Pues claro —dijo Kathleen en defensa de ______—. Yo también lo haría si un hombre que le hizo el amor a mi hermana empezará de repente a mostrarse interesado por mí.
—Sabes que eso fue una equivocación. —Stuart suspiró—. Maldita sea, Red, el muchacho fue víctima de un engaño. Tú lo sabes. Yo lo sé. Ya va siendo hora de _____ lo sepa.
—Dudo que importe demasiado —objetó Red.
—O puede que importe muchísimo —insistió Stuart—. Díselo.
—Si alguien debe decírselo, es él —dijo Kathleen, mientras sacudía la cabeza—. Si siente algo fuerte por ella, ¿por qué no se lo ha dicho?
—Porque piensa lo mismo que tú, que no importará demasiado. Por lo menos, podrías averiguar si tiene alguna posibilidad.
—Podría hacerlo él mismo —replicó Kathleen, que puso los ojos en blanco—. Si no se deciden solos, es que no estaba escrito. No soy ninguna casamentera. Ni tampoco tú, en realidad. ¿A qué se debe esto, entonces?
—Los jóvenes comenten errores que acaban lamentando —masculló Stuart—. A ti te pasó. Te casaste con un hombre al que no amabas para alejarte de esta ciudad. Y a Nick también. Hizo el amor con la mujer equivocada. Claro que no lo sabía, y eso es lo que realmente apesta del caso. Eso sólo es ya un motivo suficiente para lamentarse; no quiero verlo lamentarse por haber perdido la oportunidad de estar con la mujer a la que sí quiere.
—¿Y por qué no le insistes para que haga algo al respecto?
—Ya lo he hecho —admitió Stuart, quejoso—. Pero ya lo conoces lo bastante bien para adivinar su respuesta. Me dijo que no me metiera en lo que no me importaba.
Kathleen soltó una carcajada y se acercó a Stuart para sentarse en su regazo.
—Un buen consejo. Y hay algo que te importa a lo que podrías dedicar tu atención ahora mismo.
Eso provocó una sonrisa en Stuart, como ella había pensado. Eran tan compatibles que parecía como si siempre hubiesen estado juntos. Sabía qué iba a decir Stuart antes de que lo dijera. Con él había pocas sorpresas. A pesar de su brusquedad, tenía un gran corazón.
Ser feliz tenía algo curioso: querías que todos los que te rodeaban también lo fueran. Así que era lógico que Stuart estuviera preocupado por el dilema de su hijo. Ella estaba igual de inquieta por lo que le pasaba a _____, pero imaginaba que guardaba relación con el lugar donde estaban. ______ tenía muchos recuerdos desagradables relacionados con esa ciudad. Kathleen también, pero había estado fuera tanto tiempo que ya no le afectaba. Ése, en cambio, no era el caso de _____.
Lo que no sabía era que el malhumor repentino de ___ tuviera algo que ver con nICK. Había sido tan convincente al ignorarlo que Kathleen estaba segura de que NICK no tendría nada de suerte en lo que a su sobrina se refería, que ella no le correspondía. Lo que era una lástima.
NICK debería haberle dicho antes lo que sentía. Debería haberle contado al menos lo que había ocurrido en realidad en la cuadra, esto es, que había creído que estaba con ella ese día. Pero había dejado pasar demasiado tiempo sin hablarle de sus sentimientos. Era típico de un hombre demorar tanto las cosas.
Kathleen se ruborizó al pensarlo. Ella había hecho lo mismo al no dar a entender a Stuart que lo amaba. Él la había reprendido mucho por eso. Si no hubiese intentado distraerla de su preocupación por ______ la noche de la barbacoa, podrían no haberse dado nunca cuenta de que sus sentimientos eran mutuos.
Lo abrazó con fuerza por lo que podría haberse perdido. Su felicidad actual la seguía asombrando. Y estaba disfrutando muchísimo del viaje de vuelta a Haverhill porque Stuart estaba con ella.
—¿Te estás emocionando otra vez conmigo, Red? —supuso Stuart con una carcajada.
—Menos mal que no te importa.
Kathleen se echó hacia atrás y le sonrió. Stuart la atrajo hacia sí, sus labios se encontraron, con suavidad al principio, con mucha pasión después. En un momento estaban totalmente ajenos a lo que los rodeaba, conscientes sólo el uno del otro. Hacer el amor con Stuart era como hacer el amor por primera vez. Kathleen jamás habría imaginado lo maravilloso que podía ser con el hombre adecuado.
A ______ no le sorprendió nada haberse dirigido hacia su casa sin haber puesto atención. Su viejo hogar.
Se quedó de pie frente a la gran casa de tres plantas un buen rato, contemplándola. No estaba vacía. Unas cortinas nuevas adornaban las ventanas delanteras. Alguien había cambiado la decoración y vivía en ella. ¿Albert? Por lo menos podía esperarlo. Eso significaría que no la había vendido y que podrían recuperarla.
—Perdone —dijo una voz de mujer, que añadió con algo más de dureza—: Perdone, no me deja pasar.
_____ oyó por fin a la mujer que estaba a su lado y se aparto de inmediato, ruborizada.
—Lo siento —se disculpó—. Estaba absorta en mis pensamientos.
—Menudo sitio para pararse a pensar —gruñó la mujer, y movió el cochecito de bebé que llevaba para poder abrir la verja que las separaba del camino de entrada que conducía a la casa de _____, su vieja casa.
_____ frunció el ceño cuando fue evidente que la mujer y el bebé iban a entrar en la casa.
—Un momento, por favor —dijo mientras la seguía por el camino hacia la puerta—. ¿Sabe quién vive aquí?
—Yo —soltó la mujer con impaciencia.
—Oh. —_____ se volvió, decepcionada.
Ya podían olvidarse de recuperar la casa. La mujer no era del servicio. Iba vestida a la moda y, si bien algunas criadas podían permitirse prendas de moda, no era ropa tan elegante y confeccionada con materiales tan caros como las que llevaba esa mujer. Además, era demasiado insolente para ser una criada.
______ se volvió para marcharse.
—¿Conoce a Albert Bridges? —se le ocurrió entonces preguntar.
—Sí. Es mi hermano.
____ contuvo el grito ahogado antes de que se le escapara. Así que había tenido razón. Albert vivía en la casa y, al parecer, había instalado en ella a toda su familia: hermanas, cuñados, sobrinos, y Dios sabría quién más.
La mujer daba golpecitos en el suelo con el pie. El bebé empezaba a inquietarse.
—Perdone que la haya molestado —dijo _____, y se volvió de nuevo para marcharse.
—Un momento —exclamó la mujer—. ¿Qué quiere de Albert?
______ decidió que tenía que inventar algo para no levantar sospechas.
—Mi marido desea contratar los servicios legales del señor Bridges —soltó enseguida—. Fue a su bufete, pero le dijeron que en este momento no estaba en la ciudad.
—Así es. No volverá hasta finales de esta semana.
—No creo que podamos esperar tanto. El asunto es bastante urgente.
—Y a mí que me cuenta —dijo la hermana de Albert lacónicamente—. O su marido pide hora en el bufete de Albert o se busca otro abogado. Pero, en cualquier caso, deje de molestarme. Adiós.
Cerró la puerta de golpe para dejar a ______ fuera. Qué mujer tan grosera y desagradable. Se preguntó si habría sido siempre así, o acaso la culpa de lo que había hecho Albert la había vuelto una bruja.
No se quedó un minuto más allí. Volvió al hotel recorriendo las zonas más transitadas de la ciudad, absorta de nuevo. Tenía que decidir si confesar a los demás que había salido cuando le habían advertido que no lo hiciera. Tendría que revelarlo si quería que supieran lo que había averiguado. O podía no decir nada.
Después de todo, que Albert viviera en su antigua casa no venía al caso. Sólo Amanda se alegraría, o enfurecería, al oírlo. Y estaba segura de que antes del viernes alguno de los hombres averiguaría dónde vivía, ya que querrían cubrir su bufete, su casa y la estación el día que estaba prevista su vuelta para asegurarse de que no se les escapara.
Y ya había hecho todo lo posible para que lo apresaran. Había pintado de memoria un retrato de Albert a cada uno de los hombres para que supieran a quién buscaban. Albert no tenía ninguna posibilidad de escapárseles.
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Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 53
nICK llamó con energía a la puerta. Se acercaba la hora de la verdad, y no recordaba haber estado nunca tan nervioso. Claro que estaba en juego su felicidad futura.
Iba a poner las cartas boca arriba y a contárselo todo a ___-. La demora en el enfrentamiento con Bridges lo había decidido. Iban a ser tres días más sin tener nada en qué ocuparse, salvo en sus lamentaciones. No, gracias. Llamó a la puerta. ____ lo mandaría al diablo o lo haría un hombre muy feliz.
Por fin, y a pesar de su nerviosismo, se dio cuenta de que había estado llamando durante mucho rato sin obtener respuesta. Trató de abrir la puerta. No estaba cerrada con llave. Y la habitación estaba vacía. ¿Qué rayos pasaba?
Sabía que ______ no estaba con Red. Intentó en la habitación de Amanda, pero obtuvo un grito irritado de Spencer desde el interior:
—¡Váyase, estamos durmiendo!
Sí, seguro. Era evidente lo que ese par estaba haciendo, lo que significaba, por otra parte, que ______ tampoco estaba con ellos. ¿Dónde diablos estaba entonces?
Bajó a echar un vistazo al vestíbulo. Se hallaba prácticamente vacío. Comprobó en el comedor del hotel. Igual de vacío, pero era media tarde, mucho después de la hora del almuerzo y demasiado temprano para cenar. Empezaba a preocuparse.
Deambuló por el vestíbulo un rato, mientras trataba de decidir si salir y buscarla en una ciudad que no conocía lo más mínimo, lo que significaba que no era probable que la encontrara, o esperar en el vestíbulo para pillarla cuando regresara. Antes de que hubiera tomado una decisión, _____ cruzó la puerta principal.
La reconoció a pesar del velo. Seguramente ya no había nada que pudiera hacer para disfrazarse ante él. Claro que se había acostumbrado, desde el día en que se había quitado las gafas para siempre, a mirarla de arriba abajo, no sólo lo evidente. No volvería a dudar de cuál era la hermana con la que estaba tratando. Aparte de tener la misma cara, no eran idénticas en absoluto.
____ no se percató de que NICK se acercaba a ella hasta que éste le obstaculizo el paso.
—Iba a mandar una partida a buscarte —exclamó NICK.
—Muy gracioso —contestó ella, e intentó rodearlo—. No he estado fuera tanto tiempo.
—No tenias que haber salido ni un minuto. —Volvió a obstruirle el paso.
—Tomé precauciones —replicó _____, tensa al oír el recordatorio—. ¿O te crees que me gusta ver el mundo a través de encaje negro?
—Creo que te gusta que me preocupe —masculló NICK-.
—¿Eso crees, cuando apenas pienso en ti? —le soltó con sequedad.
—Ven conmigo —gruñó NICK; le agarró la mano y empezó a conducirla hacia la calle.
—¡No! ¡Para!
No lo hizo. Apenas podía contenerse para no mostrarse tan irascible como ella. NICK no sabía por qué estaba _____ así. Sabía muy bien por qué lo estaría él. No dijo nada más. En lugar de eso, paró un coche de alquiler que pasaba y la metió en el carruaje cerrado en cuanto se paró junto al bordillo. _____ se sentó frente a él y lo fulminó con la mirada.
—¿Dónde crees que me llevas? —preguntó en un tono de tensión contenida.
—A ninguna parte en concreto, sólo a algún sitio donde podamos hablar sin que nos interrumpan.
—Bueno, quizá deberías decirle algo al conductor. Si no, no se moverá de aquí.
NICK observó su sonrisita. No iba a ponérselo nada fácil.
—Es tu ciudad, no la mía —dijo—. ¿Tienes alguna sugerencia?
—Te sugeriría que dejaras de intentar secuestrarme y me permitieras volver a mi habitación para descansar hasta la hora de cenar.
No prestó atención a su interpretación dramática de lo que estaba haciendo.
—En realidad —contestó NICK—, tu habitación me parece el sitio perfecto. ¿Vamos? —Y abrió la puerta del carruaje de nuevo.
—¡Oh! ¿Ahora me pides las cosas? —replicó con brusquedad ______, que bajó del coche y le lanzó—: Es perfecto para mí, pero tú no estás invitado.
Entró en el hotel sin él. NICK apretó los dientes, lanzó unas monedas al conductor con una disculpa y corrió detrás de ______, que subía a toda prisa las escaleras para llegar antes a su habitación y poder así darle con la puerta en las narices. NICK aceleró el ritmo para atraparla y tuvo que correr el último trecho del pasillo para alcanzar la puerta antes que ella.
Se la abrió. ______ suspiró, pasó a su lado, se quitó el sombrero y lo lanzó a la única silla de la habitación. Una sutil advertencia de que no esperaba que se quedara el tiempo suficiente para ponerse cómodo.
NICK cerró la puerta y decidió hacerlo con llave. Vio cómo al oír el ruido, se le tensaba la espalda. Se cruzó de brazos, apoyó la espalda en la puerta y esperó. Al final, _____ se volvió para mirarlo, pero sólo lo suficiente para ver dónde estaba antes de apartar otra vez los ojos de él. Se había acostumbrado a que lo tratara como si no estuviera presente, pero esta vez no iba a permitirlo.
—Mírame —ordenó a ______.
Ella lo hizo, e incluso arqueó una ceja. NICK había esperado otra discusión, que le diera una buena excusa para preguntarle por qué ya no lo miraba nunca, no de verdad. Seguramente la respuesta le habría parecido interesante, pero sería mejor no preguntarlo. No quería que se pudiera más a la defensiva de lo que ya estaba.
—Podrías relajarte —le indicó—. Esto no llevara mucho tiempo, aunque puede que sí.
—Estoy muy relajada —respondió ______, aunque su tono y su postura demostraban lo contrario. Debió de darse cuenta, porque añadió—: Aparte del hecho de que es muy indecoroso que estés aquí.
—¿Quién se va a enterar?
—No importa —contestó enojada, y suspiró—. Muy bien, di lo que estás tan resuelto a decir, y márchate, por favor.
—Iba a esperar a que hubieras solucionado las cosas aquí, en Haverhill. Si recuperas tu herencia, perfecto, estarías exonerada. Si no, perfecto, llevaría ventaja.
—¿De qué estás hablando? —preguntó _____.
—A eso voy. Sólo quiero que sepas por qué no te hice antes esta confesión.
—No soy sacerdote. ¿Por qué no...?
—¿Puedes dejar de ser sarcástica un momento? —preguntó NICK
______ cerró la boca, pero volvió a fulminarlo con la mirada.
—Si vas a decirme que sientes algo por mí, no lo hagas, por favor. Ya dejaste claro hace mucho a quién preferías, y no era a mí.
—¿De verdad es eso lo que piensas?
—Es lo que sé —respondió ella—. Es lo que vi. Es lo que...
—Oh, calla, ___*i. Tú no sabes ni la mitad —exclamó NICK.
Se lo quedó mirando. Empezó a dar golpecitos en el suelo con el pie. Estaba tan dispuesta a escuchar lo que tenía que decirle como una gata que no está en celo a un gato de corral. NICK supuso que, después de todo, tendría que haber esperado. Algo la había estado molestando toda la semana. Cada día que pasaba, estaba más susceptible; un estado de ánimo que no favorecía demasiado las insinuaciones románticas que él quería hacerle.
Sin embargo ya había metido la pata. No decírselo ahora solo empeoraría las cosas.
Recorrió los pocos pasos que los separaban para situarse delante de ella. Quería estrecharla entre sus brazos, pero estaba demasiado tensa. Tenía muchas cosas que decir, pero no estaba seguro de que ella deseara escuchar ninguna. Era evidente que le había tomado una verdadera aversión, y puede que fuera debido a su hermana. Por lo menos podría aclarar eso...
—Es cierto que Amanda me atraía. No lo niego. Planeaba decírselo después de que se instalara en casa de vuestra tía, pero sólo si su actitud mejoraba. Me convencí de que el viaje era la causa de su comportamiento, que una vez hubiera terminado ella cambiaria y sería menos irritante y más agradable. No fue así. En todo caso, empeoró. Así que no, todos los planes de cortejarla finalizaron antes de lo que ocurrió en la cuadra.
—No saques ese tema, por favor.
—tengo que hacerlo —comentó NICK, mientras sacudía la cabeza—. Tienes que saber que fue un error.
—Es lo primero que has dicho con lo que estoy de acuerdo —replicó _____.
—No, fue un error mucho mayor de lo que te imaginas. No tenía motivo para sospechar que fingía ser tú. ¿Con quién supones entonces que creí que estaba haciendo el amor?
—Sé con quién querías hacerlo —contestó ______, muy colorada al oír lo que acababa de decir NICK.
—¿Lo sabes? —preguntó éste con el ceño fruncido—. No, diría que no. Pero puede que olvides que te había besado dos veces antes de ese día.
—Una vez —le corrigió.
—Dos veces —insistió NICK—. No intentes volver a negar que eras tú esa noche que acampamos junto al camino; tú, no ella, quien intentó ayudarme con Leroy. Y sí, lo sé. Al principio, pensé que eras tu hermana. Incluso permití que me convencieras un tiempo de que era así. Pero ya no me lo tragó. A ese beso le faltaba algo cuando pensaba que eras ella. Pero esa noche en el porche, sentí que el beso era perfecto.
El rubor de ______ se intensificó. Se alejo y NICK intentó atraerla de nuevo hacia él, pero ella logró zafarse.
—Estás complicando el asunto —indicó _____.
—Es un asunto muy complicado y estoy intentando aclararlo.
—¡Lo estás empeorando! —dijo en tono acusador tras volverse hacia él—. Esa noche, en el porche, me besaste sólo para comparar, no porque desearas hacerlo. Y yo te advertí que a Amanda le gusta aparentar de ese modo, así que ese día, en la cuadra, pensaste desde el principio que estabas con ella. Incluso dijiste... —Se detuvo y apartó la mirada otra vez—. Me contó lo que dijiste.
—¿Cómo? O, lo que es más, ¿por qué la crees si sabes que miente?
—Si alguien está mintiendo, ése eres tú —insistió ______.
—Maldita sea, ___*i. Te juro que pensaba que estaba haciendo el amor contigo. Me quedé de piedra esa noche cuando Amanda confesó que era ella. Para entonces no quería tener nada que ver con tu hermana, y mucho menos casarme. Me tendió una trampa y yo caí en ella. Y me habría tenido que casar con la mujer equivocada si Spencer no hubiese intervenido. Te quería a ti, y todavía te quiero. Te quiero tanto que no puedo pensar con claridad. Tal vez por eso me está saliendo tan mal esta confesión.
—No, el problema es que no te creo. Así que, ¿por qué no nos haces un favor a ambos y... ¿
NICK la estrechó entre sus brazos. Su beso estaba lleno de frustración, desesperación y un poco de rabia por ello. Y pesar. Mucho pesar, porque seguramente sería la última vez que la besaría.
Había esperado muchas cosas de este encuentro, sobre todo que _____ dijera que era demasiado tarde. Pero no había esperado una incredulidad total. Era frustrante. Y temía que, si pudiera convencerla de la verdad, entonces sí le diría que era tarde ya. De cualquier modo había perdido, y eso le enfurecía. Era demasiado importante para él para perderla.
La apartó de él y le dijo con dureza:
—Puedes creer esto. Y, mientras lo haces, entérate de que te amo, antes de que de verdad sea tarde ya.
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Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 54
NICK se marchó de la habitación de _____, y hasta consiguió no dar un portazo al salir. Ella abrió la puerta detrás de él para darlo. NICK se volvió, contempló un momento la puerta y sonrió. Si hacía algo tan emotivo y tonto, aún había esperanza. Por lo menos no le era indiferente como había empezado a pensar.
El ruido del portazo había provocado que se abrieran otras puertas del pasillo. La mayoría de los ocupantes había echado un vistazo rápido y había vuelto a entrar en sus respectivas habitaciones al ver que no pasaba nada de su interés. No ocurrió lo mismo con Amanda. Se apoyó en el marco, a la espera de que NICK pasara a su lado. Era la última persona con la que él quería hablar de algo.
Sólo verla despertó de nuevo su ira. Amanda podía estar disfrutando en secreto de su matrimonio, según Spencer, pero había dejado la vida de NICK sumida en un caos emocional con su campaña egoísta para apoderarse de su maldita herencia. Y no había pagado ninguna consecuencia por ello. ¿Salía siempre tan indemne del daño que provocaba? Era probable que sí.
Se habría ido por otro camino para evitarla, pero no lo había. La habitación de la que acababa de salir estaba en el fondo del pasillo, y tanto la suya como las escaleras, después de la de Amanda. Podía quedarse donde estaba y esperar a que se fuera, pero parecía demasiado resuelta a hablar con él para esperar hasta que se diera por vencida. Decidió adelantársele.
—Si no fueras su hermana, te partiría el cuello en este mismo instante —dijo al pasar a su lado—. Así que no digas una...
—¿De modo que por fin te contó la verdad? Le ha costado bastante.
—¿Qué verdad? —NICK giró en redondo—. ¿Qué no soporta verme después de lo que tú hiciste?
—Si crees eso, eres tonto, vaquero. A mí intentó convencerme de lo mismo. Incluso me lo creí hasta que le abrí el...
—Entérate de algo, Amanda. Has mentido, engañado y manipulado demasiadas veces para que nadie crea una sola palabra de lo que dices. Así que no gastes saliva, por favor.
—¡Pero bueno! —exclamó, indignada, con un gesto ofendido—. Y yo que iba a hacerte un favor porque me sentía benévola.
—¿Se te ocurrió alguna ve que le estaba haciendo el amor a ella, o así lo creía, porque me importaba? Porque yo quería casarme con ella. Con ella, no contigo. Así que el único favor que podrías hacerme es decirme que ese día no eras tú. Pero como eso no es posible... —Se detuvo cuando Amanda empezó a reír.
—No te fías demasiado de tus instintos, ¿verdad, vaquero? Detesto interrumpir tu extraordinaria perorata, pero deseo concedido: no era yo. Sí, mentí un poco —añadió al tiempo que se encogía de hombros—. Pero como no tuviste que casarte conmigo, no pasó nada.
—¿Qué rayos quieres decir con eso de que no eras tú? —NICK la miraba incrédulo.
—Exactamente eso —comentó Amanda—. Ese día os vi entrar en la cuadra y. Como me aburría como una ostra, bajé a averiguar qué hacíais. Os oí haciendo el amor y decidí aprovecharme de esa información. Era un juego. Por lo menos, vuestro secretito habría salido a la luz. Pero ____* estaba demasiado asombrada para llamarme mentirosa, y tú eras demasiado tonto para saber con qué hermana habías hecho el amor. Como te dije, deberías haber confiado en tus instintos. Si me hubieses puesto en evidencia, a buen seguro _____* te habría apoyado y todo habría terminado ahí. Pero en cualquier caso, te libraste, así que no pasó nada.
—Estás mintiendo.
—Pues para variar, no. Pregúntaselo. Si lo niega, sabrás que ella está mintiendo. No se le da muy bien. O podrías echar un vistazo a su baúl. Tiene un par de cuadros tuyos, y uno es bastante revelador. Los encontré el día que Kathleen le enseñó a montar. Sí, soy una fisgona. ¿Y qué? Estar en ese rancho me aburría tanto que me estaba volviendo loca.
Amanda rió otra vez al ver su expresión antes de entrar de nuevo en su habitación y darle con la puerta en las narices. Había hecho lo que quería: dejarlo tan impresionado que no se movía de sitio, incapaz de asimilarlo todo.
También ahora estaba causando problemas adrede. ¿Qué otra razón podía tener? ¿Un favor? Lo más probable era que no hubiera hecho un favor a nadie en su vida.
Que quería creerla era casi la prueba de que no debería hacerlo, ya que Amanda solía crear situaciones para impresionar o decepcionar mucho a la gente. Por supuesto que no era cierto. ______ se lo habría dicho. No le habría dejado así tanto tiempo, reprochándose haber cometido un error tan garrafal.
Dirigió la vista hacia el otro lado del pasillo. ______ estaba sola en su habitación. Por lo menos, Amanda le había dado un motivo para hablar con ella otra vez. Podrían enfrentarse juntos con Amanda. Encontrar algo que tener en común.
No llamó a la puerta. De hecho, esperaba que se hubiera encerrado con llave. Pero no. Era probable que estuviera demasiado enfadada para pensar en ello cuando había dado el portazo a sus espaldas.
La encontró sentada al borde de la cama, contemplando un lienzo que había desenrollado. Estaba tan ensimismada que ni siquiera le había oído entrar y cerrar de nuevo la puerta, aunque si oyó sus pasos cuando se acercó a ella. Alzó los ojos y soltó un grito ahogado.
Pero en lugar de pedirle enseguida que se marchara, _______ volvió a enrollar con rapidez el lienzo y lo lanzó sobre la cama, detrás de ella. Se levantó y, sólo entonces, empezó a fulminarlo con la mirada.
—¿Qué haces aquí otra vez?
—¿Te importa si le echo un vistazo? —preguntó NICK, sin contestar, mientras señalaba con la cabeza hacia el lienzo.
—Me importa.
—Me han aconsejado que lo vea —dijo de pie a su lado—. Por lo tanto, creo que lo haré.
—¡No! —exclamó _______.
A esas alturas, su protesta no iba a detenerlo. Si después tenía que disculparse, lo haría, pero iba a ver qué le escondía. Agarró el lienzo y se volvió cuando ella trató de arrebatárselo de nuevo.
—No tienes ningún derecho, maldita sea —oyó que decía ______ mientras lo desenrollaba.
Se llevó una decepción. Era un retrato suyo. Muy bueno, pero no le decía nada. Lo había pintado. ¿Y qué? Era su afición, algo que le gustaba hacer, y se le daba muy bien.
Se volvió hacia ella, algo colorado mientras le devolvía el lienzo.
—Lo siento. Puede que mi padre te lo compre. Es un retrato excelente.
—Mis cuadros no están a la venta —dijo con frialdad.
NICK empezó a encogerse de hombros y recordó entonces que, en principio, había dos lienzos.
—¿Dónde está el otro? —preguntó.
—¿Qué otro?
—Has pintado dos míos.
—No —insistió, pero se había ruborizado—. ¿Quién te dijo eso?
—Tu hermana.
—¿Y tú la creíste? —gruñó ______.
—Si no te hubieras sonrojado, te diría que no —contestó NICK con el ceño fruncido—. Pero ella tenía razón: no se te da muy bien mentir.
—Se me da muy bien echar a los intrusos de mi habitación. Empezaré a gritar en un segundo si no te largas de aquí.
—Adelante —la retó—. Así todo el piso averiguará qué estás ocultando.
NICK había detectado los baúles en el rincón. Se dirigió hacia allí. _____ no gritó. Le adelantó y se sentó con firmeza sobre unos de ellos.
—No te acerques más —advirtió, señalándolo con un dedo—. No vas a revolver mis cosas.
—¿Te das cuenta de lo extraño que es tu comportamiento, ___*i? —preguntó NICK al tiempo que sacudía la cabeza. ¿Y por qué? ¿Por un talento excepcional que no quieres mostrar a nadie?
No esperó respuesta. La levantó del baúl y la sujeto con un brazo mientras lo abría. Había dos lienzos enrollados sobre la ropa que no había sacado. Alargó la mano hacia uno de ellos y gritó. _______ había cerrado de golpe la tapa sobre su brazo.
Logró sacarlo, y se volvió hacia ella. Pero antes de que pudiera decir nada,_____ se lanzó a sus brazos. Y lo besó. Sabía que lo estaba haciendo para distraerlo del baúl y, desde luego, funcionaba.
La acercó hacia él, amoldó su cuerpo al de ella. ______ le rodeó el cuello con los brazos. Sus gestos estaban llenos de desesperación, pero se acercaban tanto a la pasión que tardó un rato en notar la diferencia. No iba a rechazar lo que _____ le estaba ofreciendo, cuando llevaba tanto tiempo privado de su sabor.
NICK le levantó las caderas contra su entrepierna. El gemido de ______ se perdió en la boca de NICK, apretada contra la suya. La había levantado del suelo y empezado a andar hacia la cama. Cuando llegó, logró acostarla con él sin interrumpir el abrazo, de modo que cubría el cuerpo de ______ con la mitad del suyo. Ella todavía se aferraba a él con fuerza, tan absorta en el beso como él. Esta vez no estaba asustada, sabia lo que estaba haciendo, y eso le daba esperanzas. Dejó que su deseo lo dominara por completo y la tocó; no conseguía cansarse de tocarla. Llevó los labios a su cuello y la besó junto a la oreja. Alargó la mano hacia su falda...
______ se escurrió de inmediato de debajo de su cuerpo y se levantó de la cama. ¿Por qué no le sorprendía?
—Los hombres tenemos un límite, ¿sabes, corazón? —le advirtió mientras se levantaba.
______ seguía de pie, jadeando, con los labios hinchados por sus besos y los ojos azules casi negros de lo oscuros que se habían vuelto. Pero Amanda no era la única de las dos gemelas que no podía tener más que una idea en la cabeza, y la de ______ seguía ocupada en lo que le estaba escondiendo.
—De acuerdo —dijo como si _____ no hubiese hablado—. Te diré qué hay en el baúl si te dejas de tonterías. No es algo que esconda de ti, sino algo que no quiero que vea nadie. Es un desnudo, el primero que dibujado, y como no tenía modelo no es nada exacto. Pinto bastante bien de memoria, pero en este caso usé la imaginación. Siempre había deseado pintar un desnudo, sólo que hasta entonces nunca había tenido un sujeto lo bastante interesante para intentarlo, y lo hice antes de que Amanda y tú...
No terminó. No era necesario. Se había ruborizado otra vez, pero podía ser debido al tema más que por estar mintiendo.
Lo había llamado interesante. Lo consideraba interesante... artísticamente. Dadas las circunstancias, no podía haberle dicho nada menos halagüeño.
Y empezaba a sentirse como un idiota. Lo había pintado desnudo. Los desnudos eran habituales. Que él supiera, todos los artistas los pintaban. Y aunque le gustaría verlo, no demostraría nada. Como siempre, Amanda sólo había provocado desconcierto emocional al sugerir lo contrario.
Procuro aliviar la vergüenza que sentía _____, así como la suya.
—¿Necesitas un modelo? —preguntó con una sonrisa.
—¡No!
—Me lo imaginaba —aseguró encogiéndose de hombros. Se volvió para marcharse, pero se detuvo—. Te pido disculpas, __*i. ¿Pensarás lo que te he dicho antes?
—Por supuesto.
Una respuesta demasiado contundente, lo que significaba que no lo haría. Como había temido, todas sus posibilidades de conquistarla se habían desvanecido cuando ella se enteró de que él había hecho el amor con su hermana.
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 55
—¿Qué haces, pegar la oreja a la pared?
—Claro —admitió Amanda, que se quejó después—: Esta vez mi habitación tenía que estar al otro lado del pasillo de la suya, y no al lado.
Había vuelto a abrir la puerta en el mismo instante en que NICK había salido al pasillo. No trató de evitarla esta vez. De hecho, estaba en medio del pasó, de modo que no podía.
—Así debe de ser difícil escuchar nada, ¿no? —soltó él en tono irónico.
—Sí, a no ser que levanten la voz —corroboró Amanda. Luego, arqueó una ceja—. ¿Qué tengo que hacer, guiarte paso a paso?
—¿Te importaría meterte en tus asuntos, o es pedir demasiado?
—¿Cuándo estás liando tanto los tuyos?
—Tú los liaste. Y lo sigues haciendo. Si fueras un hombre, te...
—Sí, sí, estoy segura —le interrumpió—. No se lo preguntaste, ¿verdad? Tenias que decirle que sabías la verdad. Es la única forma de que consigas que baje la guardia. No puedes librarte del dolor a no ser que lo dejes al descubierto, y no llegaras a ese punto si no lo encuentras antes. Jamás lo admitirá por sí sola. Es demasiado orgullosa para eso.
—Te vuelves a aburrir, ¿verdad? —supuso NICK—. Tres días sin nada que hacer hasta que Bridges regresa a la ciudad. De eso se trata, ¿no? Un nuevo plan para distraerte porque te divierte jugar con las emociones de los demás.
—Estoy intentando ayudarte —suspiró Amanda—. Si pudieras olvidar unos minutos los agravios del pasado, te darías cuenta. Te he dicho la verdad. Incluso te he indicado dónde encontrar la prueba de lo que te conté. Pero ni siquiera te molestaste en mirar los cuadros, ¿verdad?
—El cuadro de un desnudo no prueba nada, Amanda —suspiró NICK.
—¿De qué?
—___* me dijo que me pintó desnudo porque me consideró un sujeto interesante. No es muy halagüeño y, desde luego, no es ninguna prueba.
—Madre mía, es para partirse de risa. —Amanda había soltado una carcajada—. Te habló de él en lugar de dejarte verlo. Bien hecho. Te despistó e impidió que vieras el cuadro. No creí que supiera mentir tan bien.
—Pero tú sí.
—Ya lo creo. Es un arte, ¿sabes? Pero, de vez en cuando, no es útil mentir, y ésta es una de esas veces. Ya te lo dije: me siento benévola, así que te hablaré del cuadro verdadero. Te dibujó acostado sobre un lecho de heno quitándote la camisa. Y mirando hacia arriba, con una expresión tan llena de pasión, que no hay duda de que estás contemplando a una mujer. _______ tendría que haber estado de pie a horcajadas sobre ti para verte así. ¿Lo estaba? Yo sólo os oí, pero no os vi. Aunque el cuadro lo dice todo, con un parecido perfecto. Incluso muestra una cicatriz que tienes cerca del ombligo. No es algo que pudiera imaginar, a no ser que no la tengas. ¿La tienes?
—Tú deberías saberlo —masculló NICK—. Eras tú quien estaba de pie a horcajadas sobre mí en la cuadra.
—Yo no pinto —contestó Amanda con los ojos en blanco—. Lo intenté una vez y me dio tanta vergüenza mi falta de talento que no volví a tocar un pincel. Siempre he sentido envidia del talento de ___*. Lo admito. Ella se quedó con toda la habilidad artística y no me dejó ninguna a mí. De modo que tuve que crearme un talento.
—Manipular a la gente.
—Sí, qué astuto eres —afirmó Amanda con sequedad—. Pero despierta, vaquero. Ahora no lo estoy haciendo. ¿Qué te impide ver la verdad?
—La sencilla razón de que _____ me lo habría dicho —masculló él lo que Amanda pasaba por alto—. No habría permitido que te salieras con la tuya con una mentira así.
—Pues lo hizo. Averigua por qué, y puede que encuentres el dolor que tienes que aliviar.
Por cuarta vez ese día, NICK movió el picaporte de la puerta de _____ Pero ahora estaba cerrada con llave. No le quedaba paciencia para llamar. Golpeó la puerta con el hombro. No cedió.
—¡No te atrevas! —oyó decir desde el otro lado.
Volvió a golpear la puerta con el hombro. La maldita puerta seguía sin ceder. Pero ______ la abrió antes de que lo intentara una tercera vez y se quedó allí plantada, fulminándolo con los ojos airados.
—¡No me puede creer que hayas hecho esto! —siseó.
—¡Y yo no me puedo creer que dejaras que pensara, ni siquiera por un segundo, que había hecho el amor con Amanda!
______ contuvo el aliento y se lo quedó mirando. NICK pasó a su lado para entrar en la habitación. En ese momento estaba tan enfadado que tal vez no debería decir nada más.
—¡Habrías permitido que me casara con Amanda a causa de una mentira! —exclamó tras volverse hacia ella.
—No. —______ bajó la vista—. Habría contado la verdad si te hubieras visto obligado a seguir adelante con la boda, aunque no creía que fueras a agradecerlo ni que tuviera importancia.
—¿Cómo no iba a tenerla?
—Podías no creerme. Y entonces estaba segura de que no la harías. Pero lo habría intentado de todos modos. Sin embargo, después de que Amanda se casara con Spencer, ya no servía de nada.
—¿De nada? ¡De nada! ¿Y dejaste que me angustiara por lo que creía ser el mayor error de mi vida? No ibas a decírmelo nunca, ¿verdad?
—No —contestó ______.
—¿Por qué no?
—Ya lo sabes. Creí que estabas haciendo el amor conmigo, pero no era así. Todo el tiempo creías que estabas con ella.
—Ya te he dicho que no —insistió NICK.
—Y yo ya te he dicho que no te creo. ¡Estaba allí! Sí, era yo. Así que no me puedes negar que me llamaste por su nombre. ¡Estabas seguro de que era ella!
—Demonios, __*. ¿Se trata de eso? —soltó NICK, incrédulo—. Sí, por un brevísimo instante me confundí un poco y creí que podrías ser Amanda. Me sorprendió tu atrevimiento. Pero sólo fue un momento.
Cuando ____ se volvió, vio que NICK relajaba los hombros. No le importaba. Como aquel día en la cuadra, no iba a decir nada
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
.
Capítulo 56
_______ no sabía muy bien qué decirle, o si podría pronunciar alguna palabra con el nudo que tenía en la garganta. ¿Había de creerle, cuando todo ese tiempo había estado segura de que seguía suspirando por Amanda?
Todo lo que le había dicho sonaba bien. Demasiado bien. Ése era el problema. ¿Cómo iba a aceptarlo así como así cuando había sacado conclusiones tan distintas? Significaría que había sido una tonta de remate. Que había dejado que sus dificultades con su hermana llegaran demasiado lejos.
Pero le debía una explicación mejor de la que le había dado. Se volvió hacia él, y vio que se había ido.
Se le cortó la respiración de sorpresa. No le había oído marcharse. Y se había ido con la impresión errónea. No podía permitirlo. Él había entrado sin permiso en su habitación varias veces ese día; ella podía hacer otro tanto.
Sin embargo, no estaba en el hotel. Empezó a asustarse al imaginar lo que estaría pensando. Debería esperar a que volviera, pero no podía. No tenía idea de dónde podía estar, pero lo encontraría. No llevaba fuera mucho rato.
Lo encontró en una esquina del centro de la ciudad, de pie, con las manos en los bolsillos, como si estuviera haciendo lo mismo que ella había hecho antes: pasear sin rumbo, absorto. Era última hora de la tarde, casi de noche. Las tiendas cerraban; la gente iba deprisa hacia su casa y hacia que tanto las aceras como las calles estuvieran más concurridas que de costumbre. Era probable que ese tráfico denso lo hubiera detenido donde estaba.
Debido a su chaqueta, botas y sombrero de ala ancha al estilo del Oeste, inusuales en el Este, los transeúntes lo miraban con curiosidad. Por lo menos, no llevaba la pistolera. La había dejado desde que habían llegado a Chicago.
Se le acercó desde detrás. Al menos había tenido la presencia de ánimo de volverse a poner el velo. Ya había visto a tres personas conocidas, aunque ellas no la habían reconocido.
Una esquina concurrida no era el sitio ideal para tener una conversación, pero no había nadie más parado, así que no creyó que pudieran oírlos. Recibió unos cuantos empujones antes de haberse armado de valor para decir lo que tenía que decir.
—En cuanto pensé que tú creías que yo era Amanda ese día, mi opinión sobre todo lo demás se nubló.
NICK se volvió al oír su voz. Consciente de dónde estaban, la agarró por el brazo y empezó a caminar para que nadie que pasara oyera más de una o dos palabras de lo que estaban diciendo.
—Sabía que estabas enfadada. Iba a explicártelo, pero Amanda no me dio la oportunidad de hacerlo. Estaba horrorizado, más que otra cosa, con su afirmación. En el fondo sabía que tú eras la mujer con quién había hecho el amor, pero cuando no contradijiste sus descabelladas insinuaciones, ya no supe qué diablos pensar.
—Supongo que no tenía la suficiente confianza en mí misma para decir la verdad de inmediato —indicó ______, que había empezado a ruborizarse—. Todavía no me podía creer que me prefirieras a mí en lugar de a Amanda.
—No la prefería a ella —insistió NICK.
—Déjame terminar. Yo no tenía que ser la hermana elegida por ningún hombre. Estuve mucho tiempo haciendo todo lo posible para asegurarme de no serlo.
—¿Por qué?
—Para impedir exactamente lo que pasó. ¿Por qué crees que Amanda hizo esa afirmación? No era sólo por la herencia. Era porque estaba celosa de que pudieras quererme a mí en lugar de a ella. Siempre ha sido así. Por eso trataba de ocultar el hecho de que éramos gemelas. Mi disfraz y los insultos eran para cerciorarme de que los hombres sólo se fijaran en ella.
—De acuerdo, podía ponerse celosa. Pero eso no era motivo para que cambiaras tu aspecto por completo y vivieras esa mentira indefinidamente.
—Lo era para mí. No fallaba nunca, ¿sabes? Si un hombre mostraba el menor interés por mí, o viceversa, Amanda lo atraía hacia ella por cualquier medio, haciendo el amor con él si era preciso. Y, después de haberme restregado por las narices que era suyo, lo dejaba de lado, y le infligía así un gran daño emocional para castigarlo por haber pensado en mí al principio. No quería ver que te ocurría eso.
—¿No podías habérmelo dicho entonces?
—¿Qué me había enamorado de ti? No, Amanda tenía que estar casada antes de que yo pudiera admitir eso.
NICK se detuvo, sonrió y le inclino un poco la cabeza hacia atrás.
—¿Me amas? —le preguntó.
—Yo no he dicho eso. Lo que dije... No compliques las cosas. Estoy tratando de explicarte...
—Cariño, nada más importa si me amas.
Debería aceptarlo, aferrarse a la felicidad y mandar al diablo todo lo demás.
—Si que importa. Aparte de mis sentimientos, todavía no entiendo que pudieras amarme a mí, a mí, cuando ni siquiera sabías cómo era yo en realidad. Es sólo esta cara, su maldita cara...
—Ya es hora de que calles otra vez, ___* —dijo en voz baja y le levantó el velo para poder acariciarle la mejilla—. ¿Crees que no te conozco? Eres la que mostró tanta preocupación por mí que casi me mata cuando me enfrente a aquellos salteadores de diligencias. Eres la que mostró un notable valor, o imprudencia, cuando intentó, sin pensarlo, atacar a un hombre cuatro veces más corpulento que ella sólo para ayudarme. Eres buena, eres considerada, te preocupas por los sentimientos de los demás, hasta puede que demasiado. Admiro tus agallas; admiro tu talento. De hecho, pienso que eres maravillosa. Fue de ti de quién me enamore, ___i, y fue antes de haber visto tu cara real, antes de saber que erais gemelas.
—Lo dices en serio, ¿verdad? —Lo miraba turbada.
—Quiero que seas mi esposa —aseguró NICK, que le sujetaba las dos mejillas con la mano—. ¿Te quieres casar conmigo?
—¡Oh, sí, sí! —______ le rodeó el cuello con los brazos, riendo—. Si no me lo hubieras pedido, puede que te lo hubiera pedido yo a ti.
NICK rió a su vez y empezó a besarla, pero alguien chocó con ellos y masculló sus disculpas. El empujón había devuelto a ____ la conciencia de dónde estaba. No era el sitio para mantener una conversación así. Y le pareció haber reconocido esa voz. Se volvió para ver al hombre, pero no vio a nadie que conociera entre la gente, hasta que sí, y se quedó inmóvil.
—¿Qué pasa? —le preguntó NICK.
Lo miró con los ojos desorbitados, pero sacudió la cabeza.
—Nada —afirmó—. Mi imaginación me ha jugado una mala pasada.
—¿Bridges?
—No, era... —No pudo terminar, y dirigió de nuevo los ojos calle abajo. Fruncía el ceño—. Sé que es una tontería, pero quiero asegurarme. Enseguida vuelvo.
Corrió en la dirección que había seguido el hombre. NICK le iba a la zaga, pero no lo esperó. Era imposible que pudiera ser quién había visto, y sólo tardaría un minuto en comprobarlo.
Alcanzó al hombre y le tiró del brazo para detenerlo.
—¿Papá?
El hombre se volvió, le dirigió una mirada enojada y siguió su camino._____ se quedó allí de pie, sumida en un asombro total
Capítulo 56
_______ no sabía muy bien qué decirle, o si podría pronunciar alguna palabra con el nudo que tenía en la garganta. ¿Había de creerle, cuando todo ese tiempo había estado segura de que seguía suspirando por Amanda?
Todo lo que le había dicho sonaba bien. Demasiado bien. Ése era el problema. ¿Cómo iba a aceptarlo así como así cuando había sacado conclusiones tan distintas? Significaría que había sido una tonta de remate. Que había dejado que sus dificultades con su hermana llegaran demasiado lejos.
Pero le debía una explicación mejor de la que le había dado. Se volvió hacia él, y vio que se había ido.
Se le cortó la respiración de sorpresa. No le había oído marcharse. Y se había ido con la impresión errónea. No podía permitirlo. Él había entrado sin permiso en su habitación varias veces ese día; ella podía hacer otro tanto.
Sin embargo, no estaba en el hotel. Empezó a asustarse al imaginar lo que estaría pensando. Debería esperar a que volviera, pero no podía. No tenía idea de dónde podía estar, pero lo encontraría. No llevaba fuera mucho rato.
Lo encontró en una esquina del centro de la ciudad, de pie, con las manos en los bolsillos, como si estuviera haciendo lo mismo que ella había hecho antes: pasear sin rumbo, absorto. Era última hora de la tarde, casi de noche. Las tiendas cerraban; la gente iba deprisa hacia su casa y hacia que tanto las aceras como las calles estuvieran más concurridas que de costumbre. Era probable que ese tráfico denso lo hubiera detenido donde estaba.
Debido a su chaqueta, botas y sombrero de ala ancha al estilo del Oeste, inusuales en el Este, los transeúntes lo miraban con curiosidad. Por lo menos, no llevaba la pistolera. La había dejado desde que habían llegado a Chicago.
Se le acercó desde detrás. Al menos había tenido la presencia de ánimo de volverse a poner el velo. Ya había visto a tres personas conocidas, aunque ellas no la habían reconocido.
Una esquina concurrida no era el sitio ideal para tener una conversación, pero no había nadie más parado, así que no creyó que pudieran oírlos. Recibió unos cuantos empujones antes de haberse armado de valor para decir lo que tenía que decir.
—En cuanto pensé que tú creías que yo era Amanda ese día, mi opinión sobre todo lo demás se nubló.
NICK se volvió al oír su voz. Consciente de dónde estaban, la agarró por el brazo y empezó a caminar para que nadie que pasara oyera más de una o dos palabras de lo que estaban diciendo.
—Sabía que estabas enfadada. Iba a explicártelo, pero Amanda no me dio la oportunidad de hacerlo. Estaba horrorizado, más que otra cosa, con su afirmación. En el fondo sabía que tú eras la mujer con quién había hecho el amor, pero cuando no contradijiste sus descabelladas insinuaciones, ya no supe qué diablos pensar.
—Supongo que no tenía la suficiente confianza en mí misma para decir la verdad de inmediato —indicó ______, que había empezado a ruborizarse—. Todavía no me podía creer que me prefirieras a mí en lugar de a Amanda.
—No la prefería a ella —insistió NICK.
—Déjame terminar. Yo no tenía que ser la hermana elegida por ningún hombre. Estuve mucho tiempo haciendo todo lo posible para asegurarme de no serlo.
—¿Por qué?
—Para impedir exactamente lo que pasó. ¿Por qué crees que Amanda hizo esa afirmación? No era sólo por la herencia. Era porque estaba celosa de que pudieras quererme a mí en lugar de a ella. Siempre ha sido así. Por eso trataba de ocultar el hecho de que éramos gemelas. Mi disfraz y los insultos eran para cerciorarme de que los hombres sólo se fijaran en ella.
—De acuerdo, podía ponerse celosa. Pero eso no era motivo para que cambiaras tu aspecto por completo y vivieras esa mentira indefinidamente.
—Lo era para mí. No fallaba nunca, ¿sabes? Si un hombre mostraba el menor interés por mí, o viceversa, Amanda lo atraía hacia ella por cualquier medio, haciendo el amor con él si era preciso. Y, después de haberme restregado por las narices que era suyo, lo dejaba de lado, y le infligía así un gran daño emocional para castigarlo por haber pensado en mí al principio. No quería ver que te ocurría eso.
—¿No podías habérmelo dicho entonces?
—¿Qué me había enamorado de ti? No, Amanda tenía que estar casada antes de que yo pudiera admitir eso.
NICK se detuvo, sonrió y le inclino un poco la cabeza hacia atrás.
—¿Me amas? —le preguntó.
—Yo no he dicho eso. Lo que dije... No compliques las cosas. Estoy tratando de explicarte...
—Cariño, nada más importa si me amas.
Debería aceptarlo, aferrarse a la felicidad y mandar al diablo todo lo demás.
—Si que importa. Aparte de mis sentimientos, todavía no entiendo que pudieras amarme a mí, a mí, cuando ni siquiera sabías cómo era yo en realidad. Es sólo esta cara, su maldita cara...
—Ya es hora de que calles otra vez, ___* —dijo en voz baja y le levantó el velo para poder acariciarle la mejilla—. ¿Crees que no te conozco? Eres la que mostró tanta preocupación por mí que casi me mata cuando me enfrente a aquellos salteadores de diligencias. Eres la que mostró un notable valor, o imprudencia, cuando intentó, sin pensarlo, atacar a un hombre cuatro veces más corpulento que ella sólo para ayudarme. Eres buena, eres considerada, te preocupas por los sentimientos de los demás, hasta puede que demasiado. Admiro tus agallas; admiro tu talento. De hecho, pienso que eres maravillosa. Fue de ti de quién me enamore, ___i, y fue antes de haber visto tu cara real, antes de saber que erais gemelas.
—Lo dices en serio, ¿verdad? —Lo miraba turbada.
—Quiero que seas mi esposa —aseguró NICK, que le sujetaba las dos mejillas con la mano—. ¿Te quieres casar conmigo?
—¡Oh, sí, sí! —______ le rodeó el cuello con los brazos, riendo—. Si no me lo hubieras pedido, puede que te lo hubiera pedido yo a ti.
NICK rió a su vez y empezó a besarla, pero alguien chocó con ellos y masculló sus disculpas. El empujón había devuelto a ____ la conciencia de dónde estaba. No era el sitio para mantener una conversación así. Y le pareció haber reconocido esa voz. Se volvió para ver al hombre, pero no vio a nadie que conociera entre la gente, hasta que sí, y se quedó inmóvil.
—¿Qué pasa? —le preguntó NICK.
Lo miró con los ojos desorbitados, pero sacudió la cabeza.
—Nada —afirmó—. Mi imaginación me ha jugado una mala pasada.
—¿Bridges?
—No, era... —No pudo terminar, y dirigió de nuevo los ojos calle abajo. Fruncía el ceño—. Sé que es una tontería, pero quiero asegurarme. Enseguida vuelvo.
Corrió en la dirección que había seguido el hombre. NICK le iba a la zaga, pero no lo esperó. Era imposible que pudiera ser quién había visto, y sólo tardaría un minuto en comprobarlo.
Alcanzó al hombre y le tiró del brazo para detenerlo.
—¿Papá?
El hombre se volvió, le dirigió una mirada enojada y siguió su camino._____ se quedó allí de pie, sumida en un asombro total
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Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
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Capítulo 57
_____ no recordaba muy bien cómo había vuelto al hotel. NICK debió de haber conseguido un carruaje de alquiler porque recordaba vagamente estar sentada en uno. Estaba demasiado aturdida. Se le agolpaban demasiadas ideas en la cabeza. ¿Cómo era posible? Nada encajaba. ¡No tenía sentido! Siempre volvía a un hecho evidente. Él la reconoció y, aún así, siguió adelante.
Además, había estropeado el día más feliz de su vida. Eso era lo único que había ocurrido ese día que no le sorprendía. Era muy propio de su padre, y a la vez también irónico porque, por una vez, no lo había hecho aposta.
NICK la llevó directamente a la habitación de Kathleen. Y su tía sólo tuvo que verle la cara para preguntar alarmada:
—¿Qué ha pasado?
—______ cree haber visto a su padre —contestó NICK después de haber dejado a _____ sentada en el sofá.
—Eso es imposible —repuso Kathleen.
—Ya lo sé, pero el parecido tiene que haber sido el suficiente para...
—Era papá —interrumpió ______ en voz baja. Alzó los ojos hacia su tía y prosiguió—: me miró a la cara, a pocos centímetros. Era papá.
—Bueno, no puedo decir que me alegre oírlo —suspiró Kathleen—. Lo mejor que Mortimer hizo por vosotras fue morirse. ¿Ni siquiera eso pudo hacer bien?
______ estaba saliendo de su asombro. Se puso de pie, agitada. Su tía estaba sola en su habitación cuando NICK llevó allí a _____, pero se estaba acercando la hora de la cena, cuando el resto del grupo se reuniría con ellos. La habitación de Kathleen era mayor que las demás, así que habían pedido que instalara una mesa en ella.
—Mandy se pondrá furiosa cuando lo sepa —predijo _____.
—Seguramente estará demasiado contenta para pedir explicaciones —discrepó Kathleen.
—Creía que lo habíais enterrado —dijo NCIK.
—Lo hicimos, pero era un ataúd cerrado. Jamás se me ocurrió preguntar por qué.
—Así que enterrasteis a otro hombre, y vuestro padre ha estado desaparecido todo este tiempo. ¿Amnesia? —sugirió NICK.
—Sería una explicación válida. —Kathleen se mostró de acuerdo.
—Supongo que sí —añadió ______, que fruncía el ceño pensativa—. Salvo que habría recuperado hoy mismo la memoria, o hace pocos días.
—¿Por qué?
—Porque la hermana de Albert vive en nuestra vieja casa, lo que significa que Albert también —explicó ____—. Seguramente papá todavía no lo sabe.
—¿Y cómo sabes tú eso, si se suponía que tenias que estar escondida? —preguntó Kathleen.
—Salí a dar un paseo —aclaró ______ con una mueca—. No pensaba ir en esa dirección, pero caminé sin rumbo y resultó que me encontré con la hermana de Albert que llegaba a casa. Pero tomé precauciones —añadió, y se dio unos golpecitos en el sombrero con velo que todavía llevaba en la cabeza. Después, se lo quitó—. Nadie me reconoció.
—¿Sabes qué? —dijo Kathleen, que había asentido con la cabeza—. Se me acaba de ocurrir otra explicación.
—¿Cuál?
—El hombre que viste podría ser el hermano gemelo de tu padre.
—No tenía ninguno.
—Puede que sí. Es cosa de familia. Y yo todavía no había nacido cuando él lo hizo, de modo que no puedo saberlo. Podrían haber sido dos. Nuestra madre era lo bastante egoísta y carente de amor maternal como para haber entregado a unos de sus hijos si no quería ocuparse de dos.
—Es un poco descabellado —dijo NICK.
—Sí, es verdad. Pero cosas más extrañas se han visto —insistió Kathleen.
—Salvo que él me reconoció —les recordó ____.
—Tienes razón —dijo Kathleen, que pestañeó exasperada—. Dijiste que estabas frente a él. ¿Y qué te dijo al respecto?
—No se quedó para hablar, y yo estaba demasiado sorprendida para volver a seguirlo. Me dirigió esa mirada enojada de «no me molestes ahora» que tenía reservada para mí.
NICK dio unas palmaditas a su lado en el sofá para indicar a _____ que volviera a sentarse. Ella le complació, y ambos vieron cómo Kathleen arqueaba una ceja cuandoNICK rodeó con el brazo los hombros de NICK y ésta no se lo apartó.
—¿Hay más noticias que dar hoy? —quiso saber Kathleen.
—Sí —contestó ______, con un ligero rubor y una sonrisa enorme—. Pero ahora no es el mejor momento para mencionarlo.
—Felicidades de todos modos. —Kathleen rió.
—¿Por qué? —preguntó Amanda mientras entraba pavoneándose en la habitación, sin llamar a la puerta y seguida de Spencer. Antes de esperar una respuesta, prosiguió—: ¿No ha llegado aún la cena? Me muero de hambre.
—Comiste por dos personas en el almuerzo, y el sol todavía no ha terminado de ponerse. ¿Qué has estado haciendo para tener tanto apetito?
Kathleen había hecho la pregunta con toda la inocencia del mundo, pero Amanda se puso coloradísima, mientras Spencer se sonreía encantado.
—Oh —exclamó Kathleen, que decidió contestar enseguida la pregunta inicial de Amanda con una sonrisa—. ___* y NICK han entendido por fin que se gustan.
—Gracias a mi ayuda —alardeó Amanda.
Kathleen y ____- la miraron incrédulas.
—Ya te lo contaré después —susurró NICK al oído de _____—, pero ella es en realidad responsable de que hoy me mostrara tan insistente.
—¿Amanda haciéndome un favor? —le susurró ______ de vuelta con un resoplido suave—. Cuando las ranas críen...
—No lo dejes para más tarde, cariño —la interrumpió NICK—. Díselo y quítatelo de encima.
_____ pestañeó. Era cierto que la conocía muy bien. Estaba previendo que a su hermana le daría un ataque debido a que ni el viaje ni las molestias que había soportado habían servido de nada. Era otra cosa que no deseaba presenciar el día más feliz de su vida. Pero era imposible evitarlo. No se lo podían ocultar a Amanda.
—Papá está vivo, Mandy. Hoy lo vi en la ciudad. No hay duda, era él. Hemos llegado a la conclusión de que debe de haber perdido la memoria y que la acaba de recuperar.
—Pero, ¿qué explicación dio él? —fue lo único que Amanda preguntó.
______ frunció el ceño. La respuesta de Amanda era demasiado tranquila dadas las circunstancias. Y entonces recordó que su hermana tampoco se había alterado ante la noticia de la muerte de su padre.
—¡Tú lo sabías! —la acusó.
—No, es sólo que nunca acepté que estuviera muerto —dijo Amanda encogiéndose de hombros—. No parecía real, no sé si me entiendes. Y ahora sé por qué, ya que nunca estuvo muerto. ¿De verdad crees que perdió la memoria?
______ estaba demasiado asombrada por la suave reacción de Amanda para contestar de inmediato.
—No hay muchas más cosas que puedan explicar por qué enterramos al hombre equivocado —dijo por fin.
—No enterrasteis a nadie —intervino Stuart, que entraba en la habitación. Kathleen se volvió hacia él.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó.
—El ataúd estaba vacío.
Kathleen, alarmada, soltó un grito ahogado con los ojos desorbitados.
—Dios mío, no lo desenterrarías, ¿verdad?
—No fue necesario —gruñó Stuart—. Acabo de hacer una visita a la policía local. Se rieron de mí en mi cara cuando mencioné que Mortimer Laton había muerto hacía unos meses. Parece que Mortimer y sus adláteres mantuvieron ese entierro bastante en secreto, y eliminaron todo el rastro del mismo después de que las chicas se marcharan de la ciudad. Todo el asunto fue una farsa total. Mortimer Laton ha estado aquí todo el tiempo, dedicado a sus cosas como de costumbre.
—Eso no es posible —insistió Amanda a la vez que sacudía la cabeza con firmeza—. Albert debe de haber encontrado a alguien que se le parece para hacerse pasar por él, para que le resultara más fácil apoderarse de todo. Pero papá ya ha vuelto. No importa dónde haya estado o por qué Albert creyó que estaba muerto. Se lo hará pagar, si no lo ha hecho ya.
Capítulo 57
_____ no recordaba muy bien cómo había vuelto al hotel. NICK debió de haber conseguido un carruaje de alquiler porque recordaba vagamente estar sentada en uno. Estaba demasiado aturdida. Se le agolpaban demasiadas ideas en la cabeza. ¿Cómo era posible? Nada encajaba. ¡No tenía sentido! Siempre volvía a un hecho evidente. Él la reconoció y, aún así, siguió adelante.
Además, había estropeado el día más feliz de su vida. Eso era lo único que había ocurrido ese día que no le sorprendía. Era muy propio de su padre, y a la vez también irónico porque, por una vez, no lo había hecho aposta.
NICK la llevó directamente a la habitación de Kathleen. Y su tía sólo tuvo que verle la cara para preguntar alarmada:
—¿Qué ha pasado?
—______ cree haber visto a su padre —contestó NICK después de haber dejado a _____ sentada en el sofá.
—Eso es imposible —repuso Kathleen.
—Ya lo sé, pero el parecido tiene que haber sido el suficiente para...
—Era papá —interrumpió ______ en voz baja. Alzó los ojos hacia su tía y prosiguió—: me miró a la cara, a pocos centímetros. Era papá.
—Bueno, no puedo decir que me alegre oírlo —suspiró Kathleen—. Lo mejor que Mortimer hizo por vosotras fue morirse. ¿Ni siquiera eso pudo hacer bien?
______ estaba saliendo de su asombro. Se puso de pie, agitada. Su tía estaba sola en su habitación cuando NICK llevó allí a _____, pero se estaba acercando la hora de la cena, cuando el resto del grupo se reuniría con ellos. La habitación de Kathleen era mayor que las demás, así que habían pedido que instalara una mesa en ella.
—Mandy se pondrá furiosa cuando lo sepa —predijo _____.
—Seguramente estará demasiado contenta para pedir explicaciones —discrepó Kathleen.
—Creía que lo habíais enterrado —dijo NCIK.
—Lo hicimos, pero era un ataúd cerrado. Jamás se me ocurrió preguntar por qué.
—Así que enterrasteis a otro hombre, y vuestro padre ha estado desaparecido todo este tiempo. ¿Amnesia? —sugirió NICK.
—Sería una explicación válida. —Kathleen se mostró de acuerdo.
—Supongo que sí —añadió ______, que fruncía el ceño pensativa—. Salvo que habría recuperado hoy mismo la memoria, o hace pocos días.
—¿Por qué?
—Porque la hermana de Albert vive en nuestra vieja casa, lo que significa que Albert también —explicó ____—. Seguramente papá todavía no lo sabe.
—¿Y cómo sabes tú eso, si se suponía que tenias que estar escondida? —preguntó Kathleen.
—Salí a dar un paseo —aclaró ______ con una mueca—. No pensaba ir en esa dirección, pero caminé sin rumbo y resultó que me encontré con la hermana de Albert que llegaba a casa. Pero tomé precauciones —añadió, y se dio unos golpecitos en el sombrero con velo que todavía llevaba en la cabeza. Después, se lo quitó—. Nadie me reconoció.
—¿Sabes qué? —dijo Kathleen, que había asentido con la cabeza—. Se me acaba de ocurrir otra explicación.
—¿Cuál?
—El hombre que viste podría ser el hermano gemelo de tu padre.
—No tenía ninguno.
—Puede que sí. Es cosa de familia. Y yo todavía no había nacido cuando él lo hizo, de modo que no puedo saberlo. Podrían haber sido dos. Nuestra madre era lo bastante egoísta y carente de amor maternal como para haber entregado a unos de sus hijos si no quería ocuparse de dos.
—Es un poco descabellado —dijo NICK.
—Sí, es verdad. Pero cosas más extrañas se han visto —insistió Kathleen.
—Salvo que él me reconoció —les recordó ____.
—Tienes razón —dijo Kathleen, que pestañeó exasperada—. Dijiste que estabas frente a él. ¿Y qué te dijo al respecto?
—No se quedó para hablar, y yo estaba demasiado sorprendida para volver a seguirlo. Me dirigió esa mirada enojada de «no me molestes ahora» que tenía reservada para mí.
NICK dio unas palmaditas a su lado en el sofá para indicar a _____ que volviera a sentarse. Ella le complació, y ambos vieron cómo Kathleen arqueaba una ceja cuandoNICK rodeó con el brazo los hombros de NICK y ésta no se lo apartó.
—¿Hay más noticias que dar hoy? —quiso saber Kathleen.
—Sí —contestó ______, con un ligero rubor y una sonrisa enorme—. Pero ahora no es el mejor momento para mencionarlo.
—Felicidades de todos modos. —Kathleen rió.
—¿Por qué? —preguntó Amanda mientras entraba pavoneándose en la habitación, sin llamar a la puerta y seguida de Spencer. Antes de esperar una respuesta, prosiguió—: ¿No ha llegado aún la cena? Me muero de hambre.
—Comiste por dos personas en el almuerzo, y el sol todavía no ha terminado de ponerse. ¿Qué has estado haciendo para tener tanto apetito?
Kathleen había hecho la pregunta con toda la inocencia del mundo, pero Amanda se puso coloradísima, mientras Spencer se sonreía encantado.
—Oh —exclamó Kathleen, que decidió contestar enseguida la pregunta inicial de Amanda con una sonrisa—. ___* y NICK han entendido por fin que se gustan.
—Gracias a mi ayuda —alardeó Amanda.
Kathleen y ____- la miraron incrédulas.
—Ya te lo contaré después —susurró NICK al oído de _____—, pero ella es en realidad responsable de que hoy me mostrara tan insistente.
—¿Amanda haciéndome un favor? —le susurró ______ de vuelta con un resoplido suave—. Cuando las ranas críen...
—No lo dejes para más tarde, cariño —la interrumpió NICK—. Díselo y quítatelo de encima.
_____ pestañeó. Era cierto que la conocía muy bien. Estaba previendo que a su hermana le daría un ataque debido a que ni el viaje ni las molestias que había soportado habían servido de nada. Era otra cosa que no deseaba presenciar el día más feliz de su vida. Pero era imposible evitarlo. No se lo podían ocultar a Amanda.
—Papá está vivo, Mandy. Hoy lo vi en la ciudad. No hay duda, era él. Hemos llegado a la conclusión de que debe de haber perdido la memoria y que la acaba de recuperar.
—Pero, ¿qué explicación dio él? —fue lo único que Amanda preguntó.
______ frunció el ceño. La respuesta de Amanda era demasiado tranquila dadas las circunstancias. Y entonces recordó que su hermana tampoco se había alterado ante la noticia de la muerte de su padre.
—¡Tú lo sabías! —la acusó.
—No, es sólo que nunca acepté que estuviera muerto —dijo Amanda encogiéndose de hombros—. No parecía real, no sé si me entiendes. Y ahora sé por qué, ya que nunca estuvo muerto. ¿De verdad crees que perdió la memoria?
______ estaba demasiado asombrada por la suave reacción de Amanda para contestar de inmediato.
—No hay muchas más cosas que puedan explicar por qué enterramos al hombre equivocado —dijo por fin.
—No enterrasteis a nadie —intervino Stuart, que entraba en la habitación. Kathleen se volvió hacia él.
—¿Qué quieres decir? —le preguntó.
—El ataúd estaba vacío.
Kathleen, alarmada, soltó un grito ahogado con los ojos desorbitados.
—Dios mío, no lo desenterrarías, ¿verdad?
—No fue necesario —gruñó Stuart—. Acabo de hacer una visita a la policía local. Se rieron de mí en mi cara cuando mencioné que Mortimer Laton había muerto hacía unos meses. Parece que Mortimer y sus adláteres mantuvieron ese entierro bastante en secreto, y eliminaron todo el rastro del mismo después de que las chicas se marcharan de la ciudad. Todo el asunto fue una farsa total. Mortimer Laton ha estado aquí todo el tiempo, dedicado a sus cosas como de costumbre.
—Eso no es posible —insistió Amanda a la vez que sacudía la cabeza con firmeza—. Albert debe de haber encontrado a alguien que se le parece para hacerse pasar por él, para que le resultara más fácil apoderarse de todo. Pero papá ya ha vuelto. No importa dónde haya estado o por qué Albert creyó que estaba muerto. Se lo hará pagar, si no lo ha hecho ya.
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 58
Fueron necesarios dos carruajes para transportarlos a todos, ya que ninguno quería quedarse y perderse el enfrentamiento con la hermana de Albert. Era una lástima que Albert no fuera a estar presente. Pero tal vez Mortimer sí. Había ido en esa dirección. Podían llegar a tiempo de ver cómo la mujer y todas sus pertenencias acababan en la calle. Pero también podía ser que Mortimer ni siquiera supiera que toda su riqueza había sido transferida a su abogado. Era realmente posible que hubiera recuperado la memoria hacía poco y vuelto a Haverhill ese mismo día.
NICK contuvo a ____ para que no subiera al primer carruaje, al que hizo señas para que iniciase la marcha, y después paró otro. Demostró ser bastante enérgico al conseguir quedarse a solas con ella en medio de toda aquella confusión. A _____ no le importó. En realidad, le complacía dejar de discutir un rato el milagroso regreso de su padre de entre los muertos.
—¿Estás bien? —le preguntó mientras la rodeaba con el brazo y la atraía hacia él.
—Ahora sí. De verdad. —Y, luego, le sonrió—. Pero puede que tengamos que fugarnos juntos. Es probable que papá no te acepte como la tía Kathleen, y ahora el consentimiento volverá a depender de él.
—¿Y eso te parece divertido? —NICK había arqueado una ceja.
—No, me importa un comino si da o no su consentimiento. Su regreso apenas significa nada para mí. Lo que hubiera podido sentir por él murió mucho antes de que creyera que él había fallecido. No nos faltaba de nada pero, lo mires como lo mires, no era un buen padre.
—Me gustaría casarme contigo antes de volver a Tejas. Supongo que podría pedirle tu mano después de que se haya aclarado todo.
—No te molestes. Aquí no es posible casarse tan deprisa.
—La idea de tener que esperar, aunque sólo sea unos días... —gimió NICK.
No terminó la frase. En lugar de eso, empezó a besarla. En ese beso afloró mucha pasión con una rapidez asombrosa, lo que indicaba la frustración que había sentido desde hacia semanas. La respuesta de ______ fue igual de apasionada. Intentar negar que lo amaba había sido inútil. Y era una sensación maravillosa admitirlo por fin, y estar segura de que él lo correspondía.
Era realmente el día más feliz de su vida, y uno de los más confusos también. La confusión volvió cuando el coche se detuvo frente a su antigua casa, que, por desgracia, no estaba demasiado lejos del hotel.
—Podría casarnos el capitán de un barco —sugirió ____, algo sin aliento, tras interrumpir el beso—. De hecho, me parece que me gustaría estar confinada contigo en un reducido camarote en alta mar. No tenemos que volver en tren con los demás, ¿verdad?
—No. —NICK gimió ante la idea de tenerla para él solo durante unas semanas en el mar—. Tampoco tenemos que estar aquí. Preferiría enterarme de lo que ocurre por otra persona.
—Se te nota la impaciencia. —_____ rió.
—Ya lo creo —gruñó NICK, pero a continuación suspiró—. De acuerdo, acabemos con esto. No voy a tener toda tu atención hasta que se haya resuelto esta extraña situación. Deberíamos haber traído una partida de hombres. Suelen solucionar las cosas muy deprisa.
______ reía al bajar del carruaje, pero se puso sería al instante al ver a su hermana subiendo por el camino que conducía a la puerta principal de su vieja casa. Conociéndola, Amanda seguía considerándola su casa, y entraría sin llamar. Lo que tal vez no fuera demasiado buena idea, porque ya no era suya en realidad, y no lo sería hasta que detuvieran a Albert y lo acusaran de sus delitos.
Así que corrió por el camino para llegar antes que Amanda a la puerta y la aporreó, abrió un mayordomo al que ninguna de las dos reconoció.
Amanda abrió la boca para exigir entrar, pero esta vez quién se le adelantó fue el mayordomo.
—Pasen, por favor. Las están esperando —dijo.
_______ no debería haber precisado ninguna otra advertencia más. Si no hubiese estado tan distraída con nICK en el camino de ida, tal vez no se habría sorprendido cuando ella y los demás siguieron al mayordomo al comedor y se encontraron con que su padre y la hermana de Albert estaban cenando tranquilamente.
—Vamos a portarnos como personas civilizadas, ¿os parece? —dijo Mortimer, e indicó con una mano las sillas dispuestas alrededor del a larga mesa—. Sentaos. Se está sirviendo la cena.
Nadie se movió. Amanda mostraba un asombro retrasado. Hasta ella podía ver que sus suposiciones habían sido muy equivocadas. Y su padre se mostraba displicente al respecto, como si no hubiera hecho nada malo. Pero eso era típico de él. No le gustaban los enfrentamientos. Ése era uno de los motivos de que hubiese consentido tanto a Amanda. No quería tener que soportar sus berrinches, así que le daba todo lo que quería.
—Parece que diste en el clavo, Stuart. Una farsa total —comentó Kathleen, y sacudió la cabeza.
—¿Eres tú. Kathy? —preguntó Mortimer con curiosidad.
—Sí, soy yo. —Kathleen se sentó en el extremo opuesto de la larga mesa—. Pero no te preocupes, no pienso quedarme mucho rato.
—Has envejecido bien —dijo Mortimer, al tiempo que se encogía de hombros—. No estaba del todo seguro.
—Sí que lo estabas —replicó Kathleen—. Sólo intentas ganar tiempo.
Se puso algo colorado, pero la mujer sentada a su lado lanzó enojada la servilleta sobre la mesa y exclamó:
—¡Largo de aquí! Váyanse todos. ¡No les debemos ninguna explicación!
—¿Quién diablos es usted? —chilló Amanda, a quien esa intervención había devuelto a la realidad.
—La hermana de Albert —indicó _____.
Pero la mujer estaba decidida a hablar por sí misma.
—Vuestra madrastra, aunque esperaba no tener que decíroslo nunca —exclamó.
—¿Te has casado con ella? —preguntó Amanda a su padre.
—Sí, era necesario —contestó Mortimer.
No era una forma lo que se dice normal de expresarlo, lo que hizo que _____ sospechara.
—Era tu amante, ¿verdad?
—¡Mortimer! —se quejó su esposa—. No permitiré que me insulten en mi propia casa.
—No se puede decir que sea un insulto si es la verdad —intervino Kathleen con una sonrisa de satisfacción.
______ comprendió que su tía estaba disfrutando de la situación. Después de tantos años, podía hacérselo pagar a su hermano poniéndolo en un aprieto. Daba gracias por poder leer entre líneas. Una vez superada la sorpresa inicial, sólo sentía curiosidad, y en buena medida ya la había satisfecho. Después de todo, había visto al bebé.
—Si no podemos discutir este asunto con calma, os pediré que os vayáis —dijo Mortimer al grupo en general, aunque miraba a Amanda al hablar. Y, luego, añadió a su mujer—: y eso también va por ti.
La mujer se puso muy colorada, volvió a colocarse la servilleta en el regazo y empezó a comer de nuevo. Podía ser una bruja, y de una grosería inaceptable, pero era evidente que Mortimer no le permitiría armar escándalos en su presencia.
De su grupo, sólo Kathleen y Stuart se habían sentado a la mesa. Amanda estaba demasiado agitada para hacerlo. ______ no creía que fuera a estar el tiempo suficiente para tomarse la molestia. Spencer y NICK les daban su apoyo permaneciendo a su lado.
Kathleen se recostó y comentó con indiferencia, aunque con cierta ironía:
—Así que te casaste con tu amante. Enhorabuena. Pero ¿por qué tenias que morirte para hacerlo?
—Fue idea de Albert —contestó Mortimer, mientras se encogía de hombros—. Yo quería casar a mis dos hijas con una pequeña dote y listos. Pero él me hizo ver el carácter de Amanda y, al final, tuve que darle la razón. No sabes lo tranquilo que se está contigo fuera del estado, mi vida.
Amanda se quedó muda un momento, lo que permitió a Kathleen decir:
—¿Y todo esto fue porque imaginabas que Amanda armaría una buena si te volvías a casar? Es tomar medidas extremas sólo para evitar una rabieta o dos.
—Siempre tuviste una forma curiosa de decir las cosas, Kathy. —Mortimer rió—. Pero no, eso sólo era una pequeña parte del asunto.
—¿Hay más?
—Por supuesto. Novia a empezar desde cero sólo con una nueva esposa, sino con una nueva familia. Ahora tengo un hijo, ¿sabes?
—¿Por eso te casaste con tu amante?
—Aparte de eso —se limitó a aclarar Mortimer, sin responder directamente—, no pensaba dar a las chicas nada de mi dinero ahora que sentía tanto cariño por mi hijo. Al fin y al cabo, son mujeres. Tendrán maridos que las mantengan. Habría sido un derroche total darles una parte de mi patrimonio porque habría ido a parar a sus maridos, algo que no estaba dispuesto a permitir ahora que tengo un hijo.
—Entiendo que consiguieras engañar a las chicas —dijo Kathleen—. Pero ¿cómo lograste engañar a toda la ciudad?
—Porque casi nadie se enteró. —Sonrió.
—Imposible. Un hombre tan prominente como tú... —objetó Kathleen.
—Déjame terminar —le interrumpió Mortimer—. La noticia de mi «muerte», el funeral, todo lo planeamos muy bien para que las chicas zarparan justo después del entierro, antes de que tuvieran ocasión de hablar con alguien. Los días anteriores al funeral, se despedía a las visitas en la misma puerta. No se publicó ningún anuncio en el periódico, pero las chicas no iban a extrañarse de eso porque apenas lo leían. Sólo uno de los pretendientes de Amanda supo lo de mi «muerte» y teníamos un buen cuento preparado para contarle después, o a cualquiera que se enterara de lo del «entierro», pero el caso es que estaba tan desconsolado por el rechazo de Amanda que se marchó a su vez de la ciudad.
—¿Y los criados? ¿Les pagaste para que guardaran silencio?
—Eso habría sido malgastar el dinero. No, el cuento sobre mi «reaparición» funcionó muy bien con las pocas personas que sabían lo del entierro. La explicación fue que se había «supuesto» que yo había muerto, pero que mi cadáver no había sido recuperado.
—Sí, supongo que eso evitaría que la gente se preguntara a quién se había enterrado.
—Exacto. Y fingí tener una pierna rota para explicar por qué no había regresado a tiempo para impedir que se celebrara un funeral.
—¿Cuándo tuvo lugar tu milagroso «regreso»?
—El día después de que las chicas zarparan, por supuesto. Todo estaba calculado alrededor de la fecha de partida de ese barco, para sacar a las chicas de la ciudad antes de que demasiada gente se enterara de nuestro pequeño engaño. Unos cuantos de mis socios recibieron la noticia de la «muerte». Después de todo, a las chicas les habría extrañado que nadie se hubiera presentado al entierro.
—A mí no —intervino ______.
Su padre gruñó al oírla, pero prosiguió con su explicación.
—Pero quienes se enteraron de la «muerte» fueron elegidos con cuidado por no ser muy astutos. Después, aceptaron sin problema la explicación, contentos de mi regreso.
—¿Y los innumerables admiradores de Amanda? —preguntó ______—. ¿Cómo les explicaste su ausencia?
—Un viaje previsto por Europa antes de que sentara la cabeza.
—¿Del que nadie la había oído fanfarronear antes de irse? —se burló ______.
—No quería ver la decepción de ellos al enterarse de que estaría fuera unos meses.
—¿Y cuando no volvió como esperaban?
—Se había casado, por supuesto. —Hizo un ademán con la mano para quitarle importancia.
—Un plan muy elaborado —dijo Kathleen, mientras sacudía la cabeza—. ¿Y todo eso para qué? Aún no estás muerto, Mort. Tu riqueza sigue siendo tuya para disponer de ella como te apetezca. Si no querías ningún revuelo por nombrar al niño tu único heredero, podrías no haber dicho nada a nadie.
—¿Y que se pelearan por mi dinero cuando yo ya no estuviera? Se sabía que eran herederas. Todos los pretendientes de Amanda esperaban un pedazo de pastel. No quería que, si algo me pasaba, alguien se peleara por mi herencia. No, ni hablar, no habría ninguna discusión. Y no habría habido ninguna si las chicas se hubieran quedado en Tejas, donde las mandamos. ¿Por qué han vuelto? —preguntó con una irritación evidente.
—Porque tu hombre de las ideas brillantes tuvo una que no lo fue demasiado al enviar un informe contable de tus propiedades que a Amanda le pareció una sandez. Creímos que Bridges había robado la herencia a las chicas. Ésa es la única razón de que estemos aquí.
—Sí. —Mortimer suspiró—. A veces es bastante tonto.
Su mujer farfullo indignada en defensa de su hermano, pero siguió con la boca cerrada. Mortimer podría haberse casado para tener a su hijo bajo su techo, pero era probable que no la tratara como a una verdadera esposa. No estaba claro que hubiera ningún cariño entre ambos porque, al parecer, había volcado todo su amor en el niño.
—Sigo sin comprender por qué no esperaste hasta que las chicas se casaran y se establecieran en otra parte. Hay gente que forma una nueva familia cuando es mayor, Mort. Ocurre sin cesar.
—Sí, visto ahora, puede que hubiera sido lo mejor. Pero era preferible alejar a Amanda de Haverhill. Y habría sido difícil concertar un matrimonio para ella en otro sitio, porque no deseaba dejar la ciudad. Además, es demasiado celosa para no haber causado problemas cuando me casé y reconocí a Andrew como mi único heredero.
—¿Estás diciendo que tuviste que fingir tu muerte sólo porque malcriaste tanto a tu hija que ni siquiera tú sabías como manejarla?
—En esencia, sí.
Se había puesto colorado de nuevo al reconocer se debilidad. _____ lo entendió a la perfección porque había vivido con ambos. Sabía la clase de alboroto que Amanda podía armar y sabía que a su padre no le habían gustado nunca las escenas de ese tipo. Ni siquiera le sorprendió, en realidad, que hubiera ideado un plan para que Amanda desapareciera totalmente de escena. Ya tenía un nuevo preferido. Amanda ya no significaba apenas nada para él; más bien la consideraba un estorbo.
A ______ le importaba un comino, gracias a Dios. Pero lo sentía un poco por su hermana. ¿Su merecido? No, lo que había hecho su padre era más que eso. Ese hombre al que Amanda había adorado desde niña había fingido su muerte para sacarla de su vida. Y ésa era en realidad la única razón por la que lo había hecho. Había convertido a Amanda en lo que era con su favoritismo egoísta; pero no lo admitiría, no se consideraba culpable. El dinero era una cuestión secundaria. No quería ocuparse de una hija malcriada que ya no le importaba.
Habría sido mucho, muchísimo mejor, haber seguido creyendo que estaba muerto.
Miró a su hermana. Amanda tenía los ojos un poco vidriosos de la emoción y los puños cerrados a cada costado, pero no había explotado como todos esperaban.
—Eres un cobarde miserable, papá —dijo Amanda en un tono tranquilo que sorprendió a todos—. Sabía que no estabas muerto. Jamás me lo pareció, así que no lo acepté. Pero ahora sí me lo parece.
Dicho esto, Amanda se volvió y salió del comedor y de la casa. Tras ella dejó un silencio que se prolongó unos instantes interminables. Luego, Spencer se acercó despacio al extremo de la mesa donde Mortimer estaba sentado. El hombre mayor empezó a levantarse, alarmado, porque la cara del hombre joven contenía toda la rabia ausente en la de Amanda. Spencer volvió a sentarlo con un puñetazo que le acertó de lleno entre la nariz y la boca, y le lastimó ambas.
—No se preocupe —dijo el tejano indignado—. Ya he terminado. Ha sido sólo por mi mujer, ya que es demasiado señora para hacerlo ella misma. Y no necesita su dinero. No necesitará nada mientras yo esté a su lado.
Spencer no esperó su respuesta, no quería recibir ninguna. Pero escupió en el suelo antes de salir detrás de su esposa.
Stuart se levantó, se estiró y alargó la mano hacia Kathleen.
—Tuviste suerte de marcharte de esta inmundicia antes de que te infectara, cariño. ¿Nos vamos a casa?
—Sí, por favor. —Le sonrió y le tomó la mano para irse. Sin embargo, se detuvo en la puerta y se volvió para mirar a su hermano por última vez—. ¿Sabes qué, Mort? En la vida se recoge lo que se siembra. ¿No te parece irónico? A nadie le importaba un comino que estuvieses muerto. Y acabas de escupir a la única persona a la que podría haberle importado que siguieras vivo. Menos mal que ha entrado en razón.
_____ y NICK fueron los únicos que se quedaron. Mortimer no se había molestado en mirar a Marian ni una sola vez. Su esposa seguía comiendo. Era casi cómico. Le importaba tan poco su marido que ni siquiera aparentó preocuparse un poco por la sangre que éste se limpiaba de la cara.
NICK se puso detrás de ______, la agarró por los hombros como muestra de solidaridad.
—Si quieres que le dispare por ti —dijo con una voz que llegaba al otro extremo de la mesa—, lo haré.
_______ se echó a reír, sin que la sorprendiera lo más mínimo poder hacerlo en esas circunstancias. Su padre ya no la impresionaba.
Se volvió, sonrió a NICK y le acarició la mejilla.
—Dices unas cosas tan bonitas...
NICK puso los ojos en blanco. Su respuesta le dio a entender que lo que había ocurrido allí ese día no la había herido como a Amanda.
—Creo que ya sabes dónde está la puerta —dijo Mortimer en un tono frío.
______- apenas lo miró. No habría dicho nada, no sentía la necesidad de enfrentarse a él como los demás, pero la mirada que le dirigió le sentó mal. Ese hombre la había ignorado toda su vida, excepto cuando había querido librarse de ella; entonces, había contado con toda su atención.
—Te compadecería —soltó en un tono familiar—, pero no te lo mereces, ¿Sabes? Compadecería a tu nuevo hijo también, pero tampoco se lo merecerá cuando hayas terminado de educarlo para que sea igual que tú. Eso si es que en realidad es tuyo y no sólo...
—¡Lárgate! —la interrumpió Mortimer furioso.
—Y no sólo otra farsa tramada por un abogado astuto que parece preferir las mentiras a la verdad —terminó ______ y, al ver que la hermana de Albert se había puesto coloradísima, añadió con una carcajada—: Oh, es para partirse de risa. Disfruta de tu nueva familia, papá
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
Capítulo 59
Había un barco que salía al día siguiente. Se aconsejaba a los pasajeros que embarcaran la noche anterior, porque zarparían con la marea de la mañana. Stuart todavía tenía negocios que atender en Chicago, así que él y Kathleen regresarían en el tren. Y, como Spencer prefería el tren al barco, él y Amanda volverían con ellos. Ella Mae, que ya había elegido quedarse con _______ ahora que las hermanas ya no vivirían más juntas, se ofreció para ir con ______ en el viaje por mar ya que ésta necesitaría una acompañante, por lo menos un día más.
Amanda fue a despedirse mientras _______ dejaba listo el equipaje para que lo transportaran hasta el barco. Cenarían todos juntos antes de seguir caminos distintos. Por supuesto, se reunirían en Tejas un unas semanas. Aun así, era la primera vez que las dos hermanas iban a estar separadas más de un día.
Al principio _____ ignoró a Amanda. No quería hablar sobre su padre, como temía que Amanda deseaba. Si bien ______ deseaba olvidar enseguida que había existido y concentrarse sólo en su nueva vida y en su futuro marido, Amanda había recibido un golpe terrible ese día. Además, la vida de Amanda no estaba decidida. Spencer podía pensar que iba a ser como había dicho después de que Amanda se marchara de la casa de Mortimer, pero ella aún no había dado esa impresión
Amanda no había dicho nada. Se había limitado a deambular por la habitación tocando cosas distraídamente. ______ dejó por fin lo que estaba haciendo y se sentó en la cama con un suspiro.
—Me voy a casar mañana, o poco después, ¿sabes? Soy feliz. Amo a NICK. Creo que me va a encantar ser su mujer. Hemos conseguido estar juntos a pesar de tus intentos de arruinar...
—Estoy contenta que lo hayáis aclarado todo —la interrumpió Amanda—. Imaginaba que le dirías la verdad. Jamás se me ocurrió que lo guardarías en secreto con tanta obstinación.
—Mencionó algo sobre el hecho de que tú eras responsable de que hoy hubiera insistido tanto —dijo _____ mirando a su hermana—. ¿Es por eso?
—Por supuesto. No era mi intención sabotear tu pequeño romance. En ese momento me aburría como una ostra mientras esperaba que Spencer apareciera otra vez. Se suponía que ibas a afirmar de inmediato que era mentira, a avergonzarte un poco, a cambiar de mentalidad y dejar de esconderte, a casarte...
—Espera un momento —interrumpió ahora ______—. Si intentas decirme que fue un intentó tuyo de hacer de casamentera, recuerda con quién estás hablando.
—No digas tonterías. Eso ya lo habías hecho tú. Después de todo, hiciste el amor con él. Eso hablaba por sí mismo. Yo sólo apuraba las cosas para que fueran interesantes.
—Porque te aburrías.
—Sí, y supongo que estoy intentando decir que siento haber estropeado tanto las cosas.
—Muy bien, Mandy, ¿Qué quieres?
—Nada.
—Tonterías. Tú no te disculpas sin una razón. Tampoco haces las cosas sólo para ser amable.
—____i, ya sé que tengo muchos defectos. No tienes que recordármelos. Podría decirse que estar lejos de papá, en Tejas, me hizo despertar. Sin él cerca para que aprobara todo lo que hacía, empecé a darme cuenta de que algunas de las cosas que hacía eran simplemente horribles.
_____ se quedó muda un momento.
—¿Qué ocurre en realidad? —quiso saber después.
—Spencer —suspiró Amanda—. Nunca va a amarme del modo que yo esperaba, del modo que NICK te ama a ti. Le divierto, eso es todo.
—¿Quieres entonces que te ame?
—Claro que sí. Es mi marido, ¿no?
—Por la fuerza —le recordó _____-.
—Eso fue sólo para impresionarlo —aclaró Amanda con un gesto de la mano—. No iba a decirle lo mucho que significa para mí, cuando él se muestra tan indiferente. Tengo mi orgullo, ¿sabes?
—¿Quieres decir que no puedes hacer lo que quieras con él? —supuso _____.
—No hace falta que seas sarcástica. Pero no, no puedo. Le trae sin cuidado lo que yo quiera. No hace el menor esfuerzo para complacerme.
—¿Y tú?
—¿Qué?
—¿Te esfuerzas por complacerlo?
Amanda gruñó. Después, frunció el ceño y reflexionó un momento.
—Supongo que no —confesó por fin—. He estado demasiado ocupada intentando evitar que sepa que lo amo.
Eso resultó demasiado familiar a ______. Era exactamente lo que ella, como una tonta, había hecho.
—Te daré un consejo de hermana, ya que yo acabo de pasar por eso. Sé sincera con él. Díselo. Puede que te lleves una sorpresa y descubras que él está haciendo lo mismo: ocultar lo que siente en realidad.
Amanda accedió a intentarlo y debió de hacerlo, porque parecía muy satisfecha consigo misma esa noche, durante al cena. ______ la alcanzó cuando dejaban el hotel. Tenían un coche esperando para ir al barco, pero NICK se detuvo para decir unas palabras a su padre, y Spencer fue a reunirse con ellos.
—¿Se lo dijiste? —susurró ______ a su hermana, tras llevársela aparte.
—Sí.
—¿Y te contestó que él también te ama?
—No, lo negó —dijo Amanda, aunque sonreía de oreja a oreja—. Pero sé que mentía, así que no pasa nada.
—Nos veremos cuando llegues a casa, Mandy —dijo _____ con los ojos en blanco.
—Por cierto —bromeó Amanda—, me gustaría tener un retrato de bodas si no te importa. Así podré lanzarle dardos a algo cuando me enfade con mi marido.
____ seguía riendo cuando se reunió con NICK en el coche. Éste le preguntó por qué.
—Me parece que mi hermana está desarrollando un verdadero sentido del humor —se limitó a contestar.
Se casaron al día siguiente, en el mar, y ______ descubrió con gran placer que ése había acabado siendo el día más feliz de su vida. Nada podía compararse con la euforia que había sentido desde el momento en que había dicho: «Sí, quiero.»
Y NICK se había asegurado de que ese día fuera especial en todos los sentidos. Para ser un vaquero, era muy romántico. Como lo demostraban las flores que había subido a bordo a escondidas y había pedido a Ella Mae que distribuyera por cubierta durante la ceremonia, de modo que _____ no las viera hasta que se hubieran dado el sí. Como también la cena a la luz de las velas, y el hecho de que no prestara atención cuando la copa de vino se cayó de la mesa antes de que estuviera llena. Como acurrucarse con ella esa noche en cubierta tapados con una manta para ver salir la luna llena, que NICK le juró haber pedido sólo para ella.
Y por hacer el amor con ella la mayor parte del día. Después de haberse casado esa mañana, se retiraron de inmediato al camarote que iban a compartir el resto del viaje. No salieron a almorzar y estaban hambrientos a la hora de la cena. Pero ambos habían ahorrado mucha pasión para consumar su matrimonio. Durante el día bromearon diciendo que todavía no les había salido bien y tenían que intentarlo otra vez, y otra vez. Otro recuerdo que saborear. Hubo un momento en el que _____ estaba convencida de que habían roto la cama.
Cuando se retiraron tras la cena, ambos estaban exhaustos. Pero eso no impidió que NICK la atrajera hacia sí y, cuando los besos de buenas noches se prolongaron, averiguaron que, después de todo, no estaban tan agotados.
Un poco después, _____ suspiró con satisfacción y se acurruco cerca de él.
—Creo que por fin nos salió bien —dijo, y sonrió medio dormida.
—¿Estás segura, cariño? —preguntó NICK mientras le recorría el brazo con un dedo. Lo que le provocó un escalofrío en la nuca.
—No te pueden quedar energías . —Se incorporó, sorprendida—. No es posible.
—No. —NICK rió—. Pero reuniré más porque que no voy a cansarme nunca de ti. —La atrajo hacia él para darle un beso muy tierno—. Te amo, ____. Voy a pasarme el resto de mi vida demostrándote cuánto. Cuando seamos viejos y nuestros nietos se reúnan a nuestro alrededor...
—Espera un momento. ¿Cuántos hijos tendremos para producir esos nietos?
—Oh, una media docena, o tal vez tres pares de gemelos.
—¡Gemelos! —gimió —. Espero que no.
—Yo espero que sí —replicó NICK—. Y los criaras sin favoritismos, con todo el amor y los cuidados de los que eres capaz, porque tú eres así. No permitirías que fuera de otro modo.
—De acuerdo, puede que dos pares —concedió con una sonrisa—. ¿Y cuando seamos viejos?
—No lamentarás nada, cariño. Te lo prometo.
Le creyó. No había soñado nunca ser tan feliz, con un vaquero, sólo un vaquero, pero su vaquero. Por fin, un hombre que era suyo.
FIN
tefisasias
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
ame el final en general toda la novela gracias por compartirla con
nosotras espero subas otra :D
nosotras espero subas otra :D
Nani Jonas
Re: Un hombre para mi (Nick y tu)
se acabo
lo siento por no comentar esq estube un tiempo sin internet
de verdad lo siento
y ame voy a poner a leer lo q me falta (que es vastante )
y luego te comnto de nuevo :)
y disculpa por no aver comentado
lo siento por no comentar esq estube un tiempo sin internet
de verdad lo siento
y ame voy a poner a leer lo q me falta (que es vastante )
y luego te comnto de nuevo :)
y disculpa por no aver comentado
angie.lore6
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