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Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Hola!!! algunas ya me conocen por mis novelas que son 3 en fin ahora vengo con mi primera adaptación
es pero que les guste
Nombre : Un matrimonio escandaloso
Autor: Love Slayer (Mily)
Adaptación: Si
Género: Drama y Romance
Advertencias:no
Otras Páginas: no
Argumento:
El exitoso y soltero empresario Joe Stone acababa de descubrir que sólo tenía un mes para casarse o perdería un negocio valorado en cientos de millones. Pero estaba seguro de que no tardaría en encontrar a una mujer que accediese a casarse con él a cambio de una recompensa adecuada...
_______Fairlane, propietaria de una agencia matrimonial, se quedó de piedra al oír la proposición de aquel cliente. Pero lo cierto era que la exorbitante suma que Joe ofrecía resultaba de lo más tentadora. El hecho de que se ofreciera a «ayudarle» no tenía nada que ver con que fuera un hombre increíblemente sexy...
Se busca esposa. Recompensa: dos millones de dólares...
La Sigo???
es pero que les guste
Nombre : Un matrimonio escandaloso
Autor: Love Slayer (Mily)
Adaptación: Si
Género: Drama y Romance
Advertencias:no
Otras Páginas: no
Argumento:
El exitoso y soltero empresario Joe Stone acababa de descubrir que sólo tenía un mes para casarse o perdería un negocio valorado en cientos de millones. Pero estaba seguro de que no tardaría en encontrar a una mujer que accediese a casarse con él a cambio de una recompensa adecuada...
_______Fairlane, propietaria de una agencia matrimonial, se quedó de piedra al oír la proposición de aquel cliente. Pero lo cierto era que la exorbitante suma que Joe ofrecía resultaba de lo más tentadora. El hecho de que se ofreciera a «ayudarle» no tenía nada que ver con que fuera un hombre increíblemente sexy...
Se busca esposa. Recompensa: dos millones de dólares...
La Sigo???
Última edición por Love Slayer (Mily) el Dom 04 Dic 2011, 2:11 pm, editado 2 veces
Micaa *-*
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Nueva Lectora
Pues tu ya sabes que voy a decir
SIGUELA amore mio por favor
Pues tu ya sabes que voy a decir
SIGUELA amore mio por favor
#Ale
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
wiiii nueva lectora
jejej hasta yo acepto su propuesta jeje
y siiii siguela siguela
xoxo
jejej hasta yo acepto su propuesta jeje
y siiii siguela siguela
xoxo
Sam
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Bienvenidas a las nuevas lectoras!!! as quiero ahorita les subo cap
Micaa *-*
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Durante el trayecto en taxi desde Mascot a su apartamento en Glebe, Joe guardó un malhumorado silencio. Estaba molesto con el resultado de su viaje a Estados Unidos y con el rumbo que, dejándose llevar por un impulso, había resuelto tomar.
Pero era ya demasiado tarde para cambiar de idea. Estaba atrapado.
Una vez en casa, Joe se quitó el traje italiano que se había comprado para la reunión con Helsinger y se fue derecho al cuarto de baño. Tras darse una ducha y afeitarse, se puso unos vaqueros azules y una camiseta y se preparó un desayuno decente. El que habían servido en el avión mientras se aproximaban a Sidney le había dejado con hambre.
Se comió el plato de huevos con beicon en la terraza bañada por el sol, que miraba al norte y desde la que se divisaba una magnífica vista del puerto interior de Sidney.
La terraza era una de las razones por las que había comprado aquel apartamento en particular.
Había descubierto que el agua lo relajaba. Nada le gustaba más que sentarse allí fuera por la noche, tras un duro día de trabajo delante del ordenador, y beberse un whisky dejándose acunar por el sonido sedante del mar.
Nada, sin embargo, podía calmarlo en ese momento.
Comió rápidamente, pensando en llenarse el estómago antes de ir en coche al centro para reunirse con su mejor amigo... y banquero. Mientras tiraba las sobras a la basura, se preguntó cómo reaccionaría Richard.
Sospechaba que su amigo lo apoyaría en aquella decisión tan poco convencional. Richard parecía conservador, pero no lo era en realidad. No se llegaba a consejero delegado de un banco internacional antes de los cuarenta siendo dócil y apocado. Richard podía ser muy duro, sobre todo en lo tocante al dinero. Y, por muy descabellado que sonara el plan de Joe, si funcionaba iba a hacerlos a los dos muy ricos.
Cinco minutos después, Joe se puso su chaqueta de cuero negra preferida y se dirigió a la puerta. Media hora después, estaba sentado en el despacho de Richard.
-¿Cómo que no viste a Helsinger? -Richard parecía más confuso que enfadado-. Pensaba que habías confirmado la reunión antes de salir de Sidney.
-Por desgracia, Chuck tuvo que salir de viaje un día antes de que yo llegara a Los Ángeles -le dijo
Joe-. Dejó encargado que me pidieran disculpas Una emergencia familiar.
-Demonios, Joe, qué mala suerte.
No es para tanto. Me reuní con el director gerente. Me aseguró que Comproware seguía muy interesada en mi nuevo programa antivirus y antispyware.
-Sí claro -dijo Richard secamente-. Es brillante.
Joe estuvo de acuerdo con Richard. El programa era brillante; sobre todo, cómo rastreaba los virus o los programas espías hasta dar con su origen, para descargar luego un contragolpe. Joe sabía desde el día que empezó a trabajar en él, que su empresa de software, relativamente pequeña y con sede en Australia, no tenía capacidad suficiente para hacerle justicia a un producto de aquel calibre. Necesitaba una compañía internacional para lanzarlo a nivel mundial.
Tras hacer algunas pesquisas, había dado con Comproware, una compañía de software estadounidense, de fundación relativamente reciente, que tenía fama de ofrecer generosos contratos a los creadores de programas, juegos nuevos y de pagar royalties en lugar de una suma fija.
Después de algunas negociaciones poco fructíferas por teléfono e Internet, Joe había viajado a la sede central de Comproware en Estados Unidos para reunirse cara a cara con el propietario.
Confiaba en cerrar un acuerdo con Helsinger durante su estancia de dos días. No esperaba en absoluto lo ocurrido, ni el camino que se había visto obligado a tomar.
-No conseguí el contrato -reconoció-. Pero en cambio me hicieron una oferta para entrar a formar parte de la empresa como socio.
-¡Como socio! -exclamó Richard, alborozado-. ¿Con Chuck Helsinger? Me estás tomando el pelo. Ese tipo es una leyenda. Todo lo que toca se convierte en oro. Una participación como socio en su empresa tiene que valer millones.
-Más bien miles de millones, Rich. Si consigo cerrar el trato, tu quince por ciento de mi pequeña empresa te va a hacer mucho más rico de lo que ya eres. Reece también va a estar encantado con su quince por ciento.
«Y mi setenta por ciento significa que podré hacer todas las cosas que siempre he querido hacer», pensó Joe no por primera vez. Un centro social en todas las ciudades y pueblos grandes de Australia. Montones de campamentos de verano. Y becas.
Las posibilidades eran ilimitadas.
Pero era ya demasiado tarde para cambiar de idea. Estaba atrapado.
Una vez en casa, Joe se quitó el traje italiano que se había comprado para la reunión con Helsinger y se fue derecho al cuarto de baño. Tras darse una ducha y afeitarse, se puso unos vaqueros azules y una camiseta y se preparó un desayuno decente. El que habían servido en el avión mientras se aproximaban a Sidney le había dejado con hambre.
Se comió el plato de huevos con beicon en la terraza bañada por el sol, que miraba al norte y desde la que se divisaba una magnífica vista del puerto interior de Sidney.
La terraza era una de las razones por las que había comprado aquel apartamento en particular.
Había descubierto que el agua lo relajaba. Nada le gustaba más que sentarse allí fuera por la noche, tras un duro día de trabajo delante del ordenador, y beberse un whisky dejándose acunar por el sonido sedante del mar.
Nada, sin embargo, podía calmarlo en ese momento.
Comió rápidamente, pensando en llenarse el estómago antes de ir en coche al centro para reunirse con su mejor amigo... y banquero. Mientras tiraba las sobras a la basura, se preguntó cómo reaccionaría Richard.
Sospechaba que su amigo lo apoyaría en aquella decisión tan poco convencional. Richard parecía conservador, pero no lo era en realidad. No se llegaba a consejero delegado de un banco internacional antes de los cuarenta siendo dócil y apocado. Richard podía ser muy duro, sobre todo en lo tocante al dinero. Y, por muy descabellado que sonara el plan de Joe, si funcionaba iba a hacerlos a los dos muy ricos.
Cinco minutos después, Joe se puso su chaqueta de cuero negra preferida y se dirigió a la puerta. Media hora después, estaba sentado en el despacho de Richard.
-¿Cómo que no viste a Helsinger? -Richard parecía más confuso que enfadado-. Pensaba que habías confirmado la reunión antes de salir de Sidney.
-Por desgracia, Chuck tuvo que salir de viaje un día antes de que yo llegara a Los Ángeles -le dijo
Joe-. Dejó encargado que me pidieran disculpas Una emergencia familiar.
-Demonios, Joe, qué mala suerte.
No es para tanto. Me reuní con el director gerente. Me aseguró que Comproware seguía muy interesada en mi nuevo programa antivirus y antispyware.
-Sí claro -dijo Richard secamente-. Es brillante.
Joe estuvo de acuerdo con Richard. El programa era brillante; sobre todo, cómo rastreaba los virus o los programas espías hasta dar con su origen, para descargar luego un contragolpe. Joe sabía desde el día que empezó a trabajar en él, que su empresa de software, relativamente pequeña y con sede en Australia, no tenía capacidad suficiente para hacerle justicia a un producto de aquel calibre. Necesitaba una compañía internacional para lanzarlo a nivel mundial.
Tras hacer algunas pesquisas, había dado con Comproware, una compañía de software estadounidense, de fundación relativamente reciente, que tenía fama de ofrecer generosos contratos a los creadores de programas, juegos nuevos y de pagar royalties en lugar de una suma fija.
Después de algunas negociaciones poco fructíferas por teléfono e Internet, Joe había viajado a la sede central de Comproware en Estados Unidos para reunirse cara a cara con el propietario.
Confiaba en cerrar un acuerdo con Helsinger durante su estancia de dos días. No esperaba en absoluto lo ocurrido, ni el camino que se había visto obligado a tomar.
-No conseguí el contrato -reconoció-. Pero en cambio me hicieron una oferta para entrar a formar parte de la empresa como socio.
-¡Como socio! -exclamó Richard, alborozado-. ¿Con Chuck Helsinger? Me estás tomando el pelo. Ese tipo es una leyenda. Todo lo que toca se convierte en oro. Una participación como socio en su empresa tiene que valer millones.
-Más bien miles de millones, Rich. Si consigo cerrar el trato, tu quince por ciento de mi pequeña empresa te va a hacer mucho más rico de lo que ya eres. Reece también va a estar encantado con su quince por ciento.
«Y mi setenta por ciento significa que podré hacer todas las cosas que siempre he querido hacer», pensó Joe no por primera vez. Un centro social en todas las ciudades y pueblos grandes de Australia. Montones de campamentos de verano. Y becas.
Las posibilidades eran ilimitadas.
Micaa *-*
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Como se te ocurre dejarla hay Por favor siguela
#Ale
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
SIguela siguela
como la dejas ahi no no no :x
siguela cuanto antes mejor jejeje no es cierto cuando tu puedas
xoxo
como la dejas ahi no no no :x
siguela cuanto antes mejor jejeje no es cierto cuando tu puedas
xoxo
Sam
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Si conseguía la participación en el negocio, claro.
Richard meneó la cabeza asombrado.
-No puedo creerlo. Es increíble.
-Hay una pequeña pega. Pero puedo arreglarla.
Richard pareció recelar de inmediato.
-¿Qué pega?
-Chuck Helsinger tiene una norma inquebrantable acerca de los hombres con los que se asocia.
-¿Qué norma?
-Tienen que estar casados. Deben de ser hombres formales, con sólidos valores familiares.
-Estás de broma.
-No.
Richard frunció el ceño, soltó un gruñido y se recostó en el sillón de cuero de su despacho, con los codos sobre los brazos mullidos y las manos juntas
-¿Y te importaría decirme cómo vas a arreglar eso?
-Ya me he puesto manos a la obra. Enseguida le escribí un correo electrónico a Chuck diciéndole que me había comprometido hacía poco con una chica estupenda y que íbamos a casarnos antes de Navidad.
Las cejas de Richard formaron un arco sardónico.
Muy ocurrente, Joe, pero no creo que cuele. Los tipos como Chuck Helsinger hacen investigar de arriba abajo a sus posibles socios. Descubrirá enseguida que le has mentido.
-Ya lo he pensado. Pero no va a ser mentira por mucho tiempo.
Richard se echó hacia delante.
-¿Quieres decir que de verdad vas a casarte?
A Joe no le extrañó el asombro de su amigo. A fin de cuentas, era un soltero impenitente. Le había dicho muchas veces a Richard que no pensaba casarse.
Pero nunca había imaginado que pudiera surgir un caso así. A veces, había que hacer lo que había que hacer.
Pero conforme a sus propios términos, claro.
-Si quiero ser su socio -dijo Joe con naturalidad-, tendré que casarme. Y lo antes posible. Helsinger viene el cuatro de diciembre para recoger un yate de lujo que le están construyendo aquí. Es un regalo de Navidad para su familia. Su mujer y él quieren que mi novia y yo pasemos un par de días navegando por Sidney, para conocernos mejor. Supongo que, si le convenzo de que soy un hombre felizmente casado y con firmes valores familiares, me convertiré en su socio. -¡Cielo santo! -exclamó Richard. -Mira, no pienso casarme para siempre -le informó su amigo-. Será sólo un acuerdo de negocios. Fingiremos hasta que esté firmado el contrato.
-Para eso hace falta mucha sangre fría, ¿no, Joe? Hasta para ti.
Joe se encogió de hombros.
-El fin justifica los medios. A fin de cuentas, ¿por qué se empeña ese viejo hipócrita en un requisito tan ridículo? Estar casado no tiene nada que ver con el hecho de ser un buen hombre de negocios. Yo soy buena prueba de ello.
-Puede ser, pero eso no convierte a Helsinger en un hipócrita.
-¿Tú crees? Yo también hice averiguaciones antes de decidirme por Comproware. Escarbé en el pasado profesional y personal de su propietario. ¿Sabías que Chuck va por su tercer matrimonio, y que la mujer en cuestión es veinticinco años más joven que él, que tiene setenta? De acuerdo, llevan casados dieciséis años y ella le ha dado hijos. Dos niños. Pero ¿le convierte eso en un hombre decente con sólidos valores familiares?
-Entiendo lo que quieres decir -masculló Richard.
-Su mujer será igual que él. ¿De veras crees que se casó con él por su encanto? Demonios, no. Se casó con él por el dinero, como suele pasarles a los ricos. Ya sabes cómo son estas cosas, Rich. Para algunos miembros del bello sexo, el dinero es un gran incentivo. Desde que me convertí en millonario, nunca me falta compañía femenina. No me costará ningún trabajo encontrar una esposa temporal. Sólo tengo que agitar la cantidad justa de dinero delante de la naricilla de una de esas mercenarias.
-Da la impresión de que ya has pensado en alguna. Una de tus ex novias, supongo. Has tenido muchas.
-Pues no. Ninguna de ellas me sirve. Lo último que quiero son complicaciones. Necesito una mujer que sepa exactamente y desde el principio lo que le exijo. Es decir, sólo apariencias. El nuestro será un matrimonio nominal que se disolverá con toda discreción en fecha posterior. No habrá consumación, eso te lo aseguro -concluyó resueltamente.
Estaba harto de que las mujeres le pidieran un compromiso sentimental, a pesar de sus advertencias. Al principio, todas parecían aceptar su norma: sólo compañía y sexo. Pero, cuando se las llevaba a la cama un par de veces, todas ellas cambiaban. Joe no soportaba que una mujer empezara a decirle que lo quería. Para empezar, no las creía. Las mujeres eran muy capaces de pronunciar aquellas dos palabras con la única intención de manipular a los hombres y cazarlos.
Richard meneó la cabeza asombrado.
-No puedo creerlo. Es increíble.
-Hay una pequeña pega. Pero puedo arreglarla.
Richard pareció recelar de inmediato.
-¿Qué pega?
-Chuck Helsinger tiene una norma inquebrantable acerca de los hombres con los que se asocia.
-¿Qué norma?
-Tienen que estar casados. Deben de ser hombres formales, con sólidos valores familiares.
-Estás de broma.
-No.
Richard frunció el ceño, soltó un gruñido y se recostó en el sillón de cuero de su despacho, con los codos sobre los brazos mullidos y las manos juntas
-¿Y te importaría decirme cómo vas a arreglar eso?
-Ya me he puesto manos a la obra. Enseguida le escribí un correo electrónico a Chuck diciéndole que me había comprometido hacía poco con una chica estupenda y que íbamos a casarnos antes de Navidad.
Las cejas de Richard formaron un arco sardónico.
Muy ocurrente, Joe, pero no creo que cuele. Los tipos como Chuck Helsinger hacen investigar de arriba abajo a sus posibles socios. Descubrirá enseguida que le has mentido.
-Ya lo he pensado. Pero no va a ser mentira por mucho tiempo.
Richard se echó hacia delante.
-¿Quieres decir que de verdad vas a casarte?
A Joe no le extrañó el asombro de su amigo. A fin de cuentas, era un soltero impenitente. Le había dicho muchas veces a Richard que no pensaba casarse.
Pero nunca había imaginado que pudiera surgir un caso así. A veces, había que hacer lo que había que hacer.
Pero conforme a sus propios términos, claro.
-Si quiero ser su socio -dijo Joe con naturalidad-, tendré que casarme. Y lo antes posible. Helsinger viene el cuatro de diciembre para recoger un yate de lujo que le están construyendo aquí. Es un regalo de Navidad para su familia. Su mujer y él quieren que mi novia y yo pasemos un par de días navegando por Sidney, para conocernos mejor. Supongo que, si le convenzo de que soy un hombre felizmente casado y con firmes valores familiares, me convertiré en su socio. -¡Cielo santo! -exclamó Richard. -Mira, no pienso casarme para siempre -le informó su amigo-. Será sólo un acuerdo de negocios. Fingiremos hasta que esté firmado el contrato.
-Para eso hace falta mucha sangre fría, ¿no, Joe? Hasta para ti.
Joe se encogió de hombros.
-El fin justifica los medios. A fin de cuentas, ¿por qué se empeña ese viejo hipócrita en un requisito tan ridículo? Estar casado no tiene nada que ver con el hecho de ser un buen hombre de negocios. Yo soy buena prueba de ello.
-Puede ser, pero eso no convierte a Helsinger en un hipócrita.
-¿Tú crees? Yo también hice averiguaciones antes de decidirme por Comproware. Escarbé en el pasado profesional y personal de su propietario. ¿Sabías que Chuck va por su tercer matrimonio, y que la mujer en cuestión es veinticinco años más joven que él, que tiene setenta? De acuerdo, llevan casados dieciséis años y ella le ha dado hijos. Dos niños. Pero ¿le convierte eso en un hombre decente con sólidos valores familiares?
-Entiendo lo que quieres decir -masculló Richard.
-Su mujer será igual que él. ¿De veras crees que se casó con él por su encanto? Demonios, no. Se casó con él por el dinero, como suele pasarles a los ricos. Ya sabes cómo son estas cosas, Rich. Para algunos miembros del bello sexo, el dinero es un gran incentivo. Desde que me convertí en millonario, nunca me falta compañía femenina. No me costará ningún trabajo encontrar una esposa temporal. Sólo tengo que agitar la cantidad justa de dinero delante de la naricilla de una de esas mercenarias.
-Da la impresión de que ya has pensado en alguna. Una de tus ex novias, supongo. Has tenido muchas.
-Pues no. Ninguna de ellas me sirve. Lo último que quiero son complicaciones. Necesito una mujer que sepa exactamente y desde el principio lo que le exijo. Es decir, sólo apariencias. El nuestro será un matrimonio nominal que se disolverá con toda discreción en fecha posterior. No habrá consumación, eso te lo aseguro -concluyó resueltamente.
Estaba harto de que las mujeres le pidieran un compromiso sentimental, a pesar de sus advertencias. Al principio, todas parecían aceptar su norma: sólo compañía y sexo. Pero, cuando se las llevaba a la cama un par de veces, todas ellas cambiaban. Joe no soportaba que una mujer empezara a decirle que lo quería. Para empezar, no las creía. Las mujeres eran muy capaces de pronunciar aquellas dos palabras con la única intención de manipular a los hombres y cazarlos.
Micaa *-*
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
woooo :affraid: como la dejas ahi ya quiero que salga la rayita
y que joe se quede con cara de :affraid:
jejje siguela siguela porfis
xoxo
y que joe se quede con cara de :affraid:
jejje siguela siguela porfis
xoxo
Sam
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
queeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!! quieres q te mate verdad??? debes seguirla urgente...!!!
AriannaJr
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Chel´s Jonas escribió:nueva lectora ;)
bienvenida :D
Micaa *-*
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
¡Qué poco sabían que declararle su amor a Joe era como el beso de la muerte!
Por esa razón tenía tantas ex novias. En cuanto empezaban a hablar de amor, se acababa. Su última ex había sido una chica muy entregada a su carrera. Una abogada, elegida porque a Joe le parecía que podía ser distinta. Pero no. Enseguida se había vuelto tan posesiva como todas las demás.
Joe había dejado de salir con chicas una temporada por la sencilla razón de que no soportaba las escenas. Últimamente dedicaba su tiempo libre a las obras benéficas. Y pasaba más horas en el gimnasio.
-¿Y dónde crees que vas a encontrar a esa supermercenaria,Joe? Las mujeres no van por ahí con un cartel diciendo que están dispuestas a casarse por dinero.
-Qué poca memoria tienes, Rich. La sacaré de una agencia de contactos por Internet, por supuesto. ¿No me dijiste tú mismo que, antes de conocer a Holly, probaste en Se Buscan Esposas? ¿Y acaso no me confesaste mientras nos bebíamos una botella de Johnny Walker que esa agencia tiene montones de bellezas oportunistas y hambrientas de dinero?
Richard frunció el ceño.
-Tienes razón. Lo dije. Pero, pensándolo bien, puede que me equivocara. En aquella época, cuando salí con esas mujeres, me había vuelto un cínico Seguramente no eran tan pérfidas. Quiero decir que Reece encontró a Alanna a través de esa agencia. Y nadie en su sano juicio diría que Alana es una oportunista hambrienta de dinero.
-Siempre hay una excepción que confirma la regla – dijo Joe, pensando fugazmente en la bella y encantadora esposa de Reece-. Alana es la excepción. Se Buscan Esposas tendrá lo que estoy buscando. Pero necesito que me des el número de contacto, Rich. ¿Todavía lo tienes? Si no, puedo pedírselo a Reece.
-Lo tengo en alguna parte -reconoció Richard.
No tenía sentido seguir llevándole la contraria, pensó mientras abría el cajón de arriba de su mesa y rebuscaba entre las tarjetas de visita que guardaba en un rincón. Saltaba a la vista que Joe estaba decidido. ¿Y quién podía reprochárselo? Ser socio de Chuck Helsinger era la oportunidad de su vida.
Pero aun así...
Holly no iba a creerle cuando se lo contara. Joe era el soltero más recalcitrante que conocían. Se oponía al matrimonio. Al amor. Y a las mujeres.
No, eso era ir demasiado lejos. No era que se opusiera a las mujeres. Siempre llevaba del brazo alguna chica guapa. Las mujeres zumbaban a su alrededor como abejas en torno a un frasco de miel. Richard no entendía del todo por qué, dado que Joe no era guapo de una manera convencional. Holly decía que se debía a que era alto y moreno y tenía un aspecto amenazador.
Richard estaba de acuerdo en que su apariencia viril debía de ser el principal componente de la atracción que ejercía sobre las mujeres. Era todo músculos y rara vez vestía trajes. Prefería llevar vaqueros y chaquetas de cuero. Negras, como la que llevaba ese día.
Fuera como fuese, a Joe nunca le faltaba compañía femenina. Por fortuna no era el tipo de Holly. A ella le gustaban más los hombres de estilo conversador y formal, como él. Gracias a Dios.
-Aquí está -dijo, dándole la tarjeta a Joe -. La chica que lleva la agencia se llama ______ Fairlane. Su nombre y su número están al dorso. Querrá que vayas a verla para hacerte una entrevista antes de buscarte pareja. Nunca acepta un cliente a través de la red. Te sugiero que no le digas desde el principio cuáles son tus intenciones. La señorita Fairlane se toma muy en serio su trabajo. Y otro consejo: todas las mujeres de la agencia con las que salí eran guapísimas. Convendría que no eligieras una demasiado bella. Si no, puede que a un tipo como tú le cueste dejar las manos quietas.
Joe hizo una mueca.
-¿Qué quieres decir con un tipo como yo?
-A ti te gusta el sexo,Joe. No finjas lo contrario. Desde que te conozco, has tenido más novias que altibajos la bolsa. Creo que convendría que no consumaras el matrimonio. Pero ¿serás capaz de resistirte a la tentación? Lo cierto es que mientras estéis casados -Richard hizo unos signos de comillas con los dedos-, tu flamante esposa y tú pasaréis mucho tiempo junto. Por de pronto, tendréis que compartir camarote en el yate de los Helsinger. Si es muy guapa, puede que te cueste trabajo no tocar la mercancía.
-Me subestimas, Rich. Puedo mantenerme célibe. No hay ningún problema -llevaba varias semanas en aquel estado-. Habiendo tanto dinero en juego, sería capaz de meterme a monje.
Richard no parecía muy convencido.
-Si tú lo dices... Pero no olvides lo que te he dicho sobre _______Fairlane -añadió cuando Joe se levantó-. Ojo con lo que le dices.
-Creo que estás siendo un poco ingenuo con la dueña de Se Buscan Esposas -contestó Joe-. La señorita Fairlane está en el negocio únicamente por dinero, como el noventa y nueve por ciento de sus dientas. Si agito la cantidad adecuada bajo su naricilla, ese viejo saco de patatas me encontrará a la chica perfecta en menos que canta un gallo.
Richard esbozó una sonrisa irónica mientras seguía con la mirada a Joe. Le encantaría presenciar la escena cuando su amigo conociera a la formidable señorita Fairlane.
Quizá Joe tuviera razón en que era tan mercenaria como las mujeres que formaban parte de la base de datos de la agencia de contactos. Él no la conocía lo suficiente como para juzgar. Pero de lo que estaba seguro era de qué _______ Fairlane no era un viejo saco de patatas.
-Mamá, esto es horrible -dijo ______-. ¿Se puede saber cómo os habéis armado tal lío con el dinero?
Antes incluso de hacer la pregunta, _______ ya sabía la respuesta. Su padre siempre había sido aficionado a los planes para hacerse rico en un santiamén. No era un jugador en el sentido corriente del término. No malgastaba su dinero en los casinos o en el hipódromo, pero era el típico ingenuo que se dejaba convencer por inversiones y negocios que parecían demasiado buenos para ser verdad.
De pequeña, _______ no era consciente de lo mal hombre de negocios que era su padre. Nunca le había faltado de nada. Como era hija única, siempre había estado muy mimada.
Cuando fue mayor, se dio cuenta de que sus padres vivían a crédito.
________ llevaba algún tiempo ayudando a su madre con el presupuesto doméstico: cada vez que se veían, le pasaba cien dólares, más o menos. Pero de pronto parecía que las cosas habían tocado fondo. Su padre no podía continuar con su último negocio: una franquicia de segadoras de césped para la que había pedido un préstamo, además de la abultada hipoteca de su casa, y para la que hacía falta un hombre más joven.
Su padre estaba en bastante buena forma. Pero tenía cincuenta y siete años.
El mes anterior, se había caído y se había roto un tobillo. Naturalmente, no tenía seguro. ¿Qué compañía de seguros en su sano juicio se lo habría dado, de todas formas?
El banco amenazaba con embargarles la casa si no pagaban la hipoteca, de la que ya debían unos meses. ________ podía pagar un par de plazos, pero no los miles de dólares de los atrasos.
Lo cual significaba que sus padres se encontrarían pronto sin dinero y sin casa.
________ se estremeció al pensar en que se fueran a vivir con ella. Tenía treinta y cuatro años. Hacía mucho tiempo que no le apetecía vivir con sus padres.
Para colmo, llevaba su negocio desde casa, usando como despacho uno de los dos dormitorios de su chalé adosado, y el cuarto de estar de la planta de abajo como recepción y cuarto de entrevistas. Sería un lío que hubiera dos adultos más en casa. Sobre todo, dos adultos deprimidos.
Por esa razón tenía tantas ex novias. En cuanto empezaban a hablar de amor, se acababa. Su última ex había sido una chica muy entregada a su carrera. Una abogada, elegida porque a Joe le parecía que podía ser distinta. Pero no. Enseguida se había vuelto tan posesiva como todas las demás.
Joe había dejado de salir con chicas una temporada por la sencilla razón de que no soportaba las escenas. Últimamente dedicaba su tiempo libre a las obras benéficas. Y pasaba más horas en el gimnasio.
-¿Y dónde crees que vas a encontrar a esa supermercenaria,Joe? Las mujeres no van por ahí con un cartel diciendo que están dispuestas a casarse por dinero.
-Qué poca memoria tienes, Rich. La sacaré de una agencia de contactos por Internet, por supuesto. ¿No me dijiste tú mismo que, antes de conocer a Holly, probaste en Se Buscan Esposas? ¿Y acaso no me confesaste mientras nos bebíamos una botella de Johnny Walker que esa agencia tiene montones de bellezas oportunistas y hambrientas de dinero?
Richard frunció el ceño.
-Tienes razón. Lo dije. Pero, pensándolo bien, puede que me equivocara. En aquella época, cuando salí con esas mujeres, me había vuelto un cínico Seguramente no eran tan pérfidas. Quiero decir que Reece encontró a Alanna a través de esa agencia. Y nadie en su sano juicio diría que Alana es una oportunista hambrienta de dinero.
-Siempre hay una excepción que confirma la regla – dijo Joe, pensando fugazmente en la bella y encantadora esposa de Reece-. Alana es la excepción. Se Buscan Esposas tendrá lo que estoy buscando. Pero necesito que me des el número de contacto, Rich. ¿Todavía lo tienes? Si no, puedo pedírselo a Reece.
-Lo tengo en alguna parte -reconoció Richard.
No tenía sentido seguir llevándole la contraria, pensó mientras abría el cajón de arriba de su mesa y rebuscaba entre las tarjetas de visita que guardaba en un rincón. Saltaba a la vista que Joe estaba decidido. ¿Y quién podía reprochárselo? Ser socio de Chuck Helsinger era la oportunidad de su vida.
Pero aun así...
Holly no iba a creerle cuando se lo contara. Joe era el soltero más recalcitrante que conocían. Se oponía al matrimonio. Al amor. Y a las mujeres.
No, eso era ir demasiado lejos. No era que se opusiera a las mujeres. Siempre llevaba del brazo alguna chica guapa. Las mujeres zumbaban a su alrededor como abejas en torno a un frasco de miel. Richard no entendía del todo por qué, dado que Joe no era guapo de una manera convencional. Holly decía que se debía a que era alto y moreno y tenía un aspecto amenazador.
Richard estaba de acuerdo en que su apariencia viril debía de ser el principal componente de la atracción que ejercía sobre las mujeres. Era todo músculos y rara vez vestía trajes. Prefería llevar vaqueros y chaquetas de cuero. Negras, como la que llevaba ese día.
Fuera como fuese, a Joe nunca le faltaba compañía femenina. Por fortuna no era el tipo de Holly. A ella le gustaban más los hombres de estilo conversador y formal, como él. Gracias a Dios.
-Aquí está -dijo, dándole la tarjeta a Joe -. La chica que lleva la agencia se llama ______ Fairlane. Su nombre y su número están al dorso. Querrá que vayas a verla para hacerte una entrevista antes de buscarte pareja. Nunca acepta un cliente a través de la red. Te sugiero que no le digas desde el principio cuáles son tus intenciones. La señorita Fairlane se toma muy en serio su trabajo. Y otro consejo: todas las mujeres de la agencia con las que salí eran guapísimas. Convendría que no eligieras una demasiado bella. Si no, puede que a un tipo como tú le cueste dejar las manos quietas.
Joe hizo una mueca.
-¿Qué quieres decir con un tipo como yo?
-A ti te gusta el sexo,Joe. No finjas lo contrario. Desde que te conozco, has tenido más novias que altibajos la bolsa. Creo que convendría que no consumaras el matrimonio. Pero ¿serás capaz de resistirte a la tentación? Lo cierto es que mientras estéis casados -Richard hizo unos signos de comillas con los dedos-, tu flamante esposa y tú pasaréis mucho tiempo junto. Por de pronto, tendréis que compartir camarote en el yate de los Helsinger. Si es muy guapa, puede que te cueste trabajo no tocar la mercancía.
-Me subestimas, Rich. Puedo mantenerme célibe. No hay ningún problema -llevaba varias semanas en aquel estado-. Habiendo tanto dinero en juego, sería capaz de meterme a monje.
Richard no parecía muy convencido.
-Si tú lo dices... Pero no olvides lo que te he dicho sobre _______Fairlane -añadió cuando Joe se levantó-. Ojo con lo que le dices.
-Creo que estás siendo un poco ingenuo con la dueña de Se Buscan Esposas -contestó Joe-. La señorita Fairlane está en el negocio únicamente por dinero, como el noventa y nueve por ciento de sus dientas. Si agito la cantidad adecuada bajo su naricilla, ese viejo saco de patatas me encontrará a la chica perfecta en menos que canta un gallo.
Richard esbozó una sonrisa irónica mientras seguía con la mirada a Joe. Le encantaría presenciar la escena cuando su amigo conociera a la formidable señorita Fairlane.
Quizá Joe tuviera razón en que era tan mercenaria como las mujeres que formaban parte de la base de datos de la agencia de contactos. Él no la conocía lo suficiente como para juzgar. Pero de lo que estaba seguro era de qué _______ Fairlane no era un viejo saco de patatas.
-Mamá, esto es horrible -dijo ______-. ¿Se puede saber cómo os habéis armado tal lío con el dinero?
Antes incluso de hacer la pregunta, _______ ya sabía la respuesta. Su padre siempre había sido aficionado a los planes para hacerse rico en un santiamén. No era un jugador en el sentido corriente del término. No malgastaba su dinero en los casinos o en el hipódromo, pero era el típico ingenuo que se dejaba convencer por inversiones y negocios que parecían demasiado buenos para ser verdad.
De pequeña, _______ no era consciente de lo mal hombre de negocios que era su padre. Nunca le había faltado de nada. Como era hija única, siempre había estado muy mimada.
Cuando fue mayor, se dio cuenta de que sus padres vivían a crédito.
________ llevaba algún tiempo ayudando a su madre con el presupuesto doméstico: cada vez que se veían, le pasaba cien dólares, más o menos. Pero de pronto parecía que las cosas habían tocado fondo. Su padre no podía continuar con su último negocio: una franquicia de segadoras de césped para la que había pedido un préstamo, además de la abultada hipoteca de su casa, y para la que hacía falta un hombre más joven.
Su padre estaba en bastante buena forma. Pero tenía cincuenta y siete años.
El mes anterior, se había caído y se había roto un tobillo. Naturalmente, no tenía seguro. ¿Qué compañía de seguros en su sano juicio se lo habría dado, de todas formas?
El banco amenazaba con embargarles la casa si no pagaban la hipoteca, de la que ya debían unos meses. ________ podía pagar un par de plazos, pero no los miles de dólares de los atrasos.
Lo cual significaba que sus padres se encontrarían pronto sin dinero y sin casa.
________ se estremeció al pensar en que se fueran a vivir con ella. Tenía treinta y cuatro años. Hacía mucho tiempo que no le apetecía vivir con sus padres.
Para colmo, llevaba su negocio desde casa, usando como despacho uno de los dos dormitorios de su chalé adosado, y el cuarto de estar de la planta de abajo como recepción y cuarto de entrevistas. Sería un lío que hubiera dos adultos más en casa. Sobre todo, dos adultos deprimidos.
Micaa *-*
Re: Un Matrimonio escandaloso Joe & Tu *Terminada*
Hola soy nueva lectora me encanta tu nove
siguela porfavor
siguela porfavor
Nani Jonas
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