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*La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
Mis niñas, les pido mil millones de disculpas. No les he podido subir en ninguna de mis novelas porque estoy de nuevo en las clases de conducción y a penas tengo tiempo. Dentro de un rato les sobo Ok? De nuevo perdonenme...
ForJoeJonas
Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
No te preocupes, esperamos ;)
Lo importante esque subiras cap! :D
Lo importante esque subiras cap! :D
Kardashian♡.
Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
Siguelaaa!!
ESPERO CAP! PRONTO..
porfis :D
ESPERO CAP! PRONTO..
porfis :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
Donde estas mujer?!
Me tienes desesperada D:
SIGUELAAA!
Me tienes desesperada D:
SIGUELAAA!
Kardashian♡.
Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
Mis niñas, acá les traigo sus capis. de nuevo les pido perdón por no haberles subido cuando les prometí pero se me complicaron las cosas... Asíq ue aquí les traigo su regalo de Navidad xD
PD: Bienvenidas mis nuevas lectoras!!!!!
PD: Bienvenidas mis nuevas lectoras!!!!!
ForJoeJonas
Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
—Esperaba que me lo ofrecieras. De hecho, creo que también me serviré una porción de esta tarta de café.
—La hizo Louise Pritchard. Su marido lleva la repostería.
Cortó un trozo y se lo llevó a la boca.
—Mmm, está sabrosa —se acercó a la encimera y se sirvió una taza de café y regresó a su lado—. También me gustó el beso que nos dimos bajo el muérdago. Creo que repetiré —, sin esperar que le diera permiso, bajó la cabeza y robó otro beso de sus labios sorprendidos—. ¿Sabes una cosa? —comentó al apartar la boca—. Besarte podría convertirse en un hábito. Tienes una boca perfecta. A decir verdad, no recuerdo cuándo fue la última vez que me divertí tanto en una Nochebuena.
«Yo tampoco, Joe McClain». Aunque la palabra «diversión» no abarcaba lo que sentía. __________ supo que algo devastador estaba ocurriéndole.
· Capítulo 6
—En cuanto termine de comer, te ayudaré a envolver los regalos. Sarah jamás sabrá lo que hemos hecho.
La velada había sido tan perfecta que ___________ no quería estropearla, pero la ansiedad pudo con ella.
—¿Crees que Sarah es la niña que robaron aquellos convictos?
—Aún no lo sé —frunció el ceño—. Ya nos ha proporcionado algunas pistas, pero no sabremos nada definitivo hasta que el cuartel general complete su investigación.
—Es una chica muy inteligente —respiró hondo—, pero...
—Carece de un conocimiento común sobre cosas básicas —concluyó por ella—. Créeme, he notado los agujeros que hay en su educación.
—Si ha sido llevada de un lado a otro por esos hombres horribles... —la emoción le dificultó articular las palabras—... entonces ha perdido dos años vitales en su educación. Una experiencia semejante explicaría las lagunas que tiene.
—Su vulnerabilidad es demasiado llamativa —asintió.
—Lo sé —suspiró—. En este punto se encuentra lista para aferrarse a cualquiera que le muestre un poco de amabilidad.
—Ya está loca por ti —la miró fijamente—. Por eso es imperativo que la reunamos con su familia lo más pronto posible. De lo contrario, no querrá dejarte.
—Ni a ti —añadió con voz trémula—. La has oído. Ya nos ha confiado que desearía que fuéramos sus padres.
—Como la niña que es, quiere negar todo lo malo y aspirar a lo bueno.
Al ser Joe un soltero confirmado, era evidente que no le había gustado el deseo de Sarah. Eso no debería haberla herido, pero, de algún modo, lo había hecho. Los sentimientos que ella experimentaba no eran compartidos por Joe. ¿Y por qué habría de ser así? «¡Eres una tonta, __________ Longley!»
—Es posible que Sarah sea la víctima de secuestro de otra situación —teorizó él—. Probablemente tenga unos padres que se llenarán de alegría al enterarse de que la van a recuperar.
—¿Y si es la pequeña cuya madre fue asesinada? ¿Tiene padre? —Joe exhibió una mirada que ella no pudo descifrar.
—Según mis fuentes, la madre jamás se casó y el padre la dejó hace mucho tiempo.
—Entonces, ¿Sarah está sola en el mundo? —preguntó con un jadeo.
—No necesariamente. Podría tener más familia. Tías y tíos. Ya he pedido en el departamento que lo investiguen.
—Pero, ¿si no aparece nadie para reclamarla? —musitó.
—No lleguemos a conclusiones precipitadas —sus facciones se endurecieron.
—Será entregada a hogares de refugio hasta que sea adoptada, ¿verdad? —insistió _________. La idea de que Sarah tuviera que vivir con desconocidos la atormentaba—. Esa gente no sería capaz de comprender el trauma por el que ha pasado, Joe. Es tan joven e inocente. Tan dulce. No podría soportar...
—__________ —murmuró con voz ronca. Al siguiente instante la tuvo en sus fuertes brazos y apoyó su cara contra su hombro, donde ella se desmoronó.
—Si la hubieras oído llorar durante la tormenta, si hubieras visto sus piernas desprotegidas, delgadas y frías sosteniéndola mientras aporreaba el escaparate con las manos heladas, tú...
—Sss —reprendió con gentileza sobre su sedoso pelo rubio y la abrazó con más fuerza—. La encontraste a tiempo. Se encuentra a salvo y cobijada bajo tu techo. No pienses en los problemas. Estamos en Navidad, ¿recuerdas? Un tiempo de milagros.
—Tienes razón —hipó—. Fue un milagro que pudiera oírla en esa tormenta. Si no...
—Pero la oíste —musitó.
—Prométeme una cosa, Joe —le agarró los brazos.
—¿Qué?
—Prométeme que si no tiene familia usarás tu influencia para cerciorarte de que vaya con los mejores padres adoptivos que haya —en su ansiedad alzó la cabeza sin darse cuenta hasta que fue demasiado tarde de lo cerca que quedarían sus caras. Sintió el calor de su aliento en la mejilla—. Prométeme que será la gente idónea la que termine por cuidar de ella.
—Lo prometo —su intensa mirada taladró sus ojos verdes.
—Gracias —sintió que el juramento abarcaba el núcleo de su cuerpo; sin éxito intentó frenar las lágrimas.
—No hace falta que me las des —una vez más le rozó la boca con los labios antes de soltarla. __________ notó un extraño vacío sin sus brazos alrededor de ella—. Yo quiero lo mismo para Sarah —añadió al ponerse a recoger los regalos para llevarlos de vuelta al salón.
Ella lo creyó. Había sido testigo del vínculo que se había creado entre Sarah y Joe, un milagro en sí mismo si se consideraba que la pequeña había estado a merced de unos hombres terribles hasta esa noche. Tras esa experiencia, no le habría extrañado que los hombres la asustaran. Pero Joe tenía una manera de ser...
«Y no solo con los niños», gritó su corazón. La proximidad de sus cuerpos le había parecido perfecta. Tenerlo bajo su techo esa noche resultaba lo más natural del mundo. Si quería ser totalmente sincera consigo misma, deseaba que la magia de esa Navidad no se terminara jamás.
El año anterior a esa hora había querido morir.
Ese año...
Ese año, Joe y Sarah podían ser la familia con la que siempre había soñado. No parecía posible que algo semejante hubiera pasado, sin embargo, allí estaban los tres juntos.
¡Joe no podía averiguar lo que sentía! Debería representar la mejor actuación de su vida.
Porque todo en ella gritaba para seguirlo al salón y pasar el resto de la noche hablando con él, comprendió que debía renunciar a ese placer.
Decidida como nunca lo había estado en la vida, permaneció en la cocina para limpiar el desorden que habían creado.
Después de proporcionarle a Joe un tiempo de media hora, apagó la luz y se dirigió de puntillas al salón. Sarah dormía, y la respiración profunda y regular de Joe le indicó que él también.
Resistió el impulso casi abrumador de acercársele. A cambio, se metió en la cama junto a Jimmy y Sarah.
La noche anterior jamás habría podido imaginar la situación en la que se encontraba. No obstante, esa noche no era capaz de imaginar otra cosa.
Se puso de costado para poder darse un festín con el físico de Joe. No supo cuánto tiempo permaneció así, quizá media hora. Pero en algún momento debió quedarse dormida. Por la mañana fue consciente de que alguien la llamaba. Al principio pensó que soñaba, pero al final se dio cuenta de que era la voz de Sarah.
—No me pegues, Charlie. Seré buena. Seré buena.
__________ se irguió en la cama y se apartó el pelo de los ojos. El reloj indicaba las cinco y media. Al parecer Sarah tenía una pesadilla. Aunque muy dormida, con el brazo se cubría la cabeza como para evitar un golpe.
A poca distancia, el resplandor del árbol de Navidad revelaba las facciones talladas del rostro de Joe y su torso cubierto con una camiseta blanca. También él había oído los gritos de la pequeña y se había despertado. Encendió una de las lámparas para iluminar el salón.
Sus ojos se encontraron con una comprensión horrorizada antes de que ___________ abrazara a Sarah.
—Está bien, cariño. Ha sido solo un sueño —musitó. Por ese entonces, Joe, que llevaba la parte inferior de los pijamas azules de su padre, se había acercado a ellas para sentarse del otro lado de la niña y rodearlas a ambas con un brazo.
El gesto tenía la intención de consolar a la pequeña. Pero hizo que __________ fuera muy consciente de su cercanía física. A la mínima provocación se acurrucaría en sus brazos y no se movería de allí.
Al principio Sarah pareció desorientada. Miró a __________ y luego trasladó su atención a Joe, quien bajó la cabeza y le besó la punta de la nariz. Eso provocó una amplia sonrisa en su carita y consiguió sacarla de su estado.
—Feliz Navidad, Sarah. Parece que Papá Noel vino anoche.
—¿Me ha traído regalos? —lo miró maravillada.
—Mira bajo el árbol.
De inmediato la pequeña salió de la cama y corrió a examinar los paquetes, gritando extasiada ante cada uno de ellos.
—Veo algo más que cuelga de la chimenea —indicó ___________.
Mientras Sarah se dirigía hacia allí para inspeccionar, Joe la miró. Ella vio muchas cosas en sus ojos, entre ellas una expresión de ternura indescriptible. Durante ese momento íntimo de silencio, le pareció vislumbrar la esencia del hombre que probablemente no mostraba muy a menudo ese lado vulnerable. Fue una revelación.
—¡Es un calcetín! ¿Puedo bajarlo? —Sarah daba botes de excitación.
Joe rio entre dientes antes de centrar su atención en la pequeña.
—Desde luego. Papá Noel lo dejó lleno de cosas ricas, especialmente para ti.
Observar a Sarah era como redescubrir el júbilo de la Navidad con todo su entusiasmo. ___________ no necesitaba mirar a Joe para saber que experimentaba lo mismo.
La pequeña tiró del calcetín y, como cualquier otra niña, vertió su contenido hasta dejar todo extendido sobre la alfombra.
—¿Qué te apuestas que lo primero que se lleva a la boca es el bastón de caramelo? —susurró Joe en su oído, provocándole unos temblores deliciosos por su cuerpo sensibilizado.
Sarah no tardó en darle la razón.
—Mmm —comentó mientras lo chupaba y comenzaba a desenvolver otra delicia dulce.
El emitió una risa ronca; el sonido cautivó a __________. De hecho, toda la situación le gustaba demasiado.
—¿Por qué no empiezas a abrir tus regalos, Sarah? —sugirió. Menos mal que había tenido la previsión de llevar algunas cosas de la tienda.
Joe se incorporó de la cama y se acercó a su pequeña invitada.
—Si te comes todos los caramelos, no tendrás ganas de desayunar. Recuerda que ___________ va a preparar unas tortitas para su mermelada.
—¿De verdad? —bromeó ___________—. ¿Sabías que un pequeño elfo me ha susurrado que quizá tomemos unos bollos calientes?
—Eso es incluso mejor —convino él, recompensándola con una sonrisa que le desbocó el corazón—. ¿Qué te parece si abres este paquete? —se lo entregó a Sarah.
—¿Qué es?
—Tienes que descubrirlo tú. Adelante. Quítale el papel y comprueba qué hay dentro.
Con manos trémulas, Sarah obedeció para descubrir el sombrero vaquero. Lo estudió y luego se lo puso. Joe ajustó el cordel bajo su barbilla, después le dio otro beso en la mejilla.
—Ahora pareces una verdadera vaquera.
—¿Qué es una vaquera?
—Una chica que sabe montar a caballo.
—Pero yo no tengo caballo.
—Yo sí —se puso en cuclillas ante ella—. De hecho, tengo un poni pequeño ideal para ti.
—¿Dónde? —gritó Sarah con conmovedora ansiedad.
—En el rancho de mi padre.
Se levantó del suelo y se plantó en el refugio de sus brazos con tanta confianza que ____________ sintió que los ojos se le humedecían.
—¿Cómo se llama?
—Patchwork —dijo con una sonrisa.
—¿Es de muchos colores?
—Muchos —repuso.
—¿Me dejarás montarlo? —el rostro se le iluminó.
Reinó un silencio profundo.
_____________ comprendió el titubeo de Joe. Cuando le decías una cosa a un niño, debías mantener la promesa. Sarah estaba tan encantada con todo, que resultaba fácil dejarse llevar. Ella lo sabía, ya que había imaginado a la pequeña como hija de los dos. Las fantasías tenían que detenerse.
Él debió pensar lo mismo, porque se levantó despacio.
—Quizá algún día —musitó—. De momento, puedes fingir que tienes un caballo.
—Ni siquiera hace falta que finjas —indicó ____________—. No te muevas.
Mientras los dos se la quedaban mirando, corrió hacia el armario que había junto a la cocina y sacó la escoba. Después de colocársela entre las piernas, hizo que galopaba al volver a entrar en el salón.
Sarah soltó una carcajada y suplicó poder montar sobre la escoba. Joe le transmitió un mensaje silencioso en el que le agradecía la ayuda para aligerar un momento más bien tenso.
Cuando Sarah dio varias vueltas a la habitación, Joe dijo:
—¿Por qué no abres este otro regalo? Todas las vaqueras las necesitan.
Dejó la escoba en el suelo y con celeridad arrancó el envoltorio del paquete.
—¿Qué son?
—Unas espuelas. Ve arriba y trae tus nuevas botas. Te mostraré cómo se ponen. Se usan para que el caballo corra más deprisa.
___________ se dirigió al rellano para encenderle las luces. Joe se le acercó. Los dos se quedaron solos. La expresión de él adquirió una cualidad profesional, haciendo que el estado de ánimo de ella se viniera abajo.
—He de llamar al despacho —la voz seria le recordó que el asesino aún andaba suelto y que todavía desconocían la verdadera identidad de su pequeña invitada.
—En cuanto baje, le pediré que me ayude a preparar el desayuno —aceptó con un temblor.
—La tormenta ha amainado. Tendré que marcharme —cerró los puños.
—Por supuesto —evitó su mirada para que no captara la añoranza en sus ojos—. En realidad, me sorprende que pudieras quedarte a pasar la noche. Estoy segura de que a Sarah le ha encantado. Cuando despertó de su pesadilla, estabas ahí para consolarla.
—No olvides que tú también estabas a su lado.
Una tensión palpable flotó entre ellos.
—Prométeme que irás a la casa de Julia —instó—. Hasta que atrapen a ese psicópata, no quiero que Sarah y tú estéis solas.
—¿Irás en pos de él? —musitó.
—Es mi trabajo.
—Lo sé —respiró hondo. «Pero en doce horas te has vuelto tan importante para mí que la idea de que te pueda pasar algo me mata».
—Tengo las botas puestas —anunció Sarah mientras bajaba las escaleras.
Estaba tan bonita con el sombrero, el pijama y las botas, que __________ no pudo resistir abrazarla.
Mientras la tenía en brazos, Joe le puso las espuelas. Al terminar, ___________ la bajó al suelo.
—Muy bien, vaquera —sonrió—. Empieza a caminar.
Sarah dio unos pasos. Cada vez que se movía las espuelas tintineaban. El ruido la divirtió mucho. Tomó la escoba y jugó a los caballos durante cinco minutos mientras los dos la animaban.
—Vamos, cariño —dijo ella al final—. Deja tu caballo. Es hora de preparar el desayuno. Te dejaré hacer las tortitas.
Al dirigirse a la cocina, Joe aprovechó el momento para perderse de vista. La sensación de pérdida resultó abrumadora.
__________ le pidió a Sarah que acercara una silla a la encimera para que pudiera trabajar cómoda. A los pocos minutos, tenían la masa lista y el beicon crepitaba en la sartén. Joe entró cuando __________ ponía la mermelada en la mesa, con leche y café. Llevó a Sarah con la silla hasta la mesa, luego le quitó el sombrero.
Un vistazo a su expresión le reveló que lo mejor era que se preparara para su marcha. Tendría que manejar la situación con cuidado, ya que la frágil seguridad que experimentaba Sarah podía resquebrajarse. Unos minutos más tarde, mientras disfrutaban del desayuno, se dio cuenta de que Joe iba por delante de ella en lo referente a las necesidades de la pequeña.
—¿Cariño? ¿Recuerdas a Julia y a Kyle, los primos que nos visitaron anoche y que te trajeron el oso de peluche? —ella asintió sin dejar de masticar el beicon—. Quieren que vayamos a verlos en cuanto terminemos de desayunar para hacer ángeles de nieve.
Había sido inteligente. Cuanta más gente hubiera para entretenerla, menos dolor le provocaría su partida. Y un juego en la nieve era una idea perfecta. Durante la noche, la tormenta había parado. Parecía que el día de Navidad disfrutaría de un cielo despejado.
—¿Qué son esos ángeles?
—Todos nos echamos en la nieve y movemos los brazos y las piernas. Cuando nos levantamos, da la impresión de que los ángeles han estado jugando en la nieve.
—¿Qué son los ángeles?
—Personas que viven en el cielo con Jesús. Nos vigilan y nos protegen —indicó ____________.
—¿Podemos ir? —los ojos de Sarah se pusieron como platos.
—Claro. En cuanto te hayas bebido toda la leche.
—Estoy lista —anunció después de bebérsela de un trago.
—Pero primero tienes que ir arriba a vestirte. Baja el anorak y los guantes.
—De acuerdo. Vuelvo en seguida. No os vayáis.
ForJoeJonas
Re: *La Primera Navidad de Sarah* (Joe y tu)
· Capítulo 7
—Cielos —oyó que Joe murmuraba en cuanto Sarah dejó la cocina, seguida por el ruido de las espuelas.
__________ se apartó de la mesa, temiendo la idea de que tendría que marcharse para perseguir a ese asesino de sangre fría. Él llevó los platos al fregadero.
—Todavía no sabemos si Sarah es la hija de la mujer asesinada. De hecho, desconozco si el hombre al que persigo es uno de esos convictos. Podría ser otro criminal. No obstante, no descansaré hasta que lo capturemos y pague por lo que le hizo a Sarah.
—Es perverso —siseó ella.
—Amén. En estas circunstancias, Kyle y Julia han prometido ayudarte a cuidar de Sarah hasta que alguien del departamento del marshal se ponga en contacto contigo. Lo más probable es que sea mañana. Entonces ellos se encargarán del asunto—la mueca en su cara le reveló que se hallaba tan perturbado como __________ por esa posibilidad.
—La familia que pueda tener se sentirá jubilosa al enterarse de que está viva —se mordió el labio.
—Gracias a ti —dijo con voz ronca—. Lo que tendría que haberle indicado a Sarah es que no todos los ángeles se hallan en el cielo. Algunos viven aquí mismo en West Yellowstone.
—No soy ningún ángel —movió la cabeza avergonzada—. Dio la casualidad de que la encontré primero. Cualquiera habría hecho lo que yo.
—No, no cualquiera —musitó con una amargura casi palpable. Algo en su pasado todavía lo acosaba—. Sarah puede darle las gracias a Dios de que fueras tú la persona que la encontró a tiempo. Necesitaba mucho más que consuelo físico. Tú percibiste en el acto lo que había que hacer. Me tienes asombrado, ___________.
Ella apoyó las manos en la encimera y lo miró.
—Ya que nos mostramos sinceros, es hora de que tú también compartas el mérito.
—Lo único que hice yo fue invadir tu casa, disfrutar de la Navidad con vosotras y comer tu comida. A propósito, la mermelada de fresa estaba mejor que la que preparaba mi madre.
—Aunque eso fuera una mentira —sonrió—, me siento halagada. Pero lo que quería decirte es que después de la experiencia que ha tenido Sarah con ese bárbaro, lo lógico es que hubiera estado aterrada ante cualquier hombre. Pero fuiste tú quien consiguió que saliera anoche del armario. Se aferró a ti. La psicología que has exhibido me ha asombrado. Lo sepas o no, tienes un trato especial y natural con los niños. Con... con la gente —tartamudeó—. A mí también me encantó la historia que contaste.
Él sonrió y le derritió las entrañas. Quiso decirle que debería hacerlo más a menudo. Lo convertía en el hombre más cautivador que había conocido en su vida.
—A todo el mundo le encanta, jóvenes y viejos —comentó al oír el nítido clinc-clanc de unos pies pequeños. Sus miradas se fundieron durante un momento. Ella se sintió sin aliento, mareada. Un segundo más y temía que terminaría por besar esa boca magnética—. __________... —musitó cuando Sarah entró en la cocina, vestida.
Para ocultar el rostro arrebolado, se arrodilló delante de Sarah, que sostenía el oso de peluche.
—Será mejor que te quitemos las espuelas o te costará hacer un ángel. De momento las dejaré sobre la mesa. ¿De acuerdo?
—Sí. ¿Puedo llevarme a Jimmy?
—Por supuesto.
—¿Él puede hacer un ángel también?
—Me parece que no. Está hecho de tela, y como se moje mucho, se estropeará.
—Oh.
—Vamos, mi pequeña vaquera —Joe la alzó en brazos y le puso el sombrero vaquero encima de la capucha—. Mientras _________ se viste, tú te sentarás en el interior del coche y me verás retirar nieve. De lo contrario no podremos salir.
—Aquí están las llaves —__________ abrió el bolso en la encimera. La miró con ojos entrecerrados y no supo en qué pensaba.
—Lo tendremos calentito para cuando llegues.
Naturalmente, él tenía prisa por ir en pos de su presa. Decidió vestirse con la máxima celeridad con unos pantalones de lana verde oliva y una blusa de seda con un jersey verde a juego. Recogió el anorak, los guantes y las botas, apagó las luces del árbol de Navidad y cerró con llave la puerta delantera.
Al volverse, el sol que se reflejaba en la nieve la cegó. Había visto otros días hermosos de invierno como ese, pero había algo diferente en esa mañana navideña. El atractivo hombre de pelo oscuro que había quitado la nieve de la entrada tenía mucho que ver con su euforia.
«Por favor, Dios. No permitas que le suceda nada. Tráelo de vuelta al lado de Sarah y de mí». Cerró los ojos. «¿De vuelta junto a Sarah y a mí? ¿Qué estoy diciendo? ¿Qué estoy pensando?»
Al abrir otra vez los ojos, descubrió que el Land Rover de Joe había pasado toda la noche aparcado frente a la casa. El techo debía estar cubierto al menos con treinta centímetros de nieve. ¿Pensaría dejarlo allí?
Él pareció leerle la mente.
—Iremos a la casa de Julia en tu coche —dijo al acercarse—, luego regresaré a buscar mis cosas y el Land Rover. Kyle os traerá después en su vehículo. Te dejaré las llaves sobre la puerta del porche.
Una vez más colocaba las necesidades de Sarah primero. Lo último que quería cualquiera de ellos era alarmarla llamando su atención sobre el coche, menos aún sobre el sombrero y la pistola. Por suerte Sarah no pareció percatarse del Land Rover mientras retrocedían y ponían rumbo al otro lado de la ciudad. Para la pequeña, Joe era sencillamente un buen amigo de ___________, nada más. La mantendrían sin saber la verdad el tiempo que fuera necesario.
Al llegar a la cabaña de Kyle y Julia, la pareja ya se hallaba en el exterior construyendo un hombre de nieve. Le pidieron a Sarah que se uniera a ellos para jugar. No necesitó que le insistieran para bajar del coche y correr hacia ellos.
Le pidió a Kyle que colocara a Jimmy junto a la puerta de entrada, donde podría mirarlos sin que le cayera nieve encima.
__________ recogió los regalos para sus amigos y empezó a bajar del coche. Joe dio la impresión de poseer un radar extrasensorial. Lo siguiente que supo ella es que la bajaba en brazos. Perdió el equilibrio y cayó contra su cuerpo. Se sintió como una tonta hasta que sus brazos la envolvieron y la dominaron otras emociones.
«Santo cielo. Estar tan cerca de él es el paraíso».
Quiso pasarle los brazos por el cuello y fundirse con él. La intensa atracción que sentía no dejaba de asombrarla. Si él se hacía una idea de lo que le provocaba su proximidad...
—¿Te encuentras bien? —unos ojos preocupados la miraron.
—Sí, desde luego —el calor le abrasó las mejillas—. Solo ha sido un resbalón. Ya puedes soltarme —a unos metros percibió los ojos curiosos de Julia.
—Sabes que a mi prima le encanta esto —susurró—. ¿Por qué no le damos algo más sustancial? Después de todo, estamos en Navidad. ¿Qué daño puede haber cuando somos dos viejos amigos?
Antes de que pudiera suplicarle que no la tocara, Joe bajó la cabeza y le robó un beso. Sus labios se hallaban fríos, pero su boca irradiaba calor, como vino templado. Supo que su intención era que fuera un juego, una broma, pero en cuanto se estableció el contacto, la naturaleza de la diversión cambió.
Como un relámpago surgido de ninguna parte, el deseo surcó su cuerpo y le provocó temblores. De pronto el beso se tornó más profundo y encendió su pasión. Todo comenzó a dar vueltas fuera de control. Pudo oír a Sarah que los llamaba; eso le recordó a ___________ que tenían público.
Aturdida, humillada por su propia reacción desinhibida, al final logró separarse de su abrazo. Para su consternación, tuvo que aferrarse un momento a su brazo para recuperar el equilibrio. Durante ese milisegundo antes de que él parpadeara por la brillante luz del sol, a __________ le pareció que vislumbraba fuego en sus profundidades azules.
Sarah corrió a su lado y tiró del brazo de Joe.
—¿Podemos hacer ahora ángeles junto al hombre de nieve? Vamos, ___________.
—Ya voy, cariño —recogió el bolso y los siguió por la nieve, tan sacudida por el encuentro físico que apenas era capaz de mantener la compostura.
«No tendría que haberme tocado, besado». En ese momento iba a añorar cosas que nunca podría tener. Algo le dijo que lo anhelaría toda la vida.
«Dios, ¿qué he hecho?»
Julia y Kyle tendrían que haber notado lo que acababa de pasar, pero para alivio de ___________, mostraron el recato de fingir que no había sucedido nada fuera de lo común. Luego, cuando estuvieran solas, Julia exigiría un informe, pero por el momento se salvó de dar una explicación.
Un campo de un blanco centelleante rodeaba la cabaña. Por insistencia de Sarah, Kyle se echó sobre la nieve y realizó su primer ángel. Julia lo imitó. Sarah gritó deleitada al ver las formas que habían hecho. Antes de que ___________ pudiera impedirlo, Sarah había tomado las manos de Joe y de ella.
—Ponte aquí —le ordenó a __________. Al quedar satisfecha con el lugar, apartó a Joe un metro y dijo—: Túmbate aquí.
—¿Y dónde va a estar mi vaquera? —Joe ladeó la cabeza.
—¡Justo aquí! —se lanzó entre ellos—. Muy bien... hagamos ángeles.
Como si fuera su única misión en la vida, Sarah extendió los brazos y las piernas y los movió lo más rápidamente que pudo. Joe miró a ___________ con expresión divertida y apoyaron la cabeza en la nieve para cumplir sus deseos bajo un cegador sol de invierno.
—Muy bien, ¡ya basta! —gritó Sarah pasado un minuto.
Cuando volvieron a levantarse, la pequeña inspeccionó las impresiones de los ángeles antes de ponerse a dar saltos con risa contagiosa.
—¿Lo veis? ¡Ahí está la mamá, ahí el papá, y ahí estoy yo!
Ante los deseos de la pequeña, ____________ experimentó una miríada de emociones: dolor por su trágica historia, temor por la seguridad de Joe, porque iba a seguir el rastro del asesino, y miedo porque durante las últimas quince horas Joe y Sarah se habían convertido en personas demasiado importantes para ella. Tenía la innegable convicción de que si los perdía, jamás sería capaz de reconciliarse con esa pérdida...
Kyle levantó a Sarah de la nieve.
—¿Sabes una cosa? Hemos esperado que llegaras para abrir los regalos de Navidad. Papá Noel dejó algo especial para todos bajo el árbol.
—¿Sí? —gritó entusiasmada. Con los ojos brillantes, centró su atención en _________ y Joe—. Venid. ¡Papá Noel también ha traído regalos aquí!
Joe se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla.
—Me gustaría pasar, pero he de ir a entregar un regalo de Navidad muy especial.
Mientras ___________ temblaba por el significado oculto de sus palabras, el rostro de Sarah mostró su desilusión.
—¿Vas a tardar mucho?
«Yo también deseo una respuesta a esa pregunta, Sarah», pensó ___________.
—No estoy seguro. Esa persona no vive aquí.
—¿Tienes que irte?
—Me temo que sí, cariño. Pero regresaré en cuanto pueda.
—Claro que sí —aseguró Kyle, poniéndole el sombrero vaquero en la cabeza antes de dirigirse hacia la cabaña.
Después de lanzarle una mirada compasiva a ___________, Julia pellizcó la mejilla de su primo y siguió a su marido.
Gracias a Kyle, que había entrado directamente en la casa, Sarah no tuvo la oportunidad de sacarle una promesa a Joe. En cuanto a ella, no tenía derecho a pedirla.
Aunque quería arrojarse a sus brazos, se mantuvo a una breve distancia, hasta las rodillas en la nieve. Gimió para sus adentros porque su atractivo masculino se extendía hacia ella como algo vivo.
Él inspeccionó su cara y su figura, como si la estuviera memorizando, como si también para Joe esas últimas quince horas hubieran significado algo especial. Desde luego, lo más probable era que no fuera más que un deseo por parte de ___________. Lo único que sabía era que despedirse de ese hombre era lo más duro que había tenido que hacer jamás en su vida.
—Ten cuidado —susurró ella con la esperanza de ocultar el dolor en su voz.
—Sin importar lo que tarde, lo encontraré —sus facciones se endurecieron—. Sarah nunca tendrá que volver a preocuparse por él —sus ojos eran inescrutables—. Feliz Navidad, __________. Ha sido un placer.
Al dirigirse con paso rápido hacia el coche, ella se dio cuenta de que se había enamorado perdidamente de él. No podía existir otra explicación para su precaria situación.
—Feliz Navidad, Joe.
ForJoeJonas
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