La mansión del terror {oli&ben}

12 de agosto de 2006. 03:45 a.m.
Era una noche animada, de repleta de parejas dispuestas a derrochar su dinero en complacerse mutuamente, pero desgraciadamente, la cifra numérica no tenía comparación si les situábamos al lado de los grupos adolescentes con ganas de diversión y entretenimiento.
Oliver soltó una sonora carcajada cuando Ben comenzó a relatar sus aventuras junto algunas amistades perdidas por el tiempo, exceptuando la que aún mantenía con Danny. Con un gesto humorístico, llogró que una pequeña lágrimas se derramara lentamente por el rostro de Oliver, y que posteriormente, la retirara aún riendo levemente.
Se froto su abdomen, comenzando a calmarse antes de escuchar un anuncio por la megafonía —que era extraña, ya que la habían conectado este año por primera vez para decir cosas importantes o aberturas de atracciones con colas de eterna duración, aparentemente—.



Un terrorífico grito agudo y femenino se coló por los tímpanos de Oliver, que prosiguió con una profunda carcajada por parte de la persona que dio el anuncio. El cuerpo de Alan se acercó con timidez al de Austin, se colocó a su lado y se abrazaron, mientras Austin sonreía con ternura.
Oliver les observo con envidia, ¿por qué él no podría meterse a la mansión con una pareja a la que proteger? Miro hacia Ben, quién giro los ojos a la vez y sonrío picaramente.
—Danny, ¿quieres entrar conmigo a la mansión del terror? —le cuestionó bruce a su mejor amigo, conociendo los celos que se producirían en Oliver al escuchar eso.
—Ni de coña, Bruce, que tu tocas todo lo que pilles cuando hay oscuridad —logró alejar a ben de un manotazo cariñoso, y desapareció entre la multitud.
Todos ellos conocían los ideales de Danny para esperar: adentrarse en un local cercano e intentar conseguir alguna chica; casi siempre conseguía sus propósitos sexuales.
Una sonrisa amplia se colocó en el rostro de Oliver, produciendo una mueca en Ben. Ambos se acercaron decididos, admirando como sus amigos les imitaban y se reunían para tener algún plan echo.
—¿Parejas? —dijo Josh, comiendo un trozo de regaliz antes de que ninguno respondiera.
—Austin y Alan —señaló el pelirrojo, besando con cariño la mejilla de Austin.
—Kells y Vic —añadió Mike, pasando por los hombros de Josh uno de sus brazos, en señal de que ellos dos eran otra pareja.
—Tony y Jaime.
Todos posaron finalmente sus ojos en los restantes. Ellos rodaron los ojos, no soportaban que sus miradas fueran tan interrogativas.
—Oliver y Ben —sonrío picaramente Vic.
—Love is in the air! —Oliver asesinó con la mirada a Jaime, quién se encogió de hombros y sonrío animado.
Se haría un tramo largo, tenebroso, similar a una película de horror y con Ben a su lado. ¿Acaso lograría situar un armario de limpieza para pasar un rato personal? ¿O sería tan valiente como para acercarse a uno de los actores y pedirle espacio para Ben y él?



Nuevamente, Kellin empujó a Vic a la puerta de la atracción, logrando que el muchacho soltara un grito agudo que provocase la risa de sus amigos, y blasfemias en susurros por parte del jefe de la mansión del terror.
Era inevitable notar la mirada de Ben apuntando al suelo, o a Oliver incapaz de dejar de sonreír por la timidez desconocida en su amigo. Finalmente, y con una expresión facial algo incómoda, Ben ascendió sus ojos hacia los demás: Austin compartía un momento tierno —como casi siempre— con Alan, Kellin seguía molestando a Vic notoriamente, Mike y Josh conversaban con humor , y Jaime hacía cosquillas a Tony, logrado subirle el ánimo y apartar el terror de su cuerpo, junto a una insana inseguridad característica de Tony Perry.
Inconscientemente, giró su cabeza hacia Oliver. Su sonrisa pícara no era capaz de ser borrada —ni siquiera por la temida Niña del Exorcista, que les acecharía en algún momento cuando se adentraran finalmente en la atracción—, su mirada se había posado en la penumbra situada en las esquinas de la puerta —la cuál, aún seguía habitada por Vic y las bromas de Kellin—.
Escuchó como intentaban les llamar la atención, y finalmente, tanto Oliver como Ben, ascendieron sus cabezas hacia un actor maquillado por un profesional, caracterizando con precisión al personaje ficticio de Freddy Krugger. Señaló a la pareja con uno de sus dedos, cubiertos por aquel característico guante. Parecía que el efecto de su rostro repleto de quemaduras era real, y que el famoso monstruo había cobrado vida propia gracias a las creencias de los niños pequeños en su existencia.
Oliver, con su usual humor verde, se llevó una mano cerca de su boca, colocó sus labios en forma de O y comenzó a asemejar una mamada. Ben fue incapaz de esconder su risa, y logró atraer la atención de sus amigos. El actor se lo tomó con humor; les hizo un gesto de vigilancia que pronto descubrirían que era cierto.



Habían subido las escaleras centrales, y se dirigían por el pasillo derecho. Las habitaciones se distribuían por el lado derecho del pasillo, mientras que en la parte izquierda, algunas manos sobresalían del muro y lograban contactar con sus cuerpos. Un par de cuadros habían clavado sus fantasmales miradas en ellos, y habían sonreído sadicamente antes de volver a su pose inicial, realmente aquello era una experiencia temible.
Oliver estaba seguro de que ambos eran valientes, pero Ben a veces llegaba a ser una nenaza con los sustos, y lograría aprovecharlo.
Un personaje —que pronto reconocieron: la marioneta de Saw, la película de torturas— salió de una de las habitaciones del final del pasillo. Claramente, se trataba de otro actor con una caracterización fantástica.
—Hola. Quiero jugar a un juego —se notó que la voz era una grabación que traía en el bolsillo de la película real, pero que fue editada por alguna persona con el tono parecido, o que lo imitara a la perfección—. Por vuestros crímenes con el sexo, tendréis que pasar por esta casa infernal.
—Joder, Oli, ¿cómo sabe que hemos follado de más en estas dos últimas semanas?
Un silencio se formó entre los tres, interrumpido por las constantes sonrisas que ahogaban carcajadas de Oliver.
—La familia fue brutalmente torturada y asesinada por el padre. El primero de los seis hijos en morir fue el mediano.
—Tendría que tener un buen coño la señora esta, eh —soltó Oliver, produciendo una risa por parte de Ben.
—Aún se escuchan las insoportables súplicas de la señora, intentando con toda su alma liberar a sus descendientes de aquella insoportable forma de morir. Cuenta la leyenda, que la hija pequeña perdió la cabeza veinte horas antes de morir, y fue poseída por cinco demonios; el mayor de los hermanos se dislocó los brazos para conseguir librarse de las cadenas que lo sujetaban en el sótano... —el actor levantó un brazo, y lo llevo cerca de la pared, dónde se podía apreciar con dificultad una pequeña palanca. Ben temió lo peor, que se cumplió: una trampilla—. ¿Vivir, o morir? ¡Que comience el juego!
Una ancha puerta se abrió, y lo último que lograron escuchar fue el demoníaco sonido de las carcajadas seguida del actor, siendo reproducidas constantemente para dar una armonía insoportable, terrorífica, horrible.
Cayeron unos momentos después en una colchoneta. Habían sido desplazados desde el segundo piso al sótano por una especie de tobogán incorporado en el lugar perfecto. ¿Y si hubiesen elegido el pasillo izquierdo? ¿Habrían recibido otro destino diferente o se habrían encontrado con un actor con maquillaje similar al de la marioneta?
Un sonido de cadenas retumbó en el lugar. ¿Acaso era el hijo mayor? Todos eran actores profesionales, a los cuales seguro que les pagaban con un buen sueldo y se transportarían habitualmente a distintas ciudades, con las ideas claras de aterrorizar a todos los que se atreviesen a adentrarse en el lugar. Pero aquello, era realmente escalofriante.
Oliver se tensó.
—¿Qué ha sido eso? —Ben imitó la voz de una chica asustada, semejante a la de las películas de terror que se acorralaban contra la pared cuando venía el monstruo en vez de huir—. Oli, protégeme.
Oliver abrazó a Ben, pero posó sus manos dónde deberían estar los pechos de la supuesta muchacha.
—De esa forma no, cerdo —río Ben, apartando el tono femenino.
Nuevamente, se escucharon las cadenas.
—Joder —soltó Oliver, mirando hacia todas partes posibles, pero siendo retenido por la oscuridad.
Ben distinguió una silueta a su derecha, alejada de su posición, con los hombros anchos y las extremidades cayendo a ambos lados de su cuerpo. Era deforme, con enormes clavos en sus costillas y cadenas saliendo de sus omóplatos. Era terrorífico, increíble, razón suficiente para correr.
—¡La hostia, mueve tu trasero, Sykes! —gritó Ben, levantándose y alejándose en pasos algo calmados de Oliver.
Pero, el muy lento, consiguió que el hermano mayor se le acercase, respirando pesadamente, interpretando a la perfección su papel. Se acercó al cuello de Oli, quién le miró y sintió su respiración muy cerca.
—Te dejaré claro, antes de nada, que no me beso tan fácilmente con extraños. Una primera cita, o algo, por favor —dijo con humor, Ben se golpeo levemente la frente, incapaz de creerse aquella situación.
El actor, calmando su risa, gritó gravemente, espantando a ambos hacia la salida del sótano. Cuando abrieron la puerta, una niña —aparentemente, de doce o catorce años, pero que en realidad podría tener diecinueve—, bajó haciendo el puente todos los escalones, y se paró cuando ambos comenzaron a correr mientras reían.
Cuando consiguieron llegar al principio, a la puerta principal, el actor de Freddy Krugger les montó en un carrito.
—¿Dónde lleva esto? —dijo Ben.
—Es como una montaña rusa —sonrío descaradamente el actor—. Pero algo más terrorífica.

¡bú!: