Little Me.

Little Me.

"... Es hermosa, maravillosa, todo lo que ella no ve."

®

El olor a césped recién podado inunda mis fosas nasales trayendo consigo los tormentosos recuerdos de mi adolescencia.
Las imágenes se empiezan a reproducir como si fuera una película. Una película de terror que parecía no acabar jamás, haciendo que mis sueños se convirtieran en pesadillas.


Los pasillos arremolinados de personas yendo con prisa a sus respectivas clases, todos parecen saber que tienen que hacer, que rumbo tienen que seguir a excepción de mi Pequeña Yo.
Varias miradas se posan en ella con desdén, menospreciándola. La pregunta que inunda sus pensamientos es: ¿Por qué? ¿Qué hice?



Suspiro pesadamente. Si tan solo hubiera sabido lo que ahora sé.


El profesor no había llegado a la clase, todos los adolescentes se encontraban admirando el nuevo teléfono de Dakota Lewis. Ella pasa por su lado silenciosamente, nadie la nota. Se sienta en el último banco, donde nadie se sienta.


Como me gustaría decirle que fuera un poco más orgullosa, que no temiera tanto, que se hiciera notar.


Camina con la cabeza baja abrazando sus libros  por el pasillo, todos la empujan, ella no hace nada. Alguien la insulta, oculta más su cabeza entre los libros. No quiere que se enteren de su existencia, no quiere que nadie la vea.


¿Por qué no se hace escuchar? ¿Por qué no dice lo que piensa?


Llega a su casa apresurada, no quiere que su madre la interrogue. Agradece al ver que todavía no volvió de trabajar.
Sube las escaleras un poco más rápido de lo habitual. Su mente solo reproduce la imagen del WC. Al llegar se arrodilla delante de este, el contacto de sus manos con la cerámica la hace estremecerse. Levanta su mano y dirige sus dedos hacia su garganta. Palpa la parte blanda de su paladar y espera hasta que su organismo reaccione, expulsando todo lo comido con anterioridad y con ello todos sus miedos.


Quiero decirle que no esta sola, que no puede seguir toda su vida de la misma manera, que no es un juguete manejado por la cruel y oscura sociedad.


Su madre llega dos horas mas tarde con algunas copas de más. Su cuerpo esta cansado y su garganta arde, sin embargo baja a recibirla. Se acerca tímidamente para abrazarla y preguntarle como estuvo su día cuando le propina un golpe en el ojo. No comete el error que cometió la primera vez al preguntarle el por qué de su reacción, solo se limita a quedarse parada mientras su progenitora le propina otro golpe, y otro mas hasta que parece cansarse y se deja caer en el suelo llorando y maldiciendo. Mi Pequeña Yo se acerca lentamente, intentando no hacer ningún movimiento brusco. Abraza a su madre y ella corresponde el abrazo, llorando en los brazos de su hija.


Ella es tan fuerte. Capaz de consolar a cualquiera cuando es a ella a quien deberían consolar. No hay muchas personas como ella pero eso ella no lo sabe.


Ella sabe que consuelo fácil no consuela, por lo tanto se dedica que a abrazar a su madre, dándole palabras de aliento y esparciendo algunos besos en sus mejillas.

Luego de unos minutos su madre calma sus sollozos, mi Pequeña Yo la ayuda a llagar a su dormitorio y la arropa en su cama. Cuando sabe que ya esta dormida sale del dormitorio para dirigirse al suyo, cierra la puerta con seguro y camina a su escritorio, del primer cajón de este saca un pequeño bisturí que había comprado en la farmacia el día anterior. El metal esta frío, pero sin embargo, parece  quemar su piel. Se sienta en su cama y apoya el metal en su muslo izquierdo, suspira y hunde el afilado utensilio provocando un profundo corte. Las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas lentamente al igual que la sangre por sus piernas. Ya no quiere más esa vida, ya no quiere más golpes, ya no quiere vomitar para sentirse liberada, ya no quiere sentir más dolor, ya no quiere ver mas sangre, ya no quiere ser menospreciada. Quiere escapar, quiere ser libre, quiere sentir felicidad, quiere sentirse completa, quiere amar. Pero no puede. No puede dejar a su madre, siempre fueran ellas dos, siempre juntas. Aunque en el último tiempo su madre se hubiera comportado de tal manera, sabia que la quería, sabia que una parte ella su madre todavía seguía en ese cuerpo.

Termino con su tarea y dejo el bisturí a un lado, lo único que quería era dormir y soñar, soñar que todo era normal, que ella no era ella, que era libre y que podía ser lo que ella quería ser, pero luego la golpeaba fuertemente la realidad y dándose cuenta que eso nunca pasaría, haciendo que sus sueños se convirtieran en pesadillas.



La pantalla con imágenes desaparece y respiro aliviada. A pesar de sus pensamientos negativos mi Pequeña Yo pudo escapar de ese infierno pero no es algo que me apetece recordar. Muy pocas son las veces que me permito recordar aquellas pesadillas porque es muy fuerte el dolor que me produce, pero reviviendo estas pesadillas soy capaz de recordar de donde vengo y a donde me dirijo.