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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Lost in my bedroom
O W N :: Zona Libre :: Zona Libre :: Tus ideas
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Lost in my bedroom
Otros.
Lost in my bed and I'm lost in my head and I'm lost in my bedroom again, it's just what I imagine lost in my bedroom it's just what I imagined
Ninguno de los codes que voy a usar aquí se pueden tomar, son míos de mi y no tienen crédito bc's me da paja ponerlo, pero igual puedo probar que son míos, si los usas te corto una teta.
No puedes comentar, ya que son como idea-shots, pero idk, no me los robes, luego mi imaginación esta muerta y vengo aquí por inspiración, si los presentas como tuyos en una audición, me encargo de que te banen para siempre.
No te burles de la imagen del principio, se que estoy gorda no tienes que recordarlo, ademas no sabía que poner.
Ninguno de los codes que voy a usar aquí se pueden tomar, son míos de mi y no tienen crédito bc's me da paja ponerlo, pero igual puedo probar que son míos, si los usas te corto una teta.
No puedes comentar, ya que son como idea-shots, pero idk, no me los robes, luego mi imaginación esta muerta y vengo aquí por inspiración, si los presentas como tuyos en una audición, me encargo de que te banen para siempre.
No te burles de la imagen del principio, se que estoy gorda no tienes que recordarlo, ademas no sabía que poner.
wasteland
Re: Lost in my bedroom
It was a great war.
Left us all alone
La guerra lo había devastado todo, monumentos, edificios y montañas habian sido reducidos a escombros, el dolor de la gente que había perdidó seres querídos aun era palpitable, a lo lejos se podían ver cuerpos amontonados e incinerados, pero todo estaba en silencio.
Una joven de negros cabellos estaba parada en un montículo de cenizas, de sus grises ojos una lagrima se desprendía, una silenciosa y traicionera lagrima, su cara estaba manchada con sangre seca, tierra y sudor, en su mano izquierda detenía un collar con un anillo de diamantes, tenía la vista fija al horizonte, comenzó a sentarse lentamente y sin retirar su mirada, ella había hecho muchos sacrificios por esa dichosa guerra.
Comenzó a apretar el collar que cargaba, hasta dejar la cadena marcada en sus pequeñas y pálidas manos, otra lágrima se escurrió de sus ojos, casi sin darse cuenta comenzó a llorar, su llanto era silencioso, no lo podía parar, odiaba sentirse así; impotente, perdida y sola.
Detuvo las lágrimas antes de terminar de llorar, su padre le había enseñado a ser una chica dura y en esos momentos é se sentiría defraudado de ella, se limpió la cara —aunque solo termino llenándose toda de tierra— y se fue.
No tardo ni tres horas en llegar a “la ciudad principal” la cual había sido reducida a escombros, ella hacia lo que podía para ayudar, recoger muertos, ayudar heridos y consolar viudas, todo era para distraerse de sus propios problemas.
— ¿No deberías estar descansando y guardando luto? —una voz le habló por la espalda.
—No, estoy aquí para ayudar —se escuchó responder firmemente.
—Vamos, ve a otro lugar, es normal sentirse mal después de lo que paso. —El hombre que le había hablado la volteo para que lo mirase.
— ¿Cómo a dónde? ¿Casa? No seas ridículo, ese lugar no existe Camerón —dijo está soltándose de su agarre.
—No es a lo que me refería Alondra.
—No, ya se, es solo que me siento peor cuando no hago nada. —Camerón la miró a los ojos y asintió con la cabeza.
—Si eso es lo que quieres. —Alondra lo miro con los ojos llenos de lágrimas
—Sí, así es.
{…}
La noche llegó, entre todos los voluntarios habían ayudado a los sobrevivientes a llegar hasta un sitio seguro para pasar la noche.
Alondra se encontraba a las afueras, veía las columnas de humo subir hacia el cielo y el frío acariciar su espalda, estaba sentada en un montículo de tierra con los ojos llenos de lágrimas, esta vez no las podía parar, sintió como alguien se sentaba a su lado y adivino sin mirar de quien se trataba.
— ¿Sabes? Teníamos una vida planeada, se supone nos casaríamos ese diciembre.
—Yo también tenía una vida, mi esposa estaba embarazada con nuestro primer hijo, todo iba a ser perfecto.
—Después llego la guerra.
—La guerra que destrozo el corazón de este mundo.
— ¿Quién lo iba a pensar? Un día todo estaba bien y al otro segundo, teníamos que buscar asilo por las bombas que caían.
— ¿Puedo verlo? —preguntó Camerón después de unos minutos en silencio.
— ¿Qué cosa?
—Tu anillo. —Alondra por inercia apretó ese objeto colgante entre sus dos manos, aquel era el único recuerdo que tenía de Gabriel y sin embargo dejó que él muchacho lo viera.
—Era un chico muy afortunado. —Alondra nunca había observado a Camerón, lo había visto, lo conocía y era uno de sus mejores amigos, pero nunca lo había observado, tenía un rubio cabello, unos ojos miel tan llenos de tristeza y perdida que se parecían a los suyos, era bastante alto, tanto que Alondra tenía que levantar su vista aun estando sentada, una cicatriz le cubría la mejilla derecha y aun así era hermoso.
—Sí, lo era —respondió rápidamente Alondra cuando Camerón volteó a verla.
Una joven de negros cabellos estaba parada en un montículo de cenizas, de sus grises ojos una lagrima se desprendía, una silenciosa y traicionera lagrima, su cara estaba manchada con sangre seca, tierra y sudor, en su mano izquierda detenía un collar con un anillo de diamantes, tenía la vista fija al horizonte, comenzó a sentarse lentamente y sin retirar su mirada, ella había hecho muchos sacrificios por esa dichosa guerra.
Comenzó a apretar el collar que cargaba, hasta dejar la cadena marcada en sus pequeñas y pálidas manos, otra lágrima se escurrió de sus ojos, casi sin darse cuenta comenzó a llorar, su llanto era silencioso, no lo podía parar, odiaba sentirse así; impotente, perdida y sola.
Detuvo las lágrimas antes de terminar de llorar, su padre le había enseñado a ser una chica dura y en esos momentos é se sentiría defraudado de ella, se limpió la cara —aunque solo termino llenándose toda de tierra— y se fue.
No tardo ni tres horas en llegar a “la ciudad principal” la cual había sido reducida a escombros, ella hacia lo que podía para ayudar, recoger muertos, ayudar heridos y consolar viudas, todo era para distraerse de sus propios problemas.
— ¿No deberías estar descansando y guardando luto? —una voz le habló por la espalda.
—No, estoy aquí para ayudar —se escuchó responder firmemente.
—Vamos, ve a otro lugar, es normal sentirse mal después de lo que paso. —El hombre que le había hablado la volteo para que lo mirase.
— ¿Cómo a dónde? ¿Casa? No seas ridículo, ese lugar no existe Camerón —dijo está soltándose de su agarre.
—No es a lo que me refería Alondra.
—No, ya se, es solo que me siento peor cuando no hago nada. —Camerón la miró a los ojos y asintió con la cabeza.
—Si eso es lo que quieres. —Alondra lo miro con los ojos llenos de lágrimas
—Sí, así es.
{…}
La noche llegó, entre todos los voluntarios habían ayudado a los sobrevivientes a llegar hasta un sitio seguro para pasar la noche.
Alondra se encontraba a las afueras, veía las columnas de humo subir hacia el cielo y el frío acariciar su espalda, estaba sentada en un montículo de tierra con los ojos llenos de lágrimas, esta vez no las podía parar, sintió como alguien se sentaba a su lado y adivino sin mirar de quien se trataba.
— ¿Sabes? Teníamos una vida planeada, se supone nos casaríamos ese diciembre.
—Yo también tenía una vida, mi esposa estaba embarazada con nuestro primer hijo, todo iba a ser perfecto.
—Después llego la guerra.
—La guerra que destrozo el corazón de este mundo.
— ¿Quién lo iba a pensar? Un día todo estaba bien y al otro segundo, teníamos que buscar asilo por las bombas que caían.
— ¿Puedo verlo? —preguntó Camerón después de unos minutos en silencio.
— ¿Qué cosa?
—Tu anillo. —Alondra por inercia apretó ese objeto colgante entre sus dos manos, aquel era el único recuerdo que tenía de Gabriel y sin embargo dejó que él muchacho lo viera.
—Era un chico muy afortunado. —Alondra nunca había observado a Camerón, lo había visto, lo conocía y era uno de sus mejores amigos, pero nunca lo había observado, tenía un rubio cabello, unos ojos miel tan llenos de tristeza y perdida que se parecían a los suyos, era bastante alto, tanto que Alondra tenía que levantar su vista aun estando sentada, una cicatriz le cubría la mejilla derecha y aun así era hermoso.
—Sí, lo era —respondió rápidamente Alondra cuando Camerón volteó a verla.
wasteland
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