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I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1. • Comparte
I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
Nombre: I miss you every fucking day.
Autor: Yo :)
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas: sí, en wattpad :) http://www.wattpad.com/29852167-i-miss-you-every-fucking-day-imagina-de-michael
-Ella no me gusta –dijo un chico con el cabello rosa. Parecía que le había vomitado encima algún tipo de unicornio.
-Lo que digas –dijo un moreno con rasgos asiáticos.
-No me gusta –se empezaba a enfurecer.
¿Por qué decían que ella le gustaba? No era ni siquiera su tipo de chica. Ella no le gustaba, no así. Aunque ella era una hermosa morena de ojos verdes e increíbles piernas largas.
Últimamente no pensaba en sus piernas, todo se basaba en su enfermedad.
Maldita enfermedad.
-Claro que no, campeón. ¿La quieres? ¿Es amor? –dijo su otro compañero casi rubio, derrochando sarcasmo en cada palabra de esa oración.
-No me apoyarán, ¿verdad? Ella no me gusta. No hay amor.
-Paraste un concierto porque te llamaron diciendo que ella tiene “una recaída.” ¿Qué significa eso, Mike? ¿Recaída? ¿Por qué carajos te llaman a ti? ¿Qué tienes tú que ver con lo que le pase a ella? –interrogó otro compañero de hoyuelos y cabello castaño.
-Yo… –empezó el de cabello rosa –…no tengo ni puta idea de cómo empezar, ni ganas, ni tiempo. Ella me necesita.
Dicho eso, agarró una chaqueta color marrón oscuro, se la acomodó y salió disparado hacia afuera, en dirección a la furgoneta negra que transportaba a su banda. El logo de “5SOS” se hacía cada vez más notorio mientras avanzaba, luego escuchó a sus espaldas un grito:
“¡Espera, vamos contigo!”
Amigos, un dolor en el culo, pero siempre ahí cuando los necesitas.
En la habitación de un hospital en Sídney, Australia, yacía una morena, con una palidez increíble. Estaba irreconocible. Era la recaída más fuerte que había tenido en el año.
Y había tenido varias en el transcurso de éste.
Un chico de cabello de un fucsia increíble se apresuraba por los pasillos de un tétrico hospital, en dirección a la habitación de una chica.
Ella no podía dejarlo, no ahora, no desde que él tuvo la oportunidad de tocar para muchísimas personas, no ahora que él estaba surgiendo a la fama, no ahora que él estaba cumpliendo su sueño.
Ella no podía dejarlo. No, no, no, no. No.
Absolutamente no.
Iba corriendo, chocando con cada persona, adulta o joven, personal médico o paciente, que se le ponía en el camino. Ni siquiera se molestaba en murmurar disculpa alguna. No había tiempo en cuanto a ella se tratase.
Ingresó agitado a la habitación blanca, vacía.
Le inundó un pánico chocante, tanto, que se tuvo que agarrar de la cama para no caer.
¿Dónde estaba ella?
Un médico ingresó y lo miró con pena.
- ¿Dónde…? –logró articular el muchacho.
-La trasladamos a otra habitación, Mike. Ella está bien… por ahora.
Por ahora. Por ahora. Por ahora.
¿Y por qué lo llamaba “Mike”? Mike sólo le decían sus amigos, sólo ella. Él no era su amigo, no. Se veían casi siempre, y últimamente más, por la enfermedad de ella. Pero eso no los convertía en amigos. No eran amigos. Y odiaba la forma en la que le decía “Mike”, así con pena, con lástima. Se lo imaginaba diciendo:
“Mike, lo lamento, de verdad lo hago, pero ya no pudimos hacer nada por ella, aunque ella fue…”
Y ahí él le pegaría, lo haría, le pegaría tan fuerte en el rostro con tal de no escuchar las estupideces que le diría: “fue tan fuerte, fue una guerrera, fue una gran chica.”
Pero ese señor no lo sabía, él no podía saber que fue “una gran chica”, porque él no la conocía.
Él no podría decir que ella era una gran chica, porque él no la vio cambiando su helado de chocolate por el de vainilla de Mike, porque Mike amaba el chocolate. Él no la vio sacarse su camisa favorita y ponérsela en el brazo a Mike, cuando Mike se había caído de la bicicleta y le sangró mucho el brazo.
Él no podría decir que ella era una gran chica, porque él no la vio haciendo todas esas cosas maravillosas y geniales que ella hacía para Mike.
Ella es una gran chica, sólo que él no sabe, porque no la conoce, no como Mike lo hace.
- ¿Habitación?
-La 301, ve con calma, Mike. Está dormida.
-No me vuelva a llamar Mike. Soy Michael para usted, Doctor.
El señor en cuestión lo miró aturdido, pero no dijo nada.
Un chico blanco, de ojos entre verdes y grises y un increíble color rosa en el cabello, se precipitaba por los pasillos de un sombrío hospital, en busca de la habitación 301.
Cuando al fin logró encontrarla, se lanzó dentro como alma que lleva el diablo.
La vio entonces, ahí tendida en la cama, pálida. Oh, tan pálida. Se le revolvió el estómago. El cabello también se le empezó a caer, pero igual parecía un ángel. Aún así de demacrada, se veía hermosa.
Es hermosa, en todos los sentidos. Siempre lo fue, siempre lo será. La criatura más hermosa en la vida. De esta y de la siguiente.
Ese pensamiento le formó un nudo en la garganta, y ahogó un grito. No quería pensar en eso, no, ella no le podía dejar.
Ella empezó a moverse, y él se tensó.
Sabía lo que se avecinaba así que, se preparó de la mejor forma posible.
Puso una sonrisa de medio lado, falsa, y un entusiasmo, falso, se enterró en su organismo. Debía ser fuerte para ella, ya que ella no podía para sí misma.
La morena abrió los ojos de una manera salvaje, y miró a los de Michael, que se encontraba a unos metros de ella.
-Mike…
-Oh, al fin despiertas, bella durmiente. Pensé que tendría que ir a comprar una pizza de tamaño familiar, comerla acompañada de una coca cola de litro y luego volver a ver si te despertabas.
-Oh, Mike… –sollozó la morena.
A Michael se le rompió el corazón en pedazos.
-No llores, no –se acercó a la cama, sentándose, atendiendo de no hacerle daño, y la abrazó –perdón, soy un imbécil, no me iba a ir, lo siento. Santa mierda, soy tan estúpido. No te iba a dejar.
-Oh, lo sé –sorbió la muchacha.
- ¿Lo haces? Claro que lo haces –trató de sonreír el chico.
Ella lo miró a los ojos y él pudo notar el vacío en ellos, una desesperación en estado puro deambuló por sus venas y le llegó al corazón. Aguantó la respiración, hasta que ella habló:
-Mike, me estoy yendo…
-No…
-Mike, escucha, me voy a ir.
Él apretó los ojos y trató de volver a la normalidad su respiración, pues ésta se había descontrolado.
Puto cáncer.
Maldito, maldito cáncer. No debería de existir, lo odiaba. Odiaba tanto todo. Todo.
-Mike, me voy, pero no te voy a dejar. ¿Lo entiendes?
Michael río de una manera espeluznante, a él mismo le sorprendió el sonido que emitía su boca. Qué vacío se sentía.
-Mike… no te dejaré nunca, ¿comprendes? Te quiero…mucho.
Michael echó abajo toda barrera de seguridad y dio paso a la vulnerabilidad. Empezó a llorar, lloraba muy fuerte y se acurrucaba en brazos de la morena.
-Mike no llores por mí, aún. Luego… cuando… cuando yo…
- ¿Cuándo qué? ¿Cuándo tú mueras? –el tono del chico fue severo.
La chica miró a otro lado, le dolía ver al chico que más amaba en el mundo sufrir por culpa suya.
El chico, cuando logró calmarse, le dijo:
-Irás bien, si te haces la quimioterapia, tendremos más… tiempo…
- ¿Tiempo? ¿Días? ¿Meses? ¿Quizás un año? Mike, no me curaré.
-Cállate –largó él.
Ella lo miró dolida.
Él se disculpó con la mirada.
-Voy a morir, ¿está bien? Lo haré, y luego te olvidarás de mí. Es así como funciona.
Él la miró atónito y apretó los dientes.
- ¿Qué si “está bien”? ¿”Bien”, morir tan joven? No, infiernos que no. ¿Olvidarte? ¿Cómo? Enséñame antes de que te vayas, enséñame antes… –su voz se le quebró –antes… de que me dejes…
A ella se le partió el alma, ya no quería discutir, en realidad quería dormir, estaba cansada hasta los dedos de los pies, esta conversación la estaba dejando exhausta.
Mike la miró mientras ella cerraba los ojos, el miedo carcomiéndolo.
-No… ¡No! ¡Abre los ojos! ¡Ahora!
Ella no lo escuchaba, cayó en un profundo sueño, ajena totalmente al dolor de la otra persona en la habitación.
Un doctor se apresuró hacia la habitación 301, acompañado de varias enfermeras.
Encontró a un chico con la cara roja y los ojos inyectados en rojo. Lloraba y murmuraba un “no me dejes” tan sentido.
- ¿Por qué carajos tardaron tanto?, –gritó al notar al personal médico en la habitación –van a esperar a que… a que…
-Michael, sal afuera, déjanos hacer nuestro trabajo –ordenó el médico.
-Infiernos si crees que la dejaré.
-Te sacaré a la fuerza, entonces. Sal ahora, no retardes esto.
Michael lo miró con furia contenida y salió afuera.
El médico regresó al cabo de unos minutos y lo evaluó en silencio. Sentía pena por el chico, era obvio que ella significaba su todo y quizás más. ¿Cómo haría para superar una pérdida de esa magnitud?
-Falsa alarma, Mike. Está dormida.
El chico soltó la respiración que aguantaba, y agradeció en silencio. Ni siquiera le importó que lo haya llamado “Mike”, porque, ella estaba bien. Por ahora, pero bien, y dormida.
-Eso… es bueno –dijo él simplemente.
No le importaba llorar, ser un marica para sus amigos, porque él la perdió. A ella. La perdió.
Sus amigos lo miraban preocupados. Él estaba realmente tocado por la situación. Había pasado un mes y él no se recuperaba. Temían que nunca lo haga.
Michael río sin ganas y se ahogó en un sollozo.
-Puto. Cáncer –dijo Michael –me ganó, maldición, me ganó. Nos ganó.
Volvió a beber un poco de alcohol que le quemaba la garganta, pero que le distraía. Aunque ni todo el alcohol del mundo podía distraerlo del dolor en el corazón. Ése no se quitaba con nada. Probablemente si le arrancaban el corazón le seguiría doliendo.
Los demás chicos miraban y negaban con la cabeza hacia la actitud de su compañero.
-Ella –hipó –ella dijo… que la olvidaría. ¿Estúpido, eh? ¿Olvidarla? – se rio –yo… olvidarla a ella. Nope –dijo.
-Mike –empezó el moreno de la habitación –debes descansar, ¿no crees? ¿No lo creen ustedes? –buscó a los demás para encontrar apoyo en sus miradas.
-Ni siquiera le dije que la amaba…
No esperó respuesta, no la obtendría de todos modos.
Un chico se encontraba sentado frente a una tumba en un cementerio de Sídney. Había empezado a venir hace como un año, cuando por fin se creyó lo suficientemente fuerte como para ir a visitarla.
-Te traje los gladiolos blancos que tanto te gustaban, uhm… traje algunos ayer, pero ya sabes, estos son más lindos –dijo el chico.
Le había estado trayendo gladiolos blancos cada maldito día durante todo un año, importaba realmente poco el tiempo o cualquier cosa. Nada le impedía venir y depositarlos. Él cada día pondría gladiolos nuevos en el florero de la tumba de ella.
-Tengo que contarte dos cosas, uhm… buenas, eso creo –él frunció el ceño –así que… sí. Lo haré.
Respiró hondo y luego empezó a hablar.
- ¿Conoces a Anne? Claro que lo haces, ella ha pasado mucho tiempo conmigo últimamente –él inhaló –me gusta –soltó.
Y se quedó callado por un rato.
-Me gusta, ¿eso está bien para ti? Ella es muy buena, en serio, lo es, hasta le he contado de ti –dijo.
Inhaló y exhaló.
-Le pediré para salir, como… en una cita, ¿eso está bien para ti?
No hubo respuesta, nunca más lo habría.
El cerró los ojos, inhaló y exhaló repetidas veces y continuó:
-Te extraño cada maldito día.
Miró la tumba y las letras ahí grabadas. Su hermoso nombre un una lápida. Sintió náuseas.
-Otra noticia –dijo un poco más alegre, despejando la mente –nos vamos de tour… ¡mundial! ¿Increíble, eh? Asombroso. Los chicos y yo. Oh… te mandan saludos.
Miró hacia arriba y sonrió al sol.
-Deseo que estés aquí… –su voz rompiéndose.
Se levantó, sacudiendo su pantalón negro, y se preparó para irse.
-No podré poner más gladiolos por un tiempo y…. lo siento –dijo sollozando.
Se tapó la boca con una mano y luego prosiguió:
-Lo haré al volver de la gira, lo prometo. Muchos, muchos gladiolos. La cantidad de gladiolos que no pondré durante mi ausencia los pondré en cuanto regrese, ¿eso está bien para ti?
Ninguna respuesta, sólo el sonido del viento.
Michael secó una lágrima.
-Me voy, chica. Me estás poniendo sentimental, y yo soy un chico rudo. No va conmigo, y lo sabes.
Sonrió, porque sabía que ese comentario la haría reír. Claro que lo haría, entonces ella sonreiría y él moriría de amor. Su sonrisa era su cosa favorita de la vida. Es. Porque aunque ella ya no pueda sonreírle en persona, tenía grabada la imagen de su sonrisa, en su mente y en su corazón.
Se giró para salir del cementerio, caminó unos pasos y se detuvo. Se giró y con lágrimas en los ojos dijo:
-Siempre, cada día de mi maldita y miserable vida, lamentaré el no haberte dicho cuánto te amaba antes… antes de que te vayas. Te amo, ¿eso está bien para ti? Anne me gusta, pero a quién amo es a ti. Siempre lo haré, ¿está bien? Te amo. Te amo desde el día en que me besaste bajo aquel sauce llorón. No lo supe entonces, pero lo hacía, te amaba. ¿Lo recuerdas? Yo nunca lo olvidaría. Siempre lo recordaré. Nuestro primer beso. Te amo. Y siempre fui un imbécil contigo frente a los demás, siempre. Idiota, eso es lo que soy, pero te amaba. Te amo. ¿Tú me amabas? ¿Aunque sea como tu amigo? Porque eso está bien para mí, por lo menos eso. Te amo, ¿de acuerdo? Lo haré siempre.
Mike miró al cielo y suspiró.
“Te veo en la otra vida.” Pensó.
Luego caminó murmurando:
-Deséanos suerte con la gira, los chicos también te extrañan. Yo te extrañaré cada maldito día por el resto de mi maldita vida.
Y se alejó.
Autor: Yo :)
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas: sí, en wattpad :) http://www.wattpad.com/29852167-i-miss-you-every-fucking-day-imagina-de-michael
I miss you every fucking day.
-Ella no me gusta –dijo un chico con el cabello rosa. Parecía que le había vomitado encima algún tipo de unicornio.
-Lo que digas –dijo un moreno con rasgos asiáticos.
-No me gusta –se empezaba a enfurecer.
¿Por qué decían que ella le gustaba? No era ni siquiera su tipo de chica. Ella no le gustaba, no así. Aunque ella era una hermosa morena de ojos verdes e increíbles piernas largas.
Últimamente no pensaba en sus piernas, todo se basaba en su enfermedad.
Maldita enfermedad.
-Claro que no, campeón. ¿La quieres? ¿Es amor? –dijo su otro compañero casi rubio, derrochando sarcasmo en cada palabra de esa oración.
-No me apoyarán, ¿verdad? Ella no me gusta. No hay amor.
-Paraste un concierto porque te llamaron diciendo que ella tiene “una recaída.” ¿Qué significa eso, Mike? ¿Recaída? ¿Por qué carajos te llaman a ti? ¿Qué tienes tú que ver con lo que le pase a ella? –interrogó otro compañero de hoyuelos y cabello castaño.
-Yo… –empezó el de cabello rosa –…no tengo ni puta idea de cómo empezar, ni ganas, ni tiempo. Ella me necesita.
Dicho eso, agarró una chaqueta color marrón oscuro, se la acomodó y salió disparado hacia afuera, en dirección a la furgoneta negra que transportaba a su banda. El logo de “5SOS” se hacía cada vez más notorio mientras avanzaba, luego escuchó a sus espaldas un grito:
“¡Espera, vamos contigo!”
Amigos, un dolor en el culo, pero siempre ahí cuando los necesitas.
En la habitación de un hospital en Sídney, Australia, yacía una morena, con una palidez increíble. Estaba irreconocible. Era la recaída más fuerte que había tenido en el año.
Y había tenido varias en el transcurso de éste.
Un chico de cabello de un fucsia increíble se apresuraba por los pasillos de un tétrico hospital, en dirección a la habitación de una chica.
Ella no podía dejarlo, no ahora, no desde que él tuvo la oportunidad de tocar para muchísimas personas, no ahora que él estaba surgiendo a la fama, no ahora que él estaba cumpliendo su sueño.
Ella no podía dejarlo. No, no, no, no. No.
Absolutamente no.
Iba corriendo, chocando con cada persona, adulta o joven, personal médico o paciente, que se le ponía en el camino. Ni siquiera se molestaba en murmurar disculpa alguna. No había tiempo en cuanto a ella se tratase.
Ingresó agitado a la habitación blanca, vacía.
Le inundó un pánico chocante, tanto, que se tuvo que agarrar de la cama para no caer.
¿Dónde estaba ella?
Un médico ingresó y lo miró con pena.
- ¿Dónde…? –logró articular el muchacho.
-La trasladamos a otra habitación, Mike. Ella está bien… por ahora.
Por ahora. Por ahora. Por ahora.
¿Y por qué lo llamaba “Mike”? Mike sólo le decían sus amigos, sólo ella. Él no era su amigo, no. Se veían casi siempre, y últimamente más, por la enfermedad de ella. Pero eso no los convertía en amigos. No eran amigos. Y odiaba la forma en la que le decía “Mike”, así con pena, con lástima. Se lo imaginaba diciendo:
“Mike, lo lamento, de verdad lo hago, pero ya no pudimos hacer nada por ella, aunque ella fue…”
Y ahí él le pegaría, lo haría, le pegaría tan fuerte en el rostro con tal de no escuchar las estupideces que le diría: “fue tan fuerte, fue una guerrera, fue una gran chica.”
Pero ese señor no lo sabía, él no podía saber que fue “una gran chica”, porque él no la conocía.
Él no podría decir que ella era una gran chica, porque él no la vio cambiando su helado de chocolate por el de vainilla de Mike, porque Mike amaba el chocolate. Él no la vio sacarse su camisa favorita y ponérsela en el brazo a Mike, cuando Mike se había caído de la bicicleta y le sangró mucho el brazo.
Él no podría decir que ella era una gran chica, porque él no la vio haciendo todas esas cosas maravillosas y geniales que ella hacía para Mike.
Ella es una gran chica, sólo que él no sabe, porque no la conoce, no como Mike lo hace.
- ¿Habitación?
-La 301, ve con calma, Mike. Está dormida.
-No me vuelva a llamar Mike. Soy Michael para usted, Doctor.
El señor en cuestión lo miró aturdido, pero no dijo nada.
Un chico blanco, de ojos entre verdes y grises y un increíble color rosa en el cabello, se precipitaba por los pasillos de un sombrío hospital, en busca de la habitación 301.
Cuando al fin logró encontrarla, se lanzó dentro como alma que lleva el diablo.
La vio entonces, ahí tendida en la cama, pálida. Oh, tan pálida. Se le revolvió el estómago. El cabello también se le empezó a caer, pero igual parecía un ángel. Aún así de demacrada, se veía hermosa.
Es hermosa, en todos los sentidos. Siempre lo fue, siempre lo será. La criatura más hermosa en la vida. De esta y de la siguiente.
Ese pensamiento le formó un nudo en la garganta, y ahogó un grito. No quería pensar en eso, no, ella no le podía dejar.
Ella empezó a moverse, y él se tensó.
Sabía lo que se avecinaba así que, se preparó de la mejor forma posible.
Puso una sonrisa de medio lado, falsa, y un entusiasmo, falso, se enterró en su organismo. Debía ser fuerte para ella, ya que ella no podía para sí misma.
La morena abrió los ojos de una manera salvaje, y miró a los de Michael, que se encontraba a unos metros de ella.
-Mike…
-Oh, al fin despiertas, bella durmiente. Pensé que tendría que ir a comprar una pizza de tamaño familiar, comerla acompañada de una coca cola de litro y luego volver a ver si te despertabas.
-Oh, Mike… –sollozó la morena.
A Michael se le rompió el corazón en pedazos.
-No llores, no –se acercó a la cama, sentándose, atendiendo de no hacerle daño, y la abrazó –perdón, soy un imbécil, no me iba a ir, lo siento. Santa mierda, soy tan estúpido. No te iba a dejar.
-Oh, lo sé –sorbió la muchacha.
- ¿Lo haces? Claro que lo haces –trató de sonreír el chico.
Ella lo miró a los ojos y él pudo notar el vacío en ellos, una desesperación en estado puro deambuló por sus venas y le llegó al corazón. Aguantó la respiración, hasta que ella habló:
-Mike, me estoy yendo…
-No…
-Mike, escucha, me voy a ir.
Él apretó los ojos y trató de volver a la normalidad su respiración, pues ésta se había descontrolado.
Puto cáncer.
Maldito, maldito cáncer. No debería de existir, lo odiaba. Odiaba tanto todo. Todo.
-Mike, me voy, pero no te voy a dejar. ¿Lo entiendes?
Michael río de una manera espeluznante, a él mismo le sorprendió el sonido que emitía su boca. Qué vacío se sentía.
-Mike… no te dejaré nunca, ¿comprendes? Te quiero…mucho.
Michael echó abajo toda barrera de seguridad y dio paso a la vulnerabilidad. Empezó a llorar, lloraba muy fuerte y se acurrucaba en brazos de la morena.
-Mike no llores por mí, aún. Luego… cuando… cuando yo…
- ¿Cuándo qué? ¿Cuándo tú mueras? –el tono del chico fue severo.
La chica miró a otro lado, le dolía ver al chico que más amaba en el mundo sufrir por culpa suya.
El chico, cuando logró calmarse, le dijo:
-Irás bien, si te haces la quimioterapia, tendremos más… tiempo…
- ¿Tiempo? ¿Días? ¿Meses? ¿Quizás un año? Mike, no me curaré.
-Cállate –largó él.
Ella lo miró dolida.
Él se disculpó con la mirada.
-Voy a morir, ¿está bien? Lo haré, y luego te olvidarás de mí. Es así como funciona.
Él la miró atónito y apretó los dientes.
- ¿Qué si “está bien”? ¿”Bien”, morir tan joven? No, infiernos que no. ¿Olvidarte? ¿Cómo? Enséñame antes de que te vayas, enséñame antes… –su voz se le quebró –antes… de que me dejes…
A ella se le partió el alma, ya no quería discutir, en realidad quería dormir, estaba cansada hasta los dedos de los pies, esta conversación la estaba dejando exhausta.
Mike la miró mientras ella cerraba los ojos, el miedo carcomiéndolo.
-No… ¡No! ¡Abre los ojos! ¡Ahora!
Ella no lo escuchaba, cayó en un profundo sueño, ajena totalmente al dolor de la otra persona en la habitación.
Un doctor se apresuró hacia la habitación 301, acompañado de varias enfermeras.
Encontró a un chico con la cara roja y los ojos inyectados en rojo. Lloraba y murmuraba un “no me dejes” tan sentido.
- ¿Por qué carajos tardaron tanto?, –gritó al notar al personal médico en la habitación –van a esperar a que… a que…
-Michael, sal afuera, déjanos hacer nuestro trabajo –ordenó el médico.
-Infiernos si crees que la dejaré.
-Te sacaré a la fuerza, entonces. Sal ahora, no retardes esto.
Michael lo miró con furia contenida y salió afuera.
El médico regresó al cabo de unos minutos y lo evaluó en silencio. Sentía pena por el chico, era obvio que ella significaba su todo y quizás más. ¿Cómo haría para superar una pérdida de esa magnitud?
-Falsa alarma, Mike. Está dormida.
El chico soltó la respiración que aguantaba, y agradeció en silencio. Ni siquiera le importó que lo haya llamado “Mike”, porque, ella estaba bien. Por ahora, pero bien, y dormida.
-Eso… es bueno –dijo él simplemente.
Meses después
-La perdí –dijo un chico mientras lloraba frente a sus amigos.No le importaba llorar, ser un marica para sus amigos, porque él la perdió. A ella. La perdió.
Sus amigos lo miraban preocupados. Él estaba realmente tocado por la situación. Había pasado un mes y él no se recuperaba. Temían que nunca lo haga.
Michael río sin ganas y se ahogó en un sollozo.
-Puto. Cáncer –dijo Michael –me ganó, maldición, me ganó. Nos ganó.
Volvió a beber un poco de alcohol que le quemaba la garganta, pero que le distraía. Aunque ni todo el alcohol del mundo podía distraerlo del dolor en el corazón. Ése no se quitaba con nada. Probablemente si le arrancaban el corazón le seguiría doliendo.
Los demás chicos miraban y negaban con la cabeza hacia la actitud de su compañero.
-Ella –hipó –ella dijo… que la olvidaría. ¿Estúpido, eh? ¿Olvidarla? – se rio –yo… olvidarla a ella. Nope –dijo.
-Mike –empezó el moreno de la habitación –debes descansar, ¿no crees? ¿No lo creen ustedes? –buscó a los demás para encontrar apoyo en sus miradas.
-Ni siquiera le dije que la amaba…
Dos años después
-Hey, preciosa, te traje flores nuevas.No esperó respuesta, no la obtendría de todos modos.
Un chico se encontraba sentado frente a una tumba en un cementerio de Sídney. Había empezado a venir hace como un año, cuando por fin se creyó lo suficientemente fuerte como para ir a visitarla.
-Te traje los gladiolos blancos que tanto te gustaban, uhm… traje algunos ayer, pero ya sabes, estos son más lindos –dijo el chico.
Le había estado trayendo gladiolos blancos cada maldito día durante todo un año, importaba realmente poco el tiempo o cualquier cosa. Nada le impedía venir y depositarlos. Él cada día pondría gladiolos nuevos en el florero de la tumba de ella.
-Tengo que contarte dos cosas, uhm… buenas, eso creo –él frunció el ceño –así que… sí. Lo haré.
Respiró hondo y luego empezó a hablar.
- ¿Conoces a Anne? Claro que lo haces, ella ha pasado mucho tiempo conmigo últimamente –él inhaló –me gusta –soltó.
Y se quedó callado por un rato.
-Me gusta, ¿eso está bien para ti? Ella es muy buena, en serio, lo es, hasta le he contado de ti –dijo.
Inhaló y exhaló.
-Le pediré para salir, como… en una cita, ¿eso está bien para ti?
No hubo respuesta, nunca más lo habría.
El cerró los ojos, inhaló y exhaló repetidas veces y continuó:
-Te extraño cada maldito día.
Miró la tumba y las letras ahí grabadas. Su hermoso nombre un una lápida. Sintió náuseas.
-Otra noticia –dijo un poco más alegre, despejando la mente –nos vamos de tour… ¡mundial! ¿Increíble, eh? Asombroso. Los chicos y yo. Oh… te mandan saludos.
Miró hacia arriba y sonrió al sol.
-Deseo que estés aquí… –su voz rompiéndose.
Se levantó, sacudiendo su pantalón negro, y se preparó para irse.
-No podré poner más gladiolos por un tiempo y…. lo siento –dijo sollozando.
Se tapó la boca con una mano y luego prosiguió:
-Lo haré al volver de la gira, lo prometo. Muchos, muchos gladiolos. La cantidad de gladiolos que no pondré durante mi ausencia los pondré en cuanto regrese, ¿eso está bien para ti?
Ninguna respuesta, sólo el sonido del viento.
Michael secó una lágrima.
-Me voy, chica. Me estás poniendo sentimental, y yo soy un chico rudo. No va conmigo, y lo sabes.
Sonrió, porque sabía que ese comentario la haría reír. Claro que lo haría, entonces ella sonreiría y él moriría de amor. Su sonrisa era su cosa favorita de la vida. Es. Porque aunque ella ya no pueda sonreírle en persona, tenía grabada la imagen de su sonrisa, en su mente y en su corazón.
Se giró para salir del cementerio, caminó unos pasos y se detuvo. Se giró y con lágrimas en los ojos dijo:
-Siempre, cada día de mi maldita y miserable vida, lamentaré el no haberte dicho cuánto te amaba antes… antes de que te vayas. Te amo, ¿eso está bien para ti? Anne me gusta, pero a quién amo es a ti. Siempre lo haré, ¿está bien? Te amo. Te amo desde el día en que me besaste bajo aquel sauce llorón. No lo supe entonces, pero lo hacía, te amaba. ¿Lo recuerdas? Yo nunca lo olvidaría. Siempre lo recordaré. Nuestro primer beso. Te amo. Y siempre fui un imbécil contigo frente a los demás, siempre. Idiota, eso es lo que soy, pero te amaba. Te amo. ¿Tú me amabas? ¿Aunque sea como tu amigo? Porque eso está bien para mí, por lo menos eso. Te amo, ¿de acuerdo? Lo haré siempre.
Mike miró al cielo y suspiró.
“Te veo en la otra vida.” Pensó.
Luego caminó murmurando:
-Deséanos suerte con la gira, los chicos también te extrañan. Yo te extrañaré cada maldito día por el resto de mi maldita vida.
Y se alejó.
Última edición por Nialler's wife el Dom 04 Mayo 2014, 12:10 am, editado 1 vez
Nialler's wife
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
¿que? no. te odio, te amo.
Yusneidy dskfgsdf
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
JAJAJAJAJAAJA me amas (? I know ;)Yusneidy dskfgsdf escribió:¿que? no. te odio, te amo.
Nialler's wife
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
Hola soy nueva lectora.
Debes seguirla
Mike también es mi Sunshine junto con Calum
la amo
Besos
PD1: Casi lloro
PD2: Ya guarde la nove mi bibibloteca de wattpad
PD3: tambien sigo
PD4: ¿Me puedes hacer un Imagina en Wattpad si mucho pedir?
Debes seguirla
Mike también es mi Sunshine junto con Calum
la amo
Besos
PD1: Casi lloro
PD2: Ya guarde la nove mi bibibloteca de wattpad
PD3: tambien sigo
PD4: ¿Me puedes hacer un Imagina en Wattpad si mucho pedir?
Invitado
Invitado
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
Hola!!!! Dios me hiciste llorar!!!!! :lloro:
Aww Michael tambien es mi Sunshine :abby:
Aww Michael tambien es mi Sunshine :abby:
LucianaLove
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
háblame en wattpad honey :) claro que te hago un imagina :)∞IzzisDestroy∞ escribió:Hola soy nueva lectora.
Debes seguirla
Mike también es mi Sunshine junto con Calum
la amo
Besos
PD1: Casi lloro
PD2: Ya guarde la nove mi bibibloteca de wattpad
PD3: tambien sigo
PD4: ¿Me puedes hacer un Imagina en Wattpad si mucho pedir?
Nialler's wife
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
oh, sorry :(LucianaLove escribió:Hola!!!! Dios me hiciste llorar!!!!! :lloro:
Aww Michael tambien es mi Sunshine :abby:
Nialler's wife
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
Es un imagina, no tengo planeado seguirla, sorry :(( Pero tengo una nove con Luke y Mike∞IzzisDestroy∞ escribió:¿cuando la sigues? :P :P
Nialler's wife
Re: I miss you every fucking day. (Michael Clifford) (OS)
Hola, lo leí la semana pasada, pero vengo a comentarte solamente para que sepas que nos hiciste llorar a mares a mi y a mi mejor amiga. Gracias. Está hermoso.
**Daiu Payne**
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