Blind Love {Larry Stylinson.

Blind Love
Prefacio

Suspiró y apretó el borde de su polo café. Los nervios estaban comiéndoselo vivo, algo que no le agradaba. Revolvió sus rizos, ya de por sí despeinados y mordió su labio inferior, a la espera de que el profesor le hiciera pasar. Con el corazón latiéndole a mil, al escuchar su nombre, entró al que sería su nuevo salón de clases. Quiso que la tierra le tragase en el momento en que dio un traspié y los niños rieron. Sus mejillas se colorearon de un tierno rosado.

—Calmados —Reprimió la profesora con voz firme, haciéndoles callar al instante—. Él es Harold Styles y viene de Cheshire. Sean buenos y apóyenlo en lo que puedan… ¿Algo que desees agregar? —Los ojos grises de ella se posaron en los verdes de Harry.

—Por favor —Dijo apenas en un susurro—. Llámenme Harry —los cachetes regresaron a esa tonalidad rosada y las niñas suspiraron al unísono.

Una vez terminada la presentación, se colocó al final del salón de clases junto a un niño rubio y de ojos azules que le sonreía. Pudo apreciar como sus dientes estaban chuecos pero eso no impidió que tuviera una sonrisa contagiosa, pues inmediatamente, le correspondió con otra. Aquel risueño chico se presentó como Niall Horan y se ofreció a guiarlo por la que era su nueva escuela.

A Harry le brillaron los ojos con ilusión al pensar que había hecho algo parecido a un amigo. Por lo que la hora pasó volando. Su profesora era muy agradable, incluso tenía un nombre lindo: Jay. Su nuevo cuaderno pronto se vio lleno de notas acerca de geografía y matemáticas. Suspiró, cansado. La noche anterior no pudo dormir bien por los nervios. Talló sus ojos con las manos al momento que el sonido del timbre resonaba por toda la estancia.

El niño de ojos azules le sonrió de nueva cuenta y le invitó a salir del salón.

— ¿Está bien que primero vayamos al comedor y después a dar el recorrido? Muero de hambre.
Soltó una carcajada ante la confesión de Niall. Asintió, dándole permiso para irse junto a los demás por comida. La cafetería en sí, era como la de su antigua escuela, una barra de alimentos y varias mesas distribuidas en un salón del tamaño de una cancha con bancas para sentarse. Vio asombrado como el rubio llenaba su bandeja de diversos alimentos, frutas y chatarra y caminaba tranquilamente hacia una mesa, donde había otros dos niños. Mordió la manzana que traía entre manos y su estómago se lo agradeció.

—Chicos —dijo Niall con la boca llena de lo que parecían ser frituras—. Él es Harry. Recién llegado, y tiene la fortuna de sentarse a lado del gran Nialler Horan.

Ambos chicos rieron por el comentario. Harry les observó detenidamente, un chico de tez perlada y ojos achocolatados enmarcados de pestañas de una longitud imposible, con un sedoso cabello negro peinado hacia arriba. Por otro lado, el otro era de cabellos castaños y alborotados, además, sus ojos eran de color café claro. Les sonrió con timidez.

—Puedes coger asiento —señaló el chico de cabello castaño—. No mordemos mucho… Bueno, en realidad —dio al rubio una mirada asesina—. Él es el que muerde cuando jugamos, de ahí en fuera, todo en orden.

El otro chico volvió a reír y Niall le propinó un golpe en su nuca, haciéndole parar de inmediato. Harry tomó asiento frente al chico que le había hablado, a un lado de su amigo.

—Soy Zayn —se presentó el niño de las pestañas largas—. Y él es Liam —indicó con su dedo al adorable chico a su costado—. Imagino que también tienes diez años como nosotros.

Las mejillas de Harry se sonrojaron de nuevo—. Actualmente, recién cumplí los nueve en febrero.

— ¿A qué se debe eso? —preguntó un curioso rubio.

—Mi madre tuvo problemas cuando fueron las inscripciones y me adelanté por un año —susurró.

Ellos le vieron sorprendidos. Sonrieron con comprensión, segundos después y Niall confesó que su cabello naturalmente era caoba y que se lo tiñó su hermano hace unas semanas. Todos en la mesa se burlaron de él, inclusive Harry, que se sentía miembro de esa pandilla.

Los murmullos en la cafetería aumentaron. El niño nuevo se veía confundido sin saber por qué el alboroto. Sus nuevos compinches fruncían el ceño, con rostro de malestar y Zayn se atrevió a chasquear la lengua.

—Ahí van de nuevo.

—Cómo si no llevara años aquí…

—No tienen nada de qué hablar, chicos.

Los ojos verdes se encontraron con una cabellera castaña. Era un chico, unos centímetros más alto que él. Vestía unos pantalones a la rodilla de color negro, junto con unos tirantes grises y una playera blanca.

Su nariz era simétrica y sus labios eran delgados, rosados y se estiraban en una mueca de desagrado.

Lamentablemente, él no podía ver los ojos de aquel niño, puesto que unas gafas negras se los cubrían. Y pronto, se dio cuenta de la razón cuando vio su mano.

—Estúpidos —escupió con enojo, Niall—. Superen de una vez el hecho de que no puede ver.

Harry observó el bastón guía que sujetaba con fuerza mientras se abría paso por el comedor.