trigger happy havoc. {audiciones abiertas

alex turner as alexander davis and teresa oman as piper depp. 
hannah murray as cassie summer and freddie highmore as sid johnson.
paja poner icons, ah.

Resumiendo la historia, simplemente una joven de 17 años necesita experimentar, necesita vivir. Una chica que colecciona cd’s, lo único que la diferenciaba del resto era su intelecto y pensamientos. Después no resaltaba. 
Un experimento de sensaciones, una conexión con la naturaleza y el mundo exterior. Su mente estaba reprimida y sentía que su inteligencia necesitaba salir a la luz rápidamente o explotaría. 
Un día 21 de Diciembre de 2013, Piper partió de Alabama sin despedirse de su familia y caminando, con dos bolsos de tamaño normal y su guitarra, fue en busca de aquel cambio espiritual que estaba buscando. Gente con la cual compartir momentos alegres, llenos de paz y amor. Tal vez hacer el amor con personas agradables. Buscar la paz en una simple guitarreada a las doce de la noche en medio de un campo, o algo por el estilo. 
Ese día en el que partió, ese día en el que cumplía los 17 años, comenzó la etapa revolucionaria de su vida; es decir, cumplió su objetivo: cambiar la rutina, vivir la vida, vivir. 

El día era lluvioso, gris, reflejaba la tristeza del mundo. Estaba acostada con una taza caliente de café con tres cucharadas de azúcar y espuma, mientras que en la otra mano tenía el libro de Gaarder, “El mundo de Sofía”. Eran las cinco en punto de la tarde y estaba leyendo desde las once de la mañana. El libro no me aburría y me engordaba la cabeza. Pero entonces miré hacia mi derecha y vi a mi guitarra apoyada en su pie sin ser utilizada, con sus bigotes sin cortar y con un poco de polvo en la madera que se encuentra debajo de sus cuerdas. 
Corrí mis mantas y me paré bruscamente recibiendo un leve mareo normal. El calor del café se hizo inexistente y empecé a temblar levemente. Tomé la guitarra y empecé a tocarla, hacía alrededor de un mes que ni siquiera la miraba. 
Y la guitarra empezó a llorar suavemente, a la par de la lluvia que chocaba contra mi ventana y a la par de mi mente. Los acordes menores abrazaban el día y todo parecía un vídeo de película, apagado y triste. 
La verdad nunca entendí por qué la lluvia representaba la tristeza, pero ahora ese estereotipo se estaba haciendo realidad para mí. El día lloraba, la guitarra lloraba, yo lloraba, el mundo lloraba. 
Noté que todo excepto mi guitarra era blanco, hasta el cielo lo era ahora. Y ahí la amé más: el objeto diferente de la habitación. Un objeto que servía para ejercer música y para alterar un lado de mi cerebro. Me imaginé con ella en un escenario, yo tocando, todos escuchando, y de repente yo empezaba a saltar alegremente mientras que los espectadores me seguían.
Dos segundos después fue como si mis pies fuesen patines, porque me estaba arrastrando sin mi orden. Estaba en una silla de ruedas, un hombre me arrastraba en ella. Me acostó en una camilla donde me empezó a revisar y lo último que recuerdo fue mi euforia calmada por un líquido recorriéndome, sintiendo el dolor de un pinchazo.