Misfortune.

Ella se había enamorado de él, pero él nunca la noto. Es mas, la hacía sentir como una insignificante basura, pero claro, eran demasiado inmaduros, porque eran apenas unos niños.
La primera vez que ella lo vio, sus ojos brillaron, su corazón se aceleró, y él simplemente la ignoro; algo que nunca debió haber echo. Ella tenía el corazón roto de todos esos insultos que él le había dicho. Todos los días se repetía que ella ya lo había superado, pero eran insignificantes mentiras.
Los años pasaron, y ellos habían crecido, ya eran unos adultos de 21 años. Un día se vuelven a encontrar, y él se da cuenta de todo lo que había desperdiciado cuando eran unos niños. Cuando menos lo pensó, él se enamoró de ella, pero era demasiado tarde, un compromiso ya había arruinado sus planes.

La pequeña rubia se dirigía hacia su salón, con gran emoción; ya que este era su último año en la escuela elementaria y la emocionaba tener que pasar a “middle-school”.
Sus pasos eran acelerados pero a la vez rápidos, quería llegar, pero los nervios la consumían viva.
Tenía la puerta sobre su cara, estaba apunto de abrirla cuando alguien la empujó. Ella cayó al piso del salón, debido que ese empujón la hizo abrir la puerta. Se tocó la cabeza para revisar si todo estaba bien. Antes de levantarse, levantó la cabeza para insultar al causante de su caída.
Pero quedo muda al verlo, era perfecto. Tenía unos ojos miel que te hacían perder en ellos, su pelo color negro como la noche, sus facciones eran simplemente perfectas. Ella trató de articular una palabra pero terminó en balbuceos al seguir hipnotizada por el niño. Él niño se burló.
–¿Eres muda?, o ¿Tartamuda?. Yo creo que con un adicional de torpeza.–Se burló, ella lo fulminó con los ojos, pero no evito sentir esa punzada de dolor sobre su pecho.–Ella volteó la vista, y después escuchó una voz.
–Matt, déjala en paz.–Dijo un niño atrás de él. Al amigo se le iluminaron los ojos al ver a la rubia, ella dio una tímida sonrisa.
–Te ayudo.–Dijo el niño ofreciendo su mano, ella aceptó su ayuda y se paró. Le dio una sonrisa al niño, y se fue a su puesto.

Cuando llegó la profesora todos se sentaron. Y ella pidió silenció.
–Muchos de ustedes se conocen, pero como saben este colegio es grande y por eso vean algunos compañeros nuevos. Por eso dire sus nombres.–Todos asintieron. La profesora prosiguió a decir todos los nombres.
–Matthew O’Connor.–El niño que había empujado a la rubia había alzado la mano esa vez.
–Dylan West.–Esta vez era el niño que había ayudado a la oji-verde, después de su vergonzosa caída. Él asintió y articulo un “presente”.
–Anna McKean.–Ella con timidez alzó la mano, y dijo “aquí”. Después escuchó un gesto de asombro sarcástico, y se volteó, se dio cuenta que era Matthew. La profesora frunció el ceño y le dio la palabra a Matthew.
–¿Qué pasa, señor O’Connor?–El acusó con la mirada a Anna, y después dirigió la vista hacia la profesora.
–Me parece un gesto de mala educación que McKean diga un, “aquí estoy”, lo correcto es decir “presente”. Yo creo que le debe poner una falta por su mala educación, y por su increíble torpeza, señorita.–Todos los de la clase rieron, y a Anna cerró los puños con furia. Se dirigió hacia Matthew y le estampó un puño en su cara. La profesora articulo un gesto de desagrado y dijo.
–A la oficina del director, señorita McKean.–Ella bufó, y salió del salón. Al salir las lágrimas se empezaron a recargar en sus ojos, no sabía por que lloraba, tal vez por el imbécil de Matthew. Se regañó a si misma, nunca le había pasado eso. Nunca, ella era fuerte. Una pequeña burla la había hecho llorar. Se dio cuenta de algo, algo que la sorprendió, se había enamoradode ese niño tonto.

                                                                                                                          {XXX}

Era lo mismo de siempre. Matthew se burlaba de Anna, siempre. Ella siempre quiso devolverle los insultos pero siempre se quedaba muda, y siempre que él la insultaba habían lágrimas en los ojos de Anna; la mayoría de esas fueron las causas de los apodos que Matthew le puso a Anna, llorona, muda, tartamuda, tonta, fea.. etc.
El año estaba por acabarse, y Anna decidió salirse del colegio, no por Matt–al menos una parte–, por el comportamiento de Anna, siempre estaba en la oficina del director por culpa de Matthew, pero nadie le creía.
Así ellos nunca se volvieron a ver. Anna pensaba que jamás se volverían a ver, pero claro jamás es una palabra muy grande.