the call. | tom delonge.

— ¿Hola? —preguntó ella al otro lado del teléfono.
— Hola, amor, soy yo —dije tapándome el otro oído, para poder escucharla bien.
— Tom… ¿Dónde estás? No se escucha casi nada.
— Tranquila, amor, estoy en un lugar cerca de casa. Estoy con los chicos, no me esperes despierta, tengo unos problemas serios que atender, nos vemos en casa.
— Dime en donde estás, para relajarme un poco, aunque sea
— Escucha, amor, lo siento pero debo irme, no me llega bien la señal y mi batería está demasiado baja, casi muerta. Me tengo que ir —colgué rápidamente.

Déjenme contarles una historia. La historia de la llamada que cambió mi destino, sí, cómo lo oyen, una simple llamada cambió todo. ¿Por qué tuve que llamar a mi novia esa noche?, no lo sé, la verdad. Simplemente debí haberme ido a casa, y no quedarme con Travis y Mark después del ensayo de la banda. Me persuadieron para poder ir los tres a una discoteca. Claro, como ellos no tenían novia, no tenían nada que perder.

Comencé a caminar por el lugar, para poder encontrar a los dos imbéciles que me trajeron aquí. Los quiero demasiado, pero son unos imbéciles por haberme, prácticamente, obligado para venir.

En el camino a la mesa en la que estábamos, una chica me detuvo, me tomó del brazo y me hizo mirarla. Se llamaba Amber, o algo así me había dicho, no lo recuerdo muy bien, pero sí recuerdo lo que me dijo:

— Tengo un pequeño lugar al que podemos ir —me dio una bebida rosa pálido y no recuerdo mucho lo que pasó después. Debí haber dicho que no, alguien estaba esperando por mí en casa, pero ya era muy tarde.

Lo último que recuerdo es que desperté en una habitación de un motel barato sin gran parte de mi dinero en mi billetera. Amber era una prostituta, y no una muy barata, que digamos. Me arreglé la ropa y salí de aquel cuarto. Estaba totalmente desorientado, no sabía en qué lugar estaba, busqué mi celular, y por suerte lo encontré, pero mi batería estaba muerta, como le había dicho a mi novia la noche anterior.

Comencé a caminar, sin rumbo, pero esperaba encontrar algún lugar para orientarme. De repente, supe dónde estaba, estaba cerca de mi casa, la casa que compartía con mi rubia.

Corrí hasta llegar allí. Entré en ella y estaba casi vacía, faltaban sus cosas, sólo estaban las mías. Y las fotos en las que salíamos los dos estaban rotas. ¿Dónde mierda estaba ella?

Busqué en toda la casa, y en el último lugar en el que busqué fue en nuestra habitación, sólo estaban mis cosas, decidí dejando cargar mi celular para poder llamarla luego, y empecé a abrir los cajones del closet para ver si había algo de ella, pero no había nada, sólo mi ropa. Esperaba lo peor. En la mesita de noche, había una pequeña nota que decía “Te odio”, era su letra.

¿Se enteró de lo que pasó la noche anterior? Pues sí. Pero, ¿cómo? Fui un idiota, y lo sigo siendo. Cuando pude encender mi celular, vi tres mensajes, dos de Mark, y uno de Travis, pero nada de ella. Abrí los mensajes, los de Mark eran fotos, fotos que le habían llegado de parte de Amber, al parecer era bastante conocida allí. En las fotos salíamos yo y esa prostituta teniendo sexo en el motel barato. El mensaje de Travis era casi igual a los mensajes de Mark, sólo que las fotos eran mías con Amber en mi auto, haciendo lo mismo que en el motel.

Me fijé en el buzón de voz y tenía un mensaje, de ella. Lo escuché.

— Thomas Delonge —escuché una respiración profunda de su parte, cómo pensando lo que iba a decir—. Te odio, no sabes cuánto he estado llorando por ti en este momento, como he llorado casi toda la noche, eres un idiota, te acostaste con una maldita prostituta, me llegaron las fotos de tú y ella teniendo —hizo una pausa, con asco—… eso. ¿Que “estabas cerca de casa”? ¿Que tenías unos “problemas que arreglar”? —murmuró imitando mi voz—. Por favor, desde que te escuché decir eso no lo creí mucho, y cuando me llegaron las fotos ya todo estaba claro. Para la próxima, trata de ser más inteligente y que tu novia no se entere. Es más que obvio que todo esto terminó, y no quiero volver a verte, no tienes corazón. Me voy de casa, y nunca sabrás a donde, pero tienes que saber qué será lo más lejos posible de ti. Nunca olvides que alguna vez te amé, para que sepas lo mucho que sufrí por tu culpa.

Cuando escuché eso las lágrimas corrieron por mis mejillas, sus palabras llenas de odio, rencor y tristeza me destrozaron. Tenía razón, fui un idiota, y tiene todo el derecho de odiarme.

La llamé, pero no me contestó, repetí la acción unas 10 veces, pero no servía, no quería hablar conmigo. Y, sigo diciendo, está en todo su derecho de odiarme.

No sabía qué hacer, la necesitaba conmigo, no podía vivir sin ella. Aún no puedo vivir sin ella.

Y sé que dos meses no es tiempo suficiente como para arrepentirme de lo que he hecho, pero si estás leyendo esto, quiero que sepas que te sigo amando como la primera vez, Britney.