Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 13. • Comparte
Página 7 de 13. • 1, 2, 3 ... 6, 7, 8 ... 11, 12, 13
Re: JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
q paso donde estan todas mis otras lectoras porque no han comentado ya no loes gustoo la nove???? por q me han abandonado
issadanger
Re: JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
q paso donde estan todas mis otras lectoras porque no han comentado ya no loes gustoo la nove???? por q me han abandonado
issadanger
Re: JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
Yo he abandonado. Solo me da flojera comentar es todod
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
JB&1D2
Re: JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
CAPITULO QUINCE PARTE DOS
—No te preocupes. No la perdemos de vista y después de lo de Jerry, no la dejamos que salga de detrás de la barra.
—Sí. —Dijo ______ nostálgica.
Arqueó una ceja. Lo decía como si fuese algo malo. La verdad es que estaba agradecido.
—Bueno. Puesto que lo tenéis controlado, vuelvo a mis recados. Volveré pronto.
—Ten cuidado.
Inclinó la cabeza hacia ______ recordando las palabras que lo habían conmovido antes de volver a la tienda de Liza. Cuando iba a alcanzar el tirador, oyó en la cabeza el estridente chillido de Artemisa que resonaba contra su cerebro como si fuera alambre de púas.
Joseph. Sube. Ya.
No soy tu perro, Artemisa.
Apareció delante suyo en la calle con los ojos rojos llameando.
—Vale, si no te meto en cintura, veremos si puedo hacer suplicar a tu perra. —Y empezó a desvanecerse.
La agarró del brazo y la sujetó.
—¿De qué estás hablando?
Se sacudió el brazo, soltándose de su agarre.
—No pienses que te puedes marchar y follarte a otra mujer sin que yo me entere, ¿Verdad? ¡Perro infiel! Voy a hacer que chille como ningún mortal ha chillado antes.
Esta vez, cuando empezó a desvanecerse, se lanzó hacia ella y los llevó a ambos hasta su templo en el Olimpo. La mantuvo apretada contra la pared del dormitorio. Artemisa gritó tan fuerte que le asombraba no haberse quedado sordo.
—¡Déjame!
Negó con la cabeza.
—No hasta que no hayamos aclarado esto.
—¿Aclarar qué? ¿Qué eres un cabrón infiel y mentiroso? ¿Cómo has podido? —Intentó arañarle el rostro.
Le sujetó las manos y la mantuvo apretada entre él y la pared.
—¡Me quedaré con su vida, con su alma, con todo!
—¡No la tocarás!
—¡A mí no me mandas!
Esas palabras dispararon su ira tan alto que cambió inmediatamente a su verdadera forma de destructor. Se miró las manos azules y sólo pudo imaginar el aspecto que tendría el resto.
—No me presiones, Artemisa. No me he alimentado en semanas y con respecto a éste tema, ¡te mataré! ¿De acuerdo?
—Te odio. —Gruñó.
—Siempre me has odiado. Desde el momento en que te besé por primera vez en el templo, me has despreciado y lo sabes.
Con un chillido furioso, empezó a sollozar como si tuviera el corazón hecho pedazos.
—Eso no es verdad. Éramos amigos. ¡Te amaba! —Le espetó.
Se burló de las mentiras que aún creía.
—Me amabas tanto que te quedaste mirando mientras me destripaban en el suelo a tus pies. Eso no es amor, Artie. Te sentiste aliviada cuando morí.
Negó con la cabeza.
—Te traje de vuelta porque te amaba.
—Esa es la mentira que te dices, pero no es verdad. Me trajiste de vuelta porque te aterrorizaba mi madre.
—¡Soy una diosa!
—Y yo un dios. Uno cuyos poderes hacen mofa de los tuyos y lo sabes.
Gritó intentando incitarlo a pelear.
—Me has traicionado y quiero venganza.
—Pues tómala de mí.
Se quedó de piedra y por primera vez desde que lo había atacado tenía una expresión de cordura.
—¿Qué dices?
Retrocedió un paso, preparado para agarrarla otra vez si se veía en la necesidad.
—Soy el que te ha traicionado. Si quieres la sangre de alguien, me ofrezco como tu víctima. Pero tienes que jurarme que no le pondrás la mano encima a _______. Nunca.
Las llamas de excitación sexual en los ojos lo enfermaron. Podía negarlo, pero se ponía caliente haciéndole sangrar y sufrir. Siempre lo había hecho.
—Sólo si me juras que no utilizarás tus poderes para curarte. Recibirás el castigo que te mereces y sufrirás por lo que me has hecho.
Porque todo giraba siempre en torno a Artemisa.
Desde luego no debería haber estado con ______ porque ella era amable. La única razón por la que podía estar con alguien era para herir a Artemisa y por eso había sangrado.
Sí...
—Te lo juro.
Levantó la barbilla.
—Libérame.
—No hasta que me des tu palabra.
—Oh, te lo prometo. No tocaré a tu zorra.
Se estremeció por la palabra y amenaza velada contra _____.
—Y tampoco mandarás a nadie contra ella.
Se quedó callada.
—¿Artemisa?
Hizo un puchero como una niña a la que le hubieran roto la muñeca favorita. No fue hasta que se percató de que no iba a ceder que se cruzó de brazos y le espetó.
—Está bien. Juro que tu puta no sufrirá daño de mí, ni de ninguno de mis subordinados.
Rodeó su cuello con las manos.
—Te juro que si vuelves a llamarla puta, zorra o cualquier otro insulto, te mataré. ¿Me entiendes? Su nombre es _____ y no la llamarás de ninguna otra forma.
El miedo reemplazó a la ira en sus ojos. Sabía que no tenía más remedio que cumplir cualquier cosa que hubiera jurado. Y en ese momento la idea de matarla ocupaba el número uno en su lista.
—Entiendo. —Dijo Artemisa con frialdad—Ahora, prepárate para mí, puta.
Se encogió de dolor ante las palabras que ella sabía que le harían daño a un nivel al que nadie debería ser herido y la odió por ello. En un segundo destrozaron todos los siglos de dignidad que tan desesperadamente había intentado reunir y lo redujo al niño que suplicaba patéticamente a su padre que no le hiciera daño.
Maldita fuera por ello. No quería hacer esto, pero sabía que no tenía opción. Tenía el estómago tan tenso de rabia y asco que le sorprendía no estar vomitando por la sensación.
La pasada noche lo merecía.
No... _____ lo merecía. Cuando lo abrazó, no era una puta. No era patético ni indeseable. Por el momento de paz que tuvo en sus brazos, esto no era nada.
Sólo esperaba que cuando Artemisa hubiera terminado, siguiera sintiendo lo mismo.
Enfermo de miedo, retorció y dejó caer el abrigo al suelo. Después se quito la camisa por encima de la cabeza. Dioses, se sentía como si se estuviera vendiendo otra vez en casa de su tío. Lo único que le faltaba eran las bandas doradas en las muñecas y tobillos además de los piercings de la lengua. Que lo asiera del pelo y le dijera como le gustaba que le diera placer.
Se pasó la mano por el pecho, donde Simi dormía.
—¿Simi? Necesito que tomes forma humana. —Si estaba en su piel cuando Artemisa empezara a azotarlo, saldría y atacaría a la diosa. Y puesto que había prometido total sumisión, no podía permitir que su niña hiciera tal cosa.
Simi apareció con una sonrisa preciosa en el rostro hasta que se percató de dónde estaba. Entonces curvó los labios con repugnancia.
—¿Por qué estamos con la diosa vaca, akri? La Simi creía que nos íbamos a divertir otra vez.
—Lo sé, Simi. Necesito que me dejes un ratito.
Las aletas de la nariz se movieron con furia y los ojos se volvieron rojos. Sabía lo que pasaba cuando la mandaba marcharse de allí.
—Akri...
—Házlo Simi. —Miró detrás y vio a Artemisa observándolos—. Quiero que vayas al Santuario y protejas a ______ por mí. Asegúrate de que nadie le haga daño.
Simi se volvió y siseó a Artemisa.
—Iré a proteger a akra ______, akri. Pero la Simi no quiere dejarte aquí. Me gustaría más que dejaras que la Simi se comiera a la diosa vaca.
Tomó su rostro entre las manos y le dio un beso rápido en la mejilla.
—Ve Simi y no te comas a los humanos ni a los Were.
Simi asintió y se desvaneció.
Tragó cuando encontró la mirada fulminante de Artemisa. Un instante después, sus muñecas estaban rodeadas de cadenas. Se elevaron y se extendieron y un látigo apareció en manos de Artemisa. Dejó escapar un largo suspiro cuando le recorrieron los siglos de hacer la misma cosa y luchó contra la ira que crecía en su corazón.
¿Cómo podía hacerle esto y sostener que sentía algo?
—Me has traicionado por última vez, Joseph.
Rió amargamente.
—¿Yo te he traicionado? ¿Cuándo me has sido fiel tú?
La respuesta a su pregunta fue un revés con el dorso de la mano que le rompió el labio. Sólo ahora que le tenía encadenado podía golpearle. Lo agarró del pelo, cambiándolo a rubio al instante y le echó la cabeza hacia atrás todo lo que pudo.
—Desearía no haberte conocido nunca.
—Te aseguro que el sentimiento es totalmente mutuo.
Entonces hizo lo más cruel de todo. Hizo aparecer un espejo ante él y le vistió con el chiton que llevaba cuando se conocieron. Separándole el pelo del cuello, sopló sobre su piel, sabiendo lo mucho que lo odiaba.
—Esto es lo que temes, ¿verdad? Que el mundo entero sepa que eres una verdadera puta. Once mil años después, te sigues arrastrando a la cama de todo el que pueda pagarte. Dime, Joseph, ¿Qué te dio _____ para que te acostaras con ella?
La miró por el espejo y le contestó con la verdad.
—Me compró con la única cosa que tú no has sido capaz, Artemisa. Amabilidad. Calidez.
Le tiró tan fuerte del pelo que estuvo seguro que le había arrancado algún mechón.
—Puta cabrona. Te hubiera dado el mundo si me lo hubieses pedido pero en su lugar prefieres estar en la cama con una vulgar humana.
Se lamió la sangre de la comisura de la boca.
—Nunca me diste nada, Artemisa, sin hacérmelo pagar con creces. Ni siquiera tu corazón.
—Eso no es verdad. Te di a tu hija.
—No. Tuviste a tu hija. No conservaste a Katra por mí. Te la quedaste por total egoísmo y lo sabes. Nunca tuviste intención de hacerme saber que tenía una hija porque no querías compartirla ni conmigo ni con nadie. Podrías haberme dicho la verdad en cualquier momento pero me la escondiste durante once mil años. —Sacudió la cabeza ante la verdad que le escaldaba el alma. —Eres egoísta y fría y estoy cansado de congelarme cada vez que te toco.
Le dio un latigazo en la espalda. Siseó cuando el dolor lo recorrió.
—¡Me perteneces! —Gritó.
Apretó las cadenas que lo mantenían en el lugar.
—No te pertenezco, Artemisa. Ya no. No debería haberme vendido a ti por una gentileza que ya no siento.
Le volvió a golpear.
—¿Te hubieras vendido mejor a una humana que no puede comprenderte? No sabe nada de nuestros poderes. Nada de lo que significa ser un dios. La responsabilidad. El sacrificio.
La miró por el espejo con la respiración irregular.
—Ni tú tampoco. _____ no me pide nada. Me da, Artemisa. Sin ataduras. Sin planes ocultos. Me toma de la mano en público y no me suelta. No se avergüenza de que la vean conmigo.
Le tiró la cabeza hacia atrás y aulló en su oído.
—¡Porque no le cuesta nada que la vean contigo! Me pides demasiado. Siempre me has pedido demasiado.
—¿Y no se te ha ocurrido que tú me pides lo mismo? He estado dando durante once mil años y me he cansado. Estoy cansado de que me ridiculices, tú y tu hermano. Estoy cansado de aguantar tus mierdas y lidiar con tu humor cuando no tienes la misma cortesía conmigo. Quiero la libertad.
Le soltó el pelo y le dio tres latigazos más, después pasó las uñas dolorosamente por su espalda.
—No hay libertad para ti, puta. Nunca.
______ sonrió al ver a Simi subiendo al bar. Todavía recordaba la primera vez que vio a la demonio, aunque en aquel entonces pensaba que Simi era un universitaria normal y corriente que le hacía muy bien de niñera. Era difícil de creer que después de todas las llamadas telefónicas y todos los correos electrónicos que habían compartido, a Simi se le hubiera pasado mencionar el hecho básico de que era una demonio.
Pero bueno...
Al acercarse supo que algo la preocupaba.
—¿Qué pasa, Simi?
—Esa diosa vaca vieja está haciéndole daño a akri otra vez y akri no deja que la Simi haga algo para ayudarle. Como se supone que la Simi no puede decir nada de lo que la diosa perra le hace, olvida lo que ha dicho la Simi. —Se sentó en un taburete enfurruñada y puso la barbilla en la mano—. Enróllate y ponle a la Simi un helado, akra ______, lo necesito de dos bolas.
Aimee fue a atender a Simi mientras _______ se sentaba con la demonio.
—¿Qué quieres decir con que la diosa vaca le está haciendo daño a Joe? ¿Hera?. —Era la diosa a la que más se referían como “vacuna” en la mitología.
—Esa no. La mezquina pelirroja que la Simi se quiere comer, pero akri dice “No, Simi. No te puedes comer a Artemisa”. La Simi odia a esa vaca.
Se quedó de piedra al recordar lo que Joe le había contado sobre Artemisa y su relación.
—¿Dónde está Joe?
—En el Olimpo. Le dijo a la Simi que se quedara contigo y se asegure de que nadie te hace daño.
No podía ser nada bueno y _____ se sintió mal al no poder ayudarle.
—¿Qué le hace Artemisa a Joe?
—Se supone que la Simi no lo puede decir. —Echó una mirada por el bar como si fuera una niña traviesa y bajó la voz—. Pero akri no dice que no te lo pueda enseñar. —Alargó la mano y tocó el brazo de _____. En ese mismo momento, Tory vio a Joe siendo azotado.
Incapaz de soportarlo, se puso de pie e intentó concentrarse. Pero no podía. Le palpitaba el corazón, y estaba hiperventilando por el pensamiento de causarle tal dolor.
—¡Tenemos que hacer algo!
—No podemos. Artemisa le hará algo peor si intentamos intervenir. Créeme, lo sé. Le prometió que podría azotarle si te dejaba en paz y ella dijo que vale. Así que... La Simi odia a la diosa vaca.
Y _____ también. Si pudiera volver atrás en el tiempo, la habría dado bien en los morros en Nashville.
Aimee llegó con el helado mientras ____ intentaba pensar en algo, cualquier cosa, que pudiera hacer. Miró a Aimee, luego a Katherine y a Justina pero decidió no pedirles opinión. Joe moriría de vergüenza si supieran que ellas sabían lo que le hacían.
Ahora sabes todos los secretos que moriría por proteger.
No había duda de que éste era uno de los secretos que guardaba más celosamente. No le extrañaba que hubiera sido tan desagradable con Artemisa en Nashville.
—Si alguna vez le pongo las manos encima...
¿Qué haría? ¿Sangrar sobre sus zapatos caros? Artemisa era una diosa y _______ era humana.
Pero... había algo en el diario sobre Artemisa y sus debilidades. Con el corazón latiéndole esperanzado, fue hacia la cocina que había tras el bar, donde había luz suficiente para leer.
Pero antes de que pudiera llegar, vio a una mujer alta, de pelo negro sentada en una de las mesas del fondo.
¿Quieres hacerle daño a Artemisa? Habla conmigo.
_____ buscó a su alrededor la voz que sonaba en su cabeza hasta que clavó la mirada en la mujer desconocida.
Sí, soy yo la que te habla, ______. La mujer le hizo una seña para que se acercara a la mesa.
Retrocediendo desde la cocina, le dio un golpecito en el brazo a Aimee.
—Enseguida vuelvo. —Antes de pudiera contestar, fue derecho hacia la mujer increíblemente atractiva y probablemente, tan alta como ella.
—Hola —dijo con un fuerte acento griego—. Soy Satara. Debes considerarme una amiga.
Sí, seguro. Esperaría antes de decidir sobre eso.
—¿Cómo haces para hablarme con la mente?
Sonrió antes que la voz volviera a sonar en la cabeza de ______. Soy hija de Apolo y si quieres que te ayude, estaré más que dispuesta a ayudarte a matar a Artemisa.
issadanger
Re: JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
sorry por no comentar antes es que me cortaron el internet es que mis notas bajaron :C
tortugitastyles
Página 7 de 13. • 1, 2, 3 ... 6, 7, 8 ... 11, 12, 13
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 13.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.