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—Taemin, lindo, abre la puerta —la voz de Minho se oía preocupada, y sus golpes en la puerta mantenían el mismo ritmo constante que había usado la última media hora—. Te traje unas galletas caseras, ya sabes, tus favoritas —sus intentos de que la puerta se desbloqueara habían fallado desde que Taemin se encerró en su cuarto hace ya dos días.

Taemin lo había vuelto a hacer. Había desconfiado, y por eso investigó y terminó encontrando lo que sospechaba: un engaño. Su novio, un chico que había conocido en una noche de karaoke en un bar lejano de la ciudad, lo había engañado varias veces desde que comenzó la relación, y al parecer no se molestó mucho en ocultarlo.

—Taemin, debes comer. Estamos preocupados.

Cuando se enteró de las actividades de su novio, inmediatamente lo llamó y entre lágrimas cortó la relación. Después de eso se encerró en su habitación y aún se niega a salir. Sin ingerir ninguna clase de alimento o bebida, ha vivido los últimos dos —casi tres— días aislado del mundo, con el, hasta ahora, vano intento de sus amigos de que saliera a la sociedad, aunque sea para comer algo.

—Taemin, por favor...

La voz de Minho se quebró, y una punzada de dolor atravesó el pecho de Taemin. Todos estaban tan preocupados, y él simplemente se encontraba en su cama, siendo egoísta, intentando cubrir sus oídos con su almohada húmeda de tanto llorar, mientras fingía que los golpes en su puerta no existían y las súplicas de sus compañeros eran sólo un producto de su mente. Obviamente, no servía de nada.

—Taemin...

La voz se hizo más débil y los golpes cesaron. De entre los cuatro, Minho era quien más se había preocupado por Taemin, llegando a pasar horas seguidas junto a la puerta, intentando convencer al peli-negro de abandonar su habitación.

Otra punzada de dolor atravesó su pecho.

Hubo silencio por varios minutos. Minho no se había ido, oh no, Taemin podía oír su respiración incluso desde su cama, que cabe destacar que estaba bastante alejada de la puerta. Parecía que el mundo se había detenído, y lo único audible era la respiración irregular de Taemin y los leves suspiros de Minho.

Pronto, el sonido de algo arrastrándose rompió el silencio, y Taemin se imaginaba a Minho sentado contra la puerta, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, intentando no llorar.

—Sabes... siempre me has gustado, Taemin —Minho suspiró. Taemin despegó su rostro de la almohada para mirar fijamente la puerta, esperando haber oído algo que no era—. Desde que te conocí siempre pensé que eras un chico lindo, y aunque creía que era porque tenías rostro de mujer, luego me di cuenta de que no era así. ¿Recuerdas tu cumpleaños número 16? Oh, tenía tantas ganas de besarte cada vez que abrías un regalo y sonreías, pensando que sería la Xbox que tanto querías, y cuando te decepcionabas, al ver que era otra cosa. También la vez que fuimos de campamento y abrazabas con miedo tu conejo de peluche cada vez que oías algo fuera de la carpa. Te veías tan adorable —Taemin sintió como su garganta se secaba y sus ojos picaban, sabiendo que en cualquier momento comenzaría a llorar—. ¿Puedes imaginarte cómo me sentí cuando les contaste a todos que eras gay? Hice todo lo posible para ocultar mi felicidad, y no sabes cariño, no sabes cuánto me costó. Lo mismo fue cuando esa vez borrachos tuvimos que besarnos. ¿Recuerdas que no te hablé el resto de la noche, y creíste que fue porque me había enojado? Al contrario, estaba demasiado feliz y avergonzado que no podía verte a los ojos sin pensar mal las cosas —Minho volvió a suspirar—. Cuando decidí confesarme, fue esa noche en el karaoke. Había elegido la canción perfecta para dedicarte, y subiría al escenario y daría el mejor concierto que jamás di en mi vida, todo dedicado para ti —las primeras lágrimas comenzaron a bajar sin pudor alguno por las mejillas de Taemin—. Al final diría un "Me gustas, Taemin, ¿quieres ser mi novio?" y esperaría tu respuesta. Oh, cada vez que pensaba en lo que dirías sentía mi estómago en la garganta y pensaba en arrepentirme, tomar mis cosas e irme a casa. Sin embargo, aún quería decir mis sentimientos, y por eso soporté toda esa bola de sentimientos el resto de la noche. Pero, ocurrió algo... —Minho dio una pausa. Taemin sentía que los segundos eran interminables—. Tú estabas hablando con un chico que unos minutos antes había cantado una espléndida canción de Britney Spears, convirtiendo la canción en suya. Recuerdo como mirabas con una sonrisa toda la presentación, y recuerdo como sentí mi corazón romperse —un nudo en la garganta y una nueva pausa—, pero no me rendiría. El que hablaras con ese chico no arruinaría la noche, ¿o sí? —la voz de Minho se quebró y la boca de Taemin se agrió de repente—. Recuerdo lo desesperado que estaba cuando llegó mi turno de cantar y no te veía en ningún lado. Key me dijo que te habías ido con ese chico, y no puedes imaginar lo horrible que me sentía. Me sentí así hasta el otro día, cuando volviste de quién sabe dónde, nuevamente con ese chico. Allí nos lo presentaste, y dijiste que estaban en algo así como una relación. Obviamente, todos creíamos que era apresurado, pero cuando la relación duró más de lo esperado simplemente lo aceptamos. Todos menos yo. ¿Te dije que siempre lo odié? Desde que cruzó la puerta del departamento hasta que con una estúpida sonrisa que me hizo querer partirle los dientes se presentó como tu novio, lo odié. Lo odié, lo odié y lo odié. Lo sigo odiando. ¿Sabes cómo me puse cuando me enteré de que habían terminado? De no ser por los demás, hubiera ido directamente a su puerta y le hubiera pegado tanto que habría terminado en el hospital, o incluso peor —otra pausa, otros segundos interminables para el pelinegro—. Igualmente, pensaba tanto en partirle el culo a ese idiota que casi me olvido de ti. Perdóname, ¿sí? No fue mi intención, sólo... pasó. Y mírate, ahora estás encerrado en tu cuarto, sin comer ni hablarme. Perdóname, Taemin, perdóname por no poder protegerte, de veras lo siento.

Taemin sintió a Minho llorar.

Dios no, perdóname a mí. Es mi culpa. No llores Minho, Dios, no llores.

Pero Minho no leía mentes, y los pensamientos de Taemin siguieron siendo eso, pensamientos. Su boca estaba demasiado seca como para pronunciar palabra, y aún si pudiera, sabía que su voz se quebraría apenas comenzara a hablar.

—Lo siento si te aburrí con todo esto. Probablemente ahora estés acostado en tu cama, ignorándome, o incluso dormido —Minho volvió a hacer una pausa antes de suspirar y volver a hablar—. Te amo, sólo quiero que sepas eso.

Minho se inclinó hacia adelante a punto de levantarse, cuando un estruendo se oyó dentro de la habitación, seguido de unos pasos y la puerta abriéndose. Taemin, desarreglado y con una respiración bastante irregular, con su hermosa cara roja de tanto llorar y un intento de sonrisa, miró a Minho y habló: —Hey.

Minho lo miró, impresionado, sin saber qué decir. —Hey...

—¿Aún tienes esas galletas?

Lentamente, Minho sonrió, parándose y sacando una bolsa de su bolsillo. —Tus favoritas.

Taemin tomó la bolsa y ensanchó su sonrisa, sintiendo que volvería a llorar en cualquier momento.

—Gracias... por todo.

Y mientras su sonrisa desaparecía antes de volver a sollozar, Minho tomó a Taemin por los hombros, acercándolo a su pecho mientras lo rodeaba con sus brazos y sostenía su cabeza. Su hombro se mojaba por las lágrimas saladas del menor, pero no le importaba, porque seguía siendo su hermoso Taemin quien se encontraba entre sus brazos ahora, y no podía estar más feliz.