Ribs. || Ziall.

Zayn siempre ha sido un chico solitario, lo cuál no le ha permitido enamorarse ni una sola vez.
Niall es simplemente tan confuso.

"This dream isn't feeling sweet, we're reeling through the midnight streets. And I've never felt more alone, it feels so scary getting old.
Caminaba por las frías calles de Londres, sintiéndome realmente arrepentido de no haber traído el suéter que mi madre me ofreció, pues podía sentir cada litro de mi sangre congelándose bajo mi piel. Al menos había sido lo suficiente inteligente para ponerme unos viejos y rasgados aunque cálidos guantes, siendo la única fuente de calor que poseía en ese momento.
Aunque soy británico, he vivido mayor parte de mi vida en Nueva York,  por lo que siendo el valiente hombre que trato de aparentar ser – y confiado que el clima sería parecido – salí a dar un paseo por la ciudad. En estos momentos estaba deseando no haberlo hecho, pues además de que estaba seguro de que en cualquier momento me congelaría debido a que mis dientes no paraban de chocar entre ellos, ahora me encontraba perdido. En diciembre. En medio de la nieve y muy lejos de casa.
A lo lejos pude divisar un pequeño local de café. A pesar de que no era la clase de café que yo consumía normalmente, no tenía muchas opciones para escoger, y al menos podría preguntarle al encargado por indicaciones. Comencé a acercarme hasta adentrarme en el negocio, limpiando con cuidado los restos de nieve en mis botas mientras un sonoro estornudo escapaba de mis labios. Grandioso, pensé, ahora pescaría un resfriado seguro.
Pude notar que a excepción del muchacho que se encontraba limpiando una de las pocas mesas, no había ni un alma en el lugar. Caminé hacía él y con una apenas visible sonrisa murmuré por lo bajo. Aunque estaba consciente de que éramos los únicos en dicho lugar, siempre se me complicaba hablar con extraños. “Disculpe… ¿Tiene café?” Decir que me di una palmada mental sería poco. Me aventé contra la mesa y me quebré un brazo. ¡Estúpido! Por supuesto que tiene café, ¡Es una maldita cafetería!
El chico volcó su vista hacía la mía y sonrió de lado, mientras una ligera risa se deslizaba por su garganta. “Es lo único que tenemos, amigo.” Replicó. Hecho, me he quebrado el otro brazo. “Uh… Claro, por supuesto.” Reí de manera avergonzada. “¿Podrías darme el espresso mas cargado que tengas?” Pregunté. “Con gusto, puedes tomar asiento mientras te lo traigo. No tomará mucho tiempo, como ves, no mucha gente viene por aquí. De hecho, estaba apunto de cerrar.” La misma media sonrisa nunca dejó su rostro mientras pronunciaba tales palabras. “Uh… Entonces creo que debería venir otro día, no planeaba molestarte.”  Me disponía a levantarme cuando me detuvo y soltó una corta carcajada. “No es una molestia en absoluto. Este lugar solo va en decadencia y es agradable tener clientes de vez en cuando.” Dijo sin alejar su vista de mí. Asentí convencido y él repitió mi acción, antes de retirarse para preparar lo que le había ordenado.
Removí mi celular de mi bolsillo en busca de pasar el rato tratando de vencer mi puntaje en el molesto juego de esa ave. He visto gente con puntajes de un millón y yo no puedo pasar de quince.  Eres grandioso Malik, reí para mis adentros.
El sonido de la puerta abriéndose llamó mi atención y levanté mi vista, escuchando como el ave caía hacía el pasto y maldiciendo en voz baja. Sin ánimos de otra ronda, decidí dedicarme a inspeccionar al chico que acababa de entrar.  Pude notar como su ceño se encontraba fruncido y sus labios formaban insultos mientras trataba de liberarse de los restos de nieve en su ropa. Más o menos en la misma posición en la que yo me encontraba minutos atrás.
Al deshacerse de la poca nieve que se había hecho un espacio en su cabello, su mirada se juntó con la mía. Wow. Tenía los ojos azules más impresionantes que había visto en mi vida, al verlos solo podía pensar en el cielo de Ámsterdam  a las siete de la mañana o las playas de Australia, bien conocidas por lo hermosas que son.  Su liso cabello rubio apenas llegaba a su nuca y desde aquí podía jurar que era tan suave como la fusión de una nube y un cachorro, que no parecía la mejor combinación, pero en mi retorcida mente lo era.
Miraba como sus rojos labios se habían vuelto ligeramente azulados debido al frío de afuera y temblaban un tanto, como los de un niño de cinco años regañado por su madre. Aún así, quería besarlos hasta que pudiera arrancárselos.
Salí del trance en el que me encontraba y agité un poco mi mano en señal de saludo mientras esbozaba una pequeña sonrisa. El repitió mi acción de una manera incómoda y  noté como trató de imitar mi sonrisa también, aunque sus labios solo lograron formar una línea recta.
Tuve que alejar mi vista de él cuando el chico de hace unos minutos me entregó mi café y murmuré un corto gracias, a lo que él simplemente negó con la cabeza, luciendo esa misma sonrisa. Cuando sus ojos se encontraron con los del rubio su sonrisa se volvió más grande y empezó a acercarse a él. “Niall, pensé que ya no vendrías.” Dijo de una manera más lenta de lo común. ¿Acaso el chico era retrasado o algo por el estilo? Me sentí confundido. El rubio simplemente se encogió de hombros y  el castaño sacó una bolsa de debajo del mostrador, entregándosela al muchacho que rápidamente la tomó en sus manos, asintiendo al final. Comenzó a caminar hacía la salida cuando volteó a verme una vez más, volvió a agitar su mano ligeramente diciendo adiós, a lo que hice lo mismo, tras esto, el chico desapareció por la puerta.
No me di cuenta en que momento pero ya había terminado mi café por lo que me acerqué al mostrador donde el mismo castaño se encontraba acomodando el dinero de la registradora. “Eh… ¿Cuánto te debo?” Pregunté a lo que el negó con una sonrisa. “Nada, es cortesía de la casa.” Mis ojos se abrieron más de lo común y ahora fue mi turno de negar. “N-No podría, el café fue uno de los mejores que he probado y lo menos que puedo hacer es pagar por él.” El lucía pensativo y al final dijo: “Hagamos un trato, ya que te gustó tanto mi café toma este como un regalo, y prométeme que volverás a venir.” Lo contemplé por un momento y solté un suspiro, dándome por vencido y sonriendo un poco. “Trato hecho. Muchas gracias eh…” “Liam.” Finalizó por mí. “Soy Zayn, un gusto.” Extendió su mano hacía mi a lo que yo gratamente hice lo mismo, estrechando la mía con la suya. “El gusto es mío, y hablo en serio, espero verte por aquí otra vez.” Comentó soltando una ligera risa. Yo la seguí  y me vi asintiendo antes de caminar hacía la puerta, decidiendo usar lo último que me quedaba de dinero para pagar un taxi que me llevara directo a casa, pues ya no tenía ánimos de caminar además de que me había olvidado por completo de pedir indicaciones.
Definitivamente volvería a esa cafetería, no solo porque el café había sido maravilloso y había hecho un nuevo amigo, sino porque tenía que volver a ver a ese rubio que me había dejado tan intrigado, necesitaba llegar a conocerle, y estaba decidido a hacerlo.