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music among us | a.a
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Re: music among us | a.a
mack finegald.
—nombres: mackenzie finegald & tyler irons.
—pj's: l.c & a.s
—rol: la invisible.
—escrito de autoría:
- dorado falls | mediano:
- Finley Morgan no era estrictamente alto. Su altura dependía mayormente de la gente que se encontraba a su alrededor en un día ajetreado —cuando todos sacaban espalda ante el cansancio de la agotadora mañana— y casi siempre había sido un poco más bajo que la mayoría; sintiéndose inútil y devastado.
Y aunque su ideal de "chico alto" no había sido aún señalado por su persona, Finley se estaba acostumbrando a aquello.
El más jóven de los Morgan se encontraba sentado en una esquina de su habitación, golpeando con la cabeza rítmicamente la pared detrás de él. Su canción favorita, Same Love, acariciaba sus oídos con dificultad, interrumpida por los golpes que Matt —su hermano— daba contra la puerta.
Matthew Morgan, un chico enorme —así como en musculatura y altura— lo tenía todo; menos inteligencia. Algo de lo que Finley quería deshacerse. ¿El motivo? tenía nombre y apellido: Olive Knight.
La fabulosa e increíble Olive Knight, la chica de Matthew Morgan. ¡La novia de su hermano! ¿Pueden creérlo? Porque incluso Finley se negaba ha hacerlo.
— Eh, tú. — Matt apareció abriendo la puerta de un portazo. — ¿Has visto mis protectores?
Finley no se molestó en sacarse los audífonos, negando con la cabeza mientras escuchaba su parte favorita de la canción. Matt resopló audiblemente, consiguiendo por fin la atención de un Morgan confundido.
— ¿Ocurre algo?
— Sí. ¿Qué haces tú para ser inteligente? — la misma pregunta desconcertó a Finley del mismo modo que una bofetada lo hubiera hecho, y se enderezó, quitándose los auriculares de las orejas.
— ¿Qué?
— Me has oído, Fin. — Le advirtió su hermano. — ¿Qué haces para ser inteligente?
— Estudiar. — Contestó obvio. — Prestar atención. — Señaló, viendo como Matt se quedaba viendo la pezera azul con cristales en la que nadaba un tranquilo y pacífico pez llamado Robin.
El mayor de los Morgan parpadeó en su dirección cuando se dio cuenta de la advertencia de Finley.
— ¿Prestar atención?
— Sí, es cuando una persona muestra inter...
— Sé lo que es, no soy idiota.
— ¿Pero porqué quieres ser inteligente? ¿Qué con lo de "guapo y esportista, el plan perfeccionista"? — objetó Finley, añadiendo consigo una clara tos seca.
— Me estoy quedando atrasado y la señorita Thompson quiere suspenderme su materia si no saco más de un cinco en la prueba.
— En eso puedo ayudarte, Matt. Dime cuando es y yo buscaré un día en el que pueda...
— Es mañana.
— ¿Qué? — Se alarmó Finley. — ¿Y porqué no me lo dijiste antes?
— ¿Porqué no sabía que había una prueba mañana, tal vez? — Contestó obvio Matt. — Para ser el inteligente de ésta familia no eres muy listo.♡♡♡
Matt había suspendido el exámen después de tres horas de intenso estudio en el que había terminado diciendo un "lo entiendo perfectamente" cuando no era realmente cierto.
Finley se dirigía ahora hacia el metro, buscando cualquier indicio de seguridad artificial que pudiera estar vigilando mientras él se colaba en el andén. Matt no había querido llevarle en el coche, poniendo como excusa que tenía una cita con Olive —quién, como todos los viernes, tenía entrenamiento de animadoras en el gimnasio comunitario—. Finley no entendía la dificultad en la que Matt estaba hundido, la aritmética debería dársele de un modo regular, pero él no entendía ni la fórmula más sencilla. Tampoco es que nunca hubiera pedido ayuda, o hubiese hecho algo para conseguirla. Matt era un completo misterio y el jóven de los Morgan había ignorado el hecho de que su hermano estaba enfadado con él por un motivo completamente opuesto: celos.
- royal dinner | corto:
- Jai estaba sentado en el suelo del restaurante, riendo como alternativa a las lágrimas que pedían salir. El mármol estaba frío bajo su cuerpo y las manos se le helaban al contacto; suerte que hoy lo habían limpiado.
Debería estar en el partido de fútbol, pero no cabía duda de que perderían si él participaba. Al igual que habían sido derrotados el año pasado y el anterior a ése.
Observando a su alrededor, Jai pensó que nunca había visto el royal dinner tan vacío en esa época del año. Agosto era el mejor mes de todos, llevando de cabeza a los trabajadores del restaurante. Dane y Ivette Frost venían a cenar todos los días, Olive Withe comía con sus dos nietos y el viejo Sean Turner desayunaba cada mañana al lado de la ventana. Había turistas perdidos en la entrada del royal dinner, buscando algún lujar de interés que visitar, aunque siempre terminaban entrando al restaurante; convencidos por Joe Royal, el jefe del mismo.
Pero ahora estaba vacío, lamentablemente.
— ¿Qué haces aún aquí, jovencito? — Grace, la mujer de la limpieza, era famosa no sólo por sus cariñosos abrazos, sino también por llamar "jovencito" a todo ser humano viviente. Aunque a Jai no le sorprendería saber que la mujer no recordaba ni la mitad de los nombres pronunciados a lo largo del día.
— Oh, ya me iba. — dijo Jai mientras se levantaba y sacudía sus pantalones negros. — Me había dejado algo. — Sonrió.
— ¿En el suelo? — Grace frunció el ceño mientras señalaba –con un dedo manchado de vejez– el suelo del restaurante.
— Eh, ¿sí? — Se atrevió a decir él mientras cogía su cartera gris de encima de una de las mesas.
— Ésta juventud... — Murmuró la anciana mientras sacaba una escoba de detrás de su espalda.— Qué locos están.
michael.
Re: music among us | a.a
zombie thompson.
—nombres: Tomas Zombie Thompson y Alex Lekker.
—pj's: oliver sykes y andy biersack.
—rol: el drogadicto
—escrito de autoría:
- when his wings fell{sysack.:
- ¿Dónde habían quedado sus ganas de vivir? ¿Dónde había perdido su sonrisa? ¿Por qué la había reemplazado por aquellas horribles ojeras? Nadie conocía a la perfección la historia de Oliver, pero todos sabían que estaba roto. Su corazón había abandonado su estado inicial, había recogido su equipaje y se había mudado a otro cuerpo en el que sintiese querer seguir con vida. Su tez era pálida, sus ojos carecían de brillos emocionados y había dejado de demostrar felicidad. Aquella delgadez característica de su físico se había vuelto una insana obsesión, pero nadie se percataba de su problemática mentalidad adolescente, solo de su apariencia, de ese aspecto descuidado y oscuridad que mostraba por las calles.
Las personas a la que llamaba familia, habían sido olvidadas, y cuando se adentraba en la casa en la que residía junto con sus padres, ascendía los escalones hasta encerrarse en su cuarto. Diariamente, los siete días que forman una semana, desde hace meses. Se desconocía las razones de su repentino cambio de actitud, despreocupación por los estudios, o el repentino bloqueo a cualquier contacto con el exterior, a excepción de algún amigo especial para Oliver.
Se desconocían las razones de su depresión, de asfixiarse en el atardecer, de su insomnio inhumano o de sus lágrimas por la mañana. ¿Qué causó ese corazón roto? ¿Qué infierno ha descubierto Oliver que ha creado un aura de tortura en su modo de vida? Su mirada mostraba que su mente carecía de intenciones de seguir respirando. La dificultad de encontrar una persona por la que sonreír había desintegrado la advertencia de llegada a su estado.
Oliver recuerda como se le acercaba, sonriente, mostrándole su perfecta dentadura blanquecina y esas esferas azuladas que encendían su alma. Se hacía llamar Andy, y curvaba su boca de manera ascendente sin razones definidas a su entorno diario. Se hicieron inseparables en un par de días, pero, desgraciadamente, detrás de esos ojos alegres, o esa sonrisa luminosa se escondía un chico torturado por la sociedad. La primera vez que vio las marcas de su cuerpo conoció las razones por las cuales Andy había llegado a pie a su vida: necesitaba ser salvado. Personalmente, aunque Oliver conocía que Andy le apodaba como ángel guardián, no se creía capaz de hacerle lo suficiente feliz.
Ocurrió hacía meses, eran sábado por la noche. Aquella vez la primera vez que Oliver sintió las presencias de esas alas que Andy le describía, pero no fue la mejor experiencia para conocer de su existencia, ya que las plumas abandonaron sus lugares y las alas se cayeron. Andy se había suicidado. Había una carta, especialmente y únicamente escrita para que Oliver Sykes la leyese individual, y que posterior a su lectura, narrase las razones a la familia Biersack si lo veía necesario. ¿Cómo iba a pensar Oliver que aquel muchacho que sonreía cuando se abrazaban, o le contaba que necesitaba ayuda con los deberes, terminaría su vida el 26 de Diciembre, el día en el que cumplió 21 años de edad? Fue el regalo navideño perfecto para comprender que lo único que no te va a gustar de la vida es que se te va a hacer demasiado corta.
La tercera línea del segundo párrafo de la carta de Andy decía: << Es irónico como todo se desvanece en un par de segundos, pero como todo se restablece cuando tu figura se pasea por mi mente. >> La necesitada de Oliver por llamar al teléfono de Andy, escuchar las notas de audio que se mantaban, o leer los mensajes que le mandaba por las mañana para explicarle las razones de su retraso futuro se había convertido en salgo insano; él necesitaba la figura de Andrew Biersack para que todo volviese a la naturalidad. No era su hora, y tampoco la de que el corazón de Oliver se rompiese.
Los padres de Andy visitaban a Oliver a veces, para comprobar su estado. No era exactamente como se imaginaban que todo iba a acabar con aquel joven muchacho, quién había abandonado la relación con su hermano mejor, Tom, y mucho menos había vuelto a hablar con sus padres para avisarles de su estado. Sabían que cuando la familia salía de casa, Oliver bajaba por algunos alimentos y limpiaba la basura de su cuarto. A pesar de la depresión, era un muchacho que prefería vivir en buenas condiciones antes de seguir sollozando por el fallecimiento de la persona que más le importaba.
Viernes 16 de Julio de 2013. Ha transcurrido mucho tiempo desde que Andy finalizó su vida. Las nubes habían humedecido su tumba y las letras de su nombres relucían gracias a las gotas calmadas que se posaban sobre el mármol, en el que estaban grabadas las fechas de su nacimiento y fallecimiento. El cabello de Oliver caía despreocupado por su rostro. Sus ojos, infectados en lágrimas depresivas, observaban atentamente las flores que caían presionadas por la lluvia, o las hermosas letras que formaban sus apellidos.
Bufó pesadamente, arrodillándose en frente de la tumba mientras una fría brisa rozaba furiosa sus brazos desnudos. Su vida se había convertido en un blucle interminable de sollozos y razones que desaparecían. Nadie se preocupaba de la situación de Oliver, porque sentían que habían perdido a la persona que él había sido por tantos años.
La lluvia cesó por la madrugada.
Se aproximaban las nueve de la mañana cuando se descubrió el cuerpo de Oliver en el suelo, tumbado al lado de la tumba de Andy, rodeado de vomito. Había ingerido demasiadas pastillas, produciendo una tortura minutos antes de perder el conocimiento, junto con sus fuerzas, y caer sin vida en el barro.<< —¿Por qué dices que no eres un ángel? —susurró Andy confuso, apartando algunos cabello de su rostro mientras esperaba una respuesta por parte de Oliver.
—Carezco de alas, y no soy tan bueno como para salvar a nadie —dijo con voz ronca.
—Mientes —Andy le abrazó al instante—. Tus alas son invisibles, pero están ahí, yo las veo. Yo sé que tu viniste aquí para salvarme. Tú eres mi ángel, Oliver, y aunque suene loco, sé que esas alas son las razones de que no me haya suicidado hasta ahora. >>
Ledger.
Re: music among us | a.a
Hola! Me llamo Tamara y participaré :)
En un rato te dejo la ficha-
En un rato te dejo la ficha-
Invitado
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Re: music among us | a.a
gracias, ya la veo (:sykes. escribió:Me gusta esto :gad:audicionare, seguramente, con una pareja homosexual <333
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Re: music among us | a.a
izzy<3 ya la veo linda (:connor. escribió:holo c: izzy here(?) amé la idea, plz. music is my life lml. asdfggjk<33 so, audicionaré :heart:mi ficha en un rato, bc debo decidir por cuál ship ir ya que el rol lo tengo claro e.é bai.<3333
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Re: music among us | a.a
hola tams, la espero (:TikyMalik escribió:Hola! Me llamo Tamara y participaré :)
En un rato te dejo la ficha-
Invitado
Invitado
Re: music among us | a.a
connor. escribió:
mack finegald.
—nombres: mackenzie finegald & tyler irons.
—pj's: l.c & a.s
—rol: la invisible.
—escrito de autoría:
- dorado falls | mediano:
Finley Morgan no era estrictamente alto. Su altura dependía mayormente de la gente que se encontraba a su alrededor en un día ajetreado —cuando todos sacaban espalda ante el cansancio de la agotadora mañana— y casi siempre había sido un poco más bajo que la mayoría; sintiéndose inútil y devastado.
Y aunque su ideal de "chico alto" no había sido aún señalado por su persona, Finley se estaba acostumbrando a aquello.
El más jóven de los Morgan se encontraba sentado en una esquina de su habitación, golpeando con la cabeza rítmicamente la pared detrás de él. Su canción favorita, Same Love, acariciaba sus oídos con dificultad, interrumpida por los golpes que Matt —su hermano— daba contra la puerta.
Matthew Morgan, un chico enorme —así como en musculatura y altura— lo tenía todo; menos inteligencia. Algo de lo que Finley quería deshacerse. ¿El motivo? tenía nombre y apellido: Olive Knight.
La fabulosa e increíble Olive Knight, la chica de Matthew Morgan. ¡La novia de su hermano! ¿Pueden creérlo? Porque incluso Finley se negaba ha hacerlo.
— Eh, tú. — Matt apareció abriendo la puerta de un portazo. — ¿Has visto mis protectores?
Finley no se molestó en sacarse los audífonos, negando con la cabeza mientras escuchaba su parte favorita de la canción. Matt resopló audiblemente, consiguiendo por fin la atención de un Morgan confundido.
— ¿Ocurre algo?
— Sí. ¿Qué haces tú para ser inteligente? — la misma pregunta desconcertó a Finley del mismo modo que una bofetada lo hubiera hecho, y se enderezó, quitándose los auriculares de las orejas.
— ¿Qué?
— Me has oído, Fin. — Le advirtió su hermano. — ¿Qué haces para ser inteligente?
— Estudiar. — Contestó obvio. — Prestar atención. — Señaló, viendo como Matt se quedaba viendo la pezera azul con cristales en la que nadaba un tranquilo y pacífico pez llamado Robin.
El mayor de los Morgan parpadeó en su dirección cuando se dio cuenta de la advertencia de Finley.
— ¿Prestar atención?
— Sí, es cuando una persona muestra inter...
— Sé lo que es, no soy idiota.
— ¿Pero porqué quieres ser inteligente? ¿Qué con lo de "guapo y esportista, el plan perfeccionista"? — objetó Finley, añadiendo consigo una clara tos seca.
— Me estoy quedando atrasado y la señorita Thompson quiere suspenderme su materia si no saco más de un cinco en la prueba.
— En eso puedo ayudarte, Matt. Dime cuando es y yo buscaré un día en el que pueda...
— Es mañana.
— ¿Qué? — Se alarmó Finley. — ¿Y porqué no me lo dijiste antes?
— ¿Porqué no sabía que había una prueba mañana, tal vez? — Contestó obvio Matt. — Para ser el inteligente de ésta familia no eres muy listo.♡♡♡
Matt había suspendido el exámen después de tres horas de intenso estudio en el que había terminado diciendo un "lo entiendo perfectamente" cuando no era realmente cierto.
Finley se dirigía ahora hacia el metro, buscando cualquier indicio de seguridad artificial que pudiera estar vigilando mientras él se colaba en el andén. Matt no había querido llevarle en el coche, poniendo como excusa que tenía una cita con Olive —quién, como todos los viernes, tenía entrenamiento de animadoras en el gimnasio comunitario—. Finley no entendía la dificultad en la que Matt estaba hundido, la aritmética debería dársele de un modo regular, pero él no entendía ni la fórmula más sencilla. Tampoco es que nunca hubiera pedido ayuda, o hubiese hecho algo para conseguirla. Matt era un completo misterio y el jóven de los Morgan había ignorado el hecho de que su hermano estaba enfadado con él por un motivo completamente opuesto: celos.
- royal dinner | corto:
Jai estaba sentado en el suelo del restaurante, riendo como alternativa a las lágrimas que pedían salir. El mármol estaba frío bajo su cuerpo y las manos se le helaban al contacto; suerte que hoy lo habían limpiado.
Debería estar en el partido de fútbol, pero no cabía duda de que perderían si él participaba. Al igual que habían sido derrotados el año pasado y el anterior a ése.
Observando a su alrededor, Jai pensó que nunca había visto el royal dinner tan vacío en esa época del año. Agosto era el mejor mes de todos, llevando de cabeza a los trabajadores del restaurante. Dane y Ivette Frost venían a cenar todos los días, Olive Withe comía con sus dos nietos y el viejo Sean Turner desayunaba cada mañana al lado de la ventana. Había turistas perdidos en la entrada del royal dinner, buscando algún lujar de interés que visitar, aunque siempre terminaban entrando al restaurante; convencidos por Joe Royal, el jefe del mismo.
Pero ahora estaba vacío, lamentablemente.
— ¿Qué haces aún aquí, jovencito? — Grace, la mujer de la limpieza, era famosa no sólo por sus cariñosos abrazos, sino también por llamar "jovencito" a todo ser humano viviente. Aunque a Jai no le sorprendería saber que la mujer no recordaba ni la mitad de los nombres pronunciados a lo largo del día.
— Oh, ya me iba. — dijo Jai mientras se levantaba y sacudía sus pantalones negros. — Me había dejado algo. — Sonrió.
— ¿En el suelo? — Grace frunció el ceño mientras señalaba –con un dedo manchado de vejez– el suelo del restaurante.
— Eh, ¿sí? — Se atrevió a decir él mientras cogía su cartera gris de encima de una de las mesas.
— Ésta juventud... — Murmuró la anciana mientras sacaba una escoba de detrás de su espalda.— Qué locos están.
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Re: music among us | a.a
sykes. escribió:
zombie thompson. —nombres: Tomas Zombie Thompson y Alex Lekker.—pj's: oliver sykes y andy biersack.—rol: el drogadicto—escrito de autoría:
- when his wings fell{sysack.:
¿Dónde habían quedado sus ganas de vivir? ¿Dónde había perdido su sonrisa? ¿Por qué la había reemplazado por aquellas horribles ojeras? Nadie conocía a la perfección la historia de Oliver, pero todos sabían que estaba roto. Su corazón había abandonado su estado inicial, había recogido su equipaje y se había mudado a otro cuerpo en el que sintiese querer seguir con vida. Su tez era pálida, sus ojos carecían de brillos emocionados y había dejado de demostrar felicidad. Aquella delgadez característica de su físico se había vuelto una insana obsesión, pero nadie se percataba de su problemática mentalidad adolescente, solo de su apariencia, de ese aspecto descuidado y oscuridad que mostraba por las calles.Las personas a la que llamaba familia, habían sido olvidadas, y cuando se adentraba en la casa en la que residía junto con sus padres, ascendía los escalones hasta encerrarse en su cuarto. Diariamente, los siete días que forman una semana, desde hace meses. Se desconocía las razones de su repentino cambio de actitud, despreocupación por los estudios, o el repentino bloqueo a cualquier contacto con el exterior, a excepción de algún amigo especial para Oliver.
Se desconocían las razones de su depresión, de asfixiarse en el atardecer, de su insomnio inhumano o de sus lágrimas por la mañana. ¿Qué causó ese corazón roto? ¿Qué infierno ha descubierto Oliver que ha creado un aura de tortura en su modo de vida? Su mirada mostraba que su mente carecía de intenciones de seguir respirando. La dificultad de encontrar una persona por la que sonreír había desintegrado la advertencia de llegada a su estado.
Oliver recuerda como se le acercaba, sonriente, mostrándole su perfecta dentadura blanquecina y esas esferas azuladas que encendían su alma. Se hacía llamar Andy, y curvaba su boca de manera ascendente sin razones definidas a su entorno diario. Se hicieron inseparables en un par de días, pero, desgraciadamente, detrás de esos ojos alegres, o esa sonrisa luminosa se escondía un chico torturado por la sociedad. La primera vez que vio las marcas de su cuerpo conoció las razones por las cuales Andy había llegado a pie a su vida: necesitaba ser salvado. Personalmente, aunque Oliver conocía que Andy le apodaba como ángel guardián, no se creía capaz de hacerle lo suficiente feliz.
Ocurrió hacía meses, eran sábado por la noche. Aquella vez la primera vez que Oliver sintió las presencias de esas alas que Andy le describía, pero no fue la mejor experiencia para conocer de su existencia, ya que las plumas abandonaron sus lugares y las alas se cayeron. Andy se había suicidado. Había una carta, especialmente y únicamente escrita para que Oliver Sykes la leyese individual, y que posterior a su lectura, narrase las razones a la familia Biersack si lo veía necesario. ¿Cómo iba a pensar Oliver que aquel muchacho que sonreía cuando se abrazaban, o le contaba que necesitaba ayuda con los deberes, terminaría su vida el 26 de Diciembre, el día en el que cumplió 21 años de edad? Fue el regalo navideño perfecto para comprender que lo único que no te va a gustar de la vida es que se te va a hacer demasiado corta.
La tercera línea del segundo párrafo de la carta de Andy decía: << Es irónico como todo se desvanece en un par de segundos, pero como todo se restablece cuando tu figura se pasea por mi mente. >> La necesitada de Oliver por llamar al teléfono de Andy, escuchar las notas de audio que se mantaban, o leer los mensajes que le mandaba por las mañana para explicarle las razones de su retraso futuro se había convertido en salgo insano; él necesitaba la figura de Andrew Biersack para que todo volviese a la naturalidad. No era su hora, y tampoco la de que el corazón de Oliver se rompiese.
Los padres de Andy visitaban a Oliver a veces, para comprobar su estado. No era exactamente como se imaginaban que todo iba a acabar con aquel joven muchacho, quién había abandonado la relación con su hermano mejor, Tom, y mucho menos había vuelto a hablar con sus padres para avisarles de su estado. Sabían que cuando la familia salía de casa, Oliver bajaba por algunos alimentos y limpiaba la basura de su cuarto. A pesar de la depresión, era un muchacho que prefería vivir en buenas condiciones antes de seguir sollozando por el fallecimiento de la persona que más le importaba.
Viernes 16 de Julio de 2013. Ha transcurrido mucho tiempo desde que Andy finalizó su vida. Las nubes habían humedecido su tumba y las letras de su nombres relucían gracias a las gotas calmadas que se posaban sobre el mármol, en el que estaban grabadas las fechas de su nacimiento y fallecimiento. El cabello de Oliver caía despreocupado por su rostro. Sus ojos, infectados en lágrimas depresivas, observaban atentamente las flores que caían presionadas por la lluvia, o las hermosas letras que formaban sus apellidos.
Bufó pesadamente, arrodillándose en frente de la tumba mientras una fría brisa rozaba furiosa sus brazos desnudos. Su vida se había convertido en un blucle interminable de sollozos y razones que desaparecían. Nadie se preocupaba de la situación de Oliver, porque sentían que habían perdido a la persona que él había sido por tantos años.
La lluvia cesó por la madrugada.
Se aproximaban las nueve de la mañana cuando se descubrió el cuerpo de Oliver en el suelo, tumbado al lado de la tumba de Andy, rodeado de vomito. Había ingerido demasiadas pastillas, produciendo una tortura minutos antes de perder el conocimiento, junto con sus fuerzas, y caer sin vida en el barro.<< —¿Por qué dices que no eres un ángel? —susurró Andy confuso, apartando algunos cabello de su rostro mientras esperaba una respuesta por parte de Oliver.
—Carezco de alas, y no soy tan bueno como para salvar a nadie —dijo con voz ronca.
—Mientes —Andy le abrazó al instante—. Tus alas son invisibles, pero están ahí, yo las veo. Yo sé que tu viniste aquí para salvarme. Tú eres mi ángel, Oliver, y aunque suene loco, sé que esas alas son las razones de que no me haya suicidado hasta ahora. >>
ficha aceptada
Invitado
Invitado
Re: music among us | a.a
Gracias por aceptarme siento que la imagen de la izquierda no fuera del tamaño adecuado, pero era la que más me gustaba
Ledger.
Re: music among us | a.a
me encanto asi que audiciono :B
meganaronaTurnerperobuscareaotro asdf
mardy bum.
Re: music among us | a.a
turner en mi avy? es lo más hermoso que hay ke.
ya van tres páginas, vamos que llegamos a la 4 (?), bue.
ya van tres páginas, vamos que llegamos a la 4 (?), bue.
dépayser
Re: music among us | a.a
Alice Wells y Jake Park
Nombres de los personajes: Alice Wells y Jake Park.
Representantes: Cher Lloyd y Luke Hemmings.
Rol: La invisible.
Escrito: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
- Tengo...:
¿Qué sientes cuando le tienes que decir algo muy importante a la persona que amas? ¿Lo harías? ¿Te animarías? Yo no...
Pero... ¿Por qué no empezamos por el principio?
Todo ocurrió aquella tarde de noviembre en el hospital central de Londres, era pleno otoño y no corría un alma por la calle, solo nosotros, que nos encontrábamos entrando al dicho hospital. Llevaba unos vaqueros rasgados y una blusa azul marino, las cuales hacían un perfecto juego con mis valiosas y preciadas Vans, mi mamá estaba a mi lado con una cara bastante seria ,pero yo sabía que por dentro estaba llorando y pues es obvio ya que no cualquiera tiene que llevar a su hija a hacerle estudios médicos , lo cuales decían si podía tener alguna enfermedad grave. Los cuales me lo hice hace una semana, por lo tanto, hoy me darían el resultado.
- Vamos - habló mi mamá en un tono bastante bajo y frío, pero lo llegue a escuchar. No le respondí, solo la seguí hasta la sala de consulta del doctor Morrinson. Tocó la puerta un par de veces hasta que se escuchó un - Pase - del otro lado de la puerta, ella abrió la puerta y al pasar nos encontramos con el hombre, bastante viejo, sentado en su asiento.
- Buenos días - dijo con un intento de sonrisa, lo cual me dio a entender que algo estaba mal en mi cuerpo.
- Buen día - le respondió con una sonrisa de lado mi madre para sonar amable aunque estaba igual o peor que yo.
- ¿Qué tengo? - pregunte directamente luego de unos segundos, los nervios me comían, quería saber que es lo malo que tengo dentro de mi cuerpo. El hombre soltó un suspiro y se puso sus lentes cuadrados que estaban sobre la mesa.
- Primero que nada ¿Usted ha tenido síntomas o dolores de alguna enfermedad? - y con esto supe que si estaba mal, el solo buscaba una manera menos brusca de darnos la noticia.
- Ve al grano - hablé sin responder su pregunta.
- ¡Vanessa! - me, prácticamente, grito mi mamá en forma de regaño - hija, por favor responde su pregunta - bufe, las iba a responder solo por ella, para que no sufra más de lo que está sufriendo.
- Falta de apetito, cansancio y pérdida de peso - enumeré los tres síntomas que sufrí.
- ¿Cuántos kilos perdiste? - a este sí que le gusta pregunta, dije en mi cabeza.
- 6 kilos -
- ¿Quieres saber que tienes? - esa era una pregunta rara, nunca nadie me lo había preguntado - ¿Tienes miedo a lo que te puedo decir? - explicó mejor su pregunta.
- La verdad, quiero saberlo pero tengo miedo de lo que me pueda pasar - susurre, por un lado quería saberlo pero por el otro no.
- ¿Y usted señora? - le pregunto a mi mamá quien se encontraba con los ojos aguados y su mirada perdida. Ella soltó un suspiro ahogado de angustia y habló.
- Quiero lo mejor para mi hija y si para eso tengo que sufrir, lo haré -
Le tenía admiración a las madres de chicos enfermos, ellos siempre van a tratamientos acompañados por sus madres. Ellas sufren más que sus hijos, ellas no saben si ellos despertarán al día siguiente o si escucharán su voz una vez más, sin embargo, ellas siempre estarán para ellos, por qué de alguna manera los aman más que a nada en el mundo, mientras que los enfermos se vuelven su enfermedad y viven de ella, hasta que les llega el momento y no abren más los ojos... ¿Triste no? Una triste historia que siempre tiene el mismo final...
- Bueno, creo que están listas para saber la verdad - abrió un sobre que tenía entre sus manos, esto parecía un reality show en el que el conductor hace mucho suspenso, solo que acá es asunto de vida o muerte y no hay comerciales, acá no podes cambiar de opinión porque cada palabra que digas cambia tu destino y solo el destino sabe si morirás o vivirás, en este mundo todo es un desafío un desafío con un final cruel y nunca será feliz.
- ¡Dale! - esa palabra salió de mi boca sin que yo se lo permita, necesitaba saber que mierda tenía. El suspiro, dando a entender que ya lo diría.
- Tienes Leucemia -
Solo fueron dos palabras, dos palabras que hicieron que mi destino cambiará en tan solo segundos, dos palabras pueden hacer que tu mundo se venga abajo, que tu vida se destruyera al igual que todos tus sueños...
Hace tres días que me enteré de mi enfermedad, los doctores me dijieron que tengo diez días para instalarme en el hospital e internarme, ese sería mi nuevo ''hogar''. Mis amigas y amigos ya saben sobre mi enfermedad, bueno en realidad lo saben todos menos mi novio Mike, le quiero decir pero cada vez que estoy por hacerlo algo pasa y me hace cambiar de opinión, pero hoy se lo diré lose. Por esta misma razón me encuentro en la puerta del colegio al que iba, invite a Mike a salir hoy para decirle, iremos a una cafetería que se encuentra a pocas cuadras del dicho colegio. Les dije a mis amigos que ninguno se reuniera ahí así no arruinan el momento y puedo hablar con él.
- Princesa - me susurraron al oído y me abrazaron por atrás, era Mike. Lo sabía por su exquisito perfume, ese que me gustaba tanto.
- Mi príncipe - me di vuelta para mirarlo a la cara y encontrarme con sus ojos celestes - ¿Vamos? - me separé de el para darle la mano, espero que no se dé cuenta de mi estado; tal vez se dé cuenta porque no le di un beso.
- Claro - me sonrío abiertamente y yo amablemente le devolví la sonrisa, para luego empezar a caminar las tres cuadras que habían hasta la cafetería - ¿Por qué no fuiste al colegio? - decidió preguntar cuando entramos al dicho lugar, no le conteste solo suspire y me senté en una silla, sin decir nada el moreno me siguió y se sentó en la silla que estaba en frente mío.
- Mike - dije con voz suave y en un tono bastante bajo - esto es difícil - el me miro con el ceño fruncido.
- ¿Qué te pasa nena? - una de las cosas que me gustan de él es que siempre me comprende en todo, sin importar lo que pase; espero que esto lo pueda entender.
- ¿Estás listo? - me mordí el labio inferior, el solo asintió sin entender nada.
- ¿Viste qué estos días anduve con nauseas? -
- ¿Estas embarazada? - una sonrisa curvada apareció en sus labios, pero está misma desapareció al ver que negué con la cabeza - ¿Es algo grave?
- Solo espero que me comprendas y si quieres que estés al lado mío pase lo que pase - odio mi lado cursi - y también quiero que sepas que siempre te amaré.
- ¿Es algo grave? - repitió la pregunta que me hizo hace unos segundos. Solo me dedique a asentir - estaré contigo pasa lo que pase - me beso ambas manos en muestra de amor, pero yo las saqué y negué delicadamente.
- No prometas algo que no sabes si cumplirás -
- Pero te amo -
- No sabes mi enfermedad, pero ¿Crees que estás listo? -
- ¿Es muy grave la enfermedad? -
- Me puede llevar a la muerte - no pudo esconder su cara de sorpresa y de tristeza, aunque sea más de tristeza.
- ¿Qué tienes? - lloroso.
- Cáncer. Tengo... Leucemia -
Y esas fueron las últimas palabras que le dije, ¿Cuál fue su reacción? Esa es otra historia.
Solo déjenme decirles que hoy después de 40 años estoy aquí contando esta historia desde el cielo con mi amado... Mike Black.
Invitado
Invitado
Re: music among us | a.a
Romane Harrison
—nombres: Valentine Romane Harrison Diamandis | Jude Morrison.
—pj's: Sky Ferreira & Michael Clifford.
—rol: La invisible.
—escrito de autoría:
- Here:
- uno:
- La observe de pies a cabeza por última vez, había cambiando, eso estaba seguro, ya no tenía el cuerpo de niña como hace unos años, su cabello estaba más corto, tenía la cara algo más delgada, bueno, estaba mucho más delgada, pero algo que no había cambiado y eso era su sonrisa sarcástica, esa que aparecía en su rostro siempre que estaba enojada. Le sonreí mientras ella fruncía el ceño, eso me daba entender que lo gruñona tampoco había cambiado.
Camine hacia ella con algo de torpeza, lo cual le había dado gracia en su mirada veía eso, pero su expresión era fría, tanto como el hielo. Deje la botella de agua que sostenía mi mano en la mesa donde ella se encontraba y me senté en la silla que estaba al frente de ella, mientras Arabella solo me observaba con sus cejas juntas, lo más probable que en este momento ella me este insultando.
— Arabella— dije en forma de saludo.
— Alexander — respondió ella con un tono frio, su voz estaba algo más grave, pero como había extrañado esa voz despertándome en las mañanas.
— ¿Cómo has estado? — le pregunte cortes mente, ella sonrío de lado, provocando que yo sonría y mi estomago diera vueltas, ¡oh no! ya había pasado por esto antes y con ella, pero es que ella es como una tormenta, llega de la nada y cambia la paz y tranquilidad, por un corazón latiendo rápido y nervioso.
— Excelente Turner ¿y tú? — pregunto ella, ¿yo? ¿Cómo estaba? extrañándote, sintiéndome el más estúpido del mundo todos los días de las semanas, la verdad que había soñado toda esta semana con ella, pero eso a ella no le iba a decir.
— Nunca antes estuve mejor, Cooks — le dije sonriendo, ella sonrío de vuelta, miro su celular y me volvió a observar, pero sin sonreír.
— ¿Qué quieres Alex?
— Nada, solo te vi sola, sin compañía y me acerque ¿eso tiene algo malo? — frunció el ceño, miro hacia los lados y luego el suelo.
— Alexander David, habla rápido que no tengo tiempo — gruño entre dientes.
— Parece que la gruñona volvió— sonreí pero ella me patio por debajo de la mesa— ¡Auch!, bueno solo quería saber si quieres salir otro día, así como los viejos tiempos, me estoy quedando en un hotel cercano y….
— Oh, Turner sé que esto sonara frío pero de verdad me tengo que ir, no es que no es que no esté disponible y no hay ningún sitio donde tenga que estar, es solo que tu amor no es lo que necesito, así que no me lo des — sonrío por última vez y tomo el pequeño bolso que estaba sobre la mesa y su Coca-Cola mexicana, para pararse y macharse, igual que siempre.
La observe irse, era la segunda vez que lo hacía, y yo no la quería perder, ella más que mi musa o la chica que cumplía mis fantasías, ella era mi alma gemela. Ahora que la encontraba, me doy cuenta que se veía tan cambiada, pero a la vez no lo estaba, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la sentí y desde ese día soñé con ella todos los días, intentando preguntarle si aun era una rompe corazones, así como rompió el mío. Y ahora no puedo pensar en el aire sin pensar en ella, dudo que eso sea una sorpresa, tampoco puedo pensar en nada sobre lo que soñar, ni siquiera puedo encontrar un lugar donde esconderme. Y en las noches cuando estoy sujeto por mis ojeras trato de convencerme a mi mismo de que necesito a otra y por un minuto resulta más fácil fingir que solo fuiste una amante más.
Pero la verdad es que Arabella era especial, ella no era igual a las demás, porque si lo decimos así, Arabella era más rara que una lata de Dandelion y Burdock, mientras todas las demás son solo limonada re-mezclada, Arabella ama sus botas de motociclista, y las demás los zapatos de tacón. Pero lo que mas me gustaba de ella es que tenía esa cara que decía “Bebe yo estuve hecha para romper tu corazón”, no sabia como me había dado cuenta antes, o quizás si lo hice, pero ella provoca cosas en mi que nadie lo puede lograr.
Sonreí al acordarme de todas esas noches demostrando nuestro amor en la habitación 505 y esas preguntas para saber si era mía, como también esas pelas por llegar tarde y siempre el mismo debate cuando decía que ella no me importaba, pero claro que lo hacía. Era una pequeña gruñona, la cual tenía un lado mucho mas amable, ese que reía y jugaba, ese de los abrazos en la cocina, pero debo admitir que me encantaba que sea cruel conmigo, porque yo estoy loco por ella. Sentí mis ojos llenarse de lagrimas las cuales limpie y me pare e la mesa apurado, no la perdería otra vez, no volvería hacer.
Corrí lejos de la tienda, con la botella de agua en la mano, debía encontrarla, no podía dejar que se vuelva a escapar, pero a este paso quizás ya no la encontraba, o tal vez solo fue imaginación mía. La noche se acercaba, pero las estrellas no salían, y eso me daba menos posibilidades de encontrarla, pero no muy lejos de donde me encontraba había un pequeño cuerpo sosteniendo sus piernas, un pequeño sollozo salió de la boca de ella, y una que otra lagrima estaba sobre su cara. Corrí hacia ella, y me di cuenta que estaba afuera de Cornestone, el lugar donde había empezado todo.
Me agache a la altura de ella y levante su rostro, al principio ella solo sollozó mas pero luego se calmo y me empujo, dejándome atónico con eso ultimo
— ¡Eres un insensible Turner! — Me grito llorando y solo me acerque para abrazarla, ella no tenía mucha fuerza y por más que intentara yo la sostendría entre mis brazos.
— Por favor, no llores y menos por mi culpa— le susurre en su oído.
— ¿Es que no te das cuenta? — pregunto y negué — Tu eres el idiota que no se dio cuenta, tu eres el idiota aquí, y lo peor es que no me debería sentir asi por ti, tu… solo aléjate.
— Lo siento — susurre, y tome su rostro para que me viera a los ojos — Pero no te tomes esto personal, no eres la única la cual sufrió, y es ahí donde te equivocas.
— Solo dime lo que quieres Alex y luego vete — susurro.
— ¿Lo que quiero? —pregunte, ella observo mis ojos, y luego bajo la mirada.
— Si lo que quieras.
— Bueno , tal vez yo solo quiera ser tuyo — le dije cerca de su rostro, para luego terminar con esa distancia y besarla, como hace dos años atrás, corrompiendo su espacio personal, pero la verdad de todo esto es que yo nunca deje de ser de ella
- dos:
- Pip, pip, pip… se escuchaba por toda la habitación no entendía que era lo que pasaba, sentía mi cuerpo pesado, abrí mis ojos encontrándome en una habitación blanca, mi cabeza dolía aun, estaba a oscuras la habitación y todo indicaba que era una sala de hospital, camine hacia la primera puerta que estaba cerca, y quizás la única a metros, toque la puerta pero nadie contesto, así que abrí la habitación, en ella había un cuerpo se veía relajado, su maquina solo tenia sonido, pero su cuerpo estaba muerto, sentí un dolor en pecho al pensar eso. Me acerque a el cuerpo estaba tapado hasta arriba, y destape su rostro llevándome una sorpresa.
Lagrimas salían por mis ojos, al verla bien, su cabello cobrizo ya no tenia brillo, su piel blanca ahora era pálida, tenia pequeños moretones en partes de su cuerpo, y su mano tenia un puño, la sonrisa que siempre traía estaba seria y sus bellos ojos cerrados, aun traía la cadenita que le había regalado meses atrás, junto con el corazón que tenia nuestros nombres. Mis manos tiritaban al acercarme a ella, pase mis dedos por sus parpados, y luego hacia su mejilla estaba helada, solloce un poco más al tocar sus manos, las cuales estaban en su pecho y estaban en puño, desarme el puño para apreciar un collar que tenia mi nombre.
Tome su mano con fuerza, solloce en ella, las lagrimas caían esto no pasaba, díganme que esto no estaba pasando.
—No, Dime que esto es un sueño, por favor d-dímelo -solloce en su mano, pero sabía que no habría respuesta—Romane ¿Por qué?, yo, yo te quería.
En la habitación solo se escuchaban mis sollozos, y la maquina con su pitido, no podía ser cierto, la pequeña que estaba robando mi corazón estaba apunto de morir, esto era algo que no creía que pasaría, no ahora, y menos mientras yo no hacia nada. Mi llanto era incontrolable, me acerque a el rostro de Romane y sujete sus mejillas en mi manos, me acerque lentamente a ella, y bese su labios, no tenían la calidez de antes, estaban fríos y mas que nunca. Unas pequeñas lagrimas mías cayeron en sus mejillas, y se movió, iba a decir algo, pero luego su maquina hizo ese ruido que nadie quiere escuchar, su corazón dejo de latir.
Me le quede mirando unos segundo hasta que sentí que unos brazos me tiraban hacia atrás y nadie me decia que pasaba, yo solo gritaba y lloraba, esto no pasaba, no, ella no me podía dejar y menos ahora yo la necesitaba y aun que me costaba aceptarlo, yo si sentía cosas por ella, cosas que jamás debí sentir.
Mi cuerpo callo en la pared, mis sollozos cada vez eran peor, ella no podía morir, no sin antes a verle dicho lo que sentía, ahora estaba echo una basura por dentro. Enrollé mi manga y limpie mi nariz con ella, parándome como pude de la pared, camine hasta la siguiente habitación, es si necesitaba un baño, pero no sabia donde estaba.
La puerta estaba cerrada, esto era un problema, vi como entraban mas personas a la habitación de Romane y mas ganas de entrar a esta pieza me dieron, gire la manija, con cuidado y entre estaba oscuro, no tenia el mismo sonido que en la habitación de la castaña, en esta estaba otro cuerpo, pero podía notar que era de hombre, tenia miedo en acercarme y ver que pasaba, pero algo en mi dijo que vea, lentamente saque la manta que cubría su cuerpo, podía notar que este cuerpo ya estaba muerto, y al ver quien era tuve miedo, lagrimas salieron de mis ojos esto no estaba pasando.
Ese cuerpo era el mío.
- tres:
- Un pequeño ruido despertó a Diana, tembló en su cama, su cuerpo le dolía, le ardía los brazos además de una pequeña comezón pero si se rascaba ese sector era lo mas probable que sangrara de nuevo, se levanto con cuidado pero aun así tuvo un pequeño dolor en los brazos al apoyarse. Camino hacia el baño tenia nauseas aun que aun no haya comido nada.
Se acomodo al frente del espejo que tenia en el, estaba delgada muy delgada, sus ojos cafés ya no tenían brillo, y su piel estaba mas blanca de lo habitual, pero ella no veía eso, ella se veía con grasa, ella se miraba y odiaba lo que veía, pero que podía hacer, estaba sola sin nadie en el mundo. Su frágil cuerpo se metió en la pequeña ducha que estaba ahí, tenia treinta minutos para hacer todo antes de ir a clases, el infierno para ella.
Salio de la ducha, y volvió a encontrarse con su cuerpo, estaba vez se preguntaba como en una ducha podía engordar tanto, lo malo es que no había pasado nada de lo que ella creía. Camino a su cuarto nuevamente, poniéndose la ropa que le quedaba gigante, pero ella creía que le quedaba bien, antes de bajar tomo su celular, quizás lo único a lo que podía amar era a sus ídolos, quizás esa sea la razón por la que seguía viva. Bajo las escaleras y camino a la cocina creyendo que estarían sus padres, pero no, se encontró con la soledad, igual a todas las mañanas, diferencia que hoy su madre le dejo en desayuno, algo no comería, estaba adieta, pero ¿Qué bajaría de peso si ya estaba en los huesos?
Su celular vibro, un mensaje, no tenia amigos, no tenia amigas, o al menos no tenia en esta cuidad, lo vio atentamente mensaje de Twitter, una cuenta anónima, ¿no podía ser mejor?, observo el mensaje unos minutos, era una cadena típicas que envían, pero esta se llamaba “proyecto mariposa”, consentía en que cada niña que tenia un trastornó lleve una mariposa en la muñeca para recordar que no la debe matar, Diana suspiro un momento, muchas chicas lo intentan, pero a ella no le quedaba nada, solo su música algo que igual la criticaban pero nadie la entendía.
Salio de su casa, observando una foto de ella, extrañaba a esa persona ¿donde quedo?, antes era tan segura y llena de vida, ahora, ahora era tan callada y reservada que a veces ni siquiera hablaba con sus padres, la ultima vez que ella tuvo vida fue hace medio año cuando su banda favorita se presento, pero luego volvió a estar igual que antes.
Llego a su colegio, algunas la miraron, otros la ignoraron, y otras solo se reían de ella, algo de todos los días, la secundaria fue fácil para ella, pero llego a la preparatoria y todo cambio. Solía tener muchas amigas compartían los mismos gustos, pero desde que llego la pequeña de Mía todo cambio, ella solía burlase de Diana por que era diferente, Diana solía soportarla, pero sus trastornos empezaron cuando Mía conoció a su mejor amiga y se llamaba Ana, irónico ¿no?, se llamaban igual que las enfermedades de Diana.
Ana le sonrío, para luego caminar lejos de ella, extraño siempre le molestaba antes de entrar a clases pero hoy no, o eso pensó ella no se dio cuenta que detrás de ella venia Mía, y le tiro vaso con jugo de naranja en el pelo,
El grito ahogado de la indefensa Diana se escucho en todo el corredor, mucho se giraron a verla para reír y otros solo por pena, muchos querían ayudarla, pero Ana y Mia eran poderosas podían arruinar la vida de todos si quisieran, eso no había por que dudarlo. Mia se río, mientras Ana salía corriendo solo se significaba una cosa, el Director venia, pero equivocación, Ana solo corrió, por que llegaba tarde a clases.
A Diana no le importo solo corrió a el baño a encerrarse, esa era su vivir de todos los días, ella no tenia amigos, y lo mas cercanos estaban en las revistas, veía el mundo a través televisión, con un sueño roto, y sin autoestima para salir adelante, se odiaba así misma, por tener ese vacío, pero había mucho mas allá de esos ojos cafés cuales ya no tenían brillos.
mardy bum.
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