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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
Ahhh pase la paginaa!!!
que me gano por eso???
que me gano por eso???
Yhosdaly
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
hey Ale!!
me gusto el nombre de esta nove
es como si quisieras deshacerte de ataduras XD
siguelaaaaa please
ya quiero saber que pasa en ese ascensor!!
PD: new reader
me gusto el nombre de esta nove
es como si quisieras deshacerte de ataduras XD
siguelaaaaa please
ya quiero saber que pasa en ese ascensor!!
PD: new reader
NaTnAt
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
La falta de luz incrementaba cada sensación. La había deseado durante demasiado tiempo y no podía esperar.
Joe empezó a besar su cuello, la suave piel de su garganta, y ella le devolvía cada beso. Encontró la cremallera del vestido y empezó a bajarla... rozando su piel con los nudillos. Y ella gemía, haciéndole sentir escalofríos.
Cuando el vestido cayó al suelo, Joe desabrochó el sujetador y apretó sus pechos, rozando los pezones con los pulgares, haciéndola gemir de placer.
La besaba, deseando devorarla, comérsela toda. Ella empezó a desabrochar los botones de la camisa y a sacarla del pantalón y él se quitó la corbata, que amenazaba con ahogarlo.
Las suaves, delicadas manos de ____ exploraban su cuerpo como un ciego explorando una obra de arte. Sus uñas dejaban una huella en su espalda... y eso lo volvía loco. Estaba fuera de sí.
Pero era ____, una mujer que le importaba y a la que nunca haría daño intencionadamente. Sólo por eso se contenía, sólo por eso no la tiraba al suelo para tomarla como un animal.
Joe la tumbó suavemente sobre el suelo de moqueta del ascensor. La camisa, enredada en los codos, impedía sus movimientos, pero no perdió el tiempo quitándose los gemelos y desnudándose del todo. Levantó el vestido de satén y empezó a acariciar su pierna, envuelta en aquella media de seda... que llegaba hasta la mitad del muslo. Cuando tocó el liguero estuvo a punto de desmayarse. No tenía que luchar contra unas medias, sólo un conveniente liguero y unas braguitas diminutas que podían apartarse cuando llegara el momento.
Que sería pronto porque no aguantaría mucho. Acariciando sus duros pezones, notando la humedad que mojaba las braguitas...
Joe apretó los dientes al encontrar esa humedad y apoyó la cabeza en su frente por un momento, rezando para no perderse de inmediato.
Pero o su sentido común estaba de vacaciones o ____ estaba decidida a cargarse su autocontrol porque arqueó la espalda, apretando la pelvis contra su erección y gimió su nombre.
Fue el nombre lo que lo volvió loco. Si sólo hubiera gemido podría haberse controlado. Pero al oír su nombre se percató de que ella sabía exactamente quién la estaba tocando, quién le estaba haciendo el amor... y no tenía intención de recuperar el sentido común y pedirle que parase.
Peter empezó a desabrochar la cremallera de su pantalón, bajándolo lo suficiente para liberar su rígido miembro. Al mismo tiempo, le quitó el diminuto triángulo de satén negro y separó sus piernas. Con las manos en su trasero, encontró la íntima cueva que lo llamaba como un canto de sirena y la penetró de una fiera embestida.
____ gritó al sentirlo dentro. Estaba ardiendo. Levantó las piernas, cruzando los tobillos en su cintura y clavó las uñas en su espalda, implorándole que se moviera más rápido, que pusiera fin a aquella tortura.
—Por favor —gemía, sorprendida de poder hablar. Todo su ser vibraba de deseo. Si no la llevaba al orgasmo enseguida, podría morirse.
—Sí, ahora, por favor —dijo Joe con voz ronca mientras empujaba y se apartaba. Dentro y fuera, cada vez más rápido, y los movimientos enviaban olas de placer por, todo su cuerpo. Cuanto más rápidas las embestidas, más rápida la respiración, los jadeos.
Y cuando metió la mano entre sus cuerpos para acariciar el delicioso capullo escondido en el triángulo de rizos, ____ se volvió loca.
Levantó las caderas, sus músculos internos convulsionándose, apretándolo hasta que él dejó escapar un gemido gutural y se dejó ir dentro de ella.
Minutos después del orgasmo más largo de su vida, Joe no podía hacer nada más que intentar llevar aire a sus pulmones, tumbado encima de ____.
Ella seguía teniendo las uñas clavadas en su espalda y él los dedos clavados en sus nalgas.
Y sólo podía pensar que acababa de hacer el amor, de una manera increíble, con la única mujer a la que había jurado no tocar nunca.
Las paredes del ascensor, la oscuridad, empezaban a ahogarlo de nuevo. Pero de otra manera. Sí, el ascensor era demasiado pequeño y se preguntó si tendrían oxígeno suficiente para sobrevivir hasta que volviera la luz.
Pero todo eso se desvaneció al pensar en las repercusiones de lo que acababa de pasar.
Podría perderla como ayudante... y eso sería más que una pérdida personal, sería un golpe para el futuro de su empresa. ____ no sólo aportaba ideas, sino que hacía posible que trabajara sin interrupciones.
Podría perderla como amiga. Y ____ era su única amiga. El resto de sus amigos eran hombres. Sería horrible no tenerla cerca todos los días. No poder hablar con ella, no poder bromear con ella, no poder pedirle su opinión sobre cualquier tema, desde el nombre de sus juegos a qué calcetines debía ponerse cada día.
No quería ni pensarlo.
La otra cara de la moneda era que ____ podía querer una relación después de aquello. Podía pensar que aquella reacción espontánea en un momento de estrés era algo más, quizá incluso esperaría que él pensara lo mismo. Podría querer un compromiso, casarse...
La posibilidad hizo que Joe sintiera miedo. ¿No era eso precisamente lo que intentaba evitar? Sería un marido terrible, un padre desastroso.
Ni siquiera creía poder ser un novio decente en aquel momento.
Pero si eso era lo que hacía falta para que ____ no se fuera, para que no dejara el trabajo o buscara otro hombre que pudiera darle lo que necesitaba, lo intentaría.
Pero sabía que iba a fracasar. Estaba en sus genes.
Haría el papel de amante atento... y disfrutaría de cada segundo, seguro. Pero pronto se cansaría de él, de las horas de trabajo, del poco tiempo libre que tenía. Y entonces empezaría a echárselo en cara, lo odiaría y, por fin, no sentiría nada en absoluto más que indiferencia.
¿No había pasado exactamente lo mismo entre su padre y su madre?
El suspiro de ____ hizo que volviera al presente. Seguramente estaba aplastándola.
—Debo estar ahogándote, perdona —murmuró, apartándose de mala gana.
—No pasa nada. Me gusta.
Ese comentario fue corno una bofetada. Era un comentario cariñoso, pero... Joe no podía dejar de preguntarse si ____ estaría pensando que ahora, de repente, eran novios.
—¿Te he hecho daño? —preguntó, acariciando su brazo desnudo.
—No —contestó ella—. ¿Te he hecho daño yo?
La carcajada pareció reverberar por el oscuro ascensor. Así era ____ tan segura de sí misma como para creer que podría hacerle daño a un hombre.
—Sí, mucho. Pero me ha gustado, cariño. En cuanto dijo lo de «cariño» se arrepintió. Mal hecho. ¿Y si ella lo entendía mal? ¿Y si lo tomaba como una invitación? ¿Y si quería ser su novia?
Por qué había dicho eso?
Como ella no contestó, el momento de alarma desapareció.
—Deberíamos vestirnos —murmuró Joe—. No sabemos cuándo volverá la luz y no querrás que nos pillen así...
—No, desde luego —contestó ____.
El tono frío le dijo que, seguramente, se lo estaba pensando.
Y eso no le gustó. Aunque hacer el amor había sido un error de juicio, no quería que ____ lo lamentara. Quería que cerrase los ojos cuando hacía el amor con él, quería ser el mejor amante que había tenido nunca...
Pero no podía tener las dos cosas, pensó. Si quería ser su mejor amante, debía estar abierto a la posibilidad de una relación. Si no quería una relación, debía pensar que aquello había sido algo pasajero y aguantar el golpe en su ego cuando ella no cayera a sus pies, pidiendo más.
Tanteando, encontraron la ropa tirada por el suelo del ascensor y se vistieron a toda prisa. Estaban abrochándose como podían cuando volvió la luz y el ascensor empezó a moverse.
A Joe le dio un vuelco el estómago. Se le había olvidado la claustrofobia, pero si hubieran estado encerrados cinco minutos más seguramente habría terminado por perder el conocimiento.
Intentando acostumbrarse a la desagradable luz del ascensor, se guardó la corbata en el bolsillo del pantalón, mirando a ____, que estaba poniéndose los zapatos.
Cuando las puertas se abrieron y comprobó que el vestíbulo estaba casi vacío dejó un escapar un suspiro de alivio. Había un par de personas desorientadas por el inesperado apagón, pero nada más Nadie estaba mirándolos. Nadie había visto nada.
Cuando salieron del ascensor, el director del hotel se acercó corriendo a ellos para pedirles disculpas, pero Joe le hizo un gesto con la mano. El apagón no era culpa suya. Y tampoco era culpa suya que él fuera claustrofóbico.
Y estar atrapado, aunque fuera por poco tiempo, le había dado la oportunidad de hacer el amor con ____ Por fin.
Y eso no podría lamentarlo jamás. Por muy inconveniente que fuera.
Peter pidió la limusina y, mientras esperaban, la ayudó a colocarse el chal sobre los hombros. Ella no dijo nada. No lo miró siquiera.
Una vez en la limusina, le dio al conductor la dirección del apartamento de ____.
Pero ella seguía sin decir nada y el silencio era cada vez más incómodo. Joe buscaba algo que decir, pero no se le ocurría nada.
«Gracias» no le parecía apropiado. Y tampoco «lo siento».
Le gustaría pedirle que fuera a casa con él, que se quedara a pasar la noche, que la dejara tocarla otra vez como lo había hecho en el ascensor.
Pero esta vez lo haría más despacio... exploraría su cuerpo con más detalle, con la luz encendida.
Y entonces tuvo que tragar saliva porque había vuelto a excitarse.
Y él pensando que una vez sería suficiente...
La limusina se detuvo delante del portal y Joe la acompañó a su apartamento. ____ no dijo nada mientras subían por la escalera y a él no se le ocurrió nada para llenar el silencio.
Cuando abrió la puerta, intentó tomar su mano, pero ella se apartó.
—Oye...
—Buena noches, Joe —lo interrumpió ____—. Hasta el lunes.
Y luego entró en casa y cerró la puerta.
Suspirando, Joe se metió las manos en los bolsillos del pantalón y apoyó la frente en la puerta. Entonces rozó con los dedos algo suave en uno de los bolsillos...
Las braguitas de ____. Un escalofrío lo recorrió de arriba abajo. Eran sus braguitas, no la corbata.
Y si sus braguitas estaban en su mano, eso significaba que ella no llevaba nada bajo el vestido... Menos mal que no lo había sabido mientras iban en la limusina, pensó, o habría perdido la cabeza.
Recordaba cómo era estar dentro de ella. Aquella cueva caliente, húmeda, apretándose, cerrándose, haciendo que se olvidara de todo.
Húmeda, caliente. Piel con piel.
Joe cerró los ojos al percatarse de algo... de algo terrible. No había usado preservativo.
No se le había ocurrido pensarlo hasta aquel momento. No había podido porque ella lo volvió loco con sus besos.
No había usado preservativo y no sabía si ____ tomaba la píldora. Y eso significaba que podría quedar embarazada. Podría tener un hijo suyo.
Ah, aquella noche iba de mal en peor.
Joe empezó a besar su cuello, la suave piel de su garganta, y ella le devolvía cada beso. Encontró la cremallera del vestido y empezó a bajarla... rozando su piel con los nudillos. Y ella gemía, haciéndole sentir escalofríos.
Cuando el vestido cayó al suelo, Joe desabrochó el sujetador y apretó sus pechos, rozando los pezones con los pulgares, haciéndola gemir de placer.
La besaba, deseando devorarla, comérsela toda. Ella empezó a desabrochar los botones de la camisa y a sacarla del pantalón y él se quitó la corbata, que amenazaba con ahogarlo.
Las suaves, delicadas manos de ____ exploraban su cuerpo como un ciego explorando una obra de arte. Sus uñas dejaban una huella en su espalda... y eso lo volvía loco. Estaba fuera de sí.
Pero era ____, una mujer que le importaba y a la que nunca haría daño intencionadamente. Sólo por eso se contenía, sólo por eso no la tiraba al suelo para tomarla como un animal.
Joe la tumbó suavemente sobre el suelo de moqueta del ascensor. La camisa, enredada en los codos, impedía sus movimientos, pero no perdió el tiempo quitándose los gemelos y desnudándose del todo. Levantó el vestido de satén y empezó a acariciar su pierna, envuelta en aquella media de seda... que llegaba hasta la mitad del muslo. Cuando tocó el liguero estuvo a punto de desmayarse. No tenía que luchar contra unas medias, sólo un conveniente liguero y unas braguitas diminutas que podían apartarse cuando llegara el momento.
Que sería pronto porque no aguantaría mucho. Acariciando sus duros pezones, notando la humedad que mojaba las braguitas...
Joe apretó los dientes al encontrar esa humedad y apoyó la cabeza en su frente por un momento, rezando para no perderse de inmediato.
Pero o su sentido común estaba de vacaciones o ____ estaba decidida a cargarse su autocontrol porque arqueó la espalda, apretando la pelvis contra su erección y gimió su nombre.
Fue el nombre lo que lo volvió loco. Si sólo hubiera gemido podría haberse controlado. Pero al oír su nombre se percató de que ella sabía exactamente quién la estaba tocando, quién le estaba haciendo el amor... y no tenía intención de recuperar el sentido común y pedirle que parase.
Peter empezó a desabrochar la cremallera de su pantalón, bajándolo lo suficiente para liberar su rígido miembro. Al mismo tiempo, le quitó el diminuto triángulo de satén negro y separó sus piernas. Con las manos en su trasero, encontró la íntima cueva que lo llamaba como un canto de sirena y la penetró de una fiera embestida.
____ gritó al sentirlo dentro. Estaba ardiendo. Levantó las piernas, cruzando los tobillos en su cintura y clavó las uñas en su espalda, implorándole que se moviera más rápido, que pusiera fin a aquella tortura.
—Por favor —gemía, sorprendida de poder hablar. Todo su ser vibraba de deseo. Si no la llevaba al orgasmo enseguida, podría morirse.
—Sí, ahora, por favor —dijo Joe con voz ronca mientras empujaba y se apartaba. Dentro y fuera, cada vez más rápido, y los movimientos enviaban olas de placer por, todo su cuerpo. Cuanto más rápidas las embestidas, más rápida la respiración, los jadeos.
Y cuando metió la mano entre sus cuerpos para acariciar el delicioso capullo escondido en el triángulo de rizos, ____ se volvió loca.
Levantó las caderas, sus músculos internos convulsionándose, apretándolo hasta que él dejó escapar un gemido gutural y se dejó ir dentro de ella.
Minutos después del orgasmo más largo de su vida, Joe no podía hacer nada más que intentar llevar aire a sus pulmones, tumbado encima de ____.
Ella seguía teniendo las uñas clavadas en su espalda y él los dedos clavados en sus nalgas.
Y sólo podía pensar que acababa de hacer el amor, de una manera increíble, con la única mujer a la que había jurado no tocar nunca.
Las paredes del ascensor, la oscuridad, empezaban a ahogarlo de nuevo. Pero de otra manera. Sí, el ascensor era demasiado pequeño y se preguntó si tendrían oxígeno suficiente para sobrevivir hasta que volviera la luz.
Pero todo eso se desvaneció al pensar en las repercusiones de lo que acababa de pasar.
Podría perderla como ayudante... y eso sería más que una pérdida personal, sería un golpe para el futuro de su empresa. ____ no sólo aportaba ideas, sino que hacía posible que trabajara sin interrupciones.
Podría perderla como amiga. Y ____ era su única amiga. El resto de sus amigos eran hombres. Sería horrible no tenerla cerca todos los días. No poder hablar con ella, no poder bromear con ella, no poder pedirle su opinión sobre cualquier tema, desde el nombre de sus juegos a qué calcetines debía ponerse cada día.
No quería ni pensarlo.
La otra cara de la moneda era que ____ podía querer una relación después de aquello. Podía pensar que aquella reacción espontánea en un momento de estrés era algo más, quizá incluso esperaría que él pensara lo mismo. Podría querer un compromiso, casarse...
La posibilidad hizo que Joe sintiera miedo. ¿No era eso precisamente lo que intentaba evitar? Sería un marido terrible, un padre desastroso.
Ni siquiera creía poder ser un novio decente en aquel momento.
Pero si eso era lo que hacía falta para que ____ no se fuera, para que no dejara el trabajo o buscara otro hombre que pudiera darle lo que necesitaba, lo intentaría.
Pero sabía que iba a fracasar. Estaba en sus genes.
Haría el papel de amante atento... y disfrutaría de cada segundo, seguro. Pero pronto se cansaría de él, de las horas de trabajo, del poco tiempo libre que tenía. Y entonces empezaría a echárselo en cara, lo odiaría y, por fin, no sentiría nada en absoluto más que indiferencia.
¿No había pasado exactamente lo mismo entre su padre y su madre?
El suspiro de ____ hizo que volviera al presente. Seguramente estaba aplastándola.
—Debo estar ahogándote, perdona —murmuró, apartándose de mala gana.
—No pasa nada. Me gusta.
Ese comentario fue corno una bofetada. Era un comentario cariñoso, pero... Joe no podía dejar de preguntarse si ____ estaría pensando que ahora, de repente, eran novios.
—¿Te he hecho daño? —preguntó, acariciando su brazo desnudo.
—No —contestó ella—. ¿Te he hecho daño yo?
La carcajada pareció reverberar por el oscuro ascensor. Así era ____ tan segura de sí misma como para creer que podría hacerle daño a un hombre.
—Sí, mucho. Pero me ha gustado, cariño. En cuanto dijo lo de «cariño» se arrepintió. Mal hecho. ¿Y si ella lo entendía mal? ¿Y si lo tomaba como una invitación? ¿Y si quería ser su novia?
Por qué había dicho eso?
Como ella no contestó, el momento de alarma desapareció.
—Deberíamos vestirnos —murmuró Joe—. No sabemos cuándo volverá la luz y no querrás que nos pillen así...
—No, desde luego —contestó ____.
El tono frío le dijo que, seguramente, se lo estaba pensando.
Y eso no le gustó. Aunque hacer el amor había sido un error de juicio, no quería que ____ lo lamentara. Quería que cerrase los ojos cuando hacía el amor con él, quería ser el mejor amante que había tenido nunca...
Pero no podía tener las dos cosas, pensó. Si quería ser su mejor amante, debía estar abierto a la posibilidad de una relación. Si no quería una relación, debía pensar que aquello había sido algo pasajero y aguantar el golpe en su ego cuando ella no cayera a sus pies, pidiendo más.
Tanteando, encontraron la ropa tirada por el suelo del ascensor y se vistieron a toda prisa. Estaban abrochándose como podían cuando volvió la luz y el ascensor empezó a moverse.
A Joe le dio un vuelco el estómago. Se le había olvidado la claustrofobia, pero si hubieran estado encerrados cinco minutos más seguramente habría terminado por perder el conocimiento.
Intentando acostumbrarse a la desagradable luz del ascensor, se guardó la corbata en el bolsillo del pantalón, mirando a ____, que estaba poniéndose los zapatos.
Cuando las puertas se abrieron y comprobó que el vestíbulo estaba casi vacío dejó un escapar un suspiro de alivio. Había un par de personas desorientadas por el inesperado apagón, pero nada más Nadie estaba mirándolos. Nadie había visto nada.
Cuando salieron del ascensor, el director del hotel se acercó corriendo a ellos para pedirles disculpas, pero Joe le hizo un gesto con la mano. El apagón no era culpa suya. Y tampoco era culpa suya que él fuera claustrofóbico.
Y estar atrapado, aunque fuera por poco tiempo, le había dado la oportunidad de hacer el amor con ____ Por fin.
Y eso no podría lamentarlo jamás. Por muy inconveniente que fuera.
Peter pidió la limusina y, mientras esperaban, la ayudó a colocarse el chal sobre los hombros. Ella no dijo nada. No lo miró siquiera.
Una vez en la limusina, le dio al conductor la dirección del apartamento de ____.
Pero ella seguía sin decir nada y el silencio era cada vez más incómodo. Joe buscaba algo que decir, pero no se le ocurría nada.
«Gracias» no le parecía apropiado. Y tampoco «lo siento».
Le gustaría pedirle que fuera a casa con él, que se quedara a pasar la noche, que la dejara tocarla otra vez como lo había hecho en el ascensor.
Pero esta vez lo haría más despacio... exploraría su cuerpo con más detalle, con la luz encendida.
Y entonces tuvo que tragar saliva porque había vuelto a excitarse.
Y él pensando que una vez sería suficiente...
La limusina se detuvo delante del portal y Joe la acompañó a su apartamento. ____ no dijo nada mientras subían por la escalera y a él no se le ocurrió nada para llenar el silencio.
Cuando abrió la puerta, intentó tomar su mano, pero ella se apartó.
—Oye...
—Buena noches, Joe —lo interrumpió ____—. Hasta el lunes.
Y luego entró en casa y cerró la puerta.
Suspirando, Joe se metió las manos en los bolsillos del pantalón y apoyó la frente en la puerta. Entonces rozó con los dedos algo suave en uno de los bolsillos...
Las braguitas de ____. Un escalofrío lo recorrió de arriba abajo. Eran sus braguitas, no la corbata.
Y si sus braguitas estaban en su mano, eso significaba que ella no llevaba nada bajo el vestido... Menos mal que no lo había sabido mientras iban en la limusina, pensó, o habría perdido la cabeza.
Recordaba cómo era estar dentro de ella. Aquella cueva caliente, húmeda, apretándose, cerrándose, haciendo que se olvidara de todo.
Húmeda, caliente. Piel con piel.
Joe cerró los ojos al percatarse de algo... de algo terrible. No había usado preservativo.
No se le había ocurrido pensarlo hasta aquel momento. No había podido porque ella lo volvió loco con sus besos.
No había usado preservativo y no sabía si ____ tomaba la píldora. Y eso significaba que podría quedar embarazada. Podría tener un hijo suyo.
Ah, aquella noche iba de mal en peor.
#Alejandra
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
Capitulo 4
Cuando ____ llegó a trabajar el lunes por la mañana, se quedó en la puerta un momento, llave en mano, intentando convencerse a sí misma de que era un día de trabajo como otro cualquiera.
¿Y por qué no iba a serlo? Lo que pasó el viernes en el ascensor no tenía importancia, no había significado nada.
Había sido un encuentro íntimo, un momento de pasión debido a una crisis, no algo que hubiera ocurrido en circunstancias normales.
Pero eso no explicaba por qué Joe la había llamado tantas veces durante el fin de semana. Afortunadamente, había saltado el contestador la primera vez... y todas las veces después de eso.
Con el volumen bajo, ____ casi había podido sobrevivir a esas llamadas sin que el corazón se le saliera del pecho.
Y cuando apareció en su casa el sábado por la tarde, ____ miró por la mirilla, mordiéndose los labios y conteniendo la respiración para no hacer ruido. El estaba despeinado, como siempre, y parecía irritado al no conseguir respuesta.
____ se sintió como una cobarde, por eso había ido a trabajar. Si no lo hacía, temía no volver a ser capaz de enfrentarse con Joe.
Respirando profundamente, metió la llave en la cerradura y entró en la casa intentando no hacer ruido. De puntillas, entró en su despacho y se quitó la chaqueta.
Con un poco de suerte, Joe no despertaría hasta unas horas más tarde y quizá para entonces se le habría ocurrido alguna buena excusa para no haber devuelto sus llamadas. Incluso podría inventar una excusa para pedir unos días libres.
«Cuánto tiempo piensas seguir así?», se preguntó. ¿Cuánto tiempo podría evitarlo?
Si conocía a Joe, y después de dos años tenía la impresión de que así era, él no aguantaría mucho tiempo. A menos que él también quisiera evitarla, claro. Desgraciadamente, esas quince llamadas y una aparición inesperada en su apartamento le decían que, seguramente, no era el caso.
—¿____?
La voz de Joe desde el segundo piso la sobresaltó. Y cuando oyó pasos en la escalera, apoyó la cabeza en el ordenador. Allí estaba. La confrontación.
Joe apareció más despeinado y con la ropa más arrugada que cuando fue a su casa.
Iba descalzo, con un par de vaqueros arrugados. Tan arrugados como la camiseta blanca. Daba la impresión de haber dormido con la ropa puesta.
—____ —repitió él, suspirando y pasándose las dos manos por el pelo—. Llevo todo el día esperándote —dijo entonces, como si no supiera que eran las nueve de la mañana—. He llamado a tu casa una docena de veces. Incluso fui a buscarte... ¿Dónde demonios has estado?
Ella abrió la boca para decirle que no era asunto suyo, pero entonces Joe negó con la cabeza.
—Da igual. Tenemos que hablar.
—¿De qué?
—____... —empezó a decir Joe, apoyando los codos en las rodillas.
Pero ella no quería hablar. No quería que dijera que los dos habían perdido el juicio, no quería que le dijera que eran jefe y empleada, que no sentía nada por ella.
—Joe —lo interrumpió, sin mirarlo a la cara—.. Sé lo que vas a decir y estoy completamente de acuerdo. Lo que pasó la otra noche fue un error. El apagón nos pilló por sorpresa y tú... te pusiste muy nervioso. No debería haber pasado nada y estoy segura de que no volverá a pasar. Así que lo mejor es olvidarlo y seguir adelante.
Joe se quedó un momento estudiándola. La piel de alabastro, los ojos , los labios brillantes... Tenía un lunar sobre el labio superior que siempre había querido besar.
«Eso lo dirás tú.
____ parecía creer que el encuentro había sido algo fortuito, inapropiado, debido sólo al apagón. Lo que no sabía era que Joe había fantaseado con hacer el amor con ella durante mucho tiempo.
Sí, el apagón había sido el causante de algo que no pudo controlar, que seguramente no habría ocurrido en otras circunstancias, eso era—cierto. —Pero él no pensaba olvidarlo. Sería imposible.
Era un alivio saber que ella estaba preparada para olvidar el incidente y que no esperaba más de lo que él estaba dispuesto a dar. Pero había estado todo el fin de semana intentando hablar con ella. Y tenían que hablar
—Puede que sea más fácil decirlo que hacerlo.
—¿Qué quieres decir?
—No sé si tomas la píldora —suspiró Joe.
____ se puso tensa y, de inmediato, cruzó los brazos bajo el pecho. Su pecho... ese pecho que él había tocado y besado unas noches antes. Joe tuvo que cambiar de posición en la silla, incómodo.
____ cruzó las piernas y movió un pie antes de hablar:
—Ya ti qué te importa?
—No me importaba hasta el viernes por la noche. Porque no usamos... protección. A menos que...
No terminó la frase, esperando que ella riera, que le dijera que no había ningún problema, que llevaba años tomando la píldora. Pero no fue así. ____ se quedó pálida. En silencio.
—¿Entonces no...?
—No —contestó ella—. No tomo nada.
—Parece que los dos nos volvimos locos durante unos minutos —suspiró Joe, levantándose—. Y ahora tenemos que decidir qué vamos a hacer.
Los dos se quedaron en silencio, el único sonido era el tic—tac del reloj de su abuelo en la entrada. Y entonces ____ descruzó las piernas y se levantó.
—Esto es ridículo. ¿Qué posibilidades hay de haber quedado embarazada por un solo.., encuentro?
—Me temo que eso es lo que dicen miles de madres.
—Sólo digo que no deberíamos preocuparnos.
—Espero que tengas razón, pero ¿cuándo lo sabremos?
—Pues no sé... dentro de unas semanas, creo.
Unas semanas. Estupendo. Si debía esperar tanto tiempo, tendría que comprar antiácidos. Esperar semanas para saber si ____ estaba embarazada iba a causarle una úlcera.
Quería una respuesta ya. Llevarla a una farmacia para hacerse una de esas pruebas... pero, claro, quizá era demasiado pronto. El no sabía nada sobre el ciclo de las mujeres y menos sobre embarazos.
Cuando ____ llegó a trabajar el lunes por la mañana, se quedó en la puerta un momento, llave en mano, intentando convencerse a sí misma de que era un día de trabajo como otro cualquiera.
¿Y por qué no iba a serlo? Lo que pasó el viernes en el ascensor no tenía importancia, no había significado nada.
Había sido un encuentro íntimo, un momento de pasión debido a una crisis, no algo que hubiera ocurrido en circunstancias normales.
Pero eso no explicaba por qué Joe la había llamado tantas veces durante el fin de semana. Afortunadamente, había saltado el contestador la primera vez... y todas las veces después de eso.
Con el volumen bajo, ____ casi había podido sobrevivir a esas llamadas sin que el corazón se le saliera del pecho.
Y cuando apareció en su casa el sábado por la tarde, ____ miró por la mirilla, mordiéndose los labios y conteniendo la respiración para no hacer ruido. El estaba despeinado, como siempre, y parecía irritado al no conseguir respuesta.
____ se sintió como una cobarde, por eso había ido a trabajar. Si no lo hacía, temía no volver a ser capaz de enfrentarse con Joe.
Respirando profundamente, metió la llave en la cerradura y entró en la casa intentando no hacer ruido. De puntillas, entró en su despacho y se quitó la chaqueta.
Con un poco de suerte, Joe no despertaría hasta unas horas más tarde y quizá para entonces se le habría ocurrido alguna buena excusa para no haber devuelto sus llamadas. Incluso podría inventar una excusa para pedir unos días libres.
«Cuánto tiempo piensas seguir así?», se preguntó. ¿Cuánto tiempo podría evitarlo?
Si conocía a Joe, y después de dos años tenía la impresión de que así era, él no aguantaría mucho tiempo. A menos que él también quisiera evitarla, claro. Desgraciadamente, esas quince llamadas y una aparición inesperada en su apartamento le decían que, seguramente, no era el caso.
—¿____?
La voz de Joe desde el segundo piso la sobresaltó. Y cuando oyó pasos en la escalera, apoyó la cabeza en el ordenador. Allí estaba. La confrontación.
Joe apareció más despeinado y con la ropa más arrugada que cuando fue a su casa.
Iba descalzo, con un par de vaqueros arrugados. Tan arrugados como la camiseta blanca. Daba la impresión de haber dormido con la ropa puesta.
—____ —repitió él, suspirando y pasándose las dos manos por el pelo—. Llevo todo el día esperándote —dijo entonces, como si no supiera que eran las nueve de la mañana—. He llamado a tu casa una docena de veces. Incluso fui a buscarte... ¿Dónde demonios has estado?
Ella abrió la boca para decirle que no era asunto suyo, pero entonces Joe negó con la cabeza.
—Da igual. Tenemos que hablar.
—¿De qué?
—____... —empezó a decir Joe, apoyando los codos en las rodillas.
Pero ella no quería hablar. No quería que dijera que los dos habían perdido el juicio, no quería que le dijera que eran jefe y empleada, que no sentía nada por ella.
—Joe —lo interrumpió, sin mirarlo a la cara—.. Sé lo que vas a decir y estoy completamente de acuerdo. Lo que pasó la otra noche fue un error. El apagón nos pilló por sorpresa y tú... te pusiste muy nervioso. No debería haber pasado nada y estoy segura de que no volverá a pasar. Así que lo mejor es olvidarlo y seguir adelante.
Joe se quedó un momento estudiándola. La piel de alabastro, los ojos , los labios brillantes... Tenía un lunar sobre el labio superior que siempre había querido besar.
«Eso lo dirás tú.
____ parecía creer que el encuentro había sido algo fortuito, inapropiado, debido sólo al apagón. Lo que no sabía era que Joe había fantaseado con hacer el amor con ella durante mucho tiempo.
Sí, el apagón había sido el causante de algo que no pudo controlar, que seguramente no habría ocurrido en otras circunstancias, eso era—cierto. —Pero él no pensaba olvidarlo. Sería imposible.
Era un alivio saber que ella estaba preparada para olvidar el incidente y que no esperaba más de lo que él estaba dispuesto a dar. Pero había estado todo el fin de semana intentando hablar con ella. Y tenían que hablar
—Puede que sea más fácil decirlo que hacerlo.
—¿Qué quieres decir?
—No sé si tomas la píldora —suspiró Joe.
____ se puso tensa y, de inmediato, cruzó los brazos bajo el pecho. Su pecho... ese pecho que él había tocado y besado unas noches antes. Joe tuvo que cambiar de posición en la silla, incómodo.
____ cruzó las piernas y movió un pie antes de hablar:
—Ya ti qué te importa?
—No me importaba hasta el viernes por la noche. Porque no usamos... protección. A menos que...
No terminó la frase, esperando que ella riera, que le dijera que no había ningún problema, que llevaba años tomando la píldora. Pero no fue así. ____ se quedó pálida. En silencio.
—¿Entonces no...?
—No —contestó ella—. No tomo nada.
—Parece que los dos nos volvimos locos durante unos minutos —suspiró Joe, levantándose—. Y ahora tenemos que decidir qué vamos a hacer.
Los dos se quedaron en silencio, el único sonido era el tic—tac del reloj de su abuelo en la entrada. Y entonces ____ descruzó las piernas y se levantó.
—Esto es ridículo. ¿Qué posibilidades hay de haber quedado embarazada por un solo.., encuentro?
—Me temo que eso es lo que dicen miles de madres.
—Sólo digo que no deberíamos preocuparnos.
—Espero que tengas razón, pero ¿cuándo lo sabremos?
—Pues no sé... dentro de unas semanas, creo.
Unas semanas. Estupendo. Si debía esperar tanto tiempo, tendría que comprar antiácidos. Esperar semanas para saber si ____ estaba embarazada iba a causarle una úlcera.
Quería una respuesta ya. Llevarla a una farmacia para hacerse una de esas pruebas... pero, claro, quizá era demasiado pronto. El no sabía nada sobre el ciclo de las mujeres y menos sobre embarazos.
#Alejandra
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
Chicass ahi estaa bienvenidas a lass nueva si hay no? o qe jajaja perdon soy distraaida igual si no les suboo no es porqe no quiera es solo qe ya me cortaron el interneth por exceso de pago jajaja amm me cuelgo del de mis vecinos xD bueno me voy las quieroo
by:Ale
by:Ale
#Alejandra
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
#Who'sMyBitch_[Ale] escribió:Chicass ahi estaa bienvenidas a lass nueva si hay no? o qe jajaja perdon soy distraaida igual si no les suboo no es porqe no quiera es solo qe ya me cortaron el interneth por exceso de pago jajaja amm me cuelgo del de mis vecinos xD bueno me voy las quieroo
by:Ale
me encantaron los capiss!!!
siguelaaa Alee
sabes que amo como escribess!
att: tu siempre fiel lectora!! 8)
Yhosdaly
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
ya me puse al corriente con los capiiisss
chelis
Re: "Echale la culpa a la Oscuridad" (Joe y tu)TERMINADA
eaea llegee! jaja ya pss BENVENIIDAA cheliss xD qe ya la siigoo! y Ratonis creo qe son todas disculpenme sii noo u.u .........pero la seguire ya qe termine mi tareaa vaa? como en una media hora suboo ñ_ñ
#Alejandra
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