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Todavía, aún después de un largo tiempo, cuesta asimilar la realidad. Mentiría si dijese que estoy acostumbrado al cambio que nos llevó a la rebelión, así que procuro no comentarlo. Puedo luchar como el fiel conflictivo, pero no descarto la posibilidad que, algún día mi nombre se chillará por Manhattan.
El mundo comenzó a deteriorarse. Cada país de cada continente declaró la guerra, sucumbidos en la histeria de verse decaer cada vez más. La justicia que buscaban se mostró en caballeros con uniformes y armas; sin piedad ante cualquier humano que existiera. La situación era absurda, vivir a escondidas y obedecer las reglas era lo único que se podía ser para no ser castigado.
Estados Unidos era una presa más, un títere del Gobierno y su poder. Los residentes habían perdido sus fuerzas cuando la nueva ley de desconexión apareció. Era una opción para aquellas familias que, según sus comentarios, querían una tranquilidad inexplicable en sus almas.
El propósito de la ley de desconexión consistía en que, cada progenitor tenía la iniciativa de desconectar a su hijo, sea cualquiera de las razones. Esto se determinó luego de una importante guerra entre dos grupos: Los contra abortos, y los pro abortos. Finalmente, se llegó a un acuerdo un poco inusual: La vida debía ser protegida, anhelada, intocable. En pocas palabras, el aborto estaba totalmente prohibido. 
Y es entonces cuando se elegía desconectar a los jóvenes entre los trece y dieciocho años de edad. ¿Qué significaba este término inusual? Cada niño o adolescente que pasara ante esto no sería asesinado, sino que cada parte de su cuerpo sería extraído y aprovechado por otros individuos. Además, sus recuerdos permanecerían intactos y luego se implantarían en otros.
Lo irónico era que, Nueva York se convirtió en un disturbio impresionante, siendo una de las ciudades con desconectados.
Era inexplicable cómo podían acceder y dejar a sus hijos en el olvido por no poder hacer más nada con ellos. Sean por problemas de conducta, u otras cuestiones. Y cómo aún quedaban individuos al margen, por fin, el grupo enemigo de los justicieros se había formado.
Se denominaba Winkler a uno de los grupos de rebeldes más buscados de todo Manhattan. Eran de los pocos que seguían unidos, después de daños y peleas contra los caballeros del Gobierno. 
Ellos estaban ocultos entre las sombras, luchando por vivir.
Su meta era disfrutar hasta los dieciocho años. Y por fin, terminando ésa etapa serían libres.