Jack Skellington.

Jack Skellington.

No pensaba con claridad, no andaba con claridad y tampoco actuaba con claridad.
No le prestaba atención alguna a las voces que me advertían que no hiciera nada ridículo, era mi conciencia, y aunque muy en el fondo sabía que tenían razón las ignore para conservar mi orgullo y el temperamento molesto que tenía.
Ellos no sabían lo que yo quería, no sabían nada, y decían que sólo querían mi bien.
Tenía sólo dieciocho años y lo único por lo que me preocupaba era mi aspecto, mis amistades y mi equipo de fútbol favorito. Sólo eso.
Nada de ir considerando lo que quería ser en un futuro ni en los estudios.
Faltaba muy poco para que llegara la medianoche y todavía había gente en las calles gastando bromas o pidiendo dulces. Era la noche de Halloween.
Gruñía cada cinco segundos cuando pasaba al lado de las personas para que me dejaran pasar y no me molestarán. Me miraban algunos con sorpresa y otros con algo de miedo; pero ninguno con un toque de gracia o simpatía.
Ellos sabían quien era yo, me conocían, eso era más que obvió por los murmullos que se escuchaban a mis espaldas cuando los pasaba.
De seguro mi voz era tan alta que los vecinos me escucharon en la discusión que tuve con mis padres ese mismo día. Ellos querían que viese mi futuro, planeaban hablar conmigo sobre lo que quería hacer después de que saliera de la escuela.
Ni la universidad ni un empleo llamaban mi atención; y por ello inicio la discusión.
Las miradas me seguían por las calles del pequeño pueblo, haciendo que mi enojo aumentara cada vez más, y no hacían nada por disimularlas.
La casa de Frederic se presentó ante mi en la siguiente cuadra, mi amigo era reconocido por las grandes fiestas que hacia la noche de brujas, y a esa hora la fiesta apenas estaba iniciando.
Entré con las manos en los bolsillos y la mirada puesta en las puntas de mis pies.

—¡Jack, amigo! —exclamó la voz de Fred caminando rápidamente hacia mi con una cerveza en la mano.
—¿Qué hay Fred? —murmuré.
—¿Qué humor es ese hermano? —preguntó pasándome un vaso con un líquido transparente en el— ¿Dónde esta nuestro Jack rey del Halloween?
—Estoy aquí idiota. —Le golpeé en el hombro con una sonrisa.

Él gritó una palabrota y se sobó el brazo en el que le propiné un puñetazo.
Reí por su cara y lleve a mis labios el vaso que me había dado el rubio, rápidamente el alcohol resbalo por mi garganta quemándome a su paso, hice una mueca por el sabor embriagante de la bebida y bebí otro sorbo.
Vaso tras vaso me olvidaba de todo y reía estúpidamente sobre los comentarios de mi amigo, la música sonaba a todo volumen y muchas personas bailaban por toda la habitación, la cabeza me comenzaba a dar vueltas y sentía ganas de vomitar.
Una chica morocha me sonrió coquetamente, mostrándome unos colmillos de plástico, desde la esquina de la sala. Le sonreí de igual manera arrugando la nariz un poco. A tropezones traté de caminar pero me fue imposible cuando la mano de Frederic se colocó en mi hombro.

—No vallas con ella Jack. Esa chica vampiro es de primer año y ya es conocida por tratar a los del equipo de baloncesto peor que a un pañuelo.
—¿Y que hay con eso?
—Serás la burla del equipo de animadoras, que es liderado por ella, y además te sumarás a la lista de los chicos con el corazón roto de la escuela.

Solté una carcajada y Fred no tardó en imitarme. Era más que obvió que estábamos  ebrios los dos.

—Y no creo que los esqueletos altos como tu le gusten a ella. —dijo entre risas el rubio.
—¿Tal vez sean su tipo los monstruos chupa sangre? —pregunté pestañeando por las luces de colores que se veían por las ventanas.
—¡Exacto! —exclamó y me miró de arriba a abajo negando con la cabeza.

Era alto, media más de metro ochenta y casi alcanzaba el metro con noventa, gracias al equipo de baloncesto en el que estuve de los diez a dieciséis años y por herencia de mi familia.
Además de eso mi físico siempre había sido delgado; era flaco de naturaleza pero no desnutrido.
Año tras año me disfrazaba de algo diferente la noche de Halloween y ese día preferí solamente pintarme la cara como una calavera y usar un traje negro con delgadas líneas blancas y una pajarita con apariencia de murciélago.
Tenía apariencia de un verdadero esqueleto.
Mi boca pintada con apariencia de que estaba cocida se encontraba un poco seca por la falta de agua y el exceso de alcohol.

—¿Me das un vaso de agua Fred? 
—¡Canalla! Ve tú por el a la cocina. 

Bufé y camine a la cocina de la casa. Agarré un vaso de plástico y lo llené hasta el tope para después llevármelo a los labios y beber cuidadosamente para no estropear el maquillaje de calavera.
Arrojé el vaso al bote de basura cuando termine de beber y miré por la gran ventana que había ahí. Tenía vista a la calle de enfrente.
Eran casi las dos de la mañana y nadie paseaba por ahí. Ellos me iban a matar si regresaba, pensaba una y otra vez.
Mi mirada estaba perdida en la nada de la ventana y salí de mi trance cuando una sombra pasó por delante de la ventana. Me sobresalté y salté hacia atrás.
Pestañeé incrédulo, ¿qué demonios era eso?
Cerca del pueblo había un bosque pero hace ya más años de los que yo tenía que no había entrado un oso o alguna criatura extraña de ahí. No podía haber sido un animal, y una persona lo dudaba en verdad.
Salí corriendo de la cocina en dirección hacia la puerta, paseé al lado de Frederic y me despedí de él con un asentimiento de cabeza, algunas personas se cruzaban en mi camino y como podía las esquivaba para seguir.

—¡El rey Jack se va de la fiesta! —gritó un tipo borracho riendo histéricamente.

Ladeé la cabeza y acomode mi cabello oscuro despreocupadamente sin prestarle atención al comentario del chico desconocido que sólo trajo consigo más gritos y burlas para mi.
Seguí con mi camino y llegue a la calle donde anteriormente había visto a la sombra desde la ventana de casa de Fred, estaba más oscura que nada, pero mi sexto sentido me decía que alguien estaba ahí escondido.

—¿Quien anda ahí? —pregunté sin titubear.

No estaba seguro de lo que hacía, pero la adrenalina—o el alcohol—corría por mis venas, y me era casi imposible pensar con claridad mientras tenía algo en mi interior que me pedía a gritos que me alejará de ahí.
Una sombra apareció a una cuadra por delante de mi y avanzaba lentamente en mi dirección. No me moví pero comencé a asustarme.
Tragué y me enderecé lo más que podía, tal vez se alejé por mi estatura, pensaba una y otra vez rogando que estuviera en lo correcto; pero estaba más que equivocado. 
Cuando él estaba a menos de cinco metros en frente de mi pude ver su rostro con claridad: ojos negros, piel blanca, cabeza afeitada, sonrisa asquerosa y un montón de granos esparcidos por acá y por allá.
Levanté el mentón en señal de osadía y solté un suspiro ahogado por la situación.
El hombre, que le calculaba un poco mayor de los treinta, dio unas grandes zancadas y acorto nuestra distancia, sonrió abiertamente y me miró jugando con algo que tenía en sus manos.

—¿Un esqueleto? Eso es adorable chico. —dijo escupiendo mostrándome sus dientes amarillentos y con caries. 
—No creo que esto sea una alabanza a mi maquillaje de Halloween, ¿no? —Arqueé una ceja tratando de perecer lo más rudo posible.

Él río y le dio un ataque de tos por lo que se atragantaba con sus propias carcajadas. Era algo asqueroso.

—Eres sabio.
—En verdad soy inteligente.
—Si fueses inteligente no estarías aquí afuera charlando conmigo. Que pena que el hijo de Reynald Soley no valla a seguir los pasos de su padre. Serias un increíble alcalde.
—¿Cómo sabe usted eso?
—El pueblo es pequeño, Jack.

Me paralice cuando escuche mi nombré salir de su boca.
En automático mi cuerpo se puso en posición de autodefensa y antes de que me diera cuenta estaba corriendo con el sujeto detrás de mi.
Se abalanzó sobre mi y caí de cara al pavimento de la calle, él se colocó a horcajadas sobre mi mientras con una de sus manos sostenía mis manos por encima de mi cabeza, trataba de moverme pero el sujeto clavó una navaja en mis costillas derechas. Grité y me retorcí fuertemente pataleando en el aire para liberarme de su agarre, aunque era inútil con ese hombre asqueroso que probablemente pesaría lo triple que yo.
Liberó mis manos, mientras se entretenía clavando su navaja a mi costado, y tomé eso como una salida de emergencia, estire mi mano y tomé una roca para después golpear su cabeza fuertemente con ella.
Él gritó por detrás de mi una vez que me puse de pie, el dolor en mis costillas hacia que apenas pudiera respirar y jadeara con dificultad, mis piernas estaban acalambradas pero eso no me impidió salir huyendo de nueva cuenta. 
Doble a la derecha, después a la izquierda, y repetí el mismo patrón dos veces, me abrace a mi mismo por el estómago cuando una fuerte punzada sentí y paré para descansar; estaba sangrando, y mucho. Unos metros por delante de mi había un terreno de maíz, ahí habían yerbas tan largas que probablemente medirían más que yo, no dudé ni un segundo y medio moribundo me adentre en los diferentes cultivos para ocultarme.
Parpadeaba por la falta de iluminación y porque repentinamente comencé a ver como todo daba vueltas, respiraba con dificultad mientras mi cabeza palpitaba, el dolor no había desaparecido, al contrario, y se incrementó mucho más.
Eché mi cabeza hacia atrás y miré el cielo con lágrimas en mis ojos que no tardarían en escaparse de su lugar, era mi fin, no podía creer que era un completo estúpido que moriría desangrado en los terrenos de cultivo en el pueblo.
Gemí de dolor y caí en el suelo.
Pensaba en mi vida mientras todo daba vueltas a mi alrededor y me quede paralizado cuando sentí como alguien se posaba frente a mi y todo se volvió negro.


Mis párpados estaban pesados y mi boca seca.
Todo estaba oscuro y me sentía asfixiado, o acorralado, dentro de algo.
Tosí, sintiendo en mis labios un par de tiras duras, y lentamente abrí mis ojos.
Mi cuerpo se sentía ligero y a la vez algo acalambrado, todo era tan confuso que no podía pensar con claridad, me aterré cuando trate de husmear en mi cabeza para tratar de recordar y no encontré nada.
Jack. Mi nombre era Jack pensé y me comencé a alterar cuando comprobé que estaba dentro de algo que parecía un costal.
Tragué e hice un esfuerzo por salir de adentro de la extraña malla que me contenía, mis manos estaban delgadas y pálidas, pero no paré y seguí luchando por escapar.
Una de mis manos rasgó la tela y un rayo blancuzco me hizo parpadear varias veces, me acostumbre a la luz y seguí rasgando la tela.
Caí al suelo tosiendo y recuperándome por lo entumecido que me sentía.
Alcé la vista y me tope con la luna, era de noche y las estrellas brillaban de una forma única, pareciéndome extrañamente familiar en cierta forma; me sentía extraño, como si ese no fuera yo en verdad.
Me levanté y le eché un vistazo a mis espaldas.
Un espantapájaros se encontraba destrozado en la tierra, con paja esparcida a su alrededor, y supuse que eso explicaba el porqué de la tela y la paja en mi cuerpo.
El traje que llevaba puesto estaba impecable, a pesar de tener sólo unas manchas de lodo y tierra, pero no notaba nada normal en la situación.
Se escucharon una bandada de cuervos a mis lados y volteé, en cuanto lo hice ellos salieron volando ruidosa y escandalosamente. Eso era extraño.
Lleve una mano a mi boca, sin saber lo que me esperaba, y jadee cuando sentí mi boca plana y lisa, rápidamente lleve ambas manos enfrente de mi y las observe.
No eran manos de carne y hueso, ahora eran manos huesudas y delgadas.
Temblé y llevé de nuevo mis manos a la cara para descubrir que más me había pasado.
No tenía nariz, si no que eran dos orificios solamente, el cabello desapareció, estaba totalmente calvo, y lo que más me aterró fue descubrir que no tenía ojos.
Era una calavera, mi cráneo era como el de una calavera, y me aterré por eso.
Volteé a mi alrededor, sintiéndome ahora extrañamente calmado, encontrándome con un sendero que adentraba al bosque; no podía perder nada, así que me adentre en el.
"Halloween Town." Decía con pintura una señal de madera que señalaba el interior del oscuro bosque. 
Mi cabeza se llenó de pensamientos y recuerdos, haciendo que me diera una jaqueca momentánea, sorprendiendo mis sentidos de la realidad.
Yo estaba muerto. El hombre que me había seguido me mató y me metió dentro del espantapájaros para que nunca me encontraran. Morí después de eso y ahora estaba vivo.
Había reencarnado en un esqueleto, aunque bien sabía que solamente había revivido y este era yo, era Jack Skellington. El rey del Halloween.
Sonreí abiertamente, sintiendo como la comisura de mi boca llegaba donde era el inicio de mis orejas anteriormente, sintiéndome satisfecho conmigo mismo.
Dejaría todo atrás, dejaría mi antigua vida atrás para seguir adelante con la segunda oportunidad que se me dio para seguir viviendo. Y sin pensar en algo más me adentre en el bosque.

Alec rulea(?):

 

Gracias hermosa, te agradezco por pasearte a leer.
Lo sé, también es de mis favoritos, si Jack  De hecho, mi director favorito es Tim, ese hombre es un jodido genio por hacer películas tan buenas con personajes increíbles. 
¡Exacto! Son los mismos aunque, algo así, como en mundos paralelos diferentes cada uno. 
Gracias de nueva cuenta, me has subido el ánimo con tu comentario 
Besos.