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i'm still breathing.
O W N :: Zona Libre :: Zona Libre :: Sin Tabú
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i'm still breathing.
my head's above the rain and roses.
Última edición por Maggot. el Sáb 03 Dic 2016, 2:14 pm, editado 1 vez
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let's cause a little trouble.
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¿No les ha pasado que intentan algo mil veces con ese alguien, por más que siempre fracase? ¿O que todos a tu alrededor dicen "ya ríndete, es en vano", pero tú sigues ahí, intentándolo una vez más?
Muchos piensan que es masoquismo, como si estuvieras al borde del precipicio y decidieras tirarte; aún sabiendo que caerás sobre un campo lleno de cactús. Y, pensándolo de ésta forma, suena bastante idiota. ¿No?
Ahora dime... ¿Alguno de ellos, se puso en el lugar y dijo "pues si lo intenta es por algo"? No, ¿verdad? Pero... ¿Cómo explicar el hecho de que no es que te guste sufrir, sino que esa persona significa tanto para ti, que por más daño que te haga, no podrías alejarte?
Cuando queremos a alguien de verdad... No importa las veces que salga mal, siempre vamos a encontrar una razón para intentarlo; por más que haya doscientas más para rendirse...
Lo admito, él no siempre es bueno para mí. Es más, casi nunca estamos de acuerdo; peleamos todo el tiempo; y, sí, entre nosotros nos hacemos mierda. Pero no es tan fácil... No es como si un día pudiera levantarme, pensar en todo lo malo que nos pasó y rendirme. Pero no te hace bien. Lo sé. Pero no te merece. También lo sé. Pero no es bueno para vos. ¿Y qué?
Así como me hizo sentir miserable muchas veces, también fue el único que logró sacarme una sonrisa cuando los demás ni siquiera sabían que estaba mal. Yo sé que hay más contras que pro, pero ya intenté rendirme una vez, ¿y saben qué logré? Sentirme peor que estando con "el que no me hace bien".
Intenté conocer otras personas y así poder sacarlo de mi mente; pero para lo único que sirvió, fue para darme cuenta de que sólo me estaba engañando... Buscaba sentir lo mismo con otros, esa conexión; el poder hablar de cualquier cosa sin sentirme juzgada, el tocar temas tabúes sin vergüenza, el sarcasmo mutuo o incluso las jodas que sólo nosotros entendíamos... Pero era en vano, porque sabía perfectamente que todo eso sólo podía encontrarlo en una persona, y era él.
Es de esos amores que no son perfectos, ni mucho menos un cuento de hadas, pero de cierta forma, te hacen sentir distinto a todos los demás. Es ése que te marcó un antes y un después; es ése que te hizo hacer cosas que jamás creíste que harías; es ése que no sigue reglas ni estructuras, sólo es espontáneo... E, irónicamente, el que más recordarás...
¿No les ha pasado que intentan algo mil veces con ese alguien, por más que siempre fracase? ¿O que todos a tu alrededor dicen "ya ríndete, es en vano", pero tú sigues ahí, intentándolo una vez más?
Muchos piensan que es masoquismo, como si estuvieras al borde del precipicio y decidieras tirarte; aún sabiendo que caerás sobre un campo lleno de cactús. Y, pensándolo de ésta forma, suena bastante idiota. ¿No?
Ahora dime... ¿Alguno de ellos, se puso en el lugar y dijo "pues si lo intenta es por algo"? No, ¿verdad? Pero... ¿Cómo explicar el hecho de que no es que te guste sufrir, sino que esa persona significa tanto para ti, que por más daño que te haga, no podrías alejarte?
Cuando queremos a alguien de verdad... No importa las veces que salga mal, siempre vamos a encontrar una razón para intentarlo; por más que haya doscientas más para rendirse...
Lo admito, él no siempre es bueno para mí. Es más, casi nunca estamos de acuerdo; peleamos todo el tiempo; y, sí, entre nosotros nos hacemos mierda. Pero no es tan fácil... No es como si un día pudiera levantarme, pensar en todo lo malo que nos pasó y rendirme. Pero no te hace bien. Lo sé. Pero no te merece. También lo sé. Pero no es bueno para vos. ¿Y qué?
Así como me hizo sentir miserable muchas veces, también fue el único que logró sacarme una sonrisa cuando los demás ni siquiera sabían que estaba mal. Yo sé que hay más contras que pro, pero ya intenté rendirme una vez, ¿y saben qué logré? Sentirme peor que estando con "el que no me hace bien".
Intenté conocer otras personas y así poder sacarlo de mi mente; pero para lo único que sirvió, fue para darme cuenta de que sólo me estaba engañando... Buscaba sentir lo mismo con otros, esa conexión; el poder hablar de cualquier cosa sin sentirme juzgada, el tocar temas tabúes sin vergüenza, el sarcasmo mutuo o incluso las jodas que sólo nosotros entendíamos... Pero era en vano, porque sabía perfectamente que todo eso sólo podía encontrarlo en una persona, y era él.
Es de esos amores que no son perfectos, ni mucho menos un cuento de hadas, pero de cierta forma, te hacen sentir distinto a todos los demás. Es ése que te marcó un antes y un después; es ése que te hizo hacer cosas que jamás creíste que harías; es ése que no sigue reglas ni estructuras, sólo es espontáneo... E, irónicamente, el que más recordarás...
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more.
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Dicen que siempre en una relación hay uno "más": que quiere más, que se engancha más, que sufre más... Ya de por sí, mi vida no siempre fue perfecta, de hecho es una mierda. ¿Saben qué la hizo más mierda? Convertirme en ese "más" al meterme con alguien.
Cualquiera que nos viera, pensaría que él era ese "más"... Pero no, señoras y señores. Está bien, yo casi nunca le demostraba bien claro mi amor, de hecho hasta a mí me confundía a veces, pero eso no significaba que no lo sintiera. Muchas veces le dije que quería terminar todo, aún sabiendo perfectamente que lo único que deseaba era estar con él. Y no era por histérica, o cualquiera de esos adjetivos, que si bien me quedan a la perfección, no encajaban a lo que sentía en ese momento.
¿Cómo me sentía? Buena pregunta... Veamos, mis emociones naturalmente nunca fueron estables. Puedo pasar de estar feliz a querer pegarme un tiro hasta con el más mínimo detalle que logre herirme; o bien, puedo estar llorando a mares y empezar a reírme por un mal chiste que me causó gracia. Y esa relación no iba a ser la excepción, había momentos en los que sentía que lo amaba, que íbamos a durar un buen rato ((já, ilusa)) y por otros, un odio enorme me consumía hasta el punto de querer matarlo con mis propias manos. Así era constantemente: amor, luego odio, otra vez amor, de nuevo odio... y así por esos ochos meses que duró lo nuestro.
Convengamos que nunca fui la persona más demostrativa del mundo, siempre me dio miedo. ¿A qué? A salir herida. Lo sé, un miedo estúpido teniendo en cuenta que todos en algún momento de nuestras vidas vamos a sentir dolor, es algo naturalmente inevitable; pero trato de que ese riesgo, sea menor, dentro de lo posible. ¿Mi problema? Nunca conté con que la persona que me hacía sentir completa, feliz e incluso con ganas de salir adelante, sería uno de los mayores riesgos de mi joven vida.
Nuestra relación no era perfecta, de hecho estaba muy lejos de serlo; pero por alguna razón, superábamos esas peleas estúpidas y al ver al otro, podías sentir que ese cariño seguía intacto a pesar de todas las cosas que se dijeron hace cinco minutos. Si bien no es lo más común, a mí me encantaba poder pelear, decirnos de todo y que después cuando nos veíamos, ninguna de las cosas que habíamos dicho en un estado de enojo afectara el cariño que nos teníamos.
Pero un día no fue así... Un día simplemente algo se rompió, ni él ni yo éramos los mismos. Esa mirada llena de sentimientos ya no existía. Yo ya no me sentía importante para él, y seguramente él tampoco sentiría que me importaba. Nos perdimos, así de simple. ¿Lo peor? Es que no pudimos arreglarlo. Siempre habíamos superado las cosas, pero ésta vez, no fue así. Esa vez... Sólo nos tocó decir un "adiós", que al menos para mí fue forzado.
Dicen que siempre en una relación hay uno "más": que quiere más, que se engancha más, que sufre más... Ya de por sí, mi vida no siempre fue perfecta, de hecho es una mierda. ¿Saben qué la hizo más mierda? Convertirme en ese "más" al meterme con alguien.
Cualquiera que nos viera, pensaría que él era ese "más"... Pero no, señoras y señores. Está bien, yo casi nunca le demostraba bien claro mi amor, de hecho hasta a mí me confundía a veces, pero eso no significaba que no lo sintiera. Muchas veces le dije que quería terminar todo, aún sabiendo perfectamente que lo único que deseaba era estar con él. Y no era por histérica, o cualquiera de esos adjetivos, que si bien me quedan a la perfección, no encajaban a lo que sentía en ese momento.
¿Cómo me sentía? Buena pregunta... Veamos, mis emociones naturalmente nunca fueron estables. Puedo pasar de estar feliz a querer pegarme un tiro hasta con el más mínimo detalle que logre herirme; o bien, puedo estar llorando a mares y empezar a reírme por un mal chiste que me causó gracia. Y esa relación no iba a ser la excepción, había momentos en los que sentía que lo amaba, que íbamos a durar un buen rato ((já, ilusa)) y por otros, un odio enorme me consumía hasta el punto de querer matarlo con mis propias manos. Así era constantemente: amor, luego odio, otra vez amor, de nuevo odio... y así por esos ochos meses que duró lo nuestro.
Convengamos que nunca fui la persona más demostrativa del mundo, siempre me dio miedo. ¿A qué? A salir herida. Lo sé, un miedo estúpido teniendo en cuenta que todos en algún momento de nuestras vidas vamos a sentir dolor, es algo naturalmente inevitable; pero trato de que ese riesgo, sea menor, dentro de lo posible. ¿Mi problema? Nunca conté con que la persona que me hacía sentir completa, feliz e incluso con ganas de salir adelante, sería uno de los mayores riesgos de mi joven vida.
Nuestra relación no era perfecta, de hecho estaba muy lejos de serlo; pero por alguna razón, superábamos esas peleas estúpidas y al ver al otro, podías sentir que ese cariño seguía intacto a pesar de todas las cosas que se dijeron hace cinco minutos. Si bien no es lo más común, a mí me encantaba poder pelear, decirnos de todo y que después cuando nos veíamos, ninguna de las cosas que habíamos dicho en un estado de enojo afectara el cariño que nos teníamos.
Pero un día no fue así... Un día simplemente algo se rompió, ni él ni yo éramos los mismos. Esa mirada llena de sentimientos ya no existía. Yo ya no me sentía importante para él, y seguramente él tampoco sentiría que me importaba. Nos perdimos, así de simple. ¿Lo peor? Es que no pudimos arreglarlo. Siempre habíamos superado las cosas, pero ésta vez, no fue así. Esa vez... Sólo nos tocó decir un "adiós", que al menos para mí fue forzado.
Última edición por Maggot. el Dom 12 Feb 2017, 4:50 pm, editado 1 vez
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Re: i'm still breathing.
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¿Por qué todos actúan de la misma forma? ¿Acaso es gracioso tomarme como el tacho de basura para echarme toda la mierda? Estoy cansada. Me aguanto más de lo que todos imaginan, para los que dicen que "no lo intento", les informo que no tienen ni puta idea de lo que lucha mi mente por no volver a eso. Que no llore o no lo demuestre en público, no significa que no me duelan las cosas o que no me afecten, por una maldita vez, piensen que también soy humana y tengo sentimientos.
Me banco la mierda de mi familia, por el mal momento... porque sé que no es momento de joder con mis problemas e inseguridades.
Me banco la mierda de mis amigos, porque ellos ya están hartos de toda mi masoquista rutina emocional...
Me banco tu mierda, porque quiera o no, sos importante para mí.
¿Pero de qué sirve? ¿De qué me sirve intentar ser fuerte si por cualquier pelotudez me van atacar?
Estoy cansada... de todo, y de todos.
Cansada de tragarme mis emociones por no tener quién me escuche.
Cansada de fingir una sonrisa para no mostrar lo débil que soy en realidad.
Cansada de ser el tacho de basura de todos; sólo por dejarlos contentos.
¿Y cuándo yo necesito apoyo? ¿Quién está? ¿A quién le importa? ¿Quién hace algo al respecto? Les voy a decir: nadie.
Dicen quererme, y juran estar ahí siempre. ja. están cuando les conviene, cuando ya consiguieron lo que deseaban, desaparecen más rápido que el vaho en el aire.
Fui una estúpida por mucho tiempo, lo admito. ¿pero adivinen qué? Ya no. La estúpida dice basta, ya se cansó de todos. Vayan a tirarle mierda a otra persona, yo tengo suficiente conmigo misma.
¿Por qué todos actúan de la misma forma? ¿Acaso es gracioso tomarme como el tacho de basura para echarme toda la mierda? Estoy cansada. Me aguanto más de lo que todos imaginan, para los que dicen que "no lo intento", les informo que no tienen ni puta idea de lo que lucha mi mente por no volver a eso. Que no llore o no lo demuestre en público, no significa que no me duelan las cosas o que no me afecten, por una maldita vez, piensen que también soy humana y tengo sentimientos.
Me banco la mierda de mi familia, por el mal momento... porque sé que no es momento de joder con mis problemas e inseguridades.
Me banco la mierda de mis amigos, porque ellos ya están hartos de toda mi masoquista rutina emocional...
Me banco tu mierda, porque quiera o no, sos importante para mí.
¿Pero de qué sirve? ¿De qué me sirve intentar ser fuerte si por cualquier pelotudez me van atacar?
Estoy cansada... de todo, y de todos.
Cansada de tragarme mis emociones por no tener quién me escuche.
Cansada de fingir una sonrisa para no mostrar lo débil que soy en realidad.
Cansada de ser el tacho de basura de todos; sólo por dejarlos contentos.
¿Y cuándo yo necesito apoyo? ¿Quién está? ¿A quién le importa? ¿Quién hace algo al respecto? Les voy a decir: nadie.
Dicen quererme, y juran estar ahí siempre. ja. están cuando les conviene, cuando ya consiguieron lo que deseaban, desaparecen más rápido que el vaho en el aire.
Fui una estúpida por mucho tiempo, lo admito. ¿pero adivinen qué? Ya no. La estúpida dice basta, ya se cansó de todos. Vayan a tirarle mierda a otra persona, yo tengo suficiente conmigo misma.
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oh, sweet revenge.
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Desde hace ya casi cinco horas que habíamos estado conduciendo para llegar a nuestra nueva casa, dónde según papá, "todo sería diferente". En lo personal, la idea de mudarme a un lugar totalmente diferente me emocionaba mucho, prefería eso antes que seguir viviendo en Los Ángeles.
Muchas dirán que es hermoso, y no sé que mierdas más, pero para mí, era el infierno mismo. Por lo cual, cuando mi padre nos comunicó que lo transferirían a Iowa, creo que fui el único de mis hermanos que se alegró de haber oído eso.
Tras otros cinco minutos más, el vehículo finalmente estacionó frente a una casa de dos pisos, no muy grande pero tampoco era pequeña, a mí parecer era bastante bonita. Y mucho mejor que el anterior departamento.
Decidí bajar del auto para observar mejor el vecindario, había algunas personas afuera de sus casas que nos miraban con simpatía. Nuestra vecina del lado derecho, inmediatamente se acercó a darnos la bienvenida.
Era una mujer de unos cuarenta años, aproximadamente. Era rubia, de baja estatura y con una carisma notable ya que venía con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola... Bienvenidos —le dijo a mi madre, quién le sonrió.
—Muchas gracias. Mi nombre es Lindsay —se presentó estirando la mano y luego de unos segundos, la mujer se la estrechó.
—Kelly, mucho gusto.
Comenzaron a hablar animadamente mientras que mi padre y mis hermanos entraban las cajas más livianas a la casa. Yo, por mi parte, me encontraba jugando con mi hermana menor, Destiny. Estábamos sentados en la hierba, pasándonos una pelota de goma entre nosotros, no era uno de sus entretenimientos favoritos pero se mantenía tranquila y con eso bastaba.
En un momento, quiso pegarme fuerte con la pelota pero ésta terminó en la cabeza de una chica que estaba en el jardín de al lado. La chica tomó el objeto para luego mirarnos, primero observó a mi hermana con un una mirada... dulce; y luego a mí, pero su mirada no demostraba dulzura, si no todo lo contrario.
Luego de unos segundos que parecieron eternos, nos pasó la pelota para después ingresar a su casa. Mi hermana siguió jugando mientras que yo me quedé confundido con lo recién sucedido, ¿por qué me habrá mirado como si fuera la peor cosa del mundo? Traté de restarle importancia y continué entreteniendo a mi hermana.
~ o ~
Más tarde ese día, cuando nos encontrábamos almorzando, mi madre nos comunicó que nuestras vecinas vendrían a cenar y que quería que nos comportáramos. ¿No lo mencioné? Bueno, a decir verdad, mis hermanos y yo no somos muy "civilizados" a la hora de tener visitas, pues siempre alguna travesura terminamos haciendo.
Al terminar mi plato, me retiré de la mesa y subí a mi habitación; que por cierto, tenía una linda vista hacia nuestro jardín trasero. Ni bien entré, me tiré sobre mi cama quedando boca arriba, observando el techo. Los pensamientos no tardaron en aparecer en mi mente... A decir verdad, no extrañaba en lo absoluto Los Ángeles. No extrañaba los días de mierda que me tocaba vivir en el colegio. No extrañaba la soledad que sentía al tener ningún amigo debido a esos rumores. No extrañaba las miradas de asco cuando caminaba en la calle o los pasillos del colegio. Y mucho menos, la extrañaba a ella haciendo miserable mi vida.
Nunca debí meterme con esa carita de ángel.
Mandy Simmons fue, probablemente hasta ahora, el peor error de mi vida. Y la razón es que, el dicho de "nada es lo que parece" es totalmente cierto. Su cara de ángel y su apariencia de "niña que no rompe un plato" sólo eran una fachada para esconder a la manipuladora que era en realidad. Nunca debí hacerle caso cuando me pidió que la acompañara a ese lugar...
No puedo creer que alguna vez dije amarla; ahora lo único que siento por ella es odio, y rencor. Es la culpable de que mi vida se haya ido a la mierda. ¿Y todo por qué? Por salvar su reputación de niña buena.
Pero, supongo que "ya pasó", como dicen todos. Creo firmemente en el karma, y estoy seguro que pronto tocará su puerta para devolverle lo que me hizo. Y me encantaría estar ahí para ver eso. Aunque, si no es eso, me gustaría ver su muerte también. Ambas opciones son tentadoras.
Okay, sí, sé que el deseo de muerte hacia alguien es algo exagerado y extremo, pero es que, realmente lo deseo. Ella arruinó mi vida; lo justo es que el karma arruine la suya, o en todo caso, la acabe. Aunque si el karma no lo hace, a mí me encantaría hacerlo...
—¡Christopher!
La voz de mi hermano gritando mientras entraba a mi habitación me sacó de mis pensamientos. ¿Acaso no sabe tocar la puerta este engendro? Levanté la mirada, que se notaba claramente que estaba molesto, y intentando disimular, respondí:
— ¿Qué quieres, Kyle?
— Mamá quiere que bajes para que la ayudes con algo, ah, y por cierto, ¿me prestas tu laptop? —me estaba poniendo de pie cuando lo miré mal sin ninguna disimulación. Sabía que odiaba que me pidieran mi laptop, se supone que era mi computadora; pero si me negaba, mi madre me regañaría por ser un "mal hermano".
— Sí, tómala, da igual.
Bajé las escaleras para dirigirme a la cocina, que es donde se encontraba mi madre. Al llegar, la encontré con nuestras vecinas: la señora rubia que nos saludó hoy a la mañana, y su no muy amigable hija. No entendía porqué me llamó y estaba optando por volver a mi habitación, pero al parecer mi madre leyó mi mente porque justo habló.
— Te llamé para que acompañaras a Aaleyah a traer algunas cosas de su casa. ¿Podrías o estás muy ocupado con tus dibujitos?
— Anime, mamá. A-ni-me.
— Sí, como sea. ¿Puedes o no? —no voy a negar que la opción "no" es realmente tentadora pero por otro lado, no quiero ganarme un sermón por parte de ella el primer día en este pueblo. Quisiera durar al menos, unos... tres o cuatro días sin que me regañe. Suena a un récord totalmente imposible, teniendo en cuenta a los mocosos de mis hermanos que viven complicándome la existencia.
— Sí, puedo —comencé a caminar hacia la puerta principal, cuando me volteé a mirar a la chica, que tendría aproximadamente la misma edad que yo— ¿Vienes o qué? Es tu casa.
— Voy —respondió secamente. ¡Ouch! ¿Eso fue una mirada fulminadora o me pareció a mí? Realmente me pregunto si ésta chica tiene una pizca de alegría escondida por ahí o si es una amargada todos los días—.
Una vez que salimos de mi casa, ella me llevaba unos cuántos pasos adelantados. Se supone que veníamos juntos, tendría que esperarme. Íbamos en total y absoluto silencio, ¿estaría bien si sacara un tema de conversación o esperaba a que ella lo haga? Aunque es probable que si esperara la segunda opción, llegaría el día de mi muerte y eso seguiría sin pasar. Por ende, creo que voy a tomar la primera: hablar yo.
— Y... ¿cómo te llamas? —pregunté con tono "amigable", al menos para mí eso sonaba amigable. Ella volteó y me miró con la misma expresión que hace unas horas.
— Aaleyah.
— Yo me llamo Christoph... —no logré terminar, ya que me interrumpió.
— Sé tu nombre, acabo de escucharlo por parte de tu madre.
Dado que la respuesta no cumplió mis expectativas, ni muchos menos hizo más ligero el ambiente, decidí cerrar mi boca y seguir sus pasos en silencio.
Al entrar a su casa pude notar que la decoración tenía una paleta de colores muy vibrantes, nada parecido a quien habitaba allí; puesto que mi "adorable" vecina vestía negro de pies a cabeza. Oh, sí, incluso su cabello y maquillaje. Nos dirigíamos a su cocina, ¿acaso se quedarían a cenar? Ella se detuvo, por lo que imité el gesto. Tomó algunas cosas del refrigerador, unos cuántos tuppers a decir verdad... Supuse que para eso me llamó.
Cargué tres y ella sólo dos.
Nuevamente, en silencio.
No me quedaba otra opción más que detenerme a observar mis alrededores. Había fotos familiares por doquier... Especialmente una llamó mi atención: un numeroso grupo de personas, adultos y niños, reunidos frente a un lago. Parecía verano ya que la mayoría se encontraba en traje de baño... Tantos rostros...
— Eso fue en un viaje familiar hace unos diez años, yo soy la del traje violeta y mi madre es la que tiene lentes de sol "discretos" —me sorprendí de que hablara, y sin que yo lo hiciera antes. Volví mi mirada al cuadro tratando de encontrarla en aquella fotografía, pero me desvié por la chica que se encontraba a su lado. Fruncí el ceño y contuve el nudo en mi garganta.
— ¿Tú... conoces a Mandy Simmons? —pude notar que a pesar de mi intento por sonar "normal", mi tono fue de alguien molesto.
— Sí, desgraciadamente... Es mi prima. ¿Tú cómo sabes de ella?
— Sólo... digamos que me arruinó ligeramente la vida.
— Bueno, tenemos algo en común, Christopher.
Primera vez que mencionaba mi nombre —y que manteníamos una conversación tan larga—, tal vez ésta chica no era tan mala o amargada cómo yo pensaba. Después de todo, me agrada su voz; y que también odie a Mandy.
~ o ~
— Y bien... ¿Qué es lo que te hizo mi adorable prima? —mencionó mientras miraba al frente. Nos encontrábamos en el balcón de mi pieza, el cuál, cómo antes comenté, tenía una vista a nuestro patio trasero.
— Tres palabras: Mandy, callejón, drogas. Básicamente, me acusó de drogarla e intentar abusar de ella... Cuándo originalmente sólo me pidió que la acompañara a retirar su "pedido" —movía mis dedos nerviosamente sobre la baranda, no solía hablar mucho de ese tema... No por incomodidad, sino porque nadie nunca se tomó el tiempo de saber mi versión. Pues claro, esa cara de ángel compra a quién sea...
— Oh, sí. Muy predecible de ella. Con tal de que nadie sepa su adictivo secreto, es capaz de hacer todo...
— ¿Y a ti?
— Pues... en aquella fotografía que viste, todavía nos llevábamos bien, podría decirse. No éramos muy unidas ni nada por el estilo, pero hablábamos de vez en cuándo. Pero... hubo un tiempo en el que yo me alejé de todos y sólo existía en la web; ya sabes... visitando sitios en internet o jugando online. Un día, un chico me habló y me sorprendió bastante —puse un gesto de confusión, por lo que ella sonrió de costado y prosiguió— En ese tiempo no era precisamente un blanco para los del género opuesto... No era atractiva ni mucho menos popular, así que... Bueno. Cuestión que, comencé a hablar con este muchacho por internet y pegamos onda. Llegamos a decir que nos gustábamos y hasta tener una relación; por internet, claro... Realmente estaba enamorada de él, era casi perfecto... Y "casi" porque no era real.
— ¿Y qué tiene que ver Mandy en todo eso?
— Un día le pedí vernos, ya que no figuraba cómo si viviera lejos. De hecho, sólo eran quince minutos en autobús hasta el centro. Él aceptó, por lo que no sospeché nada. Estaba emocionada, por lo que me alisté y me dirigí al punto de encuentro: el estacionamiento del centro comercial. Al llegar, sólo pude ver a Mandy y su grupo de amigos. Pensé que era pura casualidad, por lo que me coloqué lejos de ellos y me senté a esperar a mi "chico". Pero nunca llegó. Al cabo de una hora, Mandy se acerca con su grupo y me humilla diciéndome que había sido ella todo el tiempo... Y cómo si no fuera poco el espectáculo para sus amigos, uno de ellos estaba grabando por lo que terminé en Youtube cómo la chica que fue engañada por su prima vía internet. Sin mencionar que en el colegio todos se burlaban de mí y el año fue realmente una tortura; mi madre se enteró y se lo comentó a mis tíos. Pero claro, Mandy es la hija perfecta. Era Barbie contra una muñeca de trapo, o sea yo. Al final, mi madre no soportó más todas las burlas y maltratos que yo sufría, así que nos mudamos aquí... Hace dos años.
— Realmente esa chica es una mierda. A veces quisiera darle una cucharada de su propia medicina.
— Somos dos... —como por arte de magia, una sonrisa iluminó mi rostro— ¿qué?
— Mi querida Aaleyah, te conozco hace... tan sólo horas. Pero, quisiera proponerte algo.
— Me asustas pero continua.
— Tú quieres venganza, y yo también. ¿No? —asintió— Tú conoces sus más oscuros secretos, y yo tengo mis métodos de viralizarlos... Seríamos un gran equipo.
— ¿Estás proponiéndome vengarnos de Mandy?
— Ni más, ni menos.
— Pues, déjame decirte, que acepto con gusto su propuesto, señor Christopher.
Desde hace ya casi cinco horas que habíamos estado conduciendo para llegar a nuestra nueva casa, dónde según papá, "todo sería diferente". En lo personal, la idea de mudarme a un lugar totalmente diferente me emocionaba mucho, prefería eso antes que seguir viviendo en Los Ángeles.
Muchas dirán que es hermoso, y no sé que mierdas más, pero para mí, era el infierno mismo. Por lo cual, cuando mi padre nos comunicó que lo transferirían a Iowa, creo que fui el único de mis hermanos que se alegró de haber oído eso.
Tras otros cinco minutos más, el vehículo finalmente estacionó frente a una casa de dos pisos, no muy grande pero tampoco era pequeña, a mí parecer era bastante bonita. Y mucho mejor que el anterior departamento.
Decidí bajar del auto para observar mejor el vecindario, había algunas personas afuera de sus casas que nos miraban con simpatía. Nuestra vecina del lado derecho, inmediatamente se acercó a darnos la bienvenida.
Era una mujer de unos cuarenta años, aproximadamente. Era rubia, de baja estatura y con una carisma notable ya que venía con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola... Bienvenidos —le dijo a mi madre, quién le sonrió.
—Muchas gracias. Mi nombre es Lindsay —se presentó estirando la mano y luego de unos segundos, la mujer se la estrechó.
—Kelly, mucho gusto.
Comenzaron a hablar animadamente mientras que mi padre y mis hermanos entraban las cajas más livianas a la casa. Yo, por mi parte, me encontraba jugando con mi hermana menor, Destiny. Estábamos sentados en la hierba, pasándonos una pelota de goma entre nosotros, no era uno de sus entretenimientos favoritos pero se mantenía tranquila y con eso bastaba.
En un momento, quiso pegarme fuerte con la pelota pero ésta terminó en la cabeza de una chica que estaba en el jardín de al lado. La chica tomó el objeto para luego mirarnos, primero observó a mi hermana con un una mirada... dulce; y luego a mí, pero su mirada no demostraba dulzura, si no todo lo contrario.
Luego de unos segundos que parecieron eternos, nos pasó la pelota para después ingresar a su casa. Mi hermana siguió jugando mientras que yo me quedé confundido con lo recién sucedido, ¿por qué me habrá mirado como si fuera la peor cosa del mundo? Traté de restarle importancia y continué entreteniendo a mi hermana.
~ o ~
Más tarde ese día, cuando nos encontrábamos almorzando, mi madre nos comunicó que nuestras vecinas vendrían a cenar y que quería que nos comportáramos. ¿No lo mencioné? Bueno, a decir verdad, mis hermanos y yo no somos muy "civilizados" a la hora de tener visitas, pues siempre alguna travesura terminamos haciendo.
Al terminar mi plato, me retiré de la mesa y subí a mi habitación; que por cierto, tenía una linda vista hacia nuestro jardín trasero. Ni bien entré, me tiré sobre mi cama quedando boca arriba, observando el techo. Los pensamientos no tardaron en aparecer en mi mente... A decir verdad, no extrañaba en lo absoluto Los Ángeles. No extrañaba los días de mierda que me tocaba vivir en el colegio. No extrañaba la soledad que sentía al tener ningún amigo debido a esos rumores. No extrañaba las miradas de asco cuando caminaba en la calle o los pasillos del colegio. Y mucho menos, la extrañaba a ella haciendo miserable mi vida.
Nunca debí meterme con esa carita de ángel.
Mandy Simmons fue, probablemente hasta ahora, el peor error de mi vida. Y la razón es que, el dicho de "nada es lo que parece" es totalmente cierto. Su cara de ángel y su apariencia de "niña que no rompe un plato" sólo eran una fachada para esconder a la manipuladora que era en realidad. Nunca debí hacerle caso cuando me pidió que la acompañara a ese lugar...
No puedo creer que alguna vez dije amarla; ahora lo único que siento por ella es odio, y rencor. Es la culpable de que mi vida se haya ido a la mierda. ¿Y todo por qué? Por salvar su reputación de niña buena.
Pero, supongo que "ya pasó", como dicen todos. Creo firmemente en el karma, y estoy seguro que pronto tocará su puerta para devolverle lo que me hizo. Y me encantaría estar ahí para ver eso. Aunque, si no es eso, me gustaría ver su muerte también. Ambas opciones son tentadoras.
Okay, sí, sé que el deseo de muerte hacia alguien es algo exagerado y extremo, pero es que, realmente lo deseo. Ella arruinó mi vida; lo justo es que el karma arruine la suya, o en todo caso, la acabe. Aunque si el karma no lo hace, a mí me encantaría hacerlo...
—¡Christopher!
La voz de mi hermano gritando mientras entraba a mi habitación me sacó de mis pensamientos. ¿Acaso no sabe tocar la puerta este engendro? Levanté la mirada, que se notaba claramente que estaba molesto, y intentando disimular, respondí:
— ¿Qué quieres, Kyle?
— Mamá quiere que bajes para que la ayudes con algo, ah, y por cierto, ¿me prestas tu laptop? —me estaba poniendo de pie cuando lo miré mal sin ninguna disimulación. Sabía que odiaba que me pidieran mi laptop, se supone que era mi computadora; pero si me negaba, mi madre me regañaría por ser un "mal hermano".
— Sí, tómala, da igual.
Bajé las escaleras para dirigirme a la cocina, que es donde se encontraba mi madre. Al llegar, la encontré con nuestras vecinas: la señora rubia que nos saludó hoy a la mañana, y su no muy amigable hija. No entendía porqué me llamó y estaba optando por volver a mi habitación, pero al parecer mi madre leyó mi mente porque justo habló.
— Te llamé para que acompañaras a Aaleyah a traer algunas cosas de su casa. ¿Podrías o estás muy ocupado con tus dibujitos?
— Anime, mamá. A-ni-me.
— Sí, como sea. ¿Puedes o no? —no voy a negar que la opción "no" es realmente tentadora pero por otro lado, no quiero ganarme un sermón por parte de ella el primer día en este pueblo. Quisiera durar al menos, unos... tres o cuatro días sin que me regañe. Suena a un récord totalmente imposible, teniendo en cuenta a los mocosos de mis hermanos que viven complicándome la existencia.
— Sí, puedo —comencé a caminar hacia la puerta principal, cuando me volteé a mirar a la chica, que tendría aproximadamente la misma edad que yo— ¿Vienes o qué? Es tu casa.
— Voy —respondió secamente. ¡Ouch! ¿Eso fue una mirada fulminadora o me pareció a mí? Realmente me pregunto si ésta chica tiene una pizca de alegría escondida por ahí o si es una amargada todos los días—.
Una vez que salimos de mi casa, ella me llevaba unos cuántos pasos adelantados. Se supone que veníamos juntos, tendría que esperarme. Íbamos en total y absoluto silencio, ¿estaría bien si sacara un tema de conversación o esperaba a que ella lo haga? Aunque es probable que si esperara la segunda opción, llegaría el día de mi muerte y eso seguiría sin pasar. Por ende, creo que voy a tomar la primera: hablar yo.
— Y... ¿cómo te llamas? —pregunté con tono "amigable", al menos para mí eso sonaba amigable. Ella volteó y me miró con la misma expresión que hace unas horas.
— Aaleyah.
— Yo me llamo Christoph... —no logré terminar, ya que me interrumpió.
— Sé tu nombre, acabo de escucharlo por parte de tu madre.
Dado que la respuesta no cumplió mis expectativas, ni muchos menos hizo más ligero el ambiente, decidí cerrar mi boca y seguir sus pasos en silencio.
Al entrar a su casa pude notar que la decoración tenía una paleta de colores muy vibrantes, nada parecido a quien habitaba allí; puesto que mi "adorable" vecina vestía negro de pies a cabeza. Oh, sí, incluso su cabello y maquillaje. Nos dirigíamos a su cocina, ¿acaso se quedarían a cenar? Ella se detuvo, por lo que imité el gesto. Tomó algunas cosas del refrigerador, unos cuántos tuppers a decir verdad... Supuse que para eso me llamó.
Cargué tres y ella sólo dos.
Nuevamente, en silencio.
No me quedaba otra opción más que detenerme a observar mis alrededores. Había fotos familiares por doquier... Especialmente una llamó mi atención: un numeroso grupo de personas, adultos y niños, reunidos frente a un lago. Parecía verano ya que la mayoría se encontraba en traje de baño... Tantos rostros...
— Eso fue en un viaje familiar hace unos diez años, yo soy la del traje violeta y mi madre es la que tiene lentes de sol "discretos" —me sorprendí de que hablara, y sin que yo lo hiciera antes. Volví mi mirada al cuadro tratando de encontrarla en aquella fotografía, pero me desvié por la chica que se encontraba a su lado. Fruncí el ceño y contuve el nudo en mi garganta.
— ¿Tú... conoces a Mandy Simmons? —pude notar que a pesar de mi intento por sonar "normal", mi tono fue de alguien molesto.
— Sí, desgraciadamente... Es mi prima. ¿Tú cómo sabes de ella?
— Sólo... digamos que me arruinó ligeramente la vida.
— Bueno, tenemos algo en común, Christopher.
Primera vez que mencionaba mi nombre —y que manteníamos una conversación tan larga—, tal vez ésta chica no era tan mala o amargada cómo yo pensaba. Después de todo, me agrada su voz; y que también odie a Mandy.
~ o ~
— Y bien... ¿Qué es lo que te hizo mi adorable prima? —mencionó mientras miraba al frente. Nos encontrábamos en el balcón de mi pieza, el cuál, cómo antes comenté, tenía una vista a nuestro patio trasero.
— Tres palabras: Mandy, callejón, drogas. Básicamente, me acusó de drogarla e intentar abusar de ella... Cuándo originalmente sólo me pidió que la acompañara a retirar su "pedido" —movía mis dedos nerviosamente sobre la baranda, no solía hablar mucho de ese tema... No por incomodidad, sino porque nadie nunca se tomó el tiempo de saber mi versión. Pues claro, esa cara de ángel compra a quién sea...
— Oh, sí. Muy predecible de ella. Con tal de que nadie sepa su adictivo secreto, es capaz de hacer todo...
— ¿Y a ti?
— Pues... en aquella fotografía que viste, todavía nos llevábamos bien, podría decirse. No éramos muy unidas ni nada por el estilo, pero hablábamos de vez en cuándo. Pero... hubo un tiempo en el que yo me alejé de todos y sólo existía en la web; ya sabes... visitando sitios en internet o jugando online. Un día, un chico me habló y me sorprendió bastante —puse un gesto de confusión, por lo que ella sonrió de costado y prosiguió— En ese tiempo no era precisamente un blanco para los del género opuesto... No era atractiva ni mucho menos popular, así que... Bueno. Cuestión que, comencé a hablar con este muchacho por internet y pegamos onda. Llegamos a decir que nos gustábamos y hasta tener una relación; por internet, claro... Realmente estaba enamorada de él, era casi perfecto... Y "casi" porque no era real.
— ¿Y qué tiene que ver Mandy en todo eso?
— Un día le pedí vernos, ya que no figuraba cómo si viviera lejos. De hecho, sólo eran quince minutos en autobús hasta el centro. Él aceptó, por lo que no sospeché nada. Estaba emocionada, por lo que me alisté y me dirigí al punto de encuentro: el estacionamiento del centro comercial. Al llegar, sólo pude ver a Mandy y su grupo de amigos. Pensé que era pura casualidad, por lo que me coloqué lejos de ellos y me senté a esperar a mi "chico". Pero nunca llegó. Al cabo de una hora, Mandy se acerca con su grupo y me humilla diciéndome que había sido ella todo el tiempo... Y cómo si no fuera poco el espectáculo para sus amigos, uno de ellos estaba grabando por lo que terminé en Youtube cómo la chica que fue engañada por su prima vía internet. Sin mencionar que en el colegio todos se burlaban de mí y el año fue realmente una tortura; mi madre se enteró y se lo comentó a mis tíos. Pero claro, Mandy es la hija perfecta. Era Barbie contra una muñeca de trapo, o sea yo. Al final, mi madre no soportó más todas las burlas y maltratos que yo sufría, así que nos mudamos aquí... Hace dos años.
— Realmente esa chica es una mierda. A veces quisiera darle una cucharada de su propia medicina.
— Somos dos... —como por arte de magia, una sonrisa iluminó mi rostro— ¿qué?
— Mi querida Aaleyah, te conozco hace... tan sólo horas. Pero, quisiera proponerte algo.
— Me asustas pero continua.
— Tú quieres venganza, y yo también. ¿No? —asintió— Tú conoces sus más oscuros secretos, y yo tengo mis métodos de viralizarlos... Seríamos un gran equipo.
— ¿Estás proponiéndome vengarnos de Mandy?
— Ni más, ni menos.
— Pues, déjame decirte, que acepto con gusto su propuesto, señor Christopher.
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