Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
Página 1 de 1. • Comparte
Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
Nombre: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson|
Autor: Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Adaptación: sí, es una adaptación a Larry
Género: Temas sobre el noviazgo y la sexualidad, romance desarrollado más adelante
Advertencias: más que nada el larry aparecerá más adelante, este libro te enseñará muchas cosas.
Otras Páginas: Nop :)
Es la novela del noviazgo y sexo prematrimonial más importante de la última década.
Contiene una visión moderna del amor que conserva los valores fundamentales.
Te proporcionará armas para tomar las mejores decisiones.
Quiero decirles que El Larry SALDRÁ más adelante, pero me encantaría que la leyeran de un principio, que vean como se va desarrollando la historia, de los errores que uno comete, de lo equivocado que estaba, me encantaría que leyeran está adaptación.
Autor: Carlos Cuauhtémoc Sánchez
Adaptación: sí, es una adaptación a Larry
Género: Temas sobre el noviazgo y la sexualidad, romance desarrollado más adelante
Advertencias: más que nada el larry aparecerá más adelante, este libro te enseñará muchas cosas.
Otras Páginas: Nop :)
Es la novela del noviazgo y sexo prematrimonial más importante de la última década.
Contiene una visión moderna del amor que conserva los valores fundamentales.
Te proporcionará armas para tomar las mejores decisiones.
Quiero decirles que El Larry SALDRÁ más adelante, pero me encantaría que la leyeran de un principio, que vean como se va desarrollando la historia, de los errores que uno comete, de lo equivocado que estaba, me encantaría que leyeran está adaptación.
Última edición por krishnaSG1D<3 el Miér 21 Mayo 2014, 12:28 am, editado 1 vez
krishnaSG1D<3
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
ANTES DE COMENZAR
—¿ Quieres tener sexo ?
Mi pregunta fue tan directa que bajaste la cara mostrándote agraviada. Diste media vuelta con intenciones de salir.
—Espera…
Te detuviste en el umbral de la puerta. El escote triangular de tu vestido dejaba a la vista la piel blanca de tu juvenil espalda.
—No te disgustes —supliqué acercándome—. Eres una mujer muy hermosa. Miles de hombres darían cualquier cosa por tenerte y me atrevo a suponer ésta sería tu primera experiencia… Pero antes que eso ocurra, me gustaría que supieras algunas cosas de mi pasado.
Te volviste muy lentamente con gesto desafiante.
—Muy bien. ¿ Qué es exactamente lo que tratas de decirme?
Quise entrar en materia pero no conseguí más que tartamudear. Tu actitud apremiante y molesta bloqueó toda posibilidad de comunicación profunda. Hilvané un par de mentiras para eludir la escabrosa situación y di por terminada mi confidencia.
—¿Algún día me contarás la verdad?
Asentí con tristeza.
No te despediste al abandonar el lugar.
Apenas me quedé solo busqué una hoja para escribir.
Después de un rato detuve mi escritura y observé la prolija carta mientras limpiaba las lágrimas de mi rostro.
Soy un amigo que nunca te traicionará.
Traicioné a muchas mujeres en el pasado y, créeme, sufrí tanto por ello que no volveré a hacerlo jamás.
___________________________________________________________________
Al final del libro se darán cuenta porque empieza así :)
—¿ Quieres tener sexo ?
Mi pregunta fue tan directa que bajaste la cara mostrándote agraviada. Diste media vuelta con intenciones de salir.
—Espera…
Te detuviste en el umbral de la puerta. El escote triangular de tu vestido dejaba a la vista la piel blanca de tu juvenil espalda.
—No te disgustes —supliqué acercándome—. Eres una mujer muy hermosa. Miles de hombres darían cualquier cosa por tenerte y me atrevo a suponer ésta sería tu primera experiencia… Pero antes que eso ocurra, me gustaría que supieras algunas cosas de mi pasado.
Te volviste muy lentamente con gesto desafiante.
—Muy bien. ¿ Qué es exactamente lo que tratas de decirme?
Quise entrar en materia pero no conseguí más que tartamudear. Tu actitud apremiante y molesta bloqueó toda posibilidad de comunicación profunda. Hilvané un par de mentiras para eludir la escabrosa situación y di por terminada mi confidencia.
—¿Algún día me contarás la verdad?
Asentí con tristeza.
No te despediste al abandonar el lugar.
Apenas me quedé solo busqué una hoja para escribir.
Después de un rato detuve mi escritura y observé la prolija carta mientras limpiaba las lágrimas de mi rostro.
Soy un amigo que nunca te traicionará.
Traicioné a muchas mujeres en el pasado y, créeme, sufrí tanto por ello que no volveré a hacerlo jamás.
___________________________________________________________________
Al final del libro se darán cuenta porque empieza así :)
krishnaSG1D<3
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
PRIMERA PARTE
SEXO POR PLACER
1
LAS MOTIVACIONES SEXUALES.
Hechizado por las bellas y voluptuosas formas de Eleanor, la miraba de hito en hito departir con sus amigas a unos metros de distancia.
Ocasionalmente giraba la cabeza para asegurarse de que su corpulento galán no llegara. Tal vez había terminado con él y ahora estaba disponible… Apreté la mandíbula enérgicamente. No debía hacerme ilusiones. El hecho de que la chica más agraciada de la escuela hubiera asistido sola a la fiesta de fin de curso semestral y que por coincidencia tampoco yo fuese acompañado no significaba que el destino quisiera nuestra unión. Con todo, la ansiedad invadió mi cuerpo, como me ocurría siempre que vislumbraba la posibilidad de una aventura sensual.
Cursaba el cuarto año de la carrera de odontología y me consideraba un verdadero experto en placeres corporales. Había aprendido (después de no pocos insultos y bofetones) a seducir mujeres con sobrada destreza. Era capaz de oler las posibilidades de un encuentro íntimo y, cuando echaba el ojo a una joven, casi siempre lograba conducir mi romance con ella hasta las últimas consecuencias.
Zayn, el único profesor joven y libertino que se prestó a acompañarnos a esa fiesta de despedida, al verme solo se aproximó a mi mesa.
—¿Qué te pasa? —espetó dándome un efusivo golpe en la espalda—. ¿Te libraste al fin de Hannah, la famosa “virginia-casta”?
Reí con reserva. En el ambiente universitario los chismes corrían rápidamente y no era de extrañarse que Zayn estuviera enterado de mis conquistas más importantes. Además era un profesor amigable, a quien alguna vez me acerqué para pedirle consejos.
—Sí— le contesté —. Terminamos hace un par de días. Tú sabes: Hannah es de esas chicas que te complacen sólo con la condición de casarse al día siguiente.
—Lo suponía. Y ten cuidado. En esta época hay varios millones más de mujeres buscando matrimonio que hombres, así que…
Asentí sin contestar. El equipo de sonido había sufrido un pequeño desperfecto y el ambiente, sin música estruendosa, era propicio para la conversación. Pero no me apetecía ahondar más en ese asunto con Zayn, a quien, dicho sea de paso, adiviné un poco alterado por la ingestión de los primeros alcoholes de la velada.
Observé a Eleanor que se ponía de pie dirigiéndose al tocador. Quise incorporarme para ir tras ella, pero la presencia de mi profesor de anatomía me lo impidió. Contemplé el extraordinario cuerpo de mi compañera alejándose. Llevaba un vestido de algodón extremadamente ceñido, como los que usan las bailarinas de ballet, con un amplio escote en la espalda y un atrevido agujero al frente que ventilaba, a la vista de todos, su ombligo y su vientre plano.
—Esta noche no se salva —susurré para mí.
—¿Decías algo?
—No, profesor… es simplemente que… —y me detuve valorando lo que significaba departir a solas con Zayn en un ambiente de igualdad. Podría preguntarle todo sobre las dudas anatómicas que en clase hubiera sido impropio mencionar… Y mi maestro era un joven sexualmente experto, que además de tener instrucción académica comprobada había vivido en unión libre tres veces.
—Hay asuntos que no comprendo —retomé—. ¿Por qué las mujeres son tan impredecibles? De pronto se te ofrecen envueltas en una nube de romanticismo y al rato están agobiadas por la culpa y la tristeza; a una hora alegres, y a la siguiente iracundas. Visten y se exhiben para excitar al hombre y luego exigen total respeto. Francamente no las entiendo… ¿Sienten el mismo deseo sexual que nosotros? Si es así, ¿por qué se hacen tanto de rogar? Y, sobre todo ¿cuál es la razón por la que después de entregarse parecen tan desilusionadas?
Alzó las cejas asombrado por mi cuestionamiento múltiple.
—Esa respuesta te costará por lo menos una copa.
Llamé al camarero con la mano, dejando que Zayn ordenara en cuanto llegó.
-¿Y bien?
—Si deseas entender a las chicas debes partir de lo básico: sus ciclos hormonales las hacen subir y bajar cada mes por pendientes de diferentes estados de ánimo. Su mecanismo físico es muy diferente al de los varones. Sienten deseo carnal pero mezclado con emociones. Para tener un orgasmo necesitan sentirse amadas. comprendidas, valoradas; pensar que lo que hacen está bien, que no corren peligro alguno, que no están siendo obligadas, que su compañero de cama es agradable y considerado, que nadie les reprochará su entrega si son descubiertas, etcétera. Son condiciones psicológicas imprescindibles y casi imposibles de lograr por adolescentes aventureras. Así que, después de experimentar con el sexo, comúnmente la autoestima de la joven soltera disminuye, sus valores se van al suelo, su reputación ante los demás muchachos se echa a perder y cuando todo termina se siente usada y denigrada.
—Entonces, ¿por qué cada vez las mujeres son más provocativas y liberales? —pregunté—. Hoy en día la mayoría tiene relaciones prematrimoniales voluntariamente.
En ese momento se acercaron a la mesa Niall y Liam, dos buenos amigos (más míos que del profesor). Nos saludaron de mano y tomaron asiento. Zayn respondió con furor a mi pregunta sin inhibirse en lo absoluto (o quizá motivado aún más) por la presencia de los arrimadizos.
—En una relación íntima interviene tanto el cuerpo como la mente, pero hay enormes diferencias entre uno y otro sexo. El varón es más práctico, más objetivo, y su orgasmo tiene origen preponderantemente FÍSICO; puede sentir el mismo placer haciendo el amor con una jovencita, con una mujer madura, con una amiga, con una desconocida, manoseándose mientras hojea sus revistas; la única diferencia entre uno y otro evento estribará en que algunos le producirán mayor excitación, pero al momento de llegar al climax se convulsionará de igual forma en todos los casos. En cambio, la mujer es más idealista y sentimental. Su orgasmo tiene origen fundamentalmente PSICOLÓGICO, así que accede a las seducciones del hombre no por el placer FÍSICO que ello le reportará sino por cuestiones MENTALES: enamoramiento, deseo de ser aceptada, vanidad… ¡ qué sé yo! A ellas les gusta sentirse admiradas, amadas, deseadas; les agrada que perdamos los estribos por su causa, que las conquistemos y les demostremos cuánto estamos dispuestos a hacer por poseerlas. Ésa es su retribución. Como ves, también satisfacen un deseo. El placer femenino está conectado directamente a su psique…
—Y el masculino a su…
Reímos estrepitosamente ante la seña obscena de Niall.
Busqué con la vista a Eleanor. Aún no salía del tocador. Estaba dispuesto a abordarla en cuanto lo hiciera. Era una decisión motivada por esa energía sexual “física” que, para ser bien aceptada por ella, tendría que disfrazarse de fuerza sentimental “psíquica”. Parecía complicado, pero dejaba de serlo en cuanto te acostumbrabas a ello. Lo haría a como diera lugar. Imaginarme su piel desnuda me alteraba de forma ingente. Ella tenía el tipo especial de cuerpo que yo no había tocado jamás (muslos largos, senos grandes y firmes, caderas prominentes, piel blanca), además de poseer otros elementos eróticos muy discretos: tono de voz intimista, timbre sensual, mirada displicente, seriedad altiva, movimientos felinos…
El mesero de la asociación estudiantil nos hizo llegar la charola de botanas y una garrafa mediana de licor.
—Y tú, ¿lograste acostarte con Hannah? —me preguntó Liam mientras descorchaba la botella—. Todo el mundo se pregunta si habrás vencido a la puritana.
—Sí… —confesé titubeante—, fue una experiencia muy triste. Puso demasiadas condiciones, pero cuando aceptó, trató de hacerme sentir responsable de su futuro. Me da un poco de pena pues creo que en verdad me amaba. ¿Saben lo que me dijo después de entregarse? Que a todas las muchachas se las presiona intensamente para que tengan sexo; que si tratan de ser decentes sus compañeras se burlan y los muchachos las ignoran; que por eso la mayoría, al sentir ese rechazo, acceden a la vida sensual tan apreciada en el medio juvenil. Sentí lástima por ella y decidí dejarla. Las mujeres no se dan cuenta de que a esta edad los jóvenes no buscamos relaciones fijas; buscamos placer, diversión, aprendizaje; y que cuando sentemos cabeza pensando en una relación formal desecharemos de inmediato a todas aquéllas con las que nos divertimos para buscar a esa muchacha seria, ignorada en el ayer, que supo darse a respetar.
Un ruido estruendoso seguido de otro agudo nos interrumpió. El equipo de sonido parecía casi listo.
—Lo que acabas de decir es muy cierto —comentó Zayn—. Una cosa es tener novia para divertirte y otra muy diferente es elegir a la madre de tus hijos… Para esto último siempre querrás a una joven diferente, difícil de conseguir, no como la piedra pateada por decenas de hombres, sino como el diamante intacto que sólo a ti te fue posible alcanzar.
—¡Eso es definitivo! —contribuyó Liam con vehemente entusiasmo—, pero no se lo digas nunca a una mujer o a un moralista porque te tildarán de “macho”. ¡Obviamente si se desea aprender a manejar son preferibles los carros usados… pero cuando se trata de escoger el automóvil fijo, para toda la vida, hasta el más idiota preferiría uno nuevo…!
—Aunque hay algunos usados muy bonitos…
Volvimos a reír estrepitosamente. Moví la cabeza alegre pero descontento. Lo que comenzó como una pregunta de consulta se había convertido en una polémica en la que todos éramos expertos.
—El sexo es algo muy emocionante —dijo Zayn mientras se servía más licor—. Lo malo es que no es gratis, siempre hay que pagar por él: a veces con dinero y a veces con halagos o palabras cariñosas.
—Pagar por él… —repitió Liam reflexionando muy seriamente—. Qué enorme verdad. ¡Ahora lo entiendo! Las prostitutas son groseras, desconsideradas y cobran en efectivo; en cambio una compañera de la escuela se arregla con sus mejores ropas, se lava, maquilla, perfuma y se va a la cama contigo si a cambio le prometes entrega eterna y amor total. Ése es el pago que debes hacer. Hay que ser muy rápido de mente para manejar bien el asunto sin ser descubierto, pero dominando la técnica se obtiene lo mejor al precio más barato, ¿no es así?
Así era.
Los crujidos estruendosos del aparato de sonido nos impidieron seguir hablando. Mi vista se perdió en ese mundo de ideas. Resultaba interesante analizar las motivaciones sexuales en la etapa juvenil, contemplar el hilo negro y apreciarlo en toda su longitud. ¿Cómo era posible que tantas chicas vivieran ignorando algo tan obvio?
La música comenzó. Varias parejas caminaron hacia la pista tomadas de la mano.
Eleanor salió del baño. Arreglada, retocada y seria, venía pasando entre las mesas con bastante galanura. De inmediato me puse de pie.
—Ustedes perdonarán —dije bebiéndome de un sorbo el contenido de mi copa—, pero tengo asuntos urgentes que atender…
Mis amigos y Zayn hicieron una bulla terrible.
Caminé directo a la muchacha interponiéndome en su camino.
Fingí no verla hasta que estuvimos muy cerca.
—¡Hola, qué sorpresa! —le dije—. Te ves muy hermosa esta noche.
Hice un ligero reclinamiento de cabeza.
—¿Me concederías esta pieza?
Eleanor me miró y sonrió alegre de que alguien se atreviera a sacarla de su soledad.
—Claro.
—¿Vienes sola? —le pregunté mientras nos dirigíamos a la pista.
-Sí.
—¿Por qué no te acompañó Joaquín hoy?
Sonrió tristemente:
—Terminamos hace una semana.
El corazón me dio un vuelco. Quise decir “lo siento”, pero a cambio de ello el rostro se me iluminó con una alegría nerviosa. Era demasiado bueno para ser verdad. Esa chica alta, despampanante, siempre se paseó por sitios públicos ostentando un novio mal encarado, ¡y ahora se hallaba repentinamente sin compromisos, bailando conmigo!
Por unos minutos no pude decir nada. Mis estrategias de conquista se habían vuelto más suspicaces y maliciosas por la reciente plática.
Analicé la situación mientras me movía al ritmo de la música:
Eleanor había tenido un noviazgo largo; todos la vimos más de una vez besándose apasionadamente, exhibiendo su enamoramiento y mermando con ello irremediablemente su reputación. Si a eso se atrevió a la vista de los demás era fácil suponer cuánto hizo con su ardoroso galán en la intimidad. Pobre chica. Si Joaquín la hubiera querido realmente no la habría exhibido, y si ella hubiera sido más inteligente no lo habría permitido. Entre estudiantes, las mujeres que se muestran ante los demás en exceso cariñosas con sus novios quedan como marcadas. Pero eso no era un obstáculo para mí. Por el contrario, resultaba evidente que había experimentado en buena medida con el sexo y no cargaría con los complejos de mi ex novia Hannah. Además, seguramente se hallaba en una etapa de ligera depresión emocional, ansiosa por sentirse querida, admirada, deseada…
Eran circunstancias excepcionales.
Me advertí tenso pero lleno de energía, como se siente un atleta a punto de arrancar en la carrera para la que se ha preparado mucho.
—¿Te invito una copa? —pregunté interrumpiendo el baile.
—¿Por qué no?
Nos dirigimos a la barra pasando por en medio de la pista. Al caminar puse mi mano derecha sobre su espalda.
—Ahora que estás libre debes de tener muchos pretendientes.
Se encogió de hombros.
—No sé. Ni me importa.
Llegamos frente al cantinero y ordenamos sendas bebidas.
—¿Sabes? —le dije—, a mí tampoco me ha ido bien en cuestión de amor últimamente. Estoy muy decepcionado. ¿No te ha pasado que cuando más te interesa una persona y le das lo mejor de ti es cuando más te desprecia…? La desilusión de haberte entregado a alguien que no valía la pena es dolorosísima.
Levantó la vista y me escrutó con sus dulces ojos melancólicos.
—¿Ya no sales con Hannah?
Moví la cabeza para decirle que no y sonreí atribulado.
—Me da gusto poder platicar contigo, Eleanor… porque me siento más solo que nunca.
Las luces se apagaron parcialmente y se escuchó la dulce música romántica. La mayoría de los bailarines impetuosos se retiraron y sólo algunas parejas abrazadas permanecieron en la pista balanceándose con la deliciosa cadencia de los compases suaves. El corazón quiso salírseme de su sitio ante esa imperiosa e ineludible oportunidad. Sin embargo, para mi sorpresa, Eleanor se me adelantó.
—¿Quieres bailar?
—Claro.
Me tomó de la mano y caminamos juntos.
Nos colocamos en el centro de la oscuridad. La abracé por la cintura y ella acomodó sus manos alrededor de mi cuello. Con la excusa de hacer algunos comentarios, me acerqué paulatinamente a su rostro hasta que la distancia que nos separaba se redujo al mínimo. Nuestros pies se movían lentamente y el halo magnético del uno se había fusionado con el del otro, produciendo una reacción más que excitante. No se necesitaba hablar mucho; nuestros cuerpos exhalaban una química poderosa que nos hacía sentir entre nubes.
—¿Sabes, Eleanor? —susurré en su oído—, yo siempre te he querido… en secreto.
No contestó, pero después de ese comentario nos abrazamos totalmente. Calibré la delgadez de su cintura con mis manos; sentir el contacto directo de nuestras parte íntimas me dejó sin aliento. La música terminó y nos quedamos enlazados unos segundos mirándonos a la cara. En su rostro había un matiz carmín que la agraciaba aún más, y en el mío la mirada de un hombre que ha perdido los estribos por la emoción de esa rápida aventura y el enorme deseo de llevarla hasta el final.
—¿Qué te parece si vamos aun sitio confortable donde podamos platicar tranquilamente? —le propuse en voz baja—. Me gustaría mucho conocerte mejor.
No me contestó que sí, pero apenas salimos de la pista fuimos a despedirnos de nuestros compañeros con excusas insulsas.
Cuando subimos al auto tomé su mano izquierda, la acaricié con ternura y me la llevé a la boca lentamente para darle un beso.
—¿Adonde vamos? —le pregunté poniendo en marcha el motor.
Ella se encogió de hombros sin apartar su penetrante vista de mi rostro:
—Adonde tú quieras…
SEXO POR PLACER
1
LAS MOTIVACIONES SEXUALES.
Hechizado por las bellas y voluptuosas formas de Eleanor, la miraba de hito en hito departir con sus amigas a unos metros de distancia.
Ocasionalmente giraba la cabeza para asegurarse de que su corpulento galán no llegara. Tal vez había terminado con él y ahora estaba disponible… Apreté la mandíbula enérgicamente. No debía hacerme ilusiones. El hecho de que la chica más agraciada de la escuela hubiera asistido sola a la fiesta de fin de curso semestral y que por coincidencia tampoco yo fuese acompañado no significaba que el destino quisiera nuestra unión. Con todo, la ansiedad invadió mi cuerpo, como me ocurría siempre que vislumbraba la posibilidad de una aventura sensual.
Cursaba el cuarto año de la carrera de odontología y me consideraba un verdadero experto en placeres corporales. Había aprendido (después de no pocos insultos y bofetones) a seducir mujeres con sobrada destreza. Era capaz de oler las posibilidades de un encuentro íntimo y, cuando echaba el ojo a una joven, casi siempre lograba conducir mi romance con ella hasta las últimas consecuencias.
Zayn, el único profesor joven y libertino que se prestó a acompañarnos a esa fiesta de despedida, al verme solo se aproximó a mi mesa.
—¿Qué te pasa? —espetó dándome un efusivo golpe en la espalda—. ¿Te libraste al fin de Hannah, la famosa “virginia-casta”?
Reí con reserva. En el ambiente universitario los chismes corrían rápidamente y no era de extrañarse que Zayn estuviera enterado de mis conquistas más importantes. Además era un profesor amigable, a quien alguna vez me acerqué para pedirle consejos.
—Sí— le contesté —. Terminamos hace un par de días. Tú sabes: Hannah es de esas chicas que te complacen sólo con la condición de casarse al día siguiente.
—Lo suponía. Y ten cuidado. En esta época hay varios millones más de mujeres buscando matrimonio que hombres, así que…
Asentí sin contestar. El equipo de sonido había sufrido un pequeño desperfecto y el ambiente, sin música estruendosa, era propicio para la conversación. Pero no me apetecía ahondar más en ese asunto con Zayn, a quien, dicho sea de paso, adiviné un poco alterado por la ingestión de los primeros alcoholes de la velada.
Observé a Eleanor que se ponía de pie dirigiéndose al tocador. Quise incorporarme para ir tras ella, pero la presencia de mi profesor de anatomía me lo impidió. Contemplé el extraordinario cuerpo de mi compañera alejándose. Llevaba un vestido de algodón extremadamente ceñido, como los que usan las bailarinas de ballet, con un amplio escote en la espalda y un atrevido agujero al frente que ventilaba, a la vista de todos, su ombligo y su vientre plano.
—Esta noche no se salva —susurré para mí.
—¿Decías algo?
—No, profesor… es simplemente que… —y me detuve valorando lo que significaba departir a solas con Zayn en un ambiente de igualdad. Podría preguntarle todo sobre las dudas anatómicas que en clase hubiera sido impropio mencionar… Y mi maestro era un joven sexualmente experto, que además de tener instrucción académica comprobada había vivido en unión libre tres veces.
—Hay asuntos que no comprendo —retomé—. ¿Por qué las mujeres son tan impredecibles? De pronto se te ofrecen envueltas en una nube de romanticismo y al rato están agobiadas por la culpa y la tristeza; a una hora alegres, y a la siguiente iracundas. Visten y se exhiben para excitar al hombre y luego exigen total respeto. Francamente no las entiendo… ¿Sienten el mismo deseo sexual que nosotros? Si es así, ¿por qué se hacen tanto de rogar? Y, sobre todo ¿cuál es la razón por la que después de entregarse parecen tan desilusionadas?
Alzó las cejas asombrado por mi cuestionamiento múltiple.
—Esa respuesta te costará por lo menos una copa.
Llamé al camarero con la mano, dejando que Zayn ordenara en cuanto llegó.
-¿Y bien?
—Si deseas entender a las chicas debes partir de lo básico: sus ciclos hormonales las hacen subir y bajar cada mes por pendientes de diferentes estados de ánimo. Su mecanismo físico es muy diferente al de los varones. Sienten deseo carnal pero mezclado con emociones. Para tener un orgasmo necesitan sentirse amadas. comprendidas, valoradas; pensar que lo que hacen está bien, que no corren peligro alguno, que no están siendo obligadas, que su compañero de cama es agradable y considerado, que nadie les reprochará su entrega si son descubiertas, etcétera. Son condiciones psicológicas imprescindibles y casi imposibles de lograr por adolescentes aventureras. Así que, después de experimentar con el sexo, comúnmente la autoestima de la joven soltera disminuye, sus valores se van al suelo, su reputación ante los demás muchachos se echa a perder y cuando todo termina se siente usada y denigrada.
—Entonces, ¿por qué cada vez las mujeres son más provocativas y liberales? —pregunté—. Hoy en día la mayoría tiene relaciones prematrimoniales voluntariamente.
En ese momento se acercaron a la mesa Niall y Liam, dos buenos amigos (más míos que del profesor). Nos saludaron de mano y tomaron asiento. Zayn respondió con furor a mi pregunta sin inhibirse en lo absoluto (o quizá motivado aún más) por la presencia de los arrimadizos.
—En una relación íntima interviene tanto el cuerpo como la mente, pero hay enormes diferencias entre uno y otro sexo. El varón es más práctico, más objetivo, y su orgasmo tiene origen preponderantemente FÍSICO; puede sentir el mismo placer haciendo el amor con una jovencita, con una mujer madura, con una amiga, con una desconocida, manoseándose mientras hojea sus revistas; la única diferencia entre uno y otro evento estribará en que algunos le producirán mayor excitación, pero al momento de llegar al climax se convulsionará de igual forma en todos los casos. En cambio, la mujer es más idealista y sentimental. Su orgasmo tiene origen fundamentalmente PSICOLÓGICO, así que accede a las seducciones del hombre no por el placer FÍSICO que ello le reportará sino por cuestiones MENTALES: enamoramiento, deseo de ser aceptada, vanidad… ¡ qué sé yo! A ellas les gusta sentirse admiradas, amadas, deseadas; les agrada que perdamos los estribos por su causa, que las conquistemos y les demostremos cuánto estamos dispuestos a hacer por poseerlas. Ésa es su retribución. Como ves, también satisfacen un deseo. El placer femenino está conectado directamente a su psique…
—Y el masculino a su…
Reímos estrepitosamente ante la seña obscena de Niall.
Busqué con la vista a Eleanor. Aún no salía del tocador. Estaba dispuesto a abordarla en cuanto lo hiciera. Era una decisión motivada por esa energía sexual “física” que, para ser bien aceptada por ella, tendría que disfrazarse de fuerza sentimental “psíquica”. Parecía complicado, pero dejaba de serlo en cuanto te acostumbrabas a ello. Lo haría a como diera lugar. Imaginarme su piel desnuda me alteraba de forma ingente. Ella tenía el tipo especial de cuerpo que yo no había tocado jamás (muslos largos, senos grandes y firmes, caderas prominentes, piel blanca), además de poseer otros elementos eróticos muy discretos: tono de voz intimista, timbre sensual, mirada displicente, seriedad altiva, movimientos felinos…
El mesero de la asociación estudiantil nos hizo llegar la charola de botanas y una garrafa mediana de licor.
—Y tú, ¿lograste acostarte con Hannah? —me preguntó Liam mientras descorchaba la botella—. Todo el mundo se pregunta si habrás vencido a la puritana.
—Sí… —confesé titubeante—, fue una experiencia muy triste. Puso demasiadas condiciones, pero cuando aceptó, trató de hacerme sentir responsable de su futuro. Me da un poco de pena pues creo que en verdad me amaba. ¿Saben lo que me dijo después de entregarse? Que a todas las muchachas se las presiona intensamente para que tengan sexo; que si tratan de ser decentes sus compañeras se burlan y los muchachos las ignoran; que por eso la mayoría, al sentir ese rechazo, acceden a la vida sensual tan apreciada en el medio juvenil. Sentí lástima por ella y decidí dejarla. Las mujeres no se dan cuenta de que a esta edad los jóvenes no buscamos relaciones fijas; buscamos placer, diversión, aprendizaje; y que cuando sentemos cabeza pensando en una relación formal desecharemos de inmediato a todas aquéllas con las que nos divertimos para buscar a esa muchacha seria, ignorada en el ayer, que supo darse a respetar.
Un ruido estruendoso seguido de otro agudo nos interrumpió. El equipo de sonido parecía casi listo.
—Lo que acabas de decir es muy cierto —comentó Zayn—. Una cosa es tener novia para divertirte y otra muy diferente es elegir a la madre de tus hijos… Para esto último siempre querrás a una joven diferente, difícil de conseguir, no como la piedra pateada por decenas de hombres, sino como el diamante intacto que sólo a ti te fue posible alcanzar.
—¡Eso es definitivo! —contribuyó Liam con vehemente entusiasmo—, pero no se lo digas nunca a una mujer o a un moralista porque te tildarán de “macho”. ¡Obviamente si se desea aprender a manejar son preferibles los carros usados… pero cuando se trata de escoger el automóvil fijo, para toda la vida, hasta el más idiota preferiría uno nuevo…!
—Aunque hay algunos usados muy bonitos…
Volvimos a reír estrepitosamente. Moví la cabeza alegre pero descontento. Lo que comenzó como una pregunta de consulta se había convertido en una polémica en la que todos éramos expertos.
—El sexo es algo muy emocionante —dijo Zayn mientras se servía más licor—. Lo malo es que no es gratis, siempre hay que pagar por él: a veces con dinero y a veces con halagos o palabras cariñosas.
—Pagar por él… —repitió Liam reflexionando muy seriamente—. Qué enorme verdad. ¡Ahora lo entiendo! Las prostitutas son groseras, desconsideradas y cobran en efectivo; en cambio una compañera de la escuela se arregla con sus mejores ropas, se lava, maquilla, perfuma y se va a la cama contigo si a cambio le prometes entrega eterna y amor total. Ése es el pago que debes hacer. Hay que ser muy rápido de mente para manejar bien el asunto sin ser descubierto, pero dominando la técnica se obtiene lo mejor al precio más barato, ¿no es así?
Así era.
Los crujidos estruendosos del aparato de sonido nos impidieron seguir hablando. Mi vista se perdió en ese mundo de ideas. Resultaba interesante analizar las motivaciones sexuales en la etapa juvenil, contemplar el hilo negro y apreciarlo en toda su longitud. ¿Cómo era posible que tantas chicas vivieran ignorando algo tan obvio?
La música comenzó. Varias parejas caminaron hacia la pista tomadas de la mano.
Eleanor salió del baño. Arreglada, retocada y seria, venía pasando entre las mesas con bastante galanura. De inmediato me puse de pie.
—Ustedes perdonarán —dije bebiéndome de un sorbo el contenido de mi copa—, pero tengo asuntos urgentes que atender…
Mis amigos y Zayn hicieron una bulla terrible.
Caminé directo a la muchacha interponiéndome en su camino.
Fingí no verla hasta que estuvimos muy cerca.
—¡Hola, qué sorpresa! —le dije—. Te ves muy hermosa esta noche.
Hice un ligero reclinamiento de cabeza.
—¿Me concederías esta pieza?
Eleanor me miró y sonrió alegre de que alguien se atreviera a sacarla de su soledad.
—Claro.
—¿Vienes sola? —le pregunté mientras nos dirigíamos a la pista.
-Sí.
—¿Por qué no te acompañó Joaquín hoy?
Sonrió tristemente:
—Terminamos hace una semana.
El corazón me dio un vuelco. Quise decir “lo siento”, pero a cambio de ello el rostro se me iluminó con una alegría nerviosa. Era demasiado bueno para ser verdad. Esa chica alta, despampanante, siempre se paseó por sitios públicos ostentando un novio mal encarado, ¡y ahora se hallaba repentinamente sin compromisos, bailando conmigo!
Por unos minutos no pude decir nada. Mis estrategias de conquista se habían vuelto más suspicaces y maliciosas por la reciente plática.
Analicé la situación mientras me movía al ritmo de la música:
Eleanor había tenido un noviazgo largo; todos la vimos más de una vez besándose apasionadamente, exhibiendo su enamoramiento y mermando con ello irremediablemente su reputación. Si a eso se atrevió a la vista de los demás era fácil suponer cuánto hizo con su ardoroso galán en la intimidad. Pobre chica. Si Joaquín la hubiera querido realmente no la habría exhibido, y si ella hubiera sido más inteligente no lo habría permitido. Entre estudiantes, las mujeres que se muestran ante los demás en exceso cariñosas con sus novios quedan como marcadas. Pero eso no era un obstáculo para mí. Por el contrario, resultaba evidente que había experimentado en buena medida con el sexo y no cargaría con los complejos de mi ex novia Hannah. Además, seguramente se hallaba en una etapa de ligera depresión emocional, ansiosa por sentirse querida, admirada, deseada…
Eran circunstancias excepcionales.
Me advertí tenso pero lleno de energía, como se siente un atleta a punto de arrancar en la carrera para la que se ha preparado mucho.
—¿Te invito una copa? —pregunté interrumpiendo el baile.
—¿Por qué no?
Nos dirigimos a la barra pasando por en medio de la pista. Al caminar puse mi mano derecha sobre su espalda.
—Ahora que estás libre debes de tener muchos pretendientes.
Se encogió de hombros.
—No sé. Ni me importa.
Llegamos frente al cantinero y ordenamos sendas bebidas.
—¿Sabes? —le dije—, a mí tampoco me ha ido bien en cuestión de amor últimamente. Estoy muy decepcionado. ¿No te ha pasado que cuando más te interesa una persona y le das lo mejor de ti es cuando más te desprecia…? La desilusión de haberte entregado a alguien que no valía la pena es dolorosísima.
Levantó la vista y me escrutó con sus dulces ojos melancólicos.
—¿Ya no sales con Hannah?
Moví la cabeza para decirle que no y sonreí atribulado.
—Me da gusto poder platicar contigo, Eleanor… porque me siento más solo que nunca.
Las luces se apagaron parcialmente y se escuchó la dulce música romántica. La mayoría de los bailarines impetuosos se retiraron y sólo algunas parejas abrazadas permanecieron en la pista balanceándose con la deliciosa cadencia de los compases suaves. El corazón quiso salírseme de su sitio ante esa imperiosa e ineludible oportunidad. Sin embargo, para mi sorpresa, Eleanor se me adelantó.
—¿Quieres bailar?
—Claro.
Me tomó de la mano y caminamos juntos.
Nos colocamos en el centro de la oscuridad. La abracé por la cintura y ella acomodó sus manos alrededor de mi cuello. Con la excusa de hacer algunos comentarios, me acerqué paulatinamente a su rostro hasta que la distancia que nos separaba se redujo al mínimo. Nuestros pies se movían lentamente y el halo magnético del uno se había fusionado con el del otro, produciendo una reacción más que excitante. No se necesitaba hablar mucho; nuestros cuerpos exhalaban una química poderosa que nos hacía sentir entre nubes.
—¿Sabes, Eleanor? —susurré en su oído—, yo siempre te he querido… en secreto.
No contestó, pero después de ese comentario nos abrazamos totalmente. Calibré la delgadez de su cintura con mis manos; sentir el contacto directo de nuestras parte íntimas me dejó sin aliento. La música terminó y nos quedamos enlazados unos segundos mirándonos a la cara. En su rostro había un matiz carmín que la agraciaba aún más, y en el mío la mirada de un hombre que ha perdido los estribos por la emoción de esa rápida aventura y el enorme deseo de llevarla hasta el final.
—¿Qué te parece si vamos aun sitio confortable donde podamos platicar tranquilamente? —le propuse en voz baja—. Me gustaría mucho conocerte mejor.
No me contestó que sí, pero apenas salimos de la pista fuimos a despedirnos de nuestros compañeros con excusas insulsas.
Cuando subimos al auto tomé su mano izquierda, la acaricié con ternura y me la llevé a la boca lentamente para darle un beso.
—¿Adonde vamos? —le pregunté poniendo en marcha el motor.
Ella se encogió de hombros sin apartar su penetrante vista de mi rostro:
—Adonde tú quieras…
krishnaSG1D<3
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
Well...NO se alarmen!! es completamente Larry, sólo que Harry aparecerá más adelante:) les dejé el primer cap para que vean más o menos de lo que se tratará, pero desde la segunda parte, los cap los dividiré okis BESOS! y espero que les guste esta adaptación que enseñara temas muy importantes, see you! bye bye <33
krishnaSG1D<3
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
¿porque adaptas cosas así? ¿es para torturarme? ME ENCANTA.
Me vale que no sea completamente Larry, la historia es hermosa en si, siguela pronto honey.
Te quiero♥
Me vale que no sea completamente Larry, la historia es hermosa en si, siguela pronto honey.
Te quiero♥
Rebeca.
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
awww no quiero que mueras cariño*-*Rebeca. escribió:¿porque adaptas cosas así? ¿es para torturarme? ME ENCANTA.
Me vale que no sea completamente Larry, la historia es hermosa en si, siguela pronto honey.
Te quiero♥
bueno, sí, tienes razón, de primera no es todo larry, pero luego aparecerá y ahí será larry*-*
eso espero honey!
te quiero más*-*
krishnaSG1D<3
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
2
SEXO-ADICCIÓN. |Parte A|
Salí de la avenida conduciendo muy despacio. Aunque tenía presente el tono de sensual provocación en la voz de Eleanor cuando dijo “adonde tú quieras”, no podía tomar la iniciativa de llevarla a una habitación privada sin ratificarlo. Dentro de los preceptos ineludibles de la seducción estaban el de nunca mostrarse demasiado ansioso y el de parecer dispuesto a conversar indefinidamente como todo un bien intencionado amigo.
Sobre la calzada observé la indicación de un próximo centro comercial. Accioné el freno y viré con cuidado para subir por la rampa del estacionamiento. Detuve el automóvil en un cajón alejado de la entrada del supermercado y apagué el motor. Con las ventanas cerradas y el coche inmóvil se presentó un tenso pero fraternal silencio.
—¿Qué vas a comprar?
—Nada… —titubeé como un adolescente desmañado y ella sonrió para darme confianza.
—Eleanor… —recomencé—: lo que te dije mientras bailábamos.. . es cierto. Desde hace meses sueño con estar contigo. Eres la mayor ilusión de mi vida. Nunca tuve el valor de confesártelo pero he sido tu gran admirador anónimo durante meses…
Se me apagó la voz. No quería cometer ningún error y eso me hacía sentir más tenso de lo normal.
—Gracias por sacarme de esa fiesta —murmuró—. Necesitaba platicar con alguien que me apreciara…
Mis manos jugueteaban pasando las llaves de un lado a otro. Ésta era la parte más difícil de la conquista. También era la más emocionante y peligrosa. Debía besarla, pero, ¿cómo franquear ese metro de asiento que nos separaba?
—Vamos a comprar una botella. Me gustaría brindar por nuestra amistad.
Asintió.
Salí del auto excesivamente rápido. Sólo necesitaba estar cerca de ella… Le di la vuelta al coche y abrí su portezuela; me tendió la mano para ponerse de pie. No retrocedí ni un centímetro.
—¿Vamos? —sugirió.
—No tienes idea de cómo me gustas, Eleanor.
Estábamos en la posición perfecta, pero no quiso levantar la cara.
—Vamos —repitió.
“¡Maldición, vamos!”, pensé. Cerré el coche y caminé a su lado. La abracé por la espalda sin conseguir que cooperara.
Compré vasos desechables, botanas, refrescos de cola y una botella mediana de brandy. Al entregarle el dinero a la cajera vi los sobres de preservativos al lado de mi amiga. Hubiera sido imposible tomar uno sin que se diera cuenta. (Chasqueé la boca.) Hacer el amor sin protección era apostar el todo por muy poco, y ya me estaba cansando de esas emociones. (Moví la cabeza después.) ¿Quién me había dicho que me saldría con la mía? (Sonreí.) En todo caso los juegos en los que se arriesga más son los que más se disfrutan.
De regreso hacia el coche la abracé nuevamente y sentí cómo esta vez aceptaba la caricia refugiándose en mi abrazo.
Antes de introducir la llave en la chapa volví a intentarlo.
—Me gustaría tener aquí mi carpeta de apuntes para mostrarte unos dibujos que he hecho… de tu perfil. ¿Nunca notaste que en algunas clases me sentaba cerca de ti para contemplarte? —sonreí y bajé la vista—. No atendía al profesor, sólo te dibujaba…
Cuando volví a levantar los ojos, ella me miraba muy fijo con la boca entreabierta en un gesto de ternura. Me acerqué despacio y rocé con mis labios sus labios cálidos. Dejé caer las bolsas de! mercado a nuestros pies; la botella hizo un ruido sordo al chocar con el piso. No me inmuté. Apreté mi boca contra la suya para hallar la enloquecedora humedad de su lengua. Fue un beso impetuoso, cargado de verdadera pasión. La abracé fuertemente y acaricié su cabello, su espalda. Sentí el deseo crecer como un ente incontrolable y cerré los ojos para entregarme por completo al movimiento sensual.
Cuando nos separamos Eleanor respiraba rápidamente y estaba encendida de un leve rubor. Abrí la puerta para que entrara al coche, tomé la bolsa del suelo y rodeé el vehículo lo más lento que pude, tratando de recuperar el aplomo. Apenas estuvimos juntos nos volvimos a entregar en un vigoroso y ardiente beso. Después de unos minutos comencé a recorrer mi boca por la comisura de sus labios, sus mejillas, su cuello, sus oídos. Al besar y mordisquear su oreja izquierda le susurraba que estaba loco por ella, que me fascinaba, que la idolatraba, que daría cualquier cosa por una noche a su lado… Eleanor mientras tanto me acariciaba los muslos. Subía su mano casi hasta mi entrepierna y volvía a bajarla en una cadencia dulce y acompasada.
Me costó trabajo desprenderme de esa miel enajenante pero, haciendo un gran esfuerzo, puse en marcha el automóvil con intenciones de ir directo a un lugar adecuado. Conocía varios por ahí. El más cercano estaba a sólo unos cinco minutos de distancia.
Hice el recorrido en menos de tres.
Cada habitación tenía su garaje propio con puerta corrediza, de modo que el coche quedaba escondido y la dama no era vista por nadie en su trayecto hacia la habitación.
Estacioné el vehículo hasta el fondo. Salí a pagar al encargado y cerré la mampara exterior con el aplomo de alguien que se mueve en sus terrenos. Pero al volver al coche Eleanor me esperaba fuera de él con un gesto de franca perturbación.
—¿A dónde me has traído?
—No te ofendas, amor. Éste es un lugar excelente para escuchar música, brindar y conversar lejos de la molesta gente. Por favor, tranquilízate y confía en mí… Te prometo que sólo haremos lo que tú quieras.
Y al decir esto último le acaricié la barbilla con el índice y el pulgar…
—Estoy tan confundida y triste…
—Vamos, no pienses en nada. Sólo vive el presente y relájate.
Me acerqué y nuevamente la abracé. Recargué mi cuerpo contra el suyo para hacerle percibir mi masculinidad y esta vez paseé mi lengua por su cuello v la introduje suavemente en su oído.
Se estremeció.
Miré el nacimiento de sus pechos sobre su generoso escote y quise agacharme a besarlo, pero no me atreví. La deseaba demasiado para darme el lujo de mostrarme impaciente.
Eleanor volvió a buscar mi boca. Respiraba agitadamente y parecía haberse decidido a olvidar precauciones y temores. Al besarme comenzó a desprender uno a uno los botones de mi camisa. Cuando llegó al pantalón jaló hacia arriba la tela para que ésta quedara totalmente suelta. Luego me frotó el tórax y deslizó la prenda hacia atrás, dejándome semidesnudo.
Yo no podía dar crédito a lo que había hecho. El corazón me latía a mil por hora; la cabeza me daba vueltas y mis pies flotaban. Le enmarañé el cabello y busqué la cremallera del vestido en su dorso: en cuanto la tuve entre mis dedos inicié un movimiento lento para bajarla, sin lograr evitar el temblor de mis falanges y la sudoración de mis palmas. Cuando el cierre no pudo descender más, sobé su espalda con ardiente furor y atraje el vestido hacia adelante mientras le acariciaba sus hombros desnudos. Entonces se descubrieron totalmente sus formas femeninas resguardadas aún por la suave tela del sostén. Me separé un poco y rocé apenas con las yemas de los dedos las marcadas puntas. Luego seguí la línea del sujetador hasta dar con el seguro; lo destrabé sin ningún problema y ella, mirándome fijamente, hizo un ágil movimiento con los brazos para liberarse del incómodo ceñidor. A tal grado me asombraron la belleza de esos senos blancos, turgentes, cálidos, que en vez de tocarlos me limité a contemplarlos. Luego atraje a la chica hacia mí y sentí una extraordinaria calidez al momento en que sus pechos desnudos se aplastaban en mi cuerpo. Llevé lentamente las manos hacia su cintura y comencé a buscar la forma de bajar por completo el vestido de algodón.
—¿Vamos al cuarto? —sugirió.
—Por supuesto.
Solo, en mi habitación, después de haber dejado a Joana en su casa cerca de la una de la mañana, me hallé cara a cara con el monstruo de los excesos y sentí un viso de temor… Caí en la cuenta de que el sexo se estaba convirtiendo para mí en un vicio, en algo básico, prioritario, central… en una necesidad creciente. ¡Y cuanto más la saciaba, más se incrementaba! ¿No le ocurría lo mismo a los farmacodependientes o alcohólicos? Pero, ¿cómo controlar ese descomunal deseo? ¿Era yo el único que lo sentía? ¿No lo experimentaba también la mayoría de mis amigos? Entre compañeros apreciábamos a la mujer según sus atributos eróticos. Nos atraían principalmente sus cualidades sexuales y solíamos mentir, dañar o negociar con tal de sentir el embriagador placer de poseerlas. ¿Acaso los varones debíamos tener con el sexo precauciones similares a las que se tienen con los productos que causan dependencia?
Comencé a pasearme por mi habitación. Mi madre dormía en la alcoba contigua y yo no debía hacer ruido. Me senté pensativo en el sillón de descanso. La aventura de hacía unos minutos había sido hermosa, pero algo no estaba bien. Había comenzado a sentir un terrible escozor en el área genital. Fui en busca de un espejo para revisarme de cerca. Hallé una reducida zona ulcerada con infinidad de pequeñas llagas. Me sentía, a la vez, afiebrado y débil.
¡Maldición! ¿Eleanor me habría contagiado un hongo o algo por el estilo? Y si lo hizo, ¿se manifestaría de manera tan inmediata? ¿Entonces Luisa? O Adriana…
A mis veintitrés años había compartido el lecho con… demasiadas mujeres. No pude en ese momento definir cuántas. Cualquiera pudo haberme contaminado. Pero, ¿de qué?
Insomne traté de concentrarme en el recuerdo de cuanto había vivido esa noche buscando algún indicio de enfermedad en el cuerpo de Eleanor. Me eché en la cama y cerré los ojos para revivir cuidadosa, casi morbosamente, los detalles de esa experiencia inusual.
Después del magreo en el que ella quitó mi ropa superior y yo quité la de ella, subimos la escalera sin decir palabra.
La habitación estaba alfombrada de color durazno. Nos descalzamos para estar más cómodos tratando a la vez de no manchar con los zapatos tanta pulcritud.
Eleanor se soltó de mi brazo para caminar de un lado a otro como una niña admirando los lujos del lugar. Apenas dio los primeros pasos se deshizo por completo del vestido, dejándolo en el suelo y pasando sobre él.
—¿Qué calor hace, ¿verdad? —y acto seguido se agachó un poco para quitarse las mallas transparentes.
Recargado en la pared, con la boca seca y los ojos muy abiertos, contemplé su casi total desnudez. Sólo portaba unas pequeñas bragas rojas y se paseaba por el cuarto tocando la cama de agua, encendiendo el televisor, revisando el contenido del refrigerador.
SEXO-ADICCIÓN. |Parte A|
Salí de la avenida conduciendo muy despacio. Aunque tenía presente el tono de sensual provocación en la voz de Eleanor cuando dijo “adonde tú quieras”, no podía tomar la iniciativa de llevarla a una habitación privada sin ratificarlo. Dentro de los preceptos ineludibles de la seducción estaban el de nunca mostrarse demasiado ansioso y el de parecer dispuesto a conversar indefinidamente como todo un bien intencionado amigo.
Sobre la calzada observé la indicación de un próximo centro comercial. Accioné el freno y viré con cuidado para subir por la rampa del estacionamiento. Detuve el automóvil en un cajón alejado de la entrada del supermercado y apagué el motor. Con las ventanas cerradas y el coche inmóvil se presentó un tenso pero fraternal silencio.
—¿Qué vas a comprar?
—Nada… —titubeé como un adolescente desmañado y ella sonrió para darme confianza.
—Eleanor… —recomencé—: lo que te dije mientras bailábamos.. . es cierto. Desde hace meses sueño con estar contigo. Eres la mayor ilusión de mi vida. Nunca tuve el valor de confesártelo pero he sido tu gran admirador anónimo durante meses…
Se me apagó la voz. No quería cometer ningún error y eso me hacía sentir más tenso de lo normal.
—Gracias por sacarme de esa fiesta —murmuró—. Necesitaba platicar con alguien que me apreciara…
Mis manos jugueteaban pasando las llaves de un lado a otro. Ésta era la parte más difícil de la conquista. También era la más emocionante y peligrosa. Debía besarla, pero, ¿cómo franquear ese metro de asiento que nos separaba?
—Vamos a comprar una botella. Me gustaría brindar por nuestra amistad.
Asintió.
Salí del auto excesivamente rápido. Sólo necesitaba estar cerca de ella… Le di la vuelta al coche y abrí su portezuela; me tendió la mano para ponerse de pie. No retrocedí ni un centímetro.
—¿Vamos? —sugirió.
—No tienes idea de cómo me gustas, Eleanor.
Estábamos en la posición perfecta, pero no quiso levantar la cara.
—Vamos —repitió.
“¡Maldición, vamos!”, pensé. Cerré el coche y caminé a su lado. La abracé por la espalda sin conseguir que cooperara.
Compré vasos desechables, botanas, refrescos de cola y una botella mediana de brandy. Al entregarle el dinero a la cajera vi los sobres de preservativos al lado de mi amiga. Hubiera sido imposible tomar uno sin que se diera cuenta. (Chasqueé la boca.) Hacer el amor sin protección era apostar el todo por muy poco, y ya me estaba cansando de esas emociones. (Moví la cabeza después.) ¿Quién me había dicho que me saldría con la mía? (Sonreí.) En todo caso los juegos en los que se arriesga más son los que más se disfrutan.
De regreso hacia el coche la abracé nuevamente y sentí cómo esta vez aceptaba la caricia refugiándose en mi abrazo.
Antes de introducir la llave en la chapa volví a intentarlo.
—Me gustaría tener aquí mi carpeta de apuntes para mostrarte unos dibujos que he hecho… de tu perfil. ¿Nunca notaste que en algunas clases me sentaba cerca de ti para contemplarte? —sonreí y bajé la vista—. No atendía al profesor, sólo te dibujaba…
Cuando volví a levantar los ojos, ella me miraba muy fijo con la boca entreabierta en un gesto de ternura. Me acerqué despacio y rocé con mis labios sus labios cálidos. Dejé caer las bolsas de! mercado a nuestros pies; la botella hizo un ruido sordo al chocar con el piso. No me inmuté. Apreté mi boca contra la suya para hallar la enloquecedora humedad de su lengua. Fue un beso impetuoso, cargado de verdadera pasión. La abracé fuertemente y acaricié su cabello, su espalda. Sentí el deseo crecer como un ente incontrolable y cerré los ojos para entregarme por completo al movimiento sensual.
Cuando nos separamos Eleanor respiraba rápidamente y estaba encendida de un leve rubor. Abrí la puerta para que entrara al coche, tomé la bolsa del suelo y rodeé el vehículo lo más lento que pude, tratando de recuperar el aplomo. Apenas estuvimos juntos nos volvimos a entregar en un vigoroso y ardiente beso. Después de unos minutos comencé a recorrer mi boca por la comisura de sus labios, sus mejillas, su cuello, sus oídos. Al besar y mordisquear su oreja izquierda le susurraba que estaba loco por ella, que me fascinaba, que la idolatraba, que daría cualquier cosa por una noche a su lado… Eleanor mientras tanto me acariciaba los muslos. Subía su mano casi hasta mi entrepierna y volvía a bajarla en una cadencia dulce y acompasada.
Me costó trabajo desprenderme de esa miel enajenante pero, haciendo un gran esfuerzo, puse en marcha el automóvil con intenciones de ir directo a un lugar adecuado. Conocía varios por ahí. El más cercano estaba a sólo unos cinco minutos de distancia.
Hice el recorrido en menos de tres.
Cada habitación tenía su garaje propio con puerta corrediza, de modo que el coche quedaba escondido y la dama no era vista por nadie en su trayecto hacia la habitación.
Estacioné el vehículo hasta el fondo. Salí a pagar al encargado y cerré la mampara exterior con el aplomo de alguien que se mueve en sus terrenos. Pero al volver al coche Eleanor me esperaba fuera de él con un gesto de franca perturbación.
—¿A dónde me has traído?
—No te ofendas, amor. Éste es un lugar excelente para escuchar música, brindar y conversar lejos de la molesta gente. Por favor, tranquilízate y confía en mí… Te prometo que sólo haremos lo que tú quieras.
Y al decir esto último le acaricié la barbilla con el índice y el pulgar…
—Estoy tan confundida y triste…
—Vamos, no pienses en nada. Sólo vive el presente y relájate.
Me acerqué y nuevamente la abracé. Recargué mi cuerpo contra el suyo para hacerle percibir mi masculinidad y esta vez paseé mi lengua por su cuello v la introduje suavemente en su oído.
Se estremeció.
Miré el nacimiento de sus pechos sobre su generoso escote y quise agacharme a besarlo, pero no me atreví. La deseaba demasiado para darme el lujo de mostrarme impaciente.
Eleanor volvió a buscar mi boca. Respiraba agitadamente y parecía haberse decidido a olvidar precauciones y temores. Al besarme comenzó a desprender uno a uno los botones de mi camisa. Cuando llegó al pantalón jaló hacia arriba la tela para que ésta quedara totalmente suelta. Luego me frotó el tórax y deslizó la prenda hacia atrás, dejándome semidesnudo.
Yo no podía dar crédito a lo que había hecho. El corazón me latía a mil por hora; la cabeza me daba vueltas y mis pies flotaban. Le enmarañé el cabello y busqué la cremallera del vestido en su dorso: en cuanto la tuve entre mis dedos inicié un movimiento lento para bajarla, sin lograr evitar el temblor de mis falanges y la sudoración de mis palmas. Cuando el cierre no pudo descender más, sobé su espalda con ardiente furor y atraje el vestido hacia adelante mientras le acariciaba sus hombros desnudos. Entonces se descubrieron totalmente sus formas femeninas resguardadas aún por la suave tela del sostén. Me separé un poco y rocé apenas con las yemas de los dedos las marcadas puntas. Luego seguí la línea del sujetador hasta dar con el seguro; lo destrabé sin ningún problema y ella, mirándome fijamente, hizo un ágil movimiento con los brazos para liberarse del incómodo ceñidor. A tal grado me asombraron la belleza de esos senos blancos, turgentes, cálidos, que en vez de tocarlos me limité a contemplarlos. Luego atraje a la chica hacia mí y sentí una extraordinaria calidez al momento en que sus pechos desnudos se aplastaban en mi cuerpo. Llevé lentamente las manos hacia su cintura y comencé a buscar la forma de bajar por completo el vestido de algodón.
—¿Vamos al cuarto? —sugirió.
—Por supuesto.
Solo, en mi habitación, después de haber dejado a Joana en su casa cerca de la una de la mañana, me hallé cara a cara con el monstruo de los excesos y sentí un viso de temor… Caí en la cuenta de que el sexo se estaba convirtiendo para mí en un vicio, en algo básico, prioritario, central… en una necesidad creciente. ¡Y cuanto más la saciaba, más se incrementaba! ¿No le ocurría lo mismo a los farmacodependientes o alcohólicos? Pero, ¿cómo controlar ese descomunal deseo? ¿Era yo el único que lo sentía? ¿No lo experimentaba también la mayoría de mis amigos? Entre compañeros apreciábamos a la mujer según sus atributos eróticos. Nos atraían principalmente sus cualidades sexuales y solíamos mentir, dañar o negociar con tal de sentir el embriagador placer de poseerlas. ¿Acaso los varones debíamos tener con el sexo precauciones similares a las que se tienen con los productos que causan dependencia?
Comencé a pasearme por mi habitación. Mi madre dormía en la alcoba contigua y yo no debía hacer ruido. Me senté pensativo en el sillón de descanso. La aventura de hacía unos minutos había sido hermosa, pero algo no estaba bien. Había comenzado a sentir un terrible escozor en el área genital. Fui en busca de un espejo para revisarme de cerca. Hallé una reducida zona ulcerada con infinidad de pequeñas llagas. Me sentía, a la vez, afiebrado y débil.
¡Maldición! ¿Eleanor me habría contagiado un hongo o algo por el estilo? Y si lo hizo, ¿se manifestaría de manera tan inmediata? ¿Entonces Luisa? O Adriana…
A mis veintitrés años había compartido el lecho con… demasiadas mujeres. No pude en ese momento definir cuántas. Cualquiera pudo haberme contaminado. Pero, ¿de qué?
Insomne traté de concentrarme en el recuerdo de cuanto había vivido esa noche buscando algún indicio de enfermedad en el cuerpo de Eleanor. Me eché en la cama y cerré los ojos para revivir cuidadosa, casi morbosamente, los detalles de esa experiencia inusual.
Después del magreo en el que ella quitó mi ropa superior y yo quité la de ella, subimos la escalera sin decir palabra.
La habitación estaba alfombrada de color durazno. Nos descalzamos para estar más cómodos tratando a la vez de no manchar con los zapatos tanta pulcritud.
Eleanor se soltó de mi brazo para caminar de un lado a otro como una niña admirando los lujos del lugar. Apenas dio los primeros pasos se deshizo por completo del vestido, dejándolo en el suelo y pasando sobre él.
—¿Qué calor hace, ¿verdad? —y acto seguido se agachó un poco para quitarse las mallas transparentes.
Recargado en la pared, con la boca seca y los ojos muy abiertos, contemplé su casi total desnudez. Sólo portaba unas pequeñas bragas rojas y se paseaba por el cuarto tocando la cama de agua, encendiendo el televisor, revisando el contenido del refrigerador.
Última edición por krishnaSG1D<3 el Miér 21 Mayo 2014, 6:53 pm, editado 1 vez
krishnaSG1D<3
Re: Juventud en Éxtasis |Larry Stylinson| |Adaptación|
Porfis comenten!! se los agradecería muchisisisisisisisisisísimo*-*, yo sé que no les gusto esto de Elounor, pero falta pocito para que aparezca el sensual harry*-* besos!
krishnaSG1D<3
Temas similares
» Habitación 317 - Larry Stylinson (Adaptación)
» El repartidor (Larry Stylinson) ADAPTACIÓN
» ♥ Live Nice. ♥
» Las ventajas de ser invisible - Larry Stylinson (Adaptación)
» The Last Song [Larry Stylinson] (Adaptación). Capítulo 15 Publicado :D
» El repartidor (Larry Stylinson) ADAPTACIÓN
» ♥ Live Nice. ♥
» Las ventajas de ser invisible - Larry Stylinson (Adaptación)
» The Last Song [Larry Stylinson] (Adaptación). Capítulo 15 Publicado :D
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.