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The American Dream | NC | 2.
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Re: The American Dream | NC | 2.
aquí no hay incomprendidos, sid es puto y ya :c, pobre bby ian
Atenea.
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Re: The American Dream | NC | 2.
Y quiero leer el capítulo de vir bc subo el martes ;_;
Atenea.
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Re: The American Dream | NC | 2.
GRACIASDaqueen. escribió:aquí no hay incomprendidos, sid es puto y ya :c, pobre bby ian
hood.
Re: The American Dream | NC | 2.
sid el personaje de lali):Hook. escribió:yo no sé quién es sid, ay
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Re: The American Dream | NC | 2.
- PJS:
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Sunshine.
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Ezra.
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Duncan&Caitlin.
Capítulo 022.
Codes by Kitty Sykes.
→by Vir.
→ Sunshine Ferguson | Ezra Cartairs | Caitlin Abernathy | Duncan Wayland
Ezra caminaba sólo por los pasillos de The American Dream, buscando su cuarto. Silbaba una canción que se le había quedado en la mente luego de escucharla por la radio mientras viajaba hasta donde se hallaba, e intentaba encontrarle el ritmo para deducir el nombre. Pero paró en seco al ver a lo lejos a su mejor amiga Nova y al chico de pelo turquesa, al que recordaba como Aoi. Y lo primero que se le vino a la cabeza al ver como reían tan animadamente, él con sus manos en los bolsillos y sonriendo a más no poder y ella con los ojos brillosos, fue correr. Lo hizo, y cuando estaba a centímetros de su amiga, saltó y cayó encima de ella. Escuchó, medio segundo más tarde cuando se miraron a los ojos, la risa contagiosa de la pelirroja, y no pudo evitar reír junto a ella.
— Te tiré, lo siento. — Rio tan fuerte que a él le asustó.
— Me di cuenta, idiota, ¿cómo estás? — Lo abrazó, aún tirados encima de las frías baldosas. El ojiverde iba a responder cuando se escuchó una falsa tos, más imitando un carraspeo, por parte del peliazul que tenían en frente. Nova se puso rápido de pie y lo ayudó a él a levantarse. Con tal fuerza que casi se cae nuevamente encima de ella. Lo miraba especialmente a Ezra con un recelo muy poco sutil.
— Aoi, ¿cierto? Creo que ya nos conocíamos.
— Oh, sí, lo recuerdo. Estuviste a punto de desmayarte. A mis pies. Luego de hablar con una chica.
— Bueno… — Nova lo miró, arrugando la nariz, como si algo no le resultara común. — ¿ustedes de dónde se conocen?
— Más bien ustedes de dónde se conocen. — Aoi habló sin vergüenza y directo a lo que le interesaba cosa que lo sorprendió. Se aclaró la garganta antes de hablar.
— Mejores amigos desde… que tengo conciencia, creo. — Medio rio al decir eso y giró su vista hacia Nova, que sólo miraba a Aoi. Le dio un codazo en las costillas, muy leve, y se alarmó al sentirlas tanto. Pero no deparó en ello.
— Sí, eso que dijo. — Ella rio, pese a que aún parecía no darse cuenta de lo que hablaban. Y fue entonces cuando Ezra se dio cuenta de que estaba de más en esa conversación, y que si no abandonaba antes que lo hiciera Aoi, probablemente Nova se enojara. Aprovechó el hecho de que una linda rubia pasaba frente a ellos, saltando al ritmo de una música que no escuchaba ya que usaba auriculares, y le dio un beso en la cabeza a Nova y una palmada en el pecho a Aoi, sin decir nada, se fue tras la blonda algo infantil.
Sun había pasado una maravillosa tarde… leyendo libros. La realidad era que no tenía ánimos para recorrer el edificio completo de TAD, de forma que al menos supiera el camino desde el comedor hasta su cuarto. Sí, quizás hubiera sido muy útil, de no ser porque la menor de los Ferguson no se caracterizaba por ser enérgica, sino más bien una lectora dedicada. O una clase de nerd con amigos.
Pero de todas formas, ya casi terminando la tarde cuando las chicas que planeaban pasarse horas arreglándose entraron a sus cuartos para ya iniciar lo que sería probablemente la noche de sus vidas, ella pensó en salir un rato a respirar algo más que no fuera el aire comprimido en su habitación, y dejándole lugar a sus compañeras de cuarto, quienes se mostraban muy emocionadas.
— ¿Planeas quedarte toda la noche ahí tirada? —Preguntó Cameron, observándola desde su cama. Sunshine negó con la cabeza.
— Ni siquiera tengo pareja.
— Tampoco ibas a conseguir una encerrada todo el día aquí.
— De acuerdo, me iré y les dejaré espacio para que se preparen. —Se fue directo a la puerta y salió de allí.
— ¡Rompe corazones! —Le gritaron, a lo que ella sólo rio.
La rubia no se sentía muy activa; si pudiera, dormiría una siesta de diez años. Sí, quizás no debería haberse quedado leyendo libros desde muy temprano hasta hacía sólo minutos, pero no tenía otros planes más útiles que alimentar su cerebro con las maravillosas frases de libros fantásticos.
Y con ese pensamiento en su mente, observó a lo lejos una enorme puerta con un cartel encima en el que titulaba “Biblioteca”. Miró a los costados, buscando a alguna de sus amigas para que no le reprocharan nada si la veían entrar ahí y despacio entró. Al ver la gran cantidad de libros que había respiró hondo, y el olor a viejo inundó sus fosas nasales.
Lo primero que hizo fue pasar por las distintas secciones hasta llegar a la de ciencia ficción, que era en esos momentos lo tenía ganas de leer. Y se llevó la sorpresa de encontrar a alguien más ahí; un rubio, alto, y muy guapo –Sunshine no era de esas que se negaban ante todo, claro que le parecía lindo- revisaba con rapidez los libros de la última fila. No pudo evitar reír en cuanto escuchó el grito de frustración acumulada, y eso atrajo la atención del extraño.
— ¿Puedo ayudarte en algo? — Se ofreció a ayudar. No siempre se encontraba un lector masculino.
— Yo… sí, quizás si podrías — Se rascaba la nuca. Pero tal y como si Sun hubiera hablado en vos alta, el extraño rubio se irguió y puso sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. — Busco un libro de… tu sabes — Le guiñó un ojo, y ella no ocultó su cara de confusión. Él rodó los ojos y suspiró. — ¿sexo? ¿Te suena?
— Oh, sí, claro. — Sun asintió repetidas veces. Él esperó la respuesta. — En las columnas de la derecha, caminas a lo largo de dos filas y doblas en la puta que te parió, imbécil.
Él se quedó con la boca abierta, pero fueron sólo cuestión de segundos para que comenzara a reír. Ahora fue ella la que rodó los ojos y se estaba dando la vuelta para largarse de allí; sin libro y con bronca. Pero él la tomó del codo y con tanta fuerza que no pudo salir.
— Suéltame, ¿no entendiste que…? — No la dejó terminar.
— Oye, espera nena, me has hecho el día — Se tomó otro medio minuto para terminar de reír. — Me llamo Zeppelin, pero sólo por ser tú puedes llamarme Zep.
— ¿Estás… coqueteando conmigo?
— No, para nada, de verdad que no. — Zeppelin agitó las manos en el aire, indicando negación. Sunshine finalmente cedió, y se quedó con él.
— Me llamo Sunshine, puedes llamarme como quieras.
— De acuerdo, Como Quieras — Ella rio por lo malo del chiste. —Te lo haré fácil, ¿tienes pareja para el baile?
— No, aunque tampoco sé si ir…
— Oh, por favor, ve conmigo. Enserio tengo ganas de ir y no tengo pareja, ¿te imaginas, alguien como yo, sólo en un baile como ese? ¡Qué desastre!
— Oye, ya pequeño Divo. Deja de comportarte como una chica, ¿qué problema hay en ir sólo?
— ¿Perdón? ¡No tiene sentido, es un baile de San Valentín!
— De todas formas, al final del baile me encontraré yo sola y tú con una chica descansando en tu cama.
— ¿Tan poca fe me tienes que apuestas por solamente una?
El mayor de los Wayland caminaba cabizbajo por los pasillos de la institución. Estaba enserio abrumado ante la idea de tener que asistir a un baile. Ya bastante tenía con las estúpidas reglas que implementaron los directores, y era lo suficientemente irritable como para tener que ir con una chica y que ésta le contara sus problemas. De verdad, ¿no podían simplemente evitar esa parte?
Había pasado toda su mañana suspirando, y cuando creyó que su suerte con las chicas se esfumaba poco a poco, encontró el escenario perfecto para invitar a una linda muchacha al baile; sentada en un tapete, haciendo yoga, se encontraba una joven de cabello castaño y facciones finas. Perfecta, pensó. ¿Para qué le servía mentir? La chica estaba buenísima. Pero en cuanto comenzaron a hablar no pudo ocultar su desconcierto: había arreglado una cita con una completa perfeccionista en todo. Lo que faltaba.
Ahora, sólo le faltaba arreglarse de acuerdo a la estúpida lista que le había dado Margaret. Se lo pensó mejor; no, claro que no le haría caso. Sonrió ante la idea de la ojiazul molesta con él. Oh, no se lo perdería por nada.
Caitlin se encontraba raramente amigable. Desde que aquel chico, Franklin, la había invitado al baile, no podía dejar de sonreír: y se odió por ello. No era como si sintiera cosas por el rubio, rotundamente no. Pero sentirse aceptada estaba bien, y hacía tanto tiempo no lo hacía.
Decidió ponerse un lindo vestido. Tener tanto tiempo esos pantalones skinny ya le daba nauseas, el hecho de no sentir circular la sangre por sus piernas ya la estaba matando. Rodó los ojos, frustrada, cuando se dio cuenta de que debería ver al tal Duncan en la fiesta; ese chico le molestaba en cualquier aspecto.
Sacó una prenda color negro del armario. Era perfecta, y esperaba lucirse con ella esa noche. Sonrió al imaginar todo lo que podría pasar esa noche. Definitivamente amaba TAD.
En cuanto entró en el salón junto a Zep, por inercia, se acercó aún más a él; ya era un descontrol, y ni siquiera era medianoche.
— Asusta un poco, ¿verdad? — Sun sólo pudo asentir. — Ya te acostumbrarás. Ven, toma algo. — Dijo, cuando se habían acercado a mesa de las bebidas. Le pasó un vaso pequeño a ella, y otro se lo tomó él de un simple trago. Al ver su cara y sus pupilas dilatarse dudó un poco si tomar o no el contenido de su vaso. — No hace nada, tranquila.
— Ya sé. — Observó su vaso con deliberada desconfianza y lo tomó, aún insegura, imitando la forma de tragar de su amigo.
— ¡Lo has hecho muy bien! — Le sonrió, como si hubiera aprendido a manejar una bicicleta y él fuera su instructor. Pero su mirada se ensombreció tan rápido que le dio un poco de miedo. Se giró hacia donde él miraba y notó como la sangre se le acumulaba en los pómulos. ¿Qué te sucede, Sunshine? ¡Siempre con el mentón en alto!
No le sorprendió ver entrar a Ezra Cartairs con una chica a la fiesta –claro que no, hacía sólo un día que se encontraba allí y los rumores corrían-, pero que fuera Prudence, la hermana pequeña de Zeppelin, le asombró. Lo que se te viene, pequeña Prud.
— Sun, ven conmigo. — Ambos rubios se acercaron a la pareja que entraba riendo. Frunció el ceño: ¿qué era tan divertido? — ¿Qué haces con él, Prudence?
— ¡Que Prud suena mucho más lindo, tonto! — Zep, como era de esperarse, rodó los ojos.
— Nosotros dos vamos a hablar seriamente. — La tomó del codo y se la llevó de allí. Sun pudo distinguir un “¿me comprarás el pony que te he pedido desde los diez?” y rio.
Pero la risa se esfumó cuando recordó a quien tenía enfrente. Intentó que no se le notara el nerviosismo; si tenía suerte, pasaría un buen rato.
— ¿Bailarías conmigo si te lo pidiera?
— No lo sé… ¿me convi…? — Pero la rubia no pudo terminar de hablar, cuando Ezra la tomó de la mano y la jaló hasta la pista de baile. — No me quedaba opción, ¿verdad?
— No, claro que no, eres muy inteligente. — Ella rodó los ojos y él se limitó a sonreír, mientras le colocaba sus manos en la cintura, acercándola más a él. La pelirubia pasó sus manos por el cuello, hipnotizada por el verde intenso de sus ojos.
Notaba como alrededor suyo todos la estaban pasando genial; estaban absolutamente borrachos, y lo agradecía mucho ya que no quería que sólo se los quedaran observando por ser los únicos… acaramelados. La música era perfecta; “You’re Beautiful”, de James Blunt sonaba por los enormes parlantes, mientras un DJ parecía dormir más que estar a cargo de la musicalización. No le importó nada, ni que hubiera gente vomitando, ni que algunos durmieran en el piso, ni que estuvieran siendo escandalosos. Apoyó su mentón en la cabeza de Sunshine y cerró los ojos, aspirando el aroma a flores que emanaba.
— ¿Ezra?
— Dime…
— ¿Crees en el amor a primera vista? — Y, aunque le costara admitirlo, esa pregunta lo descolocó un poco, y sintió como su estómago de retorcía y cosquilleaba.
— Yo… uhm… — Odió sentirse tan inseguro. Se aclaró la garganta y habló fuerte. — No, vaya estupidez. — Sintió como el cuerpo que tenía debajo colocaba la cabeza en su hombro derecho y suspiraba. Se odió mucho más que antes. — No quería… es decir, sé que…
— No te preocupes, no esperaba otra cosa. — Su cuerpo se agitó un poco, como si estuviera riendo amargamente. Él cerró los ojos, ¿por qué se sentía tan mal con esas palabras?
— Lo siento. — Estúpido, estúpido, estúpido.
— No lo sientas, no tienes por qué. Me gusta que sean sinceros — Se alejó de él, por lo que extrañó su cercanía. Enserio, ¿qué te sucede y por qué sientes un hormiguero en donde ella estuvo hace segundos? — Ya sabes, hoy en día ya no sabes qué creer.
— Se me hace que estás hablando desde un punto personal…
— Es muy obvio, ¿no? — Rio. Oh, por favor, sigue riendo una eternidad más, hazme feliz. No. ¿¡Qué!?
— No lo creas, es sólo que soy un detector de mentiras. — Le guiñó un ojo. Sun enarcó una ceja.
— ¿Ah, sí? — Asintió repetidas veces. — Supongo que porque eres un mentiroso nato. — Se miró las uñas. Ahora él enarcó una ceja.
— No abuses de la confianza, preciosa.
— Me gusta romper reglas, ¿sabes?
— Y a mí me gustaría romper… — No terminó de hablar cuando ella le pegó en el brazo. — ¡Auch! ¡Eso dolió!
— No abuses de la confianza. — Dijo ahora ella, burlándose de él, mientras se dirigía a unos sillones negros, escondidos por la poca luz del salón. Ezra corrió hasta llegar junto a la rubia, que ya se estaba sentando en el centro del sofá y esperaba a que él se sentara a su lado, así lo hizo.
Sunshine llevaba aproximadamente quince minutos sentada junto a un chico de ojos verdes, que no iba a mentir, la había hipnotizado enserio. De esos quince minutos, unos doce los habían utilizado para besarse con desesperación. De acuerdo, no estaba en su principal posición, sino que en el momento en el que Ezra se le había abalanzado directo a sus labios e iniciaron una sesión de make-out intensa, había pasado de estar sentada en el sofá a en el regazo del ojiverde. ¿Le incomodaba? Claro que no, pero sentía que se estaba dejando llevar demasiado, así como también no quería que se acabara jamás.
Sintió la falta de aire, y se alejó como antes lo había hecho repetidas veces. Pero cuando él quiso acercarse nuevamente a sus labios, ella puso su dedo pulgar en los suyos y lo dejo ahí, mientras la miraba desconcertado.
— ¿Algo te molestó? Si es así…
— No, no, por supuesto que no, no lo sientas. En serio, jamás me besaron de esa forma. — Habló agitada y cerró la boca al instante de la vergüenza al darse cuenta que con su comentario había levantado el ego de aquel muchacho, que ahora la miraba con simpatía, mientras dejaba entrever su hoyuelo izquierdo al sonreír de forma ladeada, aún con el pulgar de ella en sus labios.
— Tú no te quedas atrás, nena. — Rodó los ojos y suspiró. Volvía a ser el típico estúpido que sólo quería diversión. Aun así, cayó nuevamente en la trampa cuando sus ojos conectaron, y, recorriendo su rostro por completo, volvían a acercarse para continuar con lo que habían dejado.
Pero la acción se vio interrumpida en cuando una mano la agarró por el codo y un cuerpo –al que reconoció muy fácilmente- se posicionó frente a ella. Zeppelin. Pegó su mano contra su frente, mientras sólo pedía que todo acabase rápido. Podía no conocer mucho a su acompañante, pero en tan sólo horas había logrado formar una amistad con el rubio y, como él mismo le había dicho, la tomaba como casi una hermana.
Si es que no moría en la pelea.
— ¿No te bastaba con invitar a mi hermana que ya andas transándote a otra? ¿Enserio? — Estalló furioso su amigo. Mierda. Ella asomó su cabeza por detrás del hombro de Zep, a la vez que sentía como una mano la tomaba del hombro. Franklin. Doble mierda.
— Espera, ¿quién eres y por qué te metes en todo esto?
— Hermano de Prudence, mejor amigo de la señorita. — Hizo un ademán con la cabeza, refiriéndose a Sun. La nombrada negó con la cabeza: no quería ser el centro de una pelea.
— Hey, ya basta, ¿quieren tranquilizarse? — Intentó calmar las cosas, pero sólo las empeoró más. Gracias a sus reflejos logró esquivar un puñetazo que iba indirectamente a ella, queriendo ser dirigido a Ezra. Y fue el colmo.
Con la ayuda de un muy ebrio Aoi, quien se llevó a Ezra por un lado, y a ella misma, quien se llevó a Zep por el otro, lograron que esa disputa no se llevara a otro extremo. Franklin la miró reprobatoriamente, mientras se iba por el lado contrario. ¡Espera! ¿No debería estar con la chica que había invitado a salir por la tarde? Rodó los ojos; después de todo, era su hermano, ya suponía que no le prestaría ni una pizca de atención a esa chica. Pero luego se sintió mareada ante la idea de su hermano sometiendo a Ezra a un interrogatorio sin fin. Esquivó esa imagen con una sacudida de cabeza y se lo llevó fuera a su amigo.
— ¿¡En qué estabas pensando!? ¡Sabes perfectamente que pueden expulsarte, ¿o no?! — Le gritó la rubia al otro rubio. Éste evitó su mirada.
— ¿Y en qué pensabas tú cuando te besuqueaste con ese? ¡Arruinarás mi reputación!
— Zeppelin, lo que me puede importar menos ahora es tu reputación. Me habías dejado a mi merced en medio de la fiesta, te fuiste a no sé dónde con tu hermana y me dejaste a mí con Ezra. ¡Sabías perfectamente cómo es ese chico!
— También creía saber perfectamente cómo eres tú.
— Claro que lo sabes.
— No era la Sun que yo creía conocer la que vi sentada en el regazo de ese desgraciado, siendo centro de atención del lugar. — Ouch. Punto para Zeppelin.
— Quizás tengas razón… — La miró con cara de “oh, ¿en serio? ¡No me digas!” — ¡no me mires así! Bien, sí, tienes razón. Pero me deje llevar, sólo eso, lo juro.
— Bien, lo que digas. — Ella se levantó y se acomodó la minifalda. — Ya tendrás ganas de besarlo de nuevo cuando se lo cuente a tu hermano. — Lo miró alarmada cuando se levantó de su asiento y salió corriendo hacia el interior del instituto. Suspiró cansada, se quitó los zapatos y salió corriendo tras él.
Ezra ya quería salir de ese lugar. Ya casi y podía sentir el olor a hormonas adolescentes, si es que no eran las suyas. Aoi lo había llevado a la mesa de bebidas, en la que alguien tuvo la maravillosa idea de ponerle alcohol. Se tomó, por lo que recordaba, tres tragos. Pero ahora comenzaba a dudar de si no eran seis o siete. Como sea, Aoi estaba a su lado y parecía querer vomitar.
— ¿Te asustaste cuando llegó el rubio patotero para “hablar”? — Gritó el peliturquesa por sobre la música. El ojiverde rodó los ojos; no había dado dos pasos con su amigo cuando el chico con el que había visto el día anterior a Sunshine fue a hablar de su dulce e inocente hermanita. Claro, quisiera contarte que tal besa tu dulce e inocente hermanita, amigo.
— Para nada.
— ¡Esa es la actitud! — Dedujo lo que Aoi le había dicho, ya que sus palabras estaban tan arrastradas que casi no le había entendido nada. De repente sintió que algo a su lado se movía, y al girar hacia esa dirección, notó que su amigo ya no estaba allí. Esa noche estaba siendo la peor.
Pero no supo cómo ni cuándo, que se encontraba en su habitación a punto de tener relaciones con una chica a la que no recordaba su nombre. ¿Caroline? ¿Camille?
Si es que dormía.
Caitlin se encontraba bailando sola. De acuerdo, esa parte quizás no estaba en sus planes; es decir, para algo se iba en parejas. Para hacer cosas en parejas, sólo dos, juntos. Pero ya haber estado quince minutos observando a la hermana de Franklin hablar con su pareja había superado el colmo, y dejándolo sólo se había ido a la pista de baile ni bien escuchó una canción agitada. Pero la tranquilidad no duró demasiado cuando sintió unas manos en su cintura. Por inercia, se alejó rápidamente, pero rodó los ojos –por segunda vez en el día- al ver que simplemente era Duncan. El estúpido Duncan.
— ¿Solita?
— No hay que ser un genio para darse cuenta de ello. — Se cruzó de brazos y lo miró con cansancio. — ¿Qué necesitas?
— Oye, tranquila, gatita. No es necesario que te pongas a la defensiva.
— No me pongo a la defensiva.
— Claro — Suspiró, harta. — ¿Bailamos?
— No.
— ¿Por favor?
— Dije que no. — Pero Duncan no estaba a favor de hacerle caso, ya que la tomó por los hombros y se la llevó al centro de la pista. — ¿Qué…?
— Shh… cállate, miau. — Le susurró la última parte al oído, cuando ya en el centro le colocó una mano en la cadera y la otra, tomándole la suya, la puso en su pecho. Se movían lentamente en el lugar, siguiendo el mismo ritmo. Caitlin, que hasta ahora estaba tensa, se acomodó en el hombro del chico. Aspiró el aroma a hombre que emanaba; por sólo minutos, la hizo sentir en su casa. — Un dólar por tus pensamientos.
— Sólo… pensaba en que me si-sien… — Tartamudeó por la falta de espacio entre los dos en cuanto levantó la mirada. Rápidamente se alejó. — Lo siento, tengo que irme.
— ¿Qué? ¿Cómo en “la Cenicienta” a la medianoche tu vestido se convertirá en un trapo sucio? — Dijo él, con una sonrisa ladeada en el rostro, en cuanto tomó su mano para que no se fuera. Cerró los ojos al sentir un hormiguero en esa zona. Se giró a él con brusquedad mientras se liberaba de su agarre.
— Lo siento, tengo que irme. — Repitió, esta vez irritada. Y se fue corriendo; vaya escena, pero tenía que hacerlo antes de que empezara a sentir otras cosas, de las que seguramente estaría sumamente arrepentida.
Duncan salió de la pista de baile enojado. ¿Quién se creía? ¡Después de ese genial momento! Habían hablado como personas civilizadas, cosa que rara vez sucedía, un una vez que lo hacía ella sólo se iba. Comenzaba a pensar que esa mujer estaba por completo chiflada. Pero bien que te gusta esa chiflada, su interior le gritó. Se paró en seco, y enseguida retomó el camino; ¡claro que no! ¡Ni en sus más locos sueños! Sólo quería fastidiarla, sólo eso.
Salió afuera y tomó un cigarrillo, como esa tarde lo había hecho, Intentó mantener una cuenta de cuantos cigarros había consumido en el día, pero no podía. Y la razón de esa desconcentración era clara; Caitlin. En serio, jamás terminaría de entender a las mujeres.
— Te tiré, lo siento. — Rio tan fuerte que a él le asustó.
— Me di cuenta, idiota, ¿cómo estás? — Lo abrazó, aún tirados encima de las frías baldosas. El ojiverde iba a responder cuando se escuchó una falsa tos, más imitando un carraspeo, por parte del peliazul que tenían en frente. Nova se puso rápido de pie y lo ayudó a él a levantarse. Con tal fuerza que casi se cae nuevamente encima de ella. Lo miraba especialmente a Ezra con un recelo muy poco sutil.
— Aoi, ¿cierto? Creo que ya nos conocíamos.
— Oh, sí, lo recuerdo. Estuviste a punto de desmayarte. A mis pies. Luego de hablar con una chica.
— Bueno… — Nova lo miró, arrugando la nariz, como si algo no le resultara común. — ¿ustedes de dónde se conocen?
— Más bien ustedes de dónde se conocen. — Aoi habló sin vergüenza y directo a lo que le interesaba cosa que lo sorprendió. Se aclaró la garganta antes de hablar.
— Mejores amigos desde… que tengo conciencia, creo. — Medio rio al decir eso y giró su vista hacia Nova, que sólo miraba a Aoi. Le dio un codazo en las costillas, muy leve, y se alarmó al sentirlas tanto. Pero no deparó en ello.
— Sí, eso que dijo. — Ella rio, pese a que aún parecía no darse cuenta de lo que hablaban. Y fue entonces cuando Ezra se dio cuenta de que estaba de más en esa conversación, y que si no abandonaba antes que lo hiciera Aoi, probablemente Nova se enojara. Aprovechó el hecho de que una linda rubia pasaba frente a ellos, saltando al ritmo de una música que no escuchaba ya que usaba auriculares, y le dio un beso en la cabeza a Nova y una palmada en el pecho a Aoi, sin decir nada, se fue tras la blonda algo infantil.
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Sun había pasado una maravillosa tarde… leyendo libros. La realidad era que no tenía ánimos para recorrer el edificio completo de TAD, de forma que al menos supiera el camino desde el comedor hasta su cuarto. Sí, quizás hubiera sido muy útil, de no ser porque la menor de los Ferguson no se caracterizaba por ser enérgica, sino más bien una lectora dedicada. O una clase de nerd con amigos.
Pero de todas formas, ya casi terminando la tarde cuando las chicas que planeaban pasarse horas arreglándose entraron a sus cuartos para ya iniciar lo que sería probablemente la noche de sus vidas, ella pensó en salir un rato a respirar algo más que no fuera el aire comprimido en su habitación, y dejándole lugar a sus compañeras de cuarto, quienes se mostraban muy emocionadas.
— ¿Planeas quedarte toda la noche ahí tirada? —Preguntó Cameron, observándola desde su cama. Sunshine negó con la cabeza.
— Ni siquiera tengo pareja.
— Tampoco ibas a conseguir una encerrada todo el día aquí.
— De acuerdo, me iré y les dejaré espacio para que se preparen. —Se fue directo a la puerta y salió de allí.
— ¡Rompe corazones! —Le gritaron, a lo que ella sólo rio.
La rubia no se sentía muy activa; si pudiera, dormiría una siesta de diez años. Sí, quizás no debería haberse quedado leyendo libros desde muy temprano hasta hacía sólo minutos, pero no tenía otros planes más útiles que alimentar su cerebro con las maravillosas frases de libros fantásticos.
Y con ese pensamiento en su mente, observó a lo lejos una enorme puerta con un cartel encima en el que titulaba “Biblioteca”. Miró a los costados, buscando a alguna de sus amigas para que no le reprocharan nada si la veían entrar ahí y despacio entró. Al ver la gran cantidad de libros que había respiró hondo, y el olor a viejo inundó sus fosas nasales.
Lo primero que hizo fue pasar por las distintas secciones hasta llegar a la de ciencia ficción, que era en esos momentos lo tenía ganas de leer. Y se llevó la sorpresa de encontrar a alguien más ahí; un rubio, alto, y muy guapo –Sunshine no era de esas que se negaban ante todo, claro que le parecía lindo- revisaba con rapidez los libros de la última fila. No pudo evitar reír en cuanto escuchó el grito de frustración acumulada, y eso atrajo la atención del extraño.
— ¿Puedo ayudarte en algo? — Se ofreció a ayudar. No siempre se encontraba un lector masculino.
— Yo… sí, quizás si podrías — Se rascaba la nuca. Pero tal y como si Sun hubiera hablado en vos alta, el extraño rubio se irguió y puso sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. — Busco un libro de… tu sabes — Le guiñó un ojo, y ella no ocultó su cara de confusión. Él rodó los ojos y suspiró. — ¿sexo? ¿Te suena?
— Oh, sí, claro. — Sun asintió repetidas veces. Él esperó la respuesta. — En las columnas de la derecha, caminas a lo largo de dos filas y doblas en la puta que te parió, imbécil.
Él se quedó con la boca abierta, pero fueron sólo cuestión de segundos para que comenzara a reír. Ahora fue ella la que rodó los ojos y se estaba dando la vuelta para largarse de allí; sin libro y con bronca. Pero él la tomó del codo y con tanta fuerza que no pudo salir.
— Suéltame, ¿no entendiste que…? — No la dejó terminar.
— Oye, espera nena, me has hecho el día — Se tomó otro medio minuto para terminar de reír. — Me llamo Zeppelin, pero sólo por ser tú puedes llamarme Zep.
— ¿Estás… coqueteando conmigo?
— No, para nada, de verdad que no. — Zeppelin agitó las manos en el aire, indicando negación. Sunshine finalmente cedió, y se quedó con él.
— Me llamo Sunshine, puedes llamarme como quieras.
— De acuerdo, Como Quieras — Ella rio por lo malo del chiste. —Te lo haré fácil, ¿tienes pareja para el baile?
— No, aunque tampoco sé si ir…
— Oh, por favor, ve conmigo. Enserio tengo ganas de ir y no tengo pareja, ¿te imaginas, alguien como yo, sólo en un baile como ese? ¡Qué desastre!
— Oye, ya pequeño Divo. Deja de comportarte como una chica, ¿qué problema hay en ir sólo?
— ¿Perdón? ¡No tiene sentido, es un baile de San Valentín!
— De todas formas, al final del baile me encontraré yo sola y tú con una chica descansando en tu cama.
— ¿Tan poca fe me tienes que apuestas por solamente una?
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El mayor de los Wayland caminaba cabizbajo por los pasillos de la institución. Estaba enserio abrumado ante la idea de tener que asistir a un baile. Ya bastante tenía con las estúpidas reglas que implementaron los directores, y era lo suficientemente irritable como para tener que ir con una chica y que ésta le contara sus problemas. De verdad, ¿no podían simplemente evitar esa parte?
Había pasado toda su mañana suspirando, y cuando creyó que su suerte con las chicas se esfumaba poco a poco, encontró el escenario perfecto para invitar a una linda muchacha al baile; sentada en un tapete, haciendo yoga, se encontraba una joven de cabello castaño y facciones finas. Perfecta, pensó. ¿Para qué le servía mentir? La chica estaba buenísima. Pero en cuanto comenzaron a hablar no pudo ocultar su desconcierto: había arreglado una cita con una completa perfeccionista en todo. Lo que faltaba.
Ahora, sólo le faltaba arreglarse de acuerdo a la estúpida lista que le había dado Margaret. Se lo pensó mejor; no, claro que no le haría caso. Sonrió ante la idea de la ojiazul molesta con él. Oh, no se lo perdería por nada.
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Caitlin se encontraba raramente amigable. Desde que aquel chico, Franklin, la había invitado al baile, no podía dejar de sonreír: y se odió por ello. No era como si sintiera cosas por el rubio, rotundamente no. Pero sentirse aceptada estaba bien, y hacía tanto tiempo no lo hacía.
Decidió ponerse un lindo vestido. Tener tanto tiempo esos pantalones skinny ya le daba nauseas, el hecho de no sentir circular la sangre por sus piernas ya la estaba matando. Rodó los ojos, frustrada, cuando se dio cuenta de que debería ver al tal Duncan en la fiesta; ese chico le molestaba en cualquier aspecto.
Sacó una prenda color negro del armario. Era perfecta, y esperaba lucirse con ella esa noche. Sonrió al imaginar todo lo que podría pasar esa noche. Definitivamente amaba TAD.
***
En cuanto entró en el salón junto a Zep, por inercia, se acercó aún más a él; ya era un descontrol, y ni siquiera era medianoche.
— Asusta un poco, ¿verdad? — Sun sólo pudo asentir. — Ya te acostumbrarás. Ven, toma algo. — Dijo, cuando se habían acercado a mesa de las bebidas. Le pasó un vaso pequeño a ella, y otro se lo tomó él de un simple trago. Al ver su cara y sus pupilas dilatarse dudó un poco si tomar o no el contenido de su vaso. — No hace nada, tranquila.
— Ya sé. — Observó su vaso con deliberada desconfianza y lo tomó, aún insegura, imitando la forma de tragar de su amigo.
— ¡Lo has hecho muy bien! — Le sonrió, como si hubiera aprendido a manejar una bicicleta y él fuera su instructor. Pero su mirada se ensombreció tan rápido que le dio un poco de miedo. Se giró hacia donde él miraba y notó como la sangre se le acumulaba en los pómulos. ¿Qué te sucede, Sunshine? ¡Siempre con el mentón en alto!
No le sorprendió ver entrar a Ezra Cartairs con una chica a la fiesta –claro que no, hacía sólo un día que se encontraba allí y los rumores corrían-, pero que fuera Prudence, la hermana pequeña de Zeppelin, le asombró. Lo que se te viene, pequeña Prud.
— Sun, ven conmigo. — Ambos rubios se acercaron a la pareja que entraba riendo. Frunció el ceño: ¿qué era tan divertido? — ¿Qué haces con él, Prudence?
— ¡Que Prud suena mucho más lindo, tonto! — Zep, como era de esperarse, rodó los ojos.
— Nosotros dos vamos a hablar seriamente. — La tomó del codo y se la llevó de allí. Sun pudo distinguir un “¿me comprarás el pony que te he pedido desde los diez?” y rio.
Pero la risa se esfumó cuando recordó a quien tenía enfrente. Intentó que no se le notara el nerviosismo; si tenía suerte, pasaría un buen rato.
— ¿Bailarías conmigo si te lo pidiera?
— No lo sé… ¿me convi…? — Pero la rubia no pudo terminar de hablar, cuando Ezra la tomó de la mano y la jaló hasta la pista de baile. — No me quedaba opción, ¿verdad?
— No, claro que no, eres muy inteligente. — Ella rodó los ojos y él se limitó a sonreír, mientras le colocaba sus manos en la cintura, acercándola más a él. La pelirubia pasó sus manos por el cuello, hipnotizada por el verde intenso de sus ojos.
***
Notaba como alrededor suyo todos la estaban pasando genial; estaban absolutamente borrachos, y lo agradecía mucho ya que no quería que sólo se los quedaran observando por ser los únicos… acaramelados. La música era perfecta; “You’re Beautiful”, de James Blunt sonaba por los enormes parlantes, mientras un DJ parecía dormir más que estar a cargo de la musicalización. No le importó nada, ni que hubiera gente vomitando, ni que algunos durmieran en el piso, ni que estuvieran siendo escandalosos. Apoyó su mentón en la cabeza de Sunshine y cerró los ojos, aspirando el aroma a flores que emanaba.
— ¿Ezra?
— Dime…
— ¿Crees en el amor a primera vista? — Y, aunque le costara admitirlo, esa pregunta lo descolocó un poco, y sintió como su estómago de retorcía y cosquilleaba.
¿Qué me pasa?
— Yo… uhm… — Odió sentirse tan inseguro. Se aclaró la garganta y habló fuerte. — No, vaya estupidez. — Sintió como el cuerpo que tenía debajo colocaba la cabeza en su hombro derecho y suspiraba. Se odió mucho más que antes. — No quería… es decir, sé que…
— No te preocupes, no esperaba otra cosa. — Su cuerpo se agitó un poco, como si estuviera riendo amargamente. Él cerró los ojos, ¿por qué se sentía tan mal con esas palabras?
— Lo siento. — Estúpido, estúpido, estúpido.
— No lo sientas, no tienes por qué. Me gusta que sean sinceros — Se alejó de él, por lo que extrañó su cercanía. Enserio, ¿qué te sucede y por qué sientes un hormiguero en donde ella estuvo hace segundos? — Ya sabes, hoy en día ya no sabes qué creer.
— Se me hace que estás hablando desde un punto personal…
— Es muy obvio, ¿no? — Rio. Oh, por favor, sigue riendo una eternidad más, hazme feliz. No. ¿¡Qué!?
— No lo creas, es sólo que soy un detector de mentiras. — Le guiñó un ojo. Sun enarcó una ceja.
— ¿Ah, sí? — Asintió repetidas veces. — Supongo que porque eres un mentiroso nato. — Se miró las uñas. Ahora él enarcó una ceja.
— No abuses de la confianza, preciosa.
— Me gusta romper reglas, ¿sabes?
— Y a mí me gustaría romper… — No terminó de hablar cuando ella le pegó en el brazo. — ¡Auch! ¡Eso dolió!
— No abuses de la confianza. — Dijo ahora ella, burlándose de él, mientras se dirigía a unos sillones negros, escondidos por la poca luz del salón. Ezra corrió hasta llegar junto a la rubia, que ya se estaba sentando en el centro del sofá y esperaba a que él se sentara a su lado, así lo hizo.
***
Sunshine llevaba aproximadamente quince minutos sentada junto a un chico de ojos verdes, que no iba a mentir, la había hipnotizado enserio. De esos quince minutos, unos doce los habían utilizado para besarse con desesperación. De acuerdo, no estaba en su principal posición, sino que en el momento en el que Ezra se le había abalanzado directo a sus labios e iniciaron una sesión de make-out intensa, había pasado de estar sentada en el sofá a en el regazo del ojiverde. ¿Le incomodaba? Claro que no, pero sentía que se estaba dejando llevar demasiado, así como también no quería que se acabara jamás.
Sintió la falta de aire, y se alejó como antes lo había hecho repetidas veces. Pero cuando él quiso acercarse nuevamente a sus labios, ella puso su dedo pulgar en los suyos y lo dejo ahí, mientras la miraba desconcertado.
— ¿Algo te molestó? Si es así…
— No, no, por supuesto que no, no lo sientas. En serio, jamás me besaron de esa forma. — Habló agitada y cerró la boca al instante de la vergüenza al darse cuenta que con su comentario había levantado el ego de aquel muchacho, que ahora la miraba con simpatía, mientras dejaba entrever su hoyuelo izquierdo al sonreír de forma ladeada, aún con el pulgar de ella en sus labios.
— Tú no te quedas atrás, nena. — Rodó los ojos y suspiró. Volvía a ser el típico estúpido que sólo quería diversión. Aun así, cayó nuevamente en la trampa cuando sus ojos conectaron, y, recorriendo su rostro por completo, volvían a acercarse para continuar con lo que habían dejado.
Pero la acción se vio interrumpida en cuando una mano la agarró por el codo y un cuerpo –al que reconoció muy fácilmente- se posicionó frente a ella. Zeppelin. Pegó su mano contra su frente, mientras sólo pedía que todo acabase rápido. Podía no conocer mucho a su acompañante, pero en tan sólo horas había logrado formar una amistad con el rubio y, como él mismo le había dicho, la tomaba como casi una hermana.
Si es que no moría en la pelea.
— ¿No te bastaba con invitar a mi hermana que ya andas transándote a otra? ¿Enserio? — Estalló furioso su amigo. Mierda. Ella asomó su cabeza por detrás del hombro de Zep, a la vez que sentía como una mano la tomaba del hombro. Franklin. Doble mierda.
— Espera, ¿quién eres y por qué te metes en todo esto?
— Hermano de Prudence, mejor amigo de la señorita. — Hizo un ademán con la cabeza, refiriéndose a Sun. La nombrada negó con la cabeza: no quería ser el centro de una pelea.
— Hey, ya basta, ¿quieren tranquilizarse? — Intentó calmar las cosas, pero sólo las empeoró más. Gracias a sus reflejos logró esquivar un puñetazo que iba indirectamente a ella, queriendo ser dirigido a Ezra. Y fue el colmo.
Con la ayuda de un muy ebrio Aoi, quien se llevó a Ezra por un lado, y a ella misma, quien se llevó a Zep por el otro, lograron que esa disputa no se llevara a otro extremo. Franklin la miró reprobatoriamente, mientras se iba por el lado contrario. ¡Espera! ¿No debería estar con la chica que había invitado a salir por la tarde? Rodó los ojos; después de todo, era su hermano, ya suponía que no le prestaría ni una pizca de atención a esa chica. Pero luego se sintió mareada ante la idea de su hermano sometiendo a Ezra a un interrogatorio sin fin. Esquivó esa imagen con una sacudida de cabeza y se lo llevó fuera a su amigo.
— ¿¡En qué estabas pensando!? ¡Sabes perfectamente que pueden expulsarte, ¿o no?! — Le gritó la rubia al otro rubio. Éste evitó su mirada.
— ¿Y en qué pensabas tú cuando te besuqueaste con ese? ¡Arruinarás mi reputación!
— Zeppelin, lo que me puede importar menos ahora es tu reputación. Me habías dejado a mi merced en medio de la fiesta, te fuiste a no sé dónde con tu hermana y me dejaste a mí con Ezra. ¡Sabías perfectamente cómo es ese chico!
— También creía saber perfectamente cómo eres tú.
— Claro que lo sabes.
— No era la Sun que yo creía conocer la que vi sentada en el regazo de ese desgraciado, siendo centro de atención del lugar. — Ouch. Punto para Zeppelin.
— Quizás tengas razón… — La miró con cara de “oh, ¿en serio? ¡No me digas!” — ¡no me mires así! Bien, sí, tienes razón. Pero me deje llevar, sólo eso, lo juro.
— Bien, lo que digas. — Ella se levantó y se acomodó la minifalda. — Ya tendrás ganas de besarlo de nuevo cuando se lo cuente a tu hermano. — Lo miró alarmada cuando se levantó de su asiento y salió corriendo hacia el interior del instituto. Suspiró cansada, se quitó los zapatos y salió corriendo tras él.
***
Ezra ya quería salir de ese lugar. Ya casi y podía sentir el olor a hormonas adolescentes, si es que no eran las suyas. Aoi lo había llevado a la mesa de bebidas, en la que alguien tuvo la maravillosa idea de ponerle alcohol. Se tomó, por lo que recordaba, tres tragos. Pero ahora comenzaba a dudar de si no eran seis o siete. Como sea, Aoi estaba a su lado y parecía querer vomitar.
— ¿Te asustaste cuando llegó el rubio patotero para “hablar”? — Gritó el peliturquesa por sobre la música. El ojiverde rodó los ojos; no había dado dos pasos con su amigo cuando el chico con el que había visto el día anterior a Sunshine fue a hablar de su dulce e inocente hermanita. Claro, quisiera contarte que tal besa tu dulce e inocente hermanita, amigo.
— Para nada.
— ¡Esa es la actitud! — Dedujo lo que Aoi le había dicho, ya que sus palabras estaban tan arrastradas que casi no le había entendido nada. De repente sintió que algo a su lado se movía, y al girar hacia esa dirección, notó que su amigo ya no estaba allí. Esa noche estaba siendo la peor.
Pero no supo cómo ni cuándo, que se encontraba en su habitación a punto de tener relaciones con una chica a la que no recordaba su nombre. ¿Caroline? ¿Camille?
¿Qué te importa? ¡Tiene vagina, campeón! ¡Ésta noche dormirás bien!
Si es que dormía.
***
Caitlin se encontraba bailando sola. De acuerdo, esa parte quizás no estaba en sus planes; es decir, para algo se iba en parejas. Para hacer cosas en parejas, sólo dos, juntos. Pero ya haber estado quince minutos observando a la hermana de Franklin hablar con su pareja había superado el colmo, y dejándolo sólo se había ido a la pista de baile ni bien escuchó una canción agitada. Pero la tranquilidad no duró demasiado cuando sintió unas manos en su cintura. Por inercia, se alejó rápidamente, pero rodó los ojos –por segunda vez en el día- al ver que simplemente era Duncan. El estúpido Duncan.
— ¿Solita?
— No hay que ser un genio para darse cuenta de ello. — Se cruzó de brazos y lo miró con cansancio. — ¿Qué necesitas?
— Oye, tranquila, gatita. No es necesario que te pongas a la defensiva.
— No me pongo a la defensiva.
— Claro — Suspiró, harta. — ¿Bailamos?
— No.
— ¿Por favor?
— Dije que no. — Pero Duncan no estaba a favor de hacerle caso, ya que la tomó por los hombros y se la llevó al centro de la pista. — ¿Qué…?
— Shh… cállate, miau. — Le susurró la última parte al oído, cuando ya en el centro le colocó una mano en la cadera y la otra, tomándole la suya, la puso en su pecho. Se movían lentamente en el lugar, siguiendo el mismo ritmo. Caitlin, que hasta ahora estaba tensa, se acomodó en el hombro del chico. Aspiró el aroma a hombre que emanaba; por sólo minutos, la hizo sentir en su casa. — Un dólar por tus pensamientos.
— Sólo… pensaba en que me si-sien… — Tartamudeó por la falta de espacio entre los dos en cuanto levantó la mirada. Rápidamente se alejó. — Lo siento, tengo que irme.
— ¿Qué? ¿Cómo en “la Cenicienta” a la medianoche tu vestido se convertirá en un trapo sucio? — Dijo él, con una sonrisa ladeada en el rostro, en cuanto tomó su mano para que no se fuera. Cerró los ojos al sentir un hormiguero en esa zona. Se giró a él con brusquedad mientras se liberaba de su agarre.
— Lo siento, tengo que irme. — Repitió, esta vez irritada. Y se fue corriendo; vaya escena, pero tenía que hacerlo antes de que empezara a sentir otras cosas, de las que seguramente estaría sumamente arrepentida.
***
Duncan salió de la pista de baile enojado. ¿Quién se creía? ¡Después de ese genial momento! Habían hablado como personas civilizadas, cosa que rara vez sucedía, un una vez que lo hacía ella sólo se iba. Comenzaba a pensar que esa mujer estaba por completo chiflada. Pero bien que te gusta esa chiflada, su interior le gritó. Se paró en seco, y enseguida retomó el camino; ¡claro que no! ¡Ni en sus más locos sueños! Sólo quería fastidiarla, sólo eso.
Salió afuera y tomó un cigarrillo, como esa tarde lo había hecho, Intentó mantener una cuenta de cuantos cigarros había consumido en el día, pero no podía. Y la razón de esa desconcentración era clara; Caitlin. En serio, jamás terminaría de entender a las mujeres.
- Spoiler:
- Fueron diez páginas, 3865 palabras u.u
Me cansé, en serio, ésta semana fue algo movida para mi y me había olvidado de que tenía que subir capítulo. Soy una irresponsable total. Me acordé el viernes por la noche xd, y aquí está. Buenas noches
irwin.
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