✞ ♡♥ LOVE IS WRITTEN WITH BLOOD (Harry Styles) ♥♡ ✞

Abrí los ojos hostigada por la insistente alarma del reloj despertador. Me sentí desorientada…. “Ha sido sólo un sueño”, me dije a mi misma. Aliviada, comencé a reír estúpidamente…

Pero momentos después guardé silenció, observando a mi alrededor, sintiendo el frío de la cerámica en mis piernas, que seguían cubiertas con la falda beige que me había puesto el día anterior… Seguía recostada sobre el suelo, pero inmediatamente me incorporé; desconsolada, sintiendo como se me estrujaba el corazón. Todo seguía hecho un completo desastre… Y lógicamente; mi collar no estaba… Me llevé las manos al cuello, ofuscando la falsa sensación de tenerlo adherido a mi garganta, y en silencio, dejé que una lágrima abatida rodara a través de mi mejilla. La limpié rápidamente con mi pulgar. Con un nudo en la garganta me dirigí a la puerta del baño, tan blanca como siempre. 

Me miré en el espejo y tragué en seco, sendas rutas de lágrimas que se habían secado se marcaban por todo mi rostro dando indicios de que había estado llorando. Abrí el grifo, tomé un poco de agua entre mis manos y la llevé a mi rostro, sintiendo el fresco recorrer mi semblante. Todo había ocurrido tan rápido. La alarma sonaba a las 6:45 a.m., había dormido menos de una hora, y las enormes ojeras moradas debajo de mis ojos afligidos eran claras señales de falta de sueño que hasta un ciego notaría. 

Me duché rápidamente y por primera vez en mi vida me puse un poco de maquillaje debajo de los ojos, para que mi cansancio no se percibiera tan fácilmente, aunque no sirvió absolutamente de nada. Me retoqué el escaso labial sonrosado que siempre aplicaba sobre mis labios, y suspiré planchando la falda con mis manos. 

Salí y me introduje en el auto para después arrancar torpemente. Iba lo más lento que puede ir un vehículo a través de la autopista, veía a los demás aventajarme en la más mínima oportunidad, y en realidad solamente lo estaba demorando, porque no quería llegar al instituto, no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie, pero no podía faltar, hoy hay un examen periódico de matemáticas sin reposición que equivale al diez por ciento de la nota final del trimestre y no permitiría que nada, por más doloroso que fuese, evitara que yo saliera adelante con mis estudios; sé que así lo hubiesen querido mis padres, lo hago por ellos. Sé que estarían orgullosos, al igual que mi tía. 

Ya iba a mitad de camino, era muy temprano... Cuando un individuo solitario a un lado de la carretera llamó mi atención… Quise pasar de largo, pero mi conciencia me lo impidió y frené en seco a su lado. Él se detuvo y miró hacia mi auto con gesto de confusión. Al parecer no sabía que se trataba de mí. Bajé el cristal polarizado de la ventana y le hablé suavemente, pero de forma imperativa, se trataba más de una orden que de una pregunta.

 

-Oye, rubio, ¿quieres que te lleve? -Le dije con una amplia sonrisa, guiñándole mi ojo derecho-.

 

Sus mejillas se tiñeron de un intenso color carmesí. Yo lo observé atentamente mientras él arqueaba una de las oscuras cejas y soltaba una risa nerviosa. Sin más que decir se subió a mi auto en el asiento del copiloto. Me mordí el labio sin apartar la vista del volante y arranqué apresuradamente. 

Mantuvimos un silencio súbito el resto del camino, hasta que nos encontramos frente a la entrada del instituto y dejé el auto a un lado en el estacionamiento. Apenas me detuve él bajo rápidamente. Yo esperaba que saliera corriendo hacia el salón de clases sin siquiera darme las gracias, pero no fue así. Se quedó allí de pie, esperando a que yo bajara del auto. Saqué las llaves y salí, cerrando con seguro. Caminé hacia su lado y le sonreí.

 

-Gracias por traerme, ______... -Comentó. Sus encantadores ojos azules me observaban dulcemente-.

 

-No hay de que, Niall... Perdona si te pregunto, pero… ¿Dónde están esos muchachos que siempre están contigo? -Inquirí nerviosa-.

 

El oji-azul me miró serio y yo me arrepentí de haberme involucrado en lo que no me corresponde. Él vaciló por unos instantes hasta que, por fin, se decidió a contestarme.

-Es que hoy se han ido más temprano y me he quedado en casa terminando un trabajo para la clase de Humanidades-.

 

-Comprendo… -Respondí no muy convencida-.

Ni de coña le creo esa mentira.

Comenzamos a caminar hacia el salón. Probablemente sus clases coincidían con las mías porque no se separó de mí ni por un instante, aunque de nuevo se formó un silencio incómodo hasta que llegamos. 

En una mesa al fondo se encontraban sentados los otros cuatro jóvenes con el semblante condensado en un mar de pensamientos que yo desconocía. Al vernos al de cabellos dorados y a mí juntos abrieron levemente los ojos. Exceptuando a aquel misterioso rizado, que nos observaba de forma vacía con sus hipnotizantes ojos verdes y la mandíbula tensa, apretando los dientes robustamente. Sus carnosos labios mantenían una ligera curva que exponía la presencia de algún desesperado y silencioso mensaje indescifrable. Y su gesto era impasible; completamente neutral. No manifestaba ninguna clase de emoción interna y sólo nos miraba con total escrúpulo. Pero cómo siempre; había algo oculto a través de sus intensos ojos aceituna. Y yo, respondiendo ante un impulso adyacente, me lancé deliberadamente a los brazos del imprevisto joven a mi lado, que reaccionó ruborizándose con intensidad y lentamente me envolvió con sus brazos, titubeando con perplejidad. Sin darme cuenta y sin siquiera saber la razón, me encontraba abrazando calurosamente a aquel, casi desconocido, joven de ojos azules, mientras miraba de reojo al castaño oji-verde, que por un instante permitió ver disgusto y estupefacción, ilógicos y enigmáticos en su semblante, tan incomprensibles como mi repentino abrazo. Después de unos momentos me separé suavemente del enrojecido pelirrubio y caminé hacia mi silla a un lado del salón, dejándolo completamente desconcertado y sintiendo la mirada penetrante del castaño a mis espaldas, mientras los tres restantes circunspectos nos observaban con expresión divertida. Oh, dulce, dulce venganza.

Las clases transcurrieron lentamente. Era indudable que reprobaría el examen de Matemáticas, y en lecciones de Biología estaba más que perdida, con la cabeza dando vueltas en un mundo que ni yo misma reconocía… Me sorprendía haber descubierto y sufrido tantas cosas inexplicables en un día y medio… Y que todo comenzó cuando aparecieron esos cinco sujetos tan misteriosos e incomprensibles, tanto para mí como para los demás, pero estaba claro que a mí era a quien más me afectaba su enigmático comportamiento. Tampoco comprendía la razón de mi actitud esta mañana… Fue algo meramente impulsivo… Niall se veía completamente confundido… Y, bueno… Los demás muchachos sólo nos observaban atentamente, como si esperaran que de pronto la historia diese un vuelco y me metiese en un embrollo con esos dos gilipollas…. 

¿¡Pero qué digo…!? Si ni siquiera los conozco… −Suspiré con pesadez. 

Algo muy extraño está sucediendo aquí… Y voy descubrir qué es.

La campana resonó potentemente y me levanté para dirigirme a la cafetería. De nuevo, me senté en una mesa en el fondo del lugar y me dediqué a beber otra lata de soda, mientras miraba fijamente a los campos que se observaban a la distancia con la mente en otro rumbo.

 

-Eh, _____, ¿estás bien? Dijiste ayer que me alcanzarías y no lo hiciste. Estaba preocupado por ti. -Sentí una intensa vergüenza y me mordí el labio inferior-.

Cómo lo pude olvidar.  Qué tonta, tonta, tonta fuiste, _____. −Me reproché a mí misma.

-Lo siento mucho, Logan. Verás… Es que he estado algo preocupada por los trabajos del semestre, y lo olvidé. Lo lamento tanto. -Escuchaba mi voz quebrarse con cada palabra, pero me reprimí-.

 

Bajé la mirada, cohibiendo el deseo de llorar. Estuve a punto de estallar y contarle entre lágrimas todo lo que me había ocurrido, pero me contuve y sentí su mano tomar la mía cariñosamente.

 

-¿Estás bien? Siento que te sucede algo más que sólo exceso de trabajo. Sabes que puedes contarme lo que sea. -Dijo dedicándome una sincera sonrisa-.

 

Yo acerqué mi mano a su mejilla y la recorrí con mi dedo pulgar, sintiendo el calor de su piel transferirse a la yema de mis dedos. Y le sonreí lo más dulcemente que pude en esos momentos. Él me miró curioso.

 

-Estoy bien, Logan. No te preocupes. Es más, hace mucho que no salimos, el horario termina a las tres, ¿qué te parece si pasas por mí en la tarde para ver una película? La que tú quieras-.

 

Sus profundos ojos azules se iluminaron y me sonrió ampliamente. 

 

-Está bien, paso por ti a las cinco. Ahora me voy, tengo un proyecto de Química y tengo que llegar al laboratorio antes que los estudiantes de primer año. Nos vemos-.

 

Y dicho esto me guiñó un ojo y corrió hacia el salón de Física y Química. Yo me quedé allí, preguntándome por qué no le había dicho la verdad.

Me mantuve un largo período de tiempo mirando al vacío, pensando una y otra vez en todo lo ocurrido durante esos dos días. 

Dejé que mi mirada recorriera el lugar, esperando encontrar algo interesante que observar o con que distraerme, pero inesperadamente, tropezó con la de aquel seductor castaño oji-verde sentado en una mesa al otro lado de la cafetería, con el resto de los jóvenes que siempre lo acompañaban. Me observaba de manera firme, con sobriedad, pero persistentemente. Lo miré confundida. Al percibir mi desconcierto, volvió su mirada hacia un lado con total naturalidad, pero de forma fría y visiblemente cortante, y entabló una conversación con el castaño de ojos azules. Yo restituí mi mirada a mi lata de soda a medio beber y me quedé inmóvil unos momentos, con mil preguntas en la mente, divagando sobre la razón de su constante vigilancia.

Unos minutos después, una cautivante voz conocida me sacó de mis pensamientos.

 

-Hola, _____-.

 

Tragué saliva y volteé hacia un lado encontrándome con esos encantadores ojos azules. Me sonrió tiernamente y de nuevo sus mejillas se encendieron.

 

-No tienes idea de lo tierno que te ves cuando te sonrojas. -Escupí sin pensar y sonreí juguetona-.

 

El abrió la boca ligeramente, estupefacto. Mientras todo su rostro tomaba un intenso color escarlata y me miró con expresión acalorada. Después desvió su mirada hacia la entrada de la cafetería y me habló con incertidumbre.

 

-Yo me preguntaba… Si te gustaría ser mi compañera en el trabajo de Biología… Verás… Es que hay que realizar una investigación en parejas sobre los tipos de aparatos que….-.

 

-Está bien. Haré el trabajo contigo, Niall. -Lo interrumpí dulcemente-.

 

-Oh… ¿En serio? -Me observó incrédulo-.

 

-Claro. -Respondí con una sonrisa-.

 

-Entonces… Nos vemos en tu casa a las cinco para empezar…. ¿Te parece?-.

 

-Me encantaría… Pero hoy no puedo… Saldré con un amigo… -Aludí tristemente-.

 

-Comprendo… -Por un momento guardó silencio y pude ver la desilusión en sus grandes ojos azules-.

 

-Pero podemos vernos mañana. -Le dije con una sonrisa-.  En mi casa a las cuatro de la tarde, te espero-.

Llevé mi mano a su sedosa cabellera dorada y la acaricie con delicadeza, apreciando como las finas hebras se deslizaban entre mis dedos. Él levantó la mirada y me observó esmeradamente, con ese acostumbrado tono rojizo tiñendo sus mejillas. Saqué un cuaderno de mi bolso y le arranqué un trozo de papel, apunté mi dirección y se la entregué al oji-azul. Él leyó cuidadosamente y me dirigió una de sus brillantes sonrisas, para después irse sin pronunciar palabra. −Tragué en seco y comencé a pensar… ¿Y ahora…? ¿Qué se supone que haga....?....

El día transcurría lento, dándome tiempo para pensar en lo que haría esta tarde, y la de mañana.

En todo el día no volví a encontrarme con aquellos misteriosos personajes que aparecieron hacía dos días ya. Es como si desaparecieran, pero está más que claro que se trata del simple hecho de que sus clases no coinciden con las mías (o al menos eso quiero pensar), son demasiado extraños para comprenderlos y por tanto es impredecible lo que estén o no estén haciendo.

Al acabar la jornada caminé al estacionamiento, miré mi reloj, las 3: 15 p.m., mi cita con Logan era a las cinco, así que me subí a mi automóvil y arranqué rápidamente. Al llegar a casa dejé mi mochila a un lado y me duché, para después secar mi cabello y hurgar en mi viejo y barnizado armario de madera, buscando algo de ropa que ponerme. Al final me decidí por una camiseta de botones y mangas hasta los codos de color azul marino, unos vaqueros y mis converse azules. 

Eran las 5:02 p.m., cuando tocaron a la puerta, tomé mi bolso y salí. Logan me esperaba, vestido con un pantalón de mezclilla negro, sus típicas converse oscuras y una camiseta gris de algodón con unos cuantos botones desabrochados en la parte del cuello, dejando a la vista sus impresos abdominales. Lo miré fijamente, extremando la atención en un examen a lo largo de todo su cuerpo, él arqueó una de sus cejas y me miró con expresión divertida, con un brillo insinuante en sus ojos azulinos.

-Cerdo. -Le dije entre risas, apretando ligeramente los dientes-.

El sonrió, mordiendo tentadoramente sus sonrosados labios. Corrí hacia donde estaba y lo apresé en un profundo abrazo.

Abrió la puerta del copiloto de su Chevy Nova 1977 y con un gesto de sus manos me invito a pasar. Me senté y él le dio la vuelta y entró.

¿Lista?-.

-Yo siempre estoy lista-.

 

El joven arrancó ágilmente. Logan vivía a seis cuadras de mi casa y el centro comercial quedaba a unos ocho minutos.

 

-Y… ¿Ya tienes compañero para el trabajo de Biología?-.

 

-Sí, lo siento. Ya tengo compañero, Logan… Creí que tú también tenías. -Respondí en tono triste-.

 

-Me suplantaste. ¡Qué insulto! -Dijo riendo-.

 

-Tú sabes que jamás lo haría. -Negué con una sonrisa-.

 

Deslicé mis brazos alrededor de su cintura y él sonrió sin apartar la vista de la carretera.

 

-¿Puedo al menos saber quién es mi suplente? -Preguntó-.

 

-Un chico nuevo en el instituto-.

 

-Ya veo… Un chico nuevo, ¿huh? -Respondió entre risas-.

 

-Se llama Niall…-.

 

-¿El rubio de ojos azules? -Por un momento volteó y me miró con incredulidad-.

 

-Sí. -Respondí, encogiéndome de hombros-.

 

-Es muy santurrón e indemne para ti y tu mente adulterada, ¡no lo vayas a corromper!-.

Yo fruncí el ceño, mientras veía como el joven a mi lado se tragaba una ola de carcajadas.

-¿Qué quieres decir con eso? -Impugné seca-.

Le embutí un pellizco en el muslo interno de la pierna derecha y el gruñó sonoramente.

-¿Lo ves? De eso es de lo que estoy hablando. Eres depravada y haces cosas que provocan a los demás, hasta inconscientemente. Y cuando digo a los demás, me refiero a los varones de tu alrededor-.

Yo le dediqué una mirada cargada de impudicias y dejé que una sonrisa indecorosa abarcara mis labios. Dirigí mi mano al botón plateado de sus vaqueros y le respondí en tono insinuante, acercándome a su oído.

-¿Y eso te molesta?-.

Él abrió la boca para articular, pero no se lo permití. Desabroché el botón que tenía entre mis dedos y deslicé hacia abajo la pequeña cremallera brillante.

-_____, vas a provocar un accidente automovilístico, ¿sabes? -Replicó el pelinegro con una sonrisa. De nuevo; sin apartar la vista de la carretera-.

-¿Por qué? -Respondí, fingiéndome ajena a la situación-. Eres tú el que va conduciendo, deberías prestar atención a la autopista-.

Dejé mi mano escurrir sobre su pantalón. Logan se aferró al volante y mordió su carnoso labio inferior. 

De un pronto a otro frenó en seco y se aclaró la garganta.

-Llegamos-.

 Yo observé a través de la ventana. Nos encontrábamos frente a la puerta del centro comercial. Él tomó el botón de sus vaqueros, lo abrochó y subió su cremallera. Yo le guiñé mi ojo derecho y me dispuse a salir del viejo Chevy negro, pero él me tomó del brazo y se acercó a mi oído para susurrarme seductoramente.

-Mira como me dejas. Me las vas a pagar, niña-.

Solté una risa burlona y me desprendí de su agarre. Le di la vuelta al automóvil y esperé a que él bajara. Salió y cerró con seguro. 

Y entonces hizo algo inesperado… Me tomó por la cintura y me pegó de espaldas a él, revelando una protuberancia oculta por las ropas.

 

-Escúchame bien, te voy a tener así hasta que se me baje esta jodida calentura; porque todo es culpa tuya, ¿me has entendido?-.

 

Yo volví a reír y asentí con la cabeza. Subimos a la tercera planta, donde quedaba la taquilla y compramos los tiquetes para la película. Entramos a la sala 3, la película “Evil Dead”, yo no tenía ningún deleite por verla, pero Logan insistió e insistió hasta sacarme de quicio y al final accedí. Siempre me convence de hacer todo lo que me aterra con la excusa de: “Si te da miedo, sólo abrázame”. Él me hace sentir segura.

Y como era de esperarse, a mitad de la película yo sucumbía ante el miedo y no sólo lo abracé, le clavé las uñas en todo su bien moldeado abdomen, aunque claramente esa no era la parte que me molestaba.

 

-Oye, oye, retrae las garras, me arrancarás la piel. -Me dijo en un susurro-.

 

-Lo siento, es que tengo miedo… -Le respondí temblando-.

 

Él me miró con ternura y retiró un mechón castaño de mi rostro.

 

-No tengas miedo. Yo siempre estaré para protegerte-.

 

Yo lo abracé y hundí mi rostro en su estómago. Así transcurrió el resto de la película. Cuando terminó, hui de la sala, entregué mis anteojos 3D y esperé afuera a que Logan saliera.

-Tranquila, ya está, no fue tan difícil-.

-¡No me obligues a volver a ver una película como esa! -Le dije, dejándole ir un potente manotazo-.

Él se llevó la mano al hombro e hizo un gesto de dolor. Pero inmediatamente cambió su semblante y me sonrió.

-¿Qué tal si te lo compenso? Te invito a comer un helado-.

Yo lo miré pensativa.

-Bueno. -Respondí estirando los labios-.

Logan sonrió y me tomó de la mano para llevarme al puesto de helados.

-¿Qué se les ofrece? -Preguntó una voluptuosa morena de aproximadamente nuestra edad que llevaba un delantal blanco y el cabello recogido en una coleta-.

La joven miró a Logan y le sonrió coqueta mientras pestañeaba repetidas veces. Yo fruncí el ceño y estuve a punto de decirle algo, pero decidí quedarme callada.

-Un cono de vainilla para mí y uno de chocolate para la señorita, por favor-.

-Enseguida-.

Rápidamente nuestros helados estuvieron listos y Logan pidió la cuenta, pero lo que venía escrito en el papel que le entregó no era sino el número de la sensual morena. En ese momento mi molestia era tal que abrí la boca para soltarle un par de irreverencias, pero Logan se me adelantó.

-Gracias, de verdad, me siento halagado, pero como puedes ver, ya tengo acompañante-.

Yo lo miré atónita. La joven castaña frunció los labios y me observó con antipatía para después irse contoneando las caderas exageradamente. Logan y yo comenzamos a caminar hacia un banco cerca de la salida y tomamos asiento.

-Conque acompañante, ¿eh? -Repliqué entre risas-.

-¿Y eso te molesta? -Respondió imitando mi voz-.

-Claro que no. -Alegué con una sonrisa-.

Por unos momentos comimos de nuestro helado. Volví la mirada, dándome cuenta de que el joven pelinegro mantenía la suya fija sobre mí.

-¿Por qué me miras así?-.

El oji-azul se acercó peligrosamente a mi rostro, deslizó su lengua por su dedo pulgar y me limpió la comisura de los labios. Una senda de helado de chocolate quedó adherida a su dedo, pero él se lo llevó a los labios, los abrió un poco y lo lamió de manera sugerente. Yo lo observaba cuidadosamente, tentada por su repentino acercamiento, pero cuando quiso aproximarse más, la timidez me aturdió y aparté mi rostro, dirigiendo mi mirada en dirección a un banco de madera que se encontraba frente al nuestro.

Y allí estaba él. 

Nos miraba fijamente con sus penetrantes y adictivos ojos verdes; con el semblante intacto…. Insensible. Oprimió sus contorneados labios y tragó saliva, sin permitir que se formara una mínima separación entre los carnosos miembros que se apresaban con padecimiento. Pestañeó repetidas veces, con la mirada abrumada, triste, perdida… Observé atentamente como en sus ojos aceituna se reflejaba el deseo de la palabra… Pero calló, manteniendo a cambio su expresión de pesar. Me compadecí de él, y una sola lágrima brotó de mis ojos y se deslizó por mi mejilla.

Era turbio lo que el castaño podía estar especulando en aquellos momentos. No se percibía si sentía dolor, ira, tristeza o deseo. Pero era pétreo, silencioso y desesperado, guardado en lo más profundo de su esencia….

No se le acreditaba ninguna impresión clara, pero en su rostro se dibujaba el pensamiento. Algo inusual en él, ya que habitualmente permanece frío, firme, estoico, sin mostrar sus emociones. Incluso me llevó a pensar que carecía de ellas. 

Pero después de todo, él también tiene un corazón... ¿O no...?