lifeforms {z.m.

lifeforms.

"desde el principio, pequeñas formas de vida, quiénes pueden matar sin advertencia."♡

prólogo.

Cuando Zayn cierra sus ojos, los gritos desaparecen, aun que siente que el ruido corta el fino aire y el aroma a marihuana que hace que sus fosas nasales dancen al mismo ritmo en el que su acelerado corazón late. Su amigo, Louis Tomlinson, aquel que le vendió tan lujuriosa planta, le comento que si esta era su primera vez, se sentiría como magia, como si tuvieras el poder de la magia en tus dedos, hasta llegar al punto de casi sentirla en los mismos. Y Zayn ahora se da cuenta de que su buen amigo no es mentiroso.
El cigarro en sus manos hace que se queme un poco por todo el calor que irradia, el humo decora su habitación y hace que los colores se mezclen en su cabeza. Ríe por lo bajo, el techo parece que da vueltas sobre su cabeza y hace que se sienta muy mareado, pero hace como si nada sucediera.
Pero el efecto no puede durar para siempre, ni tampoco su sonrisa rota. Así que toma un cigarro más (previamente preparado cuidadosamente) y fuma, hasta que sus ojos se apagan y los gritos de sus padres pueden ser audibles de nuevo.
Al final, la puerta principal se cierra y su madre entra en su habitación para echarle la culpa e insultarlo, siendo esta la rutina de siempre.
El auto ruge una vez más antes de que realmente se ponga en marcha, dejando atrás su hermosa ciudad natal, Holmes Chappel. Dejando atrás los recuerdos de su padre, de su infancia y, principalmente los recuerdos de su felicidad, escapando torpemente de la realidad a la que es enfrentada (o era) día a día.
Su madre pisa un poco el acelerador antes de dirigir su mirada a su hija, quien mira por la ventana mientras su cabello dorado vuela un poco al viento que le pega directamente al rostro, danzando a la melodía invisible del viento.
“Te gustará la nueva ciudad, Emma.” Dice, sonriente, devolviendo la mirada a la carretera. “Londres es hermoso.”
“Londres no es para mí.” Replica la rubia justo después de que su madre terminara su oración, pero nunca desviando la mirada del paisaje.
Emma no puede evitar pensar en lo hermoso que el paisaje se ve; el anaranjado inundando el impasible cielo, simples toques de rosado invadiendo el lugar. Escondiéndose de la calidez, en las pequeñas hojas en los árboles que ve pasar, se encuentra el invierno que está por llegar esperando su tiempo de invadir Inglaterra. Los atardeceres calman a Emma, porque le hacen hacer pensar en su padre, y en todos los momentos que han pasado juntos. El anaranjado solía ser su color favorito.
Recuerda entre ojos llororsos como su padre la hacía mirar belleza en lugar en donde no había, belleza en lugares que no podías encontrar. Emma creció creyendo en la belleza del mundo y en el camino de Dios, pero, desde la trágica muerte de su padre, Emma no está demasiado segura sobre la belleza o en Dios. Su madre, aunque sufriendo a horrores, siempre intentaba prender esa lucecita dentro de su corazón, por Fred, por su padre.
“Tal vez Dios se llevo a tu padre” le dijo, mientras ella sollozaba en el suelo después de descubrir su muerte, tan joven, tan insensata e insignificativa que la hacía enfermar. “porque necesitaba un ángel tan bueno como él.”
A Emma le gusta encontrar la belleza en esas palabras (aunque sean demasiado obvias).
Y en esos momentos, de debilidad y artística tranquilidad, Emma jura en suaves susurros que decoran las manos de Dios, que nunca olvidaría a su padre.

hola<33.: