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Teenage Uproar [Liam Payne]
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Teenage Uproar [Liam Payne]
Teenage Uproar
FICHA
✠Nombre: Teenage Uproar.
✠Autor: Aley.
✠Adaptación: No, es mi idea.
✠Género: Romance, Drama.
✠Advertencias:
Lenguaje fuerte, escenas fuertes , violencia y no subiré capítulos tan seguido. Anunciaré con anticipación si en algún capítulo habrán escenas no aptas para menores de doce años. No hagan plagio mutos estúpidos.
Sinopsis
Allen Hayd tiene una actitud firme y sencilla ante la vida a raíz de sus dificultades pulmonares y la frágil vida que ésta lleva con un pronóstico de subsistencia hasta los treinta años. Después de haber estudiado ocho años en casa y pasando el resto de su tiempo en ella, la curiosidad la llevó a decidir a probar nuevas experiencias y volver a una escuela común y corriente.
Las cosas no son tan sencillas cuando llevas una salud endeble; sin embargo, Liam Payne es el mejor amigo que Allen tiene y quien además de sus padres, es el único amigo que le da sentido a su encerrada vida. Es con él con quien se atreverá a experimentar nuevas cosas y a descubrir todo lo que se ha perdido de la vida.
Holaaa o/ no soy muy nueva en esto pero pues aquí les dejo la sinopsis de esta novela. Soy de esas personas que cancelan novelas o porque no pueden subir capítulos tan seguido o bien porque la inspiración se me va :¬¬: Espero que con este fanfic no suceda lo mismo e igualmente me esforzaré mucho en él
Aleyka
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
omg me encanta decir que yo, querida aleyka, soy tu primera y nueva lectora♥ me encantó la sinopsis, de veras, así que... ¿por qué no la sigues? omfg.
cannonball
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
cannonball escribió:omg me encanta decir que yo, querida aleyka, soy tu primera y nueva lectora♥ me encantó la sinopsis, de veras, así que... ¿por qué no la sigues? omfg.
omfg me encanta que te encante y que seas mi primera lectora mañana andaré subiendo el primer capítulo.
Aleyka
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
Vamoh! Ando esperando el primer cap con ansias! <3
Segunda y fiel, alocada, masoquista, enferma, lunática lectora<33
Segunda y fiel, alocada, masoquista, enferma, lunática lectora<33
Miss Stalker
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
por que no lasigues deos mujer tu quieres matarme mala mala mala eres malita pero igual te quiero SIGUELAAAA es que es tan
Meenah.P.
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
Capítulo 1
"It was suicidally beautiful"
Algo lo había hecho asistir casi cada tarde de su vida a la casa de los Hayd. No era lástima, tampoco era un sentido de caridad ni mucho menos era algo por obligación; Liam Payne se había encariñado de aquella chica Hayd que todo el pueblo de Madras conocía por su enfermedad. Era esa pequeña niña que solías ver con un par de conductos en su nariz para tener un poco de oxígeno, pero no era sólo su deficiencia lo que llamaba la atención de la gente de Madras. Su forma de haber aceptado su condición de vida había transformado a Allen Hayd en una niña realista y por sobre todo, fuerte. Ese pequeño destello que destacaba en ella había llamado la atención de Liam desde la primera vez que la vio, quizá más bien la segunda.
Allen había vivido toda su vida en Madras, exactamente en la séptima calle de Ford, cerca de la panadería Mackey y a dos cuadras de la Secundaria Highford. Era precisamente la casa en la que se crió y en la que vivió la mayor parte de su infancia, literalmente. Cuando sufrió su primer ataque en las vías respiratorias sus padres sabían que algo andaba mal en ella. Durante un par de semanas se dedicaron a hacerle distintos estudios y no fue hasta que le diagnosticaron una deficiencia pulmonar cuando decidieron sacarla de la escuela a los nueve años. Claro, no se había quedado sin aprender a hacer una ecuación compuesta o sin saber qué fue de la Guerra Civil de los EE.UU. Allen había tenido un profesor en casa durante ocho años. La Profesora Garden era de las pocas personas con las que la chica enferma de la familia Hayd tenía una conversación, en sí, normal. Sin tomar en cuenta a ésta última, a los doctores que se encargaban de Allen e incluso a sus mismos padres, Liam Payne era el único chico de su edad con el que había podido mostrar una sonrisa auténtica, quizá por ello se había convertido en su mejor —y único— amigo.
Liam había llegado apenas dos meses después de que Allen por primera vez usó un tanque de oxígeno para respirar. Comenzaba la primavera en Madras y a pesar de su clima no tan favorable, esa estación había mostrado un ambiente levemente cálido. Finalmente el sol había hecho presencia en Oregón y la gente salía sin sus abrigos para estrenar sus camisas y shorts —aunque la temperatura no pasara de los veinte grados he de aclarar—. Ese mismo día Liam vio por primera vez a Allen Hayd. No se había enamorado, diablos que no; él era sólo un niño de nueve años que prefería pasar su tiempo con los videojuegos a estar con una niña. Liam había observado a una chica agachada en los jardines de su casa vecina; pensó, entonces, que aquella chiquilla de su edad estaba llorando. Su cabeza estaba oculta entre sus piernas y sus manos sujetaban con fuerza sus espinillas; era una clase de posición fetal. Junto a ella, Liam pudo ver un tanque de lo que parecía ser oxígeno.
—¿Niña? ¿estás...
—Vete de aquí, no estoy llorando.— Antes de que Liam pudiera acabar su frase, Allen lo interrumpió enfadada. Fue esa frase cerril lo que de alguna manera —extraña— llamó la atención del recién llegado, pero eso no le importó. Había una cierta humildad y afabilidad en Liam que nada ni nadie podía deteriorar.
—¿Si no estás llorando, entonces qué haces?
Allen quedó silenciada por un momento, quizá buscando una respuesta que hiciera que Liam se fuera de ahí; sin embargo, él era tan jodidamente amable que buscar una palabra para que se fuera de regreso a su casa era igual de jodidamente difícil que su actitud benévola.
—Estoy... escondida
—¿De quién?— Allen alzó su mirada por primera vez. Además de que dejó notar sus renegadas lágrimas, había mostrado debilidad, pero eso para una niña de nueve años no era la gran cosa. La gran cosa, en realidad, era que Liam vio un tubo conectado desde su nariz hasta el tanque de oxígeno junto a ella; a pesar de ello, intentó ocultar su sorpresa y a evitar las preguntas.
—¿Por qué haces tantas preguntas? ¿Eres nuevo no? Nunca te había visto por aquí.— La niña se deshizo de las pocas lágrimas que corrían por su mejilla y se levantó de un salto, quedando cara a cara con Liam. Claro que Allen tampoco se había quedado perpleja por un chico con cara bonita y encantadora, después de todo también era una niña de nueve años que ni siquiera tenía idea de cuál era el propósito de una pastilla anticonceptiva —. Oh, soy Allen. Hayd, por si querías saber.
—Estaba preocupado y sí, soy nuevo por aquí.— Liam no pudo evitar decir lo anterior sin mostrar una cálida sonrisa.
—¿Preocupado por alguien que no conoces? ¿pero qué clase de persona eres?
—No lo sé, supongo que me gusta ayudar a la gente.— El chico se encogió de hombros.
Sin darse cuenta, ambos ya andaban caminando por la pequeña calle de Lomley.
—Oye por cierto,— dijo Allen—, ¿cuál es tu nombre?
Allen había vivido toda su vida en Madras, exactamente en la séptima calle de Ford, cerca de la panadería Mackey y a dos cuadras de la Secundaria Highford. Era precisamente la casa en la que se crió y en la que vivió la mayor parte de su infancia, literalmente. Cuando sufrió su primer ataque en las vías respiratorias sus padres sabían que algo andaba mal en ella. Durante un par de semanas se dedicaron a hacerle distintos estudios y no fue hasta que le diagnosticaron una deficiencia pulmonar cuando decidieron sacarla de la escuela a los nueve años. Claro, no se había quedado sin aprender a hacer una ecuación compuesta o sin saber qué fue de la Guerra Civil de los EE.UU. Allen había tenido un profesor en casa durante ocho años. La Profesora Garden era de las pocas personas con las que la chica enferma de la familia Hayd tenía una conversación, en sí, normal. Sin tomar en cuenta a ésta última, a los doctores que se encargaban de Allen e incluso a sus mismos padres, Liam Payne era el único chico de su edad con el que había podido mostrar una sonrisa auténtica, quizá por ello se había convertido en su mejor —y único— amigo.
Liam había llegado apenas dos meses después de que Allen por primera vez usó un tanque de oxígeno para respirar. Comenzaba la primavera en Madras y a pesar de su clima no tan favorable, esa estación había mostrado un ambiente levemente cálido. Finalmente el sol había hecho presencia en Oregón y la gente salía sin sus abrigos para estrenar sus camisas y shorts —aunque la temperatura no pasara de los veinte grados he de aclarar—. Ese mismo día Liam vio por primera vez a Allen Hayd. No se había enamorado, diablos que no; él era sólo un niño de nueve años que prefería pasar su tiempo con los videojuegos a estar con una niña. Liam había observado a una chica agachada en los jardines de su casa vecina; pensó, entonces, que aquella chiquilla de su edad estaba llorando. Su cabeza estaba oculta entre sus piernas y sus manos sujetaban con fuerza sus espinillas; era una clase de posición fetal. Junto a ella, Liam pudo ver un tanque de lo que parecía ser oxígeno.
—¿Niña? ¿estás...
—Vete de aquí, no estoy llorando.— Antes de que Liam pudiera acabar su frase, Allen lo interrumpió enfadada. Fue esa frase cerril lo que de alguna manera —extraña— llamó la atención del recién llegado, pero eso no le importó. Había una cierta humildad y afabilidad en Liam que nada ni nadie podía deteriorar.
—¿Si no estás llorando, entonces qué haces?
Allen quedó silenciada por un momento, quizá buscando una respuesta que hiciera que Liam se fuera de ahí; sin embargo, él era tan jodidamente amable que buscar una palabra para que se fuera de regreso a su casa era igual de jodidamente difícil que su actitud benévola.
—Estoy... escondida
—¿De quién?— Allen alzó su mirada por primera vez. Además de que dejó notar sus renegadas lágrimas, había mostrado debilidad, pero eso para una niña de nueve años no era la gran cosa. La gran cosa, en realidad, era que Liam vio un tubo conectado desde su nariz hasta el tanque de oxígeno junto a ella; a pesar de ello, intentó ocultar su sorpresa y a evitar las preguntas.
—¿Por qué haces tantas preguntas? ¿Eres nuevo no? Nunca te había visto por aquí.— La niña se deshizo de las pocas lágrimas que corrían por su mejilla y se levantó de un salto, quedando cara a cara con Liam. Claro que Allen tampoco se había quedado perpleja por un chico con cara bonita y encantadora, después de todo también era una niña de nueve años que ni siquiera tenía idea de cuál era el propósito de una pastilla anticonceptiva —. Oh, soy Allen. Hayd, por si querías saber.
—Estaba preocupado y sí, soy nuevo por aquí.— Liam no pudo evitar decir lo anterior sin mostrar una cálida sonrisa.
—¿Preocupado por alguien que no conoces? ¿pero qué clase de persona eres?
—No lo sé, supongo que me gusta ayudar a la gente.— El chico se encogió de hombros.
Sin darse cuenta, ambos ya andaban caminando por la pequeña calle de Lomley.
—Oye por cierto,— dijo Allen—, ¿cuál es tu nombre?
***
Allen POV
Allen POV
Me faltaba una cuadra para llegar a Lomley y quince casas para llegar a la mía. Esa tarde mamá me había pedido que fuera a la panadería por harina y pasta para preparar su pay de manzana, uno muy bueno por cierto. Liam se había ofrecido a acompañarme, pero cuando se trataba de salir aún más lejos de la calle Lomley, muchas veces optaba por marcharme sola; después de todo eran pocas las veces que podía salir más allá de las rejas del vecindario.
En casa habían varias reglas, pero las que más se alzaban en mi cabeza eran sus prohibiciones por cuestiones de mi no muy estupenda salud. Yo les llamaba "los jodidísimos toques de queda", pues verán, no podía salir más allá de las calles de Ford —o más bien de la panadería Mackey—, no podía estar fuera de casa más tarde de las siete, no habían fiestas, no escuela, no vida social. Mucha gente pensaba que mi situación, ya saben, esa de no ir a la preparatoria, era lo mejor que pudo haberme pasado pero en realidad lo que vivía todos los días era mucho peor a lo que la gente normal vivía en una semana. Además, nunca me salvé de las tediosas clases de historia y de las inservibles ecuaciones de matemáticas; la Profesora Garden era la encargada de recordarme que esas materias aún existían, incluso en mi propia casa.
Estaba cerrando las rejas del fraccionamiento, el cual sólo contaba con una calle en forma de "L", cuando vi a ése chico de cabello ondulado y cara afable corriendo hacia mí.
—Liam, ¿qué demonios haces aquí?
—Tardaste mucho, no es que te estuviera esperando desde el porche de tu puerta desde que te fuiste, es sólo que Anna y yo nos preocupamos— dijo Liam agitado y entre respiraciones. Era un chico bastante apuesto, debo decir. Era de esa clase de niño bonito que debía tener la sudadera roja del equipo de futbol de la preparatoria; sin embargo no lo era, de hecho, Liam no era estúpido como esos chicos.
—Relájate, sólo me detuve a observar la intensidad del pan— dije con sarcasmo; supongo que eso era lo que mejor me salía en las conversaciones, el venerable sarcasmo. Liam esbozó una leve sonrisa ante mi respuesta y fui capaz de saber que estaba molesto.
—Oye, tranquilo. La próxima vez puedes acompañarme.
—Tienes problemas, Hayd.
—Al igual que tú, Payne.
Era miércoles por la tarde. Desde que Liam y yo teníamos nueve años él venía a visitarme a casa casi todos los días —no pregunten porqué—. A veces se quedaba a ver algunas películas y a hacer otras cosas que desaburrieran mis días hastiados; otras veces yo iba a su casa, jugábamos videojuegos, cartas y cosas de hombres como Liam; y finalmente, muy de vez en cuando, tal vez cada que mi madre no encontraba nada que hacer, salíamos al cine o a caminar por las plazas. Claro que no todas mis tardes eran así, a veces Liam tenía muchas cosas que hacer o salía con otros amigos por lo tanto me quedaba leyendo o preparando galletas como todo buen adolescente —sarcasmo—.Verán que mi existencia desde que tengo nueve años no era gran cosa que contar, excepto mis aventuras en "Ciudad Gótica", como le decía Liam, hace cinco años.
El resto de la tarde se puede decir que fue como el resto de las otras, jugamos con la harina del pay de manzana, vimos unas dos películas, nos entretuvimos con los naipes e incluso fue capaz de contarme algunos "chismes" de su escuela aunque no sabía de quiénes se trataban. A pesar de que Liam Payne era de las pocas personas que me divertían había algo que me hacía falta, sabía perfectamente bien que simplemente necesitaba salir más seguido. Eran esas ganas de ir a una fiesta, salir por las tardes con tus amigos o incluso ir a una escuela como cualquier persona normal. Mi condición había mejorado y hacía años que ya no necesitaba tener un tubo para respirar todo el día. Tenía pensado en volver a una escuela.
Era casi de noche cuando acompañé a Liam a su casa, aunque no fuera necesario porque éramos vecinos; esa misma tarde le había contado mis ideas de estudiar en la preparatoria.
—Entonces,— comenzó a decir Liam de manera entusiasmada —, ¿cómo piensas convencer a tus papás?
—Aún no lo sé pero encontraré una manera de hacerlo. Mírame, estoy perfectamente.
—No, no lo estás. A veces tienes tus ataques extraños de asma y otras veces he tenido que cuidarte la fiebre.
Puse los ojos en blanco.
—Liam, si sigo encerrada me pondré peor, no seas ridículo.
—Sólo no puedo dejar que nada malo te ocurra, Al.— Cada vez que Liam me llamaba "Al", era inevitable que mostrara una pequeña sonrisa. Ni siquiera mis papás me decían de esa forma.
—Estaré bien, no exageres.
Finalmente suspiró y cedió, supongo que sabía que no descansaría hasta que accediera a mi idea.
—Bien.
—Bien...
Ya estábamos en la entrada de su casa cuando las bromas y los pequeños golpes entre nosotros volvieron. Liam y yo de vez en cuando teníamos momentos de seriedad pero de alguna manera u otra las burlas y las pequeñas peleas regresaban a nosotros.
—¿Entonces te veo mañana?— dije entre risas.
—¿Tengo opción?— rodeé los ojos y le di un pequeño golpe en la espalda. Después de una pausa y pequeñas sonrisas de sarcasmo Liam continuó con la despedida —.Bueno, avísame si tus padres te dejan tener una vida normal.
—Lo haré...
Bajé los escalones de su casa y me dirigí a casa, dispuesta a hablar con mis papás sobre estudiar en la Preparatoria Highford. Por un lado estaba segura de lo que hacía y por otro, estaba muriendo de miedo.
Aleyka
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
Miss Stalker escribió:Vamoh! Ando esperando el primer cap con ansias! <3
Segunda y fiel, alocada, masoquista, enferma, lunática lectora<33
Holoooo segunda lectora <3 Tranqui acabo de subir el primer capítulo
Aleyka
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
~Im crazy mofo~ escribió:por que no lasigues deos mujer tu quieres matarme mala mala mala eres malita pero igual te quiero SIGUELAAAA es que es tan
Ya está el primer capítulo beibi :(L):
Aleyka
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
Holaaaaa <3 les aviso que esta semana voy a estar ausente así que el segundo capítulo lo andaré subiendo la próxima semana c:
Aleyka
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
Capítulo 2
"Because they were roses and I was just a dandelion"
Después de varias estúpidas pruebas, análisis y pláticas "médicas", tuve que rogarles un poco más a mis papás para que me dejaran estar en la escuela de Highford —la cual se encontraba a algunas cuadras del fraccionamiento—, por si querían saber, me tomó dos meses todo ese lío. Realmente no estaba tan mal, los médicos habían dicho que mi condición había mejorado durante todos estos años, y aunque ni mis padres ni Liam pensaban eso, yo tenía cada vez más en mente que salir me haría mucho mejor.
—¡Liaaaaaaam!— grité con el poco aire que mis pulmones podían producir. Fue en la mañana del quince de abril cuando mis padres abrieron la puerta de mi habitación y me anunciaron su rendición; sé que suena estúpido que incluso recuerde la fecha del día en que me dejaron estar en una escuela pero supongo que fue inconscientemente. Digamos que no fue en ese preciso momento tan cursi en el que corrí a la casa de Liam desesperadamente para contarle llorando de alegría que se había cumplido el sueño de toda mi vida —cosa que no era—. Tuve clases normales con la Profesora Garden, pasé el resto de la tarde leyendo novelas de Lovecraft, las cuales Liam me había prestado y finalmente estuve esperando su llegada.
Cinco y media de la tarde. Nada.
Liam siempre llegaba a su casa a las tres y cuarto, a veces a las cuatro, pero cada vez que no iba a pasar una tarde conmigo me avisaba un par de días antes. Comencé a desesperarme y decidí buscarlo a su casa de mala gana, ni yo misma creía que estaba molesta por algo tan ridículo.
—¡Payne!— volví a gritar con todas mis fuerzas desde el porche de su casa. El aire se agotaba de mis pulmones y ya había tocado el timbre unas quince veces. Ni siquiera Karen, su madre, abría la jodida puerta —. Maldita sea Liam, abre ya.
Recargué mi frente en la entrada de su casa. Estaba agotada.
—¿Allen?— escuché su suave voz detrás de mí. Estaba saliendo de su auto con uno de sus típicos gestos a punto de estallar en risas. Me esperaba una buena burla —, ¿qué diablos haces?
Me incorporé de inmediato fingiendo normalidad.
—Te he estado buscando desde hace minutos y no habrías la puerta ¿dónde carajos estabas?
—¿Será que salí un rato con mis amigos? ¿qué no puedo?— Rodeé los ojos —. Además, nunca vienes a buscarme a casa cuando sabes perfectamente que no estoy.
—No me avisaste.
—Demonios Al, puedes vivir un día sin mí.— Caminó hacia la entrada de su casa junto a mí, aún con su sonrisa de burla.—¿Quieres pasar?
—No, tengo cosas que hacer, sólo vine a decirte algo muy importante.
—Cosas que hacer, claro que sí— dijo Liam sarcásticamente entre risas.
—¿Quieres que te diga o no?
—Bien, bien, habla ya Hayd.— Cruzó sus brazos mientras sostenía una mirada divertida en mí con su pequeña sonrisa. Sus ojos brillaban cuando se reflejaban con el atardecer por lo que intenté evitarlos. Odiaba que se hiciera el airoso conmigo, incluso inconscientemente.
—Bien... he pasado los últimos meses haciéndome pruebas y visitando a varios especialistas en mi caso. Estoy mejor que nunca, Liam. Me verás el próximo mes en Highford.
No pude descifrar ninguna de sus expresiones. Sonreía, negaba con su cabeza, me miraba con incredulidad, posaba su mano en su barbilla, etc. Opté por pensar que su reacción era negativa pero no parecía molesto ni oponente, incluso tardó un par de minutos en decir alguna palabra.
—Es...genial, Allen. Es realmente genial que estés sana pero lo he estado pensando y no quiero verte en Highford ni en ninguna otra preparatoria.
Mi entusiasmo se fue al caño.
—¿Por qué? ¿Porque temes que me suceda algo? Liam, no seré un pájaro en su jaula toda mi vida.
—Hay muchas cosas que no entenderás.
—Quiero entenderlas. Tal vez mi "buena salud" no dure ni dos años y tal vez esté muerta para entonces...
—Allen...— Su voz estaba molesta y cortante. Cada vez que tocábamos el tema de mi muerte inminente la situación se transformaba en algo irritante.
—Esa última parte de mi vida la quiero vivir bien, no como esta estúpida forma de pasar mis días.
Su rostro pareció decepcionarse.
—Bien, haz lo que quieras hacer pero sin mí.— Me lanzó una mirada frustrada y entró a su casa sin decir ni un adiós. No estaba triste ni deprimida por la terca reacción de Liam, de hecho, estaba molesta.
Me dirigí a mi casa con la clara idea de que no hablaría con él dentro de una o dos semanas, y en realidad fue así o peor. Cuando acompañaba a mi madre al supermercado, a veces lo veía salir de su casa y no había ni siquiera un hola. Era una guerra de enojo - orgullo.
Poco a poco realicé que comenzaba a extrañar mis tardes con Liam; supongo que él también. Cada vez que nos topábamos en nuestros jardines volteábamos a vernos sin saber que expresión poner en nuestras caras, o al menos yo no sabía si mostrarme desinteresada o arrepentida. Recuerdo haber tenido varias peleas con Liam pero nunca habíamos dejado de hablarnos por tanto tiempo; los días seguían pasando para casi convertirse en un mes sin él.
Yo esperaba que Liam me buscara una tarde a mi casa para declarar su arrepentimiento pero reparé en que él esperaba lo mismo de mí, sin embargo, los dos sabíamos perfectamente que nada de eso iba a pasar.
***
Un mes, dos semanas más tarde sin Liam Payne
Estaba sentada en el sillón de mi cuarto que daba a la ventana, hojeando algunos libros de Lovecraft que Liam me había prestado hace mes y medio ya. Mi mente se encontraba pensando en las palabras de Howard Lovecraft y en porqué Liam se había molestado tanto conmigo por algo tan ridículo. Conforme pasaba las páginas del librito me fui haciendo la idea cada vez más; entonces recordé que dije lo peor que se me había ocurrido en la historia de mis discusiones con Liam:
"Esa última parte de mi vida la quiero vivir bien, no como esta estúpida forma de pasar mis días."
Mi rostro comenzó a calentarse y mis manos a temblar; en parte era porque me sentía mal por Liam pero por otro lado porque era yo quien debía disculparse. Estúpida forma de pasar mis días, pensé. Vaya error, vaya tontería que cometí.
No había vuelta atrás a mi decisión; ya tenía mis libros y cuadernos listos. Una semana después de haberme peleado con Liam, mis padres me llevaron a Highford para conocerlo e inscribirme —no es que me haya maravillado con la escuela, en realidad lo que me maravillaba era pensar que estaba a punto de comenzar una vida normal—, ya estaba a dos días de comenzar la preparatoria y no le había dicho nada a Liam.
Pensé que la mejor manera de decírselo y de paso disculparme, era devolviéndole su colección de Lovecraft por lo que tomé todos los pequeños libritos antiguos de mi estante y salí de casa con la pequeña esperanza de no quedar en ridículo con él.
En realidad nunca le había pedido disculpas a Liam, cuando se trataba de nuestras pequeñas peleas él siempre terminaba por disculparse unas cincuenta veces, lo que hacía todo esto algo muy extraño para mí y temía que ni siquiera fuera capaz de decir una disculpa decente.
Me aproximé al jardín de su casa con al menos cinco libros en la mano, decidiendo mentalmente si continuar mi camino o arrepentirme y regresar a casa; sin embargo, una vez que pisé el pasto de las afueras de su casa no hubo vuelta atrás. Liam estaba sentado en el porche de su casa con sus audífonos y un cuaderno a la mano, supongo que estaba haciendo su tarea. Caminé lentamente hacia él realmente insegura y a punto de retractar mi idea pero fue demasiado tarde cuando dí cuatro pasos hacia los adentros de su jardín. Volteó a verme sorprendido y se quitó sus audífonos; no se paró para dirigirse hacia mí, de hecho, solamente se mantuvo observándome con nostalgia y curiosidad. Recordé que como era mi turno de dar los primeros pasos para resolver esto, tenía que ser yo quien lo buscara en la entrada de su casa.
—Hola...—dije en voz baja.
—Hola.— Esperaba un modo molesto y serio en su voz pero recordé que se trataba de Liam Payne por lo que su manera de decirme "hola" fue tan amable y tierna como la de siempre.
—¿Haces tarea?
—Ciencias— dijo mientras me mostraba con sarcasmo su cuaderno lleno de anotaciones.
Mi mente me dijo que fuera al grano.
—¿Liam?
—Allen, sé a qué vienes. Vienes a decirme que en dos días estarás en Highford, no es necesario que vengas a darme la gran noticia.— Dí un suspiro, expulsando todo mi nerviosismo para retomar valor.
—No es eso, Payne. Vengo a entregarte tus libros de Howard Lovecraft.
—Ah.—expresó decepcionado— ¿Y qué tal?
—Están...terroríficos.— Su cara parecía decirme que lo último que quería era ver mi cara en su casa y en todo el mundo—. Y tampoco es sólo eso, Liam. Sé que hice mal en decirte que era estúpido pasar el tiempo contigo pero sabes que no pienso así, no era lo que yo quería decir. Lo siento mucho en verdad.— Mi respiración se aceleró. El rostro de Liam era curiosamente serio, como si estuviera pensando en una buena respuesta o en una estratégica jugada de ajedrez.
—Te he extrañado mucho, Allen, pero simplemente no te puedo ver en una preparatoria que te va a transformar y si lo que quieres es "vivir libremente", Highford ni ninguna otra escuela te va a llevar a algo bueno para tu salud.
—¿Qué es lo peor que me va a pasar?
—No tienes idea.
—La tendré cuando lo haya vivido.— Liam negó con la cabeza.
—Mira, Allen, no soy nadie para decirte qué puedes hacer y qué no. Simplemente no quiero ser parte de algo que te va a hacer daño.
—¿Cuál es tu problema con el que vaya a estudiar a una escuela común y corriente?— dije en tono molesto.
—Ninguno, absolutamente ninguno. Mi problema son tus intenciones. Sé que quieres ir a una fiesta y ponerte hasta la puta madre, Al; sé que quieres probar un cigarro, coger con alguien desconocido y pretender que todo lo que no tenga que ver con eso no vale la pena. Ése es mi puto problema.— Me levantó la voz por primera vez. Se comportaba como mi segundo padre lo que terminó por fastidiarme.
—Yo...—No tenía nada que decir a mi favor porque en parte esa era mi idea en otras palabras. Quería ir a una fiesta, salir con amigos, probar por primera vez el alcohol, fumar y tener mi primera relación, no con cualquier persona, con alguien a quien yo quisiera—...te veré en dos días Liam. Adiós.
Dejé los libros junto a él y caminé hacia mi casa; noté que las rodillas me temblaban. Supé que no volvería a hablar con él en otro buen rato; quizá meses.
***
—Estarás bien, Allen...—dijo papá mientras me daba un beso en la frente. Mi madre simplemente se frotaba sus manos como señal de nerviosismo.
—Si por algún motivo te sientes mal simplemente llámame y vendré por ti enseguida— esta vez habló ella en tono exasperado.
—Serán sólo unas horas, además estaré con Liam. Ya saben que él me cuida.
Mentí.
Le había dicho a mi mamá que había arreglado las cosas con Liam para darle un poco más de tranquilidad; sin embargo, seguía sin hablarle y sin él yo también estaba asustada en mi primer día de preparatoria.
Caminé lentamente hacia la entrada de Highford mientras observaba a mi al rededor. Frente a mí había un enorme edificio rectangular con columnas y tres entradas igual de grandes. A su lado habían jardines con postes de los cuales colgaban banderas con el escudo de la escuela, y por todo el sitio había personas de mi edad, pasando un día común y corriente, hablando con sus amigos, leyendo, acostados en el pasto, teniendo una vida completamente ordinaria. Inhalé profundamente y reuní valor para seguir caminando.
Al entrar al gran edificio había el doble de personas que en los jardines, lo cual me puso más nerviosa, además, aún no había señal de Liam. Atravesé un grueso pasillo, me perdí y di un par de vueltas.
La situación no habría estado tan mal de no ser por el toque de clases. La campana que indicaba a todos que era hora de meterse a sus salones retumbaba en mis oídos por lo que comencé a acelerarme.
—Oye...— Escuché la voz de un chico detrás de mí, era una voz relajada y divertida. Supe que había una sonrisa en su rostro sin siquiera haber volteado a verlo — ¿Estás perdida cierto?
—Algo, pero estaré bien— dije aún dándole la espalda.
—¿Segura? Me parece que necesitas un poco de ayuda.
—¿Se nota?— respondí de mala gana.
— Se nota.
Cuando volteé vi a un chico realmente...sorprendente. Era alto, con una sonrisa encantadora, ojos brillantes y cabello con estilo. Noté que llevaba puesta la sudadera del equipo de fútbol de la escuela, claro.
—Soy Trent. Trent Carter— dijo con una sonrisa que ponía de rodillas a todas las chicas. Había escuchado su nombre en algunos chismes que Liam me contaba y realicé que él era uno de sus amigos con los que salía por las tardes.
—Soy Allen— dije secamente.
—¿Tu eres Allen? ¿La chica nueva de Highford que nos quita a nuestro Liam todas las tardes?
Puso su mano en mi hombro por lo que puse un gesto de disgusto. No estaba acostumbrada a comportarme tan "entusiasta" con personas que apenas conocía—, Jajaja sólo bromeo.
—Sí, soy ella. Supongo.— Fingí una sonrisa.
—Bien Allen, si llegas tarde a una clase te restarán puntos y te enviarán a detención así será mejor que aceptes mi ayuda. ¿Qué clase tienes?
—Según mi horario, en este momento tengo Inglés. ¿Tú no entrarás a clases?— poco a poco comencé a tener más confianza en nuestra conversación.
—Suelo llegar tarde todos los días, además mi aula está cerca de la tuya.
Caminamos por algunos corredores más mientras seguíamos conociéndonos. Reparé en que Carter era un chico bastante agradable a comparación de todas las historias desagradables que Liam me había contado de él.
—Bien— dijo mientras me observaba detenidamente, lo que me provocó incomodidad —, hemos llegado. Ahora yo debo apresurarme o me castigarán, nos vemos luego, Allen.
—Claro, gracias por ayudarme
Tomé un suspiro y me preparé para entrar al aula con la esperanza de no llamar mucho la atención. Y así fue, todos estaban fuera de sus lugares con su grupo de amigos; algunos lanzaban papeles al aire, otros provocaban mucho ruido con sus risas y se sentaban en la mesa de sus bancas. Aún no había llegado el profesor.
Encontré un asiento vacío a la mitad del salón y permanecí en él en silencio observando a los demás sin saber qué otra cosa hacer. Algunos me miraban de reojo y lograba escuchar que se preguntaban quién era yo o si de alguna manera me había equivocado de salón; sin embargo, me mantenía callada y quieta fingiendo tranquilidad. De pronto todos se callaron y se sentaron en sus lugares pretendiendo un buen comportamiento. Había llegado el profesor.
—Saquen sus ensayos y su libro de lectura por favor— dijo rápidamente mientras colocaba su portafolio en su escritorio. Era un hombre alto de mediana edad, usaba de esas gafas antiguas que quizá su padre le regaló algunas vez y en su camisa tenía una mancha de café. Contaba con más canas de las que un hombre de cuarenta y tantos años debería tener y supe que había tenido una mala noche por sus ojos cansados.
—Usted es nueva aquí, supongo yo— dijo cuando notó mi presencia. Asentí con mi cabeza; noté que mis mejillas se ruborizaban cuando varias miradas y murmullos se posaban en mí —. ¿Cuál es su nombre?
—Allen Hayd.
—Es un gusto tenerla aquí en Highford señorita Hayd , yo soy el Profesor Park. Si tiene alguna duda puede buscarme al final de la clase.— Mostró una pequeña sonrisa lo que resalto varias arrugas al rededor de sus ojos.
—Gracias...— dije en voz baja.
El resto de la clase fue completamente aburrida y tranquila. Era mi primer día de clases y ya me habían dejado leer un libro de historia inglesa de cuatrocientas cincuenta páginas por lo que recé por que no me dejaran hacer esos proyectos largos y laboriosos que Liam solía tener.
Tuve Ciencias, Sociología, e Historia, y cada una de ellas me habían parecido clases muy fastidiosas y largas; sin embargo, no sabía porqué estaba disfrutando mi día. Después de esas clases dieron el toque de descanso y lo primero que hice fue ir a la cafetería para buscar a Liam; a pesar de que ambos teníamos la misma edad, él iba un par de semestres arriba que yo por obvios motivos.
Cuando vine con mis padres a conocer la escuela y a inscribirme, uno de los lugares que visité fue la cafetería por lo que tuve la suerte de no perderme y no necesitar la ayuda de un desconocido. La cafetería era un lugar bastante grande y siempre estaba lleno de gente en los descansos. En sus comedores podía encontrar todo tipo de grupos de personas y la fila que se hacía para pedir tu comida era realmente enorme; el ruido que había en el lugar me hacía preguntarme cómo la gente no vivía estresada a diario. Busqué por todos lados y no había señal de Liam.
—¡Oye, Allen!— Escuché la voz de Carter en una de las mesas que se encontraban cerca de los ventanales. Lo busqué por todos lados con la pequeña esperanza de que Liam se encontrara con él —. ¿Te pierdes muy fácil no?
Trent apareció detrás de mí lo cual me dio un pequeño susto.
—Es difícil cuando eres nuevo aquí.
—Liam está con nosotros, supuse que te gustaría sentarte con él.— Para ser sincera y a pesar de que me había peleado con Liam me emocionó saber que estaría cerca de él al menos en la cafetería.
Pasamos con esfuerzo algunas mesas colmadas de gente hasta llegar a los ventanales del sitio. La vista daba hacia el campo de fútbol americano por lo que permanecí viéndolo por un largo rato sin percatarme de que habíamos llegado a nuestra mesa. En ella estaba supongo yo, todo el equipo de fútbol, algunas chicas y Liam; él se encontraba riendo y jugueteando con todos ellos por lo que no se se dio cuenta de mi llegada, tomé asiento junto a Carter mientras continuamos conociéndonos otro rato.
—Entonces, ¿de qué escuela vienes?
—Cuando tenía nueve años dejé de ir a la escuela y contrataron a una profesora en casa— dije inquieta. Nunca antes había hablado sobre mis problemas con alguien que no fuera un doctor, mis padres o Liam —,ya sabes, por problemas de salud y esas cosas.
La mirada de Trent parecía comprensiva lo cual me hizo sentir más cómoda.
—Sabes, mi hermano menor pasó por algo parecido sólo que no fue en casa donde pasó la mayor parte de su vida. Cuando cumplió seis años le diagnosticaron leucemia y desde entonces pasaba varios meses en el hospital.
—Oh...¿y cómo está?
—Peter murió hace tres años.
No supe qué gesto poner o qué decir. Comprendí cómo se sentía la gente cuando me veía caminar por la calle con un tanque de oxígeno a mi lado e incluso me hizo sentir que era afortunada en muchas cosas.
—Lo siento mucho, Trent.— Fue lo único que supe decir.
—Está bien, la muerte es algo normal ¿no crees?
—Supongo que sí...
Estaban a cinco minutos de dar el toque para dar fin al descanso y esperaba salir de la cafetería sin que nadie de esa mesa haya notado mi presencia; sin embargo, durante esos cinco minutos restantes alguien fue capaz de hacerlo.
—¡Oye Trent! ¿Quien es tu nueva novia?— preguntó un chico robusto que se encontraba junto a Liam lo que hizo que todos en la mesa fijaran su atención en Carter y en mí.
—No soy su...
—Ella es Allen, la amiga de la cual tanto nos habla Liam— me interrumpió Carter con una sonrisa entusiasta mientras se ponía de pie. Pude ver el rostro de Liam al otro lado de la mesa y supe que no era nada bueno, en sí, estaba completamente serio.
¿Es ella, Liam? ¿Por qué no la habías presentado a tu hermandad? ¿de dónde vienes, Allen? ¿por qué llegaste aquí a mediados de año? Entre otras preguntas comenzaron a salir de todo el grupito alborotado, lo cual terminó por irritarme.
—Oigan, cálmense ¿no ven que la niña es nueva?— dijo Trent al ver mi rostro incomodado.
—¿Por qué no la llevas este viernes al MC Pepper's para darle su bienvenida, Liam?— gritó otros de los chicos con la chaqueta del equipo de fútbol
Liam me había contado acerca de ese lugar. Era como su sitio de reunión en donde usualmente al ganar uno de sus partidos, llevaban a sus novias para festejar y beber algunas cervezas; era una clase de Hooters o Mr. Froggs.
—Ni en sueños— dijo tomando una decisión definitiva.
—¡Vamos, Payne! No le pasará nada a tu amiguita.
—Ella puede ir si quiere, pero yo no la voy a llevar.
Me había estado molestando la manera en la que Liam me "protegía" de los malos actos para mi salud por lo que tronó mi paciencia y le lancé una mirada desafiante.
—Iré— dije mientras veía con superioridad a Liam. Su rostro pareció molestarse cada vez más. Todos gritaron y festejaron entusiasmados mientras que él y yo sosteníamos una guerra de miradas retadoras.
Aleskay
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
HO UNICORNIA SEXY A VUELTOOO Y CON Nutella !!:BAM: AME LOS CAPITULOS COMO LA SHIT !! solo una cosa SIGUELA POR EL AMOR A 1D !! con amor y cariño evelyn :booty: :oooh: :rawraw: :bossassbitch: la chica de los smileys
Meenah.P.
Re: Teenage Uproar [Liam Payne]
✞Follow your dreams...✞ escribió:HO UNICORNIA SEXY A VUELTOOO Y CON Nutella !!:BAM: AME LOS CAPITULOS COMO LA SHIT !! solo una cosa SIGUELA POR EL AMOR A 1D !! con amor y cariño evelyn :booty: :oooh: :rawraw: :bossassbitch: la chica de los smileys
Muchaaaas gracias. Subiré el próximo capítulo ésta o la próxima semana <3
Aleskay
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