Little Things |N.C|

Capítulo 001

Soltó un sonoro suspiro como todos los días al encontrarse frente a la escuela, trataba de ser positiva, de mantener una sonrisa en su rostro pero todo era más difícil sin su hermano a su lado. No obstante, había algo que la alegraba en ese lugar, el cual conseguía hacerla sonreír cuando todo parecía una tortura. Él, la única persona que pudo llegar a su corazón y conquistarla con cada uno de sus encantos sin importar los comentarios de otras personas, Christian Dale Smith, ese moreno culpable de la mayoría de sus más lindos momentos.
Caminó por los amplios pasillos del establecimiento con su cabeza gacha sintiendo varias miradas posadas en ella, con una gran sensación de desaprobación y asco hacia su presencia. Odiaba con su vida caminar por ese lugar cada mañana, obtener miradas por cada pisada en ese opaco piso y fingir no escuchar las risas e insultos propagadas por  gente sin vida. Era difícil para ella contener las lágrimas pero mucho más resistir la humillación que produce la gente de su alrededor.

La mañana transcurrió con normalidad, como cada día su boca no omitía ningún sonido en clases, sus ojos se mantenían concentrados en lo que escribía el profesor en el pizarra mientras anotaba lo más importante dicho por este. Las horas pasaban lentas volviendo todo un martirio pero tras este se encontraba su alegría lo cual hacia que las cosas fueran un poco mejor y deseara con ansias la hora donde se volverían a ver.


Había llegado la hora del almuerzo y Smith todavía no daba señales de vida lo cual lograba que su mente comenzara a formular diferentes preguntas entre esas la más importante ¿Dónde está?. Avanzo por el pasillo del casino en busca de una mesa donde poder disfrutar de su comida; llevaba una bandeja llena de alimentos los cuales su organismo ya comenzaba a pedir. Se dirigió a una de las mesas más apartadas de la multitud y comenzó a comer en silencio mientras sentía como un grupo de chicos que se encontraba a su alrededor hablaba y reía señalándola de forma descarada sin importarles nada. Trato de ser fuerte, de mantenerse en ese lugar haciendo caso omiso a las pequeñas cosas que se podían escuchar pero no quería seguir ahí, lo necesitaba junto a ella así que tomo su bandeja y se marchó del lugar tratando de ignorar las miradas.

Salió de ese martirio de lugar y comenzó a caminar  con desgano por los vacíos pasillos en dirección a su casillero para buscar algunos materiales pero unas voces familiares la hicieron detenerse y cambiar la  dirección de su caminata dirigiéndose a un lado de los baño.

-La has visto hoy?-preguntó Brent o mejor dicho ‘perfección’ como lo llaman algunas de las chicas del establecimiento, el cual era uno de los mejores amigos de Chris.

-La verdad no, he estado un poco ocupado y no tengo ganas de verla por hoy- respondió Christian mientras miraba con atención su celular.

-No crees que es hora de terminar con todo esto?- habló nuevamente Brent- Tu reputación va bajando cada vez más, en cualquier momento vas a pasar a ser nada- dijo quitándole a Smith lo que le robaba su atención. ¿De qué hablan? Me pregunté, no me iría de ahí hasta saber a lo que se referían.

-Aún no es tiempo, dejemos que se divierta un par de semanas más, al fin mi reputación la puedo arreglar en menos de un segundo- dijo con una sonrisa victoriosa Chris.

-Bueno como tú quieras, solo te digo eso- terminó  de decir Hall y se fue dejando a Smith solo, nuevamente capturado por lo que se mostraba  en su aparato móvil. Iba a comenzar a caminar pero nuevas voces se comienzan a escuchar en dirección a donde se encontraban conversando Brent y Chris anteriormente, por lo cual decidí acercarme nuevamente ya que tal vez estos podrían saber algo del tema que me dejo con preguntas formulándose en mi cabeza.

-Vieron todo lo que comió hoy Payne, creo que cada día va agregando algo nuevo a su bandeja- exclamo riendo un pelirrojo amigo también de ambos que se encontraban hace unos segundos en ese sitio.

-Sí-habló un pelinegro-no sé cómo aún sigue manteniéndose en pie.

-Yo no sé cómo Chris aún sigue con ella, o sea puede estar con cualquier chica con buena delantera y trasera pero se fija en una gorda que no tiene ni un poco de encanto- Al escuchar esas palabras una lágrima descendió por su rostro pero no se movió de su lugar.

-Muchos dicen que es por una apuesta, otros dicen que es por pena, la verdad no la sé pero de que a Chris no le gusta, no le gusta eso está más que claro- 'Eso es mentira' espetó la mente de ella rápidamente luego de que el pelinegro terminara la frase, Chris muchas veces le dijo cuanto le gustaba y cuanto le gustaría estar con ella hasta que lo hizo una tarde de inverno donde el la invitó a salir y a la llegada del paseo él con un ramo de rosas de su color favorito le pidió que fuera su novio a lo que ella claramente respondió que sí.

-Eso es verdad, aunque no se le ha visto con ninguna chica desde que comenzó a 'salir' con esa ballena- dijo el pelirrojo mientras miraba a sus acompañantes los cuales asentían de una forma estúpida en respuesta a lo dicho por este.

-Todo esto es extraño, solo espero que esto acabe y esa gordita desaparezca de nuestras vidas, porque ya ha molestado demasiado- Y esas fueron las palabras que rebalsaron el vaso, Barbara comenzó a caer lentamente por el muro que la sostenía anteriormente mientras reprimía sus sollozos para no ser descubierta.

Cuando la calma estuvo en ella, se levantó lentamente agradeciendo que nadie haya pasado por ese lugar mientras se encontraba ahí con su vulnerabilidad a flote; Comenzó a caminar en dirección a el baño de mujeres en busca de un poco de agua para terminar de relajarse y poder seguir con lo que quedaba de día. Al llegar no pudo lograr que su mirada no se dirigiera al espejo frente a ella el cual mostraba, como ella pensaba, su horrenda figura, lo que logró que lágrimas comenzaran a caer mientras que su mente se encargaba de recordar lo dicho por sus compañeros.

Miraba detenidamente su cuerpo en el espejo mientras que a momentos observaba los cubículos con intención de entrar a estos y hacer algo que cambiaría su vida por completo pero cuando iba a abrir uno de estos el arrepentimiento se apoderó de ella y con este imágenes de ella y su hermano mientras él la apoyaba lograron que comenzara a alejarse lentamente de estos y saliera del baño en dirección a la salida del establecimiento, articula una excusa al guardia del recinto y se va hacia su hogar, donde al llegar se dirige a su habitación y comienza a llorar como cada tarde luego de una larga jornada escolar.

jelou:

capítulo 002.

❛❛New York, Estados Unidos.
Vee Jeffer. 20 de Enero del 2014. 6:53 a.m❜❜.

Vee se dio cuenta de que había perdido nuevamente el autobús. Daba un paso acelerado, ya que era Lunes y la primera hora del día era Biología. El recorrido era silencioso, no había ningún sólo ruido, salvo el paso acelerado que daba por la acera del sendero. Llegó tarde al instituto, hambrienta y cansada. No era una gran manera de comenzar el día. Acomoda su cabello totalmente negro y lo pone sobre su hombro, cayendo en cascadas. Lo que más le gustaba de ella era su cabello; desde pequeña lo había cuidado muy bien, hasta ahora. Camina por el pasillo solitario, y dando un suspiro toca la puerta del aula de Biología. Pronto, se asoma el rostro de la maestra Hellen, con un ceño fruncido. La analiza de pies a cabeza y puede notar las pequeñas ojeras que posee la chica de cabello azabache. Hace un campo para que Vee pueda adentrarse al aula y ésta entra con temor. Ser la alumna ejemplar y con un promedio alto, valía la pena. Pero no tanto cómo ella creía... no mucho.

—Que no se vuelva a repetir otra vez Jeffer —dijo la maestra mirándola seriamente.

Ella sólo alcanza a asentir, mientras se le revuelve el estómago. El simple hecho del pronunciar su ''apellido'' la ponía nerviosa. El anterior Miércoles había recibido un correo de un anónimo, diciéndole las razones por las que no se parecía a su familia. Aquello le había atemorizado bastante; creía que la estaban vigilando o sólo era una distracción para poder entrar a su casa. Habían muchas posibilidades en su cabeza que ninguna le resultaba la correcta, hasta llegó a pensar... que era adoptada. Después de un buen rato de haber pensado el correo, se puso a analizarse: a ella y a su familia. Tenía miedo que llegara a ser ésa opción y, era la más lógica posible. Desde ése día no ha podido dormir de tan sólo pensarlo; por éso, es la causa de sus pequeñas pero visibles ojeras... se veía que la había pasado muy mal. Ella camina hasta su pupitre que se ubicaba un puesto hacía atrás que el primero. Nerviosa, saca sus libros, cuelga su mochila detrás del asiento y se sienta en éste. No tiene el consentimiento de mirar hacía su alrededor; le causaba temor. Escucha unos murmullos y risas; seguramente se trataba sobre ella. Abre su cuaderno, coge un lapicero y empieza a tomar apuntes de lo que anotaba Hellen en la pizarra.

No obstante, un papelito golpea su cabeza provocando un sonido sordo en cuánto cae al suelo. Silenciosamente y sin mirar hacía dónde se desliza y recoge el papel arrugado. Lo toma entre sus manos y lo abre. Para ella no le resultaba extraño lo que contenía dicho papel. Se reconocía por la caligrafía cursiva y el reemplazo de los puntos por corazones. Había una sola persona, y de todas ellas era: Hailey.

  
Mira su ropa traía puesta. Era totalmente grande cómo para tapar su cuerpo. Un suéter color rojo demasiado ancho, unos pantalones chandal grises y unas converse del mismo color del suéter. La verdad que no estaba mal vestida, al contrario, se sentía cómoda y a gusto con su vestimenta. Voltea su cabeza en dirección a Hailey y la observa. A diferencia de ella, Hailey llevaba puesto una playera corta que dejaba al descubierto su cintura y ombligo, unos shorts rasgados que al menos lograban taparle parte de su trasero y unos tacones plataforma reluciente. La verdad que no le quedaba mal ya que le quedaba justo a la medida de su cuerpo tonificado y atlético. Vee no tenía un cuerpo mal desarrollado, de hecho posee unos atributos muy bien formados pero ella jamás se ha prestado para éste tipo de cosas. Nunca en la vida. Hailey era dueña de una cara y un cuerpo bonito, al igual que su larga cabellera rubia natural. Vee era lo contrario, pero éso ella creía. De inmediato, la susodicha la mira indiferente, murmura algo a sus amigas y éstas ríen por lo bajo. Vee no presta demasiada atención y se dedica a concentrarse en su clase. Sólo... por una vez más.


Toda la jornada había pasado totalmente aburrido. A parte de la clase de Literatura, una de sus favoritas del día. Y el resto, transcurrió lleno de burlas y humillaciones; algo doloroso pero normal para Vee. No obstante, la lluvia se hace presente y cae fuertemente. Vee juega con los charcos que se formaron muy pronto, saltando sobre ellos; riendo alegremente, salpicando a más de una persona que pasaba a su alrededor. La lluvia cesó a los quince minutos y durante ése transcurso Vee ya permanecía empapada.

Cuándo entra a casa el olor a desinfectante golpea su nariz que arruga de inmediato por el desagradable olor. Deja su mochila al lado del sofá ya que no habían dejado tarea por hacer. Entra a la cocina y se encuentra a Maddie, su madre; sentada en uno de los taburetes tomando una taza de café. Maddie nota la presencia de su hija, eleva su mirada y le sonríe.

—Hola Vee, ¿qué tal la escuela? —pregunta amablemente.
—Lo mismo de siempre —respondió en un susurro.

La duda entra nuevamente en su cabeza; suspira... no sabe qué hacer ni qué decir para poder empezar el tema. Piensa en quedarse callada pero no puede, ya que ése pensamiento la atormentará por una semana de nuevo sin dejarla poder dormir.

—Se aclara la garganta sonoramente— ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó nerviosa.
—Claro que sí Vee. Te escucho.

La ojiverde no sabe cómo empezar y deseaba no haber dicho ésto. La desesperación y curiosidad la reinaban en ésos momentos que sólo se le escapó y no lo pensó. La mira una vez más, riendo nerviosamente. Se arma de valor y dice:

—¿Puedes decirme toda la verdad? ¿Es cierto que soy adoptada? —preguntó rápidamente por los nervios, pero Maddie la logró escuchar.

De inmediato, la taza que llevaba entre sus manos se desliza y cae al suelo, ésta se rompe en miles de pedazos esparciéndose por toda la alfombra, quedándose sin palabras.

ábreme: