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Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Holaaaa!milicrazymofo escribió:Hola!!
Ulises murio :'(:'(:'(:'( me isiste llorar mucho :'(
encerio solo queda un capitulo?
Amo tanto esta novela♥
Me duele que se acabe :-(
Bueno cuidate Bye :-)
Si:(
Sip, nadamas queda un capitulo, no habra segunda temporada...
Que bueno que te gusti, y gracias por leerla!
Bye:)
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
SI, SOLAMENTE QUEDA UN CAPITULO:'(Nayis33 escribió:¿QUÉ SOLOOOOOOOOOOOOOO LE QUEDA UN CAPÍTULO?NO POR DIOSSSSSSSS
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
OMFG tu comentario parece un capitulo entero!:o jajajaSonia Hilsenbeck escribió:NUEVA LECTORA AQUI! OMG NO SABES LO TRISTE QUE ME SIENTO POR QUE SOLO LE QUEDE UN CAPITULO! DEBI DE PASARME POR ESTA NOVELA ANTES! ES UNA DE LAS MEJORES NOVELAS QUE HE LEIDO EN MI VIDAAAAAA ENTERAAA! DEBERIAN HACER UNA PELICULA!
Bueno, ya fueron muchas letrotas chillonas asi que escribiré normal jajaja
No puedo creer que quede un capitulo! Probablemente terminen como amigos y aaaaaaaaay:( Pero bueno, sea cual sea el fin se que esta seguirá siendo la mejor novela del mundo, gracias por pasarla aquí!
Lei TOOOODA la novela en DOS DIAS! Enserio, desde que lei la sinopsis quede impresionada, es simplemente PER-FECT!
Aquí están los mejores momentos de la novela en mi opinión:
-Cuando Zayn se estrello contra la casa de los abuelos y se conocieron:3
-Cuando la rayis se emboracho por primera vez, y BESO A ZAYN! Omg te juro que ame ese momento, pero estaba borracha asi que no cuenta tanto..
-Cuando tuvieron su primera vez! Nunca pensé que pasaría, enserio, y engaño a la perra de Alice!
-Cuando Zayn termino con Alice
-Cuando le hicieron la despedida a rayis y fue Zayn y le escribió en un pedazo de manta algo tan asdfghjklñ
-Cuando Pauly y _____ se estaban peleando y Isabella dijo que ella había robado las cartas:o
-Cuando conocio a Harry:3
-Cuando Zayn se puso celoso porque Harry le había regalado unas flores a _____:3
En fin, hay millones de momentos en esta novela! y ya me tengo que ir asi que no alcanze a poner otros momentos, pero enserio AMO ESTA JODIDA NOVELA Y NO QUIERO QUE SE ACABE NUNCA.
Bye, beshitos aplastantes llenitos de amors:***
Bienvenida Sonia! Que bueno que te haya gustado!
Mira, mis lectoras saben que TODOOO puede pasar en un capitulo... Zayn podria morir, podrian terminar juntos, Zayn podria volver con Alice, podrian quedar como amigos, podrian casarse en Narnia(? Asi que no pierdas la esperanza!
Aaaaay no:') Que viejos tiempos de la novela!
Muchisisisimas gracias por pasarte por la novela y escribier el comment maaaas laaargo que me han escrito en toda mi vida:')
Kakajaj hoy la sigoo!! Beshos:*
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
esta novela me ha encantado tanto, y la he puesto en novelas que leoAbigail Castro escribió:Sip, es enserio... Nadamas queda un capitulo y este cuente se ha acabado:(monica malik escribió:NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
PUEDE SER
ESTO ES EN SERIO? O NO?
ESTA ES UNA DE LAS MEJORES NOVELAS QUE HE LEIDO
HE LLORADO EN TODO EL CAP, MIS LAGRIMAS POR ESTA NOVELA HAN QUEDADO SOBRE MI ALMOHADA
NO PUEDO CREER QUE SOLO UN CAPITULO MAS Y?????
TODO TERMINA AHI????
ACASO ESTA NOVELA NO TIENE SEGUNDA TEMPORADA???
BUENO, EN SERIO ABIGAIL, TE AGRADEZCO POR SUBIR ESTA NOVE
TE QUIERE TU FIEL LECTORA MONICA
BESOS:HUG;
BYE
No, no habra 2da temporada.... Toodo termina en ese capitulo
Gracias a ti por leerla y comentar en cada capituloo!
Byee, te quiere tu fea escritora/adaptadora jaja
Nunca se me olvidara jajaja
Besos
Glamorous
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
monica malik escribió:esta novela me ha encantado tanto, y la he puesto en novelas que leoAbigail Castro escribió:Sip, es enserio... Nadamas queda un capitulo y este cuente se ha acabado:(monica malik escribió:NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
PUEDE SER
ESTO ES EN SERIO? O NO?
ESTA ES UNA DE LAS MEJORES NOVELAS QUE HE LEIDO
HE LLORADO EN TODO EL CAP, MIS LAGRIMAS POR ESTA NOVELA HAN QUEDADO SOBRE MI ALMOHADA
NO PUEDO CREER QUE SOLO UN CAPITULO MAS Y?????
TODO TERMINA AHI????
ACASO ESTA NOVELA NO TIENE SEGUNDA TEMPORADA???
BUENO, EN SERIO ABIGAIL, TE AGRADEZCO POR SUBIR ESTA NOVE
TE QUIERE TU FIEL LECTORA MONICA
BESOS:HUG;
BYE
No, no habra 2da temporada.... Toodo termina en ese capitulo
Gracias a ti por leerla y comentar en cada capituloo!
Byee, te quiere tu fea escritora/adaptadora jaja
Nunca se me olvidara jajaja
Besos
Awww:3 Mil gracias enserio!
Ya en menos de 5 minutos subiré el capitulo FINAL! Ya quiero que lo lean para que vean si si quedan juntos o separados...
Muaaa:*
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Capítulo 89 ~ Mi historia de amor [Capítulo final].
¿Qué es la muerte?
Me había topado con mis pensamientos tantas veces en aquella última semana, que ya ni siquiera sabía si eran míos, o palabras que se habían colado por mis oídos y yo los había interpretado como propios.
La muerte es aquello que cumple el ciclo de la vida, cuando tus órganos comienzan a fallar, cuando el alma se desprende del cuerpo y se transforma en un ente más espiritual que material.
Todo aquello lo había investigado en filosofía, lo había visto en miles de programas; la definición era la más conocida, y la que menos se quería escuchar, porque es un destino al que todos nos enfrentaremos tarde o temprano. Y da tanto miedo, que te corta el aire en cuanto piensas que nunca sabrás cuándo ocurrirá realmente.
Sin embargo, aquellos días algo había cambiado: la muerte ya no era un estado de inmovilidad, uno que representaba la falta de pulso del corazón; la muerte se había tornado en algo psicológico, en algo que iba más allá que simplemente unos signos vitales.
Mi mente viajaba cada media hora hacia el interior de aquella iglesia, hacia aquellas palabras que me habían dejado marcada de por vida. Mirando hacia la costa del mar mediterráneo, con el sol brillando (una de las primeras veces en todo el año), y con las olas chocando en aquellas rocas, me sentí otra vez al comienzo de toda mi vida.
¿Cómo todo era tan fácil? Eras tan pequeña, tan niña. Tus mayores preocupaciones era posiblemente si tu mamá te iba a hacer algo rico para comer, y no un plato lleno de verduras; tu máxima adicción era tomar las muñecas y jugar, mientras que las risas era el oxígeno que parecía mantenerte vivo.
Cerré los ojos, sintiendo el calor del sol. Y cuando lo hice, sonreí: recordé a una pequeña niña, flacucha, con cabello café corto hasta las orejas, y un vestido morado. La niña corría por toda la playa, sintiéndose viva. Y lo más asombroso, es que ni siquiera sabía que lo estaba sintiendo, simplemente estaba viviendo, sonriendo, sin preocuparse por el mañana, sin tensarse.
Y después, cuando la niña miraba sobre su hombro, se encontraba con dos pares de personas que la observaban sobre la cima de la colina, mirándola con ojos de amor. Ella sabía que estaba segura, y al mismo tiempo no sabía que lo estaba, simplemente algo dentro de ella sabía que aquellas personas nunca la dejarían caer. Y lo mejor de todo llegó cuando, mientras corría, y la arena del viento empezaba a meterse en su cabello, miró hacia su lado: otra niña, con pelo más claro y largo, y un vestido color café iba a su lado. La niña estiró su mano, y la tomó: la niña con el vestido morado supo entonces, sin saberlo como todo lo demás, que esa de vestido café estaría a su lado, siempre. Y que si ella se cae, la otra la levantaría, que si ella lloraba, la otra niña también lloraría, y que mientras sonriera, la niña del vestido café se sentiría satisfecha.
¿Qué pensaba cuando tenía cuatro años?
Recordaba amar aquel vestido morado que mi padre me había regalo, y recordaba también ver como mi mamá le metía el vestido café a Ronny sobre su cabeza; nos teníamos que turnar para que nos peinara, aunque al final de todo terminábamos con el pelo totalmente despeinado, así que ese día había optado por simplemente cepillarlo. Recordaba mi emoción conforme veía que la playa se acercaba, y como mi papá gritaba un "¡Con Cuidado!" cuando Ronny y yo salimos expulsadas del carro, descalzas, mientras que caminábamos hacia la playa.
Todos aquellos destellos de luz, el brillo del mar en aquel verano, toda aquella magia seguía ahí, en algún lado.
El modo en que veía a mis padres y me sentía segura, cómo era que veía a Ronny y sabía que ella siempre estaría ahí, pero sin embargo, no sabía nada.
Y es ahí, cuando miraba hacia el mar, que me daba cuenta de que nada era certero: simplemente sabía que ellos no me harían daño, algo dentro de mí lo hacía. Y al mismo tiempo, algo dentro de mí me decía de igual manera que si lo hacían, no era algo que ellos quisieran.
Casi 15 años después, en un invierno, con el cielo a tonos grisáceos y el aire fresco, totalmente lo contrario a aquel verano, me sentía totalmente a la deriva. Mientras observaba el mar chocar con la costa, me daba cuenta de cómo el confiar ciegamente te hacía tan fuerte: hacías cualquier cosa, sabiendo que siempre te iban a ayudar; te atrevías a correr, porque sabías que te levantarían, así como te atrevías a brincar, sabiendo que si te raspabas las rodillas ellos te ayudarían. O al menos, pensándolo: la vida me había enseñado que no siempre se quedan todas las personas que crees que lo harán, pero sin duda, todas llegan por una razón.
Apreté el cuaderno que sostenía sobre mi pecho contra éste, y sentí como las lágrimas comenzaban a recorrer mis mejillas. El viento salado que llegaba a mi rostro se sentía más puro que de costumbre, más fresco, y sentía como si hiciera a mis lágrimas en medio camino hacia el vacío congelarse en mi rostro.
¿Cuánto valía el amor?
Mordí mi labio, y miré hacia el extremo izquierdo, donde comenzaban a emerger las casas y calles de Nove. A aquella distancia, podía ver el techo de la casa de mis abuelos, y podía sentir como el corazón se me achicharraba un poco más.
Aquella mañana había tenido una discusión con Ronny: me dolía el pensar que aquella niña de vestido café no se hubiera quedando por siempre sosteniendo mi mano. Si indagábamos más en el asunto, me dolía aún más darme cuenta de que aquellas dos personas que estaban sobre la colina en aquel verano, ya ni siquiera estaban en el mismo continente que yo. De repente aquellos recuerdos se habían visto envueltos de velos extraños, de gente que parecía ser ahora una completa desconocida.
Y aquella era mi familia.
Pero si de algo estaba segura, era de que... ya no me apetecía estar sola.
Durante mis noches en vela, cuando solamente una llama me alumbraba el rostro, me había dado cuenta de todo: de como mi orgullo, mi inseguridad habían alejado a todo mundo. Tal vez ellos se habían equivocado, pero al final del día ¿quién es perfecto? Todos terminamos lastimando a alguien a quien amamos, y todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.
Llevé mi mano hasta el bolsillo derecho de mi delgada chaqueta, y saqué mi celular.
Mi corazón latía fuertemente dentro mi cuerpo, haciéndome vibrar entera, mientras desbloqueaba la pantalla, y cuando comencé a rebuscar en mi directorio de contactos sentí la tentación de tirar el teléfono al mar, sin embargo, me aferré aún más a él.
Apreté el botón verde, y después me llevé el teléfono a mi oído. Los pitidos se hacían más lentos, hasta que me lanzó directamente a contestadora.
Con solo escuchar su voz, me hacía querer tener más ganas de llorar. Sentí mi quijada temblar, y tan solo cerré los ojos. Se lanzó la contestadora, y antes de hablar me dediqué a llenar mis pulmones de aire.
— Mamá... —mi voz se cortó. En un hilo de sonido tan delgado, parecía como si algo me apretara la garganta e impidiera que mis cuerdas vocales emitieran sonido alguno—. Necesito...—tragué gordo, y apreté los párpados cerrados sobre mis ojos—. Necesito verte.
...
Aquél día todo parecía estar destinado a la melancolía y la tristeza. Las palabras que mi abuela había dicho de un modo tan natural en el funeral de mi abuelo, me hacían sentir demasiado artificial; ¿en qué estaba mal exactamente? ¿Cuál era la medida principal para perdonar un dolor? ¿A qué punto se podía empezar a olvidar el daño que habían causado en ti? Siempre me había considerado una persona organizada y derecha, sin embargo, ahora era cuando me percataba de que no sabía medir tiempos o momentos; los momentos felices prefería ignorarlos, ya que sabía que no duraban mucho, y en cambio prefería alargar las desdichas. Tras haber vivido dolores de decepciones, pensé que tal vez si me acostumbraba a ellas (y al mismo tiempo a no ilusionarme con la gente) serían más fáciles y menos dolorosos los procesos vitales que tendría que conllevar en mi vida.
Cuando entré a la casa, mis ojos se toparon con mi abuela sentada en el sofá principal de la sala.
Aquella última semana, la casa familiar había estado con una gran vitalidad: los hijos, sobrinos y nietos de Nina llegaban a todas horas del día para invitarla a comer, a salir, a comprar, o a cualquier otra actividad que pudiera mantener su cabeza fría y lejos de cualquier recuerdo doloroso que pudiera percudirle. Por lo que, cuando mis ojos escrudiñaron alrededor de la habitación, hasta las más finas esquinas, y no encontraron a ningún otro ser viviente bajo el mismo techo, sentí una gran confusión.
Mi abuela elevó la mirada para toparse conmigo al final de su visión. Una sonrisa se le marcó débilmente en el rostro, y después volvió a fijar su vista en aquel cofre que estaba sobre la mesa de centro de la sala.
— Mi bella niña —su voz ronca se escuchaba como una dulce canción de cuna, un soneto suave que acariciaba apenas mis oídos —. ¿Cómo estás? ¿Fuiste a la playa hoy?
— Pasé ahí la mayor parte de la mañana.
Me adentré a la sala, y rodeé el sofá individual para poder sentarme en él. Una vez que estuve acomodada, pude observar más de cerca lo que había en aquél cofre de madera que mi abuela había llevado hasta su sala de estar.
El cofre tenía cerrojos negros de fierro, y adornos que se veían delicados y extravagantes. Olía a guardado, y los cerrojos lo recorrían de prácticamente todos los extremos de la superficie.
Con el cofre abierto y la tapa hacia atrás, pude observar como ésta estaba llena de papeles viejos, amarillentos y fotos de colores blanco y negro y sepia. No me tomó más de unos cuantos segundos percatarme de que aquél baúl llevaba escrito el nombre "Ulises" por todas las superficies existentes.
Mi abuela me regaló una sonrisa cómplice, mientras sostenía un mazo de aproximadamente quince fotos desvanecidas por el paso de los años con su mano derecha.
— Abuela... no sé si debas hacer esto.
La miré con un ceño de preocupación, y como lo esperaba, mi abuela refunfuñó casi al instante, sin prestarme mucho apoyo.
— ¿Recordar es malo? —Alzó ambas cejas, para después soltar una risa sutil entre dientes—. A mi forma de ver las cosas, recordar y ver cosas del pasado es percatarnos de lo que éramos, lo que somos, y lo que queremos ser —suspiró—. Yo simplemente estoy recordando cómo era poder brincar sin que me doliera la rodilla.
Su risa se esparció como luz por la habitación, contagiándome sin muchas ganas de haberlo hecho. Sostuvo con fuerza aún un par de cartas con el sobre abierto, y más y más fotografías.
— Tu abuelo era un romántico a la antigua —sonrió—. Bueno, en aquel tiempo, todo era así... y aun así se veía ridículo —reprimí una sonrisa apretando los labios, y ella me miro sonriendo de oreja a oreja—. Me mandaba cartas, me escribía poemas...
— Los hombres de aquellos años si sabían cómo enamorar a una mujer, ¿no es cierto? —mi abuela asintió, mirándome apenas de reojo, con un rostro totalmente expresivo, lleno de doble sensatez.
— Y algunos de ésta época también.
Miré hacia el suelo; sabía exactamente a lo que se refería.
No había visto a Zayn desde el día del funeral. Estaba tan aturdida y perdida en mi propia burbuja de dolor, que iba abrazada a él hasta en el coche; no me sentía preparada para estar de pie, sola, frente a la tumba de mi abuelo. Sin embargo, en cierto momento del trayecto —no sabía decir exactamente en cual—, los brazos de Zayn ya no me sostenían.
No hubiera sabido decir si me había tardado segundos, minutos u horas en percatarme de que Zayn ya no estaba a mi lado, porque sinceramente no lo hacía: el único recuerdo que llegaba a mi mente cuando pensaba en el entierro, era el ver el ataúd comenzar a bajar poco a poco por la tierra, donde vería su último rayo de luz.
— Sabes que Zayn venía a ver mucho a tu abuelo, ¿verdad? —tomada en total desventaja por lo desprevenida que me encontraba, miré a mi abuela con total sorpresa. Ella siguió con su vista gacha, directo hacia el baúl de los recuerdos, mientras continuaba escarbando entre todo aquello que la había hecho sentir viva alguna vez—. Creo que él lo consideraba un abuelo propio —sonrió, y me miró directamente de frente—. Ulises amaba aconsejar a ese chico, sin lugar a dudas.
— A todo mundo parece agradarles los Malik —dije en un suspiro. En parte era cierto: aquella familia tenía cierto no-se-qué, que te hacía sentir amor y gratitud hacia ellos con tan solo un par de palabras. Yo misma había caído bajo el encanto de los "encantadores Malik".
— Es más que eso, ______ —mi abuela hizo una mueca antes de sonreírme—. Creo que Ulises se veía a sí mismo en él, un Ulises más joven, uno enamorado de una chica que parecía no querer tener ni un mismo grano de arena compartido.
Aparté mi mirada. Sabía exactamente a donde quería llegar.
— Las historias son dos novelas diferentes.
— Pero en ambas termina siendo el mismo desenlace, y lo sabes.
— Mi historia con Zayn aún no termina, abuela. No sé cómo es el desenlace.
— Tu misma lo has dicho.
Me quedé callada, mientras que nos miramos ella y yo por lo que parecieron ser minutos enteros. Desistiendo a su mirada, aparté mis ojos de los suyos y me dediqué a observar el techo, mientras que unía mis dos manos en palmas frente a mi regazo.
— Yo... —apreté la voz, y mordí mi labio—. No sé qué es lo correcto. Me parece demasiado...complicado —la miré, y noté como su rostro se transformaba en consternación—. La distancia, nuestro pasado, todo pareció entrometerse. ¿Qué tal si eso fue una llamada de la vida? ¿Algo para que me diera cuenta de que no estamos hechos para estar uno con el otro?
— Si algo he aprendido en mi vida, ______, es que el destino es subjetivo. Creo que el destino existe, sin lugar a dudas, pero solo en grandes acontecimientos. Me refiero a que, estabas destinada a, por ejemplo, venir a Italia y conocer a Zayn, sin embargo, lo que ocurra después de conocerlo ya está solo en tus manos. Si quieres algo, ni el destino va a tener la fuerza como para llevarlo frente a ti, en bandeja de plata: las mejores cosas en ésta vida son las que cuestan trabajo conseguir.
Estando dividida en mis pensamientos, sabía perfectamente que si en alguien podía confiar para esas cosas, era en mi abuela. Suspiré, y le regalé una media sonrisa.
— ¿Crees que valga la pena? —Pregunté casi con vergüenza—. Me refiero a que, ¿crees que Zayn sea ese tipo de hombre por el que vale la pena arriesgarse? Te lo pregunto por qué, me da miedo la idea de lanzarme a sus brazos y que él simplemente no sepa como sostenerme.
Una sonrisa casi brillante se ensanchó en el rostro de mi abuela.
— Lo único que sé, mi bella ____, es que tu abuelo tenía cien por ciento fe en él al momento de aconsejarlo para estar contigo. Y, como cualquier otra familia italiana diría, "El abuelo nunca se equivoca".
...
Ese día pasé mi tarde planeando ir a ver a Zayn.
No lo hice.
Dando vueltas en la cama, caminando sobre figuras invisibles por toda mi habitación; el lugar se había vuelto mi guarida secreta donde me planteaba las posibilidades.
Quería a Zayn, y lo sabía. Sabía que él me quería a mí, pero también sabía con perfección que el mundo era muy grande, y que a nosotros nos separaban grandes obligaciones, y un gran océano.
Pasé el resto de la tarde imaginándome como sería: ¿me aceptaría sin problemas? ¿Habría peros? ¿Me atrevería a hacerlo?
La luz que entraba por mi ventana fue disminuyendo hasta volverse de repente la luz artificial del faro. Me acerqué a la puerta, abrí apenas una pequeña pestaña y escuché una fuerte risa de los que eran mis tíos y mi abuela, todos reunidos para una gran cena familiar. Sentí mi estómago revolver, y algo me decía que no tenía nada que ver con el hambre.
Mi cuarto se veía oscuro y quieto. La luz de la lámpara que reposaba sobre la mesa de noche resultaba reconfortante; me gustaba sentarme a leer bajo la luz tenue, donde las esquinas oscuras se podían mover para darme figuras retóricas que mi mente imaginase.
Me senté en el extremo derecho de mi cama, con la computadora sobre mi regazo. Se abrió el sistema operativo, introduje la contraseña, y en un par de clics más me encontraba ya en mi bien querida "One Book", aquella aplicación que había sido mi mejor amiga durante el verano pasado.
No lo había abierto desde aquella última vez que había escrito, y según lo redactado (ya que jamás me acostumbré a ponerle fecha), en aquel momento estaba en Londres. Fue el día en que me había dado cuenta de que definitivamente Zayn me tenía loca. Si me ponía a pensar en cuantas cosas habían sucedido en el intervalo de tiempo entre aquella última entrada en mi diario virtual y esa mañana de principios de 27 de Enero, me daba cuenta de que todo se había vuelto más grande: Los problemas que tuvimos no eran nada comparados con los que llegamos a tener en nuestro punto máximo; los enojos y separaciones llegaron a un punto de total silencio por meses enteros. Hasta nuestro mismo amor parecía una mirruña, comparado con el que sentía en aquel cuarto.
Con una excitación fuera de lo normal, me dediqué a leer todas las entradas. Cuando empecé por la primera, solté la carcajada más pura que había dado en días; mis preocupaciones, mis más profundos pensamientos, tan profundos que ni siquiera los recordaba como míos. La ______ que había escrito la primera entrada durante el inicio del verano ya no era la misma que sostenía la computadora mientras leía lo que para ella, alguna vez fueron verdades.
Y entonces, todo quedó claro: había cambiado. Mi madurez había rebasado un nivel común; me di cuenta de que jamás fui tan inteligente como lo era en aquel mismo instante: pensaba que era madura, pero madurar no es sinónimo de no dejar que los sentimientos se involucren en tu vida. Sabes que maduraste a un buen nivel, cuando sabes que ocultar tus sentimientos tan solo te debilita. Aquella realidad no la había visto hasta ahí, meses después, cuando por fin leía todo aquello que era mi verdad durante su tiempo.
Miré hacia el vacío; una creciente emoción se generaba en mi pecho, impulsándome hacia el frente. Mi cuerpo parecía tener vida propia al querer salir corriendo de la habitación.
Simplemente supe lo que tenía que hacer.
Y parecía que nada me iba a detener de hacerlo esa misma noche.
Sin cerrar ni apagar nada, dejé caer la computadora sobre mi cama. La luz de la mesa de noche se quedó encendida a mi espalda, y veía como mi sombra se reflejaba en la pared frontal del cuarto. Caminé hacia la puerta y tiré de ella, dejando que todo el ruido entrara por mis oídos con más fuerza que solo el lejano susurro que solía ser.
Todo pareció desaparecer; solo existía esa necesidad de salir corriendo, de soltar todo aquello que tenía que decir.
Mi corazón latía con fuerza, y mis sentidos se entumecían conforme me acercaba a la entrada.
No dije nada, y solo salí por la puerta principal.
...
La carretera oscura era iluminada por altos faroles cada cuantos metros; los letreros se iluminaban con las luces delanteras de la camioneta de mi abuelo, y me iban dando indicaciones sobre cómo llegar a los condados más cercanos. Me sentía nerviosa, y mis manos temblaban sobre el volante. No pensaba, no sabía exactamente lo que haría, no sabía cómo podría pararme frente a Zayn y decir todo lo que sabía que siempre había pensado, pero jamás me había atrevido a decir. ¿Cómo podría ser lo suficientemente valiente? Sin embargo, sabía que tenía que hacerlo: no podía perder la oportunidad. Tenía que ser hoy o nunca.
Y entonces, vi el cortafuegos que era la entrada del viñedo de Zayn. Tragué gordo, pero continué manejando a la misma, o más velocidad de la que llevaba. La camioneta se tambaleó un poco ante la rocosa superficie sobre la que empecé a conducir, y mis manos se sostuvieron del volante con más fuerza. No fueron más de 50 metros antes de que el pavimento volviera a ser una superficie segura donde manejar.
El camino de un solo sentido (sin definir cuál) era iluminado por farolas de unos dos metros a los costados de la carretera, algunos casi totalmente cubiertos por maleza y árboles que hacían de aquél camino casi claustrofóbico.
Mi corazón se aceleró de una manera increíble cuando por fin, al final, pude divisar las grandes rejas que te daban la entrada al rancho. Las alta entrada tenía garigoleados entre espacio y espacio, y a lo alto había una gran placa del mismo material. Suponía que, de día, con la luz adecuada se podrían ver las letras que denominarían el nombre del rancho, pero en aquella oscuridad (y con la prisa que tenía) ni siquiera le puse la atención adecuada.
La camioneta hizo un chirrido cuando la detuve. No me molesté ni siquiera en apagarla antes de saltar del asiento; las luces delanteras estaban encendidas, y me daban una visión clara del frente. El portón estaba abierto por el medio, solo lo justo para un flujo de personas mínimo, y no lo suficientemente grande como para que entrara toda la camioneta.
Entonces corrí.
Había muchos, muchos faroles a todo alrededor del campo. Los altos cultivos de uvas habían empezado ya; las siembras estaban delimitadas por caminos suficientemente anchos para dos personas entre sí; todo tenía una forma de cuadro, y las hileras de uvas se iluminaban por un deliberado farol alto (al menos dos metros y medio) en lugares determinados.
De soslayo vi unos hombres con ropa sucia y fatiga, pero no les puse la atención adecuada antes de empezar a correr entre los cultivos. Los murmullos de los cuantos hombres que estaban en la entrada se fueron acreciendo, y al mismo tiempo se alejaban conforme yo me adentraba cada vez más a los cultivos.
La casa de mi tío, que ahora le pertenecía a Zayn, se veía bastante iluminada. Estaba a 50 metros, solo 50 metros de distancia. Los escalones de la entrada que rodeaban toda la casa, las grandes y altas ventanas de los costados, las puertas corredizas, la terraza del primer piso, y la terraza del segundo piso, la cual estaba bordeada por toda una reja de medio metro a color de fierro negro, igual a la del portón. Todo estaba iluminado por grandes farolas y luces para exteriores.
Entonces, justamente directo por el camino del viñedo que había tomado, vi a Zayn con un vaso de vino sostenido por su mano y la otra con un periódico.
Mi corazón se estrujó; se veía solo, y totalmente guapo. Su quijada se veía más varonil que de costumbre, y cerré la mano en un puño cuando dio un trago y se reflejó en la garganta.
Continué con mi camino hacia la casa, sin quitarle la vista a Zayn ni un solo segundo.
No quería dejar de verlo.
No podía, dejar de verlo.
¿Cómo era la conexión? Muchos decían que se tiene conexión cuando la otra persona terminaba las frases del otro, o cuando con una sola mirada sabías lo que la otra persona pensaba. Para mí, la conexión era saber que él estaba ahí, aún sin haberlo visto; saber que está detrás de mí, sin haberlo escuchado llegar, y saber que no importaba lo que pasara, siempre, siempre estaría ahí.
Conforme corría, mi corazón me gritaba muchas cosas, tantas que ni siquiera podía escucharlas con claridad.
Y entonces rodeó el lugar con la mirada, hasta toparse conmigo. Me detuve en seco, con el corazón desbocado y la falta de aire latente por el maratón que había corrido en ese escaso minuto.
Zayn se puso de pie, dejando caer el periódico, sin cortar aquella conexión que pareció establecerse en el mismo instante en que sus ojos descubrieron los míos debajo de la luz de una farola.
Con el vaso en la mesa de centro que tenía enfrente y su andar sublime y masculino, Zayn comenzó a bajar los escalones de la casa. Yo continué con mí andar, resumiéndolo en un tranquilo trote. Zayn también aceleró su paso.
Solo existían sus ojos, y mis ojos. Su cuerpo y mi cuerpo moviéndose en sintonía. Nosotros dos, siendo dos almas dañas, a punto de arreglarse mutuamente.
Mi cuerpo accionaba por si solo; ya no era yo la que tenía el poder, mis pies tenían el poder propio de salir corriendo hacia donde ellos quisiesen, y ese lugar era Zayn.
De repente me detuve. Cuando volví a mirar el panorama, me encontré a solo cinco escasos metros de Zayn. Él se había detenido también al tiempo en que yo.
Por fin, estábamos frente a frente.
Sus ojos estaban abiertos, emocionados, brillantes. Mi corazón por poco se salía del pecho.
Su quijada temblaba, mi cuerpo en sí era de gelatina. Si no caía, sabría que existía un Dios.
Sus ojos... Dios, sus ojos eran bellos. Eran dos diamantes, dos caramelos derretidos ante mí.
— Te odio —susurré.
Las lágrimas comenzaron a caer sin detenerse, una por una, todas con unos segundos entre cada una de ellas.
El rostro de Zayn se trastornó. Me miró con la confusión grabada en el rostro, mientras que mi creciente emoción no se detenía.
Miré hacia la tierra que estaba bajo nuestros pies, y tan solo tragué gordo.
— ¿Por qué? —preguntó apenas, tragando gordo.
— Porque por más que intento, no puedo dejar de amarte.
El pecho de Zayn se infló, y ante aquel movimiento yo elevé la vista. Cuando mis ojos se conectaron a los suyos otra vez, mis sentidos comenzaron a traicionarme.
Mis labios.
Mi cuerpo.
Mi corazón me lo pedía.
Todo pasó rápido. Sus manos se accionaron y me acercaron a él con precisión, fiereza, brusquedad. Mis manos buscaron su rostro oscuro, donde sus ojos brillaban y resaltaban de toda la negrura del lugar que nos rodeaba.
Miré su rostro, por lo que pareció una vida.
Y lo besé.
La necesidad me comenzó a carcomer desde dentro, y sus labios era el único modo de no partirme en dos.
Besos feroces, besos necesitados, besos apasionados. Lo necesitaba, él me necesitaba.
Sus manos me sostenían y no se quedaban quietas; recorrían mi espalda de lado a lado, de arriba a abajo. Mis manos se corrieron hacia su nuca, se metieron en su cabello.
Mientras más cerca estaba, mientras menos aire poseía, más viva me sentía.
Así era el amor: mientras más daba, mientras más te arriesgabas a romperte, más volabas.
¿Vale la pena volar si te vas a caer? Después de todo lo que había vivido, en resumen, había descubierto que la sensación de libertar que te daba el volar, y hasta el caer en picada, era algo irremplazable.
Entre jadeos y suspiros, Zayn juntó su frente a la mía. Con los ojos cerrados, calmado, tranquilo, volvió a besar mis labios. Ahora estos llegaron a los míos con una delicadeza, como si quisiera besar al agua y no quisiera que se perturbara ante su tacto.
Me sentía jadeante.
Y estaba feliz. Estaba jodidamente feliz, jodidamente loca, y jodidamente enamorada.
La escritora sin amor se había enamorado del chico con el alma rota.
Zayn sonrió, y musitó una pequeña risa entre sus dientes.
— ¿Una uva? — preguntó, y se separó lo suficiente como para que pudiera ver como alzaba una ceja.
— ¿Eh?
— Tengo un viñedo, no un jardín. Aunque quisiera darte flores, lo único que tengo son uvas.
Apreté los labios, antes de reírme escandalosamente, y terminar acortándolo con un beso.
— Solo bésame, y dime que me amas.
Zayn sonrió, y obedientemente volvió a juntar sus labios con los míos.
— Te amo —susurró, en aquel tan privado lugar—. Y lo haré hasta el final de los tiempos. Aunque sea un océano entero el que nos separe, y aunque la vida llegase a tomar diferentes dimensiones y caminos. Y posiblemente, te amaré en la siguiente vida también —sonrió—. Quien sabe, tal vez para aquellos tiempos ya tenga también un jardín.
Me mordí el labio, reprimiendo una risa, antes de besarlo.
“¿Qué es el amor?
Para una chica como yo, tan solitaria e inundada en su propia soledad, el enamorarse no cae en sus planes. Nunca me había imaginado una historia de amor, escribía sobre cosas que según yo, eran más profundas que el romanticismo. Al enamorarme, descubrí que no hay cosa más profunda que el amor, y escribir sobre esto es un reto para mí, alguien que siempre vio el amor como "innecesario, injusto, egoísta y arrogante".
Ahora sé que más equivocada, no pude haber estado.
Escribir sobre el amor es escribir sobre ti mismo, sobre cómo te extiendes paso a paso en cada uno de los ámbitos de tu vida; de algún modo todos tienen que ver con el amor. Es simple, en todos los casos: Digamos que, hipotéticamente, yo tengo un trabajo que no me gusta, que odio, que no me llena. No siento "amor" por el trabajo, así que no puedo ser excelente. Al sentido opuesto, imaginemos que mi trabajo es el trabajo de mis sueños; lo haría con amor, iría a trabajar con felicidad y así sabría que estoy haciendo las cosas bien.
En todos los aspectos de una vida, se necesita el amor. Eso yo no lo quise aceptar; yo siempre había dicho que "no importa si lo haces con amor o no, tiene que ser excelente"... quizás tenía razón, pero con amor el termino excelencia llega por sí solo.
El caso es que, el amor nos ataca a todos, todos los días, en todas los momentos del día. Recuerdo ahora las palabras de mi padre, las recuerdo con dolor, por supuesto. Recuerdo como una vez mi hermana se encontraba enojada con una niña de su salón en el jardín de niños por que le había robado deliberadamente el color rojo de palo que tanto le gustaba; las palabras de mi papá fueron: Veamos, Ronny. Estas enojada, y quieres jalarle el pelo a Diana, pero siempre que te encuentres en este tipo de circunstancias pregúntate: ¿Qué haría el amor?
El amor actúa con nobleza, justicia y bondad. El amor da, no quita; el amor libera, no aprisiona; el amor es tomar todo lo mejor de ti y dárselo a otra persona, para hacer que esa persona sea mejor cada día en su vida diaria. El amor es también, tomar lo mejor de otra persona a tus ideales, y ser mejor cada día de tu existencia, sosteniéndote de esa persona que deliberadamente te ha ofrecido en hombro en el cual recargarte. El amor es... ah, el amor lo es todo. Porque aunque no sientas tu corazón latir a mil por hora, aunque no te parezca que el tiempo pasa más lento a su lado, aunque no sea un amor en el sentido romántico, el amor ahí está. Está ahí cuando te detienes a oler las rosas, cuando ves el cielo que se extiende sobre nuestras cabezas, está ahí cuando creemos que todo se ha ido.
La gente ahora confunde muy seguido el término "Amar" con "Noviazgo". El amor no es solamente la manifestación de sentimientos entre dos personas que deciden entrelazar sus vidas de modo romántico, es amar sin restricciones a cualquiera que te amé. Amar hasta al que te hace daño, bendecirlo y seguir. El amor es perdonar, y perdonar es vivir en paz y armonía. Así que, básicamente, debes amar a quien no te ama, amar a quien odias, amar a quien te ama, amar a quien haría todo por ti y amar a quien le eres un cero a la izquierda, por que amar en todos los sentidos es bello, así que si amas a toda tu vida, toda tu vida será bella en todos los sentidos. Hasta las cosas feas y dolorosas tendrán esa esencia de amor que todo mejora, que todo cura.
Ama, ama, ama. No importa que no te amen, tú ama. Al universo no le quedará de otra aparte de amarte también. Y cuando te amé... Ja... espero que te sorprendas."
Fin.
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Aqui esta el ultimo capitulo de Una escritora sin amor:'( Bueno, primero que nada muchisisisimas gracias a todas las fieles lectoras hermosas que me motivaban a que subiera un capitulo, por hacerme reir con sus comentarios, por dejarme sus opiniones, gracias por todo!!!
Bueno, mañana subire el epilogo, espero que les haya gustado el capitulo final:3
Las amoooo! Gracias a todas!
¿Qué es la muerte?
Me había topado con mis pensamientos tantas veces en aquella última semana, que ya ni siquiera sabía si eran míos, o palabras que se habían colado por mis oídos y yo los había interpretado como propios.
La muerte es aquello que cumple el ciclo de la vida, cuando tus órganos comienzan a fallar, cuando el alma se desprende del cuerpo y se transforma en un ente más espiritual que material.
Todo aquello lo había investigado en filosofía, lo había visto en miles de programas; la definición era la más conocida, y la que menos se quería escuchar, porque es un destino al que todos nos enfrentaremos tarde o temprano. Y da tanto miedo, que te corta el aire en cuanto piensas que nunca sabrás cuándo ocurrirá realmente.
Sin embargo, aquellos días algo había cambiado: la muerte ya no era un estado de inmovilidad, uno que representaba la falta de pulso del corazón; la muerte se había tornado en algo psicológico, en algo que iba más allá que simplemente unos signos vitales.
Mi mente viajaba cada media hora hacia el interior de aquella iglesia, hacia aquellas palabras que me habían dejado marcada de por vida. Mirando hacia la costa del mar mediterráneo, con el sol brillando (una de las primeras veces en todo el año), y con las olas chocando en aquellas rocas, me sentí otra vez al comienzo de toda mi vida.
¿Cómo todo era tan fácil? Eras tan pequeña, tan niña. Tus mayores preocupaciones era posiblemente si tu mamá te iba a hacer algo rico para comer, y no un plato lleno de verduras; tu máxima adicción era tomar las muñecas y jugar, mientras que las risas era el oxígeno que parecía mantenerte vivo.
Cerré los ojos, sintiendo el calor del sol. Y cuando lo hice, sonreí: recordé a una pequeña niña, flacucha, con cabello café corto hasta las orejas, y un vestido morado. La niña corría por toda la playa, sintiéndose viva. Y lo más asombroso, es que ni siquiera sabía que lo estaba sintiendo, simplemente estaba viviendo, sonriendo, sin preocuparse por el mañana, sin tensarse.
Y después, cuando la niña miraba sobre su hombro, se encontraba con dos pares de personas que la observaban sobre la cima de la colina, mirándola con ojos de amor. Ella sabía que estaba segura, y al mismo tiempo no sabía que lo estaba, simplemente algo dentro de ella sabía que aquellas personas nunca la dejarían caer. Y lo mejor de todo llegó cuando, mientras corría, y la arena del viento empezaba a meterse en su cabello, miró hacia su lado: otra niña, con pelo más claro y largo, y un vestido color café iba a su lado. La niña estiró su mano, y la tomó: la niña con el vestido morado supo entonces, sin saberlo como todo lo demás, que esa de vestido café estaría a su lado, siempre. Y que si ella se cae, la otra la levantaría, que si ella lloraba, la otra niña también lloraría, y que mientras sonriera, la niña del vestido café se sentiría satisfecha.
¿Qué pensaba cuando tenía cuatro años?
Recordaba amar aquel vestido morado que mi padre me había regalo, y recordaba también ver como mi mamá le metía el vestido café a Ronny sobre su cabeza; nos teníamos que turnar para que nos peinara, aunque al final de todo terminábamos con el pelo totalmente despeinado, así que ese día había optado por simplemente cepillarlo. Recordaba mi emoción conforme veía que la playa se acercaba, y como mi papá gritaba un "¡Con Cuidado!" cuando Ronny y yo salimos expulsadas del carro, descalzas, mientras que caminábamos hacia la playa.
Todos aquellos destellos de luz, el brillo del mar en aquel verano, toda aquella magia seguía ahí, en algún lado.
El modo en que veía a mis padres y me sentía segura, cómo era que veía a Ronny y sabía que ella siempre estaría ahí, pero sin embargo, no sabía nada.
Y es ahí, cuando miraba hacia el mar, que me daba cuenta de que nada era certero: simplemente sabía que ellos no me harían daño, algo dentro de mí lo hacía. Y al mismo tiempo, algo dentro de mí me decía de igual manera que si lo hacían, no era algo que ellos quisieran.
Casi 15 años después, en un invierno, con el cielo a tonos grisáceos y el aire fresco, totalmente lo contrario a aquel verano, me sentía totalmente a la deriva. Mientras observaba el mar chocar con la costa, me daba cuenta de cómo el confiar ciegamente te hacía tan fuerte: hacías cualquier cosa, sabiendo que siempre te iban a ayudar; te atrevías a correr, porque sabías que te levantarían, así como te atrevías a brincar, sabiendo que si te raspabas las rodillas ellos te ayudarían. O al menos, pensándolo: la vida me había enseñado que no siempre se quedan todas las personas que crees que lo harán, pero sin duda, todas llegan por una razón.
Apreté el cuaderno que sostenía sobre mi pecho contra éste, y sentí como las lágrimas comenzaban a recorrer mis mejillas. El viento salado que llegaba a mi rostro se sentía más puro que de costumbre, más fresco, y sentía como si hiciera a mis lágrimas en medio camino hacia el vacío congelarse en mi rostro.
¿Cuánto valía el amor?
Mordí mi labio, y miré hacia el extremo izquierdo, donde comenzaban a emerger las casas y calles de Nove. A aquella distancia, podía ver el techo de la casa de mis abuelos, y podía sentir como el corazón se me achicharraba un poco más.
Aquella mañana había tenido una discusión con Ronny: me dolía el pensar que aquella niña de vestido café no se hubiera quedando por siempre sosteniendo mi mano. Si indagábamos más en el asunto, me dolía aún más darme cuenta de que aquellas dos personas que estaban sobre la colina en aquel verano, ya ni siquiera estaban en el mismo continente que yo. De repente aquellos recuerdos se habían visto envueltos de velos extraños, de gente que parecía ser ahora una completa desconocida.
Y aquella era mi familia.
Pero si de algo estaba segura, era de que... ya no me apetecía estar sola.
Durante mis noches en vela, cuando solamente una llama me alumbraba el rostro, me había dado cuenta de todo: de como mi orgullo, mi inseguridad habían alejado a todo mundo. Tal vez ellos se habían equivocado, pero al final del día ¿quién es perfecto? Todos terminamos lastimando a alguien a quien amamos, y todos tenemos derecho a una segunda oportunidad.
Llevé mi mano hasta el bolsillo derecho de mi delgada chaqueta, y saqué mi celular.
Mi corazón latía fuertemente dentro mi cuerpo, haciéndome vibrar entera, mientras desbloqueaba la pantalla, y cuando comencé a rebuscar en mi directorio de contactos sentí la tentación de tirar el teléfono al mar, sin embargo, me aferré aún más a él.
Apreté el botón verde, y después me llevé el teléfono a mi oído. Los pitidos se hacían más lentos, hasta que me lanzó directamente a contestadora.
Con solo escuchar su voz, me hacía querer tener más ganas de llorar. Sentí mi quijada temblar, y tan solo cerré los ojos. Se lanzó la contestadora, y antes de hablar me dediqué a llenar mis pulmones de aire.
— Mamá... —mi voz se cortó. En un hilo de sonido tan delgado, parecía como si algo me apretara la garganta e impidiera que mis cuerdas vocales emitieran sonido alguno—. Necesito...—tragué gordo, y apreté los párpados cerrados sobre mis ojos—. Necesito verte.
...
Aquél día todo parecía estar destinado a la melancolía y la tristeza. Las palabras que mi abuela había dicho de un modo tan natural en el funeral de mi abuelo, me hacían sentir demasiado artificial; ¿en qué estaba mal exactamente? ¿Cuál era la medida principal para perdonar un dolor? ¿A qué punto se podía empezar a olvidar el daño que habían causado en ti? Siempre me había considerado una persona organizada y derecha, sin embargo, ahora era cuando me percataba de que no sabía medir tiempos o momentos; los momentos felices prefería ignorarlos, ya que sabía que no duraban mucho, y en cambio prefería alargar las desdichas. Tras haber vivido dolores de decepciones, pensé que tal vez si me acostumbraba a ellas (y al mismo tiempo a no ilusionarme con la gente) serían más fáciles y menos dolorosos los procesos vitales que tendría que conllevar en mi vida.
Cuando entré a la casa, mis ojos se toparon con mi abuela sentada en el sofá principal de la sala.
Aquella última semana, la casa familiar había estado con una gran vitalidad: los hijos, sobrinos y nietos de Nina llegaban a todas horas del día para invitarla a comer, a salir, a comprar, o a cualquier otra actividad que pudiera mantener su cabeza fría y lejos de cualquier recuerdo doloroso que pudiera percudirle. Por lo que, cuando mis ojos escrudiñaron alrededor de la habitación, hasta las más finas esquinas, y no encontraron a ningún otro ser viviente bajo el mismo techo, sentí una gran confusión.
Mi abuela elevó la mirada para toparse conmigo al final de su visión. Una sonrisa se le marcó débilmente en el rostro, y después volvió a fijar su vista en aquel cofre que estaba sobre la mesa de centro de la sala.
— Mi bella niña —su voz ronca se escuchaba como una dulce canción de cuna, un soneto suave que acariciaba apenas mis oídos —. ¿Cómo estás? ¿Fuiste a la playa hoy?
— Pasé ahí la mayor parte de la mañana.
Me adentré a la sala, y rodeé el sofá individual para poder sentarme en él. Una vez que estuve acomodada, pude observar más de cerca lo que había en aquél cofre de madera que mi abuela había llevado hasta su sala de estar.
El cofre tenía cerrojos negros de fierro, y adornos que se veían delicados y extravagantes. Olía a guardado, y los cerrojos lo recorrían de prácticamente todos los extremos de la superficie.
Con el cofre abierto y la tapa hacia atrás, pude observar como ésta estaba llena de papeles viejos, amarillentos y fotos de colores blanco y negro y sepia. No me tomó más de unos cuantos segundos percatarme de que aquél baúl llevaba escrito el nombre "Ulises" por todas las superficies existentes.
Mi abuela me regaló una sonrisa cómplice, mientras sostenía un mazo de aproximadamente quince fotos desvanecidas por el paso de los años con su mano derecha.
— Abuela... no sé si debas hacer esto.
La miré con un ceño de preocupación, y como lo esperaba, mi abuela refunfuñó casi al instante, sin prestarme mucho apoyo.
— ¿Recordar es malo? —Alzó ambas cejas, para después soltar una risa sutil entre dientes—. A mi forma de ver las cosas, recordar y ver cosas del pasado es percatarnos de lo que éramos, lo que somos, y lo que queremos ser —suspiró—. Yo simplemente estoy recordando cómo era poder brincar sin que me doliera la rodilla.
Su risa se esparció como luz por la habitación, contagiándome sin muchas ganas de haberlo hecho. Sostuvo con fuerza aún un par de cartas con el sobre abierto, y más y más fotografías.
— Tu abuelo era un romántico a la antigua —sonrió—. Bueno, en aquel tiempo, todo era así... y aun así se veía ridículo —reprimí una sonrisa apretando los labios, y ella me miro sonriendo de oreja a oreja—. Me mandaba cartas, me escribía poemas...
— Los hombres de aquellos años si sabían cómo enamorar a una mujer, ¿no es cierto? —mi abuela asintió, mirándome apenas de reojo, con un rostro totalmente expresivo, lleno de doble sensatez.
— Y algunos de ésta época también.
Miré hacia el suelo; sabía exactamente a lo que se refería.
No había visto a Zayn desde el día del funeral. Estaba tan aturdida y perdida en mi propia burbuja de dolor, que iba abrazada a él hasta en el coche; no me sentía preparada para estar de pie, sola, frente a la tumba de mi abuelo. Sin embargo, en cierto momento del trayecto —no sabía decir exactamente en cual—, los brazos de Zayn ya no me sostenían.
No hubiera sabido decir si me había tardado segundos, minutos u horas en percatarme de que Zayn ya no estaba a mi lado, porque sinceramente no lo hacía: el único recuerdo que llegaba a mi mente cuando pensaba en el entierro, era el ver el ataúd comenzar a bajar poco a poco por la tierra, donde vería su último rayo de luz.
— Sabes que Zayn venía a ver mucho a tu abuelo, ¿verdad? —tomada en total desventaja por lo desprevenida que me encontraba, miré a mi abuela con total sorpresa. Ella siguió con su vista gacha, directo hacia el baúl de los recuerdos, mientras continuaba escarbando entre todo aquello que la había hecho sentir viva alguna vez—. Creo que él lo consideraba un abuelo propio —sonrió, y me miró directamente de frente—. Ulises amaba aconsejar a ese chico, sin lugar a dudas.
— A todo mundo parece agradarles los Malik —dije en un suspiro. En parte era cierto: aquella familia tenía cierto no-se-qué, que te hacía sentir amor y gratitud hacia ellos con tan solo un par de palabras. Yo misma había caído bajo el encanto de los "encantadores Malik".
— Es más que eso, ______ —mi abuela hizo una mueca antes de sonreírme—. Creo que Ulises se veía a sí mismo en él, un Ulises más joven, uno enamorado de una chica que parecía no querer tener ni un mismo grano de arena compartido.
Aparté mi mirada. Sabía exactamente a donde quería llegar.
— Las historias son dos novelas diferentes.
— Pero en ambas termina siendo el mismo desenlace, y lo sabes.
— Mi historia con Zayn aún no termina, abuela. No sé cómo es el desenlace.
— Tu misma lo has dicho.
Me quedé callada, mientras que nos miramos ella y yo por lo que parecieron ser minutos enteros. Desistiendo a su mirada, aparté mis ojos de los suyos y me dediqué a observar el techo, mientras que unía mis dos manos en palmas frente a mi regazo.
— Yo... —apreté la voz, y mordí mi labio—. No sé qué es lo correcto. Me parece demasiado...complicado —la miré, y noté como su rostro se transformaba en consternación—. La distancia, nuestro pasado, todo pareció entrometerse. ¿Qué tal si eso fue una llamada de la vida? ¿Algo para que me diera cuenta de que no estamos hechos para estar uno con el otro?
— Si algo he aprendido en mi vida, ______, es que el destino es subjetivo. Creo que el destino existe, sin lugar a dudas, pero solo en grandes acontecimientos. Me refiero a que, estabas destinada a, por ejemplo, venir a Italia y conocer a Zayn, sin embargo, lo que ocurra después de conocerlo ya está solo en tus manos. Si quieres algo, ni el destino va a tener la fuerza como para llevarlo frente a ti, en bandeja de plata: las mejores cosas en ésta vida son las que cuestan trabajo conseguir.
Estando dividida en mis pensamientos, sabía perfectamente que si en alguien podía confiar para esas cosas, era en mi abuela. Suspiré, y le regalé una media sonrisa.
— ¿Crees que valga la pena? —Pregunté casi con vergüenza—. Me refiero a que, ¿crees que Zayn sea ese tipo de hombre por el que vale la pena arriesgarse? Te lo pregunto por qué, me da miedo la idea de lanzarme a sus brazos y que él simplemente no sepa como sostenerme.
Una sonrisa casi brillante se ensanchó en el rostro de mi abuela.
— Lo único que sé, mi bella ____, es que tu abuelo tenía cien por ciento fe en él al momento de aconsejarlo para estar contigo. Y, como cualquier otra familia italiana diría, "El abuelo nunca se equivoca".
...
Ese día pasé mi tarde planeando ir a ver a Zayn.
No lo hice.
Dando vueltas en la cama, caminando sobre figuras invisibles por toda mi habitación; el lugar se había vuelto mi guarida secreta donde me planteaba las posibilidades.
Quería a Zayn, y lo sabía. Sabía que él me quería a mí, pero también sabía con perfección que el mundo era muy grande, y que a nosotros nos separaban grandes obligaciones, y un gran océano.
Pasé el resto de la tarde imaginándome como sería: ¿me aceptaría sin problemas? ¿Habría peros? ¿Me atrevería a hacerlo?
La luz que entraba por mi ventana fue disminuyendo hasta volverse de repente la luz artificial del faro. Me acerqué a la puerta, abrí apenas una pequeña pestaña y escuché una fuerte risa de los que eran mis tíos y mi abuela, todos reunidos para una gran cena familiar. Sentí mi estómago revolver, y algo me decía que no tenía nada que ver con el hambre.
Mi cuarto se veía oscuro y quieto. La luz de la lámpara que reposaba sobre la mesa de noche resultaba reconfortante; me gustaba sentarme a leer bajo la luz tenue, donde las esquinas oscuras se podían mover para darme figuras retóricas que mi mente imaginase.
Me senté en el extremo derecho de mi cama, con la computadora sobre mi regazo. Se abrió el sistema operativo, introduje la contraseña, y en un par de clics más me encontraba ya en mi bien querida "One Book", aquella aplicación que había sido mi mejor amiga durante el verano pasado.
No lo había abierto desde aquella última vez que había escrito, y según lo redactado (ya que jamás me acostumbré a ponerle fecha), en aquel momento estaba en Londres. Fue el día en que me había dado cuenta de que definitivamente Zayn me tenía loca. Si me ponía a pensar en cuantas cosas habían sucedido en el intervalo de tiempo entre aquella última entrada en mi diario virtual y esa mañana de principios de 27 de Enero, me daba cuenta de que todo se había vuelto más grande: Los problemas que tuvimos no eran nada comparados con los que llegamos a tener en nuestro punto máximo; los enojos y separaciones llegaron a un punto de total silencio por meses enteros. Hasta nuestro mismo amor parecía una mirruña, comparado con el que sentía en aquel cuarto.
Con una excitación fuera de lo normal, me dediqué a leer todas las entradas. Cuando empecé por la primera, solté la carcajada más pura que había dado en días; mis preocupaciones, mis más profundos pensamientos, tan profundos que ni siquiera los recordaba como míos. La ______ que había escrito la primera entrada durante el inicio del verano ya no era la misma que sostenía la computadora mientras leía lo que para ella, alguna vez fueron verdades.
Y entonces, todo quedó claro: había cambiado. Mi madurez había rebasado un nivel común; me di cuenta de que jamás fui tan inteligente como lo era en aquel mismo instante: pensaba que era madura, pero madurar no es sinónimo de no dejar que los sentimientos se involucren en tu vida. Sabes que maduraste a un buen nivel, cuando sabes que ocultar tus sentimientos tan solo te debilita. Aquella realidad no la había visto hasta ahí, meses después, cuando por fin leía todo aquello que era mi verdad durante su tiempo.
Miré hacia el vacío; una creciente emoción se generaba en mi pecho, impulsándome hacia el frente. Mi cuerpo parecía tener vida propia al querer salir corriendo de la habitación.
Simplemente supe lo que tenía que hacer.
Y parecía que nada me iba a detener de hacerlo esa misma noche.
Sin cerrar ni apagar nada, dejé caer la computadora sobre mi cama. La luz de la mesa de noche se quedó encendida a mi espalda, y veía como mi sombra se reflejaba en la pared frontal del cuarto. Caminé hacia la puerta y tiré de ella, dejando que todo el ruido entrara por mis oídos con más fuerza que solo el lejano susurro que solía ser.
Todo pareció desaparecer; solo existía esa necesidad de salir corriendo, de soltar todo aquello que tenía que decir.
Mi corazón latía con fuerza, y mis sentidos se entumecían conforme me acercaba a la entrada.
No dije nada, y solo salí por la puerta principal.
...
La carretera oscura era iluminada por altos faroles cada cuantos metros; los letreros se iluminaban con las luces delanteras de la camioneta de mi abuelo, y me iban dando indicaciones sobre cómo llegar a los condados más cercanos. Me sentía nerviosa, y mis manos temblaban sobre el volante. No pensaba, no sabía exactamente lo que haría, no sabía cómo podría pararme frente a Zayn y decir todo lo que sabía que siempre había pensado, pero jamás me había atrevido a decir. ¿Cómo podría ser lo suficientemente valiente? Sin embargo, sabía que tenía que hacerlo: no podía perder la oportunidad. Tenía que ser hoy o nunca.
Y entonces, vi el cortafuegos que era la entrada del viñedo de Zayn. Tragué gordo, pero continué manejando a la misma, o más velocidad de la que llevaba. La camioneta se tambaleó un poco ante la rocosa superficie sobre la que empecé a conducir, y mis manos se sostuvieron del volante con más fuerza. No fueron más de 50 metros antes de que el pavimento volviera a ser una superficie segura donde manejar.
El camino de un solo sentido (sin definir cuál) era iluminado por farolas de unos dos metros a los costados de la carretera, algunos casi totalmente cubiertos por maleza y árboles que hacían de aquél camino casi claustrofóbico.
Mi corazón se aceleró de una manera increíble cuando por fin, al final, pude divisar las grandes rejas que te daban la entrada al rancho. Las alta entrada tenía garigoleados entre espacio y espacio, y a lo alto había una gran placa del mismo material. Suponía que, de día, con la luz adecuada se podrían ver las letras que denominarían el nombre del rancho, pero en aquella oscuridad (y con la prisa que tenía) ni siquiera le puse la atención adecuada.
La camioneta hizo un chirrido cuando la detuve. No me molesté ni siquiera en apagarla antes de saltar del asiento; las luces delanteras estaban encendidas, y me daban una visión clara del frente. El portón estaba abierto por el medio, solo lo justo para un flujo de personas mínimo, y no lo suficientemente grande como para que entrara toda la camioneta.
Entonces corrí.
Había muchos, muchos faroles a todo alrededor del campo. Los altos cultivos de uvas habían empezado ya; las siembras estaban delimitadas por caminos suficientemente anchos para dos personas entre sí; todo tenía una forma de cuadro, y las hileras de uvas se iluminaban por un deliberado farol alto (al menos dos metros y medio) en lugares determinados.
De soslayo vi unos hombres con ropa sucia y fatiga, pero no les puse la atención adecuada antes de empezar a correr entre los cultivos. Los murmullos de los cuantos hombres que estaban en la entrada se fueron acreciendo, y al mismo tiempo se alejaban conforme yo me adentraba cada vez más a los cultivos.
La casa de mi tío, que ahora le pertenecía a Zayn, se veía bastante iluminada. Estaba a 50 metros, solo 50 metros de distancia. Los escalones de la entrada que rodeaban toda la casa, las grandes y altas ventanas de los costados, las puertas corredizas, la terraza del primer piso, y la terraza del segundo piso, la cual estaba bordeada por toda una reja de medio metro a color de fierro negro, igual a la del portón. Todo estaba iluminado por grandes farolas y luces para exteriores.
Entonces, justamente directo por el camino del viñedo que había tomado, vi a Zayn con un vaso de vino sostenido por su mano y la otra con un periódico.
Mi corazón se estrujó; se veía solo, y totalmente guapo. Su quijada se veía más varonil que de costumbre, y cerré la mano en un puño cuando dio un trago y se reflejó en la garganta.
Continué con mi camino hacia la casa, sin quitarle la vista a Zayn ni un solo segundo.
No quería dejar de verlo.
No podía, dejar de verlo.
¿Cómo era la conexión? Muchos decían que se tiene conexión cuando la otra persona terminaba las frases del otro, o cuando con una sola mirada sabías lo que la otra persona pensaba. Para mí, la conexión era saber que él estaba ahí, aún sin haberlo visto; saber que está detrás de mí, sin haberlo escuchado llegar, y saber que no importaba lo que pasara, siempre, siempre estaría ahí.
Conforme corría, mi corazón me gritaba muchas cosas, tantas que ni siquiera podía escucharlas con claridad.
Y entonces rodeó el lugar con la mirada, hasta toparse conmigo. Me detuve en seco, con el corazón desbocado y la falta de aire latente por el maratón que había corrido en ese escaso minuto.
Zayn se puso de pie, dejando caer el periódico, sin cortar aquella conexión que pareció establecerse en el mismo instante en que sus ojos descubrieron los míos debajo de la luz de una farola.
Con el vaso en la mesa de centro que tenía enfrente y su andar sublime y masculino, Zayn comenzó a bajar los escalones de la casa. Yo continué con mí andar, resumiéndolo en un tranquilo trote. Zayn también aceleró su paso.
Solo existían sus ojos, y mis ojos. Su cuerpo y mi cuerpo moviéndose en sintonía. Nosotros dos, siendo dos almas dañas, a punto de arreglarse mutuamente.
Mi cuerpo accionaba por si solo; ya no era yo la que tenía el poder, mis pies tenían el poder propio de salir corriendo hacia donde ellos quisiesen, y ese lugar era Zayn.
De repente me detuve. Cuando volví a mirar el panorama, me encontré a solo cinco escasos metros de Zayn. Él se había detenido también al tiempo en que yo.
Por fin, estábamos frente a frente.
Sus ojos estaban abiertos, emocionados, brillantes. Mi corazón por poco se salía del pecho.
Su quijada temblaba, mi cuerpo en sí era de gelatina. Si no caía, sabría que existía un Dios.
Sus ojos... Dios, sus ojos eran bellos. Eran dos diamantes, dos caramelos derretidos ante mí.
— Te odio —susurré.
Las lágrimas comenzaron a caer sin detenerse, una por una, todas con unos segundos entre cada una de ellas.
El rostro de Zayn se trastornó. Me miró con la confusión grabada en el rostro, mientras que mi creciente emoción no se detenía.
Miré hacia la tierra que estaba bajo nuestros pies, y tan solo tragué gordo.
— ¿Por qué? —preguntó apenas, tragando gordo.
— Porque por más que intento, no puedo dejar de amarte.
El pecho de Zayn se infló, y ante aquel movimiento yo elevé la vista. Cuando mis ojos se conectaron a los suyos otra vez, mis sentidos comenzaron a traicionarme.
Mis labios.
Mi cuerpo.
Mi corazón me lo pedía.
Todo pasó rápido. Sus manos se accionaron y me acercaron a él con precisión, fiereza, brusquedad. Mis manos buscaron su rostro oscuro, donde sus ojos brillaban y resaltaban de toda la negrura del lugar que nos rodeaba.
Miré su rostro, por lo que pareció una vida.
Y lo besé.
La necesidad me comenzó a carcomer desde dentro, y sus labios era el único modo de no partirme en dos.
Besos feroces, besos necesitados, besos apasionados. Lo necesitaba, él me necesitaba.
Sus manos me sostenían y no se quedaban quietas; recorrían mi espalda de lado a lado, de arriba a abajo. Mis manos se corrieron hacia su nuca, se metieron en su cabello.
Mientras más cerca estaba, mientras menos aire poseía, más viva me sentía.
Así era el amor: mientras más daba, mientras más te arriesgabas a romperte, más volabas.
¿Vale la pena volar si te vas a caer? Después de todo lo que había vivido, en resumen, había descubierto que la sensación de libertar que te daba el volar, y hasta el caer en picada, era algo irremplazable.
Entre jadeos y suspiros, Zayn juntó su frente a la mía. Con los ojos cerrados, calmado, tranquilo, volvió a besar mis labios. Ahora estos llegaron a los míos con una delicadeza, como si quisiera besar al agua y no quisiera que se perturbara ante su tacto.
Me sentía jadeante.
Y estaba feliz. Estaba jodidamente feliz, jodidamente loca, y jodidamente enamorada.
La escritora sin amor se había enamorado del chico con el alma rota.
Zayn sonrió, y musitó una pequeña risa entre sus dientes.
— ¿Una uva? — preguntó, y se separó lo suficiente como para que pudiera ver como alzaba una ceja.
— ¿Eh?
— Tengo un viñedo, no un jardín. Aunque quisiera darte flores, lo único que tengo son uvas.
Apreté los labios, antes de reírme escandalosamente, y terminar acortándolo con un beso.
— Solo bésame, y dime que me amas.
Zayn sonrió, y obedientemente volvió a juntar sus labios con los míos.
— Te amo —susurró, en aquel tan privado lugar—. Y lo haré hasta el final de los tiempos. Aunque sea un océano entero el que nos separe, y aunque la vida llegase a tomar diferentes dimensiones y caminos. Y posiblemente, te amaré en la siguiente vida también —sonrió—. Quien sabe, tal vez para aquellos tiempos ya tenga también un jardín.
Me mordí el labio, reprimiendo una risa, antes de besarlo.
“¿Qué es el amor?
Para una chica como yo, tan solitaria e inundada en su propia soledad, el enamorarse no cae en sus planes. Nunca me había imaginado una historia de amor, escribía sobre cosas que según yo, eran más profundas que el romanticismo. Al enamorarme, descubrí que no hay cosa más profunda que el amor, y escribir sobre esto es un reto para mí, alguien que siempre vio el amor como "innecesario, injusto, egoísta y arrogante".
Ahora sé que más equivocada, no pude haber estado.
Escribir sobre el amor es escribir sobre ti mismo, sobre cómo te extiendes paso a paso en cada uno de los ámbitos de tu vida; de algún modo todos tienen que ver con el amor. Es simple, en todos los casos: Digamos que, hipotéticamente, yo tengo un trabajo que no me gusta, que odio, que no me llena. No siento "amor" por el trabajo, así que no puedo ser excelente. Al sentido opuesto, imaginemos que mi trabajo es el trabajo de mis sueños; lo haría con amor, iría a trabajar con felicidad y así sabría que estoy haciendo las cosas bien.
En todos los aspectos de una vida, se necesita el amor. Eso yo no lo quise aceptar; yo siempre había dicho que "no importa si lo haces con amor o no, tiene que ser excelente"... quizás tenía razón, pero con amor el termino excelencia llega por sí solo.
El caso es que, el amor nos ataca a todos, todos los días, en todas los momentos del día. Recuerdo ahora las palabras de mi padre, las recuerdo con dolor, por supuesto. Recuerdo como una vez mi hermana se encontraba enojada con una niña de su salón en el jardín de niños por que le había robado deliberadamente el color rojo de palo que tanto le gustaba; las palabras de mi papá fueron: Veamos, Ronny. Estas enojada, y quieres jalarle el pelo a Diana, pero siempre que te encuentres en este tipo de circunstancias pregúntate: ¿Qué haría el amor?
El amor actúa con nobleza, justicia y bondad. El amor da, no quita; el amor libera, no aprisiona; el amor es tomar todo lo mejor de ti y dárselo a otra persona, para hacer que esa persona sea mejor cada día en su vida diaria. El amor es también, tomar lo mejor de otra persona a tus ideales, y ser mejor cada día de tu existencia, sosteniéndote de esa persona que deliberadamente te ha ofrecido en hombro en el cual recargarte. El amor es... ah, el amor lo es todo. Porque aunque no sientas tu corazón latir a mil por hora, aunque no te parezca que el tiempo pasa más lento a su lado, aunque no sea un amor en el sentido romántico, el amor ahí está. Está ahí cuando te detienes a oler las rosas, cuando ves el cielo que se extiende sobre nuestras cabezas, está ahí cuando creemos que todo se ha ido.
La gente ahora confunde muy seguido el término "Amar" con "Noviazgo". El amor no es solamente la manifestación de sentimientos entre dos personas que deciden entrelazar sus vidas de modo romántico, es amar sin restricciones a cualquiera que te amé. Amar hasta al que te hace daño, bendecirlo y seguir. El amor es perdonar, y perdonar es vivir en paz y armonía. Así que, básicamente, debes amar a quien no te ama, amar a quien odias, amar a quien te ama, amar a quien haría todo por ti y amar a quien le eres un cero a la izquierda, por que amar en todos los sentidos es bello, así que si amas a toda tu vida, toda tu vida será bella en todos los sentidos. Hasta las cosas feas y dolorosas tendrán esa esencia de amor que todo mejora, que todo cura.
Ama, ama, ama. No importa que no te amen, tú ama. Al universo no le quedará de otra aparte de amarte también. Y cuando te amé... Ja... espero que te sorprendas."
Fin.
________________
Aqui esta el ultimo capitulo de Una escritora sin amor:'( Bueno, primero que nada muchisisisimas gracias a todas las fieles lectoras hermosas que me motivaban a que subiera un capitulo, por hacerme reir con sus comentarios, por dejarme sus opiniones, gracias por todo!!!
Bueno, mañana subire el epilogo, espero que les haya gustado el capitulo final:3
Las amoooo! Gracias a todas!
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Aunque no me creas estoy que lloro pero de alegria
Rayis y Zayn terminaron juntos, espero que hoy si puedan ser Happy Ever After.
Esta novela es una de las mejores que he leido, y lo dire una y otra vez
En serio es la primera novela que termina en todo el tiempo que he estado aqui en el foro
Creo que eres una gran escritora y que llegaras muy alto, en serio Abigail.
Yo tambien te amoooooooooooo
Aun no se si estare conectada mañana cuando subas el epilogo, pero si, lo leere aunque me duela que esta novela haya terminado
Besos con sabor a 1D envueltos en nutella
Bye
Rayis y Zayn terminaron juntos, espero que hoy si puedan ser Happy Ever After.
Esta novela es una de las mejores que he leido, y lo dire una y otra vez
En serio es la primera novela que termina en todo el tiempo que he estado aqui en el foro
Creo que eres una gran escritora y que llegaras muy alto, en serio Abigail.
Yo tambien te amoooooooooooo
Aun no se si estare conectada mañana cuando subas el epilogo, pero si, lo leere aunque me duela que esta novela haya terminado
Besos con sabor a 1D envueltos en nutella
Bye
Glamorous
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Se que a las escritoras les encanta que comenten... dejame decirte que soy de las que comentan al final, peeeeeerdon!
AMÉ ESTA NOVELA TANTO COMO A "QUIÉN ENTIENDE A LOS HOMBRES" SON MIS FAVORTITAS, LEEEEEEJOS ♥
No se que decirte mas que GRACIAS!
GRACIAS por exhibir esta novela (y la otra)
GRACIAS por seguir subiendo a pesar de algunos problemitas que tuviste.
Y mas que nada GRACIAS por enseñarnos que es verdaderamente el AMOR.
ESPERO ANSIOSA EL EPÍLOGO!!!!
Te dejo miles de besos y abrazos!
AMÉ ESTA NOVELA TANTO COMO A "QUIÉN ENTIENDE A LOS HOMBRES" SON MIS FAVORTITAS, LEEEEEEJOS ♥
No se que decirte mas que GRACIAS!
GRACIAS por exhibir esta novela (y la otra)
GRACIAS por seguir subiendo a pesar de algunos problemitas que tuviste.
Y mas que nada GRACIAS por enseñarnos que es verdaderamente el AMOR.
ESPERO ANSIOSA EL EPÍLOGO!!!!
Te dejo miles de besos y abrazos!
alancayaf
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Zayn y Rayis terminaron juntooooossss...
Voy a extrañar mucho esta nove!
Quiero llorar!..
I love you Abi ♥♥>
Voy a extrañar mucho esta nove!
Quiero llorar!..
I love you Abi ♥♥>
Magui Styles Malik
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
monica malik escribió:Aunque no me creas estoy que lloro pero de alegria
Rayis y Zayn terminaron juntos, espero que hoy si puedan ser Happy Ever After.
Esta novela es una de las mejores que he leido, y lo dire una y otra vez
En serio es la primera novela que termina en todo el tiempo que he estado aqui en el foro
Creo que eres una gran escritora y que llegaras muy alto, en serio Abigail.
Yo tambien te amoooooooooooo
Aun no se si estare conectada mañana cuando subas el epilogo, pero si, lo leere aunque me duela que esta novela haya terminado
Besos con sabor a 1D envueltos en nutella
Bye
Ay mil gracias! Que bueno que te haya gustado la novela!
Enserio es la primera que lees que termina? Jajajaj siempre las cancelan:(
Yo te amo maaaaaaas! Gracias a ti por leer y ser una fiel lectora!
Beshitos:*
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
alancayaf escribió:Se que a las escritoras les encanta que comenten... dejame decirte que soy de las que comentan al final, peeeeeerdon!
AMÉ ESTA NOVELA TANTO COMO A "QUIÉN ENTIENDE A LOS HOMBRES" SON MIS FAVORTITAS, LEEEEEEJOS ♥
No se que decirte mas que GRACIAS!
GRACIAS por exhibir esta novela (y la otra)
GRACIAS por seguir subiendo a pesar de algunos problemitas que tuviste.
Y mas que nada GRACIAS por enseñarnos que es verdaderamente el AMOR.
ESPERO ANSIOSA EL EPÍLOGO!!!!
[color=#cc99ff][font=Impact] Te dejo miles de besos y abrazos!
OMG enserio me has seguido desde Quien entiende a los hombres y no habias comentado antes?! QUE TE PASA?! Jajajaj ntc... Mil gracias! Se que debería estar enojada, pero omg no tengo lectoras que han estado desde quien entiende a los hombres!
Gracias a ti por leer las dos novelas!
En un rato mas subo el epilogo:)
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Magui Styles Malik escribió:Zayn y Rayis terminaron juntooooossss...
Voy a extrañar mucho esta nove!
Quiero llorar!..
I love you Abi ♥♥>
Siii!
La novela te extrañara a ti! Jajja
I love u moreee!
Pd: Ya me gane tu #love? Jajajaj
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Jajajjaja siiiiiiii...Abigail Castro escribió:Magui Styles Malik escribió:Zayn y Rayis terminaron juntooooossss...
Voy a extrañar mucho esta nove!
Quiero llorar!..
I love you Abi ♥♥>
Siii!
La novela te extrañara a ti! Jajja
I love u moreee!
Pd: Ya me gane tu #love? Jajajaj
Te ganaste mi #love completo, completito ♥♥
Magui Styles Malik
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Yeeeeey! Me gane tu #love completititito! Hay que festejaar!Magui Styles Malik escribió:Jajajjaja siiiiiiii...Abigail Castro escribió:Magui Styles Malik escribió:Zayn y Rayis terminaron juntooooossss...
Voy a extrañar mucho esta nove!
Quiero llorar!..
I love you Abi ♥♥>
Siii!
La novela te extrañara a ti! Jajja
I love u moreee!
Pd: Ya me gane tu #love? Jajajaj
Te ganaste mi #love completo, completito ♥♥
Jajaja okayno, ya en menos de 5 minutos subire el epilogo:)
Abigail Castro
Re: Una escritora sin amor (Zayn Malik) C O N T I N U A C I O N
Sube el epilogo de la mejor novela del mundoooo! Quiero saber si tuvieron bbs!
Katie Hernandez
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