blind. |louis tomlinson| {one shot.

Louis sujeta el bastón, sus nudillos blancos por la fuerza que utiliza. Está nervioso, o más que eso, desesperado por salir de allí. El lugar en sí le trae millones de recuerdos, algunos malos y, otros, peores. Quizás exagera, quizás si hubo momentos buenos en el establo. Pero él no puede despegar la última imagen grabada en su mente desde la última vez que estuvo allí, y, por consecuente, todo su cuerpo se pone a temblar. El recuerdo sigue fresco, lo que le causa escalofríos.
No tiene idea de que hace, sus sentidos están desorientados por el nuevo lugar y no puede seguir la voz de su hermana, quién es la persona designada a cuidarlo y guiarlo por esa tarde.
Lo único que sabe es que llegó hasta allí porque Lotty quería tener un ‘día de campo’, y, al no poder ver donde lo llevaba, no tuvo el tiempo para objetar contra la idea de volver al último lugar que fue capaz de ver con sus propios ojos.
—¡Vamos, Louis! —Grita ella, y, esta vez, el joven logra escucharla.
Es algo distante y él se encuentra distraído, pero intenta componerse y caminar lentamente.
Suspira, el olor a rocío y hierba fresca hace cosquillas en su nariz y el viento juega con su cabello, haciéndolo danzar suavemente a su ritmo. Todo es tan tranquilo en ese momento. Excepto que no lo es.
Louis no lo es. Está dolido por todas las memorias que pasan por su mente fugazmente, está nervioso porque no puede aguantar estar más tiempo en el mismo lugar donde perdió su vista, y está más que enojado con Lotty por llevarlo allí.
—Por dios, tortuga, muévete. —Vuelve a escuchar su voz, y comienza a exasperarse. ¿Qué parte de ‘estoy ciego y no puedo moverme demasiado rápido’ no entiende su hermana mayor?
—Me falta poco, —exclama, subiendo la voz— tranquila.
Lotty ríe.
—¿Cómo puedes saberlo? ¡Si no puedes verme!
Ese comentario podría haberlo lastimado los primeros días, mierda, quizás los primeros meses en su estado, pero luego de un año, ya no dañan. Sólo hacen que su poco auto-respeto y autoestima decrezcan un poco más. Qué importa, se dice a sí mismo para darse ánimos, qué importa lo que pienses de ti mismo —¿o era ‘no importa qué piensen los demás de ti’?—.
—No estoy sordo, puedo oírte. —su tono es divertido, y, para hacer enfadar a la chica, añade en voz más dramática y fuerte— Todavía puedo irte, para mi mala suerte.
Le gustan estas tardes con ella, sólo los dos, jugando y riendo como en los viejos tiempos. Pero, claro, hoy no puede relajarse, no estando en el establo.
No pienses en eso, Louis, tan sólo… no lo hagas. Se reprime mentalmente y sigue caminando, casi seguro de que su objetivo está cerca.
El bastón blanco golpea el suelo con fuerza, haciéndole notar que no hay rocas o ramas para chocar. Se relaja, mientras escucha a Lotty decir que ya casi está allí, cuando un árbol se interpone en su camino y choca contra él, haciéndolo caer de cara al suelo.
—¡Oh, dios, lo siento! —Exclama ¿el árbol? No, es una persona. Una mujer.
Quiere decir que su triste y torpe persona no golpeó un árbol, sino a una chica. Genial, simplemente genial.
—De veras, estoy muy apenado —vuelve a hablar la desconocida, y Louis no puede evitar notar que su voz suave suena como un ronroneo. Se pregunta cómo será en las mañanas, cuando recién se despierte—. No miré por donde iba, lo siento.
—No importa, debería ser más atento también. —Louis dice, esperando que la joven adquiera el tono de disculpa y pena que todos tienen cuando notan su discapacidad, pero se lleva una sorpresa cuando, luego, escucha:
—Deberías serlo, también. —Ella ríe, y es el sonido más hermoso para los oídos de Louis. Se encuentra riendo también, sin notarlo. Es la primera vez que ríe por algo que no sea burlarse sobre sí mismo— Soy Sky.
—Louis, encantado —responde, sonriendo mientras extiende una mano.
El toque instantáneo de Sky recorre su cuerpo como un rayo, enviando calor a todo su organismo. El fuego se apodera de él, y se asusta. Se asusta porque leyó repetidas veces esa clase de reacción en los dramáticos y románticos libros de su madre. La primera vez que lo hizo rió, diciendo que era una estupidez que alguien pudiera sentir a su cuerpo arder en un solo toque.
Ahora, no está tan seguro. Suelta la mano de Sky y la pasa por su cabello, en señal de nerviosismo.
—Un gusto haberte conocido, Sky, pero debo ir con mi hermana. —Se excusa; quiere irse de allí, quiere alejarse de la chica tanto como pueda, pero una parte de él grita que se quede, que no se valla, que, por favor, necesita a esta joven cerca.
Levanta sus gafas negras, que protegen a sus ojos de la luz del sol y evitan que la gente los mire por demasiado tiempo, antes caídas.
—Lo mismo digo, Louis —Sky hace el ademán de irse, pero se queda examinando al chico frente a él.
Louis, en cambio, sale de ese lugar privado que parecía haberse creado sólo para ellos dos. Y mientras lo hace, se pregunta porque Lotty no irrumpió en el medio para avergonzarlo, como hacía con cada chica que se le acercaba —no tenía muchas pretendientes, y sólo estas se acercaban a él cuando no notaban que era ciego; porque, seamos sinceros, ¿quién se acercaría a alguien como él, carente de vista y para nada atractivo?—.
—¡Espera! —Sky gritó. Louis sólo suspiró.
‘Ahí viene, el discurso de pena que seguro construyó mientras yo estaba muy ocupado pensando en fuego y calor y como su voz sonaría en las mañanas’.
—¿Podría, em… —duda, y su voz suena insegura y pequeña, muy diferente a la que antes había utilizado— obtener tu teléfono?
La barbilla de Louis toca el suelo. Sus ojos se abren. ¿Qué?
—¿Qué? —Es lo único que su boca logra formar, y está seguro de que se caerá en cualquier momento.
—Sólo si quieres, por supuesto. —Las manos de Sky comienzan a temblar, está nerviosa, pero Louis no puede saberlo.
El asombro y la confusión se apoderan de la cara del ojiazul, y su boca continúa traicionándolo, hablando por sí sola.
—¿Por qué querrías hacerlo?
—¿Hacer qué?
—Pedir mi número telefónico.
—Porque eres lindo e interesante. Y me gustan las cosas lindas e interesantes.
No sabe porqué, pero Louis siente que Sky se encuentra guiñando un ojo.