Letters {Harry Styles}

Viernes 1 de enero de 2014.

El aire que absorbieron sus pulmones era una conjetura nueva en la etapa de la vida de Harry Styles.
Su momento había llegado, la hora de reiniciar cosas nuevas en los anexos de su vida afuera del caparazón. Haber interactuado cuatro años en una escuela militar no había sido la decisión más sensata para sus dieciocho años. En ese entonces era un simple adolescente jugando el rol de un adulto.
Ahora ya con veintiún años, no era un pequeño, había madurado. Su espíritu no estaba ligado a nada más que su gran anhelo de salida. Por una persona.
Chloe.
Aquel nombre pronunciado solo en sus sueños que reprimían el deseo de escapar solo para verla. ¿Qué había sido de la pequeña castaña que lo había impactado hasta el punto de no dejar de pensar en ella? No lo sabía…aún. Las cartas escritas por él nunca tuvieron su correspondiente respuesta, pero eso no detuvo el palpitar de su corazón, mucho menos el amor tan natural y digno que brotaba para ella.
Con una sonrisa, aspiro desde lo profundo de sus fosas nasales. El oxígeno que ahora adornaba su alrededor tenía un nuevo aroma: su libertad con un sutil toque de otoño.
Algo pesado se instaló en su pecho de forma instantánea, no había que ser un gran observador para saber que sentimiento cohibía esta sensación, nervios anticipados. Saco el pequeño artilugio del bolsillo delantero de su pantalón de mezclilla: una caja aterciopelada de color vino. Después de todo el incauto tiempo perdido Chloe seria suya, tal y como debió ser antes de haber ingresado a la milicia en un acto desesperado por remendar la memoria de su hermano.
Con el ímpetu de un militar audaz se acercó a la acera para silbar de la manera más incauta, un solo movimiento de labios bastaron para que un taxi aterrizara justo en su punto de visión. Dando un pequeño sobre de papel se dirigió al hombre que conducía y sin más apego su mejilla en el frío cristal...contando en silencio pequeños minutos del trayecto que lo dirigía al lugar donde vivió el comienzo de todo.
Anexos de todo lo que tuvo que pasar inundaron su mente como una plaga hambrienta, el saber de sus decisiones. ¿Por qué haber entrado para ser un militar abnegado? La respuesta era más que clara. Por Nate, su hermano.
El recuerdo de su nombre lo quemaba a carne viva. Pero el llanto de su madre fue lo primero que apareció en su imaginación como si de una película se tratase. Su muerte la había afectado como una daga lacerante, él lo sabía.
La muerte de Nate se debió en un ataque terrorista, por su profesión ―ser militar—. De allí él, de allí toda la decisión que junto hace tres años. Un viernes. Sé lo debía a…él.
Gotas de lluvia empaparon el cristal —y como si de una señal se tratase—El pequeño repiqueteo trajo a él las lágrimas compungidas de rostros conocidos. Chloe fue la primera en asomarse a su sistema, por un momento cerro sus esmeraldas y todo empezó a acaparar su mente. Los pequeños labios rojos de ella habían cerrado el vuelco de esta historia, prometiendo un nuevo porvenir, ambos eran conscientes de esta partida, pero ninguno se olvidaría. Estaban ligados por una cadena de sentimientos que no eran fáciles de disolver. Mucho menos olvidar.
Un movimiento de manos frente a él arrebataron sus recuerdos…el coche se había detenido.

La salida del coche fue rigurosamente lenta, era como si su corazón estuviera suspendido al borde de un colapso. Sus pies estaban hechos de material pesado, vacilo un segundo antes de tocar la pequeña puerta de roble, apremiante.

Los nervios carcomían todo su cuerpo, desde el más pequeño de sus cabellos rizados siguiendo paso adyacente hacia las uñas de sus pies. Sudor frío recorriendo de forma inmaculada su nuca, manos y frente. Parecieron haber pasado largas horas en lo que debió hacer sido tan solo unos simples segundos.


Una mata de cabello castaño abrió la puerta, la pequeña mujer de atrás lo miro de pies a cabeza, escaneándolo. Los ojos de la mujer brillaron con fuerza y lo supo. Lo había reconocido.
—Harry…―susurro la mujer en un pequeño sollozo antes de romper a llorar de una manera instantánea.
Harry no logro decir nada, la emoción corrió por sus venas, y basto un asentimiento del rizado para que él la arropara en sus brazos. Él volvió a sentirme el viejo Harry Styles. Él que había escondido dentro de si mismo.

—Hola―Hablo Harry mientras la sostenía esperando una palabra o gesto que dejara que su llanto se disipara. Odiaba verla llorar.
—Oh cariño―los brazos de la mujer lo aprisionaron tan fuertemente que el aire llego a faltarle en un cierto punto.
—Te extrañe―pudo susurrar envuelto por la emoción, ella lo sabía, pero de alguna manera haberlo dicho fue como un sello entre ella y él.

Al entrar el aroma de galletas engatuso a Harry de inmediato, estaba perceptible. No había salido de la academia militar en ningún momento. Fue su decisión claro, pero de cierta manera con solo ver todo esto de nuevo hizo que su mente se distorsionara y los ojos de él ojiverde se tornaran acuosos.
Ella solo lo vio y sonrió, supo lo que por su mente cruzaba. Ella Asintió. Esa fue la aprobación que necesito para ir directo a las mullidas escaleras. La emoción lo recorrió así fue como avanzo dando un tropiezo en el último escalón.

El pasillo fue extremadamente largo a como lo recordaba. Y en un segundo ya estaba allí. Frente a la puerta de la que hace tres años fue su habitación. Una larga calada de aire domino sus pulmones mientras el pomo giraba de manera abrupta. El olor lo infesto y supo que ese aroma era lo que contenía millones de recuerdos plegados en esas cuatro paredes al igual que en su cerebro.
No había tiempo, no se podría sustraer ni un solo minuto de todo lo que afloro entrar de nuevo a su espacio. Visualizo tantas cosas ocurridas todo tan rápido que hablaban por sí mismas.

Una imagen seguía allí, la imagen que representaba su felicidad. Él Y Chloe. Su corazón logro pararse un instante, mientras la cajita aterciopelada vibraba por ser abierta.
Bajo las escaleras de forma violenta, solo para salir de la casa con el mismo fervor y sentimiento con el que había entrado. No había tiempo para un taxi, no había tiempo para perder. ¡Ahora!
Solo corrió, en un acto desesperado que indagaba su corazón con toda la lluvia helando su piel, su sustento fue… ella, el sabor de sus labios, la llegada que siempre anhelaron juntos, de repente las cartas empezaron a inundarlo. Quería escucharla decir el porqué de no haber escrito a sus cartas. Su corazón pedía a gritos encontrarla, arrodillarse, besarla, sostenerla, hacer todo lo que fuera necesario solo para verla, verla real sin el efecto que adornaban en sus más angustiosos sueños.

Encontró la casa y no dudo en tocarla, de manera ansiosa, tal y como él se sentía.

Una mujer abrió la puerta y la pudo reconocer de forma efímera. Jane.
El solo asintió a sonreír mientras la mujer ardió en cólera y llanto al verlo. De manera fugaz una palma quemaba su piel, una bofetada fuerte borro cualquier rastro o atisbo de sonrisa que podría cruzarse de nuevo en su cara. Confusión fue la máscara principal de Harry al sentir el escozor. Abrió su boca pala soltar las palabras pero no fue capaz de articular nada mientras la pequeña mujer empezaba a sollozar.

—Jane…―Hablo el rizado mientras trataba de buscar algún indicio que le dijera el porqué de ese llanto.

La mujer solo lanzo un grito solariego, dañado, explicito, lleno de dolor.

Entonces la mente de Harry abnegó una idea cruzada por su mente.
― ¿Dónde está Chloe? ―Susurro mientras la veía llorar.
― Seguro ya lo debes saber ¿no? ―Respondió la mujer, mordaz.
― ¿Saber qué? ―Dijo él mientras trataba de buscarla dentro.
― ¿No lo sabes? ― Pregunto nuevamente la mujer mientras su cara cambiaba su gesto. Las lágrimas aparecieron con más fuerza en el rostro de la maltrecha mujer.

No dijo nada, solo entro a la casa mientras buscaba algo en una gaveta. Él estaba confuso.
La mujer retrocedió y lo analizo, giro su cabeza mientras le entregaba un gran cartón lleno de lo que a primera vista parecían paquetes gastados.
Dejo todo el contenido esparcido por el suelo que él pisaba. Al final de ello, lo dejo solo.
El primer reflejo de él fue abrir una, al azar, su sorpresa apareció cuando noto que eran cartas de Chloe…para él.

Ansioso empezó a leerla:

Martes 1 de enero del 2011.

Un nuevo anhelo Hazza, nuestro primer año de distancia se cumple hoy. Duele. No estas ahora pero sé que estarás bien, sé que todo estará bien…
Te amo y no sé qué más puedo decir para que sepas cuanto te extraño, sabes que nunca he sido buena con las palabras, pero lo intento. No sé cómo convivo con esto.
Antes de despedirme con estas cortas palabras tengo algo importante que decirte, sé que está totalmente mal decírtelo así y hacértelo ocultado pero Harry tengo… leucemia.

Me entere que la tenía hace cuatro meses, creo que era hora de que lo supieras. No sé qué decirte ya, pero sé que saldremos de esto. Como equipo. Sé que aunque nunca respondas una sola carta, las lees. Lo sé. Te amo y estoy luchando por mí. Por nosotros.

Con amor, Chloe.

Lagrimas escurridizas brotaron mientras él se encontraba en un estado de shock. Con un aliento que no aspiro nada, empezó a leer otra, taciturno.

Viernes 34 de noviembre del 2013

Harry, ya no puedo más. Lo intente, asistí a quimioterapia. Cada inyección parecía valer la pena, pero ahora ya nada será bueno, esta es la última carta que te escribiré por un tiempo, mis esperanzas buscan algo a lo que aferrarse esta operación podría ser nuestro boleto de salida.
Tengo Fe en ello, también tengo fe en ti, he estado mayormente en el hospital, pero ¿sabes? Es un lugar increíble, te aseguro que cuando conozcas a Jake lo vas a amar, es un niño inquieto pero siempre me hace sonreír, al igual que Cass, hoy le mostré una fotografía tuya, y le pareciste hermoso ―como a todo el mundo, claro―.
Te amo rizado, espero que leas esto.
Pd: Espero que te siga gustando mi nuevo look sin cabello. Mi madre suele decirme que me veo más hermosa así. Más fuerte.


Y una pequeña foto de ella salió de aquella carta, la vio, no parecía la vieja chica que conoció pero sin duda sonreía, ella estaba allí, en la foto ella era totalmente pálida y cubierta su cabeza con solo un pequeño chal. No pudo más y el gruñido de agonía que salió de su boca fue solo lo que su corazón acabo de expresar. Rebusco en toda la caja pero esa era la última…nada más.

Jane estaba en frente de él ahora, sus ojos lo atravesaron y ella dejo caer un papel frente a él.
Era un certificado de defunción. Con el nombre de: Chloe Amelie Jones Mcallister.
Su corazón se rompió en un crujido, y el mundo pareció dejar de moverse y allí estaba él mientras rompía en llanto como un niño perdido. Porque así se sentía. Y de eso se trataba todo.

Con el último intento de moverse saco de su chaqueta un fajo de cartas, no le pertenecían a ella. Estas eran de él para Chloe.

―Yo también le escribí cartas―susurro, roto sin nada más que un vacío.

Sin decir más, corrió fuera, hacia la lluvia, hacia la nada, sin un rumbo fijo. El no sentir no era lo que el atravesaba ahora, porque lo único que se sentía era dolor.

Paro agitadamente frente a una tumba, no había que adivinar porque sabía que ella allí estaba. Su corazón lo sabía. El presto su cuerpo a su mente que lo llevo allí. Y de esto se trataba todo.
No importo nada más, monótonamente saco de su bolsillo la cajita de terciopelo para dejarla frente aquella tumba.

—Como lo lamento, Chloe, te amo…lo siento. ―Sollozo, mientras buscaba palabras que decir.

No era su culpa. Pero aun así se sintió culpable. Era el pesado peso del recuerdo. Un recuerdo impregnado, porque ella ya no estaba allí.

Ese Día Harry Styles nunca volvió a ser el mismo.