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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
--- A veces la mente es tu peor enemigo.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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--- A veces la mente es tu peor enemigo.
±Nombre: A veces la mente es tu peor enemigo.
± Autor: 'Annie&Leah♥'
± Adaptación: No.
± Género: Fantasia y Gore.
± Advertencias: +15.
± Otras páginas: Nope.
± Autor: 'Annie&Leah♥'
± Adaptación: No.
± Género: Fantasia y Gore.
± Advertencias: +15.
± Otras páginas: Nope.
Capítulo 1.
-Hagan que pare... hagan que pare... Por favor...- Soltaba la pequeña Eliza, la cual se le dificultaba el sueño poco a poco. Yo, como su hermana mayor, mucho no podía hacer, más que alcanzarle sus pastillas correspondientes, y obligarle a cerrar los ojos para que retomara el sueño. Ésta noche, las alucinaciones de Eliza estaban más tranquilas, pero ésta no podía dejar de darle vueltas a la cama. Los susurros le carcomían entera la cabeza, y ningún día era un descanso fijo, ni siquiera con las pastillas. La pesadilla en carne y vida propia, la perseguía a toda hora o momento. Yo simplemente era inútil, y mi depresión aumentaba al compás de la enfermedad de ésta.
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El sonido de la puerta al abrirse fue lo que me despertó esa vez. -Redalice- llamó. Pero hice caso omiso y me di vuelta entre mis sábanas, tapándome aún más hasta la cabeza. -¡Redalice, levántate, por favor!- y dio un portazo, cerrando la habitación. Era lunes por la mañana, y el día estaba nublado. Me destapé lentamente, y me senté al borde de la cama. -No tiene sentido- suspiré. -Nada tiene sentido, a pesar de que me esfuerzo por todo, al final voy a morirme, y nunca marcaré nada en esta vida- quejé. Me levanté a duras penas, tambaleando mi caminar un poco, para luego vestirme. Me puse una polera negra, para ocultar los cortes y rasguños de mis muñecas, y una falda negra, seguida de unas medias también oscuras, hasta un poco más arriba de las rodillas, y botas negras. No hacía falta peinarme, ya que mi cabello no me llegaba ni a los hombros, por lo que me puse un gorro con orejas de gatito para salir, y ya.
Al bajar, mi madre me esperaba en la mesa, mi padre estaba sentado leyendo el periódico, y mi hermana... Eliza... tenía la mirada perdida. En frente tenía sus pastillas, y una taza de té humeante. -Eliza no quiere tomar sus pastillas- comentó mi madre. Me acerqué a ella, le corrí un mechón de cabello del rostro, y le puse un vaso se agua en su mano. Luego, ella sin ánimos y lentamente, abrió su boca y tiró sus pastillas hacia dentro, bebiendo el agua después, haciendo fuerza por tragarlas. Solamente sonreí cansada, y cogí mi bolso. Me alejé sin decir palabra alguna a mi familia, agachando mi cabeza. Mientras todos estaban a cargo de mi hermana, nadie notaba mi depresión. O quizá la notaban, pero no querían aceptar el hecho de tener dos hijas con trastornos mentales. Malos, malos padres. ¿Acaso me odiaban tanto? Sí, debían hacerlo. La vida para mí era aburrida, y siempre era monótona. Nunca tuve una noche de paz, porque mi hermana se despertaba gritando. Nunca tuve un cumpleaños feliz, porque no había suficiente dinero por culpa de los medicamentos de mi hermana. Siempre era todo para ella, nunca era nada para mí. Tenía ganas de suicidarme, pero no tenía el coraje de morir. Recuerdo que un día estaba completamente sola, en la cocina, y tomé el detergente que estaba allí, aguantando un nudo en mi garganta. Tomé una copa de vidrio, y vertí todo el producto, junto con un poco de lavandina. Había dado un respiro de angustia, y llevé el vaso hacia mi boca. No sentí gusto alguno, porque no me atreví a beberlo. Vertí el líquido formado al inodoro, y me encerré a llorar en la habitación. Un intento de suicidio, totalmente, patético.
No iba a ir a la escuela. ¿Hace cuánto no iba a ese estúpido lugar? No lo sabía, pero para mis madres era mejor, no tenían que gastar mucho. ¿Todo lo que sé? Internet. Nunca tuve amigos, más que amigos en la realidad virtual. Me estaba dirigiendo hacia un callejón, debido a que un amigo de esos venía de visita. El callejón quedaba a seis manzanas de mi propiedad, por lo que no tardé mucho en llegar, estaba desolado, y algo oscuro por el día nublado. Me adentré más en él, sólo había mal olor, y ruido de ratas. Y claro, basura. Me senté encima de una caja de cartón, hasta que media hora después, un hombre apareció. ¿Acaso era mi amigo? Esperé a que se acercara. ... -Redalice- sentenció él. -Qué, qué pasa- contesté, algo indiferente. El tipo llevaba una extraña máscara con cuernos, y cara de... ¿caballo? o algo así, la cual me llamaba mucho la atención. ¿Y si era un pedófilo? No importaba. De algo tenía que morirme. Seguí observándolo con la mirada vacía, hasta que después de casi cuatro minutos de silencio, él habló nuevamente. -Quieres salvar a tu hermana, Redalice- ... Al oír eso, levanté la vista hacia sus ojos. Sólo yo me veía reflejada, yo y... ¿Fuego? ¿Qué estaba pasando? -Yo puedo ayudarte, pero a cambio, deberás asesinar a alguien de tu familia.- No podía creerlo y no podía aceptarlo. Iba a mandar todo a la mierda en aquel mismo momento, e iba a largarme a correr, pero me di cuenta que mi alrededor estaba cubierto por flamas rojas y anaranjadas. -Asesinar a alguien de tu familia o... suicidarte. Si lo haces, puedo volverte una alucinación, una alucinación encargada de ahuyentar la enfermedad de tu hermana.- No dije palabra alguna, más que una pregunta. -Disculpa, pero, exactamente ¿Quién eres tú?- Silencio. Eso obtuve, hasta que el extraño hombre se inclinó hacia mi, y casi en un susurro, confesó: -Yo soy Satanás- Tras eso, se me heló la piel completamente y un escalofrío recorrió mi espalda. -Puedes seguir tu patética vida, o hacer la diferencia y salvar la mente de tu hermana.- rió. -No voy a asesinar a nadie de mi familia...- contesté automáticamente. -Pero, al no tener el valor de suicidarme, usted puede tomar mi alma.- Con arrogancia, él me miró. -Si estás dispuesta a salvar a tu hermana, suicídate tu misma, si no, no tendría gracia. Cuando mueras, te encontrarás conmigo.- Y desapareció. El callejón volvió a ser el callejón, y yo, no podía creer lo que acababa de hacer. Sentí una extraña emoción dentro de mi, ahora, debería encontrar una forma eficaz de suicidarme.
cherry hunt.
Re: --- A veces la mente es tu peor enemigo.
Capítulo 2.
Día dos. Martes. Abrí mis ojos lentamente y la habitación estaba totalmente oscura, las persianas estaban bajas, impidiendo entrar la luz de Sol. -Ugh...- suspiré. Me levanté bruzcamente, no me molesté en cambiarme, porque me enfadé, me enfadé porque mi hermana no estaba en la otra cama: ésta estaba deshecha, arrugada y vacía. Rasqué mi nuca y salí de la habitación con molestia, bajando las escaleras de manera rápida. -Mamá...- llamé, pero sólo reinó el silencio. Caminé por la cocina hasta encontrarme con una nota, pegada al refrigerador. ''Tu hermana comenzó a sufrir un ataque de pánico, por lo que la llevamos de la Doctora Williams''. - Con amor, mamá y papá. Alcé mi brazo en forma de puño y golpeé de forma violenta contra la mesada de la cocina. -¡Joder!- maldije, con un grito el cual remató en eco por toda la casa. ''Si estás dispuesta a salvar a tu hermana, suicídate tú misma''.
Aquellas palabras me carcomían la mente, es como si las tuviese tatuadas en el cerebro, aún así seguía considerándolo. Dar mi alma a cambio por el bien de otra alma... pensé, y me mordí el labio. Morir... morir... morir... era algo difícil. Me senté sobre la mesa y observé el detergente una vez más, la lavandina se encontraba en el baño. Di un suspiro pesado y largo, luego respiré hondo, y me busqué entre los cajones un lápiz y un papel, para luego comenzar a escribir:
-Queridos... mamá y papá...- hice una pausa -¡No joder, así no!- hice un bollo la hoja de papel y la tiré al suelo, luego cogí otro papel. La mano me temblaba, y mi respiración se entrecortaba, desde el momento en el que las lágrimas comenzaron a correr por mis ojos sin mi consentimiento, supe, que aquel era el momento de mi suicidio verdadero, sabía que no iba a fallar, no podía fallar. -Hermana...- susurré, para comenzar a escribir mi despedida:
Querida hermana, lamento que ésto terminara así, o soy yo, o eres tú, te elijo a ti, no es tu culpa. -Con Amor, Lice.
No iba a cometer la misma estupidez de servirme el detergente en una copa, claro que no, sabía que me daría miedo ingerirla, por lo que fui directamente hacia el producto. Cerré los ojos y lo tomé con ambas manos, las piernas me tambaleaban, y las lágrimas parecían una cascada infinita. Con torpeza, conseguí abrir el recipiente. Paso uno, cumplido. Paso dos, beberlo, incompleto. Primero, mojé mis labios con algo de aquel líquido pegajoso, tóxico. Pude sentir algo de su sabor, completamente horrible, amargo, ácido, una sensación para nada agradable. Pasé mi lengua por el detergente desparramado en mis labios, tragándome ese poco. Aún así, eso no era suficiente para morir, por lo que a la fuerza, me llevé el recipiente a la boca, presionando éste para que la cantidad del producto aumentara sobre mi garganta, y así poder digerirla. Ya, ya comenzaba a sentir dolor, aun que aún así, no me parecía suficiente castigo, mi cuerpo sufría, pero debía sentirme más desagradable, más descompuesta. Ingerir aquello, me estaba produciendo el efecto, y las ganas de vomitar no faltaban. Traté, traté demasiado retener las arcadas que mi garganta proporcionaba, y a duras penas, caminé hacia el baño, en donde se encontraba la lavandina. Eran dos galones completamente llenos, tocí un poco y caí de rodillas al suelo, raspándolas un poco. Mi vista no era del todo nublosa, así que con las manos aún temblando, destapé el recipiente de lavandina. Di un suspiro, y sostuve el galón, llevándolo agresivamente hacia mi boca y obligándome a tragarlo. Entre eso, sentí como si me clavaran una estaca en el estómago, el galón se resvaló de mis manos, volcándose por toda la cerámica del piso de baño. La fuerza de mi cuerpo disminuía, y yo, con el paso del dolor cedía a recostarme en el suelo, mi estómago era una fiesta ardiente, mi vista se tornaba negra, di una pequeña sonrisa, y deje que él me llevara. Sólo esperaba que mi suicidio, no hubiera sido en vano.
cherry hunt.
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