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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por PipeAlejandroMalik Dom 13 Abr 2014, 2:14 pm

Rebeca. escribió:Esto esta genial!
Mira que el Ziam no me gusta nada, pero tus novelas me hacen quererlo un pocito. Me gusto mucho.

Sube pronto.

Rebe se despide.
Muchas gracias Rebe porque de verdad Ziam es tan bello :3
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por PipeAlejandroMalik Dom 13 Abr 2014, 2:14 pm

Capítulo II
Aquélla mañana me había levantado mucho antes de que el bullicioso  despertador sonara en las penumbras de mi habitación, irrumpiendo mis tan bellos y escasos sueños, y sólo  para traerme a este mundo donde nada  era lo que parece,  ni mucho menos aún lo que yo deseaba ver.
La noche pasada había sido una de las más terribles, tal vez la peor de todas en mi vida. Conciliar el sueño se  me hizo una tarea imposible, así que me la había pasado dando vueltas sobre mí mullido lecho, de lado a lado, envuelto entre las sábanas blancas que terminaron hechas jirones; hasta que por fin caí en un sueño poco profundo en donde pude soñar como solía hacerlo: con sueños de opio, sueños irreales, tan lejanos como las estrellas.
Había intentado, vanamente, alejar el lacerante dolor en mi corazón que arremetía sin piedad alguna, a cada instante, y a la culpa que parecía complacida de germinar en mis adentros y carcomer mis entrañas. Pero todo había sido en vano. Aun estaban ahí; lo peor de todo era que mucho más latentes y persistentes que al principio. Había llegado a la  indudable conclusión de que no podía ser de otra forma, no para mí.
Me sentía francamente mal por todo lo que pasaba; por todo lo que percibía a mis alrededores a grandes y burdos rasgos; por lo que, inconscientemente, había dejado que creciera y se expandiera lo más lejos posible, como una mala hiedra, sin la más mínima posibilidad de alcanzarle y ponerle un alto. Pero todo, absolutamente todo: el dolor, el sufrimiento, la pena, los remordimientos y la vergüenza se acrecentaban considerablemente al darme cuenta que, conforme transcurrían los días, ese sentimiento que anidaba en mi, crecía aun más, demasiado a decir verdad y de que se alimentaba de un pequeña e insignificante esperanza, depositada en algún lugar de mi abrumado corazón.  Sí, todo empeoraba, día a día; mucho más aún,  al darme  cuenta que una parte de mí deseaba, con ansias profundas, que este sentimiento no desapareciera, que nunca se fuera, que estuviera ahí, latente, vivo, demostrándome que sabía amar; tal vez equivocadamente, pero que lo sabía hacer y que mucho mejor aunque aquéllos que tiene la oportunidad  de hacerlo y la han desperdiciado con torpes errores, con actos absurdos que sólo llegan a lastimar al ser amado.
¿Pero cómo cambiar lo que parece estar escrito sobre piedra, en el libro de la vida? ¿Cómo cambiar el curso de un río, cuando las aguas se han desbordado y ahora corren por el terreno a cuestas? ¿Cómo detener a un corazón que ama, loca, desaforadamente, como lo hace el mío?... ¡¿Cómo hacerlo?! ¡¿Cómo aliviar el dolor?! ¡¿Cómo dejar de amar?!
¡¿Cómo callar a mi corazón que ama por vez primera?!...
Después de librar una batalla más con mi fuero interno salí de casa silenciosamente, como una oscura sombra que se desliza en las penumbras.
El sol aun no había salido, todavía dormía tranquilamente, allá en el horizonte, en el fin del mundo. No muy lejos, en la aceras, los focos de los faroles iluminaban escasamente la calle con sus desvaídas y marchitas luces, tornando la desolada calle, en un paisaje mucho más melancólico que de costumbre.
Caminé como un autómata sobre el húmedo rocío, sintiendo cada gota sobre mis pies, que parecían ir descalzos y el aire frío del amanecer sobre mi rostro, en una frágil caricia que se desvanecía al instante.
Me acerqué al automóvil de mamá, un Mustang rojo cereza que deslumbraba como un rubí. Al llegar a la  puerta inserté la llave, entré y arrojé mi mochila al asiento del copiloto.
Miré mi reflejo en el espejo retrovisor. Por algunos momentos no me reconocí, era un total desconocido, pero después de algunos minutos de estar observándome pude ver, en las profundidades de mis ojos miel, un pequeño atisbo de mi antiguo yo, de aquél que parecía ya no existir; pero  sólo  era una insignificante pizca, nada a decir verdad.
Mi frustración creció. Tomé el volante entre mis manos y dejé caer la cabeza sobre él. Mis ojos se inundaron de lágrimas, pero las contuve como pude, sintiéndolas arder como gotas de ácido; hasta que una mísera gota me traiciona vilmente: cayendo de mis trémulos parpados y resbalando por mis mejillas.
Hasta que rompí  en sollozos. Después dejé que el dolor invadiera mis adentros. ¡Era ya algo inevitable! ¡Ya no podía luchar! ¡Ya no tenía la fuerza!, no ahora que todo se había salido de mi control. Permanecí así, sobre el volante, un largo tiempo, en busca del sosiego perdido, de un motivo para reprimir  mi amor, para callar a mí corazón, pero al no encontrarlo decidí hacerle frente a las adversidades una vez más, deseando de todo corazón morir en el intento, muchos antes de ver los desastrosos resultados.
Levanté la cabeza.
Restañé las lágrimas de mis mejillas con fuerza, haciéndome daño; necesitaba sentir una minúscula parte del dolor que yo podía llegar a causar.
Instintivamente volví la vista a mi casa por el espejo; en lo alto, desde su balcón, mamá me miraba, inescrutable, fuerte, firme…
Sonreí tímidamente, sin saber qué hacer. Y antes de que pudiera delatarme aún más  encendí el carro, pise el acelerador a fondo y salí disparado hacia el instituto.
“¿Había visto mi extraña actitud y ahora lo sabía?”
Me pregunté dubitativo, con rotunda incertidumbre, mientras las casas vecinas pasaban a mi lado en una línea borrosa.
“Sí, las mamás lo saben todo” respondió una vocecilla chillona de inmediato, sin más. 
Sí, lo sabía, tal vez no con suma y rotunda precisión, pero si algo, una parte tal vez; mi desconcertante actitud me delataba en gran medida.
Me incomodé ante los hechos y no por lo que pudiera pensar ella, no; Karen, me amaba incondicionalmente y aunque yo fuera “diferente” así seguiría siendo, nada iba  cambiar, o al menos así lo creía. Lo que realmente me preocupaba era que ahora que ella lo sabía, que lo tenía en cuenta, que sabía que algo pasaba, que algo me hacía sentir mal y que, en un intento de aliviar mi dolor,  me lo llegara a preguntar yo no pudiera negárselo, no pudiera huir, no pudiera mirarle a los ojos y  decirle que no pasa nada, que no se preocupara más de la cuenta. A eso era a lo que temía: decir sí, cuando debía callar y guardármelo para mí y para nadie más; cuando debía ser del todo egoísta y no compartir algo que dañaba  a la gente que más amaba, cuando debía reprimir lo que mi corazón sentía; eso era a la lo único  que temía: el afrontar la verdad…
Llegué al instituto más temprano que de costumbre; el estacionamiento estaba prácticamente vacío, sin seña alguna de vida. Me estacioné cerca de la barda que colinda con la acera, apagué el motor y eché hacia atrás el asiento. Miré por la ventana un cielo azul oscuro y un cúmulo de nubes grises que presagiaban tormenta. Encendí el estero y subí el volumen.
You´ve Got To Hide Your Love Away- The Beatles
Me recosté y dejé que la música consolara mis penas, dejé que fluyera por mis oídos y que apaciguara a mi corazón, aunque fuera por unos momentos. Cerré los ojos y miré todo lo que no podía ser  real, tras ellos: y ahí, en el aire, construí  un mundo donde solo estábamos Zayn y yo, los dos, solos; sin ningún motivo para preocuparme, sin ninguna razón para odiarme a  mismo por lo que sentía, sin un cargo de conciencia, sin nada de lo que se empecinaba en atormentarme.
Lo que miraba era espléndido, soberbio; algo que realmente deseaba y por lo cual hubiese vendido mi alma al diablo sin siquiera dudarlo un segundo; pero finalmente me di cuenta que el soñar sólo lastima, sólo hiere, sólo te hace creer ingenuamente que la esperanza es lo último que muere, cuando realmente es lo primero que sucumbe ante la cruel e inhumana realidad.
Abrí los ojos y  me percaté de lo que no podía ser, de lo que no debía ser, ni hoy, ni mañana, ni nunca. Y desperté de mi letargo, del sueño de un loco del que no queda rastro alguno de su cordura, ni seña de que algún día regresará y le hará ver la vida tal cual. Era doloroso, sí, lo reconozco pero de alguna forma era parte de lo que tenía que vivir por ser como yo lo era, por ser diferente,  algo a lo que debía acostumbrarme, porque siempre sería así, no había vuelta de hoja.
De pronto unos llamados incesantes me sacaron de mi profundo letargo, atrayendo mi atención: Perrie llamaba tras la ventana con su rostro sonriente y con una ternura innata propia en ella brillando en sus ojos claros.
Suspiré largo y profundo, después sonreí escuetamente, apagué el estéreo, tomé mi mochila y me apuré en bajar.
-¡Liam!- Gritó y se abalanzó  en mis brazos, mucho antes de poder cerrar la puerta del automóvil.
-¡Hola!- saludé sorprendido ante su efusivo recibimiento y sintiendo su corazón desbocado en mi pecho- ¿pasa algo?- me apuré en preguntar desbaratando el abrazo que en muchos aspectos me incomodaba.
Perrie era transparente, por así decirlo y sabía cuando algo le alegraba o le incomodaba, y hoy algo pasaba, no había duda alguna.
- La verdad… no sé por dónde empezar- respondió febrilmente, mientras se estrujaba las manos, como muestra de su incalculable asombro. Sonreí ante la mezcla de alegría y nerviosismo que experimentaba. Me parecía  tan frágil que por algunos segundos me sentí el peor de los hombres, el ser más nefasto que jamás haya conocido.
-¿Recuerdas el concurso al que la profesora de canto me recomendó entrar?-  se apuró a preguntar, aún con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro sonrojado.
-¡Claro que lo recuerdo!, ¿cómo olvidarlo?..., después de verte semanas absorta en esa pequeña canción que presentaste- respondí presagiando lo que de inmediato vendría.
- Bueno…- continuó como si no se hubiese detenido para nada- pues ayer por la tarde la asistente de la coordinadora, se comunicó conmigo… Llamó a  casa y me dijo que la Licenciada Scherzinger necesitaba hablar conmigo y pues me adelantó algo creo que… bueno que… ¡GANÉ EL CONCURSO!
¡GANÉ! ¡¿Puedes creerlo?! Porque yo aún no.
-¡Vaya que alegría! Sabía que lo ibas hacer, no había duda, fue lo mejor que he escuchado en años…- le tomé de la mano y la abracé, con la culpa latente desvaneciendo toda alegría que podía contagiarme en aquellos momentos.- No esperaba menos de ti, sabía que podías llegar lejos, muy lejos. Así que ahora a echarle ganas, tienes toda una competencia por delante…
-Si no los conociera, me pondría celoso- murmuró una dulce voz a mis espaldas, que llegó como música  a mis oídos,  irrumpiendo nuestros momentos de amistad. Perrie y yo sonreímos ante el comentario, deshicimos el abrazo y juntos miramos a nuestro interlocutor.
Armando nos observaba con inocencia, con sus oscuros ojos, profundos, sentimentales, profanando nuestros corazones…. Y estremeciendo mi alma…., como una impetuosa tormenta.  
Perrie le sonrió coquetamente y  se acercó a  él, colocó sus delgadas manos en su pecho y le besó en sus finos labios con una delicadeza infinita que rayaba en la mismísima veneración, mientras se perdía en los brazos de Zayn que la envolvían y la acercaban a su cuerpo sutilmente.
Los miré unos segundos, sopesé lo inoportuna que era; después giré sobre mis talones y me dirigí a mi salón, con dolor. No tenía nada que hacer ahí: no había lugar para mí, no de la forma que yo más anhelaba.
-¿Te vas Liam?- preguntó Zayn, con sus labios mucho más rojos que de costumbre, debido al agitado beso de mi amiga que me miraba desde sus anchos brazos, felizmente.
-Me falta un poco de tarea- dije a media voz, con el temor a que no creyeran en mis palabras.- así que me adelantare, mientras deberían… charlar… un poco… les hace falta… ¿no?- tartamudeé agitando los brazos sin orden  ni concierto.
-Sólo espero que no haya sido yo el motivo de que nos prives de tu grata presencia…- sentenció, disimulando una sonrisa burlando en su rostro, sin siquiera imaginar que en parte tenía razón.-Porque si es así puedo…
-En lo absoluto Zayn… no te preocupes- me apuré a mentir, dicho esto me encaminé al salón, con su imagen en mi mente, donde estaba grabada por siempre…
El resto del día transcurrió con la monotonía que le caracterizaba a los días de escuela, sin ningún suceso digno de mención, ni nada que le sobresaltase, solo un insufrible tedio. Los profesores entraban y salían del aula una y otra vez, recitaban sus largos y aburridos discursos; nos reprendían una y  otra vez y nos cuestionaban si existía alguna duda del tema visto en clase y demás. Lo mismo de cada día, sólo que a diferente hora, aunque al final daba igual.
Nada parecía cambiar, no ahora que tanto lo necesitaba.
Todo el día evité plática alguna con Perrie; así que en cuanto salía algún profesor tomaba mis deshojados libros y me sumía en la historia de los dos hermanos encerrados en el ático que vivían un amor prohibido, como  el mío; solo que existía una notable y pequeña diferencia entre ellos y yo, ellos tenían a quien culpar por sentir ese amor que les separaba y a la misma vez les unía; en cuanto a mí, bueno yo estaba solo, sin siquiera saber a quién hacer responsable de mis desapacibles sentimientos.
Todo el aburrimiento del día parecía seguir así hasta que la penúltima clase fue interrumpida por la asistente de la coordinadora. El Ingeniero Beltrán, se encaminó en la puerta y después de una corta charla con Betty, la joven secretaria, llamó a Perrie. Mi joven amiga se levantó y se despidió de mi con una sonrisa de alegría, imaginando lo que le esperaba tras aquel llamado.
Perrie no volvió por el resto de la hora.
Después de que le Ingeniero Beltrán salió del aula, tomé mi libro y seguí con mi lectura. Antes de que el timbre sonara Perrie entró al salón, deshaciéndose en gestos de emoción.
-¡Gané! ¡Gané! ¡Gané!- gritó con alegría antes de llegar  a mi lugar. Me levanté precipitadamente y sonreí. Se lo merecía, más que nadie. De eso no había duda- ¿Sabes lo que esto significa para mí?...- preguntó sin mostrar amago alguno de que la felicidad se fuera a evaporar en cualquier instante.
-Por supuesto que lo sé, Perrie. ¡Montreal!, Montreal Canadá, eso es lo que significa… tú mayor sueño hecho realidad.- Respondí, tratando de que me contagiara un poco de su alegría. Si ése era su sueño: viajar a Canadá, lo sabía desde hace mucho.- Me alegra tanto de que así sea- mentí descaradamente, preguntándome: ¿Por qué le era tan fácil ser feliz?
-De verdad que aún no lo puedo creer, de verdad que no, es como… como un sueño, el mejor de todos, Liam- murmuró entre dientes; después buscó mi pecho para recargar su cabeza. Dudé unos cuantos segundos en responder su muestra de afecto, con mi mano indecisa en el aire, luego deslicé mis dedos entre su crespo cabello, hasta llegar a sus frágiles hombros. La quería tanto que el solo hecho de tocarla dolía demasiado.
* * * * * * * * * * * * * * *
La  noticia de la partida de Perrie fue recibida con una ola de entusiasmo por doquier y los preparativos no se hicieron esperar en lo más mínimo. Participé en ellos no como me hubiese gustado, pero al final de cuentas ahí estuve, al pie del cañón, tratando de simular, un poco, que nada pasaba; pero era algo inevitable, más si en repetidas ocasiones me tocaba  lidiar con la simple presencia de Zayn, con quien seguía fingiendo una simpática nacida del amor entre él y mi mejor amiga y no por él, torrentes de sentimientos que se agolpaban en mi corazón.   
Al principio me había mostrado descontento por su partida, pese a todo aún la quería, era mi mejor amiga, la única que tenía y en muchos aspectos la necesitaba más que a nadie en el mundo; pero después de pensarlo mucho había agradecido que esta pequeña tregua hubiese llegado a mi vida, necesitaba un descanso y esto sería una buena oportunidad para tomarlo.
En verdad que lo necesitaba. Debía pensar muchas cosas y poner un poco de orden en mis prioridades. Si eso requería alejar a cuantos perturbaban mí ya trastornada vida, así lo haría, sin miramiento alguno.
La partida de Perrie estaba planeada para el penúltimo fin de semana del curso; primero viajaría a Ottawa y de ahí tomaría un vuelo a  Montreal, cede del concurso al cual asistiría y donde pasaría dos largos meses, entre el frío y la nieve de aquél mágico país de ensueño. 
El viernes previo  a su partida, en el instituto,  nuestros compañeros de clase  y maestros le desearon las mejores de las suertes entre un mar abrazos y los mejores deseos posibles.  Muchos de corazón y pocos por compromiso, siempre mostrando una cara sonriente y llena de entusiasmo que le serviría de mucho en el viaje, como su mayor apoyo.
El sábado de su partida, por la mañana, en casa de Perrie, me mostré contento, o al menos eso intenté simular, por el cariño que sentía por ella y por no delatarme aun más.
Nos encontrábamos reunidos en la sala, sentados sobre los mullidos sillones: Alexander y Debbie, sus padres, Karen mi madre y por supuesto… Zayn; esperando que hiciera acto de presencia mi mejor amiga. Me había limitado a hablar, y solo respondía con un simple meneo de cabeza y nada más. La tensión en mi interior parecía cortarse con un cuchillo al mirar a unos cuantos palmos al ser más maravilloso que jamás allá conocido; deseaba de todas las formas posibles poder salir corriendo de ahí y refugiarme en las penumbras de mi habitación, donde al menos no debía reprimir lo que sentía.
Jugaba con mi móvil cuando Perrie bajó lentamente las escaleras, con una sonrisa esbozada con amplitud en su rostro; parecía la mismísima luna de otoño, porque brillaba casi con luz propia.
-¡Estoy lista! ¿Nos vamos?- nos dijo cuando bajo el último peldaño de las escaleras.    
Nos miró a cada uno y con una mirada de sus ojos claros agradeció infinitamente que le acompañáramos.  
Nos levantamos de inmediato y nos dirigimos a la  puerta donde ya estaba su equipaje. Sus padres abrieron la puerta del pórtico: Alexander tomó sus maletas y las subió al automóvil y  Debbie le siguió, dejándonos a nosotros cuatro. Mamá se apuró en despedirse, le abrazó y le plantó un beso en la mejilla, deseándole un buen viaje. Después encaminó sus pasos al auto que estaba detrás del de los padres de Perrie.
Zayn me dio la espalda y tomó el pequeño y redondo rostro de mi amiga; la miraba con suma con ternura, con delicadeza, como si fuera una frágil pieza de cerámica que necesitaba los más ligeros cuidados.
- Quiero que recuerdes que te amo como nadie lo ha hecho y lo hará. Nunca olvides que pase lo que pase seguirás siendo la persona a quien más adoro, la que es la dueña de mi vida, la más hermosa mujer que ha conquistado a mi bohemio corazón y con quien deseo pasar mucho tiempo. No  olvides que  te llevas una parte de mi corazón contigo, sin la que no podría vivir- murmuró, por lo bajo, mirándola a los ojos y usando esos irresistibles encantos que lo hacían inolvidable. Acto seguido llevó su rostro al suyo donde sus labios se besaron tiernamente, en una suave caricia que se me antojó a gloria, al más dulce de los manjares.
Y un nudo se me hizo en la garganta; pasé saliva con dificultad. Después se estrecharon en un largo y casi eterno abrazo, signo de que se extrañarían más que nadie en el mundo.
-Te amo, Zayn…- fue lo único que atinó a decir Perrie, con el dolor de la partida en cada una de sus palabras y con un miedo infundado en falsos temores, como si fuera la última vez que sus labios la hubiesen besado. En sus ojos se adivinaban unas cuantas lágrimas que lejos de empañar la belleza de sus ojos, la acrecentaban considerablemente.- Te amo, te amo, te amo- continuó, después  se separó de él para verlo de lejos y llevar en su mente una última imagen del amor de su vida.
Zayn sonrió y tomó una mejilla de Perrie entre sus dedos y oprimió suavemente.
Después dio paso para que se despidiera de mí.
-Ya es hora, Loca- dije mirándola a los ojos, agradeciéndole que pusiera sana distancia entre nosotros.
- Creo que… que eso parece, ¿no?- sonrió y me abrazó fuertemente, con aquél abrazo de hermanos con el que muy  frecuentemente expresábamos nuestros sentimientos y con el dolor de la partida.- Te voy a extrañar.- concluyó.
-Yo también. No tienes ni la más  remota idea de cuánto- le dije, ocultando mi rostro entre su cabello que olía a fresa, tratando de no evidenciar mi mentira.- No sabes cuánto…
-Lo que me más me preocupa es… ¿cómo le vas  hacer para sobrevivir a las clases de Revilla?- inquirió intrigada, mirándome a los ojos con complicidad.
-Ya veremos, ya veremos. De lo único que debes preocuparte de momento es en ganar ese concurso. El premio, me parece, que ya tiene tu nombre escrito.- le corté.- Así que a mirar de frente, deja los problemas aquí, que yo me encargaré de resolverlos. ¿Te parece?
-¡Me parece perfecto!- respondió sonriente. Luego giró agitando su cabello de caramelo. Intenté seguirle pero se detuvo a la mitad del camino. Se volvió para mirarme suspicaz  una vez más.
Con un gesto inescrutable tomó mis manos y comenzó a hablar atropelladamente, como si le diera pena mencionar el tema.
-Sé que es absurdo e infantil lo que te voy a pedir y quizá parezca posesiva se podría decir, pero para mí es algo muy importante.- aclaró seriamente, antes de continuar- Necesito que cuides muy bien a Zayn. Tú más que nadie sabe que es lo más maravilloso y preciado que tengo en la vida. No quiero perderlo, no sin antes luchar, como se debe y sin siquiera conocer a mi enemiga, si así llega a pasar. No me gustaría regresar y encontrarme con gratas sorpresas; por lo menos me gustaría saber cuándo y cómo sucedieron las cosas. Te lo pido como el más grande de lo favores que me has hecho hasta ahora.
Le miré a los ojos y por poco grito: ¡calla!, ¡no sigas más!, ¡detente!, ¡no ves  que me atormentas!, ¡no te das cuenta que me lastimas más de lo que se puede lastimar  a una persona!
Pero no, me abstuve, mordí mi lengua y silencié a mi corazón.
No lo decía por mí, al menos no en gran parte. Pero si por todas aquellas hermosas jóvenes que andaban detrás de Zayn, como un león a su presa. Por ellas lo decía y por nadie más. Mi actitud era absurda y lo sabía. Pero era algo…. inevitable, yo era el ruin mentiroso que lo traiciona su conciencia.
Me sentí incómodo como jamás me había sentido en toda mi vida. Intenté huir de aquélla ingenua promesa: pero no había forma, al menos no a mi alcance; así que no pude y me quedé ahí petrificado, mordiéndome el labio inferior, sin saber qué hacer o qué decir y con una única certeza posible: yo no era la persona indicada para tal tarea; ¿Por qué yo? ¿Por qué la vida se empecinaba  en recordarme mis pesares? ¡Oh! Cuánto odiaba a la vida…
-¿Me lo prometes?- preguntó, inquieta, con cierto temor  a que pudiera negarme, en su voz.- ¿Liam?...
Seguí mirándola, con una falsa quietud, que no sentía y no creía sentir en lo más mínimo. ¿Qué podía hacer? ¿Qué podía responder? ¿Cómo podía negarme, cuando jamás lo he hecho?
-Liam, por lo que más quieras…- suplicó, con una mirada piadosa que desbarató todo mi aplomo posible, al instante que sus ojos de miel se clavaron en los míos.
-En lo que tu gustes Perrie.- le dije,  mirando sin disimulo alguno a Zayn, de pies  cabeza, sopesando alguna idea inteligente para evadir este compromiso que echaba de cabeza  mis planes de alejarme de él, e imaginando la enorme tortura que me esperaba sino ideaba algo a tiempo.
La culpa ardía en mi corazón, como una llama implacable, cuando continué.- Sabes que cuentas conmigo incondicionalmente. Nunca lo dudes.    
-¡Gracias! ¡Muchas Gracias!- dijo, sin siquiera saber, ni imaginar lo que realmente pasaba. Después caminó al quicio de la puerta, cruzó el umbral y  se alejó feliz, alegre, radiante como el sol que brillaba en lo alto del cielo azul, en busca de cumplir uno de sus más grandes sueños al otro lado del mundo. Dejándome a mí, ahí, solo, aturdido, infeliz, con una batalla contra mis demonios que parecía perdida del todo, con  el corazón adolorido y con una maldita y absurda promesa que cumplir.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Hermosos lectores aquí el segundo capítulo, quiero pedirles una enorme disculpa porque no podré subir en La Fuerza del Destino, pero prometo que entre mañana y el martes tendrán capítulo. Gracias por comentar
PipeAlejandroMalik
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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por fabiangerjh Lun 14 Abr 2014, 10:02 pm

Ahhhhhhh este capitulo ha estado de maravilla. Me encanta ver sufrir a líam xD sabes que lo amo pero también amo el drama y me encanta esta adaptación Siguela porfa no la abandones aunque sea sube por mi :$ te quiero mi escritor favorito jajaja by: Fab. Siguela prontooooooooo pronto pronto.
fabiangerjh
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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por Rebeca. Mar 15 Abr 2014, 8:37 am

Ok eso fue hermoso :3
No se, pobre Liam...
Y ahora que Perrie se fue igual on tiene tanto chance ¬¬
O si? xD
Espero subas pronto.





Rebe se despide.
Rebeca.
Rebeca.


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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por Invitado Sáb 19 Abr 2014, 7:53 am

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa me gustaaa
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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por giuly123 Sáb 19 Abr 2014, 3:38 pm

me encanta, me encanta, ME ENCANTA¡  El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 837735280 

Pobre mi Li  El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 1327349762 ¡¡  El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 965308117 

ya quiero el 3 capitulo¡¡  :jiji:
giuly123
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Mensaje por PipeAlejandroMalik Jue 24 Abr 2014, 7:52 am

fabiangerjh escribió:Ahhhhhhh este capitulo ha estado de maravilla. Me encanta ver sufrir a líam xD sabes que lo amo pero también amo el drama y me encanta esta adaptación Siguela porfa no la abandones aunque sea sube por mi :$ te quiero mi escritor favorito jajaja by: Fab. Siguela prontooooooooo pronto pronto.  
No te preocupes mi Fab, que en esta historia, disfrutarás del dolor permanente de Liam, te lo prometo... obviamente no la abandonaré. Ahora la sigo. Te quiere Pipe;)
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Jue 24 Abr 2014, 7:54 am

Rebeca. escribió:Ok eso fue hermoso :3
No se, pobre Liam...
Y ahora que Perrie se fue igual on tiene tanto chance ¬¬
O si? xD
Espero subas pronto.





Rebe se despide.
Ay Rebe...
Si supieras todo lo que le viene a Liam
Pobresito mi Liam y mi Zayn...
vienen cosas que a mí me hacen llorar,
sé que ustedes llorarán conmigo. 
Me encanta tenerte aquí mi Rebe
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por PipeAlejandroMalik Jue 24 Abr 2014, 7:55 am

it'sziambitches! escribió:siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa me gustaaa
La sigo ahora mismo :). Bienvenida
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por PipeAlejandroMalik Jue 24 Abr 2014, 7:57 am

giuly123 escribió:me encanta, me encanta, ME ENCANTA¡  El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 837735280 

Pobre mi Li  El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 1327349762 ¡¡  El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 965308117 

ya quiero el 3 capitulo¡¡  :jiji:
Hola:) Hola:)
Ahora mismo tendrá el 3 capítulo que alegría verte por aquí...
Sí, Pobre Li y lo que le espera....
Yo lloro mucho con esta historia...
ya actualicé en mi otra historia
Ciao
PipeAlejandroMalik
PipeAlejandroMalik


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Jue 24 Abr 2014, 8:03 am

Capítulo III
Había transcurrido una semana desde la partida de Perrie y la tranquilidad que reinaba en mi vida era incalculable. La extrañaba más que a nadie, pero las circunstancias ameritaban tal alejamiento y yo, pese a todo, estaba dispuesto a lidiar con su ausencia; al menos hasta que mi corazón dejase de sentirse culpable y olvidara todos aquellos sentimientos que no podía, ni debía sentir.  
No había visto a Zayn en toda la semana y no gracias a mi tan “maravillosa” suerte, sino por lo que creí que era mi tan escasa fuerza de voluntad.  El lunes que le precedió a  la partida de Perrie había optado por llegar más tarde que de costumbre para no toparme en ningún momento con él. El sacrificio que esto implicaba, era  el mayor hecho en mi tan corta vida; pero los frutos que estaba dando eran satisfactorios, al menos, para calmar a mi conciencia; porque en cuanto mi corazón, era un caso perdido.
Mi vida había mejorado en muchos aspectos: ahora podía andar por ahí, sin sentirme culpable a cada momento, podía sonreír verdaderamente, podía dormir apaciblemente sin pesadillas que azotaran mis escasas rachas de sueño. Ahora podía ser lo que realmente era y no ése falso “Yo” que había creado.  La soledad era dura. Me costaba adaptarme, pero pronto terminaría acostumbrándome; en algún momento tenía que quedarme solo, así que ahora era el momento de probarme si lo resistiría….
Era sábado por la mañana cuando el atronador  rugido de la aspiradora me despertó.
“¡Margarita…!” refunfuñé, deseando dormir un poco más. Tomé una almohada y la oprimí con fuerza contra mi rostro, pero aún así el sonido era ensordecedor.
Respiré profundamente. Acto seguido: salté de la cama. Me tambaleé, después recuperé el equilibrio perdido. Me acerqué a la ventana, tomé las cortinas y las corrí. La luz tenue del sol de otoño inundó mi habitación, de lado a lado, sin dejar lugar alguno sin tocar. Sentí los tibios rayos del sol adulando mi piel. Miré el cielo azul que se miraba tras el ventanal. Era un día hermoso.  
Seguí así, perdido, en el dulce encanto de ese edén.  Parecía hipnotizado, hasta que unos llamados a la puerta me trajeron a mi mundo.
-¡Ya voy!- grité pateando mis zapatos debajo de la cama.- ¡Ya voy!
-Buenos días, Liam- saludó amablemente Margarita, la señora de la limpieza, con su rostro arrugado y amable, tras la puerta, con su mandil blanco y guantes de látex.- Espero no haberte despertado.
-No te preocupes. Tenía planeado levantarme temprano,  tengo que estudiar- la disculpé.
-Creí que habías acompañado a Karen en su viaje…-  se justificó - hasta hace unos momento que acaba de hablar. En verdad lo siento mucho-continuó.
-¡No! Para nada- la interrumpí mientras la dejaba entrar para que inspeccionara los daños en mi habitación.- Se fue desde temprano. Ni siquiera la oí. Y al parecer llega hasta el lunes y yo todavía tengo una larga semana de clases. Aunque hubiese querido, no podía acompañarla, no ando muy bien en la escuela como para descuidarla.
- Me parece muy bien, hijo. Tu madre hace mucho por ti- reconoció sonriente- Bueno sólo me falta tu cuarto, para terminar por hoy.- continuó- El desayuno está listo y la comida en el frigorífico.
-Gracias- murmuré sin ánimo alguno, al tiempo que tomaba mi ropa y zapatos de una silla; después me dirigí al baño.
Entré al cuarto tapizado de azulejos blancos, desnudé mi cuerpo, me coloqué bajo la  regadera y abrí la llave de paso. Al instante el agua fría me despertó. Dejé que el líquido recorriera mi cuerpo, de la misma forma que mis sueños corrían por el cielo de lo imposible. Tomé una generosa cantidad de jabón y aseé mi cuerpo con detenimiento. Listo, me aparté de la regadera y dejé que los últimos vestigios de agua terminaran su andanza por mi intimidad. Tomé la primera toalla que encontré por ahí y sequé mi cuerpo con extrema lentitud,  no había algo más importante que hacer de momento.
Me vestí de de manera sencillamente: unos jeans deslavados de mezclilla, una camisa negra deportiva y unos viejos tenis.      
Tomé un poco de fijador y lo apliqué en mis cabellos. Mis rizos no tardaron en tomar una forma pronunciada, los sacudí y dejé que se amoldaran solos. Tratar de acomodarlos a mi gusto era una batalla perdida.
Salí del baño y mire mi habitación;  Margarita ya había terminado su labor; dentro todo lucía impecable.
Cerré la puerta y me dirigí al comedor.
Serví un poco de fruta con miel y un vaso de jugo de naranja. Me senté en la mesa de la cocina, y comencé el ataque contra el tazón de fruta. Mastiqué cada trozo degustando a fondo el dulce sabor de la miel.
Cuando más concentrado estaba, Margarita irrumpió en la cocina; me deseó un buen provecho, me dejó unas cuantas indicaciones a seguir, me reprendió por el desorden en mi cuarto; mientras se despojaba del mandil blanco y lo colocaba en el perchero, después se despidió deseándome un agradable fin de semana.
-Bueno, pues todo está listo. Te portas bien, hijo. Y cualquier cosa que se te ofrezca tienes mi número de teléfono.-  continuó desarrugándose la ropa.
-Gracias Margarita, pero con la comida que dejaste es más que suficiente, no te preocupes y mañana no  creo estar en casa, tengo que salir a comprar unas cosas y pienso demorarme todo el día. Nos vemos el lunes.- le dije pasando mi bocado rápidamente, agradecido por su interés y cariño.
-De acuerdo hijo. Entonces hasta el lunes.- dijo dirigiendo sus pasos a la salida.
-Hasta el lunes- murmuré escuetamente. Mirando cómo se alejaba, hasta quedarme en compañía de mi buena amiga… la soledad.
Tardé un largo rato hasta que todo rastro de fruta desapareció del plato. Bebí el último sorbo de jugo rápidamente. Coloqué los platos sucios en el fregadero y me dirigí a la sala.
Encendí el  televisor y busqué algún canal que me mantuviera ocupado unas horas pero no hallé nada interesante. Odié la programación irremediablemente; apagué el aparato y me quedé unos instantes sopesando que podía hacer.
“¿Estudiar?” Me pregunté.
¡No!... hoy no, no en estos momentos. Respondí de inmediato. Quería disfrutar, por lo menos, medio día lejos de los libros; ya que últimamente pasaba demasiado tiempo junto a ellos, lo que realmente me preocupaba.  Así que no quería verlos unas cuantas horas, ya por la tarde continuaría con mis lecciones.
Hubiese podido salir  a dar una vuelta al parque que estaba a unas cuantas cuadras, pero rechacé la idea de inmediato. Quería estar solo, y el parque no era un muy buen lugar para ello, al menos no en un fin de semana.
Derrotado decidí subir a mi habitación. Arrojé el control remoto sobre el mullido sillón y me levanté torpemente.
Al llegar a mi cuarto miré mi computadora sobre el escritorio; me sentí tentado en encenderla, pero pensé que no era buena idea. Podría encontrarme a Perroe en línea y bueno lo demás era historia.
Melancólico me arrojé sobre la cama. Del pequeño buró a mi lado, tomé el control del estéreo y dejé que la música invadiera mi habitación.
Oh Darling! de The Beatles.
Tomé una de mis almohadas y la abracé fuertemente. Seguí la canción haciendo coro, en el estribillo que ya me sabía de memoria. Hasta que por fin terminó.
Seguí en mi mente las siguientes canciones hasta que un pesado sueño me venció y me quedé irremediablemente dormido. En mis desvaríos viajé al lugar donde soñaba como  tan a menudo lo suelo hacer, cumpliendo los más profundos deseos guardados en mi corazón, en un mundo donde nada era imposible, donde podía ser aquel  Liam libre que nadie conoce….
Me hallaba tan perdido en un mundo irreal que tardé un largo tiempo en oír los constantes timbrazos que llamaban a la puerta.
Abrí los ojos y lo primero que vi fue el reloj que colgaba de la pared. Me había quedado dormido más de tres horas…
¡¡¡Tres horas!!! Casi grité y me levanté rápidamente. Me acerqué a espejo y miré mi deplorable estado. Me desperecé, estirando los brazos. Hecho esto salí como un bólido, salté las escaleras de tres en tres hasta que aterricé cerca de la puerta. Desarrugué mi ropa y abrí la puerta…
-Lo siento mucho… no había oído que hablaban, estaba un poco…- me disculpé, cortando mi diálogo al alzar la vista.      
 -Por un momento creí que no estabas en casa- se lamentó el joven tras la puerta, con su impecable sonrisa de ángel esboza, sin el más mínimo recato, en su bello rostro, enmarcado por la apacible tarde que se miraba tras su escultural cuerpo de dios griego.- Ya pensaba irme.
-Za-yn- tartamudeé su nombre sin disimular el gran asombro que me causaba al  verle allí parado.- Qué… qué sorpresa verte por… acá.-Continué, sin siquiera mover un músculo; ahora sí, tratando de controlar mi inminente nerviosismo.
-¡Qué va! la sorpresa es mía, años que no te veo. Te he buscado en la escuela pero en toda la semana has brillado por  tu ausencia.- me dijo sonriendo.- Llegué a la conclusión de que estás un poco abrumado por el inminente fin de cursos, exámenes, trabajos finales y demás.
-Si eso parece… Últimamente he estado muy ocupado… así que, en cuanto terminan mis clases, me vengo derechito a casa. Tengo mucho que estudiar, y bueno el resto ya lo sabes.-  corroboré de inmediato sus inciertas suposiciones. 
-Ahora entiendo. ¿Siguen los problemas con Jorge?- preguntó, deseoso de poder ayudar en algo.
-¡No! para nada. Pero tampoco quiero darle algún motivo para que haya alguno- contesté cortante, esquivando sus ojos cafés, mirando su deslumbrante automóvil, estacionado al otro lado de la acera. No quería que viera en los míos mis mentiras.
-Mmm- murmuró por lo bajo, percibiendo mi extraña actitud ante su presencia.
Una vez más había fallado. Estaba en evidencia. Lo había notado.- ¿Estás ocupado…?- inquirió, dubitativo, tratando de mirar hacia adentro, en un doble sentido que capté al instante.
Suspiré profundamente.
-Sí…no, ¡no! ¡Para nada! Pero pasa, pasa por favor.- le dije rompiendo todas mis promesas en unas cuantas estúpidas palabras que habían salido desde el corazón.
Sin más se adentró sonriente de no ser inoportuno, como lo había hecho sentir- Disculpa la descortesía. Creí que sólo ibas de paso.
-¡No!  El que debe la disculpa soy yo. Debí hablarte antes de venir, sólo que hubo un pequeño problema no tengo el número de tu móvil. En verdad si quieres puedo venir otro día- se excusó, un tanto apenado ante mi poco tacto.- No hay ningún problema. Te entiendo.
-¿Cómo crees? No, no es para tanto. Sólo que… me sorprende verte aquí. Bueno tú y yo… jamás hemos tenido una…
-…una amistad- me cortó sin más, deteniéndose a la mitad del vestíbulo, a la espera de que le indicara a dónde debía continuar.
- A la derecha- le  guié.
Cruzó la entrada de la sala. Le seguí los pasos admirando su ancha espalda, sus contorneadas piernas que se oprimían contra el pantalón de mezclilla que parecía complacido de sentir tu tibia piel.
-Toma asiento.- le indiqué lo más tranquilo y amable que pude. Cualquier error  que cometiera, él lo percibiría: era perspicaz. No debía ni podía echarme de cabeza.- ¿Quieres algo de tomar?- le pregunté, deseoso de que me diera unos minutos para liberarme de la tensión, mientras se sentaba en uno de los sillones.
-No Liam, muchas gracias- respondió de inmediato, aún apenado por la situación.
-Que no te dé pena. Pide lo que sea.- repuse rápidamente, mirándole  a los ojos, dificultosamente, en  un intento de inyectarle la confianza que le había hecho perder con mi esquiva actitud. 
-Regálame un vaso de agua, sino es mucha molestia- pidió, amablemente.
-Claro. Te lo traigo en un instante.- dicho esto salí rápidamente de la sala. Corrí por el pasillo que lleva a la cocina. Al llegar me recargué contra la pared sintiendo arder la sangre por cada una de mis venas y las piernas faltas de fuerza.
Respiré para recuperar todo el aplomo posible.
¡¿Zayn?!¡¿En mí casa?! ¡No!
No… no podía ser posible. ¿Esto era un sueño? Sí eso debía ser, un sueño…
Cerré los ojos con la esperanza de despertar sobre mi cama. Pero no. Era la vida real, tal cual, sin sueños, sin pesadillas, solamente la realidad…
Esto era una mala jugada de la vida, una pésima jugada.
¿Que había hecho para merecer esto?
Había algo que arreglar pero no era el momento.
Abrí la puerta del refrigerador de un tirón y saqué un pequeño garrafón de agua, tomé un vaso de la alacena y vertí en él, el frío liquido. Tapé la botella, cerré las puertas, tomé una servilleta de papel y me dirigí a la sala. 
Entré fingiendo una alegría que sentía a medias.
- Toma- dije estirando el vaso con agua a Zayn que ya parecía más tranquilo. Ambos fingíamos, aunque radicaba una gran diferencia, entre el motivo por el qué lo hacíamos.
-¿Estás…?-
-Solo- contesté intempestivamente, antes de que terminara de formular la pregunta, mientras me sentaba frente a él.
-Creí que estabas con… alguien más. Está un coche afuera…- señaló por la ventana que colinda a la acera.
-No para nada. El automóvil es del trabajo de Karen…. Cuando sale de viaje prefiere dejarlo. Se siente más cómoda manejando el suyo.- Aclaré, sintiendo como la tensión del momento se desvanecía paulatinamente, al sentirlo cerca… al poder admirar detenidamente sus facciones y sus bellos ojos cafés, que parecían abrumar a cualquiera.
-Ahora entiendo. Entonces Karen está de viaje- Afirmó.
-Eso me hace creer-  añadí, tratando de que los últimos vestigios de tensión se disiparan de una vez por todas. Zayn se limitó a sonreír. Después llevó el vaso de agua a sus apetecibles labios para beber un largo sorbo de agua.
-¿Estabas ocupado?- siguió preguntando, tratando de asegurarse de que no hubiese llegado en mal momento.
- No, para nada. Estaba a punto de comenzar a estudiar- contesté, ocultando que me había despertado.
-¿Y qué estudias?- Preguntó.
Me limité a poner los ojos en blanco ante su desatinada curiosidad. –Ahora entiendo.- Dijo para sí mismo. Y sin más ambos sonreiremos como dos niños. - ¿Tonto? ¿No?
- Sólo un poco, no mucho en verdad- le confirmé.
-Si quieres puedo ayudarte.- se ofreció amablemente, tratando de enmendar su intromisión.
Lo miré atentamente, quería descubrir sus verdaderas intenciones, pero sólo me encontré una gran confusión y nada más.
- Por supuesto, sólo deja bajo mi mochila y empezamos.- Indiqué, tratando de ocultar mi alegría, mi asombro, mi sorpresa y todo aquello que él me hacía sentir cada que estaba cerca de mí.  
Corrí a la planta alta rápidamente. Entré a mi habitación, tomé mi mochila, y la computadora del escritorio. Antes de salir miré el reflejo que me devolvía el espejo. Lo observé unos cuantos segundos.
“Estúpido” murmuré y salí de mi cuarto.
Llegué a la sala en un tiempo récord. Coloqué mi viejo morral en uno  de los sillones y mi Lap en la mesa del centro.
-¡Listo!-
-Empecemos-  expresó, feliz que pudiera ayudar en algo.
Saqué mis cuadernos de las profundidades de mi mochila, busqué la indicada: “Matemáticas”,  la hojeé en busca de mi último  tema de estudio hasta que lo encontré. Busqué una hoja de ejercicios entre el reguero de papeles pero no  la hallé por ningún lado. Hasta que la  mano de Zayn me entregó la hoja.
- Gracias- balbuceé apenado, con las mejillas sonrojadas.
-De nada. Pero adelante sólo pregunta y yo respondo.- indicó risueño.
Puse los ojos en blanco y comencé. Traté de resolver unos cuantos ejercicios pero de vez en cuanto solía atorarme en el procedimiento: confundía números,  cambiaba signos, añadía pasos, quitaba y demás. Un  digno trabajo de alguien que, irrevocablemente, odiaba las matemáticas; empeorado aun más al tener a una persona que te confunde con su sola presencia.
Zayn aguantó con paciencia cada uno de mis errores, una y otra vez. Me preguntaba de dónde sacaba tanta paciencia; si yo estuviera en sus zapatos ya hubiese renunciado a  todo intento de hacerme entrar las matemáticas, inclusive a la fuerza.
Después de mucho pude resolver unos cuantos ejercicios. Zayn se limitaba a  mirar cómo me deslizaba por la hoja hasta que se cansó y tomó mi computadora y la colocó en sus piernas.
- ¿Puedo?- me consultó señalando con su dedo la maquina.
-Adelante- Afirmé, sin más. Después seguí con lo mío.
De vez en cuando interrumpía mis deberes para mirar de soslayo la hermosa figura de Zayn. Tratando de guardarme a profundidad cada uno de sus rasgos. Si no podía ser para mí, que, por lo menos,  mis recuerdos le hicieran justicia, cuando le recordara.
De pronto, una conocida melodía comenzó a reproducirse desde mi portátil.
-Vaya, ¡Bohemian Rhapsody!- prorrumpió asombrado
- ¿Te gusta Queen? – pregunté más sorprendido de que conociera y le agradara el grupo.
-Por supuesto. No soy un fiel fan de ellos, pero me agrada como tocan- respondió sin siquiera despegar la vista de la pantalla. Parecía hipnotizado.
 -¡Octopus Garden, de The Beatles!- continúo asombrado.
- Sí-
-Toda una caja de sorpresas tu computadora.- afirmó, posando sus ojos cafés en los míos que admiraban su grado de asombro. Se me antojaba un tierno niño al que le han  regalado una caja llena de deliciosos dulces. 
      
-No puede ser…- casi expresó a gritos, después dejó que la siguiente canción se reprodujera sin interrupción. Dejé que la bella melodía me llegara hasta el alma, sintiendo los acordes estremecer cada una de las fibras de mi ser, sin piedad.
Unos minutos después, hasta que la canción finalizó, murmuró en voz baja el nombre de la melodía, que me lo sabía de memoria, en un sutil murmullo… que derrumbó todas y cada unas de las barreras que había erigido frente a mi…
- Something-
-The Beatles.- completé, ante el gran asombro que me causaba que a él, le agradara mi grupo favorito y, mucho más aun, mi canción preferida.
-Vaya jamás creí que te gustara este tipo de música. Te tengo en un concepto erróneo.- aceptó, cerrando la computadora y colocándola en la mesa.- Lo que le pasa a uno por dejarse llevar por las apariencias, ¿no crees?
Me limité a sonreír y a seguir con mis ejercicios. No podía dejarme llevar por la situación. Esto era una casualidad, una de muchas que pronto encontraría. No podía, no debía dejarme llevar por lo que sintiera, ¡No! ¡No! ¡No!, me lo repetí hasta el cansancio. ¿Qué había sido de mis promesas? ¿Se iban a ir a la basura así como así?
Guardé silencio, una eternidad tal vez. Hasta que sentí los ojos cafés de Zayn clavados en mi, tratando de escrutar, a profundidad, mi alma, mi ser, mi corazón.
Levanté la vista y lo miré fijamente, tratando de no flaquear, de no revelar más de la cuenta, de callar a mi corazón que parecía gritar sonoramente lo que sentía.
-¿Pasa algo?- inquirí, tratando de no esquivar su mirada.
-No. Nada. Simplemente que, como te dije, nos conocemos muy poco. Bueno y eso realmente me inquieta.- me respondió, tratando de ser lo más claro y preciso que se podía ser en estos casos.
-Te resulto inquietante- deduje irónicamente, ante sus palabras que me desarmaron del todo.
- Si. Bueno realmente no tanto así. Creo que hay tanto por conocer y tan poco el tiempo que disponemos.- argumentó cuidando cada una de sus palabras.- Me debatí mucho en si venía o no. Me gustaría proponerte que… bueno que  tú yo fuéramos amigos.- soltó al fin el propósito de su visita- Claro si a ti te parece; y que nuestra amistad no sea un  compromiso dado por que coincidimos en una  persona.
Medité cada una de sus palabras, buscando mi mayor deseo grabado en ellas, pero no había nada de lo que yo anhelaba; sólo una amistad sincera, sólo un  pacto de amigos…
-¡Por supuesto! ¡Amigos…!- celebré falsamente, extendiéndole mi mano para cerrar un trato que  deseaba y que a la vez odiaba.
Tomó mi mano entre la suya. Al contacto  sentí la fuerte descarga de algún sentimiento que no podía controlar, recorriéndome de pies a cabeza.
-Te va a parecer absurdo, pero quizás, pienses que tengo muchos amigos. Pero no es así, son pocos los que están en esa categoría y mucho menos aún, en los que puedo confiar.- expuso, mirando indefinidamente, tratando de ocultar la pena que esto le causaba.- Espero contar contigo…  
Sonreí ante su leal sinceridad.
-Para lo que necesites. No lo dudes.- repuse, sin siquiera imaginar el compromiso que esto implicaba.
Guardamos silencio. La incomodidad que ambos sentíamos no era para menos. Deseaba salir corriendo y no volver nunca más, deseaba perderme en las lejanías y no saber de nada, ni nadie.
- Así que como oficialmente ya somos amigos me gustaría preguntarte algo muy personal.- propuso tratando de romper el hielo, sin temor alguno.
-Adelante, lo que gustes saber.- dije maldiciendo para mis adentros, por estar permitiendo que las cosas estuvieran llegando hasta donde más había temido.
-A mi parecer no creo que sea algo sumamente personal así que ahí te va. La relación que entre tú y Perrie se ha dado, es un tanto extraña, y no es que me dé celos ni nada parecido, confió plenamente en ella, en ambos realmente. Pero aún así tengo cierta inquietud: ¿Cuál es el motivo porque se han acoplado tan perfectamente como lo han hecho?
Levanté  la vista del cuaderno donde escribía y le  miré suspicaz, examinando a profundidad sus palabras.
-Creí que lo sabías- respondí incrédulo ante lo reservada que se mostraba mi fiel amiga en cuanto a mi vida personal.- Vaya, Perrie realmente me sorprende. Siempre tan… prudente.
-Eso parece. Me pidió que no insistiera, después de habérselo preguntado algunas veces- continuó, mientras jugaba con un lápiz entre sus dedos.- Respeté su decisión de guardárselo para sí, pero mi curiosidad lejos de ser saciada, se vio avivada aun más.
-¿Curiosidad?- pregunté, arqueando las cejas. Y así era, sus ojos cafés denotaban una insaciable curiosidad que estaba muy lejos de ser calmada.
-Sinceramente no curiosidad. Sino interés.- se apuró  a responder de inmediato, tratando de reparar el poco tacto que había tenido.- Eres su mejor amigo, su confidente, casi su hermano. Y realmente sé tan poco de ti que prácticamente estoy en ceros contigo. Sé tu nombre porque Perrie te menciona muy a menudo, pero de ahí en fuera eres un libro cerrado para todos, casi puedo asegurar que hasta para Perrie.  
-Antes que nada te aconsejo que te quedes con la primera impresión. Evítate disgustos desagradables… es  lo mejor. Lo que viene después es algo… complicado. Digámoslo de ese modo.- le sugerí, mirándole a los ojos fijamente tratándole de decir que no continuara, que no siguiera, que se detuviera antes de que hablara de más.
-No. No creo que sea así. – se apuró en continuar sus insistentes suplicas- y si así parece, estoy seguro de que con tu ayuda lograré entenderlo, sin problema ¿No?    
-Tal vez. No lo sé.- Reconocí, sopesando lo oportuno que sería confesarle la verdad.
-¡Pues ya está! ¡Soy todo oídos!- soltó seguro de sí mismo y de sus súplicas que, de alguna forma, no podían ser negadas.
Lo miré divertido, disfrutando de aquella bella sonrisa, pero a la vez deseoso de que la verdad lo alejara, que pusiera tierra de por medio, de una vez por todas antes de que las cosas terminaran mal.
-Realmente no es nada difícil. Es una situación incómoda como todo pero…-comencé a decir dubitativo, mirándole atentamente, a sus ojos que esperaban expectantes a cada una de las palabras que mis labios pronunciaban.-… desde hace mucho he aprendido a vivir con ello de la forma más natural que he podido, aunque  hay veces que no es  fácil, como lo  aparento…. Soy Gay.- reconocí  atento a  lo que su bello rostro denotara, mientras un silencio incómodo se asentaba en la sala, en donde sólo se percibían los latidos incesantes de mi corazón.
Dejé que pasaran algunos minutos, para que pudiera asimilar mis palabras y comprendiera el error que suponía nuestra recién nacida amistad.
-Ah, es eso…, ahora entiendo- murmuró con la pena inundando sus mejillas, al darse cuenta de cuán íntimo era lo que había deseado saber.- Jamás creí que tú, bueno… que tú…
-…fuese Gay- terminé su frase.- No eres el primero y creo que tampoco serás el ultimo.- incómodo ante la situación, me estiré y tomé la computadora. La abrí y hurgué  entre el desastre que tenia.- Mi situación implica muchas cosas y bueno es lo que realmente le da valor a la amistad que tengo con Perrie…. Aunque si a ti te molesta puedes irte no me sentiré mal…- comenté para disminuir la tensión.
-¿Cómo crees? No te voy a negar que me desconcertaste un poco, pero de ahí a que  termine una amistad  por algo tan trivial, para nada.
Traté de creer en cada de sus palabras pero era difícil, muy difícil. Guardé silencio, sintiendo sus ojos clavados en mi rostro. Su actitud no podía ser esa. ¿Qué debía  y que iba hacer?
 - ¿Y tienes pareja?-  preguntó para mi asombro, rompiendo el frío silencio- ¿Novio? ¿Amigo con derechos? o algo así.
Aparté la vista de la computadora y lo miré fijamente.
-No- respondí, fingiendo una jovial sonrisa, “¿hasta dónde llegarían las cosas? ¿Dónde iba a terminar esto?”
-¿Has tenido a alguien?- continuó con su interrogatorio.
-Sí- respondí serenamente, mientras un torrente de recuerdos pasados se aglomeraban en mi mente.
-¿Uno? ¿Dos? ¿Tres?-
-Uno…-
-¿A qué edad te diste cuenta que eras Gay?-
-Desde pequeño, pero no hace mucho que logré aceptarlo y aceptarme. Es difícil vivir siendo como eres, pero es aun mucho más difícil vivir siendo lo que no eres.
- Entiendo…- murmuró, sopesando cuán dificultoso puede ser una vida así.-  ¿Y sólo lo sabe Perrie y Karen?- continuó.
 Sí y no.- respondí ante el asombro de cuán fácil me era responderle cada una de sus preguntas, sin siquiera titubear al abrir mi corazón.- En el caso de  Perrie es algo especial: lo sabe a medias, nunca se lo he aceptado, pero tampoco se lo he negado. Hay ocasiones que lo que más sobra son las palabras y bueno esta es una. Y Karen… realmente no lo sé, lo ignoro y a decir verdad de momento prefiero que las cosas sigan así. Quizás más adelante se dé la oportunidad.  
Guardé silencio, mientras Zayn  me miraba a los ojos tratando de develar lo que realmente sentía, y no lo que tratara de aparentar.
Sonreí con nerviosismo. Su mirada era como una llamarada que prendía todo  mi cuerpo, la vehemencia de cada ojeada, la sencillez de cada gesto que su rostro expresaba hacían latir a mi corazón a mil, una, otra y otra vez. Dirigí  mis ojos a un punto muerto no resistía verle. Me perturbaba. 
- ¿Has estado con un hombre? Me refiero a bueno tú sabes…- Siguió después de mucho y cada vez más seguro de que no me negaría a responderle.
-Siguiente pregunta- dije tratando de controlar mi sonrisa ante su ingenuo interés.
- Tomaré tu silencio como un sí. El que calla otorga, que no se te olvide- resaltó- Así que como tu silencio fue un sí: ¿a los cuántos años fue tu primera vez?-
-Siguiente pregunta-
-¡Vamos Liam! La peor parte ya ha pasado y ahora resulta que lo que menos importa es lo que más a vas a ocultar.- comentó, mientras se recargaba en el mullido sillón, con los brazos tras la  cabeza.- No entiendo por qué tantos complejos. ¿No me tienes confianza?- lanzó su pregunta.
-No, no es eso.  Mejor otro día. En otro momento. Por hoy ha sido suficiente. Tanta información en un día, no es bueno, mucho menos de este tipo.- dije con la esperanza de que más adelante pudiese librarme de la situación de cualquier forma.
-Me parece perfecto. Creo que es un poco tarde y, bueno, te dejaré descansar. Pero ni creas que mi interrogatorio ha terminado. Hay mucho que preguntar y mucho por responderme.- amenazó con su tan peculiar dulce sonrisa en su rostro. Después se levantó de un salto.      
-Te prometo que responderé cada una de tus inquietudes, lo que no te aseguro es… responder con la verdad.- murmuré siguiéndole, sin despegar mis ojos de los suyos que me tenían embotados.
-Ya veremos. No estés tan seguro- farfulló.  Dicho esto se encaminó a la salida, mientras seguía cada uno de sus pasos como una sombra. Justo antes de llegar a la puerta se detuvo, se giró sobre sus talones y me ofreció su ancha mano.
-Ahora somos amigos- me recordó.- Espero que los mejores.
-Amigos… murmuré escuetamente, sopesando el poco significado  que la palabra tenía para mí.
-¿Tienes planes para mañana? ¿Alguna fiesta? ¿Alguna reunión?- preguntó deseoso que respondiera un “no”.
-Sí. Tengo planeado ir  a Midlands, me hacen falta unas cosas, no creo regresar temprano, pienso pasarme todo el día por allá.- Respondí con la mayor fuerza de voluntad que me fue posible. Debía alejarme, debía cumplir mis promesas… era el novio de mi mejor amiga… no podía, ni debía dañar a nadie.
-Lástima, pensé que podíamos salir. No sé ir algún antro, tomar algunas cervezas… Pero no importa ya se dará el momento.- se lamentó profundamente.
-Sí, ya será para la otra- le consolé deseoso de que jamás llegara ese día. Sin más abrió la puerta y salió a la soledad del crepúsculo. Desde el quicio de la puerta miré como se alejaba entre las sombras, hasta que llegó al costado de su automóvil. Antes de apearse en el carro, me dirigió una cálida sonrisa que me estremeció hasta el alma, después encendió el motor y se perdió  entre las tinieblas, bajo la tenue luz de la luna del triste otoño…  
Azoté la puerta y me dejé derrumbar.
Mi corazón era un hervidero de un sinfín de malditos sentimientos. La momentánea felicidad que sentía se desvaneció repentinamente y solo dejo un profundo sentimiento de culpa, de remordimiento, de frustración, de dolor, de pérdida, de oído, contra la vida, contra mí, contra todos… Era una idiota y nada más…
Cerré los ojos, deseoso de morir, de jamás despertar en esta mísera vida, mientras dos pequeñas lágrimas resbalaban por mis mejillas.
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _  _

Lectores de mi corazón, perdón por no actualizar esto, pero ahora mismo lo hago, esta historia es muy especial para mí, espero lo sea para ustedes también. Disfruténlo
PipeAlejandroMalik
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Mensaje por Invitado Jue 24 Abr 2014, 2:24 pm

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El Otro Rostro de la Vida (Ziam) - Página 2 Empty Re: El Otro Rostro de la Vida (Ziam)

Mensaje por fabiangerjh Jue 24 Abr 2014, 10:09 pm

SO PERFECT MAN, SO PERFECT. Amo esta novelaaaaaaa asiguelaaaaaa los moozmentos Ziam son tan bellos y tu eres un escritor tan perfecto por eso eres mi favorito. Fab te AMA jajaja ya.... me emocione muchísimo lo siento me hiciste llorar de nuevo y hacia mucho que no lo lograbas así que te felicito por eso. Tu finalidad fue acabar o con la dureza de mi corazon y eso me sorprende cada día. Yo siendo liam estuviera en una situación súper difícil y complicada pero el amor vence todo y si liam se abrió así con zayn y este lo eescuchó es una señal divina jajaja. Bueno me voy Fabián te quiere saluditoooos y Siguela prontooooooo muy pronto no me dejes esperando. Bye.
fabiangerjh
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Mensaje por Rebeca. Vie 25 Abr 2014, 1:12 am

¡Pipe!♥
¡dios! Esta novela esta ahora entre mis favoritas, es increíble que tan solo con 3 capítulos me hayas atrapado.. es como, no lo se.. esto... ¡wow! enserio, me encanta demasiado la manera con la que te expresas, y bueno haces ver a Liam tan... tan... misterioso(?)
Es extraño como me estas haciendo querer el Ziam, pero al mismo tiempo solo es con tus novelas, tal vez alguna de otra persona, pero básicamente tus historias son las que me gustan y bueno eso me hace sentir como que estoy traicionando a Ziall... pero no lo hago, solo que tus novelas son buenísimas y sinceramente no puedo esperar para que subas otro cap. esta idea es genial.
Siguela cuando puedas Pipelín xd


 :bye:  
Rebeca.
Rebeca.


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Mensaje por PipeAlejandroMalik Sáb 26 Abr 2014, 9:30 am

fabiangerjh escribió:SO PERFECT MAN, SO PERFECT. Amo esta novelaaaaaaa asiguelaaaaaa los moozmentos Ziam son tan bellos y tu eres un escritor tan perfecto por eso eres mi favorito. Fab te AMA jajaja ya.... me emocione muchísimo lo siento me hiciste llorar de nuevo y hacia mucho que no lo lograbas así que te felicito por eso. Tu finalidad fue acabar o con la dureza de mi corazon y eso me sorprende cada día. Yo siendo liam estuviera en una situación súper difícil y complicada pero el amor vence todo y si liam se abrió así con zayn y este lo eescuchó es una señal divina jajaja. Bueno me voy Fabián te quiere saluditoooos y Siguela prontooooooo muy pronto no me dejes esperando. Bye.
Mi Fab:) que alegría verte por aquí... tienes razón aquí Ziam es muy raro pero preciosos... Gracias por considerarme tu escritor favorito... trabajaré duro para que eso continue. También Pipe te AMA Fab... Aquí todavía estoy medio dormido de la desvelada que nos dimos ayer jajaja... ¿En serio te hice llorar? Lo siento aquí llorarás mucho porque Liam sufrirá demasiado aquí... ay sí quiero acabar con la dureza de tu corazón y dejar de hacer sufrir a mis pequeños... Anda porfa... no esperarás más ahora la sigo         
PipeAlejandroMalik
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