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Δ Colour Swils
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Δ Colour Swils
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× Katherine.
× Moore.
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× Direntioner.
× Rusher
× Fics que leo.
× Escritoras maravillosas
× Dudas? MP
× No al plagio, plz
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.Kate.
Última edición por .Kate. el Sáb 01 Mar 2014, 7:39 pm, editado 4 veces
.Katherine.
Mulligar high School
.
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Me até el pelo rubio en una cola de caballo alta, me alisé el uniforme de Mullingar High y suspiré. Otro año más que empezaba, otro año más en que yo me prometía que todo iba a ser diferente. Nunca lo era.
Agarré mi mochila y salí de mi habitación, no sin antes echarle un último vistazo, diciéndole adiós a mis tan preciosas vacaciones encerrada allí. El coche de Liam me esperaba abajo. A pesar de tener tan pocos amigos, me las había arreglado para conocerlos a ellos, Lourdes y Liam, al comienzo de la secundaria, y para nunca separarnos. Éramos los marginados, pero lo éramos juntos.
El chevy de Liam gruñía impaciente cuando pisé la acera, la oxidada puerta chirrió y tembló para darme paso al asiento trasero. No era nada lujoso, pero era todo lo que él había llegado a ahorrar antes de cumplir los 16 y era su mayor orgullo. Lourdes estaba en el asiento del co—conductor, y se dio vuelta, sonriente para saludarme. Sabía que ella odiaba la escuela tanto como yo, pero se las arreglaba mucho mejor para ocultar todo tras su cara de póker.
—¡Marina! ¿Escuchaste las noticias?— me preguntó, conociendo mi respuesta de antemano.
—No hay manera de que no lo haya escuchado, es todo de lo que se habla en los últimos días…— rezongué.
—¿Qué pasó?— Liam, como siempre, despistado, ignoraba todo chisme que circulara en nuestro pequeño pueblo.
—Hay una chica nueva, se mudó hace unos días. Es hija de un juez y compraron la mansión de la calle 15… Payne, ¿cómo es que no sabés nada?
Intercambiamos rumores hasta que llegamos. Liam ubicó el andrajoso auto en el estacionamiento de la escuela. Nos encaminamos hacia la entrada, cuando el sonido de un motor dejó a todos intrigados.
—Dicen que tiene un…— comencé.
—¡Descapotable!— dijo Liam, boquiabierto, observando ese ferrari rojo fuego que se estacionaba junto a los demás autos, porquerías en comparación.
Una alta muchacha, de cabellos castaños en forma de voluminosos bucles, luciendo el uniforme como si saliera de un catálogo de American Apparel, bajó del auto y desfiló hacia la entrada. Todos a su alrededor la observaban como si viniera de otro planeta. Ella, al parecer, lo disfrutaba.
—Carla…— gruñó mi amiga Lu.
—Carla…—suspiró Liam.
Al parecer, este año sí sería diferente.
Agarré mi mochila y salí de mi habitación, no sin antes echarle un último vistazo, diciéndole adiós a mis tan preciosas vacaciones encerrada allí. El coche de Liam me esperaba abajo. A pesar de tener tan pocos amigos, me las había arreglado para conocerlos a ellos, Lourdes y Liam, al comienzo de la secundaria, y para nunca separarnos. Éramos los marginados, pero lo éramos juntos.
El chevy de Liam gruñía impaciente cuando pisé la acera, la oxidada puerta chirrió y tembló para darme paso al asiento trasero. No era nada lujoso, pero era todo lo que él había llegado a ahorrar antes de cumplir los 16 y era su mayor orgullo. Lourdes estaba en el asiento del co—conductor, y se dio vuelta, sonriente para saludarme. Sabía que ella odiaba la escuela tanto como yo, pero se las arreglaba mucho mejor para ocultar todo tras su cara de póker.
—¡Marina! ¿Escuchaste las noticias?— me preguntó, conociendo mi respuesta de antemano.
—No hay manera de que no lo haya escuchado, es todo de lo que se habla en los últimos días…— rezongué.
—¿Qué pasó?— Liam, como siempre, despistado, ignoraba todo chisme que circulara en nuestro pequeño pueblo.
—Hay una chica nueva, se mudó hace unos días. Es hija de un juez y compraron la mansión de la calle 15… Payne, ¿cómo es que no sabés nada?
Intercambiamos rumores hasta que llegamos. Liam ubicó el andrajoso auto en el estacionamiento de la escuela. Nos encaminamos hacia la entrada, cuando el sonido de un motor dejó a todos intrigados.
—Dicen que tiene un…— comencé.
—¡Descapotable!— dijo Liam, boquiabierto, observando ese ferrari rojo fuego que se estacionaba junto a los demás autos, porquerías en comparación.
Una alta muchacha, de cabellos castaños en forma de voluminosos bucles, luciendo el uniforme como si saliera de un catálogo de American Apparel, bajó del auto y desfiló hacia la entrada. Todos a su alrededor la observaban como si viniera de otro planeta. Ella, al parecer, lo disfrutaba.
—Carla…— gruñó mi amiga Lu.
—Carla…—suspiró Liam.
Al parecer, este año sí sería diferente.
Última edición por .Katherine. el Vie 28 Mar 2014, 4:49 pm, editado 6 veces
.Katherine.
Lo que genera el Deseo.
.
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A Louis definitivamente no le gustan los hombres.
Louis es completamente heterosexual.
Le gustan las mujeres.
Le gusta su piel suave, pechos prominentes y piernas curvilíneas, sus cabellos largos, -definitivamente le gustan las mujeres con el cabello largo-, labios suaves y rasgos delicados; sus ojos expresivos, gestos graciosos y voz simpática. Le gusta su personalidad; como cuidan de sí mismas y el resto, lo únicas y diferentes que son, incluso, entre sí.
Le gustan tanto como eso, mujeres, como también le gustan en su papel de madres, hermanas y en cada rol en el que se desempeñen porque en cada uno de ellos son diferentes e igualmente indispensables.
Los hombres no le parecen atractivos, realmente no.
Para hombre se tiene a sí mismo: insípido y corriente, como todos.
Todos los hombres son iguales para él, no hay nada extraordinario o diferente en ellos, al menos en todos los que él conoce no lo hay. Todos, incluso él mismo, le resultan iguales. Todos…
Excepto Él.
Excepto Él que tiene piel suave, labios carnosos y aparentemente dulces. Pectorales abultados y llamativos. Ojos grandes, húmedos, expresivos y hermosamente transparentes. Piernas eternas y curvilíneas. Clavículas que invitan a ser mordidas, cuello que grita por ser marcado. Él que es erógeno por donde se lo toque. Él que tiene sentimientos nobles y vulnerables. Él que intenta ser fuerte pero cuando rompe a llorar no hay quien lo detenga. Él que necesita que lo abracen seguido y le aseguren que lo aprecian, porque de lo contrario su mundo se cae a pedazos; se cae a pedazos porque le importa, le importan todos y todo y siempre está dispuesto a ayudar a quien necesite ser ayudado.
Él que adora que acaricien su cabello jodidamente suave. Él con su voz cual mar calmo (que Louis ama oír). Él que es espontaneo y ríe de todas sus tonterías (que Louis hace porque ama oírlo reír). Él y su casi obsesión con el gimnasio y los alimentos saludables. Él que se interesa tanto en los pequeños detalles. Él y su maldito mal humor matutino. Él y ese delicioso olor natural a Louis-no-sabe-qué. Él y sus buenos dotes en la cocina. Él que es tan diferente a cualquier persona que Louis antes haya conocido. Él y sus particularidades.
Él lo está volviendo jodidamente loco.
Y aquello viene prácticamente desde que lo conoció. Pero en un principio, además de quererlo como a un mejor amigo, todo lo que sentía por el rizado era interés, curiosidad. Su belleza, diferencia del resto, particularidades, hacían que el mayor se enfoque en él, lo observe. Él llamaba su atención, pero no más que eso. Ahora ese pequeño interés se intensificó en grandes medidas.
Louis podría culpar a la abstinencia sexual por aquello. Pero no. Se estaría engañando a sí mismo y eso de nada le sirve; la culpa definitivamente no la tiene la abstinencia. Tampoco Louis.
La culpa la tiene definitivamente Harry Styles. Sí, él.
Empeorando la situación está el hecho de que Louis sólo quiere tocarlo. Desde la mínima caricia hasta tenerlo tendido en la cama completamente desnudo explorándolo de pies a cabeza, descubrir por qué es tan llamativo ante sus ojos. Descubrir si hay algo más allá de todo aquello que llama la atención en Louis a primera vista, quiere sentir, tocar, saborear, oler, ver de cerca. Descubrirlo de cerca.
Louis es completamente heterosexual.
Le gustan las mujeres.
Le gusta su piel suave, pechos prominentes y piernas curvilíneas, sus cabellos largos, -definitivamente le gustan las mujeres con el cabello largo-, labios suaves y rasgos delicados; sus ojos expresivos, gestos graciosos y voz simpática. Le gusta su personalidad; como cuidan de sí mismas y el resto, lo únicas y diferentes que son, incluso, entre sí.
Le gustan tanto como eso, mujeres, como también le gustan en su papel de madres, hermanas y en cada rol en el que se desempeñen porque en cada uno de ellos son diferentes e igualmente indispensables.
Los hombres no le parecen atractivos, realmente no.
Para hombre se tiene a sí mismo: insípido y corriente, como todos.
Todos los hombres son iguales para él, no hay nada extraordinario o diferente en ellos, al menos en todos los que él conoce no lo hay. Todos, incluso él mismo, le resultan iguales. Todos…
Excepto Él.
Excepto Él que tiene piel suave, labios carnosos y aparentemente dulces. Pectorales abultados y llamativos. Ojos grandes, húmedos, expresivos y hermosamente transparentes. Piernas eternas y curvilíneas. Clavículas que invitan a ser mordidas, cuello que grita por ser marcado. Él que es erógeno por donde se lo toque. Él que tiene sentimientos nobles y vulnerables. Él que intenta ser fuerte pero cuando rompe a llorar no hay quien lo detenga. Él que necesita que lo abracen seguido y le aseguren que lo aprecian, porque de lo contrario su mundo se cae a pedazos; se cae a pedazos porque le importa, le importan todos y todo y siempre está dispuesto a ayudar a quien necesite ser ayudado.
Él que adora que acaricien su cabello jodidamente suave. Él con su voz cual mar calmo (que Louis ama oír). Él que es espontaneo y ríe de todas sus tonterías (que Louis hace porque ama oírlo reír). Él y su casi obsesión con el gimnasio y los alimentos saludables. Él que se interesa tanto en los pequeños detalles. Él y su maldito mal humor matutino. Él y ese delicioso olor natural a Louis-no-sabe-qué. Él y sus buenos dotes en la cocina. Él que es tan diferente a cualquier persona que Louis antes haya conocido. Él y sus particularidades.
Él lo está volviendo jodidamente loco.
Y aquello viene prácticamente desde que lo conoció. Pero en un principio, además de quererlo como a un mejor amigo, todo lo que sentía por el rizado era interés, curiosidad. Su belleza, diferencia del resto, particularidades, hacían que el mayor se enfoque en él, lo observe. Él llamaba su atención, pero no más que eso. Ahora ese pequeño interés se intensificó en grandes medidas.
Louis podría culpar a la abstinencia sexual por aquello. Pero no. Se estaría engañando a sí mismo y eso de nada le sirve; la culpa definitivamente no la tiene la abstinencia. Tampoco Louis.
La culpa la tiene definitivamente Harry Styles. Sí, él.
Empeorando la situación está el hecho de que Louis sólo quiere tocarlo. Desde la mínima caricia hasta tenerlo tendido en la cama completamente desnudo explorándolo de pies a cabeza, descubrir por qué es tan llamativo ante sus ojos. Descubrir si hay algo más allá de todo aquello que llama la atención en Louis a primera vista, quiere sentir, tocar, saborear, oler, ver de cerca. Descubrirlo de cerca.
Última edición por .Katherine. el Vie 28 Mar 2014, 4:49 pm, editado 3 veces
.Katherine.
Lol
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La vida puede reírse de ti de maneras crueles. Cuando pensaste que una amistad duraría para siempre, y luego la viste arruinada, la vida posiblemente estaba rodando en el piso riendo a carcajadas. Y te confundes, comienzas a preguntarte qué fue lo que hiciste mal. Y luego te mareas, porque esta vida da vueltas, y vuelves a preguntarte qué fue lo que hiciste para merecer tanto castigo. Pero, nunca te has preguntado qué fue lo que hiciste bien, porque ya está dicho…esta vida da vueltas…que consiguen, que después de todo, tú comiences a reírte de ella. Pero hasta el momento…yo aún no he podido reírme de esto a lo que llamamos vida, porque prefiero disfrutar en silencio la manera en que tú ríes…te ríes de mí.
Última edición por .Katherine. el Vie 28 Mar 2014, 4:49 pm, editado 3 veces
.Katherine.
Los cuadernos de Avalon.
.
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Holmes Chapel, 18 de octubre, 2015.
Después de un millón de besos, de caricias y de te quieros.
Nunca creí en nada que mis ojos no fueran capaces de ver, siempre necesité un certificado testado por algo/alguien importante para creerlo. En cambio tú eres, o al menos eras lo contrario: para ti era suficiente la palabra de honor de las personas, cerrar los ojos y simplemente creer. Incluso lo hiciste conmigo, cuando ya nadie se fiaba de mí. Estoy seguro de que te arrepientes de esa decisión… pero este no es el momento para hacer una lista de todos los aspectos en los que no he estado a la altura. Estoy, simple y llanamente, para decirte todas las razones por las que me enamoré de ti.
Hablando de creencias, ¿crees en el destino, además de en las personas?
Yo sí, ahora sí creo en el destino.
Bajo la mesa en la que siempre me sentaba, dentro del café que siempre frecuentaba, encontré una bolsa de plástico agujereada que contenía cuatro viejos cuadernos de cuero. Con una nota que decía: «Me llamo Avalon y me he dado cuenta de que escribir mis deseos no los hará realidad. He subestimado el poder de la escritura. Haz lo que quieras, pero no los devuelvas bajo ningún concepto». No sabía muy bien que estaba haciendo cuando abrí el primer cuaderno y me puse a leer, ni mucho menos sabía que estaba haciendo cuando comencé a buscarte o cuando fingí ser la persona que tú querías en tu vida solo para captar tu atención. Pero ahora sí lo sé, hice todo eso porque mi destino era conocerte.
No pensaba decirte nunca que fui yo quien se llevó los cuadernos ese día, cuando me decías que tenías la sensación de que te conocía más incluso que tú misma es porque era verdad. Te conocía, incluso creo que ya te quería. Reconozco que jugué sucio y que contaba con una ventaja que nadie tiene a la hora de conquistar a alguien. Pero no me importa, puedes odiarme por eso también si quieres. Porque si te paras a pensarlo un momento, si yo no hubiera encontrado tus cuadernos nunca nos hubiéramos conocido.
Y por si sirve de algo, en tus cuadernos solo se encontraba la mitad de ti, lo otro tuve que averiguarlo como cualquier persona normal. Una de las muchas cosas que descubrí fue tu sonrisa, es verdad eso que dicen, que hay personas que nacen con una sonrisa tan limpia y maravillosa que nos hacen sonreír a los demás sin razón. Tú eres una de ésas personas, con una de ésas sonrisas que además de maravillosa, es curativa. Porque puedo jurar que cuando me sonreíste por primera vez los demonios que por aquel entonces me atormentaban desaparecieron. También me enamoré de ti por tu sencillez, porque eres tú sin importar dónde o con quién te encuentres. Y eso me ayudó a ser yo y a no fingir ser nadie más. O tu fastidiosa manía de llevarme la contraria, tu sarcasmo que te hace adorable, esa manera tan peculiar de abrazarme…
Aunque el verdadero motivo, fue tu fe ciega en mí. Fuiste la primera en creer que podría cambiar, la primera que me miró a los ojos y que me quiso sin importar las consecuencias que eso conllevaría. Ese fue tu error, quererme sin hacer preguntas y sin pensar en las consecuencias.
Pero sabes qué, que a pesar de que te pido perdón por no haberte confesado que leí tus cuadernos, por no haberte advertido a tiempo de que te estabas metiendo en un mundo demasiado tormentoso, no me arrepiento de ninguna de mis decisiones. Porque todas y cada una de ellas me llevaron a conocerte.
Dame una última oportunidad, Avalon, por favor. Déjame demostrarte que no estabas tan equivocada, comprueba que enamorarte de mí no ha sido el mayor error de tu vida. Porque si me dejas, te prometo que no habrá más mentiras, ni demonios del pasado.
Te espero en el puente a las nueve de la noche, sino vienes sabré que no hay más oportunidades y te dejaré tranquila.
P.D: Quiero darte otro millón de besos, de caricias y de te quieros.
Siempre, Harry.
Después de un millón de besos, de caricias y de te quieros.
Nunca creí en nada que mis ojos no fueran capaces de ver, siempre necesité un certificado testado por algo/alguien importante para creerlo. En cambio tú eres, o al menos eras lo contrario: para ti era suficiente la palabra de honor de las personas, cerrar los ojos y simplemente creer. Incluso lo hiciste conmigo, cuando ya nadie se fiaba de mí. Estoy seguro de que te arrepientes de esa decisión… pero este no es el momento para hacer una lista de todos los aspectos en los que no he estado a la altura. Estoy, simple y llanamente, para decirte todas las razones por las que me enamoré de ti.
Hablando de creencias, ¿crees en el destino, además de en las personas?
Yo sí, ahora sí creo en el destino.
Bajo la mesa en la que siempre me sentaba, dentro del café que siempre frecuentaba, encontré una bolsa de plástico agujereada que contenía cuatro viejos cuadernos de cuero. Con una nota que decía: «Me llamo Avalon y me he dado cuenta de que escribir mis deseos no los hará realidad. He subestimado el poder de la escritura. Haz lo que quieras, pero no los devuelvas bajo ningún concepto». No sabía muy bien que estaba haciendo cuando abrí el primer cuaderno y me puse a leer, ni mucho menos sabía que estaba haciendo cuando comencé a buscarte o cuando fingí ser la persona que tú querías en tu vida solo para captar tu atención. Pero ahora sí lo sé, hice todo eso porque mi destino era conocerte.
No pensaba decirte nunca que fui yo quien se llevó los cuadernos ese día, cuando me decías que tenías la sensación de que te conocía más incluso que tú misma es porque era verdad. Te conocía, incluso creo que ya te quería. Reconozco que jugué sucio y que contaba con una ventaja que nadie tiene a la hora de conquistar a alguien. Pero no me importa, puedes odiarme por eso también si quieres. Porque si te paras a pensarlo un momento, si yo no hubiera encontrado tus cuadernos nunca nos hubiéramos conocido.
Y por si sirve de algo, en tus cuadernos solo se encontraba la mitad de ti, lo otro tuve que averiguarlo como cualquier persona normal. Una de las muchas cosas que descubrí fue tu sonrisa, es verdad eso que dicen, que hay personas que nacen con una sonrisa tan limpia y maravillosa que nos hacen sonreír a los demás sin razón. Tú eres una de ésas personas, con una de ésas sonrisas que además de maravillosa, es curativa. Porque puedo jurar que cuando me sonreíste por primera vez los demonios que por aquel entonces me atormentaban desaparecieron. También me enamoré de ti por tu sencillez, porque eres tú sin importar dónde o con quién te encuentres. Y eso me ayudó a ser yo y a no fingir ser nadie más. O tu fastidiosa manía de llevarme la contraria, tu sarcasmo que te hace adorable, esa manera tan peculiar de abrazarme…
Aunque el verdadero motivo, fue tu fe ciega en mí. Fuiste la primera en creer que podría cambiar, la primera que me miró a los ojos y que me quiso sin importar las consecuencias que eso conllevaría. Ese fue tu error, quererme sin hacer preguntas y sin pensar en las consecuencias.
Pero sabes qué, que a pesar de que te pido perdón por no haberte confesado que leí tus cuadernos, por no haberte advertido a tiempo de que te estabas metiendo en un mundo demasiado tormentoso, no me arrepiento de ninguna de mis decisiones. Porque todas y cada una de ellas me llevaron a conocerte.
Dame una última oportunidad, Avalon, por favor. Déjame demostrarte que no estabas tan equivocada, comprueba que enamorarte de mí no ha sido el mayor error de tu vida. Porque si me dejas, te prometo que no habrá más mentiras, ni demonios del pasado.
Te espero en el puente a las nueve de la noche, sino vienes sabré que no hay más oportunidades y te dejaré tranquila.
P.D: Quiero darte otro millón de besos, de caricias y de te quieros.
Siempre, Harry.
Última edición por .Katherine. el Vie 28 Mar 2014, 4:50 pm, editado 1 vez
.Katherine.
My teacher.
.
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My teacher.
Con una mirada me hace temblar, con una sonrisa me vuelve loca, pero tenemos que mantener el control por quienes somos; yo su alumna y él mi maestro.
.Katherine.
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