Laughing Out Loud.

Capítulo 005

No use thinking about what will happen tomorrow. Just enjoy the day.

Me despierto sobresaltada con el sonido del despertador. Siento como el corazón me late  rápido y la respiración acelerada que me obligo a mí misma a inhalar y exhalar. Cuando me encuentro mejor, apago el maldito aparato y me dejo caer, luego apoyo mi cabeza sobre la mullida almohada. Entro en un breve sopor hasta que unas bruscas sacudidas me sacan de mi ensoñación.

—Despierta dormilona, hora de alistarse —la cantarina voz de Augustus resuena por toda mi habitación. Doy un manotazo al aire, tratando de alejarlo para volver a echarme una siesta. Pero no tengo tanta suerte.
Advierto como un frío, y casi helado, líquido me recorre toda la cara hasta llegar al principio de mis pechos. Mi piel inmediatamente se eriza hasta tal punto que duele.
—¡Qué cojones haces! —grito desesperada y levantándome en un santiamén, salgo de la cama hasta que detecto una prenda sucia del suelo y la restriego contra mi piel. Escucho la gran carcajada de Augustus y cuando lo veo, está sentado en mi litera, agarrando su estómago de tanto reír. Lo fulmino con la mirada y procuro que sus llorosos ojos me vean.
—¡Ha sido épico! Debí haberlo grabarlo… —seca las pocas lágrimas que quedan en su pálida cara y sale del cuarto. Respiro al fin, tranquila.

Tuve que haber tenido en cuenta la palabra de mi dulce hermanito, cuando dijo que se vengaría de mí cuando yo le hice exactamente lo mismo, aunque con más maldad y en su “paquete”. ¡Por el amor de Dios!  Pero, por supuesto, si me toma de sorpresa una gran hipotermia por las tonterías de Augustus, es culpa de nadie…
Vale, demasiado drama por una mañana.



Todos bromean por cualquier cosa, y yo estoy tan perdida. Supongo que intentar parecer indiferente a todo no es tan fácil como lo parecía antes. Jodie se fue con Harry, no encuentro a Callan por ningún lado y además, no tengo muchas ganas de estar con nadie. Me despido de todo el pequeño grupo y me encamino hasta la siguiente clase.
Siento un toque en el hombro, pero no me doy la vuelta para ver de quién se trata ya que sé quién es.
—Cassidy, ya dije que basta con bromas pesadas… —me acomodo la pesada mochila y me hago una cola de caballo.
Pero, vuelvo a sentir el toque en el hombro, esta vez izquierdo y bufo molesta. Revoleo los ojos cuando escucho su risa. Aunque es más rasposa y lenta que la de Cass…
—¿Qué te pasa en los ojos? ¿Tienes un tic?
Inmediatamente alcanzo a dar la vuelta sin caerme. Advierto como una pequeña capa de sudor cubre mis manos y además, noto mis mejillas calientes, sólo espero que no estén lo bastante rojas como para que se vea.
—¿Disculpa?
—¿Qué? Tienes un tic, ¿y además eres sorda? —es instantánea la acción, ruedo mis ojos. Lo que logra que la carcajada de Bjrön sea aún más sonora y me ponga más nerviosa todavía.
—No tengo ningún tic —respondo, seria. No me gustan que me tomen el pelo, y si bien no conozco lo demasiado a Bjrön, sé que es bastante… inquieto. Y eso que somos primos.
—Pues, procura que sea así porque no lo parece —dice él, largando unas últimas risitas.
Abro la boca y la cierro al segundo. ¿Por qué perder el tiempo con él? Llego tarde a mi clase si sigo con este tonto.
—Debo irme.
Y sin esperar ninguna respuesta de su parte, sigo mi camino por el extenso pasillo. ¡Diablos! Me quedan nada más diez minutos y estoy al otro extremo de la sala. Una mano me coje desde el antebrazo y me da un giro.
Al estar desprevenida del acto, caigo de bruces contra un músculo y sólido pecho, cubierto por una tela gris. Sin saber qué hacer, coloco mis manos sobre el torso y una vibración me recorre por todo el cuerpo. ¿Qué…?
—Pareces nerviosa —susurra, muy cerca de mi oído.
Mi instinto sería correrme al momento, pero me quedo paralizada, sintiendo un leve cosquilleo sobre mi piel. Parpadeo y me alejo lo más que puedo. Mi respiración entrecortada no coopera mucho.
—No, claro que no —sacudo mi camisa, aunque está limpia y sin ninguna arruga.
—Relájate, primita… —me toma desde los hombros y, esta vez confiando de mis instintos, me separo de él de la manera más sutil que puedo.
—Creo que debes irte, e igualmente yo —le echo una ojeada a mi reloj de mano. ¡Cinco putos minutos! ¡Salvame, Dios!
—Es verdad —asiente, mirando a una pelirroja de grandes y largas piernas. ¡Agh! Rodo los ojos, consciente de que no me verá esta vez ya que su atención está dirigida a esa muchacha.
—Bien…

Puf, podía ser estirada y además, insistente pero no hay nada más que me moleste que no me presten atención, y no es modestia, sólo es una cuestión de respeto. Lo dejo solo, y me voy con la cabeza en alto, aunque sienta un extraño sentimiento de opresión en mi pecho.



Sin duda, esas fueron las horas más pesadas de mi vida. Me encanta la Historia, pero que sigamos repasando cada cosa que hicieron todas las dinastías y lo venimos viendo desde hace años, se torna algo tedioso.
Me desato mi coleta y revuelvo mi cabello, estando más libre. Cuando me acerco a mi bella Harley-Davidson, nombrada Amelia, y me despojo de todas mis pertenencias para guardarlas debajo del asiento. Luego me enfundo en mi chaqueta de cuero y me monto en la moto.
—¡Ava! —un chico se acerca hasta mí. Tuerzo mi gesto de desconcierto a uno de más por no recordar su nombre. No, yo debería saberlo.
—¡Oh!... eh, creo que esto… —no sé qué hacer. ¡Rayos!
—Bean, así me llamo —me regala una hermosa sonrisa, donde puedo ver sus lindos dientes blancos y en hilera. Sonrio en respuesta, asintiendo.
—Bean.
—Síp, así me nombro mi padre al nacer —ríe ante su chiste, pero yo no. Trato y fallo. No sirve de nada actuar.
—Creo que… no nos conocemos.
—No. Por supuesto que no se conocen —no lo entiendo, no fue Bean el que hablo.
Miro a la izquierda y a la derecha, pero no me encuentro con nada. Bean está tan desconcertado como yo.
Bjrön emerge de algún lugar que no vi antes. Tiene la cara muy seria y sus cejas están juntas, lo que logra estropear sus finos rasgos.
¿Finos rasgos?
Vale, es lindo.
—Bjrön, hermano; ¿cómo estás? —Bean y Bjrön se dan un apretón de manos y luego me observan. Me aclaro la garganta, sin saber qué hacer. Por segunda vez consecutiva en un día.
—¿Se puede saber qué haces? Estaba hablando con Bean…
—No tengo con qué irme —luego de pensarlo, me contesta. Acepto su respuesta, pero no sé qué hace aquí igualmente.
—Pero, Bjrön, tienes un camioneta BMW y encima, con esa pelirroja de infarto… —esquivo la miradas de los dos, avergonzada. Aunque, no sé exactamente porqué.
Mis manos tiemblan de la tensión, y cuando alcanzo mis llaves, las introduzco torpemente para arrancar y largarme de allí. La moto ruge y sonrio ante ello. Cuando salgo de mi propia burbuja, retrocedo para tomar impulso y salir, no sin antes saludar con la mano a Bean y por qué no, a Bjrön también.
—Nos vemos —grito y parto de ahí más rápido que un rayo.
¡Qué situación! Lo mejor será, aclarar mi cabeza con un buen tiempo metida en la pileta de casa, practicando y alejándome del mundo.

✖✖✖

Mi día no iba mejorando en lo absoluto. Primero, Callan molestando con que era demasiado llamativo mi camioneta, pero a decir verdad, yo la prefiero así. Luego, que una joven con la que pase la noche, estuvo toda una hora completa relatando cómo se aplicó un nuevo esmalte, le digo que se me hace tarde y me voy. Después, me encuentro con mi queridísima prima, y ¡Vaya que ha crecido! Su cuerpo, a eso me refiero. La única parte, y productiva del día es encontrarme con una pelirroja, teñida por supuesto, y encerrarme con ella en el armario del conserje para tener relaciones.
Sí, soy un bastardo, ¿Y? A nadie le jode eso, a mí tampoco.
Pero, después de sorprenderme con Ava montando una Harley, me encuentro sentado en un banco, solo. ¡Dios! ¡Y es que se veía tan caliente en esa posición! Fue… un impulso. Un maldito y traicionero.
Tengo mi celular en mano, y lo miro. Pienso en llamar a alguien, quizá a los chicos, pero pensándolo mejor, no hago nada.
Paso mis manos por mi cara, restregándose sobre mis párpados. Debo estar loco, porque ya no me interesa las miradas de las chicas que pasan por delante mío. No me llaman la atención ninguna. Ni rubia, morocha, pelirroja. Ojos ambar, ojos celestes, ojos verdes, ojos marrones, y grises. Nada. Absolutamente nada.
Suspiro pesadamente y me dirijo hasta donde esta mi auto. En el momento del impulso, se me paso por la cabeza decirle a Ava que me llevara, pero gracias a Dios, ella tiene más cordura que yo y se fue. Y me saludo.
Sonrio ante el recuerdo de su cara. Pómulos altos, y siempre con un tono rosado bonito y dulce. Ojos verdes como un estanque y su pelo ondulado color castaño, es significado de perdición para cualquier hombre. Y yo me incluyo ahí.
Manejo rápido y al límite de la velocidad permitida, sin importarme nada.
—¿Ava? —me sorprendo cuando estoy llamándola. No escucho nada, solo su respiración.
—¿Quién es? —su cantarina voz resuena por mi cabeza.
—Bjrön.
—¿Bjrön?
—Sí…
—…
—¿Aún sigues ahí?
—¿Le paso algo a Callan?
Frunzo el ceño. ¿Qué?
—No, ¿por qué?
—Es que… ¿Por qué me llamas? —«Realmente, no lo sé ni yo mismo.»
—Quería… quería disculparme contigo.
—¿En serio? —rio ante su incredulidad. Realmente, soy un bastardo.
—Por supuesto.
—Está… bien.
—¿Qué estabas haciendo? —le pregunto.
Pasan unos segundos hasta que me cuenta que estaba nadando. Respiro hondo cuando una imagen de Ava viene a mi cabeza, con bikini y completamente mojada.
—¿Estás agitada? —por un instante, pienso que siento una gota resbalar por mi frente, pero no es más que calor.
—Sí —contesta con el poco aire que consiguio.
—No te molesta más.
—Adiós.
—Adiós —pero, no sirve de nada. Ava ya había terminado conmigo.

Con que chica buena ¿eh? ¡Já! Es verdad… es raro que alguien no quiera nada conmigo.

aloha:):