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Mensaje por CamiSchneider Sáb 22 Feb 2014, 9:23 pm

Aqui voy a subir una novela, que no es adaptada de ninguna otra, ni adaptada con algun famoso. La escribo yo, y como dice el titulo, aun no tiene nombre.


Nombre: No tiene todavia
Autor
: Yo, Cami :)
Adaptación:
Ya aclare que no
Género:
Fantasiosa, romantica, aventura, un poco de comedia.

Advertencias:
Por ahora ninguna.

Acepto comentarios de todo tipo, en especial criticas a la novela: sobre su contenido o sobre como esta escrita, ya que me van a ayudar a mejorar :)
ESPERO SINCERAMENTE LES GUSTE! NO SE OLVIDEN COMENTAR!!!
Y SI LES INTERESA, PASENSE POR EL LINK DE MI FIRMA PARA OTRAS NOVELAS!!!


Última edición por CamiSchneider el Jue 27 Feb 2014, 11:05 pm, editado 2 veces
CamiSchneider
CamiSchneider


https://www.facebook.com/pages/Novelas-con-1D-y-BTR/420783367937

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*Dos sangres* Empty 1º Parte

Mensaje por CamiSchneider Sáb 22 Feb 2014, 9:24 pm

Su insistente mirada me estaba poniendo nerviosa. Es decir, ni siquiera lo veía parpadear. ¿Cuánto tiempo se supone que una persona puede aguantar sin pestañear? Ah, allí, lo hizo. Suspiro aliviada. Al menos sé que tiene las necesidades comunes de cualquier persona. Como pestañear, o respirar.
Fruncí el ceño.
- ¿Qué? – Dijo Beth cuando le di un insistente codazo.
Le señale al muchacho al otro lado del bar lo más disimuladamente posible. Por supuesto, Elizabeth no sabe lo que significa disimular. Hecha toda una mirada de águila hacia donde le indiqué.
- ¿Qué pasa?-
- El chico – Me mira con una ceja levantada, diciéndome sin palabras: Está lleno de chicos, ¿A cuál te refieres? – El de la camisa blanca, uno rubio.-
Beth vuelve a levantar la vista y al parecer lo ve en la misma posición, puesto que levanta las cejas y sonríe a medias.
- Esta muy bueno – Me guiña un ojo – Siempre tuviste buen ojo para el sexo contrario – Bromea, pero yo no estoy para sus chistes. Por alguna razón que desconozco ese chico… Me pone los pelos de punta.
- ¿Lo ves respirar?-
Elizabeth vuelve bruscamente su cabeza hacia mí.
- Por supuesto que respira – Me dice riendo - ¿Qué te pasa con él? ¿Quieres acercártele?-
Me yergo en la silla demasiado rápido.
- ¡No! – Al ver la cara de sorpresa de Beth, agrego: - No es mi tipo.-
- Pero nos sigue mirando – Comenta ella maliciosamente.
Vuelvo a mirar de reojo y si, aún sigue allí, con su cerveza en la mano y mirándonos. ¿Qué demonios le sucede? Por lo que puedo ver está rodeado de toda clase de gatubellas que intentan obtener su atención, pero allí sigue, observándonos.
- No deja de mirarte – Me dice mi amiga, cómplice.
- No es a mí a quien mira – Le digo mientras mastico el sorbete de mi trago, una extraña costumbre que tengo – Te está mirando a ti, como de costumbre.-
Elizabeth es una de mis mejores amigas. Es rubia, alta, con piernas kilométricas, una piel con un bronceado permanente y unos ojos casi naranjas que derriten a cualquiera. Yo, en cambio, soy una paliducha, delgada, petisa, y de pelo negro y largo, y con ojos marrones: una normalita. Nada fuera de lo común, en mi simple opinión. Pero estoy acostumbrada a que la atención masculina este siempre en fila de Beth o de Anne, mi otra mejor amiga, la cual, ahora que lo pienso, todavía no llega.
- ¿A qué hora te dijo que llegaba Anne?-
- Hacía media hora – Beth hace una mueca – Sabes cómo es…-
- Mmm – Asiento.
Se suponía que nos juntábamos esta noche para celebrar mi cumpleaños, de forma atrasada, y por supuesto, Anne llegaba tarde. Siempre lo hace.
Me tomo lo que queda de mi mojito y cuando vuelvo a levantar la cabeza, una mata de cabello rojizo se nos acerca. Anne. Sonríe con culpa cuando se sienta con nosotras.
- Lo lamento – Me dice – Había mucho tráfico.-
La miro con una ceja levantada y una sonrisa de costado. Anne vive a dos cuadras, no necesita siquiera usar el auto para llegar, pero para ahorrarnos la historia, solo me dedico a mirarla, escéptica.
- ¿Qué hay?-
Anne tiene una masa sensual de rulos rojos en la cabeza, grandes ojos verdes y una piel crema llena de pecas. Tiene un aspecto adorable pero verdaderamente tiene de adorable lo que yo de tigre de Bengala.
- ¿Qué están tomando?-
- Mojitos – Respondemos Beth y yo.
Anne hace una mueca – No me gustan. Quisiera algo más… Débil. Al menos por ahora.-
- ¿Quieres un daiquiri? – Le pregunto. Ella asiente con una gran sonrisa. Miro a Beth que también asiente - Bien, iré a pedirlos. Necesito moverme.-
- Quieres ir a hablar con el sexy chico rubio – Murmura Beth.
- ¿Qué? ¿Cuál? ¿Quién? – Pregunta Anne mirando alrededor.
- Aquel – Le señala levantando el vaso en su dirección. Que sutil…
Anne observa al muchacho que sigue en la misma posición y luego se vuelve a mí.
- Es muy guapo.-
Hago un mohín – No voy a ir a hablarle. Y no me gusta – Me levanto – Quiero un tequila, necesito algo que me despierte.-
Me doy vuelta para ir hacia la barra.
- ¡Pídele que te invite uno! – Me grita Beth por sobre la música.
- ¡Y un tequila! – Agrega Anne.
Me volteo y las fulmino con la mirada. Qué parte de que no quiero hablar con ese chico no entendieron, ni idea.
Intentando no tropezar con mis pies enfundados en las botas de taco alto llego a la barra. Broddy, el barman, me sonríe. Con las chicas siempre venimos a este bar, y ya somos clientas conocidas.
- Dame dos daiquiris Broddy. Y un tequila.-
- Bien dulzura – Murmura colocándome el vaso frente a mí.
Desde donde estoy puedo ver al chico de frente. Esta justo detrás de la barra, del otro lado, en la misma posición… Y mirándome. Maldita sea, me mira a mí. Intento ignorarlo y aunque no vuelvo a observarlo, siento la fuerza de esa mirada fija, sé que todavía está allí.
Resoplo de manera nada elegante.
Broddy me ha dado la sal y el limón. Trago la sal, el tequila, que me quema la garganta, y luego apretujo el gajo de limón contra mis labios. Siento como el calor me recorre el cuerpo, y medio me relajo.
Mientras Broddy prepara los daiquiris, envalentonada por el tequila, vuelvo a mirar al chico, solo para descubrir que ya no está allí. Lo busco unos segundos y al no encontrarlo suspiro aliviada.
- Bien. Dos daiquiris – Me dice Broddy.
- ¿Cuánto es? – Le pregunto haciendo ademan de sacar mi billetera.
- Ya están pagados amor.-
Frunzo el ceño - ¿Qué?-
- Un muchacho me pidió que le cobrara a él todo lo que pidieras – Agrega levantando los hombros, quitándole importancia al asunto.
Tal vez para Broddy es algo común de escuchar, pero no para mí. A mí nadie nunca me habían pagado un trago. Nunca.
- ¿Qué chico Broddy? – Le pregunto mientras este prepara el trago de un joven junto a mí. Tengo un mal presentimiento.
- Un muchacho Cam, uno rubio – Me dice cansado.
¿Qué? Tengo derecho a saber quién pago mis tragos.
- ¿Dónde está? ¿Cuál es? Señálamelo Broddy – Le pido.
Él joven junto a mí me mira y se ríe. Al parecer la situación le causa gracia. Pues a mí no, todo lo contrario.
- Estoy trabajando – Me contesta de mala gana.
Leo entre líneas. Esfúmate, me está diciendo. Ah no. Claro que no.
- No. Dime que muchacho y te dejo en paz.-
- Ya díselo hombre – Comenta el joven junto a mí – Al parecer no va a darse por vencida.-
Broddy gruñe colocando el trago del joven en la barra y me mira mientras pasa un trapo por sus manos.
- Estaba sentado allí detrás – Señala con su cabeza – No sé ni su nombre ni nada – Me advierte.
Demonios. El chico rubio. El de la mirada fija.
- Prepárame otro tequila - Le pido – No, que sean dos mejor.-
Bien, me ha puesto nerviosa y quiero estar tranquila, o lo más cerca posible a eso. Y además, él va a pagarlos.
Broddy frunce el ceño, pero no dice nada y solo se dedica a hacer su trabajo.
- Me gusta tu actitud linda – Me dice el joven – Dame uno a mí – Le pide a Broddy - ¿No te molesta que te acompañe, verdad?-
Se gira a verme y oh, es más grande de lo que pensaba. No es un joven.
- Haga lo que quiera – Le digo ácidamente. Maldición, ya tengo el humor cambiado. El hombre ríe a carcajadas, al parecer encontrándome muy graciosa.
Me giro a ver a Beth y a Anne para saber si se están preguntando que me detiene tanto, pero como de costumbre la mesa está rodeada de chicos intentando conseguir un ligue. ¿Y quién puede culparlos? Mis amigas son unas bellezas.
«Tú también lo eres»
Me doy vuelta, asustada de escuchar la voz tan cerca. No hay nadie a mi derecha, y a mi izquierda está el hombre, pero está viendo a otra mujer del otro lado de la barra, y además, no era su voz. Esta era baja, pero fuerte. Serena de un tono algo seco, como de enfado.
«Es que estoy enfadado»
Vuelvo a escuchar la voz, y con el corazón latiéndome en el cuello, giro hacía todos lados. Aún con la música oí las palabras tan claras como si me fueran dichas al oído… O en mi cabeza. Pero eso es imposible, ¿O no? Es decir, estoy hablando de telepatía, eso no es posible.
Sacudo mi cabeza, atendiendo a la razón. De seguro fueron imaginaciones mías, adjudicadas a los dos mojitos anteriores y el tequila, y los nervios alterados que me causo el muchacho rubio. Si, seguro fue eso.
Broddy me deja los dos tequilas y el del hombre en la barra. Como antes, me chupo la sal de la mano, tomo el contenido del vaso y estoy a punto de tomar el segundo tequila cuando la voz vuelve a mi cabeza.
«Mientras más tomes, más podre entrar en ti»
Bajo el vaso con estrepito y me trago la sal involuntariamente.
¿Qué demonios significa eso?
Broddy me mira con curiosidad al ver que no tomo los tragos. No puedo decirle nada, estoy paralizada. Esta vez no fue una ilusión. Esta vez, estoy segura, la voz hablo… En mi cabeza.
«¿Quién eres?»
No oigo ninguna respuesta. No es que esperara una…
«¿Quién eres?» Repito con más ahínco, pero nada. No oigo nada.
Bien, o me estaba volviendo loca o mi punto de stress había colapsado y no me había dado cuenta.
Decidida a no hacer caso a mis ilusiones, o delirios, o lo que fueran, vuelvo a tomar el vaso del tequila y lo trago. Sin vacilaciones y aun tragando el primero me tomo el otro. Rápidamente chupo el limón con mis labios. Un calor cosquilleante me recorre el cuerpo. Siento que mi estómago protesta, pero estoy bien luego de unos segundos más. Una calma me alcanza y luego pasa ser adrenalina. Los tequilas tienen un efecto increíble.
- Tan terca como todos los de tu familia.-
Es la voz. Es esa voz otra vez. Bien, con tres tequilas encima ya nada me da miedo.
«¿Dónde estás cobarde? ¿Quién eres?» Pienso con furia, decidida esta vez a obtener una respuesta, aun cuando proviene de mi propio subconsciente.
- Detrás de ti – Me llega la respuesta.
Volteo rápidamente, perdiendo el equilibrio. Por suerte, un brazo firme me sostiene por la cadera. Aspiro bruscamente cuando quedo cara a cara con el chico rubio. Es un poco más alto que yo –al menos con las botas- pero de seguro me saca una cabeza. Cabello rubio, corto y despeinadamente sexy. Ojos claros, azules supongo, grandes y penetrantes. Una nariz alargada, una boca de labios finos y rosados, que me sonríen cuando nota que se los miro, que oculta unos dientes blancos que le darían envidia a cualquier odontólogo, y una barbilla cuadrada completa un rostro sensual y viril.
- ¿Estas bien? – Me pregunta aun sonriendo.
Su brazo se aprieta a mí alrededor, acercándome un poco más a él. Le pongo las manos en el pecho –un pecho grande y duro, recubierto por una camisa blanca impoluta- e intento empujarnos a ambos para separarnos.
- Suéltame – Le ordeno.
- Creo que no – Murmura apretándome aún más. Diablos, es fuerte.
- Suéltame o te hare ver las estrellas – Le respondo.
Levanta una ceja insolentemente, al parecer mal entendiendo mi comentario. Así lo quiso. Levanto mi rodilla para darle justo en la ingle pero para mi asombro, con su mano suelta me sostiene la pierna a medio camino.
 
- Te dije que podía ingresar a tu cabeza con más facilidad si bebías. He visto tu intención – Me confirma.
Por unos segundos nos quedamos allí parados, casi pegados, con su brazo sosteniéndome por la cintura y el otro en mi rodilla en el aire. Seguramente un escultor encontraría oro en una pose así.
Sus ojos me estudian, tomándose su tiempo en cada detalle. Cuando los fija en mis ojos nuevamente, vuelvo a la realidad y me sacudo violentamente. Al final me suelta.
- ¿Quién eres? – Es lo único que se me ocurre preguntarle.
Separados ahora como estamos, noto que es más apuesto de lo que había logrado notar. Piernas largas y sexys enfundada en un par de vaqueros claros, la camisa blanca marcando un estomago plano, el pecho y unos hombros anchísimos y fuertes. El chico se mantenía en forma.
Al mismo tiempo que yo lo estudiaba, él hizo lo mismo. Estando vestida con las botas de media caña, un short corto de jean, una musculosa muy escotada y mi campera de cuero, me sentía una… Una gata. Al menos eso parecía vestida –según opiniones de mis amigas-. El pelo suelto y planchado y los ojos pintados no me ayudaban. Yo no era de arreglarme, pero Beth había insistido.
- No es necesario que lo sepas ahora – Me dice el muy insolente.
- Si, es necesario – Contesto yo.
Parpadeo varias veces sabiendo que mi próxima pregunta sería estúpida y sonaría todavía peor.
- ¿Fuiste tú el que hablo en… En…? – No podía terminar.
- ¿En tu mente? – Completo él. Yo asiento – Si – Contesta tranquilamente.
Me quedo, literalmente, con la boca abierta. No es posible. ¡No puede serlo!
- Mientes.-
- No. ¿Tú me oíste, verdad?-
Bueno, si, en eso tiene razón. Pero admitirle eso sería admitir que le oí hablando telepáticamente, y siendo eso imposible, una de dos: o ambos estamos locos, o solo está siguiéndome la corriente, y la loca aquí soy yo.
Cierro mi boca y levanto la barbilla. No quedare yo como la trastornada. Me niego. Sonrió de forma sarcástica, y mi pulso se acelera cuando clava su mirada n mis labios. En un parpadeo lo tengo cerca, muy cerca otra vez, y me tiene agarrada de la barbilla. Me sigue viendo los labios. Tengo ganas de escupirle, pero me contengo.
Con el pulgar delinea mi labio inferior y otra vez tengo el impulso de atacarlo, esta vez abrir la boca  y morderle el dedo hasta que llore. Pero vuelvo a contenerme. Siempre fui una persona de impulsos, finalmente la terapia estaba dando resultados. En otra ocasión, ya habría perdido el dedo.
Vuelve a mirarme los ojos.
- Mueres por hacerme algo – Dice él, demostrando al parecer, que si puede leerme la mente – Lo llevas en la sangre – Dice nostálgicamente.
Vuelve a mirarme los labios y yo frunzo el ceño. ¿Qué quiso decir? ¿Qué sabe de mi familia?
- Tienes los labios hinchados – Murmura todavía acariciándome.
- Es por el limón – Las palabras salen antes de que me diera cuenta.
Él asiente, al parecer complacido.
- Mejor. Si hubiera sido por algún beso tendría que matar. Y hoy no estoy de humor.-
- ¿Cómo…?-
Intento preguntarle cómo se atrevía a decir algo así, pero antes de permitírmelo baja la cabeza y acopla sus labios a los míos. Intento mantenerlo a raya, cierro los míos con fuerza, pero él muerde mi labio inferior, con fuerza,  e instintivamente yo abro la boca. Gran error. Su lengua entra en mi boca y me la recorre por completo. Sin esperar respuesta, sin importarle que la tenga o no. Sus labios abren más los míos, ladea la cabeza y me veo inundada por las sensaciones que me provoca.
Debieron ser segundos lo que duro el beso, para mí fue como una eternidad. Pero cuando finalmente se separa de mí, ambos tenemos las respiraciones trabajosas. Noto con asombro que sus ojos son de un azul brillante.
- Esta boca ahora es mía. Tus labios, tu lengua, todo dentro de sí es mío ahora – Declara con firmeza.
¡¿Con que derecho dice algo así?! Enrojezco, siento mis cachetes hervir, tanto de vergüenza como de ira.
Me aprieta la barbilla para darle énfasis a sus palabras y continúa:
- Nadie, no importa que o quien, puede volver a besarte así, ¿Me has oído? Esta boca es solo mía y yo cuido de lo que es mío – Sonríe lenta y maliciosamente – Además, no desearas que nadie más te bese – Me da otro beso, sonoro y duradero – Te estaré viendo. Tu autem contemplabatur – Dice sin que yo lo entienda.
Se da la vuelta y se marcha.
Yo me quedo allí, como con raíces en el piso, con los ojos abiertos y los labios hinchados. Me llevo una temblorosa mano a los labios y los siento más sensibles. Miro furtivamente y veo que, todavía sentada en la mesa, están Beth y Anne mirándome con curiosidad.
- ¿Son tuyos?-
Vuelvo a voltearme bruscamente, nerviosa por todo lo ocurrido. Una chica me mira con burla.
- Oye chica, ¿Estos son tuyos? – Pregunta señalando los daiquiris, abandonados en la barra – Necesitamos el espacio – Dice con apuro.
- Eh, si, son míos.-
- Llévatelos – Dice mientras me los lanza a las manos.
Turbada, los tomo, y como una autómata regreso a la mesa. Me siento en mi lugar, les paso los daiquiris a mis amigas e inconscientemente me agacho en mi silla lo más posible.
- Menos mal que decías que no te gustaba – Murmura Anne.
Oh no.
- ¿Lo vieron? – Pregunto bajito.
- Todo. Te dije que estaba contigo – Afirma Beth. Le da un trago a su daiquiri - ¿Te dijo algo?-
Si, que puede hablar en mi mente.
- No.-
- ¿Nada?-
Que mi boca ahora es suya…
- Nada de nada.-
- Mentira. Algo te dijo, lo vimos. ¿Te pidió tu numero?-
Ojala hubiera sido eso.
Parpadeo recordando – Me dijo… No le entendí. No entendí lo que me dijo.-
Beth frunce el ceño - ¿No le entendiste?-
- No sé qué significa… Ni en que idioma esta.-
- ¿Pero qué te dijo mujer? – Apura Anne.
- Me… Me dijo… “tu autem contemplabatur”, o algo así.-
Anne se echa atrás como si la hubiera abofeteado. ¿Y ahora qué?
- ¿Qué? ¿Lo entiendes?-
- Pues sí, es latín.-
- ¿Latín? – Pregunta mi amiga. Anne asiente.
- ¿Quién habla latín en estos tiempos? - ¿Y en un bar, en medio de la noche, luego de hablar psíquicamente?
- ¡Oye! – Refunfuña Anne ofendida.
- Tú estudias Historia Antigua. Lo tuyo es algo académico.-
Hasta donde sabemos, Anne podía hablar y leer seis idiomas y estaba aprendiendo el séptimo. Hebreo, creo.
- ¿Y qué significa?-
- “Tu autem contemplabatur” es, de forma literal, “estas siendo observada” o “vigilada”, si lo prefieres.-
Ok, ¿Soy solo yo o eso sonó tétrico? Rompo a reír, pues la otra opción seria llorar y no lo haría.
- ¿Qué es lo que te causa tanta gracia? – Me pregunta Beth.
Yo levanto los hombros y continúo riéndome hasta soltar lágrimas. Al final, termino calmándome y sacudo la cabeza.
- Son los tequilas haciéndome efecto, no se preocupen.-
Anne y Beth se miran durante unos segundos.
- ¿Y el chico?-
- ¿Qué hay con él? - ¿No podemos dejar el tema ya?
- ¿No te parece un poco extraño… Eso que dijo? – Pregunta Beth vacilante.
Niego con la cabeza. ¡Por supuesto que me preocupa, pero no tienen por qué saberlo!
- ¿Sabes al menos quién es? ¿Lo conoces, te conoce? – Insiste Anne.
Sacudo una mano para restarle importancia al asunto.
- No. Pero tampoco me interesa. Solo era un chico ebrio.-
- Que habla latín – Agrega Anne todavía desconfiada.
Bufó. No quiero hablar más del tema. Me cruzo de brazos decidida a dejarlo pasar.
- ¿Podemos cambiar el tema? A fin de cuentas estamos festeando mi cumpleaños, ¿O no?-
Unos segundos de silencio en donde solo la música del bar es el sonido que nos interrumpe.
- Bien.-
- De acuerdo.-
Yo sonrió, contenta con que dejen de lado al chico rubio. Y aunque no estoy nada tranquila con lo que ocurrió con él, y lo que me dijo, me decido también a dejar el tema zanjado.
Suficientes problemas tengo ya para agregar el de un espeluznante chico loco y sexy, que habla latín y es extremadamente posesivo.
No, al diablo con él. Me olvidare de todo. Ya.
Vuelvo a sonreírles a las chicas y asiento.
- ¿Dónde vamos ahora?-
La noche recién empieza.


Última edición por CamiSchneider el Vie 07 Mar 2014, 12:45 pm, editado 1 vez
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*Dos sangres* Empty 2º parte

Mensaje por CamiSchneider Jue 27 Feb 2014, 11:04 pm

Al fin la había encontrado. Después de todos estos años buscándola, al final había encontrado al duo sanguines. Y resultaba que era una mujer. Había cumplido sus veinte años y como a todos los pharnilianos, su señal había vuelto a la vida.
Es poderosa, me recuerdo, pero aún no lo sabe. Es obvio que al no utilizar nunca sus poderes no los tiene fortalecidos. Si quiera creo que sabe que los tiene, que es diferente… Interesante.
Sonrío al ver que vuelve a rechazar al macho que se le acercaba. Aunque este lugar es más grande y concurrido que el anterior, pude ubicarla al instante de ingresar. Su fuerza de atracción es asombrosa, y lo será aún más a medida que su cuerpo vaya madurando. Todos los machos alrededor son atraídos hacía ella, y al parecer para ella es una novedad. Recuerdo oír que pensaba que ella no era una belleza. Qué equivocada que estaba. No solo es bella por fuera con sus exóticos rasgos octambuls a la vista, sino que la atracción sexual natural de los pharnilianos está más viva que nunca. Es todo un gozo volver a sentir esa clase de energía.
No había dudas, la había encontrado. El problema ahora era cómo proceder. De repente, la humana que me rodea desde que entre, me tapa mi campo de visión e intenta besarme. Bufó. Los humanos son tan patéticamente sensibles a nosotros los pharnilianos… La empujo suavemente por los hombros, negándole acceso. Ella hace un mohín, y aunque para los machos humanos pueda parecer atractiva, para mí no lo es.
No eres pharniliana y no eres de mi Clan cielo. Ni en mil años.
Sigo rodeado por otras hembras pero mientras no intenten otro acercamiento no me molestan. Mi única preocupación es la duo sanguines, y su vida. Frunzo el ceño cuando la veo abrazada a un macho. Se ríen y hablan uno al odio del otro. Siguen apretujados y al parecer eso no les molesta. Se conocen. Mi instinto se revela y apretó la botella en mi mano.
No la toques, ella es mía. Gruño en mi interior.
No sé de donde mauris ha salido ese pensamiento, pero ya no puede detenerlo. La mujer es mía y yo eh reclamado su boca y pronto hare lo mismo con lo demás. Huum, no puedo evitarlo pero el recuerdo del sabor de su boca, la textura de sus labios fluyen por mi mente sin detenerse. Cuando me doy cuenta, estoy hablándole otra vez mentalmente. Otra vez, cuando sé que no debería.
«Aléjate de él o lo hare yo»
Veo como la duo sanguines queda inerte entre los brazos del otro macho. Él la mira con curiosidad y le dice algo. Ella niega con la cabeza y siguen moviéndose con la música.
«Voy a levantarme. No me obligues a acercármeles»
«¡Atrévete!»
Su grito me sacudo. Como lo sospechaba, es fuerte. He podido sentir tanto su voz clara como su furia.
«¡No quiero oírte más! Vete. Esfúmate ¡Déjame en paz!»
Intento volver a comunicarme con ella pero ha logrado bloquearme, así de simple. No puedo penetrar su escudo. Maldición.
Veo como apoya su cuerpo contra el del macho y su cabeza se apoya en su hombro. Sorie. Esta feliz porque ya no me vuelve a escuchar. Me decido entonces por otra ruta: el macho.
Aunque no es tan fácil de comunicarnos con los humanos como entre pharnilianos, se puede. Ellos le dicen conciencia, o algo parecido. Me concentro en la pobre y debilucha mente del macho humano y dejo fluir mi poder.
«No debes estar con ella. Búscate otra muliera, otra mujer»
El macho duda, pero cuando quiere alejarse, la duo sanguines lo detiene y lo convence depara quedarse con él. Por supuesto, él no puede resistírsele y al final se queda.
Frustrado, busco a sus amigas. La que tiene cabello color del fuego más ardiente está hablando con otras dos hembras humanas, un poco más alejadas; la del color del brillo del sol está besándose con un macho diferente al de hace unos segundos.
¿Es que acaso no respetan los términos de castidad? ¿Puracidad? ¿O es cierto que en este mundo más de un hombre puede pasar libremente por una mujer? La idea se me hace repugnante. Más, suponiendo que los machos pertenecen a otra familia. A otro Clan.
Degradante.
Así que puedo contar con el apoyo de sus amigas… De acuerdo, lo hare solo. Sera divertido. Una sonrisa cruza por mi cara a medida que me voy abriendo paso entre los humanos. Las hembras se me acercan y los machos me repelen. Mi fuerza y aura Valent se expande a medida que me acerco a la duo sanguines y sé que a ella le pasa lo mismo, aunque no lo note.
El macho se tensa con sus brazos a su alrededor y ella hecha la cabeza hacía atrás. Está a punto de hablarle cuando me ve a mí por sobre su hombro. Le sonrío, ella palidece. No está contenta de verme.
Esto se pone cada vez mejor.
 
~*~
 
¿Por qué? ¿Cómo? ¿A quién? ¿Con qué motivo…? Cientos de preguntas me cruzan la mente al momento que vuelvo a ver al muchacho rubio detrás de Will.
Will se da la vuelta, mira al chico y luego a mí.
- Voy… A buscar algo. Para tomar – Dice dudando.
Yo le tomo la mano. No quiero que me deje con él. No con él.
- No Will, quédate, por favor – Le pido.
William duda. Literalmente puedo sentir como dos fuerzas tiran de él, pero al final sacude la cabeza y me suelta.
- No. Debo alejarme. Ahora.-
Sin darme tiempo a nada más que sorprenderme por esa declaración, Will se aleja de mi a rápidos empujes entre la gente, sin mirar atrás. Como si estuviera huyendo de algo, pienso aturdida.
Lentamente me vuelvo para observar al chico frente a mí. Esta serio, al menos no está enfadado. O eso creo. A pesar de estar en el boliche repleto hasta el techo de gente, mirándolo a él, siento como si estuviéramos solos. Como si algo más nos envolviera y nos excluyera del resto del mundo. Esa sensación no me gusta nada.
- ¿Qué haces aquí? – Le pregunto a los gritos para que me oiga por sobre la música.
Tampoco puedo entender como logro encontrarme con tan poca iluminación, en un lugar tan grande como este. La respuesta me llega sola: es esa conexión que esta entre nosotros. La sentí minutos después de entrar y la siento ahora. Es como un GPS propio. ¡Una locura! Lo sé.
Él no me responde y sonríe. Da un paso hacia mí.
- ¿Me estas siguiendo?-
Me arrepiento al segundo de haberlo dicho, pero tengo que saber si es así o no.
Él asiente y vuelve a dar otro paso. Estamos a unos cincuenta centímetros, y a menos que el boliche se vacié de repente, estamos rodeados.
- No te acerques – Le digo presa del pánico.
No me siento a gusto cerca de él. Había decidido dejar el episodio del bar atrás y ahora me hacía esto.
- ¿Te molesta mi presencia? – Me pregunta con voz baja, aunque logro oírlo claramente.
Menos mal que lo vi mover los labios, o me hubiera creído eso de la mente…
- Algo – Respondo.
- ¿Algo? – Pregunta levantando las cejas - ¿Cómo es algo?-
Intento ver algún hueco por el que pueda correr pero los cuerpos sudorosos siguen moviéndose con la música y cada vez nos van acercando más.
- ¿Cómo te llamas? – Me pregunta.
Lo fulmino con la mirada. Comería mierda antes de decírselo.
- Tu nombre – Repite dando el último paso.
Ahora solo estamos a veinte centímetros. Si nos empujan por momentos, nuestros cuerpos se rozan por partes.
- Mo… Monic – Le miento.
Bien, chica lista. Me doy una palmadita imaginaria en la espalda.
- ¿Y el tuyo?-
Él sonríe de nuevo. Una deslumbrante sonrisa mostrando todos sus dientes.
- ¿Cuál crees que es?-
¿Y cómo se supone que voy a saberlo?
- Arriesga uno, dilectione mea...-
Otra vez ese idioma.
No sé de dónde llega, pero el nombre me sale por los labios por voluntad propia.
- Val… Valdimir.-
Él me toma por la cadera con ambas manos y asiente.
- Muy bien. Has adivinado.-
¡Imposible! Es decir, de los millones de millones de nombres en el mundo, ¿Justo le voy a decir el correcto? Y además, ¿Es Valdimir un nombre? ¿Qué clase de nombre es ese?
Le pongo mis manos sobre las suyas.
- Suéltame.-
- No. Muévete con migo.-
- Suéltame – Lo miro intentando soltar sus manos de mí, pero parecen pegadas – Suéltame o gritare.-
- Puede hacerlo, pero nadie va a oírte. No aquí - Mierda, tiene razón.
Vuelvo a intentar moverlo, pero nada. Comienzo a pegarle en el pecho, pero tampoco nada. ¡Es frustrante!
- Relájate dilectione mea – Me dice – Coloca tus manos en mis hombros. No te hare nada. Te doy mi palabra.-
- ¿De honor? – Le pregunto con sarcasmo.
- De caballero – Aclara él.
Resignada a mi destino, pongo mis manos en sus hombros y me asombro de lo bien que se siente. Tiene hombre anchos, fuertes y no puedo evitar acariciarlos levemente, pero mantengo la distancia, aun cuando él me acerca por la cadera.
- Ahora, dilectione mea, dime tu verdadero nombre, por favor. Aquel que representa tu fuerza y belleza.-
- ¿Qué significa eso... – Notese mi ignorancia hacia su pregunta - …Dilectione mea?-
Se acerca acoplando nuestras frentes suavemente, el movimiento me toma desprevenida. El corazón me late a toda velocidad.
- Dilectione mea e tu idioma es… Creo que es “amor mio” - ¿En mi idioma? ¿Qué él no es español? ¿El latin es su lengua natal? – Tu nombre cor – Insiste.
- No me llames así – Lo corto – No me gusta no entender.-
- Dejare de hacerlo cuando me digas tu nombre verdadero. De lo contrario, encuentro agradable llamarte así. Cor.-
Resoplo de manera poco femenina. Al parecer no me queda otra opción con este muchacho. Lo miro a los ojos y durante unos segundos me pierdo en esas profundidades claras.
- Camille – Le respondo – Me llamo Camille.-
Se aleja como si le hubiera dado un golpe. Me mira con las cejas unidas, como si fuera la primera vez que me ve.
- ¿Qué? – Le pregunto fastidiada.
- Tu nombre. ¿Por qué no empieza con O?-
Levanto las cejas. No me esperaba una respuesta de ese tipo. Demonios, no me esperaba ninguna respuesta.
- ¿Con O? – Le pregunto.
¿Hay nombres con O de mujer? ¿Y por qué rayos estoy pensando en eso?
- Escucha, no me voy a poner a discutir contigo sobre lo que tiene o no mi nombre. No quiero discutir nada contigo. Vete a buscar a alguien más a quien molestar.-
Mi nivel de frustración y nervios ha llegado a su límite. Me doy la vuelta para marcharme cuando me toma con una mano y me atrae hacía su pecho. Jadeo cuando el aire se me escapa de los pulmones.
- Notaras cambios a tu alrededor pulchitrudo Camille. No te preocupes, son normales ahora que has alcanzado tus veinte siglos de vida.-
¿Cómo sabe mi edad? Abro la boca para replicar pero niega con la cabeza y continúa:
 - Veo que es inútil hablar contigo en este… Lugar. Te dejare ir por ahora, pero recuerda: tu autem contemplabatur – Me da un beso casto – Ya volveré a buscarte cuando estés más tranquila. Siento tu turbación en tu bello cuerpo – Me da otro beso, y a la velocidad de la luz me deja plantada en medio de la pista de baile. Lo veo abrirse camino por los cientos de cuerpos, y luego, lo pierdo de vista.
Allí me quedo yo, sin saber cómo tomarme este encuentro con él. Con… ¿Cómo era? Valdimir. Si, ese. Valdimir.
Me ha dicho que volvería a buscarme. ¿Era realmente una advertencia del tipo “soy un acosador”? ¿Este Valdimir está acosándome? ¿A mí? ¿Por qué?
- Hey.-
William esta junto a mi otra vez. Lo estudio unos segundos. Traidor. Lo fulmino con la mirada.
Levanta las manos y da un paso atrás.
- Estoy furiosa – Le aclaro.
Asiente – Lo creo. Y lo siento, de verdad. Pero tenía que dejarte con él.-
- ¿Por qué? ¿Lo conoces?-
Will medita unos segundos.
- No, no realmente – Murmura. Me echó para atrás. Me dejo sola con un completo extraño y lo sabía – Espera – Me dicen entendiendo al parecer mi reacción – No lo entenderías pero es como si… Como si no hubiera oportunidad contra él. Como que debía dejarte con él aunque no lo quisiera – Se pasa la mano por el pelo exasperado. Al parecer entiende menos de esta situación que yo.
Niego mientras suspiro. Me está comenzando a doler la cabeza.
- Déjalo Will. Ya se fue. No le demos más vueltas al asunto.-
Me mira – ¿Te hizo algo? – Su voz es más dura.
- No, no, no, no – Digo rápidamente, sin saber por qué de repente tengo la necesidad de defender a Valdimir – No lo hubiera permitido. Solo… Hablamos – Comento para cerrar el tema.
Will me mira durante unos segundos.
- Entonces lo conoces – Reflexiona.
Levanto los hombros – Algo – Desvió mi cara. Quiero cambiar de tema – Vamos a buscar a las chicas.-
Él me mira y asiente. Mientras caminamos hacia donde Beth y Anne se supone que están, noto con sorpresa que la mayoría de los chicos se toman su tiempo en observarme. Algunos, más audaces, se me acercan para decirme algo o hasta intentan tomarme de la cintura. Jamás me había ocurrido. Al parecer esto de ponerme un poco más de maquillaje de verdad funciona, aunque es excesivo. Jamás fui yo la que atraía la atención masculina, siempre fui la morocha simplona y comunarda. Algo sucede. Me reprendo a mí misma, de seguro estoy imaginando cosas. Además, Will me lleva firmemente con una mano apoyada en la espalda. Nada raro. Soy solo yo la que esta alterada estoy días.
Encontramos a Beth y Anne bailando cerca de una de las barras.
- ¿Dónde estaban? – Pregunta Anne en tono conspirador.
Siempre tuvo la extraña fantasía de vernos a Will y a mí como pareja.
«No va a pasar. No es Valdimir»
¡Wuou, alto! ¿Qué fue eso? ¿Valdimir?
- Cam, ¿Estas bien? Estas pálida – Me habla Beth.
Estoy en shock. Algo anda verdaderamente mal conmigo.
- Aquí, toma – Beth extiende mi mano y me coloca dos pastillas rojas. Las miro ausentes – Tomatelas.-
Me las trago, Anne me pasa un vaso. Como una autómata me dejo apoyar contra la barra. Mientras pasan los segundos siento como las pastillas surten efecto. Sufro de ____________ o de aumento de adrenalina repentino, lo que me causa desde un aumento de energía extremo hasta un bajo total. Ocurre cuando me pongo demasiado ansiosa o nerviosa, como en estos momentos.
Exhalo aire y miro a Beth. Ahora recuerdo que le había dado mis pastillas porque yo no tengo bolsillos.
- Gracias – Murmuro.
Beth sonríe – No hay nada que agradecer tonta.-
- ¿Qué sucedió? – Pregunta Anne.
Decirles o no decirles que mi nuevo acosador conocido como Valdimir nos había seguido hasta aquí y que me había amenazado con que iba a continuar vigilándome. No, definitivamente no decirles.
- Nada, solo me puse muy contenta de estar aquí.-
Lo admito, la excusa es patética pero no se me ocurre otra. Al parecer se la creen.
Will me palmea el hombro.
- ¿Nos pido algo?-
- Champagne – Necesito algo burbujeante.
Will sonríe – Perfecto – Me da la espalda para hablar con el barman.
- Bien, bebemos y volvemos a las pistas. Hoy es tu noche, recuérdalo - Me comenta Anne contenta.
Sip, pienso para mí, hoy es, definitivamente, mi noche.
 
 
 
Doy un largo suspiro de alivio cuando me quito mis botas de taco alto. Tengo que levantarme del sillón pero no tengo las fuerzas suficientes.
Al final terminamos saliendo del boliche al amanecer y aquí estoy yo, casi las siete de la mañana, tirada media muerta, a medio camino de mi habitación.
Me tapo los ojos con un brazo y los recuerdos de esta extraña noche vuelven: Valdimir observándome en el bar, hablando telepáticamente, el beso, su, al parecer, faceta dominante, el encuentro en el boliche, la reacción de Will – hago una nota mental de eso – el hecho de que habla latín, y naturalmente sospecho, su nombre, su aspecto, su voz…
- Aj, maldita sea – Golpeo el sillón con mi mano.
Aunque no lo quiera, todo lo que recuerdo es a él y solo él.
- No, no y no – Me digo con convicción. Me niego a pensar en él.
Voy arrastrándome hasta mi cuarto donde dispongo a quitarme toda la ropa, me coloco mis boxers y camiseta y me meto a la cama y me entrego al cansancio. Repaso mi agenda del día mental, no tengo nada que hacer, así que puedo dormir todo lo que desee. Cierro los ojos y me acomodo boca abajo.
Cuando llego a la intersección entre la consciencia y el sueño, siento que alguien me besa la cabeza. Es estúpido ya que soy la única en el departamento, no es muy grande como para no haber visto a alguien más. Pero no puedo evitar dormirme con la sensación de estar en presencia de alguien más en la habitación.
CamiSchneider
CamiSchneider


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*Dos sangres* Empty 3º Parte

Mensaje por CamiSchneider Vie 07 Mar 2014, 12:46 pm

Tecleo la última frase, me estiro y sonrió. Al fin termine con esta maldita tarea de autores del siglo XX. Ahora solo es necesaria pasarla a mi computadora, enviarla y listo.
Me levanto y me dirijo hacía la cocina donde encuentro a mi mamá pelando verduras. De la heladera saco un jugo y un alfajor.
- Vamos a comer dentro de poco – Me avisa.
Levanto los hombros y me como el alfajor mientras me siento en la mesada de frente a mi mamá.
Es lunes en la tarde y hoy no me tocaba trabajar, por lo que después de las clases en la universidad me vine hacía la casa de mi mamá, Amanda.
Mi mamá y yo somos un calco, aunque no me gusta admitirlo. Tenemos el mismo pelo negro –ella lo lleva corto-, la misma piel blanca y los mismos ojos. Aunque ella es más alta que yo. Hago una mueca, cualquiera es más alto que yo.
- ¿A qué hora llega Phill?-
Phill es el nuevo marido de mi mamá, se casaron hace dos años. Él es divorciado y tiene otros tres hijos: Jhonathan, Maximillian y Theodore. A Phill le gustan los nombres largos. Con mamá están esperando a la primera niña. Estoy muy contenta por ambos, ya que mamá de verdad lo quiere y él a ella.
Mi madre resopla – Ya sabes cómo es. Dijo que llegará a la hora pero… - Ríe bajito.
Yo también rio. Phill no es conocido por su puntualidad.
- Viene con los chicos – Me comenta mirándome fijamente.
- Oh – Digo sorprendida – No sabía que venían.-
- Porque no te lo dije – Dice ella volviéndose a la cocina.
- ¿Y por qué no?-
Por lo general mi mamá y yo nos decimos todo… Bueno, no, no todo. No le he contado lo de Valdimir. Maldigo al darme cuenta de que utilice su nombre. Es como si no pudiera dejar de decirlo. No, aun así no voy a decírselo a mamá.
- Los chicos están raros – Comenta como si nada.
¿Raros? ¿Raros como para adolescentes o raros como para ser chicos? Jhon es el menor, tiene veinte igual que yo, Le sigue Theo con veintidós y Max con veintiséis. Con esas edades no creo que haya mucho que se pueda llamar raro. Más siendo chicos.
- Explica raros – Le pido.
- Según Phill están desatentos con las mujeres – Levanto las cejas. Mi mamá se gira y me mira - Desatentos en el sentido…-
- ¡Ya se lo que significa ma! – Le respondo enérgicamente.
Siento mi cara hervir. Mi mamá sonríe lentamente, insolentemente.
- Perdón, pero es que a tu edad yo ya… Bueno, las chicas de tu edad… En fin, al parecer están en una especie de celibato. A excepción de una mujer.-
¿Ah? Ahora sí que estoy confundida.
Mi madre termina de colocar las verduras en el horno y vuelve a mirarme. Se me acerca y me toma una mano, inspeccionándome.
- Te has vuelto muy bonita – Sacude la cabeza – No, no bonita. Bonita eras antes. Ahora eres hermosa.-
Frunzo el ceño. No es la primera vez que mamá me dice algo así, pero cada vez que lo hace, lo dice una especie de pena en su voz que me deja confusa.
- Gra-gracias – Le respondo – Aunque yo siempre me veo igual.-
- El que tú lo hagas no significa que los demás te vean así. O te sientan así.-
Si, esa clase de cosas. Suspiro. Realmente no me importa mi aspecto. Estoy bastante conformo. Nací así y moriré así.
- Los hijos de Phill ma – Le recuerdo.
Mamá frunce los labios.
- Phill dice que los chicos están interesados en una mujer. Solo una.-
Me mira fijamente. Muy fijamente. Creo que me estoy perdiendo de algo.
- ¿Quién mamá? Dime de una vez quién.-
Mi madre respira profundamente.
- Tu.-
La sorpresa nos deja inmóviles a los dos. Solos se oyen los ruidos del horno y el tic tac del reloj.
- ¿Qué?-
- Lamento decírtelo así, pero no creo… - Mamá se interrumpe cuando comienzo a reír. Rio tanto que me duele la panza y se me caen las lágrimas.
 - No creo que sea para reírse – Rezonga mi madre.
- ¿Y cómo qué no? – Le pregunto aun riendo - ¿No te das cuenta de lo que estás diciendo?-
Mamá no me dice nada, solo se me queda mirando.
- Mamá, estamos hablando de los hijos de Phill, quienes, te recuerdo, son mis hermanastros ya que te casaste con su padre.-
Hasta para mi suena estúpido.
- Además, ¿Qué? De repente van a… Mmm, ¿Sentirse atraídos hacía mí? – Rio con una carcajada – Somos amigos, nada más. Casi verdaderos hermanos, al menos cuando nos juntamos.
Mamá se pasa una mano por la nuca.
- Solo te digo lo que se.-
- ¿Y cómo lo sabes? – Me cruzo de brazos.
- Phill dice que hablan de ti, que preguntan sobre ti… Está preocupado.-
Pues yo no, de seguro es algo más, otra cosa.
- ¿Y tú? ¿Qué crees tú? Los has visto más veces que yo.-
- Yo creo que es algo normal. No me mal entiendas – Se apresura a agregar cuando ve mi sorpresa reflejada – Solo que ya te lo he dicho, eres una hermosa mujer, y no sería raro que se sintieran atraídos por ti.-
- ¡Je! Pues a mí no me interesa – Digo aburrida. Esta conversación no tiene ningún sentido valedero.
Sinceramente, estos delirios de mujer senil no me interesan, son cosas de mi madre y su loca mente. Pensar que los hijos de Phill podrían interesarse en mí es ridículo. Con lo adustamente poco femenina que soy, puedo alejar hasta al más desesperado. Si quiera eso. Tal vez sea por el embarazo. Con dos meses las hormonas comienzan a actuar, o eso tengo entendido.
- Entonces, ¿A qué hora debemos esperarlos?-
Mamá continua mirándome como si quisiera agregar algo más pero al final se decide por seguir con la cocina.
- Calcúlale a las once.-
Oh, genial. Tendré que estar aquí hasta tarde en semana de clases. Simplemente genial.
- Bien, estaré arriba por si me necesitas – Le aviso, pero el sonido del teléfono me detiene a mitad de camino.
- ¿Apuestas? – Le pregunto. Es un chiste privado que siempre hacemos.
- Es Heather – Me contesta.
Levanto una ceja. Sería raro que la madre de Phill llamara.
- ¿Hola? – Atiendo.
- Hola cariño, soy yo.-
Oh, mierda, si es Heather. Mi mamá ya está a mi lado. Se lo paso.
- Has ganado – Le susurro.
Ella solo sonríe y comienza su conversación con su suegra.
Me la quedo mirando unos segundos mientras se toca el pequeño bulto en el bajo vientre. Cada vez que alguien nos llama, mamá siempre adivina quién es. Al principio tenía miedo por el hecho de que nunca se equivocó –y sigue sin hacerlo-, pero ya se me paso. Lo adjudico a que tiene un sexto sentido.
Me escabullo escaleras arriba donde está el cuarto de invitados. Yo solía vivir allí pero ahora el que era mi cuarto es el de la futura bebé.
Me acuesto en la cama y pierdo el tiempo con la televisión, sin ver nada en realidad. El cansancio me abruma y me duermo.
Con mis ojos cerrados y mi mente en la nada, viajo en sueños hasta unas tierras mágicas, de grandes montañas, criaturas únicas y colores vivos y alucinantes. No entiendo el donde, el cómo y el por qué, pero el lugar me gusta. Me siento bien. Casi como si perteneciera allí.
Cuando me despierto agitada, sin saber la causa, miro por la ventana y noto que ya está oscuro. Debo de haber dormido más de una hora. Me pregunto qué hora será…
- Son las diez y media.-
Salto del susto y me encuentro a Max sentado en la cama, observándome con una sonrisa.
- Diablos, me has dado un susto de muerte, tonto – Le comento - ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Dijiste diez y media?-
No me había dado cuenta que había hablado en voz alta.
Él se ríe – Tranquila, ya me mareaste. Te estaba mirando mientras dormías; llegue hace quince minutos y si, son las diez y media.-
Se queda callado y yo noto que está viéndome, no a mí, sino a mi cuerpo. Me miro y caigo en que, estando solo con mamá, estuve todo el día usando unos boxers rayados y una musculosa que no me tapa nada, ni siquiera el ombligo, y obviamente, no me había cambiado para dormir. Pero caramba, tampoco pensaba dormirme casi cuatro horas.
Antes no me hubiera molestado el que me mire como lo está haciendo, pero ahora sí. Ahora sí que me molesta. Gracias madre.
- Max.-
- ¿Qué? – Pregunta levantando la cara.
- ¿Querías algo?-
- Sí. Tenía que despertarte. Estamos esperándote abajo – Me responde levantándose.
- Bien, me cambio y bajo – Le digo intentando sacarlo de la habitación. No capta la indirecta.
- De acuerdo, te espero.-
- Abajo – Recalco.
Frunce el entrecejo, como si no entendiera lo que estoy diciendo. Al final asiente.
- Bien, te esperaremos en la mesa.-
Camina hacia la puerta, y hasta un momento antes de salir vuelve a mirarme. Luego se marcha.
Sacudo la cabeza. No, solo me miro las delgaduchas y escuálidas piernas por curiosidad. Si, nada más que simple curiosidad.
Como no suelo vestirme formalmente… Ok, nunca me visto formalmente, me pongo los jeans, mi camisa cuadrille, las zapatillas y me peino un poco para sacarme los nudos que se me formaron por la siesta.
Cuando finalmente bajo, me encuentro ya a todos en la mesa, con la comida puesta, esperándome. Qué formales…
- Ah, ahí está la hermanastra más linda del mundo – Bromea Jhon.
- Y la más dormilona – Agrega Theo.
Me acerco para saludar a Phill quien se levanta y me abraza.
- Hola pequeña.-
- Hola Phill, ¿Problemas con el tráfico? – Rio cuando lo veo sonrojarse un poco, pero también sonríe.
Saludo a Jhon con un beso en la cabeza cuando paso junto a él, y luego me acomodo en mi silla entre Max y Theo. Beso a ambos en las mejillas.
¿Lo ves mamá? Nada fuera de lo común.
- Bien, ya estamos todos así que comencemos. Debe haber hambre, ¿O no?-
- Mucha.-
- Si.-
Los hombres son los que contestan. Broma familiar. Me encantan estas cenas que a veces logramos organizar.
Cuando estoy pasándole la ensalada a Theo, suena el timbre de la casa. Nos quedamos todos en silencio.
- ¿Viene alguien más? – Le pregunta Phill a mamá.
Mi madre parpadea rápidamente, de repente parece nerviosa.
- No. No invite a nadie – Dice suavemente – Tú tampoco ¿No? – Sin esperar respuesta se vuelve a mí – Debe ser para ti hija.-
Arrugo la cara. Yo no vivo en la casa, porque lo la afirmación de mi mamá es extraña.
- No, yo no…-
- Ve a ver – Me dice, alterada.
Levanto las cejas.
- De acuerdo.-
- No es necesario, puedo ir yo – Me detiene Theo tomando mi mano.-
Contacto.
- No, iré yo – Contesta Max tomándome la otra mano.
Oh, otro contacto.
- Es solo la puerta chicos – Aclara mi madre – Déjenla ir.-
Me suelto y me levanto, confusa. ¡Bah! Es solo atender a quien este en la puerta. Nada raro. Pero a medida que doy paso tras paso lo siento. Si hay algo raro. Una sensación. Le sentí antes. Esta clase de fuerza… Oh no, no, no, no y mil veces no.
Me hecho casi a la carrera los últimos pocos pasos que me quedan y abro la puerta con tanta fuerza que casi soy echada yo misma hacía atrás.
Me pongo lívida cuando la sospecha se confirma. Es él. Esta aquí, ahora, frente a mí, en la puerta de la casa. Mi acosador.
Valdimir.
CamiSchneider
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