Re: [Resuelto]'Una Lección De Vida' ( Joe & Tu ) Segunda Temporada -Capítulo Nueve- ¡HE VUELTO!

por **Ciin :)** Lun 31 Oct 2011, 4:35 pm

siiiigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

por **Ciin :)** Lun 31 Oct 2011, 4:36 pm

wuuuu pase de pag :D

por **andreita** Mar 01 Nov 2011, 1:11 pm

cuanod pones maraton?

por **Ciin :)** Mar 01 Nov 2011, 8:09 pm

andreita escribió:cuanod pones maraton?

por **andreita** Miér 02 Nov 2011, 3:57 pm

maraton!!!

por **Ciin :)** Jue 03 Nov 2011, 4:49 pm

andreita escribió:maraton!!!

SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII :cheers:

por **MenitaJonas** Jue 03 Nov 2011, 6:32 pm

Oh, chicas, son geniales, gracias por pasar de página. Yo amo pasar de página y se los debo jajajaja :D MEGA EMOCIONADA! les dejo otro capítulo y vemos si arreglamos un maratón para el fin de semana ¿que dicen? :D

3

Esperaba junto a las otras madres su turno para recoger a Dean y ya podía oír su vocecita tierna avisándole a la maestra por su llegada.
Siempre era el único padre entre todas aquellas madres dedicadas que lo miraban con compasión y algunas con completa sensualidad en sus ojos, quizás podía parecerles atractivo, pensó. Sin embargo aunque todas esas mujeres eran hermosas, ninguna llamaba su atención, ninguno llamo su atención tanto como Jazmín y sabía que ninguna otra mujer llamaría así su atención.

—Estúpido romántico. —balbuceo y se acercó a la puerta.
—Buenos días señor Jonas. —sonrió la maestra—. ¡Dean Jonas ya llego tu papá!
—Se lo dije señorita Larry, mi papá es muy puntual.

La mujer le dirigió una sonrisa a Dean y le soltó la mano para que bajara el escalón, el pequeño tomo instintivamente la mano grande y protectora de su padre para devolverle la sonrisa a la mujer.
Nunca se sentía tan bien como cuando le tomaba la mano a su papá.

—Señorita Larry, tengo le dinero del depósito de las cuotas de Dean. Y pagarle el mes entrante también.
—Eso es grandioso, señor Jonas.

Solo después de que caminaron un par de cuadras en completo silencio, Dean soltó su mano y sacó de su pequeña mochila una hoja de papel roja doblada en cuatro partes.

—¿De dónde sacaste el dinero? —pregunto mientras cerraba el cierre del bolso.
—Santa Clouse fue mi respuesta. —carcajeo Joe.
—Ese gordo panzón no existe, papá. Mira, hice esto para ti.

Le entrego en manos una tarjeta. “Hoy será tu día” Joe trago en seco y le devolvió el regalo con una sonrisa amplia, era lo único que podía regalarle a su hijo en ese momento. El corazón le dio un vuelco, ¿Cómo podía caber tanto amor en un cuerpecito tan pequeño? Dios no se equivocó al darle un hijo que parecía estar tan orgulloso de su padre fracasado.

—Iremos a lo de la abuela Denise porque tengo cosas que hacer y te pasare a buscar más tarde.
—¿Qué tan tarde?
—No te preocupes, para las nueves ya estaremos de regreso en casa. ¿Te gustaría cenar pizza?
—Yo quiero lo que tú quieras.

Cuando tomo el auto prestado de su madre para conducir, escucho las palabras potentes y agudas.

—¡Hoy será tu día, papá!

Y se le estrujo el corazón por completo. Si aquella mujer inescrupulosa y ambiciosa hubiera dejado de lado sus sueños de realizarse como persona, Joe estaba seguro que habría sido mucho más feliz con Dean y con él viviendo dignamente en su apartamento. El dinero no hacía la felicidad, el amor y la familia, sí.
Se prometió cinco años atrás no pensar en ella y así lo haría, sacudió la cabeza en modo de desaprobación por su conducta y volvió la vista, la concentración y sus esperanzas en aquel enorme edificio frente a Wall-Mark.

—Hoy será mi día. —se animó a sí mismo y emprendió el ascenso por las escaleras. En el camino acomodo su camisa y el blazer color claro que llevaba, peino su cabello por última vez frente a la puerta justo antes de que esta se abriera. Y era apenas las seis cincuenta y siete.

—Buenas tardes. —balbuceo la mujer en el umbral. Alta, delgada y completamente bella. Arqueo una ceja esperando que Joe dijera algo pero él estaba total y ciegamente concentrado en ese espécimen divino de mujer.
Se llevó una mano a la cadera y Joe sintió como se detenía su corazón.
—¿Disculpe…? —articulo ella—. Oh, eres tú el niñero.
—Mi nombre es Joseph.
—Mucho gusto, Joseph, yo soy _____(Tu).
—El gusto es todo mío.

Estrecho su mano y ella se quedó atónita e hipnotizada por la profundidad de sus ojos. Lo invito a pasar y empezó con las preguntas.
El nerviosismo de Joseph se triplico al recordar por lo que estaba allí, el trabajo.

—¿Tienes algunos problemas con venir aquí temprano en las mañanas hasta alrededor de las tres? —quiso saber _____(Tu).
—Para nada, en mi condición, lamentablemente cuento con todo el día libre. —sonrió intentando no parecer nervioso.— ¿Qué es básicamente lo que necesitas?
—Más que nada, quiero que Macy no este sola luego del almuerzo, mi madre esta con ella durante la mañana pero luego del almuerzo debe trabajar. Además mi madre es algo mayor…
—Comprendo. ¿Tu hija estudia? ¿Cuántos años tiene?
—Apenas cuatro.

Casi la misma edad que Dean, pensó. No era tan difícil aquella edad y él ya tenía experiencia con los niños, antes de que Dean naciera había practicado con sus sobrinos y sobrinas. Además del certificado que abalaba su preparación y competencia para cuidar de niños.
Bajo la mesa, cruzo los dedos para tener suerte.
Y cuando ella menciono el número de cuatro cifras que correspondía a su sueldo, se le detuvo el corazón. Si no conseguía el trabajo, se golpearía al cabeza contra la pared por ser tan estúpido.
Ella hizo unas anotaciones rápidas en una hoja de papel.

—Bueno, eh tenido buenas referencias y tu certificado es impecable… me resta saber si estas contento con el trato que te ofrezco. —admitió _____(Tu) clavando sus ojos claros en la presencia de Joe.
—Por supuesto, estoy más que contento con el ofrecimiento, me parece razonable.
—Entonces es todo. ¿Te molestaría comenzar mañana?
—Claro que no, para eso se me pagará. —sonrió intentando disimular su emoción. Tendría una gran fiesta con su hijo cuando regresara a casa.
—Bien, entonces es un hecho. Mañana te veré Joseph.
—Naturalmente. Estaré aquí puntual.

Por fin la vida le daba una mano, la suerte le sonreía pero la única sonrisa que le interesaba por el momento, era la de su ángel. Después de todo, su esfuerzo sobrehumano era por él. Su motor era él, su esperanza, su felicidad, su todo.

por **Julieta♥** Jue 03 Nov 2011, 7:15 pm

que lindo!!!!!!!!!!!

es hermoso joe...y es hermoso dean..es un angelito...siguel apronto pliss..no nos abandones :(

por **Ciin :)** Jue 03 Nov 2011, 7:27 pm

AAAAAAAAAAAA
que buenooo !
por fin ..
joe consiguio trabajo :')
va a poder ver la hermosa sonrisita de dean de orgullo ...
espero solamente que macy se lleve bien con joe ..
lo mas seguro es que si ;)
buenisiimoo el cap
siiiiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

por **andreita** Sáb 05 Nov 2011, 9:37 am

sii se conocieron que ehrmsoos

ya quiero que fluya el amor
jijijijiji
ssiguela

por **Ciin :)** Sáb 05 Nov 2011, 12:56 pm

siiigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

por **Lulajonatica** Sáb 05 Nov 2011, 8:31 pm

Dean me mata
Es una ternurita

Lo amo

Y a su papi tambien :D
Bueno, parece que si fue el dia de Joe ;D
Seguila porfa!

por **MenitaJonas** Mar 08 Nov 2011, 10:13 am

Bueno chicas, como no complí con el fin de semana les pido disculpas pero acá estoy para dejarles un maratón que ojala les guste. Ahí me hacen conocer que piensan. Besotes :)

por **MenitaJonas** Mar 08 Nov 2011, 10:14 am

4
Primera Parte

El reloj sobre la puerta de la cocina daba exactamente las siete y veinticinco de la mañana. Llevaba veinticinco minutos de retraso y ______ (Tu) respiraba sulfurada. Detestaba la impuntualidad, sentía que de cierta forma se burlaban de ella y no la tomaban en serio.
Quería que las clases comenzaran a horario, que las cuotas se pagaran dentro del tiempo establecido, que los ánimos de Macy concordaran con los de ella, que las presiones de su madre desaparecieran cuanto antes, que su periodo fuera reglamentario, que su rutina no tuviera interrupciones, quería tener todo fríamente calculado.
Y con la fuerza con la que maldecía entre dientes, la puerta sonó.

—¿Qué horas son? —pregunto ella al abrir.
—Las siete treinta. —sonrió Joe—. Buenos días.
—Creí haberte dicho que te necesitaba aquí a las siete, tengo media hora de retraso y el trabajo se me amontona.
—Lo lamento, el tráfico es impresionante, además tenía un pendiente que no podía cancelar.

Joe estaba emocionado y nervioso por el nuevo trabajo que busco incesantemente que media hora de retraso no era realmente importante para él. Pero ella dijo que el trabajo se le amontonaba así que seguro que era alguna de esas mujeres ejecutivas o empresarias a las que solo les apetecía trabajar, trabajar y trabajar.

—El tráfico no es mi problema, sabes. —inquirió _____ (Tu) con cierto tono reprendedor.
—Lo sé, pero no existía nada que yo pudiera… —hablo y ella lo interrumpió alzando la mano y haciéndolo callar.
—No quiero excusas, no me gustan. Procura entretenerla y hacerla feliz hasta las tres de la tarde. Y ya hablaremos más tarde sobre estos improvistos.

Cogió las llaves de la mesa y la cartera para detenerse en la puerta antes de cerrarla.

—Me gusta la gente competente, seria y responsable. Y creo haberme equivocado esta vez.

Azoto la puerta blanca y Joe quedo paralizo por la escena y las palabras. La mirada de aquella mujer daba miedo, hasta podía decirse que era ruda y fuerte. Una mirada digna de respeto, pensó.
Cuando volvió en si se encontró en una casa que no conocía, completamente solo y sin saber qué hacer. Dedujo que la niña debería encontrarse dormida, por lo que emprendió la búsqueda del cuarto de la pequeña que aun no conocía. La cocina llevaba a un pasillo con dos habitaciones y un baño, no era un apartamento muy grande, incluso el suyo lo era más.
La puerta rosada debía ser, sin duda, la de la niña. La abrió suavemente y se encontró con una pequeñita de cabello rubio como el sol, hermosos ojos azules claro y una mirada seca como la de su madre.

—Hola, Joseph. —saludo Macy.
Quizás ella le hablo de mí, se dijo Joe.

—Hola, Macy. —respondió—. ¿Te apetece algo de comer? ¿Unas galletas quizás?

Ella le dirigió una mirada penetrante y volvió a su labor, un gran libro para colorear.

—¿Eres buen cocinero?
—El mejor. —sonrió—. Puedo hacer todo tipo de postres, guisados, carnes y pescados ¿Te gusta el pescado?
—Mhm, me parece que eres de los que hablan mucho y hacen poco.
—Puedo probártelo.
—No, gracias.
—Bueno, entonces cualquier cosa que necesites, háblame ¿Okay?

No respondió, pero cuando él se disponía a cerrar la puerta, su vocecita dulce lo hizo detenerse.

—Joseph. —farfullo—. No te vayas. Colorea conmigo, por favor.

Y claro que accedió, no solo porque debía hacerlo, sino porque disfrutaba de compartir con los niños y su inocencia latente. Podía pasarse madrugadas enteras coloreando y charlando de cosas sin sentido con Dean. Podría tener poco más de treinta años pero llevaba un niño dentro.
Cuando el ingreso a la habitación, su carita se ilumino. Sin embargo sus hermosos ojos azules seguían luciendo tristes. Una tristeza extraña para una personita de tan solo cuatro escasos años.

—¿Y qué me cuentas de ti? —hablo ella al cabo de unos momentos de colorear.
—Mhm… no mucho. Me encantan los niños y tú eres muy especial, tienes unos ojos preciosos. Calculo que son los de tu padre porque los de tu mamá son oscuros.

Ella volvió a dedicarle una mirada perspicaz.

—No lo sé, quizás. Mi padre abandono a mi mamá y jamás lo conocí, tampoco es que quiera hacerlo. Los adultos hacen cosas sin sentido a veces.

La respiración de Joe se detuvo, ¿Cómo una pequeña de cuatro años podía conocer una verdad tan cruel y parecer tan fuerte? ¿Quizás esa era la razón de su mirada triste? Y se estremeció al pensar que Dean podría poseer esa mirada el día que se enterara de la tremenda verdad, una realidad que compartía con Macy.

—No me mires así, Joseph. Esas cosas suceden a menudo, ustedes los adultos a veces se comportan como niños. —dijo serenamente provocando en Joe un pavor que se esforzó por contener.
—Y ustedes los niños a veces se comportan como adultos, como tú, por ejemplo, ahora. Pero creo que no deberías preocuparte por los asuntos de los adultos, es algo que ellos deben resolver. ¿Te gusta el verde?

Ella asintió ante su pregunta.

—Naturalmente. Yo no me preocupo, y creo que le hizo un favor a mi madre al marcharse. ¿Crees que podrían existir nubes rojas?
—¡Claro que existen! Siempre las veras en los atardeceres, sobre todo en el verano y la primavera, justo frente al mar. ¿Conoces el mar?
—Jamás eh ido. ¿Tú conoces el mar?
—Es de nuestros lugares favoritos. —sonrió Joe.
—¿Nuestros? —inquirió Macy elevando las cejas—. ¿Quiénes son nosotros?
—Mi hijo, Dean y yo. Adoramos el mar.

Macy no respondió durante unos segundos, parecía concentrarse demasiado en su labor y Joe no quiso molestarla, de repente así como el silencio reino en ella, hablo nuevamente.

—¿Y dónde está su madre? —pregunto deteniendo el movimiento frenético de su pequeña manito, lo miro a la expectativa de una respuesta y quizás fue el destino o la suerte que lo ayudo, pues el móvil sonó. Aleluya, estaba salvado.

por **MenitaJonas** Mar 08 Nov 2011, 10:15 am

4
Segunda Parte

Joe conducía de regreso a casa y su mente estaba poblada de dudas. Macy y sus ojos desganados le preocupaban. Ni siquiera el sermón de hora y media que ______ (Tu) le regalo, lo inmutaron. Solo sus ojos azules y tristes, esa forma tan cruel de hablar de sus problemas…
El alma se le rompía de solo pensar que así podría sentirse Dean, no muy a menudo preguntaba por su madre y él exitosamente lograba evadir sus preguntas pero sabía que con el correr de los años querría saber, además de que por derecho le correspondía conocer la historia real.
Joe se preguntó qué haría entonces… Mentir por el momento, cuando su hijo tuviera la edad necesaria y suficiente podría entender las irracionalidades de los adultos, asimismo como la falta de amor y la compasión. Las injusticias del mundo.
Bajo del automóvil y cuando cerró la puerta del vehículo, la de la casa se abrió para salir de dentro un ángel feliz y majestuoso.

—¿Cómo te fue, papá? ¿Tuviste suerte?
—Bueno… —titubeo deleitándose con la desesperación de los ojos color miel de Dean. Exactamente iguales a los de Jazmín—. ¡Hoy fue mi día!

Dean pego un alarido acompañado de un brinco que lo llevo hasta los brazos de su padre. Y lo siguiente que escucho fue la risa triunfante de Denise desde el hall de la casa. Parecía estar orgulloso de sí mismo por una vez en toda la vida, no por conseguir el trabajo, sino por hacer feliz a los suyos.
Sus sonrisas le llenaban por completo el alma…

—Vamos adentro cariño, cenaremos algo para festejar. —comunicó Denise—. Anda, mi muchacho, dile a tu abuelo que ponga la mesa.
—Oh, no, abuela. Lo hago yo, el abuelo está leyendo uno de sus aburridos libros.
—Claro como tú no sabes leer. —se burló Denise— Vamos, vamos, apresúrate.
—Pero cuando sepa leer tampoco me interesará, los artistas no necesitamos la lectura, solo la inspiración.

Entro como un rayo a la casa y se perdió entre las alacenas buscando platos, vasos y cubertería. Joe siguió a su madre detrás de Dean.
La cena no giro en torno a su logro, sino a los pequeños logros diarios que Dean alcanzaba. Se le hinchaba el pecho de orgullo al saber que su pequeño aprendía a sumar cuatro más tres y que poco a poco reconocía no solo las letras de su nombre y apellido, sino que también las del abecedario completo.
El tiempo pasaba tan rápido… suspiro con nostalgia. Si todavía recordaba cuando Jazmín lo llamo sulfurada comunicándole que su pequeño iba a nacer, ella solo quería golpearlo por ser Joseph el culpable de que perdiera su figura, y él, él solo quería gritarle al mundo que era padre.

—Maldita sea, diles que me den un calmante. Voy a morirme. —sollozaba Jazmín.
—Tranquila, ya viene el médico. —prometió Joe sosteniendo su mano temblorosa mientras que con la otra despejaba su frente sudada.
—¡Quiero un calmante! Maldito estúpido, todo esto es por tu culpa y tu necedad con tener hijos. —escupió con frialdad—. Cuando esta cosa nazca no me veras un pelo, Joseph, no me veras nunca más.

Después de ese cruce de palabras el médico se la llevo y él solo soporto las ansias hasta que llegaron sus hermanos y padres. Pero ahí seguía la herida a pesar de la enorme felicidad. Su intento de formar una familia había fracaso, jamás conoció una mujer que no quisiera hijos con el hombre que supuestamente amaba… pero ahí se encontraba: enamorado de aquella mujer fría que prometía abandonarlo a cargo de un pequeñito inocente.
Hay tantas veces que las personas tienen que amar y luego olvidar, su amor por Jazmín ya no estaba pero la herida seguía abierta. Y pensar que amo con todas sus fuerzas a esa mujer despiadada, y seguía sin saber cómo pudo enamorarse de alguien así. Vaya iluso…

—Papá… —repitió Dean—. ¿Me escuchas, papá?
—¿Qué pasa, cariño?
—No has dicho nada en todo el camino. —le espeto mientras se prendía la pijama—. ¿Te encuentras bien? ¿Te duele la cabeza? Yo creo que hay alguna aspirina en el botiquín del baño. ¿Te alcanzo una?

Tenía solo cinco años, cinco tierno e inocentes años pero sin embargo era Dean quien cuidaba de Joe y no como se suponía debía de ser. ¿Sería acaso ese el problema de Macy? ¿No se ocuparía ______ (Tu) de su pequeña hija? No pudo pensar más en eso, la sonrisa encantadora de Dean estaba a su lado estirándole el vaso de agua y la aspirina.

—¿Sabes? Hoy me felicito el instructor de ejercicios. Me ha dicho que soy muy ‘perpicas’ pero yo no tengo la menor idea de que es ‘perpicas’
—No se dice ‘perpicas’. Sino perspicaz.
—¿Y que es ‘perpicas’?
—Quiere decir que eres muy inteligente. Y él tiene razón.
— Yo habría entendido si me decía:- Oh Dean, eres tan inteligente.
—Inténtalo conmigo. —pidió Joe—. Perspicaz. Repite.
—Perpicas.
—No, no. P E R S P I C A Z.

Durmió de lo más feliz, sabiendo que a su lado descansaba un ángel ‘perpicas’ que lo cuidaba.

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